CAPÍTULO 12
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El sol comenzó a descender en el cielo, lo que fue un recordatorio de que —como siempre— el tiempo se extingue antes de que te des cuenta. Regresamos a donde estaban nuestros autos, después de subir las escaleras.
Hinata me ayudo a llevar el kayak y a colocarlo arriba de la combi en los soportes del techo para que después yo lo asegurara con las correas, poco después metí los remos en la parte de atrás deslizando la puerta, seguido de eso la deslice de nuevo para cerrarla.
Pero no hice amago de moverme, de hecho no quería hacerlo. Me recargue en el costado de mi WV, mientras Hinata hacía lo mismo. Nos quedamos un momento así, mirando el sol sobre el agua y dejando que el metal caliente de la combi extendiera su calor en nuestra espalda.
No quería que se fuera, no quería que el día terminara… —¿Sabes? —Le dije mirando aun como se ocultaba el sol. —Técnicamente hablando, el día aún no termina. —Giré a mirarla esperanzado y ansioso. —¿Tienes hambre? Conozco un lugar estupendo, que sirve el mejor ramen. Podemos comer y entonces, tal vez… —Deje de hablar en cuanto su cabeza empezó a moverse en negativa.
—No puedo. Es domingo.
Intente mantener una expresión seria, al igual que mi voz. —¿No comes ramen los domingos?
Apeas se las arregló para mantener una expresión tan seria como la mía. —No. Solo el martes.
Nos reímos un poco, sabíamos lo que seguía y ninguno de los dos pretendía dar el primer paso. Al menos yo.
—En realidad desearía quedarme —hablo y pude escuchar su tonito suave y tal vez un poco triste. —Los domingos son de cena familiar, y mi mamá se pone un poco loca si no estoy ahí.
—Se lo que es eso —intente decirlo con sinceridad, porque lo sabía, solo recordar a mi madre o a Karin y saber cómo se ponen cuando no llego a una cosa de esas me hizo entenderla, pero eso no evitó que sintiera el golpe fuerte en el trasero por haber caído estrepitosamente de mi nube. —No puedes faltar a esas cosas. La familia es importante. —Aun así me las arregle por sonreírle, por… sonreír de verdad.
—Muchas gracias por este día. En realidad fue hermoso. Todo.
La profundidad y el tono que empleo para decir esto último disminuyó mi sonrisa. Se sentía… Esa era la despedida. —De nada.
Ella se apartó de la combi aunque no se dirigió a su automóvil. Sabía que tampoco se quería ir. —De verdad me tengo que ir.
—Espera —dije de pronto, precipitadamente, sin planearlo, como si alguien aparte de mi hubiera accionado el botón para decir esa palabra. Sentía que el causante podía ser… mi corazón. Me puse serio eligiendo con cuidado las palabras que usaría. Porque con Hinata todo era avanzar y retroceder sin llegar a ningún lugar, y hoy no quería que fuéramos en reversa de nuevo. Necesitaba seguir, que ella permaneciera en mi mundo.
—Escucha. —Dije mirándola directamente a los ojos. —Sé que antes dije que solo un día, pero eso no fue… No fui completamente honesto. Y si ahora dejo que entres en tu auto y te alejes de nuevo sin decirte la verdad, me arrepentiré todo el camino a casa. —Baje la mirada de nuevo, regresándola de nueva cuenta a ella cuando volví a hablar.
»De cualquier modo, te prometo que no te sorprenderé tocando a tu puerta de nuevo, pero si alguna vez decides que quieres pasar otro día así, alguna vez, yo tengo muchos disponibles, y… este me gustó. —No pude abrir mi alma por completo, no pude decirle todo lo que sentía porque… no era viable, no quería espantarla. No de nuevo. Y aunque sabía que otra vez no tendría la certeza de nada, necesitaba creer que ella podía sentirlo, que no era solo yo y mi…
—A mí también, —respondió. —Gracias de nuevo.
Asentí resignado. Tampoco esperaba que se arrojara a mis brazos y me gritara todo lo que yo no dije. De algún modo estaba preparado.
—Está bien entonces, Hinata Hyuuga. Fue un placer pasar el día contigo. —Intente ponerme un alto. "no insistas Naruto", me grite.
—También contigo. —En sus labios se formó una sonrisa hermosa mientras retrocedía unos cuantos pasos hasta su vehículo.
—Maneja con cuidado.
—Lo haré. Tú también.
—Así lo haré.
Pudimos haber seguido así para siempre, encontrando cosas sin importancia que decir para no terminar nunca de despedirnos, pero en algún momento entre todas esas "banalidades" llegamos hasta la puerta de nuestro respectivo auto. Ambos colocamos las manos en las manijas como si la decisión estuviera tomada.
Aun la pude ver estirando el cuello para mirarme sobre su automóvil.
—Buenas noches, Naruto. —Dijo.
Asentí y sonreí. —Buenas noches. —No logre decir su nombre en voz alta.
Entre a mi combi con determinación, cerré la puerta y encendí el vehículo. Ella subió a su auto también, pero no lo encendió.
La miré a través del espejo retrovisor antes de poner en marcha la combi. Agité mi mano para decirle adiós por la ventanilla y me aleje. Observe hasta que el camino me lo permitió, como ella permanecía ahí en la oscuridad. Luche contra el impulso que me gritaba que regresara…
…
