NO SOY DUEÑO DE INUYASHA.
GRACIAS POR LOS COMENTARIOS! En este fic hay varias parejas conformadas y algunas nuevas, las escenas especiales hasta ahora las mantuve en la pareja principal, a diferencia de MIKO DE MI CORAZON, Si bien el fic ya está encaminado de esta manera se puede modificar, tal vez les interese saber de otras parejas
LOS OJOS A VECES SON TRAICIONEROS, Y VEN LO QUE MÁS TEMEN VER…
Capitulo 33
-"Necesitaría de tu ayuda Krisstal san"
-"Lo que usted necesite Mi Lady"
Reunidas en la oscuridad de la enfermería, a solas, entre cuatro paredes de piedra. La aprendiz de sanadora, ya casi con su título de Doctora, la Señora del Oeste y las sombras…
Así, luego de terminar su conversación, Kagome y Krisstal salieron, cada una rumbo a sus menesteres, en silencio y furtivamente, las estatuas de piedra luna eran las únicas testigos de su reunión.
Así pasaban los días y no había novedades de mucha importancia. Cuatro días en los que los Señores de Occidente se sentían alejados uno del otro. Kagome no respondía a los tímidos avances románticos de Sesshomaru. Este último estaba visiblemente frustrado, ya no encontraba cómo acercarse a su mujer. Sí o sí, necesitaría los consejos del mestizo y aquello, lo frustraba más.
Insyasha y los demás machos llegaba en sus distintos automóviles. Cada uno a su rítmo, él fue el primero en llegar. Así como descendió del vehículo casi arrastrado de los cabellos Sesshomaru lo introdujo en su despacho.
-"Siéntate"
-"Hola, cómo estuvo tu día? Todo en orden? Ah me alegro! De nada Hijo de puta"
-"Cállate!"
-"Oi que mierda te sucede pedazo de…"
-"Kagome"
-"¿Qué con ella, qué le sucede…Algo malo le pasa a Kagome?"
Los dorados ojos fijos llameantes
-"No lo sé…No responde a mi afecto, no …Me busca…"
-"No la culpo, yo tampoco lo haría"
-"Inuyasha"
-"Ya, ya saca esa botellita rara que escondes allí adentro del cofrecito y hablaremos más cómodos"
-flash back-
Kagome llegaba a su dormitorio con la prueba de embarazo que Krisstal le dio. La enfermería del ala de medicina del palacio "DEBÍA" estar completa y por supuesto tenían de todo. La joven youkai estudiante de medicina, le había prometido lealtad absoluta, ella al ser sanadora, era muy consciente de las inseguridades de los seres en estado de necesidad y la Señora del Oeste a pesar de ser muy poderosa era una mujer, tierna y muy frágil interiormente, necesitada de afecto y protección. Ella se la daría, aún así debía aún más lealtad al Señor del Oeste por lo que simplemente, dejó olvidada la llave del gabinete de medicinas sobre la mesa. Kagome buscó lo que necesitaba, cerró el gabinete mientras Krisstal acomodaba unos libros y apuntes. Sin decir palabra salieron del ala médica. Acordando así silencio, ambas partieron.
-fin flash back-
Días después el resto de la manada de Occidente se desenvolvía con calma y normalidad. Los cachorros de los sirvientes llenaban de risas los jardines, Kagome los veía jugar desde el balcón de su habitación. Mestizos, humanos y youkai puros correteaban sin parar de reír, no importaba su sangre, eran pequeños y jugar era lo más importante.
Con una profunda tristeza, la sacerdotisa de Shikkon soñaba…
Y si no le molestaba? Y si a pesar de todo lo aceptaba? ¿Cómo saber si no le preguntaba, cómo?
En la isla se habían acercado mucho y habían hablado bastante de muchas cosas, inclusive cuando Inuyasha le preguntó al respecto Sesshomaru le respondió…le respondió…No lo recordaba…¿Qué le respondió? Se maldecía por no haber prestado atención. Claro que en esa oportunidad ellos fingían una relación, luego los acontecimientos los llevaron volver la ilusión una realidad, pero…De nuevo allí estaba, sintiendo los tirones del vínculo que la llamaban a ir hacia Sesshomaru y preguntarle…Pero otra vez, no quería arriesgarse, si él rechazaba la idea…De nuevo se derrumbaría. ¿Qué haría? ¿Dónde iría? No sabía qué hacer.
Estaba hecho una furia. Apartaba a los empleados a su paso con el simple pulso de su youki, caían sentados o quedaban desparramados, Sesshomaru Taisho recorría los pasillos del palacio como un tren descarrilado llevándose todo por delante atropellando todo a su paso en dirección a Kagome. Kagura pagaría sin duda, pero antes…Llegaría a ella, llegaría hasta ella para abrazarla, para decirle lo mucho que la amaba, estaban un poco alejados si, desde que regresaron de la isla, pero eso no quería decir nada, el amor estaba intacto, al menos de su parte. Luego de haber hablado con Inuyasha, se sentía más seguro. Si bien era un asunto complicado, el tema de las emociones humanas, más aún las de Kagome, él se tenía confianza en poder manejarse de manera correcta y conveniente para hacerla feliz y vivir en armonía para siempre. Pero sin las maldades de Kagura de por medio
"Kagura malnacida, ya arreglaré cuentas contigo más tarde"
"Sabes lo que significa su carrera loca…"
"Calla, ahora no tengo tiempo Shimaru"
"Ella huye, intenta correr hacia ninguna parte, ella huye hacia su único refugio…"
Al darse cuenta de las palabras de su bestia, Sesshomaru inmediatamente acelera su paso. Kagome corría hacia el único lugar donde se sentía segura, Edo antiguo. Kikyo la había traído de regreso, la primera vez que huyó, aunque fue hasta los árboles del jardín, pero si ella se sentía insegura, no era feliz, no confiaba en él para aclarar sus dudas, Kagome huía de nuevo y esta vez sería la definitiva.
-flash back hace minutos-
Kagome estaba en su dormitorio mirando la pequeña caja que sostenía en sus manos, Anticonceptivos orales. Había planificado que ni bien llegara su período tomaría recaudos, pero debía esperar, nunca sabía cuando le tocaba ya que antes, no le importaba, no había tenido pareja y menos marido, pero ahora estaba preocupada. Lo que sí, debería esconderlos de Sesshomaru y los demás, hasta aclarar las cosas, detestaba hacerlo ya que niños era lo que ella más deseaba y más si eran de Sesshomaru, añoraba ver pequeños de cabellera plateada corretear por palacio, como serían los hijos de Inuyasha y Kikyo…Por qué no tenían hijos? Eso era algo que le gustaría saber, pero no estaba lista para recobrar la amistad con Inuyasha, tal vez si le preguntara a su madre, ella sabría… Mientras caminaba el aura negativa de un youkai poderoso le picó la piel y en seguida se puso de pie y salió al balcón con toda su energía rodeándola, el aire era pesado y el viento helado…Kagura.
-"Kikyo, eres rápida"
-"¿Qué quieres Kagura?"
-"Ofrecerte un trato"
-"Aléjate maldita, o no responderé de mi"
-"Pero qué carácter, y pensar que si realmente Kagome regresa y se enfrenta a la perla, tú desaparecerás tanto como yo"
En ese instante Kagura se elevó y desapareció a los ojos de Kagome, pero no se alejó de palacio, estaba decidida a encontrarse cara a cara con el Señor del Oeste.
Sesshomaru para entonces leía unos proyectos en su escritorio cuando sintió la energía de la bruja del viento. Poniéndose de pie se dispuso a salir a su encuentro cuando la siente descender en el balcón de su despacho y la ve comenzar a caminar hacia él. Era hermosa, siempre lo había sido. Se la notaba apagada y bastante más pálida, la vida con Náraku no debía ser de lo mejor y menos con la perla corporizada revoloteando alrededor.
-"Detente allí mismo, Kagura, no te quiero dentro de MI casa"
Haciendo gala de la frialdad de la que era famoso, la detuvo en seco e hizo énfasis en MI casa, su parte Inu protectora acompañaba la secuencia con gruñidos.
Kagome por su parte sentía el aura maligna hacia el sector Norte del palacio, y se encaminó corriendo, los niños tenían la guardería, cerca y estaba el despacho de…
-"Sessho…maru…"
Corría para avisarle, corría por su vida, tenía miedo que algo intentara la bruja para herirlo, pero luego recordó que no quería herirlo, sino recuperarlo, ya no temía por él, si no por ella misma.
-"Vaya Sesshomaru, te ves radiante"
-"¿Qué quieres, Náraku sabe que estás aquí? ¿Qué tal si lo llamo y le digo?"
-"Para, para, detente sólo pasaba a verte un minuto"
Y mientras decía esto se acercaba seductoramente, hasta quedar casi frente a él, Sesshomaru quería echarla urgente pero la palabra Náraku y los ojos rojos brillantes fijos en él, lo hicieron esperar unos minutos más, mientras Kagura hablaba la bestia interior, gruñía y le recordaba las maldades cometidas por ella.
"Recuerdo todas y cada una de ellas, Shimaru, pero necesitamos averiguar los planes de Náraku"
Kagura continuaba casi frente a él.
-"Náraku planea destruirte y quedarse con tus negocios, los de La Miko y el mundo, para hacerte su esclavo y a ella su juguete sexual por toda la eternidad, ni hablar lo que planea para Kikyo, creo que a ella la tomará como segunda esposa, o algo así"
-"Ya lo sabía, algo más?"
No lo sabía pero, no la quería cerca de su familia y menos de Kagome, ya que estaba pasando por un momento de flaqueza emocional y debía protegerla.
A todo eso; Kagome escondía su aura a medida que se acercaba al despacho y se quedaba detrás de las puertas, Danaka pasaba por el lugar y decidió quedarse. Susurraba
-"Mi Lady, qué sucede?"
-"Kagura"
Danaka abrió los ojos y se dispuso a entrar, empujó las puertas y al abrirse…
-"Y no te preocupa, la Miko?"
-"Ella es mi problema y está fuera de discusión"
-"Ah, tan protector, tan poderoso…Tan atractivo"
En ese instante Kagura hecha los brazos en el cuello del Lord, él los quita y la sostiene de los hombros, entre gruñidos y susurros le advierte con ojos muy rojos
-"No te atrevas a tocarme, nunca más!"
Al abrirse las puertas, Kagura aprovecha la oportunidad de besar al Daiyoukai, Kagome entra corriendo con Danaka y se queda helada en su lugar. Sesshomaru la mira a los ojos, estaba jadeante de odio, con Shimaru compartiendo el control. Sus garras goteaban veneno que quemaba a Kagura, pero Kagome no vio nada de eso. Solo la hembra besando a su marido y luego a Sesshomaru sosteniéndola de los brazos, malo, malo, pensó Danaka.
Kagome dio la media vuelta y corrió, esta vez estaba decidida, sabía cuál era su lugar en el mundo, su refugio, su paz. Regresaría a Edo antiguo a como diera lugar. Sesshomaru arrojó a Kagura lejos de él, ella golpeó contra la pared. Danaka la ayudó a levantarse, mientras Inuyasha y el resto se apersonaban en el lugar.
-"Kagura, ven te acompañaremos fuera del Oeste"
-"Yo no…"
-"No te lo estoy preguntando"
Inuyasha visiblemente alterado tomó muy fuertemente del brazo a Kagura y la arrastró hacia su automóvil, junto a Miroku la llevaron hasta el edificio de Náraku, él sería el más indicado para ocuparse del "Molesto Problemita"
-"Moshi, moshi"
-"Náraku, Inuyasha, tenemos un problema que necesitas solucionar"
-"¿Yo?"
-"Si, tú"
-fin flash back-
Agradecida de su entrenamiento de años escapando de los youkai en la era Feudal Kagome no se cansaba a pesar de la manera que corría. Llegando casi a la salida de los terrenos del palacio se encontró con un jardinero Mestizo que se estaba por ir a la capital a comprar algunas semillas de césped. Ocultando su aura Sesshomaru no podría hallarla y así sin más, le preguntó al jardinero si la llevaba. El anciano la miró pero no la reconoció y aceptó llevarla, de todos modos, el templo Higurashi le quedaba de paso. Durante el trayecto el viejo le preguntó por qué estaba tan triste y quién era. Ella le dijo que era una criada del palacio y que su amor la había traicionado. El viejito se compadeció de ella y al acompañarla hasta las escalinatas del templo antes de dejarla ir la abrazó
-"No dejes que nadie te diga que no vales la pena, tu eres mucho más importante que todos ellos, durante este corto viaje he visto tu corazón jovencita, y te aseguro que es puro y majestuoso como ninguno que he conocido"
Kagome agradeció y comenzó a subir los peldaños hacia su refugio y su futuro escondida de las traiciones de los Taisho
Entre tanto Perla Tama y Náraku observaban a Kagura que estaba sentada en una silla e inmovilizada con bandas de youki. Inuyasha y el resto se habían retirado y el muy molesto mestizo estaba que se lo llevaban los demonios.
Si bien las cosas entre Kagura y él no funcionaban bien desde hacía siglos, ella había acordado ser su esposa y permanecer a su lado sin importar qué. Y ahora definitivamente lo estaba traicionando intentando regresar con su antiguo amor, Sesshomaru Taisho, Señor del Oeste.
-"Tú dijiste, que no lo amabas y que te quedarías conmigo por la eternidad, o me equivoco? ¿Kagura?"
-"Vete al cuerno, Náraku"
-"Ah! Terribles palabras, no crees Perla?"
-"A mi no me metas en estas cosas hermanito"
Claro no le convenía traicionar a Kagura ya que por su lado intentaba quedarse con todo lo de Náraku. Si ella le hablaba de manera negativa acerca de las acciones de Kagura, se arriesgaba a que la bruja del viento abriera la boca revelando algunas cositas y le arrebatara la posibilidad de adueñarse del mundo y así fortalecerse lo suficiente para vivir eternamente a su gusto.
La pequeña charla que mantuvieron la otra vez era un motivo más que revelador para los planes a futuro que podía haberse creado, y Náraku tenía una mente tan podrida que se daría cuenta enseguida de ello.
-"No, no, no…Qué voy a hacer con las mujeres Onigumo, ¿Somos o no somos una familia? Acaso no han aprendido nada en estos siglos de luchar solas, separadas de mi? Diré esto una sola vez, no son nada sin mí, y es mejor para ustedes que lo vayan grabando en sus insignificantes cerebros de una vez por todas. NADA"
Las dos mujeres maldecían interiormente a Náraku que sin decir una palabra más se retiraba sin soltar a Kagura, ni siquiera notar la incomodidad de la perla que estaba más que molesta con el hanyou. Una vez solas, la joya se acercó a Kagura y le susurró al oído
-"Ves que tengo razón en lo que te digo? Es mejor que nos deshagamos juntas de él, o no podré gobernar el mundo y tú, no recuperarás nunca tu libertad y al Señor del Oeste."
Sin más salió de la habitación contoneándose seductoramente hacia su recámara, mientras en un salón oscuro y oculto de las miradas indiscretas, Náraku observaba la visión de la única mirada indiscreta que él permitía, que era la del espejo de Kanna que le mostraba la interacción de las mujeres a sus espaldas.
-"Ah…Malditas zorras las atrapé…"
En el auto de regreso al Oeste, Inuyasha y Miroku estaban conversando y muy preocupados acerca de Kagome
-"Estás seguro Inuyasha?"
-"Si, si ella decide irse se irá al pasado por eso nos dirigimos al Templo Higurashi"
A toda marcha intentaba llegar antes de que fuera demasiado tarde. Mientras Sesshomaru buscaba su aura infructíferamente, había buscado por todo el palacio, y siguió su aura hasta que se apagó en los portones, no le importaba nada más debía encontrarla, ni las Ferraris, ni los Lamborghinis ninguno como él en su forma original, velocidad era lo que necesitaba verdadera velocidad para alcanzarla. Si la lectura de reiki no lo llevaba a ella, el olfato refinado de Shimaru lo haría.
-"Shimaru…Ven a mí"
Y sin demoras el gran perro blanco, partió hacia el único lugar del que Kagome siempre hablaba con nostalgia y ternura, su casa de la infancia en el Templo Higurashi y así sin saberlo, todos se dirigían al mismo sitio, intentando desesperadamente llegar a la joven sacerdotisa que huía una vez más, pero esta, según se prometió a sí misma, sería la última.
