Capítulo 2- Ajustes de percepción.

Izuna estaba realmente frustrado. Había tenido toda la noche (mentira, pues solo habían pasado como seis o siete horas desde que despertó hasta que Mikoto vino a buscarlo) para pensar las cosas. Y había llegado a la conclusión de que su primer pensamiento coherente había sido acertado.

Esto de la reencarnación apestaba.

Una vez pasado el shock de encontrarse a sí mismo siendo un bebé y pasar sobre el hecho que recordaba haber entregado sus ojos a su hermano (Su único hermano, el gran Uchiha Madara) poco antes de morir, había concluido que había reencarnado.

Y gracias a los dioses que había nacido Uchiha porque en caso de haber nacido dentro de otro clan, como los Senju (muera el pensamiento), hubiera cometido suicidio en ese mismo lugar y momento.

Sin embargo, eso era lo único rescatable de su situación. Había tantas cosas mal que no sabía ni cómo empezar.

En primera, era un BEBE.

Si, físicamente era un niño de dos años. Y por si eso no fuera lo suficientemente malo, "Sasuke" era un infante mimado que el único ejercicio que hacía era jugar. Si, jugar.

¿Donde estaban las catas para aprender lo básico del taijutsu del clan?, ¿Y el acondicionamiento para crear estamina?, ¿Y los ejercicios para aprender a controlar su chakra?

En segundo, pero con relación a lo anterior. Todo lo que había conseguido a base de sangre y sudor, se había ido.

Su sharingan, su habilidad como sensor, su maestría en el arte de la espada, su perfecto manejo de los elementos Fuego, Aire y Trueno; todo se había ido.

"Thunder no Izuna" no iba a regresar. Aun si entrenaba a muerte, era muy poco probable que compartiera afinidad elemental con Sasuke más allá del fuego característico de los Uchiha.

Pero lo peor de todo, era que estaba rodeado de impostores que finjan ser su familia.

Mikoto Uchiha era una bella mujer gentil y maternal, se hacía llamar Okaa-san. No lo era.

Su madre había sido una feroz, pero hermosa guerrera, Uchiha Naomi, nee, Uzumaki.

De ahí su afinidad al aire, gracias al cielo que era lo único que había heredado de ella (No lo mal entiendan, él amó profundamente a su madre, pero hubiera sido terrible heredar su cabello rojo fuego como su hermanita Suzune o aquel horrendo tic al hablar como su hermano Deisuke).

Naomi había sido una gran madre y Mikoto nunca podría reemplazarla.

Fukaku Uchiha no era su Otou-san. Aun si eran muy similares en personalidad. Lo cual en vez de ayudar a Fukaku lo perjudicada, porque para el momento de su muerte Izuna detestaba a Tajima Uchiha.

Y eso no había cambiado ahora que era un bebé.

Tajima no había sido un gran padre. Es más, había sido el tipo de padre que ve a sus hijos como armas, pero estaba bien. Eso era usual en la época de guerra.

Él no había amado a sus hijos y estos tampoco lo habían amado.

Sin embargo, Tajima y su forma de educar, era la razón por la que había logrado sobrevivir en el campo de batalla aun cuando sus hermanos no. Era quien lo había encaminado a volverse fuerte y quien le había enseñado lo que significa ser un Uchiha.

Por todo eso, Tajima Uchiha era su padre y Fukaku jamás podría ocupar su lugar.

Y por último estaba Itachi.

Uchiha Itachi era de quien más desconfiaba y a quien resentia más. ¿Cómo se atrevía a intentar ocupar el lugar de Madara-nii?, ¡Eso era blasfemia¡

No había nadie -NADIE- que pudiera ocupar su lugar en el corazón de Izuna.

Por ello veía con suspicacia al niño seis años que movía un dinosaurio de peluche intentando hacerle reír. Sasuke siempre había sido de risa fácil y el que no consiguiera tener una reacción de él aparentemente estaba estresando y preocupando al mayor.

En cualquier otro momento se hubiera sentido mal, después de todo, siempre había tenido debilidad por los niños y seguramente hubiera reído y gorgojeado felizmente para el otro. Pero en estos momentos lo que menos quería era estar cerca del blasfemo.

Lamentablemente no tenia de otra, porque Itachi era muy cabezota y había comprobado que no había nada que pudiera hacer. Su actual forma limitaba mucho sus movimientos, así que intentar escapar resultó ser estúpido e infructuoso pues era alcanzado en segundos y hacer berrinche tampoco funcionó porque en vez de espantar a Itachi parecía aumentar sus ganas de estar cerca y cargarlo.

Así que se limitó a verlo enfurruñado. Y a quedarse sentado en el suelo, con sus pequeños brazos cruzados y la irritación muy clara en sus ojos.

Llevaban casi dos horas en lo mismo, en algún punto Itachi se iba a cansar y lo iba a dejar solo. Izuna era una persona paciente (y testaruda) así que podía esperar. No iba a perder contra el usurpador.

"Oh, vamos Otouto. ¿Que necesito hacer para que sonreías?"

Dejarme en paz. La mordaz respuesta vino a su mente instantáneamente, pero no lo expresó en voz alta.

Principalmente porque Itachi había intentado todo lo que se le ocurrió para mejorar su ánimo desde que terminaron de desayunar (Dos horas atrás) e incluso se había saltado la academia solo para estar con él, lo cual seguramente lo metería en problemas tanto con sus padres como sus profesores y tenía que reconocerle el esfuerzo.

Pero sobre todo, porque tenía una expresión de miseria que podía romper el corazón de cualquiera. Realmente le estaba afectando el no poder hacerle reír.

Quizá si se reía…

No. No. Eso sería aceptar la derrota y Uchiha Izuna no puede permitirse perder contra un niño. Por respeto a Madara-nii no podía aceptar al otro morocho como su hermano.

Pero…

«Pero nos mira de la misma manera en que Madara-nii solía hacerlo. Como si fuéramos lo más importante en el mundo...como si fuéramos su mundo.»

Esa conclusión le hizo morder su labio inferior en indecisión.

Izuna había tenido cuatro hermanos y una hermanita. Los había amado a todos de la misma manera, absoluta e incondicionalmente.

La guerra le había arrebatado a cuatro de ellos. Los Senju le habían arrebatado a su Susume y a su madre.

Madara-nii era lo único que le había quedado. Y sin duda alguna se convirtió en la persona que más amaba, su felicidad era mucho más importante que cualquier otra cosa.

Por ello no usó su Mangekyo Sharingan para matar a Tobirama en el campo de batalla, porque eso destruiría a Hashirama y ver a Hashirama herido, lastimaría a su hermano; y por la misma razón en su lecho de muerte se sacó sus propios ojos y se los ofreció, porque no podía dejar que perdiera la vista.

Itachi no podía reemplazar a Madara.

Pero quizá no tenía que hacerlo. Itachi podía tener su propio espacio en su corazón e Izuna (Sasuke) podría amarlo como había amado a sus otros hermanos.

Era un compromiso aceptable.

Sonrió y extendió sus brazos en la señal universal de "Quiero que me cargues". Itachi suspiró en alivio y esbozando su propia sonrisa lo levantó, abrazándolo y haciéndolo sentir seguro. Una de las manos ajenas empezó a acariciar su cabello de forma amorosa.

"Te amo, nii-san" murmuro antes de depositar un beso estruendoso y húmedo (muy característico de la edad que aparentaba tener) en la mejilla ajena.

"También te amo, Sasuke"

Esas palabras hicieron un poco mejor la situación. Y si bien aún apestaba el ser un bebé, todo lo demás tenía solución.

Quizá esta segunda vida no era tan mala después de todo.

[...]

Itachi no era un tonto. Sabía que algo había cambiado.

Sasuke nunca había sido un infante huraño. En realidad, era todo lo contrario. Amaba reírse, cantar y jugar. Para Itachi siempre había sido fácil sacarle una sonrisa.

Sasuke jamás había rehuido su contacto. Nunca se había negado un abrazo o a ser cargado, como lo anterior, solía ser básicamente todo lo contrario.

Pero sobre todo, su otouto no poseía unos ojos como los que lo habían recibido en el comedor durante el desayuno.

Esos eran unos ojos fríos y analiticos. Como los de un shinobi en el campo de batalla, estudiaban todo lo que lo rodeaba en busca de alguna amenaza. Vigilaban los movimientos de sus padres y los suyos.

Esos ojos cambiaron conforme pasó el desayuno. Pareciendo relajarse al encontrar que no estaba en peligro.

Esos ojos lo habían mirado con desconfianza y algo muy cercano al desprecio cuando intento cargarlo. Lo habían mirado, repletos de irritación, las dos horas que se pasó haciendo todo lo que pasó por su mente para hacer reír a su pequeño hermano.

Esos ojos brillaron y se endulzaron cuando su dueño pareció llegar a una conclusión, antes de sonreír y pedir ser levantado.

Esos eran los ojos de un adulto, no los de un niño de dos años. Y sin embargo, lucían exactamente iguales a los de su otouto cuando este declaró su amor.

Así que, si. Itachi sabía que algo había cambiado, pero no le importo.

Sasuke siempre sería su hermanito. Y lo amaría sin importar que.

[...]

Ese día marcó el comienzo de un nuevo capítulo en la historia.

Ese día dos hermanos crearon un lazo de amor que cambiaría el destino que les esperaba a ambos.

Ese día dos padres perdieron a su hijo más chico sin darse cuenta.


Me alegro de que mi historia haya generado interés. ^^

Agradezco sus comentarios, me inspiraron para actualizar antes de lo que había previsto. Espero que les guste el nuevo capitulo.

Reviews son vida~

Review son Amor~