Empecé a escribir esto porque últimamente, por tantos trabajos académicos que había hecho, escribía todo de manera muy formal y eso me desagradaba, así que decidí retomar los fanfics para sacudirme toda la terminología técnica y el formalismo. No iba a hacerlo pero al final decidí publicarlo en lugar de dejarlo en el olvido con los demás.

Fanfic Sac: Sujeto a cambios. Es decir, todo, mucho, poco o nada puede ser cambiado/editado en el fanfic en un futuro. Sin garantía de continuación, quedándose en un posible.

Ni Free! ni sus personajes me pertenecen, ellos y yo sólo nos divertimos un rato con mi historia.

Advertencias: Shonen-ai; puede cambiar de raiting; universo alternativo; puede o no haber continuación. Sin betear.

Chapter summary: Un regalo grandioso y una sorpresa grandiosa.


Cuaderno de notas

03 de abril de 2XXX

¡Estoy tan emocionado!

Hoy Rei-chan me regaló este pequeño cuaderno de notas.

—Es sólo para notas científicas —me dijo.

¡Aburrido!

Así que decidí ignorar (y tachar) la parte "científica" pero dejé la parte de "notas". Muy inteligente de mi parte, lo sé.

Esta es mi primera entrada. Rei-chan me dijo de forma insistente que escribiese aquí información referente a nuestras investigaciones, descubrimientos y ese tipo de cosas. Yo pienso que puedo darle un uso más productivo al escribir las emocionantes aventuras que tenemos juntos (lo cual incluye la "parte científica", obviamente. Es decir, somos biólogos marinos; nuestras aventuras son científicas, ¿no?).

Él se mantuvo diciendo que éste era un obsequio serio y balbuceando cosas sobre la responsabilidad, la formalidad y varios tópicos más que decidí ignorar por el bien de mi cerebro creativo y libre de ataduras; pero pienso que es un gesto lindo, especialmente viniendo de él. Y mucho más cuando se sonroja al entregármelo.

¡Esto será asombroso!

.

.

.

19 de junio de 2XXX

No había escrito desde el día en que el pequeño cuaderno me fue obsequiado pero todo en este mundo tiene una razón de ser y la mía era que quería reservar la primera narración para una ocasión sumamente interesante e importante; y ahora, por fin, esa ocasión ha llegado.

¡Hoy hemos partido a una aventura!

—No es una aventura. Es un viaje de investigación serio, Nagisa-kun —es lo que Rei-chan se mantiene diciendo. Ajá.

Como sea, ahora estamos surcando las misteriosas e impredecibles aguas del océano pacífico en nuestro pequeño yate llamado Iwatobi-chan (tengo que confesarlo, ésa fue mi idea. Aún estoy sorprendido porque Rei-chan me dejó nombrarlo así sin rechistar).

¿Nuestro propósito? Buscar especímenes del tiburón de boca ancha para insertarles un chip que servirá para su rastreo; el monitoreo de estos tiburones, por supuesto, favorecerá la recolección de datos y la ampliación de la poca información que se tiene sobre su comportamiento y estilo de vida.

Suena muy emocionante, ¿no es así?

Eso no quita el hecho, sin embrago, de que es terriblemente difícil encontrarlos. Aunque eso no lo incluimos al presentar nuestro proyecto para su respectiva aprobación, por lo que realmente esperamos tener suerte; pero yo pienso que seguramente con la nueva tecnología desarrollada podremos encontrarlos sin tanto problema. No pretendemos tardar tantos días en altamar, después de todo; hemos empacado pocas provisiones que incluyen, en su mayoría, verduras congeladas, algunos enlatados, alimentos a base harina y una hielera llena de algunas carnes rojas y pescado fresco.

Rei-chan es un excelente cocinero, así que él se encargará de cocinarlos; yo, de comerlos, por supuesto.

Y hablando del rey de Roma (jaja, ¿se entiende lo gracioso e irónico que resulta eso?) Rei-chan me está hablando, preguntándome si empaqué y acomodé todas las herramientas que necesitamos para este viaje.

Debería de relajarse un poco más. Sí, subí el arpón; sí, revisé el motor y la gasolina; sí, me aseguré del correcto funcionamiento de la radio, del radar y del GPS; sí, guardé los chips que insertaremos a los tiburones; sí, desenredé la red de pesca que estaba enmarañada en la parte lateral del yat…

¿O tal vez se me olvidó hacer eso?

¡Rayos!

Sólo espero que Rei-chan no sé dé cuenta de ello.

.

.

.

27 de junio de 2XXX

Hoy pegué una calcomanía de pingüino en mi preciada libreta de notas que, a mi parecer, se ve fantástica; tan llena de alegría y rebosante de los colores vibrantes del pingüino penacho amarillo que saluda a la vida con gran carisma desde la portada.

¡Se ve estupendo!

Y estoy convencido que es de la buena suerte. Los pingüinos siempre son de la buena suerte. No por nada me dedico a cuidarlos en el acuario de Iwatobi.

Extraño mucho estar con mis bellas criaturitas pero estoy seguro de que Ai-chan los cuidará estupendamente mientras Rei-chan y yo no estamos.

Le mostré la calcomanía a Rei-chan para compartir mi alegría pero él sólo armó un gran drama diciendo que ésa no era la forma adecuada de clasificar los datos científicos y cosas por el estilo que le quitó la diversión al asunto.

Yo insisto en que se ve bien, y sé que, en lo más profundo de su calculador corazón, él piensa lo mismo que yo.

—Nagisa-kun, el corazón es un órgano que ni siquiera es capaz de procesar pensamientos y…

Blah, blah, blah.

Sigo diciendo que Rei-chan debería relajarse más.

.

.

.

30 de junio de 2XXX

¡Hoy pasó algo totalmente increíble!

¿Quién lo hubiese imaginado?

Seguro todo es obra de esa maravillosa calcomanía del rebosante pingüino de penacho amarillo.

¡Gracias pingüino de penacho amarillo!

Y justo cuando ya estaba desanimándome. Es decir, hoy era nuestro último día en el mar, ya íbamos de regreso a casa y no habíamos podido encontrar ni un sólo tiburón de boca ancha. Eso desanima a cualquiera, ¿no es así? Especialmente cuando los víveres ya empiezan a escasear.

A eso de las 3 de la tarde Rei-chan empezó a preparar la comida. La cocina de nuestro yate (¡Iwatobi-chan!) es muy reducida, así que habíamos acordado con Rei-chan el mantener la hielera en la cabina principal porque era muy estorboso tenerla ahí mismo; así que mientras él empezaba a cocer el arroz y cortar las pocas verduras que quedaban, yo fui a traer un pescado.

Fue tan triste abrir la hielera y encontrarme con el desolador panorama de una sola caballa adentro. Creo que hasta mi estómago lloró. Con gran pesar la agarré e hice mi camino de vuelta a la cocina, mas no pude evitar que mi mirada se perdiera en el horizonte, admirando el infinito mar. Me recargué contra la orilla del yate, sólo mirando; a donde quiera que viese, había sólo agua, infinita y calma, que en un punto se encontraba con el cielo y se mezclaban entre sí. De verdad amo esa vista. Es por eso, y otras muchas razones, que decidí convertirme en un biólogo marino.

Fue tanta mi relajación que apenas fui consciente de cómo la caballa resbaló de entre mis manos y cayó al mar.

¡¿Por qué los pescados tienen una textura tan resbalosa?! Es injusto para quienes nos distraemos con facilidad.

Supongo que grité porque a los pocos segundos Rei-chan salió corriendo, preguntando qué había pasado.

Casi hago que se tire al océano a buscar nuestra comida, es decir, era nuestro último pez, ¿qué más se supone que íbamos a comer? Incluso mis panes dulces de Iwatobi-chan que empaqué a escondidas ya habían acabado (en un tiempo muy corto, para mi gran decepción).

Estaba empujando a Rei-chan por el borde para que lo recuperara cuando nos dimos cuenta de algo:

La caballa había quedado trabada en la red de pescar que estaba enredada en un extremo del yate.

Sí, exactamente, esa misma red que yo había olvidado sacar.

¡Oh, sí, salvados por mí!

Oh, bueno, por la red. Da lo mismo.

¿Quién iba a pensar que un olvido mío salvaría nuestros hambrientos estómagos? Mi estómago volvió a llorar, esta vez de alegría.

Con más ánimos reanudé mis intentos de aventar a Rei-chan por la borda para que recuperara nuestra comida mientras mi vista se clavaba en el pescado inmóvil, atrapado, que ya empezaba a soltar un ligero rastro de sangre.

—Nagisa-kun, por favor, deja de empujarme; Nagisa-kun, ¿te has dado cuenta de la insalubridad de esa vieja red?; Nagisa-kun, si incluso aún tiene varios anzuelos incrustados, podría lastimarme seriamente; ¡Nagisa-kun!

Supongo que no razono muy bien con el estómago vacío.

Pero toda discusión quedó truncada cundo oímos chapoteos en el agua. Ambos nos asomamos a la orilla y pudimos distinguir claramente un destello azul que se aproximaba al yate, específicamente, al pescado.

Y me quedé sin aliento cuando vi emerger una pequeña cabeza de aspecto humano, con el cabello mojado y negro, que brillaba por los reflejos del sol y se esparcía como si fuese tinta, después le siguieron los hombros mientras bajo el agua clara, con el desenfoque típico de sus ondas, se vislumbraba el torso y la cintura; más allá de eso, sólo había una larga y poderosa cola azul que jugueteaba de forma perezosa en el agua.

No podía creerlo. No podía creerlo ¡No podía creerlo!

Era un seirén*. Y por el pequeño tamaño que tenía, era una cría.

¡Esto era asombroso! Sencillamente asombroso.

Es decir, ¿cuántas personas han podido tener el privilegio de ver un seirén? Muy pocas ¡Poquísimas! Y menos a una distancia tan corta ya que los seiréns son seres que rehúyen la presencia humana, cuya rapidez en el agua alcanza límites desconocidos. Se tienen registrados tan pocos avistamientos de estas criaturas; la información que se tiene sobre ellos es tan escasa porque nunca se ha podido atrapar o estudiar uno vivo ni muerto.

Me quedé helado. Y no fui el único, a Rei-chan le pasó lo mismo. Nos quedamos quietos viendo sus movimientos.

El pequeño estiró uno de sus brazos tratando de conseguir el pescado pero éste se encontraba aún lejos de su alcance por lo que, con la ayuda de un poderoso coletazo, empujó su cuerpo hacia la red para conseguir su comida, sin embargo, al instante siguiente ya se encontraba atrapado por las cuerdas.

Al darse cuenta de su situación, empezó a moverse frenéticamente con lo que sólo conseguía enredarse aún más y, peor aún, los anzuelos se le clavaban alrededor del cuerpo, haciéndolo sangrar. Tal escena me llenó de preocupación por lo que me incliné sobre el borde y ondeé una mano, tratando de alcanzar la red para quitársela de encima. No contaba con lo agresivo que era. Me lanzó feroces manotazos, sus uñas con el filo necesario como para hacer daño a cualquier ser vivo; me gruñía y enseñaba sus poderosos dientes, tan afilados como para desgarrar piel, y con su cuerpo golpeaba constantemente el bote, demostrado la impresionante fuerza que tenía, aun siendo una cría.

Me hice hacia atrás por reflejo. Busqué en mis pantalones una navaja y volví a inclinarme para empezar a cortar la cuerda que lo mantenía apresado.

—Espera, Nagisa-kun —habló por fin Rei-chan—. No podemos soltarlo —debí haber puesto una cara extraña porque se apresuró a explicar—: los anzuelos se le han clavado en el cuerpo y le han hecho mucho daño; además la mayoría de ellos están oxidados. Si lo dejamos ir así seguramente las heridas que tiene se le infectarán y morirá a causa de ello.

Bien. Tenía un buen punto. Pero entonces, ¿qué podíamos hacer?

—Sugiero que lo llevemos a la costa y lo tratemos en el acuario ya que aquí no contamos con lo necesario para su curación.

Con un asentimiento de cabeza le hice saber que estaba de acuerdo con el plan.

No lo subimos al yate porque eso sería terriblemente peligroso. Simplemente lo alzamos un poco para que la mitad de su cuerpo quedara en la superficie, así podríamos desplazarnos más rápidamente, sin que su piel se resecara demasiado; y aseguramos la red.

El pequeño trató de atacarnos durante todo el proceso, lanzando gruñidos y tratando de lastimarnos con una de sus manos (ya que en la otra había logrado sujetar la caballa firmemente). Pero fue cuando pusimos el yate en marcha que su comportamiento cambió. En cuanto el bote se empezó a mover, el seirén empezó a lanzar chasquidos desesperados, muy similares a los de un delfín pero con un tono angustiante.

Mientras Rei-chan conducía a casa a toda velocidad, yo me asomé para verlo. Él ya no me estaba viendo a mí, ni intentaba agredirme más; sólo producía diversos ruidos con su boca mientras veía de manera triste hacia la parte trasera del yate. Curioso como siempre, me asomé a la popa para ver qué era lo que él veía insistentemente. Mi boca se abrió por la sorpresa cuando noté que, a varios metros de distancia, una sombra verde nadaba hacia nuestro yate. Lo primero que pensé fue: otro seirén. Seguramente, la madre del pequeño.

No sé cuánto tiempo me quedé observando, pero en ese lapso la sombra verde no dejó de nadar hacia nosotros, ni el pequeño en la red dejó de chillar. Hasta que finalmente, después de lo que, yo calculo, fueron un par de horas, lo que nos perseguía fue cesando su ritmo hasta parar completamente. Fue cuando vi una pequeña cabeza asomarse a la superficie, con un cabello corto de color arena; definitivamente ésa no era la madre del seirén atrapado, era otra cría. La expresión de su rostro era de absoluta tristeza y desolación mientras profería fuertes chillidos lastimeros, aún más potentes que los del seirén que llevábamos con nosotros, mientras la distancia entre él y nuestro yate aumentaba.

Hubo un punto en el que lo perdí de vista. Hubo un punto en el que dejé de escuchar sus llantos.

Después de eso, la cría atrapada en la red se quedó en silencio.

A pesar de la emoción que tengo por poder tener contacto con un seirén por primera vez, no puedo evitar sentir tristeza por lo que presencié.

Me he quedado pensativo.

….

.

.

.

1 de julio de 2XXX

Transportar al pequeño seirén hasta el acuario fue más difícil de lo que pensamos.

Antes de llegar a la costa nos pusimos en contacto con el dueño y la mánager del acuario (nuestro jefe, Goro-chan, y su ayudante, Gou-chan) tras lo cual les explicamos la situación. Cuando arribamos, un equipo especial estaba listo con todo lo necesario para transportar a la cría de forma segura; así como también un inesperado montón de medios de comunicación y población en general.

No tengo idea de cómo pero la noticia se regó como pólvora por el pueblo.

Tantas personas reunidas sólo logró alterar aún más al pequeño seirén quien no dejaba que nadie se aproximase a él; al menor acercamiento atacaba de inmediato con sus manos (ahora con ambas, pues ya se había comido su presa). Sus gruñidos eran intimidantes mientras su mandíbula se abría y cerraba con fuerza, intentando defenderse. Además realizaba movimientos bruscos con todo su cuerpo lo que sólo le causaba más daño.

¡Casi muerde a Rin-chan y rasguña a Sou-chan!

No hubo más opción que sedarlo.

Una vez quieto, fue toda una travesía cruzar el mar de gente que nos impedía avanzar. Peor aún, Rei-chan y yo nos vimos acorralados por una ola de periodistas que lanzaban preguntas sin parar; apenas nos libramos de ellos dando respuestas apresuradas. Fue difícil pero logramos sortear todo eso y asegurarnos que el pequeño seirén fuese depositado en una pequeña piscina donde Rei-chan atendió sus heridas y en donde estará en observación para ver cómo avanza su recuperación.

Por ahora, él dormirá toda la noche.

Realmente espero que se recupere pronto.


Seirén*: La palabra no existe pero en el fic es usada para referirse a las criaturas marinas cuya morfología, en general, son mitad pez y mitad humano. No quise usar las palabras sirena y tritón porque forman parten del folklore y la mitología; seirén vendría siendo como el nombre científico de estos seres, tanto hembras como machos.

En un principio se puede decir que me basé un poco en el Universo Alternativo "Marine Biology" de Niuniente, pero no lo seguí al pie de la letra; me desvié demasiado. Pero si pueden, pasen a echarle un vistazo al au que creó. Me parece que para estas fechas ya está abandonado pero seguro aún pueden encontrar sus trabajos (y el de otros varios fans que se sumaron) en tumblr. De todos modos, ese au no fue mi inspiración, sólo me basé un poco en él.

¡Gracias por leer y llegar hasta aquí!