NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.
GRACIAS POR LOS COMENTARIOS!
GRACIAS ABSOLUTAS POR SU APOYO! SUS PALABRAS DE ALIENTO Y LA FIDELIDAD QUE DEMOSTRARON HACIA MI, SU CARIÑO Y PRESENCIA INCONDICIONALES, MAS ALLÁ DE LA BRONCA QUE YO PUEDA TENER, AMO Y RESPETO SOBRE TODO A MIS LECTORES, AMO MIS HISTORIAS, Y LAS ESCRIBO CON ESE MISMO AMOR Y NO ME VOY A QUEDAR CON TODO ESE AMOR SIN COMPARTIRLO CON AQUELLOS QUE SIEMPRE ESTUVIERON Y ESTÁN ALLÍ PARA MI. LA GENTE INESCRUPULOSA NO SE MERECE NI LA ATENCIÓN, NI LA MOLESTIA QUE UNO SE TOMA AL PENSAR EN ELLOS.
POR MI PARTE EMPECÉ A ESCRIBIR EN ESTE SITIO QUE ME PERMITIO LIBERAR MI IMAGINACIÓN Y SENTIRME A GUSTO, POR LO QUE SEGUIRÉ PUBLICANDO AQUÍ.
ASIMISMO, HE ABIERTO UNA CUENTA EN WATTPAD, PARA QUE QUIENES LEAN FICS EN ESA PÁGINA Y LES GUSTEN LOS "MIOS" LO PUEDAN HACER EN ESE SITIO, PERO PUBLICADOS POR MI, QUE SOY SU AUTOR ORIGINAL.
LEJOS DE TENER UNA ACTITUD EGOCÉNTRICA, SIMPLEMENTE DEFIENDO LO QUE ES MIO, BUENO O MALO, PERO MIO.
DICHO ESTO, ETERNAMENTE AGRADEZCO EL CARIÑO Y LA PRESENCIA DE TODOS Y CADA UNO DE USTEDES LECTORES, QUE NO LOS NOMBRO A RIESGO DE OLVIDAR ALGUNO Y CON MI MÁS FERVIENTE AFECTO Y RESPETO, VOY A LO MÍO QUE ES ESCRIBIR. ABRAZO.
CELOS DE MI MISMO…
Capitulo 46
El Lord sabía lo que tenía que hacer…buscar el kitsune.
Interiormente se negaba a aceptar las nuevas sensaciones que estaba experimentando. Todos habían recuperado sus almas y algunas salieron volando hacia sus dueños o sus antepasados…Su inteligencia desbordante le daba a conocer que todos ellos renacerían de una u otra manera, tal vez iguales, tal vez distintos. Que el inutachi era una manada fuerte, permanecerían juntos durante siglos. Que todos lo tratarían como MI LORD, que se tendrían respeto y…Afecto?...
"Otosan…Mi Lord…Sesshomaru Sama…" Palabras de afecto y respeto profundo…
Pero era inquietante no saber. Y recordar la… ¿Cómo se llamaba?… Fotogra… la imagen de ellos sonrientes, detrás se veían lejos como torres y mástiles, sus rostros, felices, recordaba la mirada de auténtica felicidad en su cara, los ojos brillantes de ambos, era evidente que estaban alegres, sus mejillas juntas, y luego, en el pozo la mirada cálida de la sacerdotisa, lo veía con una súplica teñida de tristeza, y al tomarla del cuello, la marca.
Mientras pensaba en todo eso abajo, en tierra el inutachi lo observaba partir con un interrogante..¿Dónde irá?
-"Qué mierda…OI! SESSHOMARU!"
Todos levantaron la mirada para verlo desaparecer en el horizonte, rumbo al Este, sin saber el por qué de ese arranque.
-"Y hacia dónde irá?"
-"Oto…San…?"
-"Keh! A buscar su alma, lo dudo, creo que va a air a buscar a Shippou."
-"Shippou Chan?"
-"Ahá, acaso alguien lo ha visto por aquí?"
Todos se miraban y respondían negativamente
-"Exacto, él está con Kagome. Si encontramos al mocoso, encontraremos a Kagome"
Era simple, una cuestión de lógica…Cualquiera podría deducir eso, pero sería muy difícil, a como estaban las cosas, encontrar a Kagome podría tardar años.
Al partir Sesshomaru, y quedar a cargo del grupo, por más que deseara ir tras el Daiyoukai a buscar a su amiga herida, Inuyasha ahora era el Segundo de Occidente, Beta de la Casa de la Luna y debía cumplir con su deber. Tenía pareja y debía protegerla y al grupo.
Sentía o más bien quería que su hermano ya no fuese una amenaza para Kagome, el era su alfa, confiaba en que no la dañaría…
Suspirando y echándose la Tessaiga al hombro, reunió al Inutachi y partieron al Oeste.
La brisa era fresca, se sentía bien contra su piel. Para los humanos debe ser fría, helada, tendría frío la sacerdotisa… ¿Qué demonios estaba pensando… Las manos de ella cuando la sostuvo en el pozo eran frías…O habrá sido el miedo…Seguramente, porque ella le tiene miedo… Su piel es tan blanca, su cuello tan frágil. Parece frágil, pero si soportó una marca como la que ella tenía, y todo lo relacionado a esa marca, no debía ser taaan…Frágil….O Sí?...
Sabía que si se emparejó con ella… Debió haberla disfrutado al máximo. Trataba de imaginar cómo pudo haber sido aquello, pero no podía imaginárselo, ¿Cómo sería aparearse con una humana? La simple idea le revolvió el estómago, pero volando un rato más, cayó en cuenta de que la Miko no era una simple humana. Era Miko, la más poderosa, una mujer de palabra, honorable, cariñosa con Rin y el kitsune, una hembra potente y muy atractiva para los estándares humanos y si lo pensaba un poco, youkai también.
Leal, transparente y valiente además, todo lo que él mismo había buscado en Kagura, en otras, pero desde que ella regresó, le robó la cordura. Había dejado a Kagura, no buscó más la compañía de una hembra. Guardó los bienes de la Miko y comenzó a visitar la aldea más a menudo.
Ahora a veces caminaba entre los humanos del poblado, y ya no se sentía tan fuera de lugar. Interactuaba con la Miko Kaede de vez en cuando. Hasta había leído algunos libros escritos por humanos, y aunque no lo confesaría nunca, había investigado un poco acerca de los hábitos reproductivos de los humanos y su…cuerpo.
Una extraña sensación lo invadió al imaginarse intimando con la joven sacerdotisa. La imagen fija de la marca de la onna, lo estaba alterando. Esa marca que le quitó el sueño, el apetito, durante ocho lunas, y ahora…ella había regresado y no sólo eso, había escapado, huido de él. Mientras volaba bufaba resoplando y un gruñido interno le hacía vibrar las entrañas.
Si en su tiempo eran taaan amigos por qué ella no recurrió a él?
¿Por qué, si en verdad, se tenían afecto huyó de esa manera tan ruin?
¿Acaso no tenía palabra esa maldita y asquerosa ningen?
¿Acaso, acaso no le importaba haberle alterado la vida con esa intrusión en el tiempo y mirarlo con esos ojos…?
Después de todo lo había puesto en el dilema de agarrarla de las manos para que no cayera al fondo del pozo y se hiciera daño. La muy ladina sabía que si caía no se lastimaría pero, él…Él no lo sabía. Y la sujetó de las manos…Por qué la agarró, por qué no dejó que se hiciera una, con las carcasas esqueléticas de los monstruos que son arrojados al pozo devorador de huesos. Así se llama no? Devorador de huesos. La bestia se estiraba y se sentaba a ver el paisaje a medida que surcaba los aires.
"Arrojan los restos de youkai muertos y luego de un tiempo, desaparecen"
"Hn."
"Un portal a otro tiempo"
"Hn."
A medida que sus cavilaciones avanzaban él aceleraba en el aire. Casi sin darse cuenta estaba de pie, en medio de la aldea kitsune, rodeado de cientos de ojos verdes que lo observaban desconcertados. El Jefe de la manada se adelantó y lo saludó.
-"Sesshomaru Sama, a qué debemos el honor de su visita?"
-"Kokatsuna Sama…Busco al kitsune que viajaba con Inuyasha"
-"Ah…Shippou…Y para qué lo busca Taisho Sama?"
El Inu Daiyoukai comenzaba a gruñir. Ya le quedaba poca paciencia, pero esta era la Casa del Sol, Kokatsuna Sama (Astuto) era el Daiyoukai del Este, otro Lord Cardinal, no podía faltarle el Respeto.
-"Debido a que este Sesshomaru es el alfa de la manada, y el kitsune, no ha sido visto en el Oeste desde hace varios días"
Mentiras…Demonios, pensaba, eso estaba muy por debajo de él, pero dar la verdadera razón es…Estaba fuera de discusión.
-"Verás Lord Taisho, Shippou llegó ayer, extremadamente cansado, al parecer hizo un largo viaje, aún está descansando y un sanador lo está atendiendo. Si es tan amable, sígame por aquí"
Se dispuso una gran cena en honor al Señor del Oeste, mantener y cuidar las alianzas era muy importante. El Lord Inu observaba las danzas y espectáculos que los zorros desplegaban para agasajarlo.
En su mente estaba clavada la idea de levantarse y abandonar el salón para ir en busca del pequeño zorro.
"Evasivo como la Miko"
"Hn."
"Perseguirla debe ser…Interesante"
"…"
En medio de sus pensamientos, se mezclaban las imágenes de la cena, con numerosas miradas femeninas puestas en él. Aroma de almizcle y… Estaban tratando de atraerlo? Estas hembras kitsune son…Insulsas…
Pues no lo eran, eran muy hermosas, exóticas y atractivas, pero él tenía otras cosas en mente. En otro tiempo hubiera aceptado de muy buen agrado toda la oferta de feromonas circundante, pero la maldita mujer desaparecida, no le dejaba espacio para sus propias necesidades insatisfechas, él era el alfa y ella la hembra alfa, la manada no puede funcionar normalmente sin todos sus integrantes, sí, eso era, era por el bien de la manada.
Cambiando la mirada hacia el Daiyoukai del Este que no cesaba su perorata. De pronto el Jefe kitsune se puso de pie y enseguida le indicó a Sesshomaru que lo siguiera
-"Se me ha informado que Shippou ya ha despertado, lo llevaré con él"
Luego de ingresar a ala médica, Sesshomaru se encontró con el pequeño zorro recostado en la cama tomando un poco de sopa que le daba la sanadora en la boca. Apenas cruzó los ojos con él, el joven kitsune desvió la mirada hacia la ventana, obviamente sabía muy bien el motivo por el que Sesshomaru estaba allí.
Lentamente se fueron retirando todos a excepción de los dos Daiyoukai.
-"Shippou chan…Este es el Señor de la Casa del Oeste, Sesshomaru Sama y ha venido por ti"
-"Kokatsuna Sama, sé muy bien quién es…Pero no viene por mi"
-"Veo que nos entendemos, pequeño kitsune"
-"No sé nada"
Y sin más desvió la mirada hacia la ventana una vez más.
-"Shippou chan, no seas irrespetuoso con tu alfa!"
-"¡Kokatsuna Sama, él no es mi alfa!...Él es un malvado ases…"
-"SHIPPOU CHAN! No permitiré tu falta de respeto hacia Lord Taisho! La falta de respeto hacia los Lores Cardinales se paga con la muerte! ¿Es que acaso no temes a las represalias?"
-"Mi madre lo vale…"
-"Déjelo Kokatsuna Sama, este Sesshomaru no requiere ninguna represalia para el joven zorro, pero me gustaría cruzar unas palabras con él a solas, si fuese posible"
-"Pero Taisho sama…"
-"No lo mataré, si ese es tu temor…"
Asintiendo el Lord del este se retiró dejando a Shippou con un muy molesto Daiyoukai.
-"Dónde está"
-"…"
-"Kitsune"
-"No lo recuerdo"
Estaba dispuesto a morir por Kagome, ya se había preparado durante su larguísimo viaje para ello.
Pero no hablaría.
Sesshomaru lo sabía.
En los ojos profundos del joven kitsune se denotaba la decisión de defender a la sacerdotisa con su propia vida. Por la violencia, no conseguiría nada.
"Admirable y fiel, kitsune"
"Hn."
-"Ella está sola. Soy el alfa de la manada. Mis instintos claman por su seguridad"
-"Mentiras, la asesinarás"
Ante sus palabras el Lord reaccionó repentinamente se abalanzó sobre Shippou, apretándole en cuello al joven. Rechinaba los dientes. Y respiraba agitado babeando sobre la garganta de Shippou. Su instinto y la bestia le reclamaban someter al infante y obligarlo a mostrar sumisión exhibiendo la garganta a su alfa.
-"Este Sesshomaru no miente"
-"Mátame, pero jamás la encontrarás"
No hablaría jamás. Este pequeño kitsune se enfrentaba al mismísimo Lord del Oeste y no temía morir por proteger a la sacerdotisa.
Sesshomaru estaba impresionado por la lealtad que el joven tenía hacia su… madre había dicho? Si así fuera, entonces el jovencito también estaba asustado y preocupado por ella. Por la violencia no conseguiría nada, era mejor hablar con el zorro con la verdad.
Intentando recuperar la cordura, el Lord del Oeste depositaba al pequeño de nuevo en su cama. Respiraba profundo, intentaba recuperar la calma.
-"Tu orbe regresó a ti?"
El zorro miraba al Lord incrédulo
-"Hay un orbe con ella"
-"Cómo…Lo…Sabes"
El Lord rápidamente le explicó a Shippou lo sucedido hacía horas en la aldea y que los orbes eran al parecer las almas de sus alter egos del futuro ahora perdido. También le comentó que cada alma traía un recuerdo o sensación. Y que buscaban regresar y unirse a la otra parte
-"Sesshomaru Sama…Yo…"
-"Ella es parte de la manada, alfa, mucho más de lo Inuyasha fue. Kitsune, este Sesshomaru sólo desea traerla a salvo al Palacio de la Luna."
-"Vas a asesinarla"
-"Cesa tus sinsentidos, por qué este Sesshomaru desearía la muerte de la Miko?"
-"Porque…Antes intentaste asesinarla, lo intentaste una y mil veces"
-"Antes no tenía nada que proteger…"
-"Proteger?"
-"He asumido mi deber como alfa, Inuyasha es mi beta, yo no asesinaría a la hembra alfa de la manada, la Miko necesita protección. Ella está atravesando tribulaciones…"
-"Tribulaciones…Jáh ojalá fuese sólo eso"
El Inu afinaba los ojos espeluznantemente al zorro.
La intensa mirada parecía trepanar el cráneo del kitsune, el Lord permanecía de pie a su lado sin decir palabra, pero mirándolo fijamente incomodando sobremanera al pequeño zorro.
-"Cuál es tu recuerdo"
Shippou miró al Lord
-"Mi-mi recuerdo?"
-"Los orbes traen un recuerdo o sensación. Kaede Sama lo dijo asi. Tú debes haber recibido uno también. CUÁL ES…"
Las últimas palabras masticadas con ira. Shippou de verdad estaba aterrorizado de que Kagome estuviese sola en la isla. No deseaba contarle a Sesshomaru, pero…Él prometía protección para ella. Esa era una oferta muy difícil, si no imposible de rechazar.
-"A usted, entrenándome como guerrero"
Los ojos del Inu se abrieron con sorpresa, entrenaría al kitsune como guerrero. Indudablemente, la manada del futuro estaba llena de sorpresas.
El Daiyoukai permaneció en silencio, de pie junto al niño convaleciente. Su mirada alcanzaba y sobraba para darle a entender a Shippou que él no se iría de allí. De pronto el brillo enceguecedor de un rayo iluminó el cielo del Este y luego, el sonido estruendoso de un trueno hizo saltar al kitsune en su cama. Enseguida miró a la ventana, saltó de la cama y se apoyó en el vidrio mirando hacia afuera. Sus garritas arañaban el cristal mientras él respiraba desesparado. El Inu lo observó extrañado, pero no dijo nada.
-"Oh NO! NO, no, nooo!"
-"Kitsune,qué…"
-"Ella tiene miedo, Kagome les teme mucho a las tormentas y a los truenos!"
El cielo negro se arremolinaba amenazante sobre el palacio del Este. Era sabido que las tormentas en el mar son muy peligrosas.
Shippou respiraba agitado mientras las lágrimas caían por su rostro, confiaba que la lejanía de la isla sería suficiente para que la tormenta no la alcance…Pero se veía espeluznantemente peligrosa.
-"Ella está sola, completamente solaaaa!"
El Daiyoukai lo tomaba de los hombros y apenas lo sacudió para que reaccione
-"Dónde…DÓNDE ESTÁ LA MIKO!"
El pequeño zorro, se dejaba caer al suelo, cubriendo su rostro con las manos lloraba
-"En una isla…En una isla desierta, a muchas horas de aquí"
-"Cómo llego allá"
El kitsune le explicó los pasos seguidos por ellos en su viaje y el Lord se encaminó de inmediato hacia el sitio indicado por él. Despidiéndose a los apurones del Señor del Este partió en una esfera de luz, a gran velocidad. No le importaba ni la lluvia, ni los rayos, llegaría a esa isla a como diera lugar. Iba tan rápido que cuando las descargas eléctricas de los rayos amenazaban con caerle encima pegaban en la esfera de luz y desviaban su trayectoria impactando a muchos kilómetros de allí.
El reflejo de las luces eléctricas iluminaban el trayecto hacia la isla. Su blanca luz reflejaba en las aguas agitadas y el viento arrastraba las gotas de lluvia enturbiando visión. Pero el Daiyoukai tenía una poderosa visión Inu, sus ojos fijos hacia el frente le hicieron darse cuenta que estaba casi llegando a su destino.
-"El enorme cono del volcán es lo primero que verás"
Dijo el kitsune y allí estaba, Sesshomaru al fin estaba en la misteriosa isla.
Continuando un poco más se encontró con la cascada y una parte del refugio de troncos que sobresalía de la cortina de agua. Mientras caminaba hacia el lugar, los truenos y rayos continuaban su danza espeluznante. Cada vez que caía un rayo sentía que el reiki de la mujer le picaba la piel. Cada trueno era acompañado de un grito ahogado. La cascada iluminada parecía de plata, el viento poderoso la apartaba de a momentos exhibiendo el resto del refugio.
"Buen refugio, Miko"
El Inu estaba asombrado de la inteligencia de la mujer y el kitsune. El lugar elegido estaba resguardado por roca y agua, por más violenta que fuera la tormenta no caería nada demolería esa roca, el volcán tal vez, pero se lo veía tranquilo.
Otro rayo y el espantoso sonido del trueno que amenazaba con quebrar el cielo en dos, Sesshomaru miraba hacia arriba, kami parecía enojado…
"Hn."
El grito de horror de Kagome lo trajo a la realidad otra vez
-"Sesshomaru! Ayúdame! Tengo miedo!"
En menos de un segundo el Lord se encontraba de pie dentro del refugio mirando a la mujer hecha una pequeña bola en el suelo llorando pidiendo por él… O no por él, pero por el otro Sesshomaru. El orbe revoloteaba sobre ella como acariciándola. El Lord sabía lo que era y afinaba los ojos
-"Miko"
Ella no lo miraba seguía llorando. El orbe se detuvo flotando entre ella y él. Parecía estar defendiéndola . El Lord gruñía. El orbe respondía brillando casi enceguecedoramente. Sabía que era su alma. Sentía que era su alma, y la muy desgraciada se enfrentaba a si mismo, por ella?
-"Miko! Cesa tu llanto ahora!"
Enseguida Kagome medio se sentó y enjugando sus lágrimas se lo quedó mirando.
-"Sesshomaru …E-Eres tú, mi amor…"
El Inu recibió sus palabras como un golpe en las partes bajas. No entendía por qué pero casi no soportaba el dolor que sentía por esas palabras
No pudo responder al interrogante de la mujer que lo seguía mirando
-"No, no eres…"
Otro trueno la llevó a enroscarse y cubrir sus oídos. El Lord hizo lo único que se le ocurrió. La alzó y se sentó con ella sobre su regazo. La mujer sollozaba y él solo parecía estar vibrando sus cuerdas vocales, casi como un ronroneo. Kagome estaba tiesa, temblaba, ya no sabía si por la tormenta o por estar en manos del enemigo. Su pánico inundaba las fosas nasales del Lord y de pronto, nada. Ya no podía oler nada. Miró a la mujer estática y trató de tranquilizarla
"Este Sesshomaru es tu alfa, he venido a buscarte Miko"
Kagome entre la impresión de verlo de pie en su "sala" del refugio, la tormenta, el llanto y su embarazo se debatía entre la conciencia y la inconciencia.
Sesshomaru la veía desvanecerse y recuperar un poco la conciencia para luego desvanecerse otra vez. Estaba enojado. No le gustaba verla así. Encima el maldito orbe no dejaba de girar alrededor de la sacerdotisa. Una mujer tan poderosa reducida a esto? Patético. Miró alrededor del lugar y encontró los extraños futones en forma de bolsas que la Miko enrollaba en un costado. La dejó en el suelo y se dirigió a tomar un y estirarlo en el suelo. El material con que estaban hechos era tan extraño…Y tenían como dientes a un costado, Y una pequeña cosita de la que la Miko jalaba para cerrar esa boca, lo había visto antes, haría eso, imitar a la sacerdotisa, no comprendía demasiado, pero imaginaba que en el tiempo futuro debían utilizarlo con frecuencia. La recostó sobre uno de ellos. Y tomó la curiosa cosa y cerró la bolsa con la mujer dentro. Kagome se acomodó suspirando. El Inu se fijó en su cabello, su piel tan blanca, sus rasgos… Era verdaderamente muy hermosa. Sin saber qué motivó su movimiento involuntario de las garras, apartó su cabello de su rostro y la observó. Sus ojos dorados recorrieron la morfología de esa mujer, dentro de la bolsa se adivinaban sus formas apenas, era bella, regresó a ver su cara, bañada en sudor y lágrimas que se iban secando, hasta que sus ojos se posaron en la tremenda marca que llevaba en su cuello, allí donde nace el hombro y la carne es más suculenta…¿Pero qué demonios? Otra vez pensando idioteces! Se puso de pie para salir del lugar, afuera la tormenta arreciaba, aunque a él no lo afectaba, caminó hacia la salida del refugio, tenía que salir de allí, pero…Lo hizo…Volteó a verla una vez más. La bola de energía se posaba junto a ella, maldito bastardo celoso, no le importaba la mujer, pero si fuera cierto, si ella era suya, encontraría la manera de desaparecer ese maldito orbe para siempre, si fuera suya, la hermosa mujer del futuro y…La cicatriz. Enorme. Llena de youki, que por capricho de la Miko no podía identificar u oler. Ella se encargó de ocultar su escencia a sus sentidos, por qué sería...
Se maldecía por su naturaleza Inu, curiosa, necesitaba saber. Interiormente estaba seguro, pero aún se negaba. No podía ser…no podía haber caído tan bajo…
Lentamente, el ruido ensordecedor de afuera cesaba. La tormenta comenzaba a alejarse y daba lugar al amanecer, fresco para él, frío para la mujer. Se acercó al fogón y le tiró unos troncos para que no se apague mientras él recorre un poco la isla. Dejando a la Miko descansando, tranquila al parecer, salió y se paró a evaluar los daños. Tremendos. Árboles quebrados y tirados por doquier, hojas y ramas desparramadas, La cascada estaba crecida y sus aguas bajaban turbias. Miraba la cantidad de frutales en el suelo, sus frutos jugosos y suculentos estaban al alcance de la mujer eso sería bueno, aprovechar los bienes naturales, sacar lo bueno de algo malo. Mangos, duraznos, limas, cocos, plátanos, de todo…
Ahí estaba de nuevo pensando en la mujer y como garantizar su supervivencia. Como si a él le importara…Girando la cabeza miró hacia el refugio. ¿Y si le importara, sería eso…Malo? Tanto remarcar su odio y desprecio a la raza humana, hiretsuna ningen…Despreciables humanos. Pero ella…Y el resto de la manada, la nueva manada estaba llena de humanos, algunos sagrados, otros youkai puros, otros hanyou, todos ellos nobles, leales, fieles y estaba ella… Desde afuera lograba ver el brillo de la esfera de luz espiritual, seguramente Su espíritu, pero estaba harto de ella. Esa maldita cosa voladora se entrometía cada vez que se acercaba a la Miko. Si fuese su hembra, él haría lo mismo, aunque la celara de su propia sombra, pero lo era? Era suya?¿Cómo saberlo…? Sin querer pisó un tronco de plátano embarrándolo en su bota. Sonó como si pisara el cuello de un animal. Su crujido y el jugo empapando su bota le recordó a cuando cazaba alguna presa y la inmovilizaba pisándole la garganta ya fuera para matarla o terminar con su sufrimiento. Demonios…Un asqueroso plátano…
Un momento, dijo plátano? ¿El cuello de un animal?, entonces la iluminación golpeó la mente del Daiyoukai. Si buscara un tallo o tronco de árbol de plátano, más o menos del grosor del cuello de la Miko y lo mordiera, podría comparar el tamaño y la forma de la marca de la mujer, de pronto sintió su sangre correr enloquecida por su cuerpo, sí, sabría, ahora sabría…
Mirando alrededor encontró lo que buscaba, un tronco de plátano caído, su estructura es acuosa, fibrosa casi similar a un cuello de sacerdotisa…Acababa de pensar eso? De veras?
"Me está afectando todo esto"
Pero ya tenía el tronco en las manos, debía replicar una mordida de apareamiento… Y cómo hacerlo, si él no tenía pareja y para realizar una marca como esa debía estar…Intimando con una hembra, en este caso una Miko…
La mordida es una mordida, sólo deseaba medir el tamaño y la profundidad, no era necesario pensar en aparearse ni nada de eso, de pronto, su mente se nublaba imaginando la mujer montada por él… Su largo cabello negro cubriendo su espalda, el surco de su columna bañado en sudor, sus garras clavadas en la carne sagrada…
Curiosamente la bestia jadeaba muy interesada, y su boca se hacía agua. La idea le agradaba…
Oh por favor, no necesitaba pensar de esa manera, esas cosas eran…Imposibles.
Se extrañaba del veloz latido de su corazón. Se había alterado pensando en eso?
Sin pensarlo dos veces mordió la pieza vegetal con saña, imaginando aquellos íntimos momentos entre la Miko y alguien más, No él, por supuesto.
La bestia miraba divertida las extrañezas que Sesshomaru iba haciendo, estaba cayendo en espiral lenta, pero indefectiblemente a los brazos de la sagrada mujer. Es que ella sería su elegida? La hembra por la que esperaron tanto tiempo?
Una vez marcado el tronco regresó al refugio. Apoyando a penas una rodilla en el suelo, Sesshomaru acercó el tronco de plátano al cuello de Kagome y comparó.
Sus ojos se agrandaron incrédulos. El aire abandonó sus pulmones, y el corazón parecía querer salírsele del pecho.
Ambas mordidas eran exactamente iguales. Esa hembra dormida en el extraño futón, esa mujer fiel y leal a sus amigos, cariñosa, respetuosa, la Miko más poderosa, la sacerdotisa de Shikkon, esa de eterna nobleza, despreciada por el mestizo y a pesar de ello, cálida con su trato hacia él.
Esa hembra humana sagrada era su pareja, o lo sería, o lo fue en un futuro que no existía más, y ahora la tenía frente a él, acurrucada en una bola, resguardada por su propia alma, y no podía hacer nada.
No podía hablar de nada, pensar en nada, no podía tocarla, no sabía qué pensar, o qué decir. Si ella se despertara y lo viese allí, cómo seguirían de ahora en más? Tenía que pensar. Tenía que aclarar sus ideas. Mejor se alejaría y la vigilaría desde lejos, hasta que decidiera qué hacer de ahora en más. Hasta saber qué significaba todo eso para él. Hasta que supiera si realmente quería estar con esa mujer. Hizo su camino hacia afuera, tiró el tronco de plátano en el fogón. Se alejaba hasta perderse en la jungla alrededor de la cascada, dejando a la sacerdotisa dormida, para que cuando despierte, piense que su presencia en el refugio fue sólo un sueño. Desde afuera se veía el orbe brillante flotar estático en la oquedad que hacía las veces de ventana, parecía amenazarlo, parecía marcar territorio, se parecía a él mismo, protegiendo lo que era suyo. Pero él era quinientos años más joven, era otro Sesshomaru, no caería en lo mismo que su padre.
Ya lo había hecho, en otro tiempo, terminó dándole la razón al general. Ella al parecer lo valía. ¿A quién quería engañar? Claro que lo valía! Pero Sesshomaru se negaba a pensar lo que interiormente sentía " no sé lo que siento, si la deseo o si la quiero, pero si sé que no la merezco". De nuevo mirando al orbe protector, el Inu Daiyoukai exhibía los dientes a esa esfera que no se apartaba de la mujer. Lo molestaba, lo alteraba, cada vez que pensaba en l a sacerdotisa, de inmediato su pensamiento era invadido por su alma, estaba harto, estaba enojado, estaba afuera y el orbe adentro, junto a ella. Sentía rabia, molestia, una gran antipatía por el ente espiritual.
Lo miraba desde su lugar entre las sombras y susurraba para sí y para la bestia
"Esto es patético"
"Espías a la Miko"
"Ese orbe…"
"Qué con él"
"Ya debería desaparecer, ya estoy aquí para proteger a la sacerdotisa, al parecer no se irá"
"Tú te irías?"
"No"
"Hn. "
"Sientes rabia por un espíritu?"
"No"
"Estás celoso"
"No!"
"Tienes celos de ti mismo"
El Inu comprendió entonces lo profundo de sus pensamientos. La bestia nuevamente tenía razón
"Tengo celos de mi mismo…"
