CAPITULO 8
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Cuando llegue al Remolino Karin estaba un poquito… paranoica. No la culpaba, no le había avisado que desaparecería por la mañana y tampoco respondí ninguna de las 5 veces que me llamo.
Ni siquiera llevaba 3 minutos abajo de la combi, cuando empezó a revisar cada parte de mi cuerpo, verificando una y otra vez que estuviera bien. Seguido de eso empezó el interrogatorio. —¿Las tomaste? ¡Naruto no puedes olvidarte de ninguna!
Suspire e intente relajarme. La entiendo en verdad, sé lo mucho que le importa, se cuánto me quiere y estoy absolutamente consiente de todo lo que ha pasado ella y mis padres debido a mi estado de salud. Valoro muchísimo todo lo que ha hecho por mí. Pero también es verdad, que yo sé mejor que nadie lo que implica tomar o no tomar esos inmunosupresores.
A parte de los sermones de los doctores, también recibí un manual.
«Son IMPRESCINDIBLES para el paciente y bajo ningún concepto DEBE DEJAR DE TOMARSE O MODIFICAR LAS DOSIS POR CUENTA PROPIA. Dejar de tomarlos puede significar el fracaso del trasplante.»
EL FRACASO DEL TRANSPLANTE.
No necesitaba más para entender lo importantes que eran.
Pero no solo basto con que yo lo tuviera claro, mi familia también debía entender la relevancia de las medicamentos, por lo que Karin se encargó personalmente de hacerme un listado de los mismos con los horarios. Como en el hospital me habían sugerido que: «Intenta aprender el nombre de las medicinas y su finalidad.» Karin me hizo memorizarlos, al igual que las dosis, las horas y los días para tomarlos, de igual manera todos esos datos los sincronizamos en la agenda del móvil.
Mi hermana se aseguró también de que tuviera siempre las pastillas a mi alcance junto con varias botellas de agua.
—El tratamiento inmunosupresor DEBES TOMARLO SIEMPRE. —Su voz con ese tinte angustioso es el que menos me gusta de todos sus matices.
—¡Hey! Tranquila, no me acorrió nada y estoy bien, las tome todas…
—¿Todas? —Preguntó con sus ojos entrecerrados.
—¡Sí, todas!
—¡Oye! —Subió su voz unos cuantos tonos más alto y más grave. —¡Te lo digo porque me importas ¿okay?! No solo quiero molestarte.
—¡Lo sé! —Hable al mismo nivel que ella. —Lo sé… —dije más bajo. —Pero no soy idiota Karin.
Apretó su mandíbula y me fulmino con la mirada. Sabía lo que estaba pensando; "Pues lo pareces"… Sin embargo, elevo sus palmas en redición y más calmada dijo: —¿Y a dónde fuiste?
—Por ahí…
—Por ahí ¿dónde? —Su tono elevado estaba por volver.
—Karin…
—Naruto. Yo estoy a cargo. Yo soy responsable de ti. ¿Qué se supone que le diré a papá eh?
La discusión podía seguir por horas. Por lo que mejor cedi. —Solo fui a dar una vuelta, necesitaba pensar ¿ok?… no pasó nada… tome las pastillas y estoy muy consciente de que estas a cargo. —Dije elevando mis cejas.
Ella se limitó a rodar los ojos. —A veces te comportas como un chiquillo. —Dijo después de un rato.
No le respondí.
—Y… mientras pensabas… —Su tono me indico claramente la dirección de sus siguientes palabras. —¿llegaste a algo con respecto a lo que ya sabes…? —Que no preguntara directamente por mi falta de respuesta a cierta carta me daba a entender que estaba en plan tranquilo y buena onda, sin embargo, eso no servía de nada. Intente no explotar. Nunca me gusto esa Karin inquisitiva y molona.
—No…
—En algún momento tenemos que hablarlo. —Medio chilló en mi dirección, verdaderamente frustrada.
—No…
—Naruto…
—No. —No entiendo la manía horrible que tiene de recordarme aquello una y otra vez… cada vez que salgo de los estándares de comportamiento que tiene tatuados en la mente por la mano de un médico tiende a salir con lo mismo. —No lo vamos a hablar. No quiero.
—Ok… —Su susurro llego hasta mis oídos, pero aunque se escuchaba vencido, yo sabía que estaba muy alejado de ser así. —Pero… tienes que hacerlo. En algún momento… ¡Lo debes hacer! —Enfatizo cada una de sus palabras. La manera en la que su rostro se mostraba en ese momento, lleno de seriedad y evidente molestia solo provocaran que me sintiera sofocado en plena playa.
—Vuelvo en un rato. —Solté con cansancio, ansioso por huir. Di la vuelta sobre mis talones. La escuche resoplar, pero no dijo nada más al menos.
Camine por la playa un rato, sentí el agua bajo mis pies. Observe el sol, e instintivamente tome el tozo de papel que prácticamente se ha vuelto parte de mi indumentaria habitual.
La desdoble con cuidado. Ni siquiera era que la fuera a leer, pues, la sabía de memoria. Todo lo que decía resonaba en mi cabeza todo el maldito tiempo. El chico en el que residía este corazón antes, era muy afortunado y seguro… ¿Qué digo? definitivamente era genial.
Cuando la leí la primera vez, no pude contener el llanto y… la culpa. Yo estaba vivo, y mi familia estaba pletórica, pero en otro lado justo al mismo tiempo un chico dejaba los corazones de muchas personas rotos y uno de ellos en particular, me había escrito esperando saber de mí, esperando poder contactarme y hablar.
En su carta sentí todo el dolor y el amor que sentía por él. Me hablo de todo lo que le dio ese muchacho y de cómo se sentía a su lado; libre, feliz, fuerte… también escribió algo acerca de cerrar el círculo, yo lo entendí como un tipo de consuelo, y… para ser sincero… Me habría encantado dárselo. Escribí muchas respuestas para ella, pero no pude enviar ninguna. Las veía tan pobres, tan simples, tan huecas, tan insignificantes comparadas con el tsunami de sentimientos que ella vertió sobre esa hoja.
Le dije al coordinador de trasplantes que no quería que me contactaran. No quería ver a la familia de ese chico, no era suficientemente valiente para soportar su dolor.
Quisiera que Karin entendiera eso. No es nada fácil… Es desesperante, desolador y me siento patético.
Un grupo de chicos riendo y jugando dentro del agua me hicieron salir de mi burbuja depresiva. Sonreí instintivamente cuando la chica se colgó de la espada del sujeto. Esa imagen me llevo a recordar a Hinata una vez más, y sin darme cuenta la noche empezó a caer.
La silueta de la luna comenzó a hacerse visible sobre mi cabeza y eso remarco en mi la imagen de esas pleitas brillantes en mis recuerdos del día.
Me intriga tanto y me atrae de una manera tan diferente.
Sus ojos son tan bonitos como ese mismo satélite.
Nunca me había sentido así.
Ojala vuelva…
Mis pulmones escogen ese preciso momento para aspirar fuerte y prolongadamente…, seguido de eso, sueltó la respiración de manera profunda.
La visión de esa chica no me provoca más que suspirar todo el tiempo. Me resulta tan gracioso. Quiero decir… es curiosa esta sensación, pero pensar en ella, borra todo lo malo, lo oscuro, lo doloroso… me hace sentir pleno aunque… inseguro…
Es complicado de explicar: pena, dolor, alivio, deseo…
La manera en la que me miro me dio la seguridad de que volvería y quiero creer, necesito creer que así será.
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