NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.
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ABRAZO ENORME.
Capitulo 63
Espeluznante
Entre los recuerdos que se sucedían, luego de experimentar las garras y manos aventurarse en todo su cuerpo, sujetando las náuseas, la marca fallida de Inuyasha y escucharlo decir "Te amo tanto Kikyo" sintió el odio carcomer sus entrañas y la horrorosa tristeza de la mujer, SU mujer.
Presenció las semanas siguientes a eso, la vida de la joven en la aldea, su propia llegada en Ah Un para unirse al grupo y traer a Rin, y el sentimiento de cariño que le tenía a la niña y el afecto y admiración sinceros que Kagome tenía por él en aquellos días.
De pronto Sesshomaru se vio en las tierras del Norte. Caminaba por unas cascadas cercanas a lo que parecía la guarida de los lobos.
De pronto sus recuerdos se volaron a la tristeza por Inuyasha, el dolor que sentía parecía ahogarlo a muerte, sabía que eran los sentimientos de Kagome y no podía evitar sentirlos, no podía superarlos, eran terriblemente dolorosos.
Algunos flashes de los intentos del príncipe lobo por hacerla sentir en casa, los banquetes, las cacerías, los paseos en los bosques en manada y todos los demás llamándola Onee San, tratándola como una hermana…
Y una noche en particular, de mucho calor y luna llena…
Se miraba mientras se enjabonaba la piel, en el agua fresca, veía su cuerpo, pero era el femenino y atractivo cuerpo que ahora reconocía de su pareja, tomando un baño a solas en la laguna, la llegada del lobo, su vergüenza y sus intentos de alejarlo. Las dulces palabras de confort del Ookami para lograr que dejara su pena y tristeza
-"Ese asqueroso chucho no merece ni una de tus lágrimas, Kagome"
Y la confusión y los músculos de Kouga, su caliente pecho, los brazos poderosos rodeándola, confortándola, el profundo beso que ella no resistió, la sensación de desear olvidar en brazos de un ser en quien confiar.
Se vio recostado sobre su espalda mirando la hipnótica luna y sintiendo dulces caricias y palabras…El sonido del agua y su voz.
La voz del Señor del Norte hablándole en tono sensual, tocándolo, acariciándolo… A él?
No, a ella…
-"Compártete conmigo, Kagome…Déjame hacerte olvidar…"
La sensación de placer corriendo por su cuerpo…Un momento placer? Casi sin querer, mirar, levantar la cabeza hacia la entrepierna de la mujer que se veía los muslos separados y entre ellos la cabellera oscura y los azules y seductores ojos que la veían desde allá abajo compenetrado en hacerla olvidar.
-"Tócame con tu energía sagrada…Dame un poco de tu reiki…Te quiero, mujer"
La sensación del fuego placentero de casi llegar al cielo, la decisión de dejar ir un poco de reiki al macho que la besaba, que la acariciaba, que la consolaba…
-"Ka-Kagome…Se siente…Es…Increíble…"
Y luego…La incomodidad, la culpa, el golpe de la realidad de no desear lo que estaba sucediendo
-"Kouga…basta. Yo… No…Deseo esto"
La reacción respetuosa e inmediata el macho Ookami de liberarla y sentarla frente a él para abrazarla, cubrirla con una prenda y tranquilizarla con palabras cariñosas…
Era un macho confiable y muy honorable, pero presenciar todo esto…
Deseaba asesinar al lobo y desintegrarlo hasta que no quedara ni una simple gota de sangre en el mundo que atestiguara que una vez, un lobo llamado Kouga del Norte existió.
Pero de nuevo, él había estado allí para ella. No era ruin, ni traidor, ni mentiroso y la había amado al parecer lo suficiente, como para intentar brindarle todo un mundo nuevo para ella, un hogar, protección, cariño, respeto y amor…
La bruma lo envolvía y lo arrastraba al parecer a sus días previos a su regreso al futuro, su cueva, su decisión de regresar, la despedida de la anciana Miko y su salto al pozo…
Mientras el general Tora intentaba consolar a la Señora que lloraba
-"Mi Lady, no llore"
Danaka apretaba las manos de Kagome, sin comprender el por qué de sus lágrimas tan sentidas.
Jaken sólo miraba que Sesshomaru descansaba tranquilamente en el regazo de la ahora Señora del Oeste.
-"Cuando el pozo me devoró y mi tiempo desapareció, Sesshomaru alcanzó a decirme que me amaba y que el nombre de nuestro cachorro era YASHAMARU, y ahora, Sesshomaru escribió esto, antes del frenesí y todo este desparramo de cosas, Danaka Sama, me emociona saber que son el mismo, que siempre estarán conmigo, que Náraku no pudo contra nosotros y tenemos una nueva oportunidad…"
Claro como un cristal, ahora ambos machos youkai comprendían la emoción de esas lágrimas y no podían evitar sentir empatía con la joven. Después de todo había sufrido tanto y a pesar de ello, allí estaba, firme y fuerte, llevando la esperanza del Oeste en su vientre.
Todo esto sin notar ninguno los dorados orbes que los observaban desde el regazo de Kagome. Un muy despierto Daiyoukai que no podía evitar sentirse muy vivo y emocionado, por todos los acontecimientos recientes.
-"Es mi cachorro, y quiero que lleve ese nombre, o pretendías que lo deje sin reconocer"
-"Sesshomaru!"
Los abrazos y besos de la sacerdotisa no se hicieron esperar a pesar de los machos presentes en la habitación y los profundos sonrojos, la pareja no escatimaba demostraciones de afecto.
Nada típicas del Lord estoico y frío de Occidente, pero a nadie pareció molestarle después de todo eran solo, Danaka, Jaken, Kagome, Sesshomaru y un desconcertado Inuyasha que junto a Miroku y Sango ingresaban a chequear el estado de su Señor.
-"Oi Cabrón, recién abres los ojos y ya estás sobre Kagome, Calentón hijo de puta!"
-"Inuyasha"
Los hermanos fijaron su mirada uno en el otro. El mestizo no pudo identificar, el gesto extraño en el rostro del Lord. El brillo en sus ojos le recordaba un poco al de los ojos de Izayoi cuando él le traía amapolas silvestres del campo.
-"Keh! Esa cara me asusta como la mierda, mejor me voy…Ah Kagome, Ayame y el sarnoso dicen HOLA"
Mirándose los dos, Inuyasha alcanzó a guiñarle el ojo antes de salir. La Miko comprendió de inmediato. Todos menos Sesshomaru suspiraron aliviados. Sólo había que esperar y ver cómo reaccionaba el Inu Daiyoukai a esos recuerdos de Kagome.
Si bien Mirai no los compartía con él, no había manera de evitar que los recuerdos de la sacerdotisa, se hubieran abierto al Lord.
Sentándose en la cama, Sesshomaru se fregaba la cara intentando quitarse la pesadumbre de la lucha de energías por la marca de apareamiento. Y las espeluznantes escenas de esta última seguidilla de recuerdos, obviamente los de Inuyasha y especialmente de Kouga mirándolo de entre sus piernas ah! Por Kami cuánto deseaba asesinar a ese malnacido del nuevo Señor del Norte…
No podía culpar a Kagome, ella huía del dolor, de la pena, y el Ookami, le ofreció consuelo, protección, amor, aunque ella lo rechazara.
No los culparía, pero eso no quería decir que la situación le agradara.
Para nada, la sangre de Inu posesivo le hacía rechinar los dientes. Cuánto, pero cuánto deseaba tenerlo de frente y poder "aclarar" algunas cosas con él…
Aún reverberaba el poder del reiki recorriéndole el cuerpo. Era doloroso, placentero, hacía cosquillas de a momentos y por otros quemaba. Abriendo bien los ojos se encontró con una multitud en su habitación.
Jamás se había sentido tan invadido por los humanos antes, si bien no era de su agrado, no se sentía tan mal después de todo, sería por que los consideraba manada y ninguno olía a temor, burla, molestia, sino todo lo contrario, todos olían a alegría, eso era bueno.
-"Tomaré un baño…Amaneció ya?"
-"Mmm, faltan unas horas, Mi Lord. El desayuno ceremonial estará listo en tiempo y en forma para cuando el sol se alce en el horizonte"
-"Hn."
Todos saludaron y felicitaron a la pareja para luego retirarse y dejarlos solos.
Sesshomaru estaba en su cama apenas cubierto con las sábanas de seda.
Agradecía interiormente que la seda fuese opaca y no permitiera transparencias de ninguna índole, ya que no llevaba nada puesto, al parecer se había quedado inconsciente después del frenesí y recibir su marca. Si bien no se avergonzaba de su cuerpo, algunas partes del mismo parecían continuar afectadas por el frenesí.
Lo último que necesitaba era algún comentario del estúpido del mestizo acerca de su emocionado cuerpo viril. Aunque pensándolo un poco, y mirándose seriamente…Inuyasha se vería claramente disminuido y eso lo satisfacía enormemente.
Una vez que se retiraron todos, tomó una yukata de algodón chino muy fina, en color negro con dibujos grises que le llegaba apenas a la mitad del muslo.
Caminó hacia las aguas termales de su dormitorio, no sin antes mirar a Kagome que continuaba leyendo el pergamino sin dejar de sonreír.
-"Escribí algo gracioso allí, Miko?"
Kagome emocionada lo miraba con inmenso amor.
-"No gracioso Mi Lord…MARAVILLOSO"
-"Hn."
Deslizando la puerta shogi para ingresar al onsen, Sesshomaru se volteó a mirar a su hermosa pareja.
Estaba de pie frente al ventanal. Una yukata de seda blanca le cubría la mayor parte de su escultural cuerpo. La luna aún brillaba en la noche y la envolvía en una misteriosa luz azulada. La luz azulada siempre presente en sus vidas, esta vez no se la llevaría a través del pozo, esta vez sólo le acariciaba la piel y ese maravilloso cuerpo musculoso que lo llamaba a probarlo una y mil veces más.
La sensual y masculina voz hipnotizando a la joven, atrayéndola hacia la promesa de los placeres más secretos de la carne
-"Vienes, sacerdotisa…"
Caminando como en trance sin apartar la mirada de los calientes ojos de su pareja, la joven siguió al Daiyoukai e ingresó al recinto y mientras se adentraba primero a las aguas cálidas, descartaba sensualmente su yukata que permanecía flotando sobre la superficie del onsen para luego desaparecer y permanecer en el fondo de las escalinatas.
El piletón de aguas calientes, no era muy profundo, pero lo suficiente para cubrir apenas las caderas de la hermosa mujer.
Sentados en sus asientos de roca el agua les llegaba a Kagome al cuello y al Lord apenas por encima de los codos.
Intentando relajarse, los Señores del Oeste vieron sus esfuerzos convertirse en hechos vanos, nada los podía mantener separados, sin tocarse por más de un minuto.
-"Ven aquí"
La mano extendida del macho Youkai que invitaba dulcemente a la sacerdotisa a acercarse y ella delicada y sensualmente procedió a sentarse frente a él a horcajadas en el agua.
-"Más cómoda?"
-"Hn."
-"Hn."
Deslizando las manos con los jabones y aceites perfumados, Sesshomaru frotaba delicadamente la piel de la mujer. El ritual de aseo entre los Inu era muy importante, y no había nada más íntimo y erótico entre parejas que el momento del baño juntos.
Con las garras desenredaba los negros cabellos de la Miko y continuaba arrastrándolas por su espalda baja hasta contornear los redondeados cachetes del trasero de Kagome.
Mientras el aseo transcurría Sesshomaru, comenzaba a sentir la urgencia de degustar ese cuerpo y hacerlo suyo. No sabía si era por su fusión con mirai o por qué pero sentía la seguridad de saber cómo tocar y acariciar a la hermosa mujer que tenía entre sus brazos. Ya había visto su mente y corazón. Ya era parte suya hasta el fin de los días. A pesar de sentirse seguro de sus toques, aparte del recuerdo de la isla de su emparejamiento y primera vez juntos, no recordaba nada. Sesshomaru adulto al parecer realmente deseaba que recorriera un nuevo camino y lo recorriera junto a Kagome y el cachorro, y se sorprendiera a medida que avanzan.
Lo cual agradecía mucho. Realmente atesoraba ese MARAVILLOSO recuerdo…Kagome echaba la cabeza hacia atrás a medida que el Lord enjabonaba sus hombros, sus brazos, la zona de las clavículas sobre sus pechos.
Descendiendo a los montes tiernos y abundantes que lo llamaban a llenarse la boca de pasión.
Completamente resbalosos de jabones y aceites se devoraban entre besos y caricias, rasguñando la piel de los brazos intentando que no hubiese espacios entre los dos.
La joven Miko derritiéndose en el calor de la musculosa lengua que pastaba por debajo de su oreja degustando el sabor de la marca, el joven Lord añorando unirse íntima y profundamente con la sacerdotisa y devastarla hasta no poder más.
Con su aliento caliente susurrándole al oído
-"Móntame sacerdotisa, quiero poseerte hasta que no quede un solo espacio en tu cuerpo que no tenga sabor a mi"
Muy sonrojada la joven no tardó en complacer a su Señor, dificultosamente, agónica y lentamente bajando sobre su poderosa masculinidad hasta quedar unidos completamente.
-"Kagome…Saiai…"
-"Sesshomaru…Te amo tanto"
Sin esperar la comodidad de la mujer, en su desesperación, sosteniéndola de las caderas, el Inu comenzó a subir y bajar sobre su hombría a la mujer.
Devastando su cuello, sus hombros, sus pechos, dejándola caer violentamente sobre su pelvis en un anhelo de unirse más profundamente aún.
-"Tu reiki aún arde en mi interior…"
-"Te deseo tanto y te siento tan dentro de mí…"
Mientras las embestidas y movimientos se aceleraban arrastrando a los amantes a la locura, el youki y e reiki salieron a jugar.
Arremolinaban y los cubrían estimulándoles la piel y los sentidos. Sus encuentros sensuales ya no eran los mismos. Eran místicos, eróticos, profundos, sensuales, físicos, espirituales, perfectos.
Las aguas moviéndose violentamente, los sonidos de pasión, gemidos y respiraciones agitadas, los lamentos de la bestia enamorada que sucumbía a la dulce tortura de dejarse montar por la hembra de sus anhelos. La inminencia del clímax, los cabellos negros como la noche, tomados en un puñado desesperado.
Con los últimos embistes pasionales, y con la voz entrecortada y jadeante, el Lord susurraba su afirmación y reclamo sobre la hembra extasiada
-"Fuiste mía…"
-"Eres mía…"
-"Y siempre serás mía, Kagome"
Y explotando dentro de la joven, ambos sumidos en placer doloroso y ardiente, los colmillos enterrados en la presa más anhelada, la dulce sangre sagrada alimentando el delirio del youkai desenfrenado. Cada pulso de pasión impulsando la semilla e impregnando la energía vital, grabándose a fuego en cada célula, en cada porción del espíritu, en cada rincón de del corazón.
Separando los afilados intrusos del cuello femenino, los amantes se abrazaron tiernamente y se dejaron calmar de su pasión uno en brazos del otro.
Recostados, descansando entre cariños y caricias, fueron calmando sus respiraciones, luego salieron, se secaron con más caricias sugestivas, risas cómplices y besos apasionados.
Ya en la gran cama intentaron dormir, Ella con su anhelo de una muy merecida felicidad junto a su amor y a su cachorro, él ahora más que nunca seguro de tener una razón para luchar, devolverle la felicidad a Kagome y vivir junto a ella y a sus hijos plenamente, rodeándolos de afecto, protección y sobre todo, amor.
La emoción fue demasiada, sólo lograrían dormir de a ratos y al abrigo de la brisa de la madrugada se mantuvieron hasta que fue la hora de presentarse al gran salón, en el desayuno ceremonial en su honor.
Vistiéndose ambos de manera muy formal, pero imponente, se presentarían al mundo como los flamantes Señores de la Casa Cardinal del Oeste.
El salón finamente ornamentado y decorado, el inmenso y suntuoso banquete, Inuyasha en su armadura ceremonial como segundo de Occidente, Kikyo con un kimono perlado en los tonos rosa, verde agua y negro, Sango con su traje de exterminadora y Miroku en su traje típico de monje. El Oeste apostaría fuerte ante el mundo youkai demostrando su supremacía, conteniendo en su manada Youkai, humanos, hanyou, exterminadores y sagrados, todos dispuestos a morir por Occidente comandados por su Señor, el más poderoso Daiyoukai, Taisho Sesshomaru.
Irasue maravillosamente vestida de rojo y blanco, con su piel sobre los hombros dejando al descubierto la nívea blancura de su cuello. Ansiosa por conocer formalmente a la poderosa nueva Señora del Oeste y palpar su añorado vientre.
Mientras todos los invitados y habitantes del palacio esperaban con ansiedad la presentación pública, Sesshomaru caminaba muy tranquilamente con su armadura tradicional y su cabello alto en una cola y a su lado Kagome con su taje de Miko ceremonial, nuevo, impecable, denotando el orgullo del Oeste en presentar a una sagrada como Señora absoluta abriendo un sinnúmero de posibilidades de esta alianza tan extraña y fuera de lo común, que se transformaría con los siglos, en legendaria.
La enormes puerta se abrieron y Sesshomaru tomó y apretó la mano de Kagome, para luego soltarla e ingresar primero. A pocos pasos detrás, lo hizo ella.
Un murmullo profundo retumbó en la gran habitación
"La Shikkon No Miko"
"Una sacerdotisa"
"Un sagrado y un demonio!"
Mil opiniones, y ninguna importaba
De pie frente a sus lugares destinados en la mesa, ya frente a frente Irasue muy orgullosa pero de apariencia indiferente recibió el saludo de Kagome
La reverencia profunda
-"Irasue Sama"
-"Kagome Sama, me honra conocerte"
La voz de Inuyasha
-"La Casa Cardinal del Oeste se honra en presentar a su nueva Señora, La Shikkon No Miko, Higurashi, Kagome"
La ovación, de aplausos, silbidos, rugidos y halagos.
Sesshomaru levemente reconoció a todos
-"Agradezco sus felicitaciones, el Oeste los invita a celebrar"
Y se sentaron para comenzar con el banquete.
Sesshomaru bebió de su copa de sake, extraño para un desayuno, pero tradicional, y los demás comenzaron a celebrar.
Las miradas estaban puestas en ellos, sus ropas, sus rostros serios pero relajados, por supuesto, sus marcas.
Era inevitable ver la de la Miko, las fauces del Lord eran enormes, y se veía a simple vista, profunda, agresiva, destilando youki aún, algunas hembras no envidiaron estar en la piel de la joven. Esa marca no podría ocultarse jamás, el objetivo de Sesshomaru, desviar la atención todas las otras marcas, previas a esa noche, la pasión había logrado el objetivo un poco demasiado.
Kagome valiente como era, no le permitió sanarla, al igual que había hecho con mirai, pero debía reconocer que dolía como mil demonios. Lo cual ocultaba muy bien.
El inutachi y los más allegados hablaban con más soltura susurrando entre ellos, ocultos por el murmullo incesante las risas y algunos gritos.
Las sonrisas de todos, las felicitaciones, las burlas de Inuyasha, Inukimi muy atenta a los movimientos de la joven embarazada…
La mirada del Lord fija en las facciones del Señor del Norte que muy consciente de ella, bebía su copa de sake, mientras Ayame le susurraba
-"Kouga…"
-"Mmmm?"
-"Sesshomaru Sama te está mirando"
-"Mmm."
-"Su mirada se ve…Espeluznante"
-"Sesshomaru Sama, siempre es espeluznante, Ayame"
-"Supiste que se unieron por un frenesí? Qué emoción!"
-"Qué es un frenesí?"
El sonoro trago de sake, la mirada de reojo del Ookami, que al notar la fría y fija observación de su persona por parte del Señor del Oeste atinó a levantar su copa.
Divertido, y acostumbrado a bromear con Inuyasha, por qué no bromear con su hermano? De todos modos ya había sido avisado del frenesí ¿Pero qué era un frenesí y qué carajos quiso decir el aliento sucio de perro con eso? Bah a él no le importaba. Su amiga preciada ahora era feliz y eso sí era importante.
-"Un brindis por la nueva Señora del Oeste!"
Todos de pie para brindar. El gran Inu se puso de pie para responder al brindis. Levantando su copa de sake sin quitar los ojos del Lobo.
-"Por la Señora del Oeste"
Su cabello recogido alto en una cola de caballo plateada, permitía ver perfectamente y completamente su cuello expuesto.
Y Ayame continuó su relato
-"Una unión perfecta…"
El color y la vida abandonando el rostro del Señor del Norte…
Ahora sí veía la mirada del Lord de Occidente verdaderamente espeluznante, así como vio la muy evidente y notoria marca de mordida en la columna de su cuello musculoso y pálido. Los dientes carentes de filo de un ser humano eran los únicos capaces de causar una marca como esa. La presión debió ser cuatro veces más fuerte que la de un youkai para marcar la gruesa piel del Lord de esa forma tan visible, la mordida exhibía, gran furia, dientes romos, tejidos rotos, y por supuesto reiki brotaba levemente de ella, aún no cerraría.
Habían compartido su alma. Kouga supo de inmediato el porqué de la advertencia de Inuyasha.
Nadie, nunca supo de "aquello" pero con una unión perfecta, ahora el Señor de la luna lo sabía.
Susurrando para sí mismo y bebiendo para terminar el brindis, Kouga Ookami, señor del Norte, no pudo más que decir
-"Kami…"
