NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

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SAIAI…

Capitulo 47

"Qué es lo que harás ahora"

La bestia le preguntaba muy interesado. Sesshomaru decidió esperar y ver cómo se las arreglaba la mujer, él de a poco intentaría darle a conocer su presencia e intentar acercarse a ella, tenía que lograr su confianza, que no le temiera y lo más importante de todo que se diera cuenta que él era un macho honorable y que siempre la protegería, obvio por ser alfa de la manada y ella un miembro más que importante para la misma. Sí, como no.

Así luego de que esa noche de tormenta pasara y Kagome despertara, todo transcurrió lentamente y tranquilo. Ella tomó la intrusión de Sesshomaru como si hubiese sido un sueño. Lo que la trastornaba era el hecho de que ella se dio cuenta de que no era SU Sesshomaru el que "Soñó" en la estancia del refugio, sino el otro, el de este tiempo, el asesino.

No podría haber llegado hasta aquí verdad? Nunca, Shippou no la traicionaría. Su aliento se atragantaba pensando en su hijo kitsune, no saber cómo había sido su viaje la ponía muy ansiosa.

Kagome intentaba cada día pasarlo tranquilo, su bebé estaba creciendo en el mejor de los ambientes, puro y natural, si sólo Sesshomaru estuviera con ella.

Luego de pasados unos días, casi diez, en los que era observada, estudiada, perseguida, escuchada, protegida…No era interés lo que motivaba al Lord, no, claro, era instinto de alfa.

La bestia le recomendaba acercarse, tratar de hablar con ella, sincerarse, pero el Inu Daiyoukai estaba renuente. Se sentía abrumado por la situación. Además, Kagome se procuraba de todo, nada le faltaba, era muy trabajadora, en sus quehaceres, lavaba su ropa, y sus utensilios, aseaba el refugio, acarreaba leña, y recolectaba frutas y vegetales, agua fresca, por las tardes la veía leer y lo que más le llamaba la atención al Daiyoukai era la frecuencia en que ella se bañaba, con agua fresca durante los días soleados. Se sentía satisfecho al ver que ella era una hembra diferente, era limpia, de buenas costumbres y además instruida.

Kagome había de a poco comenzado a tomar la costumbre de hablar consigo misma y con su bebé. Sus palabras no pasaban desapercibidas por el Lord del Oeste que iba tomando notas mentales acerca de sus preferencias y relatos. No entendía su comportamiento o el gusto de hablar con ella misma o con ese ser ficticio. -"Cómo me gustaría comer pescado"

Y curiosamente el pescado aparecía frente a su refugio en un charco de agua saltando. Kagome se maravillaba y por supuesto lo aprovechaba. Tal vez un ave rapaz lo dejó caer por accidente.

-"Debería comer carne si quiero mantenerme fuerte"

El cuerpo de un conejo apenas muerto, a un costado de la entrada del refugio

-"Oh, seguro espanté a tu captor, bueno a cocinar!"

Shimaru divertido no perdía oportunidad de molestar al Señor Cardinal.

"Qué haces?"

"Ella quería carne"

"Pareciera más que estuvieras presentando ofrendas para que acepte tu cortejo"

"Sinsentidos"

"Sí, como no"

Kagome sostenía su esencia bajo control, no se sentía segura ni siquiera en esa isla, su isla tan amada. Adentrándose en los caminos boscosos cada mañana caminaba hacia la playa, aquella playa donde Sesshomaru y ella habían compartido tantos momentos maravillosos. Caminaba por el borde donde el agua le acariciaba los pies. Solía girar abriendo los brazos, respirando profundo y en ocasiones riendo como una niña. El Lord Inu la observaba desde una distancia prudente, su youki estaba bajo control total, ella era muy sensitiva y seguramente notaría su presencia si no tenía cuidado. La bestia insistía en que intentara acercarse y hablar con ella, seguramente comprendería y podrían conocerse y lograr que confiara, para luego….Luego qué? Llevarla al Oeste? A quién quería engañar? Él tampoco quería llevarla al Oeste aún.

El orbe giraba en torno a ella jugueteando de manera mágica, ambos danzaban como perdidos en los acordes de una melodía inaudible. Sesshomaru estaba hipnotizado. No sabía qué tenía esa mujer que de a poco iba metiéndose en su piel. Le gustaba, y cada vez más… Ya mirando en cielo, el sol se alzaba en medio del firmamento, ese era el momento en que la Miko retornaba al refugio cada día. Cuando Kagome miró al cielo, de pronto quedó sin aliento. Ante su cara de horror el Lord desvió su mirada y lo vio, un enorme youkai dragón se lanzaba en picada hacia la mujer, ella corría hacia la zona boscosa. Sesshomaru se maldecía por haber bajado la guardia y permitirle a sus sentidos adormecerse con la hipnótica danza de la Miko y su orbe.

El orbe, no corría con ella, se había quedado detrás, aumentaba su tamaño hasta realmente convertirse en un estorbo en el camino del youkai dragón. Ante la huida de la joven el dragón sintió su sangre hervir, solía pasear por los aires de un grupo de islas lejanas pero hoy había decidió cazar más al Este en busca de una buena caza y al divisar desde el aire a la hermosa humana danzante optó por un tipo de cacería diferente, seguramente la hembra estaba perdida, nadie la extrañaría, y nadie sabría de su desliz, después de todo era un poderoso Ryu youkai, quién podría negarse a él? Rápidamente recobró su forma humanoide y comenzó la persecución. Kagome giró y le gritó que se alejara, que no deseaba lastimarlo ante lo que el dragón lanzó una carcajada espeluznante.

–"Herirme? Eres una patética hembra ningen, cómo piensas herirme arrojándome arena a los ojos?"

-"Mi esposo está cerca, no te atrevas!"

La bola de luz espiritual arremetió contra el dragón lastimándole los ojos. El dragón no comprendió qué sucedió, al ser un orbe espiritual, era puro, su pureza lo quemó. Elevando su youki el dragón lanzó fuego por su boca arrastrando al orbe hacia la zona boscosa golpeando a Sesshomaru en el pecho.

-"Tu esposo? Acaso alguien tocó ese hermoso cuerpo antes que yo? No me dirás que esa cosa que vuela a tu alrededor es tu esposo? Ajajajajajajaja"

-"Aléjate youkai! O te purificaré!"

Ante sus palabras Kagome formó dos enormes bolas de reiki, una en cada mano. Sesshomaru desde las sombras monitoreaba los progresos de la mujer en su defensa, hasta ahora lo hacía bien, pero ya tenía su mano en Bakussaiga y estaba listo para atacar. El orbe regresaba enfurecido a revolotear al dragón. El Ryu ni pensaba en detenerse, cazar una Miko era aún un reto mayor. La saliva corría por su garganta y se relamía.

-"Una Miko, emparejada? Eso es extraño…"

-"Aléjate youkai!"

Sesshomaru gruñía y repetía en voz casi inaudible

-"Lánzalos, lanza tus ataques de reiki, Kagome…"

Kagome…el Lord decía su nombre, pero bajo qué circunstancias, a riesgo de morir la joven.

Harta de estar asustada y en riesgo, Kagome intentaba que el macho dragón se alejara por las buenas, pero sus miedos comenzaban a superarla

-"Si estás emparejada por qué no huelo la esencia de tu macho?"

-"Eso no te incumbe! Sólo aléjate"

Y de pronto el ryu saltó y se paró frente a ella.

Kagome soltó su reiki, una y otra y otra vez, quemando el pecho, los brazos y manos del dragón que gritó horrorizado por el dolor que sentía, su rostro se iba derritiendo donde el reiki tocaba. La mujer era muy poderosa, ninguna Miko había podido con su poder, pero ésta, ésta debía ser la legendaria Miko que destruyó a Náraku. La mejor de las noticias, se daría el lujo de ultrajarla, humillarla, para luego comérsela y regresar con la cabeza de la mujer como trofeo.

Retorciéndose de dolor cayó sobre sus rodillas musitando

-"La Shikkon No Miko…"

Su deseo de venganza y prestigio lo impulsaban a levantarse. Ya de pie avanzaba

-"Tú serás mi trofeo, mi mayor conquista, maldita onna!"

Ella jadeaba y se giraba para emprender la huida de nuevo hacia el bosque, estaba aterrada, temía por la vida de su bebé, el dragón por su parte estiraba el brazo y con sus garras largas agarraba del cabello a Kagome y la jalaba hacia atrás, ella cayó de costado sobre la arena, con terror se abrazaba a sí misma protegiendo al bebé. Escondía su cabeza entre sus brazos y cubría sus oídos. Sesshomaru al ver la inacción de la mujer, saltaba muy alto y se arrojaba sobre el dragón

-"Por qué no te defiendes? Y dónde está tu esposo ahora que vas a morir?"

Desde el cielo la sonó una espeluznante voz que caló los huesos del ryu youkai

-"Aquí"

La tremenda explosión de youki. El dragón voló casi veinte metros cayendo en la orilla de la playa, sus ojos se abrieron al reconocer al mismísimo Señor del Oeste de pie frente a la Miko, con su katana en la mano y gruñéndole, ¿Ese era el esposo? Si eso era así, estaba en un gran problema, aunque problema era poco decir, estaba más que cagado.

-"Lord Taisho?...Usted es el esposo de la Shikkon no Miko?"

-"La mujer te pidió amablemente que te alejaras"

-"Pero, yo pensé…"

-"Debiste obedecer"

-"Pero es humana, es una Miko"

-"Es la Señora del Oeste"

(O lo será, o lo fue, el dragón no tenía porqué saber)

-"Y como tal debiste respetarla y alejarte, ahora no le dejas a este Sesshomaru otra alternativa que asesinarte"

-"Sesshomaru Sama, por favor no!"

Y luego de una explosión enceguecedora, el dragón dejó de existir para desintegrarse en el espacio ante los enormes ojos de Kagome que respiraba agitada sumida en la más profunda incredulidad.

-"Sesshomaru…S-Sama?"

-"Hn."

Extendiendo la mano se la ofreció a la mujer para que se levante

Kagome liberó sus oídos y la tomó sin dudar, luego retiró la mano. No era su Sesshomaru y temió por la seguridad de su vida y su tierno secreto que crecía en su vientre. Estaba absorta en su temor, estaba asustada, no entendía nada.

-"Este Sesshomaru no ha venido a lastimarte, Miko"

Ella lo miró otra vez, era tan hermoso, sus ojos brillantes eran los mismos, solo que fríos, sin esa calidez del Sesshomaru de su corazón. Pero estaba allí, y la protegió del Dragón. Tal vez no todo estaba perdido, tal vez podrían ser… aliados…

Amigos o amantes…Ni soñarlo, no con éste Sesshomaru. Sin embargo se preguntaba por qué él estaba aquí, en primer lugar? Cobró conciencia de que estaban caminando hacia el refugio cuando estaban ya en la entrada, ella lo había seguido todo ese tiempo? Y cómo era que él supo dónde vivía? Extrañamente el orbe revoloteaba a Sesshomaru ahora.

El Lord se detuvo frente al refugio. Ella se adelantó a entrar, él permaneció afuera. Esperaría. Si ella lo invitaba a pasar lo haría, de lo contrario permanecería en la zona selvática.

Kagome se volteó a verlo, se veía tan majestuoso y joven. Su corazón latió de repente lo cual el Inu sintió en sus sensibles oídos. Con un gesto de poner la cabeza de lado le dio a entender a la joven que no comprendía su sobresalto. Ella simplemente suspiró y le indicó que se acercara

-"Pase, Taisho Sama"

Él sintió sus palabras como un golpe en el estómago, pero ¿Qué esperaba? Ni siquiera él lo sabía.

Asintiendo con la cabeza se dirigió a la entrada, agachándose un poco ingresó. Ella lo hizo por detrás y enseguida dispuso agua a calentar

-"Té nos vendría bien, después de todo esto"

-"Hn."

Luego de servir el té para Sesshomaru, ella se sentó en seiza y comenzó a beber el suyo. El Inu observaba cada movimiento de la hembra. Reflejaba, fineza, pulcritud, corrección en su proceder, respetaba absolutamente el protocolo Inu. Veía los movimientos del cuello de la mujer al tragar el líquido caliente, las manos del Inu apretaban la taza para distraerse del erótico movimiento involuntario de Kagome. Luego se levantó excusándose y caminó hasta una esquina del refugio donde había varios objetos acomodados, de donde sacó un bulto envuelto en colores brillantes que crujía extrañamente. De él sacó unos extraños panecillos ofreciéndole primero a Él para luego tomar uno para sí. Ella sabía comportarse frente a él. La voz de la mujer lo despertó de su ensoñación.

-"Está vivo?"

El Daiyoukai levantaba una ceja

-"Mi hijo kitsune, Shippou…Está…?"

El aire abandonaba los pulmones de Kagome, su cuerpo temblaba, sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, mas no demostraba ninguna emoción. Sesshomaru vio todo el despliegue de emociones semi ocultas, y bebió su té para luego mirarla a los ojos. Los brillantes soles fijos en los ojos de la sacerdotisa.

-"Está en el palacio del Este, bajo la protección de Kokatsuna Sama"

-"Kokatsu…Na Sama…El padre de Krisstal?"

El Inu la miró extrañado, Kokatsuna Sama estaba emparejado a una youkai tipo humano, y tenía tres hijas la más joven se llamaba Krisstal y estudiaba para sanador, como su madre. Kokatsuna le había pedido que apadrinara a la pequeña Krisstal para que aprendiera de los mejores sanadores y estos obviamente estaban en el Oeste. La pequeña había sido presentada en sociedad hacía sólo dos lunas y Kagome no estaba en este tiempo para saberlo. Aún no decidía si la apadrinaría.

El Lord asintió sin preguntar nada, quería averiguar, todo lo que sabía la joven. Pero no quería demostrar interés.

¿Es que acaso la conoció en el futuro? Y a quién más?

-"Ah! Ella es una excelente sanadora y mejor amiga…Debe estar orgulloso de su ahijada Lord Taisho"

Allí estaba, su ahijada…Sanadora, amiga? Definitivamente la apadrinaría, si la Miko decía que era excelente no sería una molestia sin sentido.

-"El kitsune no quería hablar, pero la tormenta se abatió y temió por la vida de su madre"

Kagome asintió.

-"Llegó bien entonces"

-"Hn."

Luego de terminar el té, ella se dispuso a lavar los trastes. Él solo salió y miró a la mujer hacer y deshacer. Extendió su youki haciendo que Kagome lo mirara. Ella comprendió al verlo mirar hacia arriba que controlaba que no hubiese intrusos indeseables.

Enseguida comenzó a adentrarse en la selva

-"Arigato Sesshomaru Sama"

Gritó Kagome, y él se volteó y desapareció en la jungla espesa, esta vez permaneciendo el orbe con la mujer.

A la noche, Kagome mantenía la mirada fija en el fuego crepitante, sostenía un plato de guisado de conejo, pero las náuseas la tenían a mal traer. Ante una arcada, dejó el cuenco de guisado en el piso del refugio y salió a vomitar afuera. El Inu estaba sentado cerca en una roca, oculto de la vista de la hembra.

Kagome enjuagó su boca en la poza de la cascada. Su ropa estaba limpia pero ella, se sentía sucia y al no poder quitarse el hedor a vómito de sus fosas nasales, decidió bañarse. Trajo una muda de ropa limpia y algunos artículos de aseo. Ella elevó su reiki para controlar la respuesta del youki de Sesshomaru, o algún otro posible invitado indeseable, por si estaba cerca no desnudarse. No hubo respuesta. El Lord sintió la picadura de la energía sagrada en su piel, pero al darse cuenta de que ella intentaba cuidarse a sí misma, retrajo su youki y lo mantuvo bajo control, para que no asuste a la sacerdotisa.

La observó salir del refugio con objetos y telas en sus manos y sus ojos se abrieron ante el detalle del atuendo de la hembra humana, una tela grande apenas atada bajo los brazos. ¿Qué intentaba hacer? Tal vez se sintiera sucia luego de vomitar de esa manera, tal vez el conejo no era la mejor opción en carnes para la onna. No más conejo, pensó. Cazaría jabalí. Incorporándose un poco vio muy incrédulo que la mujer dejaba caer la tela para adentrarse en el agua fría.

Sesshomaru tragaba duro, su vista le mostraba un cuerpo torneado, musculoso, con cicatrices muy atractivas, la piel pálida de aspecto suave, su cabello recogido permitía ver el profundo surco de la espalda que llegaba hasta su trasero redondeado y tentador. Por primera vez se tomaba el trabajo de mirar una mujer humana desnuda y apreciarla.

Maldito bastardo el que tenga la suerte de tocar esa mujer. Sus ojos se afinaron dándose cuenta de que ese alguien no era otro que él, o sería él, o lo fue. Ah demonios qué confuso. En el interior de su hakama su masculinidad comenzaba a removerse cobrando vida, ¿Qué? Sesshomaru puso su mano para comprobar sus sospechas, efectivamente estaba excitado por mirar a Kagome darse un baño a la luz de la luna. Era la primera vez que tenía esa reacción por una hembra ningen. Pero la miraba de nuevo, era espectacular ejemplar femenino, cómo no reaccionar? Vamos, era un macho muy potente, y ella una hembra muy poderosa era obvio que se sintiera atraído, poderosa, noble, fuerte, instruida, hermosa, sensual, atractiva, única.

Kagome dentro del agua nadaba para mojarse y luego regresaba a la orilla para enjabonarse y lavar su cabello. El aroma de las esencias naturales de frutas llegaba a los sentidos del Inu Daiyoukai, él aspiraba profundo llenándose los pulmones de ese aroma y… pero sólo ese aroma…dónde estaba el aroma de la onna? Seguía ocultándolo? Por qué?

El orbe flotaba alrededor de Kagome y Sesshomaru lo detestaba cada vez más.

-"Regresarás a mí, maldito, aunque no quieras"

Susurrando le decía mostrando sus dientes otra vez. La bola de luz flotó unos instantes y continuó su danza esta vez como acariciando a la mujer. Kagome suspiraba sintiendo las suaves cosquillas espirituales, sentía como si le pasaran una pluma por la piel. Ella se enjuagaba los cabellos hundiéndose en el agua. La luna coloreaba la laguna de azul profundo, Kagome recordó la caverna y sin pensarlo dos veces tomo dos bocanadas de aire y se hundió una vez más rumbo a la caverna azul. Luego de unos minutos que la mujer no salió, Sesshomaru se incorporó y continuó mirando,

-"Ya saldrá…"

No sucedió, de pie más cerca miraba y esperaba.

Nada.

Ya al borde, en la orilla intentaba ver bajo el agua, pero no veía nada, la preocupación lo golpeó, ni siquiera el maldito orbe estaba.

-"Ya basta!"

Elevó su youki de manera abrumadora, tanto que una bandada de aves que dormitaban en las copas de los árboles volaron despavoridos en todas direcciones para huir del espeluznante peso del youki del Lord Cardinal. Una leve respuesta en la cascada, tal vez estaba en problemas, o enganchada bajo el agua, se quitó la ropa y se arrojó a la laguna siguiendo el pulso del reiki de Kagome, aspirando profundamente un par de veces, se sumergió y sus ojos no podían creer lo que veían, un túnel sub acuático y a lo lejos luz azul, hacia allá iría.

Kagome sintió el picor del youki del Lord, lo conocía muy bien. Intentó controlar su reiki, pero no lo logró. Tal vez por el cansancio, ni modo, él jamás podría encontrarla aquí, se recostó y se relajó,

-"Ya se irá"

Ya se irá? Ojalá nunca se hubiese ido. Ojalá Náraku nunca hubiese puesto sus garras en su tiempo. Recordaba sus momentos románticos en esa cueva, lágrimas caían por sus mejillas.

-"Maldito Náraku… Sesshomaru…"

El dolor se olía en el aire, la tenue luz rosa de la energía sagrada de la sacerdotisa teñía el azul del lugar volviendo todo de un místico color violeta. Sensual, hipnótico…

Sesshomaru estaba preocupado y mucho. Si fuese humano diría que aterrado. No entendía sus sentimientos, pero no deseaba que le sucediera nada malo a la Miko.

Asomaba la cabeza del agua y se maravillaba con la vista un paraíso oculto, luz violeta, hedor a tristeza, y el más atractivo cuerpo de mujer que había visto en sus trescientos años de vida. Kagome.

Su corazón se estrujó, al verla tirada en el suelo, pensó que estaba muerta, pero ella sollozó y dijo… Maldito Náraku y… Sesshomaru…

Nadando sigilosamente, saldría a regañarla por hacerle creer que estaba en peligro, cuando su voz lo hizo cambiar de parecer.

-"Sesshomaru…Saiai…"

Saiai? El corazón del macho Inu se hinchó de pronto. Ella lo llamaba, estaba desnuda y lo llamaba. Y además le dijo Saiai… Lo amaba.

El instinto se hizo cargo de su voluntad.

No supo qué lo motivó a acercarse.

Como un depredador sobre su presa, Sesshomaru caminó sobre sus manos y rodillas cubriendo el cuerpo femenino con el suyo, hasta quedar cara a cara con Kagome. Ella sintió su calor sobre su cuerpo y abrió los ojos.

Se encontró con ese hermoso rostro tan amado y esos ojos de oro fundido que le calentaban el alma.

Él respiraba agitado, su bestia asomaba a los ojos. La estrella roja en sus pupilas, esa que Kagome tanto conocía.

Pasó su mano por la mejilla del Inu, provocando que él cerrara los ojos

-"Sesshomaru…Shimaru"

Al oír sus palabras abrió los ojos repentinamente, Shimaru? Ella se había apareado al modo Inu tradicional, también con su bestia. El pensamiento lo excitó sobremanera. Kagome recorrió los costados del torso del Inu con las uñas apenas sobe la piel. Sesshomaru hundió su nariz en el cuello de la mujer, se encontró con la gran marca y otras cercanas. Se apartó para verla, su mirada era cálida, y triste.

Ambos se miraban compenetrados el uno en el otro, el orbe agitado brillaba plateado. Sesshomaru respiraba y olfateaba a la mujer que no olía a nada

-"Por qué ocultas tu aroma a este Sesshomaru"

Kagome cerraba los ojos y sus lágrimas corrían por los costados externos de sus mejillas.

-"Tengo algo que proteger…"

Sollozaba

-"Libera tu esencia"

Ella negaba con la cabeza

-"Gomennasai"

-"LIBÉRALA, es una orden de tu alfa!"

Tomando aire profundamente ella continuó negando

-"Él era mi alfa…"

Ella cubrió su rostro para liberar su llanto desesperado, su cuerpo se sintió frío de repente. Abrió los ojos. Estaba sola en la cueva, desnuda y helada, sólo la ondas en el agua que se movían en la poza, Sesshomaru ya no estaba…