NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.
GRACIAS POR LOS COMENTARIOS, SON ESPECTACULARES! GRACIAS ABSOLUTAS POR SU APOYO. TODO MI CARIÑO A TODOS MIS LECTORES.
DESDE YA GRACIAS POR LA PACIENCIA.
ABRAZO ENORME.
Capitulo 61
ACTITUD SORPRESIVA
El Lord estaba sumido en la incredulidad, el desprecio y la ira.
El primer golpe hizo que Inuyasha atravesara todo el estudio hasta golpear contra la pared del fondo de la habitación.
El segundo golpe lo estrelló contra las puertas de ingreso abriéndolas de par en par, provocando que de a poco los habitantes de palacio salieran de sus habitaciones a ver qué causaba semejante revuelo.
La seguidilla de golpes rugidos, explosiones alertó a todos los habitantes del palacio y también a los que acampaban afuera.
Tres, cuatro, cinco…Seis, Uno tras otro Inuyasha los recibió sin inmutarse, se dejaba golpear, tal vez así, su culpa sería menos pesada y dolorosa.
El séptimo golpe hizo que el mestizo arrastrara consigo a Miroku, el guardia del despacho y el guardia de la puerta del dormitorio del general perro, casi estrellándolos contra Danaka que venía de su ronda en la terraza del ala Este.
Irasue se asomaba alarmada, Kikyo horrorizada corría a socorrer a su pareja, arrojándose sobre el mestizo le gritaba al Lord enardecido
-"Sesshomaru! Qué demonios te sucede?!"
-"Nada que te incumba Miko…Y si no deseas ser arrojada como basura del castillo, no vuelvas a dirigirte al Señor del Oeste de ninguna manera informal"
-"Sesshomaru…Musuko… Nande?"
-"No se entrometa Lady Irasue! Mire sus ojos!"
La bestia resoplaba, babeaba salpicando a todos lados, sus ojos, flamas carmesí.
Los sirvientes que se asomaban era arrojados contra las paredes, la sangre salpicaba las prístinas paredes del palacio de la luna.
Inuyasha no combatía, ni se defendía, la bestia sabía de su sentimiento de culpa y solo por eso no lo asesinaba, quería hacerlo sufrir…Y mucho.
Era manada después de todo y estaba demostrando honor, valentía, sentido de justicia y amor hacia la Señora de la Luna.
Recibiendo y aceptando su castigo sin repelerlo, dignificando su lugar como segundo de la Casa Cardinal del Oeste.
Eso y su confesión, habían salvado su vida… O tal vez no.
Sesshomaru se estaba perdiendo dentro de su bestia consumiéndose en el odio hacia los hechos que habían lastimado tan profundamente a su amada sacerdotisa. Pena, dolor, humillación, era poco lo imaginable, imperdonable para la cultura youkai.
Dentro de su mente asía sus cabellos y se enterraba las uñas en el cuero cabelludo, gritando su odio a todo pulmón mirando hacia el cielo clamando a su padre
-"Te ríes de mí ahora! TAISHO TOUGAAA! Chi chi ue…"
A todo este revuelo, Kagome escuchó los estruendos y salió atando su bata de seda. Caminando descalza hacia los sonidos de los lamentos y gritos de Kikyo.
El piso de mármol estaba helado, impecable, sin una sola piedrecita que agrediera la piel de sus pies a su paso.
Caminó hasta que los sonidos cobraron sentido.
Hasta que dio la vuelta en una esquina del pasillo y quedó tiesa observando el espectáculo.
Los sirvientes y empleados levantándose ayudados por Sango y Miroku.
Inuyasha hecho una pulpa en el suelo, Kikyo a su lado de rodillas gritándole a Sesshomaru…Shimaru…
La historia se repetía…
Pero, ella aún no lo había marcado. ¿Qué sería lo que había sucedido para que su muy enfadado macho Inu reaccionara así?
Kagome veía las salpicaduras de sangre de Inuyasha, las lágrimas de Kikyo, sus amigos aterrados mirando a la enfurecida bestia que exigía un sacrificio de sangre.
El reiki comenzando a correr por su piel.
Las manos cerradas en puño, su cachorro moviéndose molesto en su interior…
Su cachorro… Nadie molestaría a su cachorro, jamás!
Danaka que se iba sobre el Daiyoukai con las manos por delante
-"Mi Lord… Ya es suficiente"
-"Apártate tigre o sufrirás tú también la ira de este Sesshomaru"
El Lord enfrentándose al tigre. El macho Tora con sus manos sobre los hombros del Daiyoukai intentando frenarlo.
Sesshomaru caminaba sin detenerse, deseaba llegar hacia su hembra, sus ojos rojos y sus gruñidos sobresaltando a los presentes.
Y la joven y potente voz acompañada de un gran poder que crepitaba chocando sus rayos de estática sagrada contra las paredes del pasillo hizo parpadear al indetenible Señor del Oeste
-"Otosan, apártate!"
-"Kagome Sama! No se acerque!"
Sesshomaru miró a su mujer con sus ojos desorbitados y parpadeando frente al rastro de destrozo que se veía por doquier.
Su corazón se constriñó frente a su rostro horrorizado, rostro que no quitaba de él.
-"No dañes a Danaka Sama, onegai!"
Inuyasha se ponía de pie tomando a Tessaiga. Frente a la sacerdotisa con actitud defensiva y Kikyo a su lado levantando sus manos imbuidas en su propio reiki
-"No lastimes más a Kagome! Basta con lo que yo hice! Piensa en el cachorro!"
Kagome se ponía de rodillas y tomaba su vientre, su voz apenas audible.
-"No dañes a Danaka…No dañes a mi bebé"
Irasue vio el movimiento de la sacerdotisa… Miró a su hijo, a Danaka, a Inuyasha que no se defendía pero suplicaba por la Shikkon no Miko y su…Cachorro?
Su cerebro de inmediato armó el rompecabezas y el golpe la aturdió por unos momentos de los que salió rápido ante el sonido de la cachetada contundente que resonó en el lugar.
Agachada tomando su mano, la exterminadora sacudía el apéndice infractor debido al dolor del poderoso golpe que le propinara al Señor del Oeste sacándolo de su ilusión agresiva devolviéndolo a la realidad.
Miroku aterrorizado se ponía frente a su esposa, dispuesto a morir por defenderla. El enorme macho Inu se encontró en una tormenta de lealtades, pero la tajiya conocedora de la cultura youkai comenzó a hablar
-"Hé ganado mi ejecución por faltarle a mi alfa…Pero primero, entregaré mi vida gustosa para defender a mi hermana"
Sesshomaru aún con sus ojos teñidos con la estrella roja en su centro, gruñía por lo bajo de manera que erizaba la piel de los presentes.
-"Apártate monje…"
-"Perdóneme, Mi Lord…Pero no permitiré que toques a mi esposa, ni a Kagome "
En un segundo, Sango colgaba de las garras el Lord, Miroku en medio de los dos, aplastado.
La mirada fija ardiendo sobre los humanos, los dientes prominentes chorreando saliva, la voz gutural y aterradora
-"La exterminadora y el monje…No temen morir?"
-"Sesshomaru Sama… Perdón…Pero yo no puedo dejarte dañar a Sango…"
Kagome sollozaba, Irasue la miraba como secaba sus lágrimas y lentamente se ponía de pie. Su reiki aumentaba estrepitosamente, comenzando a agredir a los youkai presentes.
Lentamente y los youkai, semi asfixiados, comenzaban a caer. El youki del Daiyoukai respondía abrumando a los sagrados, aplastando a Miroku y a Kikyo.
La madre de Sesshomaru no podía respirar casi, mucho menos hablar, para detener esa locura. Pudo haberlo hecho antes, pero decidió probar a la futura Señora del Oeste y comprobar su valía, de lo cual se arrepentía, ya que iba a morir víctima de la legendaria energía sagrada que había eliminado a Náraku hacía ya unos años.
Qué error haber dudado de su potencia…Digna Señora de la Luna, poderosa, sin miedo, fiera como su hijo…
Su humanidad sólo le agregaba color al futuro incierto que ella había vislumbrado para el Oeste, y para su solitario Señor.
La insipiente sonrisa de Irasue pasó desapercibida por todos.
Ante el tremendo despliegue de reiki, trozos de las paredes y los techos comenzaban a caer.
Mientras afuera, los Lores Cardinales y los ancianos del concejo eran recibidos por Jaken y el despliegue inusual de energías luchando. Todos se miraron y no comprendiendo lo que sucedía se apresuraron a ingresar a palacio e ir hacia donde provenía la molesta energía sagrada. Y el tremendo despliegue de youki.
Pensaron que el Lord del Oeste estaba siendo atacado por alguno de los sagrados de su nuevo grupo de humanos.
Gritando y vociferando apresuraban su paso hasta llegar y ser recibidos por el increíble dolor causado por el choque de potencias. Los ancianos comenzaban a caer y los Lores poderosos lograban mantenerse de rodillas al menos.
Los presentes volteaban a mirar a Kagome que lentamente se acercaba a Sesshomaru y se detenía una vez frente a él.
El macho la miraba apretando los dientes. Y liberaba a Sango y a Miroku concentrándose en ella.
Es que acaso ella no entendía que su odio y rencor era por culpa de Inuyasha? Que estaba defendiendo su honor?
Estaba desafiando a su alfa ella también? Es que las hembras se habían vuelto locas?
-"No me enfrentes sacerdotisa…"
PLAF!
El silencio generalizado…Uno de los ancianos iracundo con lo último de su aliento
-"La onna debe morir!"
-"Maldita MIKO!"
Ahora el grupo de humanos y Danaka estaban intentando ponerse de pie para defender a la joven y su bebé del iracundo Lord Occidental y los demás.
Tendidos en sopor intentando resistir el peso del poder. Le hacían saber al Lord que defenderían a Kagome a pesar de morir en el intento.
La tremenda cachetada en la otra mejilla del Inu, provocó que el estómago de Inukimi se retorciera de risa y de temor.
Pero nada podía hacer aún presa del reiki que mordía su cuerpo con fiereza.
Sesshomaru gruñía y se resistía elevando su youki, ella estaba muy enojada, y no pensaba retroceder
-"No sé qué lo llevó a actuar de esa manera Mi Lord…Pero es la última vez que permito que este tipo de disturbios altere al heredero de Inu No Taisho"
Los ojos del poderoso macho Inu bajaron hasta fijarse en el vientre de la mujer.
La energía del cachorro era agresiva para él.
Ella había estado bajo mucha ansiedad y ahora él también le provocaba una buena dosis de aquello.
No se terminaba de recuperar y otra vez…
Le vio razón a su hembra, mas no podía permitirle rebajarlo delante de sus empleados y subalternos y demás visitantes.
Estaba en una disyuntiva, demostrarse fuerte frente sus súbditos y perder a su mujer, porque seguramente ella no toleraría su ataque y lo dejaría de inmediato, de eso estaba seguro, o demostrarse débil frente a ellos y ceder ante ella y su hijo, y perder el respeto de sus discípulos, el concejo y sus aliados…
Era un Señor, el más poderoso…
El Youki aplastando a los sagrados, el reiki atormentando a los demonios
-"No soy nada más que una humilde Miko humana…Pero mi cachorro lleva la sangre del general Perro, una vez que nazca y glorifique su memoria podrás matarme, Taisho Sesshomaru Sama"
La mano con garras tomando el frágil cuello de Kagome, los youkai luchando con la mordida del reiki , los humanos con la del youki, para defenderla.
-"No…"
-"Deténgase Mi Lord…"
-"Basta…Onegai"
Los lamentos de los visitantes.
Irasue crepitaba ante la energía. Su pálida e impoluta piel se estaba comenzando a calcinar marcándola horriblemente, pero el dolor no la afectaba tanto como la potencia y fiereza que la pequeña mujer demostraba, enfrentándose a la propia perfección de matar , para defender el legado de la sangre del Oeste.
El orgullo comenzó a correr por sus venas y dulcemente se entregaba a morir bajo el poder místico que bendeciría las tierras de su pareja fallecida otorgándole poder inigualable, con un cachorro perfecto.
Inuyasha se arrastraba pero aún con Tessaiga intentaba proteger a su amiga, Kikyo aumentaba su reiki como podía para ayudarla, ella valía la pena, por ella todos se habían deshecho de Náraku, Kagome había completado su tarea inconclusa y ahora podían vivir en paz.
-"Este Sesshomaru jamás lastimaría a su cachorro…Jamás!"
-"Me estás lastimando!"
-"Cesa el ataque de tu energía sagrada!"
-"Retrocede youkai!"
-"Sométete Sacerdotisa!"
El choque de energías lastimaba a todos, Kagome y Sesshomaru estaban en una batalla de poder que los tenía sumergidos en una ceguera absoluta, no veían nada a su alrededor.
Irasue supo de inmediato de lo que se trataba, como así Danaka y los demás youkai.
Los ancianos no lo podían creer.
FRENESÍ…
Antiquísimo, prohibido, secreto, peligroso… Sólo posible con unos pocos.
Las energías iban y venían apenas, dejando respirar a los que observaban retorciéndose en el suelo.
Danaka con lo último de sus fuerzas alcanzó a musitar pero de manera audible
-"Libere a los inocentes…Kagome Sama…"
Ante la voz de su padre, la joven inspiró para respirar un poco y su reiki apenas fluctuó, lo suficiente como para que los youkai tomen a los humanos y se retiraran lo más lejos que pudieran del lugar.
En su retirada la incredulidad en los ojos de los invitados al banquete, qué poderosa hembra humana podía provocar un frenesí después de tantos siglos…
Hicieron lo único que podían hacer, huir.
Ante la fluctuación, Sesshomaru apretó un poco más el cuello de la Miko que reaccionó quemando su mano dolorosamente.
-"Cesa de inmediato tu falta de respeto a tu alfa, Miko"
-"Jamás… No cederé la calma de mi hijo ante nadie"
Masticando las palabras y siendo bombardeados por los trozos de mármol del techo
-"No intento agredir a mi cachorro"
-"¿Qué intentas hacer entonces?"
Cara a cara apretando los dientes, clavando las garras en la piel de la hembra, y Kagome provocando un agónico ataque de reiki que chocaba con youki explotando a su alrededor
-"No cederé youkai"
-"Sométete a mí, mujer"
El olor a quemado, a miedo, a odio, a deseo…
Deseo…
La bestia y Sesshomaru acercando a la mujer a sus fauces
-"Sométete o muere…"
-"Jamás…"
El poder sagrado envolviendo al macho lastimado. El cuello casi roto de la mujer.
El dolor lejos de atemorizarlos, impulsándolos a luchar.
-"Si caigo…Vendrás conmigo youkai…"
De pronto la explosión de energías hizo estallar los cristales de los ventanales del palacio provocando pánico en los que miraban desde afuera y los que presenciaron la batalla desde adentro.
Las bocas de la Miko y el Daiyoukai de pronto chocaron en un beso hambriento.
Sin detenerse un minuto a pensar en nada, poseídos por la fuerza del choque energético… Sucumbieron al apetito voraz del FRENESÍ.
Devorándose violentamente golpeando contra las paredes y rodando, cayendo, arrastrándose, volteando de cabezas el mobiliario, hasta llegar a duras penas al dormitorio cerrando la puerta tras de sí.
Las ropas arrancadas, el aroma de la sangre, y el deseo.
Las manos llenas de carne sensual, las bocas hambrientas, el poder embriagador.
El youki penetrando el cuerpo sagrado junto a la potente carne masculina. El ardiente reiki recibiendo los embistes del poder youkai, las uñas enterradas en la espalda dejando marcas que competían con las rayas magenta de su legado Inu.
Los colmillos profanando la frágil piel humana exigiendo sumisión.
Besos, mordidas, rasguños desesperación
El intenso encuentro llevándolos casi a la inconsciencia y al desmayo.
Placer, dolor, pasión, poder, sexo, amor…
Ingredientes cuya mezcla producía un poder irresistible a las parejas perfectas, destinadas a unirse desde el comienzo de los tiempos y esta, era una de ellas…
Perdidos en el Frenesí absoluto nada existía alrededor.
Sesshomaru sentaba a la Miko sobre sus piernas para abrazarla de frente y disfrutar su rostro extasiado, con sus garras en las caderas femeninas apresuraba sus embistes.
Los jadeos, gemidos y besos hambrientos continuaban en el dormitorio real.
Las palabras no existían, sólo las miradas, los besos, las demostraciones de afecto violentamente sensuales los envolvía completamente.
Su inconsciencia resultaba del deseo desesperado de unirse con su otro ser predestinado. Casi al límite de sus fuerzas los amantes enredados de pasión se devoraban desesperadamente.
Su encuentro sensual sobre las blancas y sedosas sábanas, la pasión consumiéndolos por completo.
No había espacio de piel sin explorar, lamer, morder o besar…
Profundamente unidos mientras la danza sexual los arrastraba a moverse rítmicamente.
El Lord besaba y mordisqueaba los pechos de la joven y ésta, casi perdiéndose en el placer instintivamente tomó los cabellos del macho exhibiendo su yugular a sus ojos sedientos y sin siquiera pensar en nada, mordió con desesperación intoxicándose de la sangre youkai mientras su reiki penetraba hasta la última célula del poderoso macho que gemía y lloriqueaba sumido en placer frenético. La bestia cerraba los ojos disfrutando su marca, al fin…
Separándose del Sesshomaru para gritar su placer Kagome fue sorprendida por las garras que la inmovilizaron y los colmillos hundiéndose en su cuello marcándola muy visiblemente en su tierna y pálida piel. Estaba hecho, nada los podría separar ahora. A partir de este momento eran uno, y serían uno por toda la eternidad.
Abrazados, compenetrados jadeando agotados, permanecieron por varios minutos hasta que lentamente se tumbaron sobre la cama y en la misma postura, se dejaron llevar por el cansancio.
Los gritos y aullidos no escaparon de los oídos generales, provocando muchos sonrojos entre los humanos, pero para los youkai era motivo de celebración, y así lo hicieron. Gran banquete se dispuso en honor de los emparejados por el destino, no había nada que decir, eran una pareja perfecta y predestinada, y así lo celebrarían, a lo grande.
Irasue observaba el despliegue de los festejos. Un Frenesí… Y Sesshomaru ni más ni menos.
Del último Frenesí del que se tuvo conocimiento había nacido un cachorro perfecto, que llenó de gloria las tierras del Oeste, Taisho Touga y ahora su hijo lo sucedería como heredero absoluto e irrefutable.
Mirando los vestigios de quemadura de reiki en sus manos, sonreía pensando que gobernaría con una hembra poderosa, digna de la Casa Cardinal del Oeste, la Shikkon No Miko.
-"Si estuvieras aquí Touga Sama, estarías muy orgulloso de nuestro hijo…"
Suspirando y anhelando ver nacer el cachorro que la sacerdotisa llevaba en su vientre, Irasue, Inukimi, bebía su copa de mirín contemplando como la luz de la Luna, teñía de plata las cimas de las montañas.
En el salón risas, bailes, brindis y unos humanos muy confundidos, intentaban comprender lo ocurrido momentos atrás.
Inuyasha , Kikyo, Miroku y Sango sentados en un rincón semi- apartado del resto, trataban de beber un poco de algo que los saque de su asombro y confusión. ¿Cómo era que de casi matarse, Kagome y Sesshomaru habían terminado encerrados en su habitación…? ¿ Y según Irasue Sama teniendo sexo? ¿Es que estaban todos locos?
Sus ojos iban y venían asombrados por el despliegue de la celebración.
En el dormitorio real, Una Miko abrazaba a su pareja. Secaba su sudor, calmaba sus jadeos desesperados en busca de aire. El pasado, presente y futuro, embistiendo la mente del Lord.
La pequeña tela sumergida en agua fría, no había sido suficiente. Como pudieron se arrastraron al onsen, en el sitio más bajo y tibio intentaban calmar los escalofríos y sudores pesados que el abatido macho Inu estaba experimentando.
Un Daiyoukai, febril, sumido en visible tormento que comenzaba a temblar castigado por los recuerdos de vivencias propias, ajenas y futuras, que podrían a prueba la cordura del poderoso Señor del Oeste.
-"Resiste, Sesshomaru, tú eres el más fuerte, mi amor…"
