CAPITULO 4
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Después de cerciorarme de que los daños en ella no sean más que los que son visibles en su rostro, la ayudo a bajar del automóvil. Y camino a verificar un poco los daños entre ambos vehículos. Ella aun no sale del shock, y tampoco ha aceptado el que le ayude.
En cuclillas y mirando todo de cerca, veo que si he salido un poco afectado, bueno mi combi, pero no es para tanto. —En realidad no estuvo tan mal. —Le digo para calmarla. —Quiero decir que tú fuiste la más afectada. —La miro desde mi posición, esta sujetando fuertemente contra su labio una cantidad grande de servilletas. —Eso va a necesitar puntadas. Tenemos que llevarte al doctor. —Sentencio.
Sus ojos se abren un tanto asombrados. —No puedo irme así. —Supongo que se refiere a los daños que ha causado, pero yo soy el dueño del vehículo contrario y no estoy más preocupado de mi auto que de ella.
—Puedes hacer eso después. Antes necesitas que te atiendan. Escribe una nota y deja tu número; aquí la gente es amable. Y penas lo abollaste. En realidad, no es tan grave. —La intento convencer, aunque la idea de tener su número en mis contactos, me emociona particularmente.
—¿De veras? —Creo que esta situación empieza a enfermarla.
—De veras —le ratifico. En ese momento veo personas cerca de la tienda de kayaks, parecen ser la familia de la que me hablo Karin. —Espera. Regreso en un momento.
Corro a la tienda, los adultos miran su reloj, una y otra vez, vienen con lo que parecen ser sus hijos. —Hola, —llego hasta donde están rápidamente. —Soy Naruto, yo debía recibirlos, pero mi amiga, allá… —señalo, en dirección a la chica asustada, que ha vuelto a su automóvil y parece buscar algo. —Sufrió un accidente, y tengo que llevarla al hospital. Pero, por favor, no se vayan, haré que venga mi hermana cuanto antes.
El hombre me sonríe con complacencia y amablemente dice. —No hay problema.
—Gracias, —le digo y me alejo unos pasos para llamar a Karin, que responde al tercer timbrazo.
—¿Naruto?
—Hey, Karin, surgió un pequeño incidente, acompañare a una chica al hospital, pero tú debes hacerte cargo de la familia que rentaría kayaks.
—¿Qué? —Suena asustada. —Espera, Naruto, ¿Qué sucedió? ¿Tu estas bien? —No puede controlar su voz cercana al pánico.
—Sí, tranquila, solo es una amiga que necesita unas puntadas. ¿Puedes venir?
—Ok… —Dice no convencida del todo. —Voy para allá.
—Gracias. —Cuelgo y giro hacia la familia de nuevo. —No tardará. En verdad gracias.
Me despido de ellos y corro a toda prisa de nuevo hasta la chica. Cuando estoy a su lado, parece tan absorta en lo que sea que busca que no me nota.
—Puedo llevarte al hospital. —Me ofrezco, intentando llamar su atención. Parece que no ha tomado en serio nada de lo que he dicho antes y eso me perturba.
Ella escribe algo, en un papel y sigue sin mirarme. —Gracias, de verdad, pero está bien. Puedo manejar sola.
—No lo sé. —Obvio jamás permitiría que se fuera así. —¿Estás segura de que es una buena idea?
—No estoy tan mal. Me siento bien. Yo…
—Mira. —Tomo el papel que tiene entre las manos y lo observo… es la nota para el dueño de la combi. Hinata, su nombre es Hinata. —¿Por qué no la dejo en el coche, cambiamos asientos y me dejas manejar? —Me inclino hacia ella, que rehúye de mi mirada, para poder encontrarme yo con la suya. —Escucha, necesitas que te cosan. —Hablo cuando consigo que me dirija la mirada. —Yo acabo de tomar el día libre y no puedo dejar que te vayas sin más así como estás.
Antes de que me responda, me alejo con la nota en la mano para colocarla en el parabrisas de mi combi y regreso a ella antes de darle tiempo de formular una excusa.
Al llegar a su lado una vez más, me mira con detenimiento, no parece estar en este lugar. —¿Puedo? —Llamo su atención, hablando una vez más. No puedo dejar de ver sus ojos tan cristalinos… me siento atrapado en ellos... otra vez. Cuando siento que no podré salir del hechizo en el que me está envolviendo, asiente, mirándome con mucha intensidad también.
Que me mire así me ocasiona una sensación de aleteo en el corazón, es muy agradable. Subo al automovil apenas suprimiendo una sonrisa y empiezo el trayecto al hospital.
Al principio todo es silencio dentro de su auto. Ella parece absorta en la gente que empieza a invadir la playa, a esta hora este lugar está totalmente vivo. La miro de cuando en cuando, intentando hacer memoria, estoy seguro de que la he visto en otro lado, pero no sé de dónde. Su cabello oscuro, con destellos azules, lacio y largo enmarca su rostro, de facciones delicadas y tiernas. Ni siquiera las servilletas, que no ha alejado de su labio, ensombrecen la belleza de sus rasgos. Mejillas coloreadas de carmín, nariz respingona y pequeña, pestañas espesas, largas y curvas, al contorno de esos ojos redondos y claros. Quiero mirar sus labios una vez más… Me siento bien a su lado, es como si hubiera llegado al lugar al que pertenezco, es una sensación de tranquilidad, similar a… estar dentro del agua.
—Así que eres Hinata —demasiado silencio, necesito escuchar su voz suave y melodiosa. —Empecemos de nuevo. —Ofrezco. —Yo soy Naruto. —Me presento, quiero saber más de ella.
—Lo sé. —Suelta, y parece sorprendida de lo que ha dicho.
De hecho, yo también lo estoy. —¿Cómo? —Si sabe eso, en definitiva, sabe todo lo demás, eso no es bueno.
Asiente con la cabeza rápidamente. —Sí, —parece nerviosa. —Yo…, tú… Tú amigo de la cafetería mencionó tu nombre.
Respiro con tranquilidad al escuchar eso, o sea que no me conoce en realidad, no sabe nada más de mí. Eso me emociona y tranquiliza a partes iguales, aunque… me parece más gratificante aun el hecho de que… —Entonces ¿estabas escuchando? —sonrió un poco, es inevitable. —¿Lo suficiente para oír mi nombre?
Gira su rostro a la ventanilla y me responde, —sí. —No se identificar su tono, pero saber esto, provoca que mi pecho se expanda.
—¿Y no eres de aquí? —Mejor verifico.
—No. —Sigue mirando la ventanilla.
—¿Estas de vacaciones?
Niega con la cabeza. —Solo vine por un día.
—¿Sola? —No puedo evitar preguntar eso en un tono un tanto esperanzado.
—Sí. —Disimulo por completo, cuando suelto el aire que he contendido aguardando una respuesta afirmativa.
—No es un mal principio. —Suelto mientras nos detenemos en un semáforo en rojo.
Desde hace demasiado, todo mundo me ha tratado con pinzas, no es que me queje, al contrario, la gente de este lugar ha sido maravillosa y amable, al igual que mi familia, todo muy atentos a mí, a mi bienestar, pero, no dejan de ser un recordatorio de todo lo que he vivido, del hecho de que, estar aquí ahora, lejos de ser cuestión de suerte o una bendición, fue una tragedia para otros, mi vida, y el hecho de estar aquí, es un aviso permanente del sufrimiento que vivieron personas que amaron el corazón que hay en mi pecho. Pero estar a lado de Hinata Hyuuga, hace que mágicamente ese peso que cargo en la espalda se haga más ligero.
—¿No es un mal inicio para qué? —Me pregunta ella, un tanto perdida en sus pensamientos también.
—Para una segunda oportunidad.
...
