NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.
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ABRAZO ENORME.
Capitulo 73
Tiempo después, el palacio se acomodaba todavía. La manada se reunía para desayunar, almorzar, cenar y realizar sus rutinas cotidianas, al igual que siempre. Sólo que la arena de entrenamiento diariamente, y por largas horas, estaba ocupada por los guerreros de Occidente. No se descuidarían nunca más. Diversos planes de entrenamiento con armas, reiki, youki y demás, entrenamiento de lucha cuerpo a cuerpo, estrategia y resistencia. Ya nada sería como antes…
El Oeste siempre estaría preparado para luchar. Se alzaba como el ejército más poderoso del mundo conocido, por lo que muchos guerreros de otras casas venían al Oeste para entrenar y aprender el arte de la lucha y de la guerra, para proteger sus casas cardinales de toda amenaza.
El Señor del Norte, Príncipe Kouga Ookami, y sus lobos, conocidos aliados de la casa del Oeste, el nuevo Señor del Este, Hiroki kitsune hijo del viejo líder del clan de los zorros, también era enviado a entrenar, y el Joven Señor del Sur, Kleinez de los leopardos Australes, habían hecho los arreglos para su estancia temporal en el palacio de la Luna hasta completar su entrenamiento. Sólo entonces regresarían a sus lugares de origen. Todos ellos acompañados por un pequeño grupo de soldados y guardias que habían sido elegidos para viajar con ellos al Oeste y entrenar, ya que serían los encargados de preparar posteriormente a los que quedaron en sus casas cardinales y reforzar sus ejércitos.
El Señor del Norte, Kouga, estaba en pareja con Ayame, princesa de las montañas nevadas y tenía varios hijos.
En el Este, Hiroki estaba comprometido con una poderosa hembra tanuki. Si bien la unión se había arreglado por política, para cesar con los enfrentamientos entre clanes, el joven kitsune estaba perdidamente enamorado de la joven, y aunque ella lo disimulara bastante bien, también estaba enamorada del hermoso zorro mágico. La sanadora del palacio de la Luna, Krisstal era prima sanguínea de Hiroki.
Ellos, se habían criado juntos, en el palacio Oriental. Se trataban casi como hermanos, por lo que la presencia del kitsune en Occidente hacía muy feliz a la joven sanadora. Pero no sólo Hiroki colmaba los días de la joven doctora youkai…El Señor del Sur estaba presente también. Kleinez había demostrado gran interés en la joven la primera vez que la vio. Como un cachorro se quedaba mirándola embelesado cuando Krisstal curaba las lesiones de los soldados en la arena. Como macho digno de su estirpe felina, intentaba atraerla y para ello desplegaba todos sus encantos.
Su poder no estaba en tela de juicio. Durante los entrenamientos, Krisstal jamás tuvo que curar una sola herida en él, sino en sus contendientes. Kleinez disfrutaba exhibiendo su torso y sus músculos mientras luchaba, capturando más de una mirada femenina, entre las que estaba la mirada de la joven médico.
Terminada su labor, Krisstal recogía sus elementos y cerraba su morral, para comenzar a retirarse hacia sus labores en el ala médica del palacio.
La decepción evidente en el rostro del leopardo, llamaba la atención de Kagome y de su peligrosa pareja que lo veían desde un costado de la arena
-"Parece que el Señor del sur está interesado en Krisstal, no crees?"
-"Hn."
-"Sería bueno que estuvieran juntos…Ella es muy dulce, se merece ser feliz…Y Lord Kleinez parece ser un buen hombre…y además es apuesto"
Sesshomaru estaba tomando unas katanas para continuar entrenando. Los comentarios de Kagome lo distrajeron un poco bastante de sus quehaceres. ¿Cómo que apuesto? ¿Qué?
Con sus ojos entre rojos y dorados se volteó a verla muy de cerca. Su nariz tocando la nariz de Kagome
-"Primero…No es un hombre, es un youkai, un macho"
-"Y cómo que es apuesto?…"
Los suaves gruñidos y su olfateo por los alrededores de la Miko en busca del aroma picante de la atracción…La risa de Kagome y la ausencia de excitación, calmaron a la bestia celosa que se tranquilizaba y continuaba esta vez jugando con ella.
-"Tú no tendrás ojos para otro macho que tu Señor"
Ella muy seductora le respondía
-"Los ojos se han hecho para ver…"
Entre risas y sonrisas, la pareja caminaba por un borde muy delgado.
-"Quieres ver?...Yo te daré algo para ver…"
Enseguida y a gran velocidad Sesshomaru, parado frente a ella abrió de un tirón su haori y se lo quitó de manera más que sugerente.
Los presentes se asombraban ya que no era una costumbre del Lord exhibir su torso a menos que pensara entrenar fuerte.
Kagome tragaba duro ante el seductor despliegue y sumado a los celos tan atractivos de su amor, no pudo más que experimentar calor, mucho calor, lo que se hizo evidente en el aire alrededor de ellos… Allí estaba…Su fragancia favorita…El aroma picante de la excitación de su mujer.
Con una media sonrisa hizo girar en el aire a sus dos katanas y se fue a entrenar al centro de la arena.
Como contendiente tenía a un soldado de la casa el norte y al Señor del Sur.
Al primero lo despachó en segundos y ahora, se enfrentaba al Joven leopardo de las tierras australes. El joven felino se inclinaba para reverenciarlo y se alistaba para el inicio de su entrenamiento con el mismísimo Señor del Oeste.
-"Sesshomaru Sama…gratitud por su entrenamiento"
-"Hn."
Caminando de costado iban girando mirándose de frente, midiéndose antes de comenzar.
El Señor del Oeste mirando de reojo al general tora que oficiaba de árbitro.
La voz que alertó a la arena.
-"Hajime!"
Y el choque de espadas resonó en todo el área.
Golpes, caídas, saltos y arrebatos, rugidos y tajos, golpes y puñetazos.
La pelea era muy entretenida. El joven Príncipe del Sur era muy bueno en lo suyo, Sesshomaru estaba más que conforme con el muchacho.
No escatimaba golpes y zarpazos, a los que el joven respondía hábilmente. Mirándolo un poco era un macho apuesto en verdad, poderoso, de buen nombre y posición, acaudalado y honorable, qué mejor partido para su ahijada y sanadora real.
Ante uno de los ataques del leopardo, quedaron con las katanas cruzadas frente a las barbillas de cada uno, empujando uno contra otro, los puños temblaban.
Los ojos azules, profundos y brillantes de Kleinez se encontraban con los ardientes soles del Señor del Oeste, que no desaprovechaba el momento para intimidarlo e interrogarlo
-"Eso es todo hyò?"
-"Ni cer-ca Mi Lord…"
Y se separaban y arremetían chocando una vez más
-"Sesshomaru Sa-ma…"
-"Dígame, Lord Kleinez"
Y alejándose con agilidad felina saltó lejos para luego atacar. El potente Inu giraba para repeler su ataque asestando un duro golpe en el rostro del Lord del Sur.
Kleinez caía al piso y mientras se levantaba escupía sangre a un lado.
En cuatro patas miraba a Sesshomaru que dejaba a un lado las katanas para esperar su ataque con las manos limpias.
Sonriendo el leopardo se preparó para responder de la misma forma
-"No es necesario que deje sus armas…"
-"No sería honorable pelear e diferentes condiciones Taisho Sama, eso sería tomar ventaja sobre mi oponente"
Ventaja? Sobre él? No había nada que el leopardo tuviera que pudiese herirlo por el momento.
Bien sabía que se estaba conteniendo, pero luchar así era aburrido.
-"Honorable sería si no se contuviera, Lord Kleinez, no le menosprecie a este Sesshomaru"
-"Jamás, es sólo calentamiento, Mi Lord"
Preparados una vez más y la voz del tigre
-"Hajime!"
Y tomados de las garras apretando las manos del otro, las zarpas clavadas lastimando, los colmillos exhibiendo, forcejeo y el cabezazo veloz que partió la barbilla del Lord del Oeste.
Sesshomaru sonrió y enseguida su barbilla dejó de sangrar para brillar y sanar.
-"Buen movimiento Lord hyò…"
-"Tengo más si quieres verlos Lord Inu"
Kleinez se admiraba del poder del macho Inu, pero no detenía su ataque sorpresivo.
-"Hace rato me preguntó algo Kleinez Sama"
-"Mmmm. Pu-es ahora no lo recuerdo"
Y los golpes se repetían en lo que Krisstal ingresaba a hablar con Kagome. Kleinez la veía de reojo y se desconcentraba, lo que Sesshomaru aprovechaba para continuar molestando al macho hyò y le propinaba un golpe en la boca del estómago que lo hacía caer de rodillas.
-"Eres bueno en la lucha…Pero te desconcentras con facilidad …"
Los ojos del leopardo se afinaban, Sesshomaru reía por dentro
La joven doctora y Kagome miraban preocupadas la caída del leopardo que se tomaba del vientre mientras las miraba y se ponía de pie, para enfrentar a Sesshomaru
-"Mi Lord?"
-"Tus ojos parecen querer devorar a mi ahijada"
Las garras, como sables, dirigidas al Lord Occidental mientras saltaba para incrustárselas en el pecho.
-"O es a la Señora del Oeste a quien miras, gato"
-"No soy un gato! Y Lady Kagome es el sueño dorado de más de un youkai según sé"
Sesshomaru abría los ojos grandes…¿Qué?! Las garras felinas rasgando la piel del rostro del Daiyoukai. El leopardo se encaramaba sobre él rasguñando y mordiendo.
Sesshomaru lo quitaba de encima con un golpe de youki. Kleinez caía en cuatro patas a uno metros, jadeando pero listo para saltar de nuevo.
El Lord Inu se secaba la sangre de la cara
-"Pero mi interés está puesto en otra hembra"
Las hembras cubrían sus bocas con las manos, el Señor del Oeste exhibía su látigo verde ahora.
-"Sessho-Ma…Ru Sama! Quisiera pedir su permiso para cortejar a la Sanadora Krisstal!"
Rápido y certero Sesshomaru chasqueó su látigo de veneno y enredó al macho hyò y tirando de él lo atrajo para asestarle una patada feroz que lo arrojó a metros de él.
-"No la cederé a un macho débil y patético"
Kleinez golpeando contra una columna, cayó al suelo, jadeando, golpeado, rasguñado, y consumiéndose por el veneno de Sesshomaru, seguramente moriría.
Tembloroso se ponía de pie. Su aura irradiaba poder, sus heridas menores se curaban pero el veneno era otra cosa. Sin embargo su postura de ataque y su semblante no demostraba rictus alguno que hiciera parecer que el leopardo sufría, era de temer, su mirada espeluznante. Sesshomaru tenía frente a él un youkai de poder terrorífico, un aliado digno y un macho merecedor de su ahijada y sanadora real de palacio. La princesa del Este, Krisstal.
Ya estaba decidido, apoyaría ese cortejo, pero Kleinez aún bajo la influencia del youki del Señor del Oeste, estaba a punto de atacar una vez más.
-"Débil y patético…Venga, ataque, terminemos con esto para que pueda encargarme del débil y patético ese del que habla, mi Señor"
La mirada fría y el rostro serio de Sesshomaru se transformaron en carcajada.
Lo que causó que la manada y los soldados lo miraran aterrados.
-"Jajaja, lleven al enamorado con la sanadora…"
Enseguida la risa abandonaba su rostro, caminando hacia la salida de la arena terminaba de hablar.
-"Antes de que muera"
Y con eso Sesshomaru se retiró.
Todos estaban admirados del poder y la resistencia del leopardo que cayendo de rodillas comenzaba a perder la conciencia.
Rápidamente Krisstal corrió hacia él, los soldados los ayudaron a llegar al ala médica y en minutos estaba bajo los cuidados de las suaves y expertas manos de su hermosa sanadora.
Ya en su recámara, el Inu se adentró en las aguas termales. Se relajaba en la tibieza y suavidad, de los vapores levemente sulfurosos, mientras reflexionaba acerca de los sucesos de ese día.
Restregaba sus antebrazos para quitarse la sangre seca y el polvo resultante del entrenamiento, mientras pensaba acerca de muchas cosas.
Inuyasha había demostrado ser un contrincante de temer, Y el humano Miroku se había fortalecido enormemente y su poder sagrado, era algo que no le agradaría experimentar en carne propia. Danaka excelente como siempre, al igual que el príncipe Kouga del Norte. Enjabonando sus musculosas piernas su pensamiento ahora estaba sobre Hiroki, flamante Señor del Este y primo de Krisstal. Aún había que trabajar en él, pero prometía ser un poderoso kitsune, en un futuro…
Y Kleinez…Se alzaba como un gran Señor para su Casa, era un verdadero reto enfrentarlo, para cualquiera, aunque para él no había sido demasiado difícil. Costoso sí, pero al final ganó fácilmente.
Se miraba desnudo y se veía musculado, bien marcado, alto, poderoso. Pero Kagome había dicho del joven leopardo que era apuesto…
Apuesto?
Luego recordó la golpiza y los latigazos propinados al representante de las tierras sureñas y pensó que se había pasado un poco…Pero por qué lo había hecho… Esa era una pregunta sin respuesta.
Tal vez había sido demasiado duro con el leopardo…Pudo haberlo dejado inconsciente en vez de envenenarlo…Habrá sido por celos? Kleinez había dicho que Kagome era el sueño dorado de muchos youkai…
Pero Kagome no había mirado al leopardo con deseo ni una sola vez, ella solo reaccionó ante sus pectorales, no los del felino, eso le dibujaba una sonrisa, mientras hundía su cabeza en el agua ámbar.
Ahora se recostaba relajado en una roca. Sus pensamientos estaban en las últimas semanas. La batalla en el inframundo los había agotado a todos.
Pensándolo bien, no había visto a su padre desde aquél día…
Su madre iba y venía… Se dividía entre Touga y Yashamaru.
Era extraño no tenerla encima opinando de todo…
Seguramente Kagome era quien tendría que soportarla ahora…
Kagome…Kagome…Su hermosa Kagome.
Se había quedado en la arena. Por qué no la trajo con él?
Últimamente estaba muy ocupada con Yashamaru y los otros niños. La hembra de Inuyasha Kikyo, demandaba de ella atención y compañía.
En realidad todos demandaban su compañía, además a Kagome también le gustaba cocinar, por lo que pasaba largas horas en la cocina enseñándole a la cocinera de palacio a preparar los exquisitos platos de la comida de su época.
Era fuerte. Se había levantado enseguida.
Aún tenía marcas de la batalla y su cuerpo recién ahora se encontraba saludable.
Habían pasado por demasiadas cosas.
Cerraba los ojos y se acomodaba para descansar en la roca… La echaba de menos… Su preciosa hembra, su amor, Kagome…
Tan valiente y hermosa, poderosa… Sin darse cuenta sus labios pronunciaron su nombre.
-"Kagome…"
-"Te desperté?"
Enseguida se enderezó para ver si sus oídos no lo engañaban.
No.
Ella estaba caminando hacia él, desnuda y sensual, no podía esconder la emoción de verla tan brillante y acercándose.
-"Vine a lavar tu cabello…"
-"Hn."
La piel de la joven estaba lozana y sedosa a la vista y… Cubierta de cicatrices. Antiguas y nuevas, siempre tuvo cicatrices y lejos de afearla, la embellecían cada vez más. Símbolo de poder en batalla, sus marcas profundas y cortes demostraba a cualquiera que ésta, era una hembra poderosa y eso lo enorgullecía, porque no sólo era todo eso, sino que era fiel, leal, honorable, dulce, sensual, seductora y completamente suya.
Relamiéndose se incorporaba para ver qué planeaba la joven esta vez. Caminando y quedándose a su espalda, ella le indicó mojarse el cabello.
Sesshomaru que se había puesto de pie, comenzó a hundirse para mojarse. La sacerdotisa veía su hermoso cuerpo desaparecer en el agua, no sin antes devorar con los ojos los músculos y el redondeado y firme trasero masculino que brillaba con las gotas de agua.
El Lord permanecía sumergido hasta los hombros, mientras ella comenzaba su acicalamiento.
Detrás de él, aplicaba jabones y esencias, lavando y acondicionando la plateada cabellera de su amado. Sesshomaru se deleitaba con la sensación de las uñas rascando rítmicamente su cuero cabelludo, pensaba que si fuese un felino, estaría ronroneando.
Las hábiles manos de su pareja dejaban la cabellera como una brillante cortina de seda, y su calidez corporal, le cosquilleaban la piel de la espalda.
Sus instintos se despertaban…hacía tanto tiempo…Casi seis semanas…Demasiado…
-"Yashamaru…"
-"Duerme…Irasue está con él…"
Rápidamente la arrojó sobre su regazo y la tomó de los cabellos de la nuca, firmemente pero con delicada sensualidad.
-"Voy a besarte, Miko"
Kagome muy sonrojada acariciaba la mejilla del Lord
-"Sólo besarme?"
Sesshomaru sonreía junto a la boca de la joven.
-"Y la timidez de la sacerdotisa de Shikkon dónde quedó?"
Kagome tomaba el rostro del Daiyoukai con ambas manos y lo miraba seriamente a los ojos
-"En el inframundo"
La cercanía de la muerte los había realmente cambiado a todos. Ninguno de ellos perdía tiempo en cosas irrelevantes. Se decía y se hacía lo que se sentía. La vida era para vivirla y disfrutarla y eso es precisamente lo que ellos harían de ahora en más.
Devorando la boca de la joven Miko, el macho Inu se deleitaba con el sabor que tanto anhelaba. Sin tomar cuidado de sus colmillos se sumergía en la dulce cavidad enamorando a Kagome cada vez más, si eso fuera posible.
Tomando un leve respiro, la joven alcanzó a susurrar…
-"Te has convertido en un experto besando"
-"No sólo en eso, soy un experto Miko"
Asiendo a Kagome de sus muslos la levantó y la apoyó contra la roca.
La sangre corría de la boca de la joven producto de los filosos colmillos contra sus carnosos labio y el sensual recorrido en su camino a caer al agua marcando la barbilla, le aumentaba el apetito al Inu youkai.
Separando las musculosas y torneadas piernas se sumergía entre los muslos tan anhelados degustando y devorando la carne suave y trémula de la joven madre.
Los lamentos y gemidos de Kagome lo encendían aún más.
El sabor delicioso de su esencia, el aroma femenino lo enloquecían al punto de no saber qué deseaba hacer primero.
Lamiendo cada parte del hermoso cuerpo Sesshomaru se perdía en éxtasis.
Kagome lo veía disfrutar de su piel y los ojos dorados se clavaban en los suyos.
-"Voy a hacerte mía sacerdotisa"
Subiendo por el vientre y el pecho de Kagome, el Lord se quedaba frente a frente con el rostro de su hembra.
-"Kami…Eres tan hermosa"
Las hábiles manos deleitándose con los enormes pechos a los que acariciaba dulcemente.
Besaba sus labios una vez más mientras la carne masculina se sumergía en la calidez del cuerpo de la bella mujer.
Ella besaba y lamía su cuello mordiendo fuerte y haciendo que Sesshomaru siseara disfrutando del dulce dolor de la pasión. Las uñas esculpían filigranas en la blanca espalda masculina, los sonidos sensuales de Kagome lo agitaban y la necesidad de ir más rápido y más profundo lo llevaban casi al límite. Sentía que no duraría, sentía que en cualquier momento se perdería en la pasión.
La única hembra capaz de eso. La Shikkon No Miko.
-"Kagome no te muevas"
-"Mmm?"
Comprendiendo lo que él decía sonreía y continuaba moviéndose para enloquecerlo.
El la tomó de las caderas firmemente y comenzó a caminar hacia afuera del onsen.
Entre besos y mordidas susurraba
-"No desobedezcas a tu Señor"
Dejando un camino de agua hacia la enorme cama dónde se recostaron, la brisa de verano se colaba por la ventana secando sus cuerpos, Kagome se montaba sobre el Daiyoukai y continuaba su danza erótica.
-"Sólo quiero complacer a mi Señor"
-"Miko…"
-"Shhhh"
Silenciándolo con un beso profundo ella continuó con sus movimientos sensuales y demostraciones de amor, para lo que Sesshomaru sentía que su corazón explotaría de deseo.
La Señora del Oeste besaba románticamente al Lord.
El macho Inu sentía la lengua de la hermosa hembra penetrar hasta su garganta y degustar sus labios , luego su cuello, sus orejas y de pronto, la mordida y el ardor de su sangre.
El vínculo se abría y se convertían en uno una vez más. Profundizando los movimientos y levantándola con cada embiste, los amantes se desgarraban de pasión.
Kagome no se detenía y tirando la cabeza hacia atrás perdida de excitación, se aferraba con sus uñas a los hombros el Señor del Oeste que apretaba los dientes mientras ella gritaba su placer llamando a su bestia a seguirla.
El Lord volteó a la joven y desde atrás se abría camino hacia su cálido interior. Sentía que se perdía, que ya no podía resistir, necesitaba ir cada vez más profundo, necesitaba dejar su marca en ella, en cada parte de su cuerpo. Sosteniéndola de las caderas en posición Inu marcaba un ritmo cuidado pero salvaje y mientras ella gemía de placer una vez más, sobre sus oídos susurraba palabras de amor.
Aceleraba los embistes desesperado hasta que las garras se hundieron en la carne pálida de la sacerdotisa y su simiente arrasó con todo a su paso derramándose en su interior, rugiendo su éxtasis hasta sentir que le ardía la garganta, para dejarse caer junto a la joven abrazándola como a la joya más preciosa.
Juntos pese a todas la adversidades, se abría un mundo nuevo para ellos, una oportunidad de vivir finalmente como se merecían, amarse, formar una familia feliz con Yashamaru y el resto de la manada, con la milagrosa presencia de Touga en sus vidas una vez más, cuántas cosas más le deparaba este tiempo a la pareja de Occidente?...
La respuesta no importaba, la negra cabellera desenredada por las garras y los colmillos caninos pastando por la carne de los hombros.
La hembra jadeante recuperaba su cordura envuelta en los brazos del macho más poderoso, el ser que más amaba junto a su cachorro. El silencio y sus respiraciones. Las cortinas juguetonas enredándose con la brisa. El sueño cobrándose dos víctimas.
El susurro en la habitación
-"Aishiteru…Saiai…"
