NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

GRACIAS POR LOS COMENTARIOS, SON ESPECTACULARES! GRACIAS ABSOLUTAS POR SU APOYO. ETERNAS GRACIAS.

ABRAZO ENORME.

Capitulo 69

-"¡KA-GO…me"

Recobrando un poco la compostura, como pudo se puso de pie.

De inmediato voló por los cielos y Ah-Un lo siguió con Danaka y Miroku.

Los tres muy preocupados, las vibraciones percibidas eran diferentes, eran oscuras, eran tenebrosas…

En palacio, Irasue corría a la habitación de Los Señores.

Encontrándose con Inuyasha y otros frente a la puerta.

-"¿Qué mierda fue eso?"

-"MEIDOU"

Energías infernales eran las que había sentido.

Nada bueno podía venir de ello.

"No te habrás atrevido amigo toro…O ese será tu final"

Pensaba, y repensaba mientras explotaba la puerta del dormitorio

-"Repito qué mierda fue eso!"

-"Apártate mestizo"

-"Kikyo, Noriko Sama, detrás de mí. Lady Irasue…Puede ser peligroso para usted también"

Irasue no cedió por miedo, sino por respeto al rango que Inuyasha tenía en ese momento y estaba feliz y orgullosa por su despliegue de valor e hidalguía, típicos de su padre Touga.

El cachorro estaba aprendiendo bien.

Era lo que se necesitaba en momentos como este y especialmente cuando Sesshomaru no estaba cerca

Segundos pasaron de todo eso.

Dentro de la habitación, entre gritos y búsqueda desesperada, Kagome no se encontraba, sólo vestigios de la marca infernal en el suelo.

Una fumarola de vapores sulfurosos, plasma sanguinolento y el mármol del piso estropeado por las pezuñas del secuestrador.

Al ver eso y encontrar algunas hierbas soporíferas quemadas en el suelo Irasue enseguida lo supo… Se había atrevido…Su sirviente infernal la había traicionado.

-"¡MALDITO INFELIZ TE DESTRUIRÉ HASTA NO DEJAR SIQUIERA TU RECUERDO!"

Cayendo de rodillas la antigua dama del Oeste, cubría su boca con el revés de la mano

-"Yashamaru!"

-"Irasue Sama!"

-"Sesshomaru, hay que encontrar a Sesshomaru!"

En ese instante el estallido del enorme ventanal los arrojó de espaldas al suelo.

La bestia enfurecida arremetió contra la estructura del dormitorio y el mobiliario, gruñidos aterradores y aullidos espeluznantes, las hembras retrocedían.

Los ojos rojos de sangre miraban el desastre y la ausencia de Kagome, luego se cavaban en el piso estropeado.

El rugido espeluznante al olfatear los rastros y saber el destino de su amada y su cachorro.

En un relámpago, el enorme macho se abalanzó sobre Inuyasha mordiendo su garganta y estrellándolo contra el piso.

-"Maldito! Maldito mestizo te ordené qué la protegieras!"

Kikyo desesperada arremetía contra Sesshomaru con reiki en sus manos lo intentaba apartar de su pareja.

Sesshomaru y la bestia la alejaban con una cachetada de revés haciéndola caer encima de la anciana Higurashi.

Sango blandía una Katana

-"Nooo, Sesshomaru sama!"

La bestia ignoraba los gritos.

La exterminadora mantenía el filo de una espada contra la garganta de la bestia y le advertía.

-"No me obligues, mi Señor…"

Entre gruñidos espantosos Sesshomaru desviaba la mirada hacia ella

-"Tajiya…"

La katana temblaba en la garganta del Lord

-"Si vas a apuntarle a tu Señor…Que sea para no fallar"

Sango con lágrimas en los ojos aferraba la empuñadura de la espada

Inuyasha gritaba para que sango reaccionara y se alejara

-"Oi Sango! Te has vuelto loca? Aléjate!"

Ah-Un ingresaba por el destrozado ventanal. Miroku y Danaka sin comprender nada, bajaban apurados a intentar calmar las cosas

Al tomar una segunda mirada, Miroku se arrojaba frente a Sango.

Danaka alejaba a las mujeres del lugar

-"Mi Lord! Sesshomaru Sama! Sango baja la katana!"

-"Matará a Inuyasha, golpeó a Kikyo y está encinta! Matarse unos a otros en vez de buscarla!"

-"Sango, mi amor, realmente deseas hacer esto?"

La katana temblaba en sus manos. Miroku sabía que no podría si quiera moverla un milímetro antes de que el Lord Inu la despedace. Sango no podría ganar y él tenía que hacerla entender.

-"Hay que salvarla , Houshi…Es mi hermana"

La pobre mujer ignoraba el porqué de sus actos, no podía controlarse. Deseaba encontrar a Kagome más que nada, pero estos acontecimientos habían despertado el instinto de exterminadora que dormía en su interior.

-"Monje, si valoras a tu mujer y a tus hijos por nacer, llévatela de aquí ahora!"

La voz perturbada del Lord Inu retumbaba en el salón.

Sin comprender del todo las palabras del Señor del Oeste, Miroku obedeció de inmediato.

La katana golpeó el piso y Sesshomaru dejó caer a Inuyasha

La madre del Lord finalmente habló

-"No…No solucionaremos nada peleando de ésta manera…Además, no culpes solamente a Inuyasha Kun por esto…Somos culpables todos"

-"A qué te refieres madre"

-"El muy maldito, me traicionó"

-"Todos sentimos la fluctuación de energía y dimos por hecho que era una de las incursiones de rutina, siempre se siente un movimiento de fuerzas cuando Irasue Sama trabaja con la piedra meidou…Era solo una fluctuación más, otra como tantas…"

-"Debes matarnos a todos… Ya que todos sentimos lo mismo y no hicimos nada"

Los humanos desesperados con sus ojos llenos de lágrimas.

Inuyasha con una rodilla en tierra sujetando a su mujer, Kikyo sollozando entre sus brazos.

-"Yo mismo iré a buscarla"

-"Ese no es tu trabajo, mestizo"

-"Debí saberlo! Fue mi culpa después de todo!"

-"Basta los dos! Nadie puede ir…Yo…Yo no sé qué hacer"

Las miradas de todos en la hermosa hembra Inu. Si ella no sabía qué hacer, estaban perdidos

-"Cómo que no? Convoque el meidou y pasaré a buscarla"

-"No se puede"

-"Madre…"

El suspiro derrotado de la hembra aterrorizó a todos. Lo peor era ver a la poderosa y fría Dama sujetar sus lágrimas y hablar intentando esconder el temblor de su barbilla.

El miedo que sentía, era evidente en sus palabras.

Sesshomaru se sentó en la cabecera de la cama y tomó sus cabellos en puño mientras pensaba un plan para hacer.

El resto tiraba ideas al azar, hasta que Sango les recordó un evento. Caminando hacia el Iracundo Inu, ante la posibilidad de morir en sus garras, su hermana estaba desaparecida, ella y el cachorro que lleva estaban en grave peligro, nada más le importaba.

Ante la mirada atónita del grupo y los jalones de su marido para que no se acerque al Lord.

Se postró ante Sesshomaru y le buscó la mirada.

Entre lágrimas le pudo susurrar

-"La…Tumba del General Perro…"

Los ojos de Sesshomaru regresaron a su color original y se fueron haciendo más amplios.

La mujer tenía razón.

La otra entrada al inframundo, Kagura lo supo llevar hasta allí.

Pero…Había sido destruida.

Cómo hacer para intentar acceder al infierno y buscar a Kagome y su cachorro. La desesperación lo abrumaba.

-"No hay forma…No se puede"

La antigua Dama del Oeste rompía a llorar.

-"Sólo uno puede entrar…Y ya lo ha hecho dos veces. No se puede… Ya no"

De a uno los habitantes de palacio se iban acercando y compartiendo la pena por la pérdida de la Señora Kagome y del mágico cachorro que había colmado sus ilusiones.

Todos quebrantados hasta los huesos.

El Oeste nunca había sido tan gris, el heredero y su madre estaban perdidos.

Sesshomaru lejos de dejarse vencer salió a gran velocidad dirigiéndose a su despacho.

En él apeló a todos los rollos antiguos que hablaban del inframundo. Él encontraría una manera de ir a buscarla, no la perdería, no lo permitiría.

Estaba aterrado. La expresión de su madre… Eso era algo que no había visto nunca, ni siquiera ante la muerte de su padre.

Inuyasha entró detrás de él.

-"Podemos intentar a través de los portales, Esos que Kagura te enseñó cuando lo de Náraku"

-"Madre dijo que no se puede, y que fueron destruidos…"

-"Mintió amo Sesshomaru"

La voz de un ser que se ocultaba en la melena del mestizo

-"Anciano Myoga…"

-"Ella no desea que atravieses los portales, ya que si lo haces, deberás quedarte allí para siempre"

-"Pero…"

-"Perder al cachorro, a Kagome Sama, es terrible para ella, pero perder a su único hijo…Lo es aún más"

-"Inuyasha…"

-"NO! Yo iré contigo"

-"El Oeste te necesita"

-"Pero es Kagome! No puedo dejarla! De nuevo, no puedo!"

-"Qué será de la Casa de la Luna sin regente, quién cuidará a tus hijos, a mis hijos, a la manada"

-"NO LO SÉ, NI ME IMPORTA!... Bueno… Sí me importa, pero…"

La manada, uno a uno ingresaban al estudio. No había protocolos, ni permisos, ni nada. El Oeste estaba partido.

Las miradas puestas en él. Cada par de ojos sumidos en un dolor como nunca había visto antes.

Sesshomaru se sentía horriblemente desolado.

Inuyasha era en parte responsable, pero también lo era su madre.

Tenía que rescatarlos, y nada lo detendría.

Necesitaba que Inuyasha se quedara en el Oeste. Alguien debía gobernar si acaso a él le sucediera algo y no regresara.

Pero el mestizo estaba siendo obstinado.

Tendría que recurrir a lo último que deseaba, pero lo único que funcionaría.

Tomando una gran bocanada de aire se giró de repente y con una bola de energía aplastó a Inuyasha contra una pared.

-"No desobedecerás a tu alfa!"

-"OI!"

-"Tú te quedarás en el Oeste, tú serás el Señor Cardinal de la Casa Taisho!..."

-"Keh! Yo no…"

-"¡ES UNA ÓRDEN!"

Los ojos incrédulos del hanyou.

-"OI! Hijo de puta!Te atreviste a…"

El poderoso Lord estaba rechinando los dientes con sus puños apretados.

Su mirada era de fuego y su cuerpo temblaba intentando contener la ira que le incendiaba las entrañas.

Su sangre ardía de rabia y dolor.

Cualquier otro habría muerta del miedo, pero el mestizo pudo leer entre líneas, su reacción era a causa de su impotencia ante los acontecimientos, del terror, mezclado con dolor. Inuyasha pudo interpretar esa mirada de desesperación.

Intentando recuperarse, se acomodó sus ropas, y negando entre sonrisas respondió.

-"Tsk, No, no, no…Sólo lo haré hasta que tú regreses. No deseo hacer tu asqueroso y aburrido trabajo!... La diplomacia no es lo mío"

Los ojos de oro mirando a sus semejantes, brillosos, húmedos, preocupados

Sin mediar más palabras, el gran Inu se volteó y comenzó a dirigirse en busca de Ah Un.

Los demás humanos se preparaban para acompañarlo. Nadie pidió autorización. Nadie la otorgó. Sólo era una manada de amigos desesperados por la pérdida de uno de ellos.

Las Mikos intentaban montar en Ah Un.

El Lord detenía a la sacerdotisa Kikyo, y al antepasado de Kagome

-"Deberán apoyar al mestizo, Usted, Higurashi San, debe permanecer segura, tal vez en un futuro lejano Kagome nazca otra vez…"

La bella mujer asintió.

-"Y tú Miko, en tu vientre, llevas al último Taisho después de Inuyasha…Protégelo"

Kikyo tomaba su vientre y asentía con lágrimas cayendo por sus mejillas

-"Lo haré con mi vida…Mi Lord"

Primera vez que ella reconocía a Sesshomaru, como su alfa.

El Señor de Occidente asintió.

Miroku y Sango montaban la Nekomata, Kirara.

Danaka besaba de improviso a Noriko.

Si no lo hacía ahora, tal vez jamás lo haría en el futuro.

La sonrisa de la Miko Higurashi

-"Kami te traerá de vuelta a mi"

El gran tigre blanco asentía y se acomodaba sus katanas para partir, en el dragón de dos cabezas, junto a su Señor.

El mestizo y las sacerdotisas veían alejarse al grupo. Irasue los veía desde un ventanal.

Miró la plateada cabellera hasta que desapareció entre las nubes y cuando eso sucedió, su aullido lastimero se escuchó en todo Occidente.

-"La Señora del Oeste…Llora la partida del último Taisho purasangre…Y yo también"

Kikyo tomaba la mano de un Inuyasha quebrado, llorando que simplemente intentaba apoyarse en Tessaiga para no caer derrotado.

La abuela de Kagome oraba a Kami para que el grupo regresara completo, Kagome estuviera sana y salva y el cachorro estuviera aún con vida.

La amarga visión de los tres de pie en la explanada de mármol blanco. Los estandartes de la Casa Cardinal de Occidente flameaban en las puntas de los techos del palacio.

Irasue se retorcía en su desesperación. Tenía que hacer algo, y tenía que hacerlo ahora!

Tomó la gran piedra meidou y salió volando por los ventanales frontales.

Desde el aire apenas miró de reojo al hijo del General, que permanecía obediente sosteniendo el palacio.

Vio sus lágrimas y sus dientes apretados, y su entereza para obedecer al alfa a pesar de su desesperación.

Su corazón se constriñó recordando la fuerza de su antigua pareja, y lejos de odiarlo, comprendió por unos instantes el sentimiento de amor, ese esquivo sentimiento tan humano que ella confundió con debilidad. Supo lo que Touga buscó en ella y no encontró.

Supo lo que una delicada princesa humana le brindó.

Amor, y lealtad, y el resultado de ello, estaba de pie en la explanada del palacio de la Luna.

Majestuoso, poderoso, honorable y la tranquilidad de que el legado de la sangre Taisho permanecería en el Oeste, para siempre.

-"Lo has hecho bien, Touga Sama…"

-"Ahora me toca a mí"

Y acelerando lo más que pudo desapareció entre las nubes.

En el inframundo, Kagome se despertaba entre extraños sonidos.

La penumbra rojiza y los vapores sulfurosos provocaban lagrimeo en sus ojos.

Estaba mareada y confundida… Sobretodo confundida.

Sus ojos intentaban ver entre la turbiedad del somnífero, pero cada intento de abrirlos y parpadear le causaba ardor.

-"Vaya…La princesa del Oeste ha despertado… Qué honor"

La voz conocida retumbaba en sus oídos

-"No puede ser…"

Parpadeando velozmente. Para aclarar su vista.

Sus sentidos le gritaban "PELIGRO!".

Los adoloridos ojos, lentamente se aclaraban y le permitían apreciar una silueta más que conocida para ella. En un gran sillón, con su rostro semi-escondido detrás de un abanico, se vislumbraba la figura de la bruja del viento

-"Ka-Kagura"

-"Ka-Kagome jajajajajaja"

-"TÚ! Eres el sirviente de Irasue Sama! Ayúdame!"

El toro a su lado bufaba, la Señora de Occidente lo había reconocido. No se esperaba eso. Ahora estaba totalmente convencido que no podría liberarla nunca más. Irasue lo enterraría en lo más bajo del infierno y le haría pasar los peores castigos posibles.

No era aceptable, él sería de ahora en más, el mejor aliado de su pareja y no pensaría en nada más.

-"Jajajajajajaja Eso es imposible…Verás éste…Youkai que ves aquí es…"

-"Soy su pareja y ahora te callas si no quieres morir"

-"Qué modales son esos cariño? No debes faltarle el respeto a la Señora del Oeste"

-"No comprendo…Traicionaste a Irasue Sama?"

-"Verás…Kagome, éste macho aquí me obedece a mí, y sólo a mí"

-"Sesshomaru vendrá por mí, y entonces te destruirá!"

-"Estoy contando con eso, princesa, estoy contando con eso…"

La mirada lasciva de Kagura hizo bufar al macho toro que la observaba desde atrás.

El youkai bovino se reía de la suerte que correría la Señora del Oeste, y también su pareja, si se atrevía a venir a buscarla.

Su mente se obnubilaba perdida en los ojos rojos de su esclava pasional.

Sólo que en el fondo no sabía quién era el esclavo de quién…

La belleza de Kagura después de todo era legendaria.

Al igual que su poder, pero nada igualaba a la fama y la admiración que Kagome generaba en todas partes. Su nombre conocido, temido e incluso venerado.

En las puertas del inframundo Sesshomaru colocaba su mano sobre la Tensseiga.

Mientras los demás observaban el accionar del Lord.

Su mano temblaba mientras empuñaba la ancestral katana.

El sudor recorría sus sienes en su camino a su barbilla.

Nunca había sabido del miedo.

Cómo se escribía, cómo se deletreaba, ni cómo se sentía…

Pero no era miedo lo que el Señor del Oeste sentía, sino odio. Profundo, absoluto e irracional odio.

No podía contenerse casi.

Sus ojos sangraban en flamas, imaginando mil y un escenarios en los que Kagome era la protagonista.

Odio…

Ese sentimiento le adormecía los sentidos.

-"Esperen aquí"

-"Pero mi Lord!"

-"Nadie puede entrar, sólo el amo del inframundo, y ese soy yo"

La manada de humanos asentía, a sabiendas de que él tenía razón. Sin embargo deseaban ayudar, estaban muy asustados por la suerte que podría estar corriendo Kagome.

Kagura estaba allí, y su deseo de venganza seguramente estaba más vivo que nunca.

-"Danaka…Rin…El kitsune"

-"Hai, Lord Sesshomaru"

El valiente tigre sabía que el pedido de Sesshomaru era que protegiese a Rin y a Shippou, en caso de que algo malo sucediera y ellos no regresaran.

-"El resto…Hagan lo que quieran"

-"Sí, Lord Sesshomaru"

Mientras caminaba hacia los enormes guardianes de piedra.

Estos cobraban vida y se enfrentaban a él cruzando sus lanzas

-"Sólo el amo puede pasar"

Miroku alzó la voz

-"Sesshomaru Sama! Esperaremos por ustedes aquí."

Asintiendo, el poderoso Inu sacó de un movimiento a Tensseiga de su vaina y la presentó a los guardianes.

De inmediato ellos retiraron sus lanzas del camino y se postraron rodilla en tierra frente a él.

-"El amo ha llegado"

-"El amo puede pasar…Sin embargo…"

-"El amo ya no podrá salir"

Todo estaba dicho, al parecer ya no podría salir del inframundo.

Afinó los ojos, apretó los dientes y se encaminó hacia los inmensos portales.

Mientras caminaba susurró al paso junto a los guardianes

-"Hn…Ya lo veremos"

Mientras la plateada cabellera del enorme macho Inu desaparecía entre los vapores infernales. La llegada de su madre y sus gritos desesperados.

-"Sesshomaru! NOOOO!"