NO SOY DUEÑO DE INUYASHA
NO SE DESALIENTEN…LA NOCHE ES MÁS OSCURA ANTES DEL AMANECER…DICEN.
CAPITULO 19
Día cinco 20:55 hs.
Sesshomaru la vio salir del dormitorio, su corazón se constreñía, pero no dijo una palabra, simplemente la dejó ir. La bestia lo insultaba y se quejaba, rasguñaba sus recuerdos más dolorosos para hacerlo reaccionar…Nada.
"Cesa tus acciones, Shimaru, nada hay que puedas hacer que me perturbe más de lo que ya estoy"
"Tú tienes la culpa. La has dejado ir"
"Qué sabes si ella desea estar aquí?"
"Justamente…Tú sabes a ciencia cierta que no?"
Sesshomaru no tenía respuesta, no lo sabía en absoluto, solo suponía, se sentía rechazado, humillado, sin saber nada de verdad.
"Tú no eres así, no somos así. Siempre caminamos sobre terreno seguro…¿Qué es lo diferente ahora?"
"Ella. Ella es lo diferente en mi vida. Me enloquece pensar en ella, me quita la calma, el equilibrio…No es lo mismo, yo no soy el mismo desde que está ella"
La bestia gruñía enojada, sentía el dolor en el aire. La mujer sufría una vez más y esta vez a manos del Inu Daiyoukai que prometió y juró ser mejor que Inuyasha
"Dijiste que no eras como el mestizo…"
"No lo soy"
"No encuentro diferencia entre nosotros…Y eso me disgusta, Señor del Oeste"
Adivinando el sarcasmo en las palabras de la bestia, Sesshomaru golpeó los puños en el escritorio rompiendo una parte de él. Salió enfurecido, bajó las escaleras, Danaka lo vio salir hecho una furia hacia afuera y decidió seguirlo, Noriko estaba en la cocina con Kagome, ellas solo oyeron unos ruidos y continuaron preparando la cena.
Danaka caminó rodeando la cabaña hasta el lugar donde se sentía el aura demoníaca encendida del Lord Occidental. Corrió la puerta shogi y se encontró con un dojo hermoso y muy amplio dónde Sesshomaru estaba haciendo flexiones de brazos a gran velocidad y gruñendo con mucha rabia aparente.
-"Mi Lord, deseas un compañero de entrenamiento?"
-"No estoy en mis cabales, Akira, no podré controlarme"
-"Lo sé, no soy un youkai débil en absoluto, y usted lo sabe"
Sesshomaru se puso de pie, se quitó la sudadera y se preparó para comenzar.
Su rostro estaba salpicado de gotas de sudor. Sus ojos ardían con ira y sus colmillos se dejaban asomar por las comisuras de la boca.
Danaka, se preparaba para los embistes furiosos de su Señor. Las raras veces que tuvo que servirle de sparring, todas las peleas fueron cruentas, ambos sangrando, golpeados, lacerados, magullados y muy, muy cansados. El tigre sin su camisa ahora se disponía a soportar en embiste de un macho Inu muy disgustado, pocos eran lo que podían hacerlo, él era uno de ellos.
-"Estoy listo, Mi Señor"
-"Ya deja eso, Akira, sabes que cuando entrenamos no es necesario el nobiliario"
-"Adelante, Sesshomaru"
Las mujeres en la cocina estaban muy metidas en la elaboración de la cena, si bien Kagome no estaba de ánimo para cenas, ni mucho menos, Noriko se veía feliz y ella no deseaba arruinarle la velada.
Mientras colocaban la mesa para cuatro, Kagome estaba extraña, su madre la conocía muy bien y no estaba feliz con su aspecto.
-"Esta mañana brillabas, Kagome, qué es lo que apagó esa luz?"
La joven la miró a los ojos y enseguida las lágrimas brotaron de los suyos.
-"Mañana deseo irme con ustedes, mamá"
Noriko se dio cuenta en ese momento que su esposo no se encontraba y Sesshomaru tampoco. Comenzó a preocuparse…Había presenciado un par de episodios de ira del Inu y sabía que algo malo sucedería si Danaka no lograba serenarlo. Los ruidos que escucharon antes, bien podían deberse a la ira contenida de su Señor. De nuevo el corazón agitado de la mujer, pensó en su hija, irse ahora sería dejarla a merced de una bestia incontrolable y por más poderosa que Kagome fuera ella temía por su vida.
-"Si eso es lo que deseas, por mí está bien. Sólo quisiera que reconsideraras la posibilidad de solucionar aquello que te haya provocado este…Inconveniente"
Rebuscando las palabras para aconsejar sin entrometerse demasiado. Pero es que en la mañana, los dos se veían exultantes de felicidad y las pequeñas demostraciones de cariño que había notado entre ellos eran tan tiernas, que pudo suceder para que todo eso se hubiera terminado de repente…Estaba asustada, no veía la hora que Danaka regresara para averiguar.
-"Coloca estas flores por allí, hija"
-"Sí"
Kagome con la mirada apagada. Sentía su alma sangrar en pedazos, lo que había comenzado con Sesshomaru, era algo especial, basado en la confianza extrema. Honor, palabra, lealtad, ninguna de esas palabras habían estado presentes en su cortejo con Inuyasha. Así había comenzado su pequeño no sé qué, con su esposo el señor del Oeste. Y ahora…Qué había sucedido? No tenía idea. Pero la frialdad de su marido al dirigirse a ella había sido demasiado para soportar. La traición de Inuyasha, la soledad, los ataques de Sesshomaru, su vida como ermitaña atrás en Edo, la habían convertido en una mujer, sombría, insegura, y muy triste. L e daba rabia pensar en la época en la sentía que se llevaba el mundo por delante y ella se sentía en la cima absoluta de la confianza y la fe, tenía amigos, familia, amor, todo. Claro que ese amor estaba basado en una mentira, en deseos ocultos y traición. Tal vez las cosas con Sesshomaru estaban mal ahora, pero él siempre le había sido frontal, honorable y verdadero. No comprendía qué fue lo que lo molestó de esa manera, para volver a ser el Señor frío e insensible de quinientos años atrás.
-"Iré a buscar a los chicos, tú ve sirviendo querida"
-"Sí, mamá"
Mientras en el dojo las cosas estaban bañadas en sangre, los pantalones de los luchadores hechos jirones, arañazos, moretones y algunos tajos cruzaban los rostros, brazos, muslos y pectorales de los machos. Ni hablar de cómo tenían las espaldas magulladas y rajadas como si hubiesen sido arrastrados por la grava. Noriko buscó por toda la cabaña, y no los halló. Sólo le quedaba chequear afuera, el helipuerto, o la playa.
Danaka intentaba hacer hablar a Sesshomaru. Luego de asestarle un zarpazo que le cruzó el pecho, el tigre insistió en preguntar
-"Sesshomaru, qué fue lo que te hizo enojar de esta manera"
El Inu le devolvía un golpe de puño en la mejilla derecha
-"Déjalo así, Akira, no deseo hablar de ello"
-"Debes hacerlo. Hoy cuando llegamos estabas…Hacía siglos que no te notaba tan pleno, Mi señor"
-"Eso fue esta mañana"
La sangre salpicaba las puertas de papel de arroz
-"Estás molesto por nuestra incursión en la isla? Desobedecimos tu mandato"
-"No"
-"Inuyasha está manejando bien las cosas allá en el Oeste, Los demás se ocupan de sus trabajos…"
-"No es eso"
-"Incluso Mi Lady…"
-"No la nombres!"
-"Mi Lady…Ella no ha hecho nada malo…hemos estado cerca de ustedes todo el día"
Sesshomaru ya colapsó y saltó sobre el tigre cayéndose éste de espaldas, el Lord encima de él y apretando su cuello con ira.
-"Mi Lady? Ella es la culpable de todo! Ella!"
El grito aterrador los sacó de su concentración, Noriko estaba parada en la puerta, con las manos cubriendo su boca. Aterrada comenzó a llorar
Ambos machos se pusieron de pie y enseguida se encaminaron en busca de sus prendas superiores.
Danaka se acercó a su esposa y dulcemente le tomó la mano y la besó
-"Necesitas algo, Nori san"
-"Yo…Yo…Sólo vine a avisarles que la cena está servida"
-"Bien, amor, enseguida iremos. Vamos a asearnos un poco primero"
Ella asintió y rápidamente se dio la vuelta y corrió a la cabaña. Cuando entró su rostro estaba desfigurado de terror.
-"Mamá? Mamá qué te pasa?"
Ella no deseaba asustar a Kagome.
-"Ellos estaban entrenando…Demasiado fuerte, eso es todo"
La joven la miró sin comprender, pero aceptó las explicaciones de la mujer.
Los machos caminaron dentro y subieron las escaleras, Kagome se asomó desde la cocina para ver. Alcanzó a ver la espalda ensangrentada y magullada de su padrastro y enseguida comprendió el terror de su madre.
Sesshomaru estaba enojado…Y mucho. Pero por qué?
-"Mamá…Creo que Akira San puede necesitar tu…ayuda para vestirse"
La madre de Kagome estaba helada pero intentó mantenerse tranquila.
-"Está bien, si tú lo dices iré a ayudarlo. Aki san difícilmente consiga encontrar sus calcetines"
Luego de que ella subió, Kagome se quedó sola por casi cuarenta minutos. Nadie bajaba. La cena no sería apreciada por nadie al parecer. Decidió salir. Si nadie vendría a comer, no importaba, ella de todos modos no tenía apetito.
Cruzó el helipuerto y bajó a la playa.
Ya estaba medianamente oscuro y las estrellas adornaban el cielo cálido hermosamente. Ella se sentó a mirar el océano romper contra la playa y arrastrarse hasta sus pies. El agua de vez en cuando, llegaba a la punta de sus pies apenas mojándolos. Kagome tenía sus brazos cruzados sobre las rodillas y su cara apoyada en ellos. Con el reflejo de la luna, su cabello se veía azulado. Se sentía sola. En un paraíso, pero sola…Cuánto deseaba estar en Edo en su cueva de las montañas. Allí también estaba sola, pero tenía menos motivos para estar triste que los que tenía ahora. Sesshomaru parecía ser un motivo muy pero muy grande.
El tigre y Noriko finalmente bajaron y fueron a sentarse. Kagome no estaba. Noriko decidió que la buscaría. Desde la puerta de la cabaña alcanzó a verla muy pequeñita iluminada por la luna, sentada en la playa. Danaka se paró detrás de ella a mirar
-"Oh Aki San…Es que acaso mi pobre hija, nunca podrá ser feliz?"
-"Noriko…Haremos lo posible para que ella vuelva a sonreír otra vez"
Sesshomaru casi inaudiblemente bajaba y escuchaba la charla de sus suegros
Él también alcanzaba a ver a la sacerdotisa en la playa
-"Ella se veía tan feliz esta mañana…Cuando la encontré en la cama de Sesshomaru brillaba, estaba tan hermosa…Y ahora…Dijo que mañana se irá con nosotros"
-"Irse? Eso es algo inesperado"
-"Pero el concejo…Náraku…Qué haremos?"
La mujer escondía su rostro en el pecho del tora, que acariciaba su cabeza y ronroneaba intentando calmarla.
Sesshomaru se sintió muy mal al oír las palabras de la mujer. Era cierto que su esposa deseaba irse, no mentía, aunque ya debería saber que Kagome no era una mujer mentirosa. No le importaba la ruina, el concejo, que le obliguen a un tutor, nada. Algo definitivamente estaba mal con esa mujer.
"Ella es honorable, sincera, ella no es mujer que mienta"
Esas palabras de la bestia alarmaron a Sesshomaru. Era cierto, las demostraciones de afecto de la sacerdotisa hacia él debieron ser verdaderas…Pero entonces qué sucedió? ¿Qué es lo que ella se siente obligada a hacer? Él no desea aparearse con una mujer que lo vea como un castigo o una venganza. Él había comenzado a sentir…Cosas por ella. No sabía qué, pero sabía que no eran poca cosa, eran muy fuertes.
Tenía que hablar con ella. Tenía que saber…
