NO SOY DUEÑO DE INUYASHA

GRACIAS POR LOS COMENTARIOS. SON GENIALES! ABRAZO.

CAPITULO 10

Día dos… Definitivamente solos…

Cierto. Irremediablemente cierto. No tenía argumento posible para discutirle acerca de aquello, siempre la llamó la mujer de Inuyasha.

Para colmo de males estaba actuando como un marido celoso, y no podía detenerse. Estaba inquieto, tanto él como ella, escondían sus esencias del otro. No era justo exigir sin dar nada a cambio, o si?

-"Hn"

-"Mira, Sesshomaru, yo jamás he…Yo no…"

-"Libera tu esencia"

-"Perdón?"

-"Libera tu esencia a mis sentidos"

-"No creo que eso tenga nada que ver con lo que estamos…"

Enseguida, el resplandor verdoso cubrió a Sesshomaru y liberando su esencia la envolvió. Delicioso aroma masculino a feromonas y naturaleza. Su corazón se disparaba sabiendo que el enorme Inu frente a ella se estaba descubriendo, se mostraba tal y como era frente a ella. Fresco, varonil, amaderado, acuoso y salino como el océano…Simplemente delicioso. Así era la esencia del poderoso Lord del Oeste. Kagome sentía sus rodillas temblar ante el aroma tan atractivo de su esposo. Era como si saliera del mar a secarse en la arena o caminara por el bosque entre los pinos. Se sentía transportada a Edo. Ese aroma le recordaba su hogar, atrás en el tiempo… La joven cerró los ojos inspirando profundamente, su rostro demostraba la emoción y la serenidad que su alma había encontrado en la esencia, ella estaba extasiada, sin decir una palabra, Kagome apenas sonrió.

Los ojos del macho Inu estaban fijos en los de ella, las expresiones de la mujer le causaban una sensación de satisfacción interna, que le provocaba sonreír. Pero no lo haría, él esperaba que Kagome comprendiera la profundidad que ese acto había tenido.

Y ella supo.

Tanto el Inu, como el Ookami, se abre a su pareja, solo cuando confía plenamente, de otra manera, ese simple acto es imposible de realizar. Kouga le había permitido conocer su propia esencia alguna vez. Sabía del profundo significado de aquello. Tenía que corresponder a la confianza, muchos años vendrían junto a ese hombre, junto a ese macho y él debía comprender que ella era una persona en quien confiar. Desde hace años que ella, no podía confiar en nadie, desde la traición de Inuyasha. Últimamente, el único ser que se había preocupado por ella aparte de su familia era Sesshomaru, el porqué, permanecería siendo un misterio.

La hora de retribuir había llegado. Lentamente y sin abrir los ojos, Kagome liberó suavemente su esencia. La tenue luz rosa la envolvió. Ella permanecía de rodillas sobre su cama y Sesshomaru de pie frente a ella.

-"Perdóname, si mi esencia ofende tus sentidos, pero esto es lo que soy"

Enseguida abrió los ojos, la mirada de fuego en el macho frente a ella estaba teñida de rojo, Sesshomaru y su bestia recibirían el impacto de su aroma. Y así fue.

-"Libéralo"

La dulce esencia envolvió al Inu como un remolino. Las suaves ondas aromáticas penetraban por su nariz provocando la fuerte inhalación de Sesshomaru. Las miradas unidas, las fosas nasales del macho aleteaban absorbiendo el olor de la sacerdotisa de Shikkon. El aroma era exquisitamente embriagador, el cuerpo del Inu respondía de mil maneras diferentes al aroma seductor.

Sesshomaru jadeaba mientras se acercaba a ella. La mente del macho se nublaba en éxtasis.

Kagome sentía su corazón palpitar casi en su garganta, pero no movía un solo músculo.

El Lord del Oeste estaba muy intrigado acerca de esa mujer frente a él.

Podría ser cierto lo que sus sentidos le marcaban? ¿Podría ser tan pura para provocar una cadena de sensaciones que no podía controlar? La bestia estaba confundida.

"Pura?"

"Hn"

Sesshomaru reiteraba la acción que había efectuado hacía unos minutos, pero esta vez con extrema suavidad. Se inclinó sobre Kagome llevándola a recostarse de espaldas sobre la cama. Y nuevamente olfateó su cuello y su vientre. Un gruñido casi inaudible provenía de su pecho. El macho estaba reconociendo a la mujer.

Kagome mantenía los ojos cerrados. Su pecho subía y bajaba rítmicamente. El exquisito aroma de la mujer se teñía de otro bastante más dulce…

Excitación?

Sesshomaru miraba el rostro de la mujer y olfateaba el aroma delicioso. Podría ser que Kagome se sintiera excitada por su acercamiento? Acaso lo encontraba atractivo?

Extrañamente la idea no le desagradó, por el contrario, se sintió orgulloso. Estaba frente a una mujer llena de cualidades admirables que además era pura, y se sentía atraída por él.

Vaya predicamento. La Shikkon Miko era una caja de sorpresas y a él le estaba comenzando a gustar la idea de desentrañarlas.

Aprovechando la situación, Sesshomaru se acercó al rostro enrojecido de su esposa, olfateó cerca de su boca para que ella sintiera la brisita de su respiración. Kagome respiró hondo y la rosada impertinente de su lengua humedeció sus labios. Al Inu ese leve movimiento le bastó para que su entrepierna le comenzara a dar un mal rato.

Mejor alejarse, aunque cueste.

Lentamente se retiró y tomó asiento en un sillón de mimbre cercano a la ventana.

-"Arigatou, Kagome sama"

Kagome abrió lo ojos y lo vio sentado bastante alejado. Se incorporó y se sentó en seiza sobre la cama. Su miraba continuaba en su regazo mientras pasaba las manos por sus muslos acomodando la sábana.

Sólo eso los separaba hacía unos momentos…Se sentía muy extraña.

-"Sesshomaru Sama, yo…"

-"Me siento honrado por tu confianza, Miko. Y agradecido por que me consideraras merecedor de conocerte, en profundidad"

-"Igualmente, Lord Sesshomaru. Agradezco me consideraras digna de exponerte frente a mi"

-"Es hora de desayunar, alístate, hoy iremos a otra parte de la isla"

-"Hai"

Antes de salir, el Inu volvió la mirada a ella y asintió. Ella respondió el saludo y Sesshomaru salió suavemente. Luego de ducharse con agua bien fría, y vestirse, Sesshomaru bajó las escaleras. Abrió la nevera y sacó las frutas y cereales para comenzar a prepararlos, pero su mente no le permitía procesar lo sucedido hacía unos momentos. Habría que seguir hablando con ella pero de qué? Para su agrado y orgullo, la joven además de ser un atado de virtudes, era pura. Se sentía honrado de tener una mujer sin mácula como esposa. Ahora sabía a ciencia cierta que tanto Inuyasha como Kouga se la pasaban hablando sandeces para molestarse uno al otro, pero todo era ficticio. Kagome no se había entregado a ninguno de ellos. Eso lo hacía feliz, no sabía por qué, pero así era. Aunque de pronto pensó…

-"Pura…Estamos definitivamente en problemas"

En es momento Kagome se unía a él en la cocina

-"A qué te refieres?"

No tenía ni la más mínima intención de hablar al respecto, pero tendría que hacerlo. ¿Cómo diablos iban a enfrentar al concejo, y hacerles creer que eran uno en su vínculo y pareja, si la mujer era virgen?

Estaban arruinados, nada tenía sentido más. Para qué continuar en la isla y luchar, si nada podría cambiar la situación en la que estaban en el momento. A lo mejor fingir una ruptura, apresurar un divorcio? Nada les daba tiempo a nada. La Miko tomaba un vaso de leche fresca. La mirada férrea y dura del Señor del Oeste asustó mucho a Kagome

-"Sesshomaru? Dime qué sucede! Háblame…A qué te refieres con que estamos en problemas? Sesshomaru!"

El Inu continuó rebanando las frutas

Y sin responderle sólo mencionó las palabras, si ella era inteligente comprendería y se ahorraría la humillación de escucharlo decirle los motivos de sus problemas. Sexo. Sexo y más sexo…

-"El Concejo"

El vaso que sostenía Kagome cayó al piso y estalló en añicos. Ella estaba atónita con la mirada perdida en la leche derramada. Las palabras salían entrecortadas

-"Es mi culpa…Yo…Soy… virgen...Jamás lograremos engañarlos…"