NO SOY DUEÑO DE INUYASHA.

GRACIAS POR LOS COMENTARIOS! LES AGRADEZCO PROFUNDAMENTE SU APOYO Y SUS APORTES E IDEAS. TRANQUILOS YO SIEMPRE TERMINO MIS HISTORIAS.

SACERDOTISA?

Capitulo 40

-"Baja tu reiki, ya basta, serénate que tu macho Inu desea acercarse a ti para amarte"

Sigiloso, como acechando a su presa, Sesshomaru volvía a abrazar a Kagome.

-"Sabes que mi humor no es el mejor en este momento…"

-"Hn"

-"Mañana será el día, más bien la noche D, verdad?"

-"Hn"

-"Y de veras me preguntarán hasta qué color te gusta?"

-"Hn"

-"Y a ti, qué sabes de mí? Me refiero a todo?"

-"Todo"

Ya rodeando a la Miko con sus brazos, atrayéndola a su pecho mientras ella continuaba mirando hacia el horizonte plateado. Esta sería la última noche tranquilos y en su hogar

-"Tu espalda se siente fría, Saiai"

-"Tu pecho siempre es cálido…Pero siento frío en mi corazón."

-"Cariño, yo siempre estaré a tu lado pequeña…"

-"A veces pienso en lo mucho que me hubiera gustado que nos enamoráramos en Edo antiguo…Tú no?"

-"Siempre…Yo… Realmente hubiese sido muy feliz. Fui un necio…"

Interiormente Sesshomaru recordaba haber sentido gran admiración por esta mujer, e íntimamente pensaba que a la larga hubieran terminado unidos allá también, habría sido solo cuestión de tiempo, creía. Sólo que ella un día desapareció, él siguió su rastro hasta el pozo devorador de huesos y allí lo perdió.

Supo de inmediato que ella no regresaría. Simplemente regresó al Oeste, no sin darse una "vueltita" por la cueva de Kagome cada cierto tiempo.

Claro que eso no pensaba confesarlo, era embarazoso. En aquél entonces su gran odio hacia ella era por su humanidad, ya que ella le era muy atractiva, tendría que asesinarla, por haber hecho que un Inu Daiyoukai puro y exquisito como él, cayera bajo sus encantos asquerosamente humanos, ya bastante le costaba solucionar sus dichos con respecto a los mestizos y ahora atravesarían uno de los peores momentos de sus vidas a causa de ello, ni a palos confesaría sus pensamientos asesinos.

Ni en esta, ni en ninguna otra vida. Deseaba recuperar la confianza de Kagome a como diera lugar y finalmente comenzar una familia, vivir en paz y feliz como debió ser, hasta que apareció Náraku…Si bien le debía a su aparición la situación de tener que casarse con ella, había sido una muy buena cosa…Ahora defendería su presente con uñas y dientes, nada lo detendría…

De nada le valdría aceptar los verdaderos motivos por los que guardó las pertenencias de Kagome durante su ausencia y las comenzó a invertir y a administrar hasta amasarle una considerable, verdaderamente considerable fortuna, paraqué decirle? Ayudaría eso en algo a su actual situación? Tal vez un día le dirá…Tal vez, no.

-"Los dos lo fuimos… Yo estaba ciega de amor por Inuyasha, a pesar de que… Él siempre iba detrás de Kikyo…"

-"El mestizo siempre fue más necio que yo…Pero al menos él, pudo ver lo maravillosa que eras y que eres, mientras que este Sesshomaru no pudo"

Kagome se giraba para mirarlo a los ojos, ponía sus dos pequeñas manos a cada lado del rostro del Lord.

-"Pero tú siempre estuviste cerca de mí, cerca de mi cueva, muchas veces siguiendo mis pasos en la noche. Caminar de pueblo en pueblo era muy tranquilizante, más aún sabiendo que un Inu Daiyoukai tan poderoso me cuidaba de cerca"

-"Lo sabías?"

-"Sí, tu aura es demasiado poderosa y densa, siempre hizo que mi reiki repicara sobre mi piel para protegerme. Gracias por ello, mi amor…"

Y los soles se encendieron aún más, mientras los labios sedientos se acercaban para saciar su sed de pasión, sumergirse en el amor más dulce, tan sedientos de lujuria y de romance. Una mezcla desigual que amalgamaba los sabores agridulces del deseo. Fundirse el uno en el otro perdidos en un beso eterno tropezando con el mobiliario en su camino hacia la cama, los cabellos en puño, las manos viajeras, las lenguas intrusas, explorando la piel sensible de los amantes…Cada paso una esperanza, cada giro una ilusión, nada los detendría de llegar a su destino y morir entre las sábanas, la cárcel de seda en la que querían perderse.

La última noche antes de la confrontación ante el concejo de asuntos youkai y humanos, ante Náraku y la perla. Última noche de pasión antes de lo que fuera que les deparaba ese futuro tan incierto.

Piernas y brazos entrelazados, cabellos revueltos, gemidos y jadeos, algunos gritos, simples gestos combinados en una fórmula celestial, tanto amor sonando a despedida.

Las garras hundidas en la carne sagrada

-"Lo siento…Te deseo tanto"

-"No te reprimas…Márcame para llevarme algo en el cuerpo para recordarte, allá donde sea que yo vaya…"

La bestia rechinaba los dientes en agonía, no soportaba la idea de alejarse de ella.

Asomando a la superficie, los dos machos que son uno, sumergidos en la danza erótica más significativa de sus existencias, profanando la carne suave de la mujer que agonizaba de pasión entre sus manos, saliva, sangre, la carne rasgada las mordidas desesperadas, el impulso animal en su máxima expresión, nada importaba ya, nada.

-"No te dejaré jamás…"

-"No me sueltes…"

El momento cúlmine y el clímax tan esperado, el llanto fugaz y el aullido más lastimero, la despedida atroz, en espera de que hubiese un mañana esperando por ellos, los oyentes del palacio con sus corazones consternados, algo malo los esperaba y no había manera de escapar de aquello que los acechaba

-"Inuyasha…"

-"La bestia y el hijo de puta…Están…Llorando…"

-"Quiero llorar yo también"

-"Cálmate Kikyo…Todo se solucionará"

Sentados en el piso El segundo de Occidente y su esposa se abrazaban tristes sin saber qué hacer. En otras habitaciones la escena se repetía. En la habitación de Noriko y Danaka. La madre de Kagome arropaba a sus otros cachorros y a Souta que dormía por esta noche junto a sus hermanos, Danaka de pie junto a la ventana iluminado por la luna contemplaba a su pequeña familia y rechinaba los dientes, su hija adoptiva, su poderosa hija del corazón sería sometida al escarnio público la noche siguiente y él nada podía hacer. Si tan sólo Náraku se hubiese quedado en el pasado, la perla no fuese tan poderosa…Y tan maligna. Su corrupción era tal que temía que alcanzase para corromper el corazón cristalino de Kagome…No, eso no sería posible…¿Verdad?

En otra parte de Japón, miles de youkai fieles al Oeste comenzaban a marchar hacia las tierras de la Luna, podrían esperar en la Capital, pero sentían que como aliados, debían marchar junto al Oeste. Lo que parecía originalmente una simple confrontación legal estaba tomando tinte de guerra, marchaban armados hasta los dientes, defenderían Lajusticia y la memoria de Inu No Taisho a como diera lugar.

-"General Kumazawa, están todos listos?"

-"Si, Mi lord, estamos listos"

-"ADELANTE HACIA EL OESTE! POR EL GENERAL TAISHO!"

Y las cuadras de soldados formados impecablemente comenzaban a movilizarse a pie, volando y montando sus bestias rumbo a Occidente, dejando la salida del sol a sus espaldas con su paso firme y sin descanso en dirección a las tierras de plata…

Kagome había despertado por la madrugada y salió sin tomar un baño siquiera, para no despertar a nadie, tomó su mochila amarilla, la había equipado con linterna, botiquín, varios encendedores y cajas de fósforos, velas, alimentos desecados, elementos de higiene, una fotografía suya y de Sesshomaru sonriendo, sin pensarlo con todo lo necesario para no regresar, formando una barrera se ocultó y salió del palacio con dirección al pozo, Sólo Danaka que miraba por la ventana la vio y decidió seguirla. Ella buscó a uno de los hijos de Ah Un, en los establos, era la única manera de viajar segura hasta allá. Montando a la bestia se dirigió hacia la salida

-"Donde va a estas horas Mi Lady?"

-"Danaka sama! Me asustaste!"

Se miraron por unos segundos

-"Usted es mi hija, mi Señora, así la siente mi corazón. Se imaginará entonces que no puedo dejarla ir sola verdad?"

-"Querido Danaka, así te siente mi corazón también, pero hay algo que tengo que hacer, un lugar donde ir, antes de partir a la Capital y Sesshomaru no puede acompañarme esta vez"

-"Tal vez un viejo Tora sea lo que necesita para que la acompañe"

-"Si, tal vez"

Sonriendo, Kagome se corrió hacia atrás sobre el lomo de Ga Sun, el tigre montó delante de la joven

-"Agárrese señorita, que hasta el templo no habrá paradas"

-"Sabías donde iba?"

-"Donde más que a su lugar preferido?"

La silueta se confundía con las sombras, escondida de los ojos indiscretos, tomaban altura rumbo a las ruinas del Templo Higurashi…

Una vez allí, ella saltó y Danaka se quedó tomado del borde esperando su regreso

Del otro lado, era de noche aún, los grillos y el cielo inmensamente estrellado, cerca de allí, la aldea de Inuyasha, donde residían todos sus amigos, mejor sería evitarlos, intentaría tomar prestado un caballo para llegar más rápido. Afortunadamente un par de caballos ensillados estaban descansando en las afueras de la aldea. Sus dueños dormían plácidamente en alguna casa aledaña. Sigilosamente Kagome tomó no y se alejó sin hacer ruido. Montó la bestia y aún dentro de su campo de energía, se dirigió hacia las montañas en busca de su refugio, allí se encontraba oculta su arma más poderosa, el arco del monte Azuza. Lo llevaría al presente, necesitaba hasta el último recurso, lo había dejado allí, pensando que no lo necesitaría, que era mejor no exponerlo, no dañarlo, era su más preciado objeto…Pero ahora no había otro remedio que llevarlo con ella a través del tiempo.

Cabalgaba por los bosques tan queridos para ella… Tranquilamente y sin miedo, por esos caminos tan caros, tan suyos, escuchaba el canto de los búhos, veía los valles y la luna, hasta esa luna parecía más bella… Continuaba su andar hasta llegar a la cueva. Normalmente le tomaría días llegar, pero utilizando el camino de las montañas y a caballo, llegó en unas horas. Afortunadamente el tiempo corría de manera diferente aquí, tal vez a su regreso nadie notaría que se ausentó.

Extendiendo su reiki chequeó que no hubiese seres indeseables dentro y entró. Apenas lo hizo un sentimiento de nostalgia y alivio la inundó, se sentía cómoda, segura, al fin en casa. Prendió la fogata, unas velas y comenzó a mirar a su alrededor, todo estaba exactamente igual a como lo dejó, igual. Eso era extraño, ya que hacía meses que se había marchado y nadie había ocupado su espacio. No recordaba haberla cerrado con reiki, pero bueno , mejor así.

-"Tal vez Shippou o Kaede han venido y mantienen el lugar para mí"

Colgado de unas ramas peladas a modo de perchas y envuelto en una tela blanca, estaba su traje de Miko, y a su lado su preciada arma, el arco del monte Azuza.

-"Aquí estás. Lamento tener que llevarte, pero las circunstancias así lo requieren."

Sin perder tiempo, tomó sus cosas, vaciando la mochila, dejó todo lo que traía escondido en un hueco de roca con una cortina tejida a mano, a modo de alacena, nadie sospecharía nada ya que ella era del futuro y las cosas que dejaba no alteraban aquella realidad. Doblando el traje lo metió en la mochila y apagó todo, tomó el arco y salió de la cueva. Comenzó su viaje de regreso, meditaba y pensaba los pasos seguir frente al concejo…No paraba de repetir, "malditos" sumida en sus pensamientos regresaba al pozo sin detenerse a pensar siquiera.

En la cueva, el humo, vestigios de su olor y su aura y una fotografía semi quemada que yacía cerca de la fogata. En la entrada el Señor del Oeste olfateaba el aire en busca de la extraña mujer. Entró y buscó no halló nada demasiado esclarecedor, sentía el calor del fuego apagado y un leve aroma extraño que lo llevó a espiar detrás de la cortina, elementos raros

"Hn. Típico de ella"

"Huele a ella y a humo…Parece que ya se fue"

Al caminar hacia la salida un sonido a arrastre le llamó la atención. Al mirar hacia abajo notó el pequeño papel quemado. Lo levantó y le quitó la ceniza para verlo mejor. Lo que en adelante vio casi lo deja en estado de petrificación. Un trozo de papel con la imagen suya sonriente y a su lado mejilla con mejilla, la Miko. Pensó que era un error, sacudió el papel, y lo volvió a ver, pero todo seguía igual. Lo frotó contra su pierna y nada, la imagen permanecía intacta, no pudo más que arrugarla en la mano y arrojar el bollo al suelo, pero se arrepintió luego y la alzó estirándolo de nuevo.

Una explicación, eso necesitaba, pero ella se había ido…

-"Me darás la explicación de esto, mujer o te asesinaré"

Con su velocidad demoníaca comenzó su cacería humana. Imaginó que ella se dirigiría al pozo donde desapreció su rastro la última vez, seguramente era cierto que ella venía del futuro, y que ese papel era un artilugio de esa época, pero ellos sonrientes y tan cercanos? Quería saber, no, NECESITABA SABER, y por ello volaba con toda su potencia y en su forma de Inu. Debía alcanzarla, tenía que hacerlo.

Mientras en la época moderna, su otro yo soñaba con esta misma cacería, se sentía persiguiendo a la sacerdotisa, y amándola a la vez, deseando que escapara de él, era tan extraño

"Ojalá no la alcance…No, no deseo matarla…Corre, Saiai! Corre!"

En su sueño se revolcaba en la cama, sudando a mares, sin querer, el tiempo-espacio, le jugaba una mala pasada.

En el concejo entre gallos y medianoche, Náraku y Perla Tama, Kagura, Byakuya de los sueños, Hakudoshi, Moryomaru y Kanna, presenciaban lo más nuevo en las ocurrencias de los hermanos-amantes.

-"Y porque pensamos que escaparán deberíamos traer a la Miko al estrado ahora y desarrollar la reunión lo antes posible, aún es de madrugada y Lord Taisho en un intento por no ser descubierto, puede acostarse con la mujer, y eso sería una acción repudiable "

-"Pero Onigumo San, Lord Taisho es incapaz de ir contra la ley"

-"Está en juego sus pertenencias y su Buen nombre, ¿Qué no haría usted por salvarlos?"

Sabiendo lo bajo que eran estos humanos a veces, el miembro del concejo, bajó la cabeza. Había sido sobornado por Perla Tama hacía ya tres semanas.

-"Y bien? Si ya son pareja estará todo bien solo quedaría el asuntito ese de no procrear…Ah, qué repudiable!"

Dándose vuelta hacia todos los miembros del concejo, Náraku dirigió un discurso de los propios

-"Y qué hay de malo con procrear con un youkai?, Yo mismo soy hanyou, y mi hermana aquí, también lo es, aunque en menor medida, y muchos de mis acompañantes hoy también lo son. Y creen que por eso son menos valiosos? NO. Muchos de sus hijos son hanyou verdad? Y no por ello los quieren menos o si?".

-"No, por supuesto que no"

-"Absolutamente no"

El murmullo generalizado, Náraku pegó en un punto muy susceptible

-"Y entonces?"

El presidente del concejo, un youkai muy anciano pero poderoso aún, se puso de pie

-"Llamen a los guardias que vayan al Oeste y traigan a la Señora Taisho de inmediato, la sesión, se llevará a cabo a lo largo de todo el día"

Y de esa manera las cosas se complicaron mucho más para la Casa de la Luna, se avecinaban tiempos oscuros, y de mucho dolor….

En tanto en el pasado Danaka intranquilo clavaba las garras en la madera del borde del pozo

"Vamos Mi Lady, regresa ya"

Kagome sentada en el borde, a punto de saltar y la voz profunda que la detuvo en seco.

-"Sacerdotisa"

No podía respirar, no sabía qué hacer, y menos qué decir, sabía que esa voz pertenecía al único e incomparable Señor del Oeste. Solo atinó a girar un poco el rostro, el oro se fundió con lo profundo de sus ojos, ella o vio jadeando, rechinando los dientes, con una mano sostenía la poderosa Bakkussaiga en su garganta, y en su otra mano, la fotografía. La acercó casi a su cara y reemplazó la katana, por sus garras, guardando su espada y agarrando a Kagome del cuello.

Sesshomaru se acercó a verla muy de cerca, la olfateaba, desconfiado, no sabía por dónde empezar.

Miró en detalle a la mujer en sus garras, olía a sí mismo, su saliva, su simiente… Su sangre.

-"¿Qué es esto?..."

Ella no podía decir palabra, sólo se quedó viéndolo a los ojos, su arco y su mochila caían al pozo y desaparecían frente a los ojos del Daiyoukai, que veía asombrado realizarse todo aquello que sospechaba, pero no podía confirmar, ella era de otro tiempo y ese pozo era el paso hacia ese otro tiempo. Apretando su agarre le exigió a Kagome una explicación, una vez más

-"QUÉ ES ESTO!"

Al hacer eso ella perdió estabilidad y cayó. Él la sostuvo de la ropa y un brazo. Lentamente soltó su brazo, y sostuvo a la mujer de manera de que no escape, pero sin dañarla. La atraía hacia arriba, hasta que la cabeza de la hembra sobresalió del pozo, ahí aprovechó para tomarla el cuello una vez más, esta vez con suavidad.

Ella sólo lo vio a los ojos. Él giraba la cabeza de la mujer para verla a los costados del cuello, sospechaba, y en seguida la encontró, la marca de apareamiento. Suavemente regresó la cabeza a su lugar hasta quedar frente a ella otra vez. Se miraron durante unos minutos que parecieron interminables…

El Lord le mostró la fotografía sin decir palabra, ella balbuceando respondió

-"Mi Lord…"

-"Sacerdotisa?"

La mirada franca de Kagome y las lágrimas que caían por los costados de sus ojos le hablaron del inmenso amor que ella sentía por él. Fue como un puñal que se clavó en su alma.

Sin saber cómo reaccionar, Sesshomaru soltó la tela de la que sostenía a la joven dejándola caer al fondo del pozo, donde una luz azulada la envolvió tragándola, perdiéndola de vista, sin quedar ningún rastro de ella. Luego de unos segundos se hizo hacia atrás y se quedó estático mirando el pozo, pero sin verlo. Era una sucia jugada del destino, sin poder hacer nada, el poderoso Señor del Oeste sintió su mundo derrumbarse a sus pies, las fuerzas lo abandonaron, un instante que cayó de rodillas mirando al cielo.

-"Otosan…OTOSAN! Te reirás de mí ahora maldito!"

Del otro lado del pozo Danaka ayudaba a Kagome a salir

-"Mi Señora, vamos que ya es muy tarde!"

Ella no hablaba casi y estaba muy pálida.

Danaka le preguntó lo sucedido y ella le comentó

-"Esto es un giro inesperado…Vaya que lo es"

-"Akira Sama?"

-"Sesshomaru Sama, nunca dejaría escapar una presa que desea asesinar, él la dejó ir a propósito"

Ambos se miraban, subieron en el lomo de Ga Sun y partieron raudamente al Oeste, Sumidos en sus pensamientos. Simplemente volaban intentando dilucidar lo acontecido en el pasado. Kagome se aferraba al arco Azuza y se apoyaba en la espalda de su padrastro. El sueño le ganaba a causa del stress. Pronto llegarían a Occidente y sería hora de planificar estrategias. Por lo pronto dormiría un poco.

En Palacio la intrusión de los guardias, en busca de Kagome sobresaltó a todos. Sesshomaru y los demás sin encontrar a Kagome, ni saber dónde se hallaba. Los guardias leyeron el edicto del concejo que les ordenaba a los Señores del Oeste a comparecer. Sesshomaru aceptó para evitar conflictos en palacio y por la seguridad de los habitantes. Iría solo al no saber dónde estaba su esposa. Danaka también faltaba, eso lo tranquilizaba, un poco...

Recordaba su sueño, si eso fuera verdad ella estaba del otro lado, pero también en peligro,y además, dónde estaba el general Tora?, con ella en Edo? No quería pensar en cosas malas, no ahora. Mejor era Partir cuanto antes.

-"Permítanme preparar todo"

Así lo hicieron, le tenían terror, esperaron afuera del palacio hasta su regreso. Sesshomaru habló con todos, a cada uno le asignó una tarea y específicamente les ordenó cuidarse mutuamente.

-"Mi esposa...Nos alcanzará luego"

Al partir salieron dejando unos pocos guardias rezagados y a Inuyasha a cargo de todo. Comparecería ante los ancianos, solo, prefería ir a prisión él, pero que a Kagome no la alcancen los tentáculos inmundos de Náraku. Mientras, Inuyasha y el resto pensarían en algo. No es como que él fuese culpable de algo que no se podría liberar de sus captores, pero iría en paz por el bien estar de la familia de Occidente.

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Ya en sus puños en el suelo, luego que la Miko desapareció, Sesshomaru se vio patético, lentamente guardó su katana, se puso de pie y miró la imagen una vez más. Reconoció que la felicidad en su rostro era auténtica, la mujer lo haría feliz, verdaderamente feliz.

Puso el papel quemado a resguardo de ojos indiscretos y regresó a Occidente a su palacio. Su entrada fue cabizbaja y silenciosa. A medida que avanzaba su youki aplastaba a los presentes. Pasaron unos días en los que no sabía qué hacer.

Él Taisho Sesshomaru, hijo legítimo del General Inu No Taisho, no sabía cómo reaccionar ante los acontecimientos futuros. Era algo que no había sucedido aún, y no sucedería en el Sengoku, pero quería adelantarse a las circunstancias.

Esa sería su pareja… Una humana, y Miko además…vaya, quién lo diría… Una mañana fue a hablar con Inuyasha, le comunicó su obligación de cumplir con Occidente como segundo de la Casa de la Luna y le conminó a mudarse al palacio, cosa que hizo extensiva al resto deI Inutachi.

A su regreso, se dirigió directamente al depósito donde guardó las cosas de la Miko a pedido de Rin. Los regalos de los aldeanos. Vio muchas cosas inservibles, muchas cosas de verdadero valor. De inmediato llamó a Jaken y le ordenó separar lo de valor, catalogarlo y llevarlo con los valores de los Taisho. Con el tiempo se cuantificaría su valor, ese sería su obsequio de apareamiento para la sacerdotisa de Shikkon.

"Hn…Aunque nunca te lo confiese, Miko, éste es mi obsequio para ti, ésta es mi inversión de amor…"

****************************************************Fin Flashback*******************************************************