NO SOY DUEÑO DE INUYASHA.
GRACIAS POR LOS COMENTARIOS! CORTO, PERO CONDIMENTADO
DIME LO QUE TE GUSTA…MIKO
Capitulo 35
El reguero de ropas dejando un camino hasta la cama, algunas hechas girones. Mañana habría que comprar para la reunión con Kouga. Los amantes del Oeste se fundían en un abrazo sin fin. Los besos necesitados, los suaves gemidos y los sonidos de las succiones deliciosas eran los únicos sonidos en las sombras. Habían llegado hacía horas y la noche se mantenía condimentada con sexo, amor y caricias
En uno de sus descansos, Sesshomaru sostenía a Kagome sobre su pecho, ella descansaba, mas no dormía. Él desenredaba sus cabellos con las garras
-"En la isla…Te hice una pregunta Miko"
-"Sesshomaru, eres un malvado"
-"¿Y eso por qué?
-"Sabes que detesto que me llames Miko"
-"Miko"
Kagome se incorporaba para golpearlo en el pecho con los puños a modo de castigo-juego. El Lord le sostuvo los puños sonriendo
-"En serio quiero saber"
-"¿Cuál era tu pregunta? Me refiero a cuál de todas"
El Lord se daba vuelta sobre la mujer, le iba prodigando besos sobre la clavícula y el cuello, lamiendo largamente su marca
-"Cómo te gusta que te lo haga…"
-"Mm yo…Sesshom…"
Un beso sensual y muy profundo silenció a la sacerdotisa que se sentía arder en las llamas infernales de los brazos del poderoso demonio Inu
-"Cómo te gusta que te haga el amor… MI-KO"
-"Ya lo arruinaste malvado"
El Daiyoukai reía fuertemente, Kagome estaba fascinada con su risa, jamás lo había visto así de feliz y menos riendo, era extraño, pero demás agradable. Aprovechando que Sesshomaru se apartó apenas de ella, Kagome lo volteó sobre su espalda y se sentó a horcajadas del macho sonriente, sosteniéndole las manos sobre su cabeza. Sesshomaru estaba más que fascinado, ¿Qué era todo eso? Era muy divertido y muy sensual además. La mujer se erguía sobre él, poderosa y tan bella que lo estremecía hasta los huesos. El inmenso calor le calaba las entrañas…La deseaba tanto, tanto, era tan hermosa
-"Y ahora qué harás, MI-KO"
Kagome se inclinó y lo besó suavemente, él respondió sediento pero permitió que ella hiciera con él lo que quisiera, se sentía delicioso.
-"Mostrarte lo que me gusta"
El instinto se hizo cargo del Señor del Oeste, que comenzaba a perder la cordura entre los besos caricias y mordiscos que la sacerdotisa le daba. Shimaru, la bestia, estaba extasiado, participaba activamente de juego pero no se movía, quería saber qué era aquello que su hembra disfrutaba más, aquello que ella necesitaba para sentirse plena.
Sesshomaru cerraba los ojos a medida que Kagome descendía con besos por su cuello, sus hombros, su pecho, ella lamía suavemente los pezones del macho y degustaba de a chupetones su piel. El Inu siseaba y jadeaba abriendo los ojos para ver el rostro enrojecido de la mujer que estaba concentrada en disfrutar de su cuerpo. Era increíble derretirse en las manos de esa mujer, su mujer. Mientras la joven descendía Sesshomaru gemía suavemente y buscaba aire para respirar, jamás se había sentido tan bien, tan deseado, tan amado. Recostaba su cabeza hacia atrás, pero de vez en cuando necesitaba espiar.
-"Me gustan tus besos, sobre mi cuerpo…y a ti?"
El macho Inu apenas pudo responder
-"Hn"
-"Así?"
-"Sssssss . Hn"
-"Perdón?"
-"Sí"
-"Ah"
Sonriendo la joven continuó descendiendo prodigando besos por sus caderas, por su bajo vientre, sobre sus marcas youkai
-"Miko…"
Desesperado era poco decir, nunca una hembra lo había despertado tanto, era hasta doloroso, sentía que si ella rozaba apenas su hombría, explotaría.
-"Me gusta el sabor de tu piel"
-"Ka-Kagome…"
Ya sobre los atributos masculinos de Sesshomaru, ella tomó y comenzó a besar y lamer completamente el miembro excitado del Daiyoukai. Su lengua subía y bajaba y luego sus labios. Lo rodeaba con la lengua hasta que lo comenzó a succionar. El Inu Daiyoukai se enderezó repentinamente al sentir el calor de la boca de su mujer. No podía creer que ella estuviera haciendo lo que estaba haciendo y necesitaba verlo. La imagen lo dejó pasmado, El erotismo y la magia de los movimientos de ella, y las miradas sensuales y hambrientas que le dirigía lo volvían loco, las humanas y su manía de besar…Maravillosos besos. Inuyasha tenía razón. A Kagome le gustaba besar a diferencia de Kikyo, ella era muy demostrativa, ardiente, mientras Kikyo…Bah! A él no le importaba cómo era Kikyo. Sus pensamientos se iban desvaneciendo, sólo podía centrar sus ojos hambrientos en la mujer que le daba el placer más íntimo que había sentido en sus largos años de vida. No podía creerlo, se sentía tan maravilloso, sus brazos flaqueaban en sostenerlo y necesitó tirar su cabeza hacia atrás y recostarse gimiendo, y jadeando, intentando pronunciar el hermoso nombre de su esposa, fallando vergonzosamente, aferrado a sus cabellos, tirando de ellos en puñados, sintiendo en su espasmódico orgasmo, que la vida lo abandonaba en el interior de la deliciosa boca de su mujer. El rugido aterrador desgarrando la garganta del demonio poderoso que se derretía en los brazos de la sacerdotisa. Lejos de sentirse descargado y relajado su erección se mantenía necesitada de alivio y la única manera que Sesshomaru pretendía lograrlo era asaltando la suave carne de Kagome. Sin siquiera dejarla terminar de limpiarlo, violentamente se incorporó quedando sobre la Miko sujetándola del cuello, como tantas veces lo había hecho en Edo, casi cortándole la respiración. La bestia muy presente en el ataque que el Inu Daiyoukai estaba cometiendo contra la hembra. Kagome respiraba agitada, sorprendida y un poco preocupada ¿Qué era eso?
Mordiéndose, exhibiendo los colmillos y arrastrando la boca por el cuello hasta la oreja de la mujer apretando los dientes, con su voz teñida de animal, le susurraba entre jadeos y respiraciones entrecortadas
-"¿Cómo te atreves?..."
Ella jadeaba en busca de aire
-"Sessh…"
-"¿Cómo te atreves a tenerme gimiendo entre tus brazos como un cachorro sin esperanzas?"
Con un susurro desesperado entre el calor de la excitación y el temor a lo desconocido Kagome intentaba hablar
-"Youkai…"
-"Daiyoukai, Mi-ko"
La lengua del macho recorriendo la yugular de la mujer. La saliva chorreando sobre su rostro y sus pechos. La pasión a flor de piel.
-"Eres una atrevida, sacerdotisa, y tu atrevimiento no pasará desapercibido…"
Separando las piernas de la joven con sus propias piernas, tomándola de los muslos la atrajo más hacia él. Mientras hacía su camino entre sus pechos dejando a su paso saliva y rastros de sangre a medida que mordisqueaba o rasguñaba apenas la delicada piel con sus garras.
Ella se sentía amenazada por el youki del macho y la bestia lo que provocaba a su reiki. No era una amenaza de muerte, sino una amenaza excitante, una amenaza caliente que le provocaba a sus instintos sagrados de correr y alejarse. El aroma enloquecedor de la mujer arrastraba a Shimaru al borde del abismo de su mente y Sesshomaru disfrutaba de la libertad de actuar a su placer con ella, sin restricciones, el perfume femenino que flotaba en el ambiente era estimulante, no era de miedo, era aroma a deseo y pasión.
-"Mi bestia…"
Kagome sonreía
-"Lo sé, la siento…Yo también la amo"
Shimaru se retorcía de alegría, pero de inmediato se volvió a concentrar en las atenciones a su hembra, quería marcarla él también. Las imágenes que tenían en mente eran muy claras, reemplazar la mala experiencia de Kagome con el pasado junto al mestizo errático, regalarle un recuerdo mucho, millones de veces mejor.
-"Eres mía Miko…"
Kagome sonreía, se veía absolutamente sensual, toda colorada y con gotas de sudor que le daban brillo a su piel desnuda
-"Eres mío, youkai"
Agarrando sus cabellos oscuros en puñados una vez más, Sesshomaru la besó casi rompiendo la piel de sus labios, sensualmente la giró dejándola sobre su vientre. La suave sensación de la boca del macho recorriendo la nuca, los hombros, el surco de la espalda musculosa de Kagome, el aire entrando a los pulmones con un siseo de placer.
-"Ahora, mujer, libera tus instintos"
Y ella sin saber a qué se refería, simplemente y por impulso de su interior, se colocó sobre sus manos y rodillas, casi sentada hacia atrás mientras el Lord la besaba profundamente aún teniéndola del cabello. Lentamente con su peso la llevó a la posición de apareamiento Inu. Entre besos, rasguños y jalones sensuales de cabello, fue penetrando en el interior de la joven. Tan difícil no dejarse ir, tan apretado su interior y tan caliente…Kami solo sabía la desesperación por la que pasaba para mantenerse con la mente en lo que deseaba hacer. Moviéndose rítmicamente y de a momentos con una violencia animal que sacaba los gemidos más deliciosos de los amantes casi llegando al momento del éxtasis, Sesshomaru y su bestia se apoyaron sobre la espalda de la mujer quedando su rostro pegado al de ella.
-"Te amo tanto…KAGOME…"
Ante el sutil acontecimiento, la joven recordó lo sucedido con Inuyasha, se repetía, pero esta vez era su nombre, era ella, la amaban a ella. La emoción y la alegría danzaban junto a la pasión y la lujuria del momento. Kagome sentía calor en su corazón y lágrimas recorrer sus mejillas. Mientras aceleraba sus movimientos, el Lord Inu aprovechó la posición para recargarse en uno de sus brazos y con el otro apartar el cabello de la mujer sujetándolo y exhibir el cuello donde ya tenía su marca, lo haría de nuevo, como lo intentó hacer Inuyasha, pero él era mejor que eso, él no fallaría, él la haría feliz…
Las embestidas poderosas y profundas, la mujer gimiendo desesperada, el macho apretando los dientes ya casi sobre sus límites, Sesshomaru se acercó a su objetivo y sucedió, ambos sucumbieron al clímax abrumador, las fauces del Inu abriéndose y cubriendo de un solo bocado la carne ardiente de la sacerdotisa. Los colmillos hundidos desgarrando la piel y la garganta inyectando youki furiosamente. Los gemidos y gruñidos se asemejaban a gritos desesperados, el reiki arremolinaba en el aire formando una gran masa rosa que se estrelló en el Daiyoukai causando una poderosa oleada que repercutió en el temblor de todo su cuerpo. Liberando la mordida y cayendo los dos sobre la cama jadeando.
Kagome hundió su rostro en el pecho del macho intentando ocultar las lágrimas, la emoción era muy fuerte y no la podía contener. Con sus garras el Lord quitaba las lágrimas del rostro de ella y dejaba besos por toda su piel. Sesshomaru aún agitado sonreía
-"No te dejaré huir, Kagome. Eres mía"
Ella se levantaba muy desuda y caminaba hacia la enorme ventana, junto a esta, había una jarra con agua. Con mucha gracia se sirvió un poco y la bebió, mientras los rayos lunares teñían su muy atractiva figura de un leve tono plateado, el Lord no pudo más que relamerse ante la espectacular hembra frente a sus ojos. La Miko hablaba mientras veía seriamente las luces de la ciudad adormecida.
-"Y usted Youkai sama, es absoluta y completamente mío y si vuelves a tocar a Kagura o a cualquier otra hembra o mujer, te asesinaré"
-"Lo tendré en mente, mi Señora"
-"Hn.
