NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

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ABRAZO ENORME.

Capitulo 64

Un Nuevo Horizonte

Las gotas de sudor en la frente y patillas del Señor del Norte, no pasaron desapercibidas para el poderoso Inu que regía el banquete de apareamiento.

Los demás Señores y Terratenientes estaban ahogando sus frustraciones en alcohol y carne, al no ser sus hijas las elegidas.

El Inutachi estaba de para bienes ante el nuevo horizonte que se abría ante ellos, La antigua Señora de la Luna estudiaba minuciosamente a su nueva "nuera", cada vez le gustaba más.

El Señor del Sur, muy elocuentemente vociferaba vítores y proponía entretenimientos y competencias de destreza en honor de la pareja de Occidente

-"Propongo una contienda de destreza, entre los señores Cardinales para celebrar la unión de Taisho Sama y la Shikkon No Miko. Por supuesto eso incluirá a los segundos de cada Casa Cardinal y a los integrantes que deseen participar…"

-"Hn."

El Señor del Sur estaba muy ansioso de presentar en sociedad a su hijo y sucesor, el joven Kleinez. El joven era muy poderoso y desde pequeño demostró su poder y destreza en combate, sobresaliendo entre sus hermanos.

El Lord del Este mantenía la mirada bien alta, su hermosa hija Krisstal era ahora la ahijada y patrocinada del Oeste en su carrera de sanadora, dominando casi a la perfección el arte de curar tanto a youkai, hanyou y ningen, lo cual era muy extraño para una hembra de esa época, convirtiéndola en una candidata muy apetecible para pareja entre los numerosos machos presentes…

Lo que había pasado desapercibido por todos, era la mirada azul verdosa del joven Leopardo de las nieves, futuro Señor del Sur que había quedado prendado de la princesa de Oriente.

Luego de finalizar el banquete, los presentes se reunían en la arena de entrenamiento exterior al palacio, para presenciar la competencia.

Se esperaba que Inuyasha participara en lugar de Sesshomaru, ya que éste último era el agasajado.

Kouga, Ginta, Hakaku, y dos soldados de élite, Por la Casa del Sol.

Kokatsuna, Sus generales Tsukasa y Seikan, y dos guardias de la corona, por los Orientales y La Casa de la Luz.

Kurai Hyo Del Sur, Kleinez, el príncipe y el general Terasa Hyo, y dos montaraces ninja, por la Casa del Hielo

Mientras los contendientes esperaban la resolución del Oeste, se iban quitando las casacas haciendo alarde de sus musculosas complexiones físicas atrayendo todo tipo de miradas.

Kouga mantenía la mirada firme, nada debía temer, Sesshomaru casi ni pareció estar alterado por nada, así que se mantendría tranquilo. Después de todo había sido hacía muchos años, y áyame había comprendido…Por qué no lo haría él?

Inuyasha le había adelantado que en la otra línea del tiempo, la golpiza había sido encarnizada, pero qué podría suceder en esta. Todo era diferente por Kami, no hay que exagerar.

Cada macho elegía sus armas en la gran mesa que se encontraba en una de las esquinas de la arena. Hachas, espadas, sai, tonkwas y Katanas. Lanzas, arcos y flechas, alabardas…

Mientras cada uno exhibía el arma de su elección, los murmullos de asombro hicieron que los participantes giraran a ver al rincón de Occidente

Sesshomaru, Inuyasha, Danaka y el monje Miroku y la exterminadora por la Casa del Oeste

En el pensamiento de todos la emoción de enfrentarse a los más grandes poderes de Occidente y de Japón.

En la mente de Kouga para qué se molestaban siquiera en competir.

Si bien él podría dar una buena contienda, y tal vez los más poderosos del Sur, pero los demás…Mejor se fueran a sus casas.

Miraba con pena inclusive a sus propios asistentes. De pronto suspiró para sí y se ajustó la cola de caballo.

El enviado del concejo de ancianos evidentemente bebido comenzaba la justa

-"Están todos listos?"

-"Hai!"

-"Por supuesto!"

-"Listos!"

Y los problemas comenzaban una vez más.

Ya en el centro del coliseo de entrenamiento, los musculosos torsos masculinos y el escultural cuerpo de Sango tenía a todos comiéndose la contienda

Norte, contra Este.

Sur y Oeste.

Uno a uno iban quedándose atrás.

La princesa del Este asistiendo a los heridos.

El príncipe del Sur dedicándole con la mirada, cada uno de sus triunfos.

Sangre, arena, acero y sudor.

Testosterona abrumando a las hembras presentes, los machos perdidos en la agilidad de la legendaria exterminadora Sango, última hembra de su clan.

Maravillados los presentes con su despliegue y su manejo experto de Hiraikotsu.

La potencia purificadora del Monje.

La mirada atenta y sonriente de la Señora de la Casa Occidental, disfrutando del espectáculo en su honor.

Los últimos contendientes…

Inuyasha, Kouga, Danaka y…Sesshomaru

"Seguramente nos enfrentaremos entre todos y allí, Sesshomaru se hará cargo de mí"

Pensaba el lobo del Norte.

Resignado, con una rodilla en tierra, maltrecho, sudando, sangrando y jadeando de agotamiento, Kouga de la Casa del Sol, esperaba su inminente asesinato.

Entonces como un rayo que cae del cielo, Sesshomaru arremetió hacia Kouga.

Kagome se puso de pie repentinamente, su rostro angustia pura.

El anciano borracho se apresuró ante el movimiento del Señor recientemente emparejado

-"YAME!"

El iracundo Inu plateado se detuvo en seco y volteó a verlo

-"Dados los acontecimientos, y en vista de que tres miembros de la casa del Oeste se mantienen en pie y sólo uno del la Casa el Norte, damos por terminada la contienda y presentamos a los ganadores del encuentro!

Sesshomaru Sama, Inuyasha Sama y Danaka Sama de la Casa Cardinal de la Luna!"

La ovación poderosa inundó los alrededores de palacio llenando de orgullo a todos los habitantes de Occidente.

Sesshomaru se acercó a Kouga mientras Inuyasha le ofrecía la mano para levantarse

Ambos se quedaron tiesos al verlo de pie frente a ellos

La mirada helada y malintencionada del poderoso Daiyoukai transmitió con suficiencia los sentimientos del Señor de la Luna

"No he terminado con ustedes…"

Kagome se dejaba caer en su asiento, con su mano en el pecho

Irasue le ponía una mano sobre el hombro

-"Cálmate, Miko…El cachorro se resentirá con tus nervios"

-"Si, madre"…

El resto del día transcurrió muy deprisa, los invitados comían bebían contaban historias, firmaban acuerdos, los ancianos conversaban vívidamente con la Señora del Oeste. Estaban fascinados por sus conocimientos generales, y su educación.

Irasue muy de cerca controlando todo.

Sesshomaru mientras observaba todo el despliegue a su alrededor, se sintió asaltado por un sentimiento de la joven, necesidad de sentirse en su hogar.

La veía desenvolverse con naturalidad y gracia entre los presentes que parecían embelesados con ella.

Su nueva manada estaba disfrutando, Las hembras y el monje reían sin parar.

Inuyasha y el lobo caminaban hacia Kagome…

Un momento…Hacia Kagome?

En un santiamén, Sesshomaru estaba de pie junto a la Dama de Occidente

Lo que provocó la mirada d desagrado de Kagome

-"Hey Kagome, ven a nuestra mesa a conversar"

-"Te dirigirás a la Señora del Oeste como Kagome SAMA, no tendrás familiaridad con ella, no le faltarás el respeto, Inuyasha, ella es tu hembra alfa ahora como lo ha sido siempre, y la tratarás conforme a su estatus"

Inuyasha lo vio con rabia, pero comprendió, era así. Siempre había sido así. Pensando en todos los sucesos recientes había pensado que ella lo habría perdonando ya.

-"Lo siento…Kagome…Sama, sólo pensé en recordar algunas anécdotas con el grupo"

La mirada fija en el lobo ahora

-"Mi Lord…Mi Lady…"

Y sin más se giró para retirarse

-"Vamos chucho"

Kagome pensativa y ante el desagradable despliegue de poderío frente a ella, se recordó que la raza Inu era muy posesiva, por lo que decidió no decir mucho de nada, simplemente se levantó, y cansinamente caminó a sentarse en la mesa del Inutachi, rompiendo todos los protocolos de la corte, pero eso contrariamente a lo esperado, agradó sobremanera a los invitados y a los ancianos, después de todo, no todos los días podías escuchar las aventuras de la Shikkon no Miko y el poderoso Inutachi en su cacería de fragmentos de la perla y la destrucción de Naraku de la propia boca de sus protagonistas, a todos los presentes les fascinó la predisposición y la cercanía de la Miko legendaria, no así al Señor del Oeste que permaneció sentado junto a su madre observando todo.

Por la noche, ya en sus baños termales el Lord se relajaba con las suaves caricias de su pareja.

Kagome aseaba y masajeaba con jabones esenciales la piel de la espalda y los músculos cansados de Sesshomaru.

-"Creí que lo matarías…"

Sesshomaru no podía creer lo directa y sin medida que podía ser, su mujercita.

-"Hn"

Mientras el agua caía sobre su cabeza y Kagome lo enjabonaba, rascando con sus uñas suavemente el cuero cabelludo, lavando los sedosos cabellos de plata

-"No lo hagas"

-"No le dirás a este Sesshomaru, lo que tiene que hacer, Miko"

-"Acaso mirai no te mostró lo que sucedió aquella vez?"

Sesshomaru se dio vuelta y se puso frente a ella

-"Mirai no compartió casi ninguna de sus vivencias contigo, son TUS memorias las que ví, y NO me gusta lo que ví"

Los ojos afinados clavados en los de ella

-"TU, no estabas allí, para consolarme, TU deseabas asesinarme o directamente me ignorabas. NO estabas allí para mí…Kouga, Kouga estuvo allí."

La usencia de palabras se llenaba con las miradas encendidas entre los recién emparejados

-"No me presiones, sacerdotisa"

-"No me culpe, Taisho Sama. Usted no era mi alfa, Inuyasha no me protegía, esta Kagome, estaba sola a merced de la amargura y si siente la mitad de la amargura que yo sentía en ese momento, dejará este tema atrás y comenzará su nueva vida a mi lado o sin mí, usted elige"

-"El asqueroso lobo puso sus sucias garras en lo que es mío…"

-"Él me amaba, yo necesitaba huir! También yo tengo tus recuerdos…"

Eso hizo que el poderoso Daiyoukai se detuviera en su afán de retirarse de las aguas termales. Agrandó los ojos…Recordó…

Y no le gustó lo que recordó.

La Miko tenía razón, él había sido un maldito bastardo en lo que a ella y su raza competía…

-"Recuerdo tus burlas, tu sentimientos, tu desprecio…Eran reales, eran verdaderos y las carcajadas de Kagura y tu satisfacción al tener una hermosa youkai pura sangre a tu lado, mientras el inútil de tu hermano mestizo se tenía que conformar con una hembra humana, débil, patética y además, sagrada"

El lord sintió ardor en su corazón, todo era cierto y regresaba para hacerlo tragarse todo aquello… Era una pesadilla.

Lo peor fue sentir la tristeza y amargura en el aura de su pareja y el fuego del rechazo de su cachorro. Debía hacer algo pronto…"Reacciona Sesshomaru" Se decía.

-"Miko… Este…"

-"Déjalo ya…Y quédate, soy yo quien se va"

Ella muy decidida pasó por su lado en busca de la salida del onsen, pero él la tomó del brazo.

Kagome miró su brazo y luego a él, lo que provocó que el macho la suelte y le permita irse.

La mujer estaba enojada, triste, otra vez gracias a su mal genio.

¿Por qué traer a acotación cosas del pasado que a nadie afectaban ya. Si no había que ser un genio para darse cuenta de que gracias al lobo ella aún tenía un poco de amor propio y dignidad, él la había tratado como a una princesa… Y a pesar de ello, lo había rechazado.

Envuelto en su yukata de algodón caminaba hacia la gran cama donde ella yacía de costado, mirando el enorme ventanal que permitía el paso de la luna. Ella se veía etérea, hermosa y suya…Solamente suya.

Exacto.

Ese era el punto.

Ahora y siempre sería suya.

El Lobo le había ofrecido el mundo a sus pies y ella no lo aceptó, sin embargo, se mantuvo solitaria, apartada del mundo, hasta que regresó a su tiempo y se encontró con él, o su versión más antigua y luego, con ÉL, y se había quedado allí y había decidido amarlo y tener su cachorro y gobernar a su lado como la Señora el Oeste. Para qué pensar en cosas pasadas, terribles…Dolorosas.

Después de todo, ella se había guardado, había permanecido pura hasta que lo encontró y se enamoraron…

Mirai había compartido esas vivencias y se sentía muy afortunado por tenerla y porque ella lo encontrara merecedor de su amor…

Acostado ya a su lado, sintiendo su aura rechazarlo, la atrajo a su piel.

Su pequeña espalda pegada su musculoso pecho… Era la gloria.

Su reiki comenzaba a picarle la blanca piel, pero él sostuvo su youki, no deseaba pelear, después de todo amaba tanto a esa mujer, que no le importaba nada más.

-"Estoy enojada…Suéltame"

-"Hn"

Sus enormes manos comenzaban a recorrer sus costados desde arriba hacia abajo y regresaban a sus caderas.

Deseaba compensarla por todo su sufrimiento, ahora que lo había visto y sentido. Deseaba darle algo para ella, algo que la acerque a su familia, a su esencia misma, algo que la hiciera sentir en casa.

Pero estaba haciendo las cosas mal. Tenía que controlar algunas cosas y acomodar otras, después de todo, jamás había estado emparejado y sus hembras anteriores…Bueno no habían sido otra cosa que una distracción momentánea.

Esto…Esto era diferente, su vida, su futuro, su cachorro y tenía que hacer las cosas bien, sí o sí.

El susurro de su pareja lo sacó de sus pensamientos

-"Sesshomaru…Déjame"

Que la deje? No había ninguna posibilidad

-"No"

-"No estoy de humor y no deseo que me toques cuando estoy enojada"

-"Sólo intento reconfortarte. No haremos nada más que eso, no deseo tomarte si no me deseas"

Ella no dijo más nada y se quedó en silencio y mirando por la ventana. La luna y la brisa del Este los acariciaba.

Ella se veía hermosa bañada por la luz de la luna y su pequeño vientre llamaba a su mano a acariciarlo y esa piel, esa pálida piel que lo volvía loco…

Continuaba de a poco acariciando la pequeña pancita y luego las caderas y los brazos, apenas con la punta de sus garras.

Kagome se comenzaba a relajar

-"No lo mataré."

Ella abrió los ojos y se quedó tiesa. Sesshomaru sintió su rigidez y el descenso de su reiki.

-"El Señor del Norte es un macho honorable, fuerte y merecedor de su título…Pero no lo quiero cerca de ti"

-"Es mi amigo, y Ayame también."

-"Hn"

Todo se acomodaría paulatinamente esperaban los amantes, tenían todo por descubrir, todo por conocer, todo por crear juntos. Todo un panorama ideal para alcanzar, una vida en camino, una nueva vida, un nuevo horizonte.

Ambos se quedaron en silencio, arrullados por la brisa y la luna que se colaban por la ventana y se ponían a jugar.