NO SOY DUEÑO DE INUYASHA

HOLA DE NUEVO, GRACIAS POR LOS COMENTARIOS. SON GENIALES! ABRAZO.

CAPITULO 9

Día dos… Solos en la madrugada…

La bestia tenía razón. La mujer más poderosa de la tierra y de la historia y era suya…su esposa. Vaya predicamento…

No estaba seguro de cómo se sentía al respecto pero el entrenamiento con ella había sido bastante estimulante, el poder de la sacerdotisa le erizaba la piel, la potencia de sus ataques evidentemente controlados era de lo más excitante, sensual, agradable y lo mismo sucedió cuando fue necesario sentarse a hablar.

Tal vez porque no habían llegado a temas de índole más privada, más…carnal, pensaba,

"Eso hará que la mujer colapse"

Realmente no sentía ninguna emoción de averiguar algunas cosas como las interacciones de Kagome con el mestizo de su hermano. O con Kouga, sabía que habían tenido cierta cercanía antes de que se uniera a Ayame. Ya que el Ookami, siempre hacía alarde de ello para enfurecer a Inuyasha.

De a poco se iba molestando con sólo la idea de varios machos hablando de su mujer. A pesar de las circunstancias de su unión, el matrimonio era un hecho y válido, y nadie en su sano juicio hablará nunca más de la virtud de la Señora del Oeste. Con mil demonios, nunca le había importado nada, pero ahora se sentía ofendido.

¿Por qué? No lo sabía a ciencia cierta, pero seguramente tendría que ver con su naturaleza Inu y la posesividad que los caracteriza. "No será mía pero tampoco de nadie más" En eso se resumía su mal humor.

Sesshomaru estaba reclamando a la mujer como propia a pesar de sus intentos de evitarlo. Ella legalmente era una Taisho ahora y recibiría el trato respetuoso que merecía como tal, de parte de la manada o sufrirían las consecuencias.

Kagome dormía hacía ya, unas horas, la tormenta de alta mar estaba casi sobre ellos. Sesshomaru se giraba en su cama mirando el ventanal que daba hacia el mar y podía ver los relámpagos y rayos que caían en el agua. El fuerte viento mecía los árboles y palmeras. Seguramente fuera de la barrera de energía, sería mucho peor.

Ellos estaban a salvo. Lo mejor sería intentar dormir y no pensar más.

Los truenos comenzaron a sonar detrás de los luminosos rayos que rasgaban el cielo. Sesshomaru se despertó con uno particularmente fuerte. Se levantó, bajó y se dirigió a la cocina a beber un vaso de agua, recorrió la casa revisando las ventanas y puertas verificando que no ingresara el agua. Luego regresó a su habitación. Al pasar frente a la puerta de la sacerdotisa, él escuchó unos sollozos, olfateó un poco y percibió el aroma de la angustia y otro aroma muy desagradable…¿Terror?.

En seguida golpeó la puerta y al no recibir respuesta, golpeó otra vez, apenas escuchó un gemido lastimero, entró violentamente y encendió la luz, no por que lo necesitara, él veía lo mismo, pero sabía, recordaba que hace unas horas ella le había confesado que le temía a las tormentas. Pero esto no era temor, era terror. Al recorrer con la vista la habitación y no encontrar a la mujer, se concentró en los sonidos.

Allí estaba, en un rincón con la cabeza apoyada en sus rodillas y envuelta con sus brazos, era una visión muy triste.

-"Miko!"

Ella no respondía

-"Sacerdotisa! ¡Kagome!"

Kagome levantó la mirada hacia la tormenta, su cara hinchada y desfigurada por el miedo y el llanto. Ella no lo escuchaba, jadeaba híper ventilando, otro rayo y un fuerte trueno y la luz se apagó. Sesshomaru pensó, "Seguramente pegó en el generador", mañana deberá arreglarlo. Pero la Miko dio un grito de pánico que hizo que el Lord Inu se olvidara del generador, de los truenos, de Inuyasha de todo.

-"Mujer! Cesa tus gritos no tienen sentido, ni fundamento. Y molestas mis oídos!"

No reaccionaba, estaba aterrada e inmóvil en el rincón.

Sesshomaru podía verla perfectamente, sus lágrimas eran de plata cuando los rayos iluminaban el cielo, su rostro se veía pálido y su expresión denotaba una clara necesidad de protección. Detestaba la debilidad, pero en su interior, algo lo instaba a proteger a la mujer, su mujer. Sólo eso hizo falta recordar que ella era su esposa para que cruzara el dormitorio y se acercara a ella, apartando sus cabellos pegados a sus mejillas, y tomando sus manos

-"Sólo son eventos de la naturaleza, Miko, no desean hacerte daño"

-"Sesshomaru…No puedo…"

Enseguida se puso a llorar en silencio otra vez. El Inu la tomó entre sus brazos, alzándola y suavemente la recostó en la cama. Sesshomaru se acercó a la ventana, corrió las cortinas y regresó a la cama, casi imperceptiblemente se deslizó junto a la joven. Ella sintió el calor de su pecho contra su rostro, él la atraía hacia su cuerpo?

Sí, hasta quedar muy cerca uno del otro, ella miraba la oscuridad, pero él veía muy claramente los rasgos del rostro atribulado de Kagome.

Sus ojos profundos estaban enrojecidos por el llanto, sus labios hinchados y sus mejillas rojas, era bonita a pesar de todo, no bonita, hermosa. Tan poderosa y tan frágil a la vez…

-"Todo está bien ahora, duerme Miko"

Ella de a poco cerró lo ojos y le respondió

-"Kagome"

-"Hn, duerme Kagome"

El dulce suspiro y la suave respiración de Kagome lo arrullaban como una canción de cuna. Su youki la rodeaba confortándola. Extrañamente ella parecía calmarse cuando su energía demoníaca le rozaba la piel. El Reiki de la joven apenas cosquilleaba alrededor del gran Inu recostado junto a la mujer que ahora descansaba tranquilamente. Si bien no solía dormir, los ojos se sentían pesados. Descansar unos momentos no le haría daño. La tormenta era muy fuerte afuera, pero Kagome no la escuchaba. Extendió su youki y no detectó ningún peligro. Dormiría unos momentos. Luego se iría a su habitación.

Los momentos de sueño, se hicieron horas, las cuatro de la madrugada los encontró muy cerca, casi abrazados, dormidos y con una sensación de paz impensada.

Sesshomaru el gran Youkai del Oeste estaba dormido entre los cabellos y el Reiki de Kagome, la sacerdotisa de Shikkon, y afuera el huracán destrozaba la parte de la isla que no estaba protegida por el campo de energía. Básicamente el cielo se caía y ellos dormían en calma.

Shimaru, la bestia estaba de vigilia. Las raras veces que su parte humanoide descansaba él tomaba la guardia. Sentía la furia de la naturaleza, pero a ellos no les tocaría padecerla, al menos no esta vez. Paulatinamente enviaba pulsos de youki para reforzar la protección, a la vez que regresaba los ojos hacia la mujer dormida entre sus brazos. Si, él la había abrazado. Si Sesshomaru estuviera despierto, no se lo permitiría, pero ojos que no ven…

Kagome olía tan bien, tan fresca, natural y deliciosa. ¿Cómo era posible que un ser humano oliera bien? ¿O será sólo ella? Nunca se había acercado tanto a los humanos de su manada para olerlos, aunque seguramente si no fuesen higiénicos, el aroma desagradable le habría ofendido los sentidos. No, ellos eran bien educados, cuidaban sus personas, no así Inuyasha. Qué difícil había sido acostumbrarlo a asearse, maldito mestizo. Le debía mil dolores de cabeza…

Volviendo a su mujer, inspiraba el aroma de su cabello y su piel del hombro. Kagome suspiraba y se acurrucaba más cerca.

El corazón de la bestia se aceleraba, se sentía masculino, protector, poderoso y muy relajado, al tiempo que Sesshomaru recobraba su conciencia y se encontraba abrazando a la mujer, percibió el perfume dulce de la joven y se quedó así, abrazando a la mujer asustada, contemplando su piel, su cabello, grabando sus características y cicatrices, que parecían ser muchas, pequeños lunares y las pestañas tupidas y arqueadas, las mejillas rosadas, la boca carnosa, sólo una marca de una arruguita en el entrecejo, demostraba la lucha, el esfuerzo por sobrevivir, la pena…Valiente, valiente mujer, hermosa, hembra poderosa como pocas. Yaciendo en sus brazos a su merced. Durmiendo confiada. Qué humano más extraño…

La mirada de Sesshomaru y la bestia se posó en las redondeadas caderas de la joven, la sábana ondulaba sobre las formas femeninas de una manera muy seductora. Recordando su cuerpo desnudo en la caverna, la masculinidad del macho se comenzó a despertar. Ante la progresiva pérdida de control, Sesshomaru intentó separarse de la mujer y alejarse sin despertarla para ir a su habitación. Si hubiese algo de luz se atrevería a salir de la cabaña para refrescarse afuera, pero al encontrarse sola, la Miko seguramente colapsaría. Lo mejor sería intentar sentarse cerca de ella, pero salirse de la cama, urgente.

Ante los movimientos del Inu Kagome suspiró y se dio vuelta, su trasero redondo y torneado quedó frente a los ojos del Lord que no podía apartar la mirada de los atributos femeninos que tan generosamente se ofrecían a sus ojos. La maldita sábana descubría las piernas y las partes traseras de la mujer, exhibiendo un hermoso derriere, apenas cubierto con un culotte de encaje blanco. La saliva corría ya por la barbilla de Sesshomaru.

Ya no podía negar más el motivo por el que Inuyasha y Kouga continuaban discutiendo aún el día de hoy acerca de quién era el verdadero amor de la Miko.

Cualquier macho que se precie de tal, mataría por tener una hembra de esas características a su lado.

"Es nuestra"

La bestia le remarcaba

"No, solo lo es legalmente"

"Eso se puede arreglar"

"Hn"

Verdaderamente se podía arreglar, pero eso significaba, bajar la guardia frente a un ser humano. De todos modos no era mucho más distinto a lo que debían hacer para su pronto encuentro con el concejo youkai.

El Lord no sabía de sentimientos, y estaba seguro que para lograr el aprecio de la mujer, debería aprender acerca de ellos. De alguna manera, no tenía idea de cómo, pero debería aprender.

Kagome lo ayudaría, él se lo pediría. Si estarían juntos tantos años, al menos podrían intentar ser amigos, o confidentes, tal vez en el fondo de su mente se preguntaba amigos con derechos…Pareja sexual?

Eran dos seres solitarios, muy solitarios, poderosos y víctimas de las circunstancias.

¿Acaso no sería justo hacer lo que fuera por sobrevivir? ¿ Y buscar la manera de que su tiempo juntos fuese bueno, o al menos no tan malo?

Esa última pregunta la susurró lo suficientemente audible como para que la joven la escuche y le responda

-"Sería totalmente justo, Sesshomaru"

El Daiyoukai quedó petrificado mirando a los ojos azules de la mujer frente a él. Había estado tan absorto en sus pensamientos que no se había percatado de que ella lo miraba desde la cama, se había cubierto con la sábana y lo veía desde la oscuridad.

Él se levantó lentamente, y caminó, dirigiéndose luego a la puerta, salió del dormitorio. Kagome continuaba hablando a sabiendas que el macho la escucharía desde donde estuviera.

-"Si estamos estancados uno con el otro por el tiempo que me quede de vida, pues es justo que nos llevemos bien y aprendamos de verdad acerca de nosotros mismos"

Enseguida Sesshomaru regresó con tres estatuillas de piedra luna brillantes y las colocó en la mesa de luz y la cómoda cerca de la ventana. Era el momento para responder

-"Eres conciente de que nuestra conversación debe, a partir de ahora, tornarse mucho más…personal"

-"Sí, lo se."

-"El instinto Inu exige total conocimiento de la pareja"

-"Lo se, aunque no somos una pareja funcional"

-"Eso puede cambiar con el tiempo…"

Las miradas fijas brillantes, las respiraciones entrecortadas.

-"Tú serías capaz de iniciar un acercamiento con un ser humano?"

-"Tal vez, depende del ser humano"

Ella no quería preguntar, no quería…pero…

-"Por ejemplo"

-"Dame tú el ejemplo, Miko"

-"Con una mujer…como…como…"

Retorciéndose las manos y mirando hacia abajo, la joven sentada en la cama no se atrevía a mirar a su esposo que parecía quemarla con los soles que eran sus ojos.

-"Como tu?"

Ella jadeaba, pero no respondía. Intentaba reponerse. Sería posible que el Lord Inu se acercara a ella como mujer algún día?

-"No, yo no creo que pudieras iniciar nada con alguien como yo…Es una tontería, olvida lo que te pregunté"

-"Responde Miko, con alguien como tu?"

-"Si, alguien como yo, un asqueroso ser humano, sagrado a demás, y la mujer de tu hermano"

El Lord se levantó violentamente y se abalanzó sobre la mujer gruñendo. Aspiró en su cuello y su vientre. Mientras gruñía clavó los ojos en ella. No olía miedo en ella, más bien tristeza.

Se apartó.

-"No me faltes el respeto Miko podría recordar viejos tiempos y ese mestizo no es mi hermano"

-"Medio hermano entonces"

-"Fuiste su mujer?"

-"¿Qué?"

-"Te acostaste con él?"

-"Sesshomaru…yo…"

-"Responde! No acabas de decir que fuiste su mujer? Entonces quiero saber"

-"No…Soy demasiado poca cosa para que él me eligiera sobre Kikyo. No soy la mujer de Inuyasha."

-"Entonces por qué dijiste que lo eras?"

-"Tú solías llamarme así"