NO SOY DUEÑO DE INUYASHA.

TODOS TENEMOS PROBLEMAS, ALGUNOS LIDIAMOS MEJOR CON ELLOS. VOY DESPACIO PERO VOY… A MIS FIELES LECTORES, NO LOS DEJARÉ SIN TERMINAR LA HISTORIA, SOLO NECESITO REACOMODARME. MI AMOR A USTEDES. CONTINUAMOS

TODO BIEN…PERO…

Capitulo 27

Día de regreso

La seguridad que Kagome sentía en brazos de Sesshomaru le brindaba la calma que ella necesitaba, pero el cuello picaba donde le había marcado con las garras…Una cosa eran las marcas de amor, otra muy distinta eran las marcas de su ira y su poder. Suavemente Kagome se deslizaba fuera de su abrazo protector, separándose de su calidez y quedándose de pie cerca suyo pero no en contacto con el Lord. Su aura sagrada cosquilleaba la piel del macho en advertencia de que estaba tranquila, pero era poderosa y no toleraría otro desplante como ese. Sesshomaru sentía su delicado rechazo y el frío le comenzaba a calar los huesos. Sabía que ella tenía razón. Y que si hubiese deseado lo habría purificado o al menos lastimado bastante.

-"Este Sesshomaru, se disculpa, por herirte"

Kagome caminando ya hacia la laguna mojaba sus pies en sus aguas, manteniéndose de espaldas a él simplemente musitó

-"Hn."

En seguida ella se sentó sobre una roca y se colocó las sandalias, insultando a la arena que no podía quitarse de entre los dedos.

-"Puedo cargarte de regreso a la cabaña…Si quieres"

-"Lo sé. No, no quiero. Puedo caminar, es solo que esta arena…"

Sesshomaru se adelantó a tomar el camino de regreso. Moría de ganas de cargar a su amor en brazos, pero sentía su hostilidad a flor de piel. De nuevo pensaba que se lo merecía, pero las garras de Inuyasha…Algún beso robado de Kouga y ese humano molesto, con sus regalitos, le habían perturbado la mente dejando recuerdos y sensaciones extrañas. Desde cuando le interesaban las actividades de las hembras con las que estaba, mientras más experimentadas, mejor. El placer y la satisfacción estaban asegurados…Pero Kagome…Ah, Kagome era algo totalmente distinto. Nadie tenía que tocar a su Kagome. Descubrir su pureza había sido el presente más maravilloso de su vida. El solo considerar las manos de otro macho cerca de su piel, le hacía hervir la sangre. Pero de nuevo, habían sido muchas hembras…Y Kagome sabía de ellas, más no había dicho nada. Qué extraña raza la humana, tan simple y compleja a la vez. El crujido de las pisadas de su hermosa esposa que caminaba detrás de él, lo sacó de sus profundos pensamientos.

-"Pasa adelante, Kagome, no es necesario que camines detrás de este Sesshomaru, ya nunca más"

-"Hoy…No me importa eso, solo quiero darme una ducha e irme a dormir"

-"Es temprano aún"

-"…"

Bien, todo estaba dicho, la señora del Oeste continuaba enojada. La mejor idea que el Daiyoukai tuvo fue

-"Lamento oír eso. Pensé en dar un paseo por la playa después de cenar…Además, que camines frente a mi es por mi regocijo, un premio para mis ojos"

Kagome no pudo evitar sonrojarse. Ni acallar los latidos de su corazón. Sin embargo, de nuevo, no dijo nada. En eso la cabaña apareció frente a sus ojos. Sacudiendo la arena de sus pies, emprendió su ascenso por la escalera hacia el dormitorio, tomó un par de prendas frescas y se metió al baño.

Sesshomaru se mantuvo de pie observando la dulce cadencia del suave caminar de su esposa desaparecer a gran velocidad hacia arriba. Vaya carácter desea mujer. Jamás había lidiado con una hembra tan dura y testaruda como ella… Fascinante… Y toda suya. El matrimonio cada vez mejor. Suponía que le costaría recuperar terreno, pero estaba emocionado con la idea de ganarse su premio. Había probado la dulce miel de sus caricias y besos y nada había en el mundo mejor que eso… Era como perseguir la presa más codiciada, nada más excitante para un gran Inu como él.

Subió a su habitación, se quitó la camisa y se recostó a leer su libro. Estaba frustrado, pero de nada serviría presionar a Kagome más allá…Tal vez podría terminar de leer ese libro

-"A ver si esta vez…"

Ni terminaba de decir eso cuando una muy mojada y enfadada Kagome entró al cuarto. Dando un portazo lo hizo saltar.

-"Jamás, me oyes, jamás vuelvas a tratarme como a una de tus putas, me oíste? Porque no lo soy. Y si me llego a encontrar con alguna en palacio o me entero de que la tienes escondida o la tocas por casualidad… Me regreso, al pasado, te buscaré, y te asesinaré, purificaré tu culo pomposo de Gran Señor del Oeste con solo mi pensamiento…Prefiero asesinarte allá, que padecerte aquí. Ya sabes muerto el "perro" Se acabó la rabia!"

El libro de nuevo sobre las piernas de un Sesshomaru que no podía creer lo que le estaba sucediendo. Sus ojos dorados parecían abandonar sus cuencas. Estaba en una mezcla de estupor, sorpresa, enojo y gracia. Sin saber cuál era se mantuvo inmóvil en la cama hasta que ella salió con otro portazo. En silencio se mantuvo sentado sobre la cama, mirando hacia la puerta, y luego a su libro.

-"Vaya, tu sí que estás maldito, no puedo leer más que una carilla cada vez que te agarro"

Con un movimiento suave lo arrojó sobre su escritorio. Se puso de pie y mirándose al espejo acomodó su cabello en una cola alta. Lentamente la comisura de su boca comenzó a elevarse en una sonrisa misteriosa. Lejos de hacerlo enojar, el carácter de Kagome le causaba mucha gracia y satisfacción. Estaba celosa, lo quería solo para ella. Eso era lo que él necesitaba saber.

De un salto llegó a la puerta, bajó hacia la cocina, de repente tenía deseos de cocinar.

-"A ver qué hay en esta nevera…"

Agachado buscando en el refrigerador su mente divagaba a los minutos anteriores

-"Muerto el perro…Vaya carácter…"

Mientras Kagome se vistió en el baño, masticaba maldiciones y estaba lejos de calmarse cuando salió. Inmenso fue el susto que se dio al encontrarse con el enorme Daiyoukai parado fuera del baño

-"Ah! La cena está servida"

Dándose la vuelta se retiró, dejando a Kagome de pie helada mirando su hermoso trasero desaparecer

-"Maldito"

La tenue transparencia de los pantalones de bambula blancos no dejaba mucho a la imaginación. Sesshomaru era un bocado que se debía degustar lentamente y completamente y el muy ladino lo sabía…Si a jugar sucio la llamaban ella, no se haría rogar. Mirándose al espejo vio con agrado que su atuendo era más que conveniente.

Shorts de jean celeste desgastados, ajustados…Bastante. Y una musculosa de lycra y algodón muy ceñida, en tonos de lila sensuales, su cuerpo se adivinaba perfectamente, curvas, redondeces y demás.

-"Quieres cenar eh? Pues este sostén está de más"

Arrojó el hermosos soutien de seda a su gaveta y bajó con una casi segunda piel sobre sus pechos, la blusa ajustada se le veía realmente bien.

Rápidamente bajó las escaleras, con sus cabellos goteando aún, mojando parte de su escote.

La mesa puesta en la cocina, mucha luz, y delicias, Sesshomaru era muy hábil cuando de comer rico se trataba, pero era una cualidad que solo ella conocería.

-"Bienvenida, Kagome, espero sea de tu agrado…"

-"Oh si arigatou, se ve todo muy apetitoso…Sólo faltaría algo fresco para beber"

Kagome muy atenta fue hacia la heladera y buscando una jarra de jugo le ofertaba una mirada muy interesante a su marido que trataba de masticar un langostino sin atragantarse en el intento, solo el redondeado trasero de su esposa le ocupaban las pupilas.

Casi tartamudeando el Lord logró articular un par de palabras,

-"Hay de todo en la mesa"

-"Si, solo quisiera un poco de jugo de piña…Tú quieres?"

Agachada cerca de su esposo la vista de su generoso escote mojado y rodeado de su cabello oscuro y perfumado. Sesshomaru estaba teniendo un momento de prueba de su autocontrol muy dura de superar.

-"Te lo agradezco…Pero estoy bien"

Entre miradas hambrientas y algunos comentarios banales, la cena transcurría muy suavemente.

-"Tal vez sería bueno dar un paseo por la playa después"

-"Pensé que estabas cansada"

-"Sí, lo estoy, pero adoro la playa, no me canso de ella"

-"Yo no me canso de ti…"

-"Sesshomaru…Yo…"

El sonido estridente de un teléfono celular los despertó de su idilio romántico-guerrero.

Si Danaka llamaba a esta hora, el asunto debía ser muy, muy, muy grave…

-"El celular?"

-"Hn"

-"Seguramente Inuyasha está molestando a Akira Sama"

-"No. Para que Danaka llame a esta hora y con tanta insistencia solo significa una cosa"

-"Ah, negocios…"

-"No, problemas… Y graves"

En el palacio Danaka se paseaba por el despacho de Sesshomaru, Kouga, Inuyasha y Miroku estaban mirándolo caminar con el celular en la mano.

-"No contesta? Akira San…Tal vez"

-"Contestará, Lord Kouga"

-"Keh! Ese calentón debe estar muy ocupado enterrándose en…"

Un golpe en la mesa sobresaltó a todos. Inuyasha inmediatamente se calló.

-"Lord Inuyasha…Onegai, hay normas de decoro y buenas costumbres que usted no debería ignorar, en cuanto a los señores del Oeste se refiere…Y…Estoy HARTO DE SUS FALTAS DE RESPETO!"

-"Akira sama… A él no le molestan los insultos de Inuyasha…"

-"Miroku Sama…E s en ella en quien estoy pensando"

En seguida, Inuyasha se quedó cabizbajo y casi susurrando…

-" No se repetirá…Akira…Lo siento"

En ese instante

-"Akira…"

-"¡Mi Lord, hay noticias graves, señor…"

-"Hn."

-"Señor!,Naraku y la perla de Shikkon…"

-"En unas horas me lo explicas personalmente. Regresamos hoy"

El sonido del tono del teléfono recién cortado dejaba a todos con un sabor amargo en la boca pero alivio al escuchar que su Señor regresaría ese día. Sólo se veía a Inuyasha parado mirando por la ventana hacia el horizonte. Todos sabían lo que en su corazón podía estar sucediendo…Pero de nuevo…Había sido su culpa.

-"¿Qué está sucediendo Sesshomaru?"

-"Deberemos regresar hoy. Pero antes acabemos de cenar"

-"Tan malo es?"

-"Hn."

Sin muchas más palabras, cenaron, entre miradas hambrientas, silencios entrecortados. Disfrutaron del banquete de texturas y sabores, en una calma tensa insoportable…

Al finalizar levantaron la vajilla, Kagome insistió en lavar y Sesshomaru guardó todo en su lugar, antes de dejar el repasador sobre el estante se volvió hacia Kagome

-"En diez, encuéntrame en el dojo"

-"¿Qué dices? ¿El dojo?

Al voltearse a mirarlo, solo vio su cabellera desaparecer en el descanso de la escalera.

Así lo hizo, solo que no se cambió de ropa, algo extraño debía querer mostrarle su esposo y ella con pocas ganas iría para ver qué era.

Pero nada más

-"Cinco minutos y me regreso"

Al ingresar al dojo se encontró con su esposo de espaldas a ella, con el torso desnudo, el cabello aun atado y un par de katanas en las manos. Atónita como estaba, permaneció de pie solo observando

-"Hn. Adelante, toma una katana"

-"¿De qué estás hablando Sesshomaru?!"

-"Hoy regresaremos al Oeste, pero tu enojo se quedará aquí"

-"Esto es … Mejor me voy"

Ante el intento de darse la vuelta de Kagome, Sesshomaru se interpuso a su salida

-"No"

-"Quítate!"

-"No"

-"Sesshomaru, apártate"

-"Apártame"

-"Esto es ridículo!"

-"Ahora dejarás esa ira salir y cuando esto acabe, si nos ponemos de acuerdo, regresamos a palacio, seremos los señores del Oeste, una pareja como debe ser. Si no lo logramos, no seremos más que despojos y yaceremos aquí para siempre"

-"Estás loco y no voy a jugar este juego de lunáticos"

-"Enfréntame, sacerdotisa…Ahora"

Kagome había perdido la paciencia, estaba muy enojada. Sentía su sangre hervir y su reiki comenzaba a quemarle la piel a Sesshomaru. A pesar de ello, él no se movía ni un centímetro.

Kagome respiraba con dificultad, y trato de empujar al Daiyoukai fuera de su camino. Él resistió su toque ardiente y no se movió

-"YA BASTA, QUÍTATE!"

-"Quítame, Sacerdotisa, hazlo!"

La palmada sobre la cara del Señor del Oeste resonó en todo el dojo.

Sesshomaru gruñía, mas no se inmutaba.

Kagome, comenzó a arder en luz rosada, el reiki sagrado la encendía como una antorcha. El youki se Sesshomaru no respondía. Otra cachetada del otro lado de la cara chasqueó en la noche…De nuevo, sin respuesta. La tercera sonó y Sesshomaru no hacía nada.

Los ojos incendiados de furia de la Sacerdotisa de Shikkon, le calaban el alma al Lord Cardinal que se mantenía estoico en su lugar.

-"Defiéndete, no estoy de humor para jueguitos estúpidos"

-"Llamas jueguito estúpido a esto?"

-"Me aburre, regresemos ya. Se hace tarde y Danaka…"

Sesshomaru leía el corazón de su esposa, estaba muy herida, deseaba regresar al pozo y saltar al pasado, al menos allí sentiría que pertenece a algún lugar, no sentiría que es juzgada por haber amado, y no se sentiría en constante peligro de encontrarse con alguna ex compañía de su amado marido, al que le encantaría aplastarle los testículos con una maza. El Lord había recibido tres bofetadas muy fuertes y algunas quemaduras de reiki, y no había respondido al ataque. Deseaba que ella se desahogara. Él no sabía las maneras del corazón humano, pero tal vez permitiendo que ella libere un poco de rabia, mejoraría la situación entre ellos. No podía regresar al castillo, con una esposa iracunda, que lo desprecie y menos aún, que huya y salte en el pozo. No sólo por la humillación y las burlas de Inuyasha. Estaba enamorado de ella y dudaba poder continuar su vida sin ella a su lado. Ya había hablado, se había disculpado, estaba ahora indefenso ante la poderosa mujer esperando su próxima reacción.

-"Soy el Señor absoluto del Oeste. El primogénito del General Taisho. El mundo me pertenece casi en su totalidad. Y no hay nada en él que desee o anhele más que a ti, Kagome."

Ella se quedó mirándolo, y apenas en el borde de sus ojos se asomaban tímidas lágrimas que le nublaban la vista.

-"Si golpearme te trae de regreso a mi…Hazlo, no siento dolor, ni humillación. Si las quemaduras de tu reiki me devuelven a mi esposa, bienvenidas sean. Mi youki no te atacará en respuesta. Sé que me equivoqué. Lo lamento. Los celos me jugaron una mala pasada. Pero veo que también a ti."

-"¡CÁLLATE!"

-"Dime lo que sientes. Grítalo, sácalo, yo, este Sesshomaru, no volverá a herirte de esta manera jamás. He visto tu corazón, sé que me amas sólo a mí. Solo permíteme demostrarte que yo siento lo mismo por ti."

-"Déjame sola…"

Mientras Kagome lloraba, caía de rodillas con su cara entre las manos. Sesshomaru se dejaba caer a su lado. Lentamente se atrevía a abrazarla, a tomarla y presionarla junto a su pecho para que escuchara su corazón. Le acomodaba el cabello detrás de las orejas.

-"Mírame, princesa…"

-"Déjame…"

-"No puedo…"

Suavemente levantó su mentón para que lo viera. Kagome podía sentir el abrazo de los soles que eran sus ojos dorados expectantes. Veía la ternura en su mirada…Sentía el temblor en su voz.

-"No puedo, mi amor…"

-"Todo va a ser peor en palacio…Inuyasha y Kouga estarán allí… Y tus perras susurrando detrás de las cortinas…No lo soportaré. Mejor llévame al pozo. Libérame, Sesshomaru"

-"Kagome, yo no mantengo a mis… Yo no mezclo los negocios o la vida familiar…"

Mal, eso había salido mal, mejor cambiar el discurso

-"Las hembras jamás tuvieron contacto con la familia. No entraron en palacio, siempre utilicé alguno de mis suites en el Hotel Blue Moon, de las empresas Taisho, no eran más que compañía temporal y así salieron. La última, fue…"

-"No quiero saber"

-"Sí, si quieres y tienes derecho. No ha habido una compañía de esas en muchas lunas y ninguna, reitero ninguna ingresó al castillo de la Luna jamás. No te expondría a semejante cosa. Has visto mi corazón, si es que tengo uno…

-"Sí lo tienes"

-"Entonces sabes que es tuyo, completamente tuyo, pero soy un macho Inu, lo que es mío es mío. Comparto mis cosas de buena gana, pero mis afectos…Es distinto, no lo comprendo bien, pero no tolero pensar en compartirte, no lo soporto. No lo haré, ni ahora ni nunca."

-"Eso lo comprendo…Los celos…Me vuelven loca…Pero tus ataques y tu mirada juzgándome…Fue demasiado"

-"Lo sé. No será fácil para mí, no estrangular al mestizo o mutilar al lobo…"

-"Kouga…Solo fue un bes…"

-"Ssshh. No arruines el momento Miko"

La sonrisa de ambos, mientras se ponían de pie, el beso esquivo, fue tomando cuerpo en los labios de los amantes. Tímidamente al comienzo, y desesperadamente después. Sesshomaru levantando a su esposa, rodeando su cadera con las torneadas piernas de Kagome, mientras la abrazaba, intentaba llenar su corazón con todo ese amor que sentía. Caminando hacia cualquier lugar se encontró con una pared, donde apoyó a su hermosa princesa y comenzó a besarle el cuello, la marca el escote…Con sus garras destrozaba la blusa dejando harapos púrpura desparramados por el suelo. La respiración desesperada de ambos, los dulces gemidos de la joven lo acercaban a la locura.

Deslizándose de a poco hacia el suelo, fue el turno del short de desaparecer hecho trizas dejando al descubierto el objeto de su anhelo más profundo.

-"Eres tan bella…"

Kagome muy sonrojada, solo atinó a sonreír tímidamente. El Lord muy lentamente y como si se tratara de una escultura de cristal, apartaba las piernas de su hembra con firme intención de devorar todos y cada uno de los secretos de su hermosa mujercita. Dulcemente, y con delicadeza acercaba su rostro a la entrepierna de la joven, sin apartar la mirada de sus ojos oscuros y temblorosos, con suaves besos asaltaba la tierna carne sensual, lamiendo y mordiendo suavemente, disfrutando de la música que los gemidos de Kagome le brindaban a sus oídos.

-"Sessh…"

-"Sacerdotisa…Eres lo que siempre deseé…"

Desesperado por saciar su apetito, rodeaba su cabeza con las piernas de Kagome, para hundirse más y más en su carne, y degustarla…Su instinto se hizo cargo exponiendo los ojos rojos a la mujer. La voz gutural y la saliva corriendo por la barbilla

-"Al fin mía…Sacerdotisa"

Kagome lejos de temer, sonrió, se incorporó para besar los labios de la bestia, que se erguía sobre ella.

-"Ámame, Mi Lord, aquí estoy para ti"

La excitación de sus palabras fue tan poderosa, la necesidad, la pasión. La masculinidad a flor de piel. Jamás se había sentido tan macho, tan poderoso, una humana había sido la clave, no una simple humana, nada más ni nada menos que la sacerdotisa de Shikkon.

Sin esperar un segundo, lentamente pero sin detenerse penetraba abriéndose camino hacia la gloria del calor del sexo de Kagome, sintiendo que se perdía en el intento, solo la sensación del abandono a su merced, lo llevaba a moverse desesperado hasta la casi inconsciencia una vez más. Reiki y youki creando una danza erótica poderosa y sensual. Kagome sentía perderse en las sensaciones más increíbles que jamás experimentó. Dolor, siempre habría dolor, pero dulce, necesario, deseado.

Las gotas de sudor en la frente, la falta de aliento, los gritos de placer. El pulso de los sentidos el derramarse de la semilla. Las garras enterradas en la madera noble del antiguo piso de un dojo creado para entrenar y luchar, ahora improvisado refugio para amar.

La bestia rechinando los dientes, sujetando su poder, degustando el placer hasta quedar sin aliento. La mujer, entregada con confianza a las garras del macho más poderoso del mundo, sin miedo a morir por su fortaleza, sumergida en la pasión, hundiendo sus uñas en la carne musculosa de la espalda del Señor del Oeste dejándose ir, consumida por el placer, abrigada en el sudor caliente.

-"Este Sesshomaru te…Ama, Miko"

-"Lo sé, y yo a ti, Sesshomaru Sama"