NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.
GRACIAS POR LOS COMENTARIOS, SON ESPECTACULARES!
POR TANTA ESPERA…CAPÍTULO UN POCO MÁS LARGO
ABRAZO ENORME.
Capitulo 79
Pasados tres días los Señores de Occidente regresaron a palacio. Sesshomaru en su rol de Lord Cardinal de la Casa del Oeste, no podía posponer más su agenda. Si bien no tenía ni el más mínimo interés en regresar, él sabía que para comenzar a trabajar en todas las mejoras y cambios que tenía en mente para la sociedad y la Nación Youkai en conjunto, no debía perder ni un minuto más. Caminaba con su cara de estoicismo acostumbrada y su espalda recta atravesando la explanada y los pasillos hacia su despacho.
A su paso reverenciaban todos los funcionarios que estaban a su servicio, tenían por costumbre hacerlo hasta que una vez que ingresaba en la habitación, continuar cada uno con sus labores cotidianas asignadas.
A su lado caminaban Kagome con Yashamaru en los brazos y detrás, la sanadora y el Señor del Sur.
Sesshomaru apenas reconocía a sus sirvientes, Kagome asentía a todos a su paso y ellos esbozaban una suave sonrisa al pequeño cachorro que los veía con la misma cara de pocos amigos de su padre.
El inmenso poder que emanaba del cachorro y sus padres, cosquilleaba la piel de los funcionarios que se enorgullecían de la fortaleza de la noble estirpe de los Señores del Oeste.
Sus aliados eran también muy bien recibidos. Tenían instrucciones de atender y servir respetuosamente a los invitados a solicitud de su Señor Sesshomaru.
El primero en llegar había sido el Señor del Sur Kleinez, había arribado junto a los Señores del Oeste, caminaba detrás de Sesshomaru con Krisstal a su lado.
Los brillantes ojos del leopardo y sus marcadas manchas en la pálida piel, su largo cabello atado alto en su cabeza, sus enormes afiladas garras y el frío…Ese helado poder que brotaba de su aura congelándoles el alma. Espeluznante y poderoso leopardo de las nieves. Mientras mantenían su postura reverente, algunos alcanzaban a espiar a los caminantes y sus acompañantes.
La hermosísima Señora Kagome, su suave cadencia al caminar, su traje de Miko solo la hacía ver más hermosa si eso fuera posible, los atemorizantes ojos del cachorro y detrás, la princesa del Este, enigmática y magnética hembra youkai tipo humano, sus bellos ojos y sus formas seductoras, el cabello caía sobre su espalda y sus caderas redondeadas y torneadas se balanceaban al caminar, haciendo que los machos del servicio giraran su cabeza para verla pasar.
Algún aroma a feromonas atrajo la congelada mirada del leopardo que se fijaba en los ojos invasores en una clara reacción de amenaza, mientras los aterrados funcionarios agachaban la cabeza una vez más.
La media sonrisa de satisfacción del felino no fue vista por ninguno de ellos.
Acababa de reclamar tácitamente a la hembra frente a los machos del servicio de la Casa del Oeste, era sólo cuestión de tiempo dejar que el rumor se corra así ningún otro se atrevería a posar sus asquerosos ojos sobre su cortejada.
Así continuaron su camino hacia el despacho.
Sesshomaru se reuniría hoy con Inu No Taisho y los otros Señores Cardinales se incorporarían después.
Tenía la mente fija en la sola idea de deshacerse del concejo Youkai.
Su padre lo había formado hace centurias y estaba realmente harto de ellos. Los ancianos no habían hecho demasiado en este tiempo, pero su corazón estaba muy inquieto después de unirse a mirai. Cada vez que la idea de reunirse con el concejo le cruzaba por la mente, su bestia antigua, rascaba su jaula enfurecida ante la mirada de la más joven, y su normalmente inalterable carácter se disparaba elevando su aura tiñéndola de veneno de manera inadecuada, para un Lord de su estatus. Se sentía incómodo, molesto y perder el balance no era bueno.
¡Cómo le gustaría arrancarles la garganta a esos viejos decrépitos!
Ojalá existiera una manera demostrarles a los muy malditos lo viles que podían llegar a ser a cambio de riquezas, perversiones y poder.
Sentía que las narices de esos viejos estaban metidas hasta en sus pensamientos y eso lo tenía alterado sobremanera.
Había estado tan relajado y pleno en la isla luego de su boda, y habiendo derrotado una vez más y esperaba con todas sus fuerzas que para siempre al maligno hanyou Náraku, se veía en la obligación ahora de preparar el terreno para evitar que lo acontecido en el futuro se repita, el fracaso no era una opción, ahora tenía esposa y cachorro, el Oeste prosperaba, más hijos llegarían para agrandar la manada, más que nunca había que defender y proteger La Casa de La Luna.
Náraku ya no estaba…pero… Y si hubiese dejado descendencia oculta?
Su mente elaboraba uno y mil escenarios posibles para enfrentar al grupo de viejos youkai para disolver el espanto que era en realidad el concejo de asuntos youkai.
Mientras volaba con su familia a su lado, los aferraba fuertemente, cada milla recorrida para regresar a su tierra Occidental, la había padecido.
Si bien adoraba su tierra natal, hubiese deseado fervientemente permanecer en la isla, con su esposa y cachorro disfrutando de las dulzuras y placeres de su matrimonio recién constituido.
NO deseaba regresar, ni tener que encargarse de estos asuntos, pero cada vez que pensaba en delegárselos a Inuyasha, mirai le hacía padecer unas pesadillas espantosas advirtiéndole del carácter voluble del mestizo a la hora de tomar decisiones, mostrándole diversas situaciones vergonzantes y escandalosas posibles, ante un posible error del Segundo de Occidente.
El Oeste ya había pasado por demasiadas cosas y no podía arriesgarse a que su línea de tiempo se corrompa como lo había sido la otra.
Él mismo se encargaría de encaminar las cosas a partir de ahora y para eso necesitaría la colaboración de los demás Lores Cardinales.
Cada uno de ellos, poseedor de una potencia e inteligencia superiores a la hora de destacar sobre los demás youkai de la Comunidad demoníaca.
Si deseaba cambiar el mundo que había visto en sus recuerdos y en sus pesadillas NECESITABA la presencia y asistencia de todos ellos.
La dulce voz con tono de sumisión lo distrajo de sus pensamientos.
-"Sesshomaru Sama, llevaré a Yashamaru a la habitación"
El Daiyoukai detenía su paso y levantaba una ceja mirando desconcertado a su esposa.
En su mente retumbaba "Sesshomaru Sama"
"Sama"?
Kagome lo observaba sin hacer ninguna mueca, el Inu entonces notó, que varios sirvientes estaban aún en posición reverente a su alrededor, y comprendió que la sacerdotisa simplemente estaba respetando el protocolo frente a sus empleados. Los días de Luna De Miel lo habían relajado en torno a Kagome y sus nobiliarios habían sido dejados de lado.
Con los ojos dorados fijos asintió
-"Hn."
Kagome simplemente reverenció y se comenzó a retirar hacia sus aposentos.
-"Mi Lord, Lord Kleinez"
El leopardo reverenció
-"Lady Kagome"
-"Yo también me retiraré junto a mi Lady"
Krisstal reverenció y caminó junto a Kagome hacia los dormitorios. A medida que se alejaban, el cachorro miraba a su padre fijamente en una batalla de miradas sin parpadear y las palabras del general Taisho acerca de su paternidad, le hacían eco en su mente…
El rostro serio y gesto adusto de su pequeño, eran una señal más que suficiente para demostrarla sin dejar dudas al respecto.
El leopardo también lo observaba. El pequeño de a ratos parecía youkai, de a ratos humano, pero siempre poderoso, Idaina Daiyoukai Sagrado, ese pensamiento lo llevaba a imaginar lo espeluznantemente poderoso que sería cuando fuera mayor.
-"Mi Lord… No hay dudas de que ese cachorro es un verdadero Taisho"
Sesshomaru miró a Kleinez.
Soltó una carcajada leve, para terror de sus empleados que se apresuraron a quitarse del paso de su Señor.
Kleinez observó la huida de los empleados y poniendo su cara de lado
-"Usted no ríe a menudo al parecer, Taisho Sama"
-"Hn."
Resopló al ver el miedo y la preocupación de los sirvientes para luego detenerse y mirar los portales de madera tallada a mano.
De pie frente a su despacho las enormes puertas se abrían ante la presión de su youki.
Caminando despacio ingresó y dejando su estola sobre el respaldo del enorme sillón que habitualmente ocupaba, se sentó y comenzó a desenrollar pergaminos.
Kleinez ingresó, mientras veía a Sesshomaru abrir los rollos sobre su escritorio, caminó hacia el fondo del despacho y miró a su alrededor.
Sus ojos se quedaron fijos en la cantidad de pergaminos que tenía en su haber el Oeste. Toda una biblioteca histórica
-"Esto es…Impresionante"
Sesshomaru levantaba su cara y lo veía mirando hacia los antiquísimos rollos
-"Le gusta leer, Lord Hyò"
-"Sí, mucho"
-"Hn"
Un Lord afecto a leer y aprender, un gran aliado. Buena elección para su ahijada también.
-"Tome uno, si lo desea"
Sesshomaru se concentraba en sus deberes. Arrancándoles el lacre con las garras, abría uno a uno los mensajes recibidos en las últimas lunas.
Mientras los desenrollaba y terminaba de leerlos, su mente viajaba de un Lord al otro, recalcando sus virtudes beneficiosas para el Oeste, la alianza y forjar un nuevo y buen futuro para todos:
Primero venía a su mente el gobernante de la Casa de la Nieve, el Leopardo del Sur, Lord Kleinez Hyò. De reojo lo veía leyendo un pergamino. Joven y flamante Señor del Sur, fuerte, ágil, Inteligente y decidido, era un aliado poderoso y aguerrido, extremadamente fiel al Oeste. Actualmente cortejando a Krisstal la princesa Oriental y sanadora oficial del palacio de la Luna, hija adoptiva de Kokatsuna Kitsune ex Señor del Este. Su poder emanaba de su cuerpo rasguñando apenas el poderoso aura del Lord Occidental, el joven Señor Austral se mantenía tranquilo y relajado en cercanías del Señor del Oeste, mas su poder siempre estaba a flor de piel. Satisfecho con sus conclusiones Sesshomaru cambió de rollo y quitó otro sello de lacre.
-"Hn."
Su mente entonces viajaba hacia las tierras cálidas y las montañas. El Lobo del Norte, Lord Kouga Ookami, Joven, poderoso, astuto y sagaz, temerario a la hora de luchar, incondicional colaborador del Oeste. Su despliegue en la guerra contra Náraku había sido impecable. Era una pieza muy beneficiosa en lo que a política y diplomacia competía pero no lo quería cerca de su esposa, recordar sus actitudes posesivas con Kagome llamándola "Mi Mujer" y ciertas imágenes que se presentaron en su mente luego del apareamiento con la Miko le erizaban la piel y el gruñido espeluznante de su garganta resonaba en todo el despacho.
-"Sesshomaru Sama?"
Pero el macho parecía distante con sus ojos puestos en el pergamino, el joven felino, pensó que seguramente aquél rollo traía noticias desagradables para el gobernante de la Casa de la Luna. El Señor del Sur agarró su pergamino de historia felina y simplemente decidió respetar su silencio continuando su lectura.
El pensamiento del Inu del Oeste viajaba ahora a Oriente.
El Zorro del Este, Hiroki Kitsune, el Lord sonriente, hijo sanguíneo de su antecesor, Kokatsuna Kitsune, y hermano de crianza de Krisstal. Inteligente, hábil estratega, fuerte y resistente, atlético, experto en las artes de la magia y el camuflaje, también joven. Su costumbre de sonreír era más que famosa en todo Japón, pero eso no le restaba respeto, ni peligrosidad.
Toda una generación de jóvenes Señores Cardinales cuyo poder burbujeaba en la superficie de sus pieles, ansiosos por demostrar su valía y poder, plenos de energía y efervescencia, pero todos tenían el mismo problema. Aunque si lo pensaba bien, no debía llamarse problema sino condición.
Todos compartían la misma condición.
Su juventud.
Esa misma juventud que todos los seres anhelan mantener por toda la eternidad, esa juventud chispeante y desbordante que a todos sin excepción los hace errar en su juicio a la hora de responder a los problemas de protocolo, diplomacia, economía y política. Esa efervescencia que comienza como la lava volcánica elevándose y empujando, arrastrando en su escalada a todo lo que se le cruza en su camino hacia la superficie, y una vez en ella, explota salpicando chorros, vomitando ríos de fuego ardiente que arrasa con todo a su paso dejando al mirar atrás un panorama desolado, deforme y morfológicamente alterado, evidenciando devastación y muerte.
Los siglos y la experiencia, controlan esa fuerza de ebullición de las potentes hormonas juveniles que de no ser controladas, pueden desatar las catástrofes y guerras más impías por inexperiencia y ansias de destacar para así ser recordados en la historia.
Historia… Qué historia?
Para que hubiese una, deberán escribirla ellos.
Suspirando y tomándose el puente de la nariz, Sesshomaru pensó que si bien también él era joven, era sagaz, fuerte, inteligente, más experimentado que los demás Lores, ya que tenía siglos como Señor del Oeste, poseía una carta de triunfo que nadie conocía y que sería la que los llevaría a lograr su objetivo primordial, contaba con la experiencia de mirai Sesshomaru, guiándolo a cada paso del nuevo camino.
Los Lores Cardinales unidos, bien asesorados, podrían formar un frente invencible, forjar un futuro mejor, y dejar un legado útil y glorioso a las generaciones venideras. Construir un mundo donde la Nación Youkai conviva pacíficamente y en igualdad de derechos con los humanos, y donde los hijos nacidos de relaciones inter raciales fuesen tratados igual a los hijos youkai pura sangre o ningen sin mezcla.
De su propia potencia nadie podía dudar, él sabía, todos sabían que estaba fuera de discusión.
Firmaba su séptimo decreto y rechazaba su vigésima oferta de hija de terrateniente, gruñía molesto ¿qué acaso nadie supo que se había casado? Emparejado, apareado y finalmente casado… Irrespetuosos eso eran.
Abollando y arrojando a un cesto las ofertas de hembras y mujeres separaba los asuntos inherentes al estado para su tratado.
Miraba su mano sobre el escritorio y veía su hermosa joya, su marca ningen y cada vez le gustaba más.
Firmando el último pergamino y dejándolos en otra mesa, regresó a sentarse en su sitio y se intentó relajar. Casi sin darse cuenta sus ojos se quedaban fijos en la gran ventana y las imágenes se sucedían en su mente.
Kagome y él ya se habían unido antes…
Ella lleva siempre consigo el otro anillo, aquél que mirai le diera quinientos años en alguna parte del tiempo
Un matrimonio que comenzó de manera extraña…
El verdadero motivo del matrimonio entre mirai y Kagome 500 años en el futuro.
"Mira en tu interior"
La bruma del desconcierto daba paso a una no tan agradable realidad pasada.
La respuesta salía sola, no sería necesario siquiera preguntar
HONOR
Eso le había dado a entender ella una vez y eso le mostraba mirai en sus visiones, cortas, simples pero muy concisas.
El honor, su más legendaria característica lo había llevado a tomar esa decisión y subsanar aquél enorme error de su medio -hermano Inuyasha, para proteger el Oeste, proteger su honor y su dignidad, y también protegerla a ella.
En este tiempo había sido otra la razón de su emparejamiento, atracción, deseo, amor.
De a poco el sentimiento de molestia y amargura se dejaba barrer por otro sentimiento mucho más agradable, felicidad, sentía gran felicidad de haberse unido a la joven sacerdotisa y disfrutar de su cachorro.
Esa era su felicidad, su familia, y luego aparecieron los rostros de sus padres y los de los miembros de la manada de Occidente… No podía perderlos de nuevo, no era una opción.
La pluma se rompía entre sus dedos.
Los golpes en las puertas lo sacaron de sus pensamientos repentinamente.
-"Adelante"
Lord Kleinez se ponía de pie.
Ante ellos Danaka Akira reverenciaba a los dos Señores Cardinales.
-"Sesshomaru sama…Kleinez Sama"
-"Danaka"
-"Danaka Sama"
-"Los demás Lores Cardinales han arribado, están siendo recibidos por Lord Inuyasha"
-"Hn… Envíelos aquí de inmediato."
-"Si, Sesshomaru sama"
-"Y Danaka"
-"Sí Lord Taisho"
-"Inu No Taisho ha llegado?"
-"Si, llegó junto con ellos"
-"Hn, envíelo primero, busque también al monje y a Kìbo, que asista sirviendo té y atendiendo a los Lores Cardinales"
-"Si, Mi Lord, Con su permiso"
Reclinándose en su sillón, Sesshomaru se frotaba las sienes, esta sería una reunión complicada.
El leopardo se acercaba a él
-"Usted sabe de mi lealtad al Oeste, eso no tiene discusión, pero no puedo dejar de pensar, Lord Taisho que esta es una reunión bastante fuera de lo común"
-"Hn."
-"Sabe que debe tener suma cautela con el ex Señor del Este"
-"Usted debería saberlo más, ya que corteja a su hija"
El youkai hyò rascaba su nuca y se sonrojaba mientras tomaba asiento en uno de los brazos del enorme sillón
-"Ese, es exactamente el motivo de mi advertencia, Mi Lord"
La risa baja de Sesshomaru, mientras se ponía de pie
-"Veo que ya ha pedido formalmente su derecho de emparejamiento"
-"Así es…Fue…Por decirlo de alguna manera, espeluznante"
Sesshomaru no pudo otra cosa que reír
-"Ese viejo zorro está en deuda con el Oeste…No se atreverá a impedir su emparejamiento mientras usted sea aliado de la Casa de la Luna y de este Sesshomaru. Se lo aseguro"
La mirada seria del Inu le aseguraba al leopardo que sus palabras no eran vacías y conllevaban implícitas una promesa de sufrimiento atroz para el antiguo Señor del Este.
Danaka ingresaba de nuevo
-"Mi Lord, el general está aquí"
-"Está bien Akira sama, hágalo pasar"
Tenía que disolver el concejo de ancianos. Esperaba no tener que tomar acciones drásticas, pero si en algún momento se sentía obligado, no dudaría ni un segundo en hacerlo.
-"Sesshomaru"
-"Bienvenido, General"
-"Tú dirás, para qué es bueno tu padre"
-"Disolveré el concejo de ancianos…Necesito tu apoyo incondicional."
Los ojos dorados se encontraban.
Inu NO Taisho sabía que Sesshomaru debía hacerlo, después de haber escuchado de boca de Kagome todo lo que sucedió en el futuro culpa de eso viejos malvados y corruptos
-"Hn. Ya me preguntaba cuándo lo harías…En cuanto a mi apoyo, siempre lo tendrás"
-"Hn."
Otro golpeteo en las puertas. Lentamente se fueron abriendo para permitirles el ingreso a los Señores de las otras dos Casas Cardinales y el monje Miroku. Jaken y Danaka por detrás, y con la bandeja de té, la joven asistente.
Como lo esperado el antiguo Lord del Este se adelantó a los demás.
-"Taisho Sama!"
Estaba MUY en deuda con el Oeste, debido a la última visita de los Señores de la Casa de la Luna al palacio Oriental. En aquella oportunidad, le habían faltado el respeto absolutamente a Kagome y con ella al Oeste y por consiguiente, a él.
Sesshomaru no demostró nada en su cara, pero su mirada le congelaba el alma al viejo kitsune, que temblaba al reverenciar y estrechar su antebrazo
-"Lord Kokatsuna"
Kokatsuna Sama sonaba demasiado respetuoso, pero detrás de él llegaba el joven Hiroki, ese era un macho leal y honorable. Reverenciaba profundamente a Sesshomaru y le estrechaba fuertemente el antebrazo con una respetuosa sonrisa
-"Sesshomaru Sama, gratitud por su invitación y agradable recibimiento"
-"Hiroki Sama…Gratitud por responder al llamado del Oeste"
El honorífico que Sesshomaru la adicionó a Hiroki, no pasó desapercibido para el anciano zorro, pero de nuevo sabía que merecía eso y mucho más.
-"Oh No, Sama es demasiado para alguien joven e inexperto como yo Taisho Sama, pero igualmente agradecido… Y el Este, siempre le responderá"
Siempre sonriente y agradable en su trato, el joven kitsune encantaba a todos con su carácter afable y tranquilo.
Tan diferente al padre pensaban todos. Por su parte, Kokatsuna pensaba que mientas el Oeste se mantuviera aliado del Este y sus tratados fueran beneficiosos, aunque le sonara a ofensa jamás en toda su existencia, se quejaría, ni diría nada al respecto o al menos lo intentaría con todas sus fuerzas.
Ambos se adelantaban a tomar asiento en el largo sofá dispuesto cerca de la ventana a un costado del escritorio de Sesshomaru.
Kleinez permanecía de pie, Kokatsuna lo saludo con una reverencia, y fue a sentarse
-"Lord Kleinez"
-"Lord Kokatsuna"
Reverenciaba a su futuro suegro.
El Señor del Este, muy sonriente estrechaba su antebrazo
-"Kleinez sama! Qué bueno verte! Mi hermanita está bien?"
-"Hiroki sama, igualmente! Krisstal Sama está muy bien gracias por preguntar"
Ambos se sentaban cerca, del viejo kitsune, obviamente Hiroki de por medio.
Los demás esperaban su turno sabiendo que la costumbre del kitsune era arrebatar y tratar de posicionarse mejor que los demás, intentos fútiles de su parte, pero no cesaba en sus esfuerzos haciéndolos.
Seguido, los saludos del Lobo Nórdico, sus ojos azules brillaban contrastando con la cabellera castaña rojiza el Ookami, la mirada del Inu estudiaba sus reacciones
-"Sesshomaru Sama"
-"Lord Ookami"
Kouga reverenciaba y pasaba a tomar asiento en un almohadón cercano la ventana, para luego ingresar Inuyasha que apenas asintió a su hermano y a su padre para permanecer de pie, apoyado contra una pared. Miroku muy educadamente reverenció y fue a pararse cerca de Inuyasha.
Luego aceptaron una taza de té de la joven youkai ardilla, asistente de Sesshomaru y Danaka en las reuniones, que hizo lo propio con cada uno de los invitados, sirviéndoles té negro de Ceylán, fuerte, bien fuerte.
Touga se reclinaba en su asiento y miraba a su hijo mayor
Los demás lo observaban desde sus lugares. Sesshomaru debía elegir muy cuidadosamente sus palabras.
Pero era más que difícil hacerlo, porque cómo se le explica a un ser tan poderoso como un Daiyoukai, en este caso, dos, Kokatsuna a pesar de ser anciano y venenoso aun era un Daiyoukai, su poder era enorme y a su poderoso hijo, todos con la mentalidad de youkai anticuado, acostumbrado al poderío y fortaleza absolutista propia de la Nación youkai, que el presente se debe cambiar para mejorar el futuro, porque ya había vislumbrado un poco de aquel tiempo y gracias a los ancianos del concejo, elegidos por ellos, y su corrupción, todo se había desarrollado desastrosamente, costándole la existencia al mismísimo futuro, y con él a todos los seres que vivieron en ese tiempo. Incluyéndolos a ellos y toda su descendencia.
Los antecesores de los actuales Señores Cardinales habían elegido cuidadosamente a los miembros del concejo youkai, siguiendo las instrucciones de Inu No Taisho. Dos siglos después de su creación, el General perro caía en batalla contra el clan Ryu.
A partir de allí la permanente intromisión y participación forzada de los viejos demonios en todos los asuntos inherentes a la Nación Youkai.
Tenía que decirles a los herederos de aquellos antiguos Daiyoukai que los ancianos que habían elegido se corromperían, que sus caracteres eran volubles o lo fueron y lo serían tal vez una vez más, poniendo en peligro este tiempo que por lo que sabía era el único que existía.
Tenía también que decirles a los mismos ancianos de todo lo que propiciarían si permitían a la codicia penetrar en sus almas. El inminente acercamiento con los humanos sería otro factor importantísimo para el desarrollo de los eventos negativos. La constante búsqueda por parte de los pueblos ningen de riquezas y poder se iba transmitiendo, contagiando si así se prefería verlo, a los pueblos youkai, otrora orgullosos de sus propios logros y posesiones, ahora deslumbrados por el brillo del oro, el dominio y también, cada vez más, la lujuria.
Las mujeres humanas, habían comenzado a cobrar trascendencia entre los machos a la hora de disfrutar del placer de la carne. Frágiles, hermosas, cálidas, fáciles de controlar… Una cosa era elegir una hembra humana para emparejarse y procrear y otra muy deferente era obtenerlas como esclavas sexuales.
Había que detenerlo ahora. Sesshomaru lo sabía muy bien.
Decirlo era una cosa pero…
Demostrarlo y detenerlo sería el verdadero problema
¿Cómo hacer eso?
No tenía idea.
Simplemente pensaba hablarles con su verdad y esperar que fueran machos de ley y recordaran que él no mentía nunca y que realmente sus relatos eran serios, absolutamente verdaderos.
-"Y tú dirás Sesshomaru, a qué se debe esta reunión tan…Atípica"
La pregunta del General Taisho que le daba pie a su hijo para comenzar
-"El futuro"
Touga se quedaba estático en la silla… Demasiado directo.
Kouga sacudió la taza y se quemó la pierna, Inuyasha escupió el té que estaba bebiendo salpicando a Miroku en la cara, ganándose el gruñido feroz de su medio hermano que lo miró con furia
-"¡Qué?!"
-"Inuyasha"
Touga continuaba
-"Es acaso acerca de lo que la Señora del Oeste nos ha relatado?"
-"Hn"
-"Ya veo… En ese caso deberemos apelar a la inteligencia y astucia de los Lores, para que sepan que lo que escucharán aquí, esta noche, es total y absolutamente verdad".
Los Señores Cardinales y el kitsune estaban prácticamente con la boca abierta por el extraño comportamiento del trío de cabellos plateados y el príncipe lobo.
Danaka y Jaken mantenían sus caras inexpresivas, Kouga se mantenía inmóvil en su asiento, no saltaba, ni vociferaba, ni preguntaba nada, eso sí era más que sospechoso, los Taisho pasaban de acomodar sus ropas, a colocar sus cabellos hacia atrás o mover sus cabezas a un lado y al otro estirando sus músculos, algo muy malo había sucedido para que el comportamiento de los poderosos Señores se viera tan alterado.
Si bien Kouga no estaba enterado de los pormenores de lo acontecido en el futuro de Kagome, algo sabía y también a él su orbe lo había golpeado en su momento por lo que algún vago pensamiento e imágenes desagradables acerca de Náraku pasearon por su mente, una mujer de cabellos rojos y el peligro circundante a ellos lo había molestado durante meses. Sin decir que su instinto Ookami le avisaba que ESE peligro estaba relacionado con lo que Sesshomaru intentaba discutir con ellos. Si Sesshomaru lo decía, es porque Kagome lo decía y a pesar de no haber estado allí, él confiaba ciegamente en Kagome.
El anciano kitsune no resistió más la incertidumbre.
-"Pues si es de tanta importancia, no lo aplace más, Lord Taisho"
Inuyasha chistaba y se recostaba contra la pared de nuevo
-"Keh, Va a arrepentirse de decir eso"
El viejo zorro miró extrañado a Inuyasha y luego a su padre que mantenía la mirada en su taza de té.
Sesshomaru inspiraba profundamente y tomaba asiento en su sitio para apoyar los antebrazos en su escritorio y comenzar a relatar los infames sucesos que llevaron al futuro a desaparecer.
En la habitación real, Kagome, Sango, Krisstal, Kikyo y Noriko estaban revisando el ajuar del segundo príncipe del Oeste. Habían tejido y cosido numerosas prendas para el cachorro de Inuyasha.
Yashamaru se dormía y Kagome lo acostaba en su cuna. Aprovechando la inmovilidad del heredero del Oeste, le tomaban medidas para prepararle diversas prendas a él también. El hermoso cachorro crecía a pasos agigantados y había que reforzar su ajuar cada vez más a menudo.
Kagome observaba el abultado vientre de Kikyo y se emocionaba al ver esta realidad maravillosa, su amigo Inuyasha sería padre. Nunca supo el porqué de la falta de hijos de la pareja en su futuro perdido. Nunca tuvo el tiempo siquiera de preguntar. No tuvo tiempo de nada realmente de lo que hubiese querido hacer o realizar, nada. Todo se desvaneció en un instante amargo como la hiel.
Sin querer llevó su mano a su marca y la acarició como si sintiera que ese simple movimiento la acercara un poco a aquel tiempo.
Sesshomaru por su parte, en el estudio y en medio de sus explicaciones, sintió el toque helado de los dedos de su pareja y un escalofrío le recorrió la espalda. Kagome estaba triste.
Shimaru le conminaba a tirar la reunión al mismo demonio y correr hacia ella, pero con una simple elevación de youki comprobó que ella estaba rodeada de familia, no estaba en peligro físicamente, sentía que estaba en peligro, pero emocionalmente, estaba siendo víctima de sus recuerdos.
La charla llevaba varios minutos y la dispersión de los Lores lo exasperaba. Cómo llamar la atención de estos idiotas?...
"Acaso creen que estoy jugando?"
Entonces una idea cruzó su hábil mente…
-"Jaken"
Todos los ojos fijos en él.
Sesshomaru contempló su escritorio unos minutos, eternos minutos de helado silencio
-"Busca a la Señora del Oeste y tráela ante mi"
-"Si, Sesshomaru Sama!"
Sorprendidos por el repentino silencio y orden expedida a su sirviente, que de inmediato reverenció exageradamente y salió como alma que la llevaba el diablo a cumplir con la solicitud de su amo, los asistentes a la reunión se acomodaban nerviosamente en sus estancias.
Nadie decía nada, todos y cada uno de ellos sabía que ella era viajera del tiempo. Callados y muy nerviosos quedaron a la espera de la Señora del Oeste.
Inu no Taisho, miraba los movimientos de su hijo mayor.
Estaba muy alterado.
Cosa que pasaba desapercibida por el resto, pero él…Él conocía muy bien a su cachorro y por mucho notaba sus reacciones descuidadas y su semblante abierto a su escrutinio.
Danaka también lo veía inquieto, él y el General Perro compartieron miradas por unos instantes y ambos comprendieron que Sesshomaru estaba realmente muy nervioso.
El tigre que fue asistente en su tierna juventud del mismísimo General Taisho, había asistido también, cuidado, acompañado, instruido, prácticamente criado al Lord Occidental y lo conocía a la perfección. Si bien no podía ser su hijo por la cercanía de edades, podía ser tranquilamente su hermano.
Su instinto de manada se hizo cargo.
El General Tora se acercó al Inu Daiyoukai que también conociendo su carácter y lealtad, supuso que notaba su nerviosismo y en un intento de tranquilizarlo, simplemente levantó una mano para detenerlo e indicarle que estaba bien.
En instantes, Jaken regresaba con su preciosa compañía
-"Sesshomaru Sama, la Miko está aquí"
Kagome pasó junto al Kappa mirándolo con rabia
-"Adelante, Miko Sama"
Sesshomaru la llamaba Miko Sama?
-"Lord Taisho, Inuyasha Sama, Touga Sama… Miroku Sama"
-"Kagome Sama"
-"Lady Kagome"
-"Kagome"
Los títulos por delante de todos y cada uno de ellos
La joven se adentraba al recinto y los ojos de todos se posaban en ella. Con su traje de Miko se veía imponente.
El príncipe del Norte de inmediato se puso de pie y reverenció a Kagome
-"Kagome Sama"
Ella respondió el saludo con una sonrisa
-"Kouga Sama"
Sesshomaru debía mantener el protocolo a rajatabla, a pesar de las miradas de sus allegados, entiéndase manada y Kouga, mantuvo su estoicismo y frialdad frente a los Señores del Este y el Leopardo del Sur.
Debía distanciarse de sus afectos, ellos en su sitio como parte de la manada y él en el suyo como Señor absoluto.
Sin embargo la reacción del Lobo no pasó desapercibida.
-"Siéntate Miko"
Sesshomaru le señalaba un lugar cerca de él
Kagome sintió la fría voz de su esposo calarle las entrañas. Aunque sabía de la necesidad de mantener el protocolo, no necesariamente debía gustarle. Pensó poder manejarlo mejor.
-"Sesshomaru Sama, Señores"
La respuesta más helada aún.
La profunda reverencia y la mirada esquiva de la Dama del Oeste, que fue caminando grácilmente a sentarse en una silla forrada cerca de su "marido".
-"Los Señores Cardinales quisieran saber acerca de los sucesos nefastos que terminaron con su tiempo, sacerdotisa"
Acaso esa era la manera de referirse a ella y a todo aquello? Así tan fríamente? Kagome sentía en el pecho un gran pesar.
Touga la veía desempeñar con corrección su papel de Señora pero su aura parecía a punto de estallar y el reiki que estaba luchando por escaparse del control de la joven alcanzaba a pincharle la piel molestando sus sentidos. Su hijo estaba tirando las cuerdas un poco demasiado a la burbujeante Miko de Shikkon. Las comisuras de sus labios se levantaban escondiendo una sonrisa maligna, cuánto iba a sufrir Sesshomaru a manos de la sacerdotisa por este y todos los otros…Exabruptos desdeñosos a los que la fuera a someter.
Inuyasha veía interesado a su padre que apenas sonreía oculto en su taza de té y levantaba una ceja preguntando en silencio lo que sucedía. Inu No Taisho apenas negaba con la cabeza y un mínimo movimiento de su mano.
Kagome respondía sin dirigir la mirada al Daiyoukai, mas delicadamente se puso de pie y recorrió el recinto para quedar frente al ventanal, su reiki arremolinando
-"Mi tiempo…También fue su tiempo, y el de todos aquí presentes…Quinientos años en el futuro que ya no existe"
Inuyasha miraba ahora a su medio-hermano. Su mandíbula estaba tensa y él estaba seguro que de seguir así, amenazaba con quebrar varios dientes.
Luego vio a Kagome y allí comprendió. Su amiga estaba al borde de hacer explosión. Su padre imaginaba seguramente que la ira contenida por ella iba a ser motivo de alguna "dificultad" postrera para Sesshomaru detrás de las paredes de su habitación y no pudo más que sentir pena por él.
Kagome era espeluznante cuando se enojaba, no cambiaría ni por un segundo de lugar con él. Sentía al mismo tiempo que por fin Sesshomaru se había encontrado con la horma de su zapato y de pronto se vio de acuerdo con su padre, "el bastardo se lo merecía" y enseguida encontrando su mirada con la dorada de su padre asintió levantando su taza a modo de brindis lo que fue bien recibido por Touga que hizo lo mismo para luego regresar a su seriedad habitual.
Sesshomaru por su parte, sentía a su bestia que miraba a través de sus ojos, la bestia de mirai, rasguñaba los confines de su mente castigándolo por su frialdad.
Las palabras de Kagome herían su espíritu, entendía los diferentes tiempos, comprendía que esos cambios vendrían y que el susodicho Protocolo youkai se suavizaría con el tiempo, pero este no era ese tiempo, contaba con la conexión entre mirai y la bestia adulta para que comprendiera esto.
Lo cual eventualmente sucedió. Mientras los Lores eran atendidos con otra ronda de té y algunos bocadillos, la hábil ardilla youkai los distraía de las cavilaciones de su amo.
Nadie al parecer notó los leves inconvenientes del Daiyoukai del Oeste que experimentando gradualmente la calma de una de las bestias enardecidas, reafirmó su posición aclarando su garganta, se enderezó en su sillón para retomar su discurso.
-"He convocado aquí a la pareja de este Sesshomaru, para que en su investidura de sacerdotisa de Shikkon y viajera del tiempo, transmita los acontecimientos sucedidos en aquel infortunado tiempo que debió ser nuestro futuro, pero gracias a las urdiembres y traiciones del hanyou conocido como Náraku, y la Shikkon No Tama, fue destruido, no quedando nada más que recuerdos amargos y enorme pesar. Pero también una muy evidente advertencia…"
El viejo zorro interrumpió al Lord haciendo honor a su fama de maleducado y pedante falto de escrúpulos
-"Taisho Sama…No hay evidencia de que los relatos de esta…Onna sean verdaderos…"
-"Ah! Por favor Lord Kokatsuna! No puede decirlo en serio! La Shikkon No Miko es la persona más idónea que he conocido en mi vida!"
Kouga molesto increpaba al viejo
La manada occidental se removía y los gruñidos comenzaban a oírse, de inmediato Hiroki hizo callar a su padre
-"Chi Chi UE, Sesshomaru Sama no diría cosa semejante si no fuese cierta, y además, ella es la sacerdotisa de Shikkon, Jamás mentiría, y además… Ella destruyó a Náraku y…"
El kitsune insistió
-"Justamente ella destruyó a Náraku, cómo fue posible entonces que el maligno apareciera de nuevo en el futuro si ya no existía en el pasado luego de que ella, Inuyasha Sama y su grupo de humanos se encargaran de erradicarlo de este mundo?"
Sesshomaru indignado
-"No eran solo ellos, estábamos TODOS, todos nosotros luchando para que el mundo en que usted vivía fuese un lugar tranquilo y seguro una vez más. Inclusive lo volvimos a enfrentar y destruir en este tiempo, en el inframundo cuando el heredero del Oeste nació, nada nos asegura que no regrese nunca más, o haya dejado descendencia oculta en alguna parte"
El Lord del Sur se ponía de pie
-"El Sur apoya incondicionalmente al Oeste en su gestión. Yo deseo escuchar lo que Kagome Sama tiene para decir"
Kagome sentía que su corazón se salía por su boca, no sabía si asesinar al viejo zorro y abrazar al hermoso leopardo y a Kouga, pero ninguna de las tres cosas eran las correctas para hacer. Solo asintió con una sonrisa al Ookami y al Señor del Sur y se dirigió al anciano kitsune
-"Yo no recuerdo haberlo visto a nuestro lado luchando o apoyándonos, Lord kitsune"
La sentencia de la Señora del Oeste fue directa y agresiva. No iba a dejarse intimidar ni disminuir frente al viejo youkai.
-"Pe- Pero el Este siempre se mantuvo fiel al Oeste frente a las adversidades. Eso está fuera de discusión"
El Este se había mantenido en posición neutra intentando no salir perjudicado en la batalla contra el astuto hanyou maldito.
-"De todos modos, se puede comprender su ausencia en batalla, un Señor Cardinal tiene muchos asuntos protocolares que atender"
Papeleo y más papeleo, y asuntos inherentes al estado y las tierras, trabajo complicado, y mucho, pero, ante la inminencia de una destrucción masiva, todo es dejado de lado para retomarse después, en tiempos de calma. Como lo habían hecho los demás, menos él y lo sabía.
Las palabras de la hembra estaban cargadas de ira y desprecio, merecido, vergonzosamente merecido.
No pudo más que callar bufando
Kleinez llamó la atención de todos con su voz baja y avergonzada
-"El Sur…Tampoco asistió a los héroes luchadores a destruir a Náraku, ni siquiera fue capaz de asistir…"
Poniéndose de pie reverenció
-"Gomennasai…Onegaishimasu!"
Su cuerpo temblaba, sus manos estaban cerradas en puños, sus garras clavadas en su carne provocándole a la sangre gotear
Sesshomaru lo miró
-"Sus disculpas son innecesarias Lord Hyò, el Oeste supo de sus… Tribulaciones y está consciente de que de haber sido capaces hubiesen estado allí para luchar"
Kagome miraba a Sesshomaru y notó su trato benevolente con el joven leopardo. La mirada brillante de Danaka, él también estaba afectado, después de todo él pertenecía al clan de felinos del Sur. Algo malo, muy malo debía haber sucedido. Pero este no era el tiempo, ni el lugar para preguntar. Demás estaba decir que debía mantener un bajo perfil para los fines diplomáticos de esta reunión. Pasando sus manos por el hakama de su traje de miko, permaneció en silencio observando lo que ocurría. Esperaría que se acalle el incómodo lapsus para comenzar su relato.
Sesshomaru ahora miró a su esposa
-"Lady Taisho…Estos Señores deben conocer los acontecimientos que cambiaron el tiempo"
La joven miraba a los presentes. Numerosos ojos puestos en ella, un par de ojos azules brillaban en un rincón. Kouga sonreía, Kagome los vio y suspiró, el Inu la alentó a hacerlo
-"Usted le ha contado a este Sesshomaru y el orbe le ha demostrado con creces los sucesos ocurridos quinientos años en el futuro… Nadie mejor que usted, que estuvo allí y los vivió, para contar lo sucedido"
Los rostros de confusión de los Lores del Este y del Sur, sus corazones latiendo fuerte, era cierto, ella había estado allí y además sabían del orbe.
-"El orbe?"
Preguntaban a unísono. Una noche hacía meses extrañas luces surcaron el cielo de Japón. A todos los había golpeado un orbe y a partir de allí los extraños sueños comenzaron a invadir sus sueños. Pero cómo sabía de eso el Señor del Oeste?
-"Elegir no creer en Kagome Sama, es una decisión realmente estúpida"
La calma del lobo, llamaba poderosamente la atención de los Lores sureño y Oriental, él solo mantenía la mirada fija en Kagome y ella por el momento en él. El cariño, respeto y admiración entre ellos eran notorios. Era una mirada cargada de sentimientos y recuerdos compartidos
Inuyasha miraba molesto la interacción del Ookami y la Dama de Occidente, la fe que Kouga siempre tuvo en ella era más que evidente, tenían una gran confianza mutua. No dudaba del honor del lobo y mucho menos de su querida amiga. Los sentimientos que demostraban eran nobles, nada tenían que ver con la lujuria o el deseo, se veía en ellos la emoción de quien recuerda concretar sus logros en compañía de sus amigos, de sus afectos, de su familia pero no tenía por qué agradarle.
El macho había luchado ferozmente para protegerla innumerables veces y había estado allí cuando fue necesario en la destrucción de Náraku, pero de nuevo, no por eso le agradaba más. Además de aclamar a los cuatro vientos que ella era SU mujer. Esperaba que Sesshomaru no viera esa mirada compartida y la malinterpretara, pero al levantar los ojos y dirigirlos a su hermano, encontró que ya era demasiado tarde. Las flamas ardientes que destellaban en la mirada de Sesshomaru, amenazaban con incendiar el lugar.
Touga viendo el incómodo momento decidió interrumpir
-"A todos los ha golpeado un orbe verdad?"
-"Pero eso…Cómo lo sabe?"
-"Ese orbe es el alma que usted tenía en ese futuro que desapareció, y esos extraños pensamientos que puedan tener, son sus recuerdos"
Sesshomaru era tajante en su declaración. Su frialdad se acrecentaba a cada instante.
-"Como dijo el Lord Ookami, no sería una sabia decisión ignorar los relatos de MI pareja"
Ese MI sonando con énfasis más allá de lo posible
-"Ella ha presenciado lo acontecido y está aquí para ayudar, pero está en cada uno de ustedes decidir si desea aceptar o no esa ayuda"
No era bueno, un Lord dudando no era bueno, pero sobretodo ese Lord que estaba dudando no era buena semilla.
-"Ayuda en qué Lord Taisho? Náraku ya no existe y este tiempo que es nuestro presente está pleno de calma y paz, no veo la necesidad de ayuda"
Kagome se ponía de pie
-"Pero si ni siquiera ha escuchado una sola palabra, no he comenzado a contarles nada, cómo puede sacar esas conclusiones tan apresuradas? Cómo puede asegurar que Náraku no regresará? O como dijo mi pareja, si ha dejado su sangre detrás, cómo asegurar que no tomará venganza?"
Kouga e Inuyasha vociferaban exaltados
-"Pero qué obstinado se puede ser!"
-"Keh! Es increíble lo cabeza dura…"
El señor Occidental alzaba la mano callando a su medio hermano y al Ookami
-"Inuyasha, Kouga Sama…"
El reiki llegando a su límite comenzaba a destellar y salir en bocanadas afectando a algunos youkai de palacio.
-"Sacerdotisa"
La advertencia de Sesshomaru.
La mirada airada de Kagome
-"Miko Sama"
A pesar de que comprendía los motivos de Kagome y él estaba ciento por ciento de acuerdo con ella, tenía que proteger a su gente, su estatus controlando a la temperamental mujer, y a los machos aliados, para evitar conflictos con los demás Lores.
Curiosamente su youki solo afectaba a los youkai de poca monta, al viejo zorro y a él, lo cual llamó poderosamente su atención.
La muy ladina, sabía cómo molestar a quien la molestaba, y no a los demás.
Kagome miraba al Daiyoukai con su rostro alterado por la rabia, pero se mantenía en silencio.
-"Puedes comenzar con tu relato, Lady Kagome"
El orgulloso macho Inu mantenía firme su mirada, pero sus ojos tenían una promesa de un correctivo implícito en ellos.
Kagome lejos de titubear, liberó unas oleadas más de reiki que el Lord sintió como pinchazos en su piel, para luego no sentir nada más.
Kouga simplemente se mantuvo tranquilo en su improvisado asiento sobre un almohadón con las piernas cruzadas. Inuyasha apoyado en la misma pared.
El anciano kitsune secaba su sudor con un pañuelo de seda marrón.
Todos en silencio observaban a Kagome una vez más
-"Ya que tengo la atención de todos, comenzaré mi relato"
Una.
La sola voz del anciano Kitsune
-"Son solamente un grupo de ancianos decrépitos…¿Cuánto daño pueden hacer?"
Dos.
Los furiosos ojos de Sesshomaru, las respiraciones entrecortadas de Kagome mientras revivía todo aquello y trataba de reflejarlo para los presentes, la incredulidad del Inutachi ante las desvergonzadas palabras y reacciones de Kokatsuna que insistía en defender al concejo
Tres…
-"Cómo permitieron que eso sucediera? Fue su culpa!"
Kagome abría los ojos
-"Nuestra culpa?"
Las preguntas, los gritos, las exclamaciones…
Cuatro.
Cinco y Seis.
Las horas que duró la reunión.
El zorro que se negaba a claudicar y reconocer la culpabilidad de los concejeros youkai. Admitirlo sería admitir su propia corrupción y ni muerto haría semejante cosa.
Su tozudez había provocado varias veces los golpes en la mesa del escritorio a manos de Inuyasha
-"No puede ser tan obtuso! Tiene la evidencia en carne y hueso de pie, frente a usted!"
Sesshomaru con sus ojos teñidos en su interior con la típica estrella roja estaba perdiendo frente a sus bestias. Las profundas ganas de retorcerle el pescuezo al asqueroso viejo zorro se mostraban con sus gruñidos.
La culminación triste y desoladora del relato de la joven sacerdotisa de Shikkon que mantenía su rostro inexpresivo frente a los Lores, solo una imprudente lágrima escapó de uno de sus ojos y recorrió su mejilla hasta caer sobre su hombro. Lágrima que significó todo para todos derrumbando la rabia del Daiyoukai y la sed de llamar al orden a su mujer transformándolos en amor profundo, deseo de protección y admiración absoluta.
Ofreciéndole la mano a Kagome la acercó a él para confortarla acariciándola, no importaba quién estuviera frente a él. Necesitaba confortarla, sus límites estaban a punto de quiebre.
Nadie pudo articular palabra. Si todo aquello era cierto y estaban más que seguros que lo era, había que destituir al concejo de ancianos y rápido. Y eso era muy difícil de lograr.
Hasta Inu No Taisho estaba lívido. Los gruñidos de los tres Taisho se oían retumbar.
Demás está decir que el anterior Señor de Oriente estaba en desacuerdo. Al parecer su orbe lo había "bendecido" con imágenes de su traición flagrante y ante la comprensión de lo que eran esos extraños sueños, no eran extraños sueños, eran recuerdos, se sintió avergonzado y reaccionó de la peor manera. Qué mejor para distraer atenciones que apoyar a los que se corrompieron igual que él.
-"No estoy de acuerdo!"
Touga intervenía se conocían bastante ya que eran casi de la misma era con varios quinquenios de diferencia pero…
-"Kokatsuna Sama! Usted me conoce, sabe que no lo engañaría con algo así!"
-"Usted creó el concejo! Dijo que era lo mejor para todos! Y fue cierto. No creo que el concejo de ancianos tenga que ser eliminado! Me opongo!"
El golpe estruendoso sobre sus muslos y sin más se levantó, cobardemente reverenció y abandonó el recinto ignorando por completo los intentos de su hijo por llamarlo a quedarse.
-"Chi chi ue!"
Hiroki intentó detenerlo, Sesshomaru muy alterado, con sus ojos casi rojos le indicó que lo dejara retirarse
-"Lord Hiroki, déjelo"
Touga lo detenía del brazo
-"Kokatsuna Sama…Usted no es así"
Pero el zorro quitaba su brazo bruscamente
-"Usted creó el concejo…USTED! A qué estamos jugando ahora Taisho Sama"
Los enormes portales se abrían para dejar salir un muy airado Kistune que maldecía a los cuatro vientos, pero sólo salió el anciano.
Ni se detuvo a ver si su hijo lo seguía. Cruzó la explanada como en el aire, se transformó en una bola roja y voló a gran velocidad lejos de allí. Sesshomaru se ponía de pie violentamente, Inu No Taisho lo tomaba de los hombros
-"Cálmate cachorro, nada lograrás atacándolo, nos conducirás a una guerra!"
En el estudio también quedaron los Señores Cardinales, Kagome, Danaka, Jaken, Inuyasha y una youkai ardilla que mantenía su cuerpo de pie como podía. Estaba shockeada por lo escuchado, no paraba de temblar.
Inu No Taisho se hacía cargo
-"Jaken, que preparen el salón"
-"Sí, Touga Sama!"
-"Kìbo…Retírese"
-"Ha- Hai Touga Sama"
Ambos reverenciaron y se retiraron
El joven Lord del Este se sentaba otra vez con sus manos en la frente enredada en sus cabellos intentaba comprender
-"Kagome Sama…Su relato fue…Cuánto lamento que haya tenido que pasar por tanta pena, lamento que haya perdido a sus afectos"
-"Hiroki Sama, no se preocupe, tengo a mis afectos aquí conmigo"
El zorro levantaba la cabeza para ver a Sesshomaru y al resto de la manada del Oeste.
Lo que vio lo dejó estático en su silla
Todos lo veían con la mirada seria y sin atisbo de dudas. Todo era cierto y además…
La mirada espeluznante del Señor del Oeste que se mantenía firme en él. Sus ojos hablaban de experiencia a pesar de su juventud, su rostro reflejaba la confianza y seguridad que solo un adulto posee y peligrosidad… Mucha peligrosidad
-"Sesshomaru Sama…"
Inmutable se levantaba de su asiento para tomar su moko moko y comenzar a caminar hacia la salida del estudio. Estaba a su límite, tenía que salir de allí para calmarse
Kagome reverenció a su paso
Touga se dirigía al joven zorro
-"Él es Taisho Sesshomaru, siempre el mismo"
Acaso podría ser que fuese tan poderoso para regresar y permanecer unido a su versión más joven?
Podría soportar el peso de convivir con su experimentado ser y dos bestias y no perderse en la locura?
Era posible semejante poder y fuerzas espirituales y mentales, ya que las físicas no estaban en dudas?
Si.
Allí estaba, caminaba estoico y brillante.
Apabullando a todos los que lo veían pasar, era una rareza digna de ser vista y venerada.
Inmenso y majestuoso el increíble Señor del Oeste capaz de cualquier hazaña para regresar a su amada. Porque Hiroki de eso estaba seguro, el Daiyoukai de Occidente, amaba a su pareja más que a nada de este o cualquier otro mundo.
-"Sesshomaru Sama"
Sesshomaru se detuvo y miró de reojo al joven zorro.
Hiroki reverenció profundamente
-"Es un verdadero honor"
El joven Lord había comprendido la magnitud de la situación
-"Hn."
La joven Señora del Oeste estaba muy alterada y necesitaba retirarse, ya no aguantaba el ambiente ni un minuto más, añoraba cargar a Yashamaru en sus brazos y alejarse, pensar en otra cosa…Olvidar si fuese posible, aunque sabía que no. Eso jamás sería una posibilidad.
-"Con su permiso yo me retiraré primero"
Touga reverenció amablemente y los demás.
-"Nos vemos más tarde Kagome Sama"
Enojada como estaba reverenció a su suegro cálidamente y se alejó.
Sesshomaru afinaba los ojos y se disponía a seguirla cuando Jaken reaparecía
-"Sesshomaru Sama…Las habitaciones de los Lores están dispuestas. La cena se servirá dentro de dos horas"
El Inu miraba a su sirviente
-"Bien. Acompáñalos y ubícalos, para que se refresquen"
Los Señores cardinales agradecieron reverenciando y procedieron a seguir al kappa.
La manada del Oeste se dirigió a sus habitaciones también para refrescarse y cambiar sus ropas ates de cenar. Inu no Taisho regresaría al inframundo a buscar a Irasue.
En la mente de cada uno de ellos estaba la imagen fija de Náraku y Perla Tama, ellos personalmente no los habían visto sin embargo la imagen estaba marcada a fuego, como si ellos hubiesen estado allí.
Los vívidos recuerdos les hacían saber que los orbes y aquella realidad eran verdaderos. Sus otros yo sí habían presenciado todo aquello y por fidelidad a su querida Kagome, cruzaron con ella en su afán de protegerla y advertir acerca del peligro al que estaban expuestos si mantenían vigente el poder del concejo y no actuaban sobre Náraku. Los demás orbes siguieron las luces de los de la manada de Occidente que siguió a Kagome y así se reunieron con sus pares más jóvenes. La advertencia había sido enviada y recibida, mas no de la mejor manera por parte del zorro anciano del Este, y otros que compartieran la misma mentalidad que él…
Náraku en este tiempo ya no existía. Pero el concejo de ancianos sí.
Mientras los amargos pensamientos surcaban su mente, Sesshomaru caminaba hacia su recámara. Las imágenes del futuro, la repuesta del anciano zorro, los rostros de los ancianos del concejo, la última batalla en el recinto del concejo de asuntos humanos y youkai del futuro… La imagen de Kagome colgando de su mano en el borde del pozo cuando dejó olvidada la fotografía, la otra imagen de Kagome colgando de su mano del pozo para soltarla, dejarla caer a la brillante luz azul, y el dolor…Ese profundo dolor, de nombrar al hijo que no vería crecer y ver a su amor desaparecer.
Y todo había sido gracias a la sucia colaboración del maldito concejo.
Y para empeorarlo, el Príncipe Ookami, a pesar de su advertencia insistía en acercarse demasiado a Kagome y ella a él.
Sus respiraciones se aceleraban, sus ojos se incendiaban del rojo más ardiente…
La ira alimentaba a su youki que comenzaba a rodear su cuerpo y a presionar hacia el exterior.
Amargo youki envenenado con ira y celos, conjunción tenebrosa a la hora de matar, porque ese youki liberado sin cuidado era exactamente para eso, matar.
Ingresaba casi ceremonialmente, en silencio y con su andar más elegante caminaba hacia su recinto de aguas termales, Kagome se encontraba ya en la habitación junto al pequeño Yashamaru que dormía tiernamente. A su paso junto a ella Kagome recibió el embate del mortal miasma que generaba el Señor del Oeste.
Su mirada recelosa hacia ella estaba ardiendo en el más profundo carmesí. El vibrante sonido de su gruñido le erizaba la piel. Su esposo estaba enojado y mucho.
Sesshomaru no estaba bien, se le notaba y ella necesitaba saber cuánto. Encima de todo ella también estaba enojada.
Fue detrás de él.
El aura dentro del onsen era muy oscura y pesada.
La ira crepitaba en forma de youki contra la sagrada aura de la Señora del Oeste.
Sus brazos y piel expuesta comenzaban a arder.
Pero ella no se detendría.
-"Sacerdotisa…No te acerques"
Kagome lo vio a los ojos.
Estaba fuera de sí, intentaba protegerla pero los modos youkai son diferentes a los humanos.
-"No te cansas de darme órdenes cierto?"
El gruñido espeluznante se acrecentaba
-"Ese maldito zorro…Lo mataré de una vez por todas"
-"Si lo haces la guerra estallará, tu padre yate lo dijo"
-"Ahora tu me ordenas a mí sacerdotisa?"
El chisporroteo del reiki y el youki incomodaba a los dos
-"Yo no he hecho nada malo, cumplí con tu orden de hablar de mi tiempo y ahora estás enojado"
-"y no sabes por qué"
-"No"
-"Coqueteaste con ese asqueroso lobo"
-"Qué? Kouga Kun?"
-"Ah, Kouga Kun…VETE"
Kagome se acercaba más, sus vestiduras de Sacerdotisa se mojaban hasta la mitad
-"Sesshomaru Sama, onegai, estoy aquí para hablar"
-"Hablar?"
La espeluznante risa baja
-"Porqué necesitaría este Sesshomaru hablar contigo mujer?"
Sabía a lo que se expondría, sabía que si no lo calmaba algo malo sucedería.
-"Ya has hablado bastante no crees? Tú ese bastardo del viejo zorro"
Sesshomaru se consumía en su propia rabia y su peligrosa aura flameaba alejándose y expandiéndose por todo el Palacio.
Cada uno de los ocupantes del castillo ancestral, sentía la opresión demoníaca. Todos sabían que el Lord estaba muy enojado. La manada y los demás Daiyoukai sabían porqué. O eso pensaban.
Estaban en problemas, si el poderoso Lord salía del recinto y del palacio iría en busca del viejo zorro y los ancianos.
Sería una masacre.
Y la guerra comenzaría
Inuyasha ni pensó en refrescarse, chequeó a Kikyo y luego partió al dojo de entrenamiento, Danaka y Miroku hicieron lo mismo.
Kouga se uniría a ellos minutos después. Su instinto Ookami le advertía de malos sucesos cercanos y estaba muy alerta.
Mientras entrenaban sintieron la presión del espeluznante youki
El Segundo de Occidente miró en dirección al origen del aura negativo, la habitación de Sesshomaru y Kagome
-"Keh! Y se precia de tener todo bajo control"
Danaka lustraba una Katana con un lienzo antes de girarla en el aire y prepararse para enfrentar a Miroku.
-"Ese tipo de ira solo se calma, con una guerra y mucha sangre o…"
Miroku e Inuyasha lo vieron por unos instantes ruborizado y muy nervioso, Kouga ataba su cabello
-"Con una buena cama y mucha sangre"
Las mandíbulas de los machos cayeron revelando el asombro y la evidente pena.
Las mejillas rojas en tres torsos divinamente cincelados se veían un tanto fuera de lugar.
Inuyasha se acomodaba para la lucha
-"Bueno…Confiemos que la Señora del Oeste sabrá cómo detener la guerra"
Miroku muy preocupado arrojaba lejos sus vestiduras para quedar solo con un hakama negro
Y prepararse también para luchar contra Kouga, pero este se giraba hacia el origen del miasma y lo que decía los dejaba a todos en una pieza
-"Y no morir en el intento"
En el Onsen
Despojada ya de sus ropas, se adentraba en las cálidas aguas termales para encontrarse a medida que se acercaba y los vapores se disipaban, con una bestia enfurecida que gruñía y exhibía sus afinados ojos rojos.
-"Sesshomaru…"
Susurraba apenas a audible, con la sorpresa de que la negativa vibración de youki no disminuía frente a su cercanía.
-"Pff, ya no soy Sesshomaru Sama?"
Curiosamente esta vez, el Lord y su bestia no se calmaban.
Kagome sabía mejor.
-"No soy yo Miko Sama? Ven hacia acá, ve para allá sacerdotisa? Siéntate y calla…Retírate"
El gruñido se volvía aterrador
-"Kokatsuna es un anciano cobarde, no se atreverá a enfrentarte"
Ella se acercaba muy lentamente, pero la lucha entre el reiki y el youki hacían muy difícil resistir
El Lord Inu se levantaba y se acercaba para quedar a centímetros de ella.
-"Muy valiente te enfrentaste a mí, me desafiaste con tu mirada, en conjunción con ese asqueroso lobo"
-"A qué te refieres?"
Estaba cegado por la ira, ella se dio cuenta de que no podía controlarse.
No podía pretender que un ser tan poderoso fuese capaz de resistir los sucesos desagradables sufridos sin hacer nada al respecto. Se sentía impotente ante las cosas y ese no era un buen sentimiento para una entidad tan fuerte y poderosa ni para su bestia milenaria. Pero a lo de Kouga no le encontraba sentido
-"No juegues de inocente ahora, no me provoques sacerdotisa"
-"Y tú me provocas libremente a mí, me acusas ofendiéndome?"
El reiki respondía a los mordiscos de youki
-"Aléjate"
-"Aléjame"
Inmenso se erguía sobre la joven amenazándola
Kagome respondió de la única forma que su carácter le permitía
-"Miko"
-"Aléjame youkai, porque yo no me moveré de aquí"
Sesshomaru la tomaba de los cabellos y le gruñía en la yugular.
Kagome se atrevía a lamerle la mejilla a la manera Inu youkai
Y de nuevo como dictaba la costumbre youkai, la única manera de calmar a una bestia era morir en sus garras o sucumbir a sus más bajos instintos.
Lentamente y sin miedo, la mujer se desenredó del agarre del macho hasta quedar de pie frente a su muy enojada pareja.
La joven sabía que su ira no era contra ella, del todo, bueno quitando el asuntito de los celos hacia Kouga, pero sí sabía que ella era la única que la podría calmar.
Se acercó al macho airado y le tomó el rostro con las manos para comenzar a besarlo.
Sesshomaru no respondió de inmediato apenas movió los labios. Kagome entonces lentamente tomó sus enormes manos con garras y lo acercó hacia ella colocándolas sobre sus pechos llenos.
Él tampoco reaccionó al instante, por lo que la joven besó sus clavículas, su mandíbula y seductoramente se echó hacia atrás.
Exhibiendo voluntariamente su tentador cuello al macho, para demostrarle su absoluta confianza. Los latidos de la yugular lo hipnotizaban; comenzando la saliva a chorrear por su mandíbula inferior, los jadeos bestiales se sucedían a medida que el macho entraba en calor. Éste la tomó violentamente y la acercó a él.
-"Solo eres tú Sesshomaru, nadie más que tú"
Hundiendo su nariz en la marca que sus furiosas fauces habían dejado durante numerosos apareamientos, inhalaba la embriagadora esencia de su hembra que se mantenía firme en su sitio a pesar de que los gruñidos no cesaban.
-"Estás segura Miko?"
Enojado como estaba la empujó contra una saliente de roca, agarró sus pechos desde atrás y allí comenzó a lamer, besar y morder su espalda, hombros y brazos, a rasguñar la suave carne sagrada mientras una de sus enormes manos agarraba las caderas, la otra se abría paso en la entrepierna para permitirle a su masculina potencia que se adueñaba del calor interno de la sacerdotisa.
-"El Ookami no estuvo en ti nunca y nunca estará"
Sin prepararse, y sin preámbulo alguno, penetró sin piedad la calidez interior y se adueñó del cuerpo y el alma de la joven mujer.
-"Eres mía, Miko, MÍA!"
Kagome cerraba los ojos sabiendo que Sesshomaru necesitaba liberar su angustia. La bestia necesitaba pastar en su carne y en su sangre sagrada, para evitar la sangrienta cacería de los ancianos y el Kitsune o la represalia contra el Lord del Norte, que sin duda terminaría con la paz lograda con tanto sacrificio. Tenía que calmar a la bestia, tenía que disipar las dudas acerca de su amistad con Kouga. Deseaba demostrarle a las bestias y a Sesshomaru que todo estaba bien. Que ella los amaba y que nada malo sucedería esta vez. Calmar a Sesshomaru para que con la mente clara idearan un plan de vanguardia para deshacer el concejo de ancianos.
La mente del Lord estaba plagada de rostros, intoxicada de rabia y celos
-"Esos malditos no te apartarán de mí"
Kagome intentaba girarse para ver a Sesshomaru a la cara.
No tenía miedo.
Amaba a su esposo.
Y confiaba absolutamente en él.
El gran youkai Inu se cernía sobre el pálido y torneado cuerpo de la joven, sus toques a pesar de no ser suaves, eran hábiles, seguros. Pero los intentos de voltearse de Kagome eran rápidamente controlados por el Daiyoukai
Kagome con su rostro apoyado sobre la laja desnuda del borde del onsen, experimentaba la furia del macho Inu que la estimulaba y embestía sin piedad. Tanto odio, tanta amargura calaban hondo en la carne sagrada casi hasta hacerla sangrar.
Sus colmillos afilados se hundían en el hombro inmovilizando a la mujer mientras liberaba sus instintos más animales y la llevaba sin guardarse ni un trozo de piel sin profanar.
Oleadas inmensas de youki muy oscuro se inyectaban en el cuerpo y el alma de la joven sacerdotisa, que sentía sus rodillas ceder ante el furioso asalto sexual y espiritual.
Las visiones del pérfido futuro que colapsó envenenaban la sangre y el alma ardientes del poderoso Daiyoukai. El mismo youki desenfrenado cubría su conciencia impidiéndole reaccionar.
Perdido en los gruñidos y sonidos guturales de su impío asalto la saliva corría mezclada con la sangre de la sacerdotisa y goteaba hasta el agua sulfurosa. Con la boca llena de carne sagrada, sangre y saliva musitaba palabras de enojo.
-"Mía, no te alejarán, no lo permitiré!"
Los cabellos en puño y su demandante mordisco, dominaba por completo a la mujer.
Kagome intentaba elevar su reiki para tranquilizar a Sesshomaru y hacer la batalla más equilibrada, pero el venenoso youki la comenzaba a consumir por dentro impidiéndole a su aura sagrada protegerla y detener o refrenar al Daiyoukai y sus bestias enfurecidas.
La mirada de mirai estaba obnubilada de lágrimas de sangre, rabia y dolor. Se desesperaba imaginando que la historia se repetiría en este tiempo también. No veía el asalto que se estaba desarrollando en el onsen. La joven estaba indefensa y a merced de la bestia ancestral.
El olor metálico-sulfúrico llegaba hasta las fosas nasales del Señor Occidental.
-"Sesshomaru…Te…Amo…"
El suave susurro endulzó los agudos oídos del Señor del Oeste y a medida que el calor femenino abrasaba al Lord, y el olor de la sangre sagrada penetraban sus sentidos, la niebla de la ira se iba disipando dándole paso al deseo más ferviente.
Kagome sentía su cuerpo colapsar debajo del enorme Inu que no se detenía en su locura carnal.
El placer y el dolor se debatían en una lucha sin fin llevándola del cielo al infierno una y otra vez.
Sus gemidos, gritos y llanto sonaban en los masculinos oídos estimulándolo a continuar.
Aplastando a la mujer acomodaba su cuerpo para impedirle moverse
El reiki amenazaba con escapar de nuevo a defender lo que quedaba en pie de la mujer, el horroroso youki se resistía a someterse, impulsando al macho a embestir con más necesidad.
Mientras su final se acercaba los sentimientos de rabia se acumulaban en el alma del Lord.
Las garras clavadas sostenían las caderas de la hembra. La sensación de placer fogoso llevaba a la mortal mandíbula a aumentar la presión sobre la tierna carne del hombro de Kagome amenazando con desprender el músculo del hueso completamente.
Su propio placer explotaba con un enervado rugido que vibraba en la privacidad del Onsen, retumbando en los salones y habitaciones de palacio y la presión se liberaba violentamente.
La ira disminuía paulatinamente y la conciencia tomaba su lugar.
El espectáculo que se revelaba a los ojos dorados ahora, no era lo que Sesshomaru esperaba encontrar.
La musical voz de su esposa no era musical, su llanto no era un llanto sensual.
No podía ver el rostro de la mujer debajo de él. No podía sentir su vínculo, su pasión, su éxtasis.
Las uñas de la joven dejaban un rastro de sangre en las rocas y su cabello cubría su rostro.
El Inu liberaba el hombro desencajando los filosos dientes de la blanca carne, lamiendo la mordida furiosa que se negaba a sanar. La espalda exhibía el escarnio del asalto sexual al que había sido sometida por su bestia y por él.
Qué había hecho? Cómo pudo tomar a Kagome sin cuidado alguno, para acallar sus celos, saciar su rencor y su rabia?
Cómo sus bestias no retrocedieron ante el aroma de la sangre? Cómo mirai Sesshomaru que siempre actuó como su conciencia no le advirtió de sus actos o no lo detuvo?
Muy alarmado se retiró de la mujer bruscamente hacia atrás pegando contra el otro lado del manantial.
Sus garras tomaban sus cabellos tiñéndolos con la sangre de la mujer.
-"Kami…Kagome"
Sus ojos fijos en ella
-"Kagome!"
En un segundo frente al frágil y ensangrentado cuerpo tomándolo en sus brazos, sumergiéndolo en las cálidas aguas para quitar la sangre y despegar sus cabellos de su hermosa cara.
-"Saiai… Qué he hecho"
Kagome aún inmóvil en sus brazos respiraba agitadamente
Sesshomaru abrazaba y besaba a su esposa.
Besaba su frente, sus mejillas, sus manos.
Lamía una a una sus heridas. Peinaba hacia atrás los negros cabellos para revelar el rostro de sus sueños que comenzaba a abrir los ojos y lo veían directamente.
Una lágrima corría por la blanca mejilla atravesando las marcas magenta del rostro masculino.
La mano de la mujer se elevaba para quitarla
-"Eres tan hermoso…"
-"Saiai yo…Perdóname…"
El macho hundía su rostro en el cuello de Kagome. El musculoso cuerpo que la abrazaba estaba temblando y ella de pronto sintió pena por su amor.
-"Has regresado a nosotros"
-"Pero Kagome… "
Sesshomaru sintió su corazón quebrarse.
Kagome sufría en carne propia todo lo que sucedía, lo que había sucedido en el futuro desaparecido y aún así, resistía valerosamente a su lado, criando a su cachorro y llevando el Oeste como toda una Señora. Cómo pudo lastimarla tanto?
Pronto enfrentaría otro desafío tremendo cuando de desarticular al concejo se tratase, se expondría al escarnio de los perversos ancianos y sin embargo allí estaba calmándolo a él, apoyándolo incondicionalmente, cuando en realidad debería ser él quien apoye, calme y proteja a la joven sacerdotisa
Mujer poderosa, y admirable, enorgullecía su corazón.
El Lord desesperado se avergonzaba por tener tan poco control.
Maldito viejo zorro, malditos ancianos, maldita Shikkon No Tama, maldito Náraku y maldito él también.
-"Cómo he podido desquitarme contigo Saiai…No tengo excusas para lo que he hecho"
Con un susurro de voz Kagome intentaba responder
-"Todo estará bien…Todo saldrá bien…"
-"Jamás te dañaría…Este Sesshomaru te ama, más que a su propia existencia"
-"Sesshomaru…"
El Inu abrazó amorosamente a su esposa y besó su cabeza, sus hombros, su cuello. La voz femenina sonó como la brisa al pasar por los árboles
-"Te amo."
-"Kagome… Kono Sesshomaru lo siente tanto…"
La sonrisa suave de la sacerdotisa calentaba el alma helada del Lord de Occidente.
Sus miedos más profundos estaban aflorando y sus emociones se salían de control
Mientras Sesshomaru se apresuraba para salir del onsen, llevando a Kagome en los brazos, mil pensamientos cruzaban por su mente.
Salvar a Kagome y proteger a su familia y al Oeste esos eran sus deseos y sus obligaciones, no esto que había sucedido, de ninguna manera esto.
La joven mujer se iba desvaneciendo en sus brazos.
-"Kagome…Kagome!"
Sus palabras apenas se oían
-"Descansaré unos momentos…Tan sólo unos momentos…"
Lentamente la cabeza de Kagome cayó hacia atrás y su brazo lánguidamente colgó de su regazo. El peso muerto de la mujer en sus brazos.
El macho Inu llevando rápidamente a la mujer a su cama.
Llevaba en brazos a un cuerpo vacío y al parecer sin vida.
El pánico le estrujaba el alma.
Colocando a la mujer boca abajo lamía las heridas desesperadamente, intentaba sanar lo que podía. Llamaba a su youki a retroceder. Su saliva sanaba las furiosas marcas dejadas por sus garras y dientes. Su entrepierna sangraba profusamente. Youki brotaba de todas partes de ese cuerpo puro maltrecho. Insistía llamando a su energía demoníaca a retroceder y ni bien se redujo un poco, el reiki repentinamente se disparó.
Quiso apartar su cabello pero el aura sagrado lo sorprendió arrojándolo lejos y quemando profundamente su mano
Dejándola sobre la cama como estaba, elevó su youki y un guardia se presentó
-"Busca a la sanadora, AHORA!"
Yashamaru se despertaba asustado por el grito y lloraba furiosamente en su cuna.
Inuyasha corría por los pasillos. Ese youki de Sesshomaru era amargo y helado… Por detrás Miroku, Danaka, Kouga y una Sango que se unía a correr con ellos aterrada
-"Qué es esa energía?"
El reiki se expandía aterrorizando a los ocupantes de palacio.
No era bueno
Sango sintió la energía y junto a las Miko corrieron también.
Krisstal corrió y entró a la habitación. Sango por detrás
-"Lady Kagome…"
-"Kagome…Por Qué!?"
Mirándola encontró que estaba muy lastimada. Su cuerpo evidenciaba el daño y las secuelas del ataque, y se veía muy cansada.
-"Toma al cachorro Tajilla"
La rabia en el rostro de Sango, pero no dudó un segundo en cumplir con Yashamaru y calmarlo.
Sesshomaru no la miraba, sus ojos dorados desesperados amenazaban incendiar el cuerpo de Kagome que continuaba boca abajo en la enorme cama sangrando
Sus heridas pequeñas sanaban por sí solas, pero las más grandes sangraban aún.
El youki chorreaba de ellas profusamente. El aura sagrada brillaba, e intentaba defenderse.
La joven sanadora humedecía lienzos en pociones curativas y las intentaba colocar en las heridas, pero el reiki de Kagome la rechazó y atacó furiosamente sus manos.
Una y otra vez, tenazmente la sanadora intentó acceder a sanar a su Señora pero la energía sagrada no se lo permitió. Sus manos escaldadas temblaban a medida que el aura santa agredía su piel
-"Kagome…Saiai…"
Sesshomaru intentó acariciar su cabeza pero fue repelido otra vez. La violenta explosión sacudió el piso del palacio. El Lord se levantaba del suelo y se acercaba a la joven una vez más.
Inuyasha bruscamente ingresó al dormitorio, por detrás los otros machos. El mestizo caminaba y se sentaba junto a la joven, los otros machos se mantenían a distancia prudente
-"Sabes que si algo malo le sucede te mataré"
Sesshomaru ni se inmutó por su falta de respeto
-"Hn."
-"Inuyasha Sama! Intento curarla, pero el reiki no me lo permite!"
-"Apártense, yo lo intentaré"
Inuyasha junto a Kagome comenzaba a rozar su piel con los lienzos embebidos en las lociones medicamentosas.
Su parte demoníaca reaccionaba pero resistía mucho mejor, Miroku interrumpió
-"Permíteme ayudarte Inuyasha"
El monje se acercó a Kagome, con su báculo purificaba el aura venenosa que se aferraba al alma de la joven mientras el mestizo limpiaba las heridas. Sesshomaru por su parte mantenía la mirada fija en su pareja malherida. No se quejaba por la cercanía de los machos, necesitaba que la ayudaran.
Primero su rostro, luego sus hombros, la espeluznante mordida del hombro irradiaba aura negra por sobre la cama, sus brazos estaban cubiertos de rasguños y sangre.
El Segundo de Occidente limpiaba tenazmente y enjuagaba los lienzos para volver a limpiar.
Apartándose para comenzar con las piernas, el mestizo levantó un poco la sábana de seda que la cubría pero a pesar de los intentos por resistir del Lord, el instinto de posesión Inu tomó lugar, la cercanía de los machos a la mujer inconsciente y con nada de ropa, provocó a las bestias de Sesshomaru que sin poder evitarlo, gruñía amenazadoramente desde un costado de la cama.
Sango interrumpió mientras sostenía al cachorro en sus brazos
-"Krisstal San, trae a Kikyo y a Noriko Sama…"
Inuyasha, Miroku y Sesshomaru la miraron
-"Ellas podrán con el reiki, pueden purificar el youki y además son mujeres, Houshi, Inuyasha y tú no podrán ayudar más allá del rostro, o brazos de Kagome, pero con el resto de su cuerpo… Las bestias de Sesshomaru Sama no lo soportarían"
Frustrado Inuyasha arrojaba con rabia los lienzos dentro del cuenco con líquidos curativos
-"Inyectaste youki a Kagome? Maldito imbécil pervertido…Mereces que te mate"
En lo que llegaban las sacerdotisas, Inuyasha arrastraba a Sesshomaru de las solapas y lo aplastaba contra la pared, Kouga por precaución permanecía fuera del dormitorio
-"En qué mierda estabas pensando, hijo de puta!"
El silencio y la indefensión del enorme Daiyoukai hablaban de su culpa
Danaka tomaba el brazo del mestizo
-"Lady Kagome sin saberlo detuvo una masacre y una guerra que hubiese destruido todo por lo que hemos luchado, Lord Inuyasha"
-"Maldito Cabrón!"
Inuyasha respiraba agitado apretando los dientes, el puñetazo en la boca del estómago no se hizo esperar.
Sesshomaru no se defendía, sentía que merecía el castigo
Golpe tras golpe Inuyasha tomaba a su hermano arrastrándolo hacia el onsen.
La sangre salpicaba a su paso y Danaka ya no pudo soportarlo más.
Agarrando a Inuyasha de sus manos, empujándolo hacia atrás y luego con sus dos katanas en la garganta a modo de tijeras lo detuvo en su despiadado castigo. El Lord miraba solamente a Kagome, mientras sangraba por el lugar
-"Somos demonios, Inuyasha Sama, DEMONIOS! Esta es la manera de controlar la sangre demoníaca que corre por nuestras venas, nuestras bestias exigen calmar su furia y pensar en calmarla con una botella de sake y una geisha no es la manera de los demonios. La Sangre es el tributo que exige nuestra naturaleza para fluir, el sexo, la masacre, la violencia…No somos humanos…"
El tigre continuaba
-"Lord Sesshomaru…Posee dos bestias, Inuyasha Sama"
Si controlar una era difícil ya, dos y de la naturaleza de Shimaru Sama, es demasiado para cualquiera, y si no hubiese sido por el control y la férrea voluntad del Lord Occidental, las bestias se hubiesen liberado y hubiese ocurrido una verdadera tragedia.
-"El youki ha sido solo una reacción a la ira de las bestias…"
Finalmente el tora envainaba sus katanas y suspiraba para voltearse a ver a la sacerdotisa inconsciente, a su prometida y a Kikyo intentando purificar el youki de Sesshomaru del cuerpo inerte de la que en otro tiempo fuese su hijastra
-"Ella es… Mi hija…Cómo crees que yo me siento de verla así…"
El Daiyoukai miraba atentamente a Kagome y al oír esas palabras miró a su general
-"Akira Sama…No tengo excusas para lo hecho"
No pudo borrar las horrendas imágenes del futuro que la bestia antigua le mostró mientras caminaba hacia el dormitorio real. Las palabras del zorro cobarde retumbaban en su cabeza, la negativa de ayudarlo en su importante cruzada, la rabia inconmensurable… La mirada del lobo en su preciada esposa. Todo conspiró para darle paso a lo acontecido
La desesperación lo había cegado por unos momentos, pero habían sido suficientes para herir gravemente el cuerpo y el alma de la sagrada mujer.
Físicamente sus encuentros románticos y pasionales siempre habían estado sazonados con un toque de fuerza y juegos de energías, pero esta vez la ira había provocado que la energía demoníaca del Lord se contaminara diez veces más.
Al tenerla sometida con sus fauces, la continua inyección de youki suprimió momentáneamente pero en su totalidad, el reiki de Kagome. Ella no se pudo defender como normalmente sucedía en sus encuentros más pasionales. Sólo cicatrices leves y mucha satisfacción quedaban después de aquellos encuentros, pero este, había dejado cicatrices enormes y profundas tanto física, como espiritualmente.
Demasiado youki venenoso, similar al miasma más corrupto de Náraku corría ahora por las venas y el alma de la sacerdotisa de Shikkon.
El tigre manifestaba una expresión de dolor reflejada en su rostro, amaba a su Señor, su amigo, casi hijo, pero a Kagome también.
-"Tendrás que compensarme…Sesshomaru"
La falta de nobiliario llamó la atención de todos en la habitación
-"Compénsame, amándola cada vez más y a su cachorro… Y a los demás que puedan tener…"
Sesshomaru lo miraba desde el suelo, ensangrentado como estaba pasaba el revés de su manga por su boca partida.
-"Lo haré. Pasaré el resto de mi vida compensándote amando a esta mujer. Tienes mi palabra, desde hace siglos que la amo y siempre la amaré, como amo a Yashamaru, así como a todos los hijos que ella me dé…"
El tigre caminaba para retirarse, estaba muy nervioso. No podía con la pena y no debía ir contra su Señor, pero Kagome era su hija. Su orbe le había demostrado que era así.
-"Y sin embargo mira como estamos"
Su instinto paternal pudo más y le respondió sin filtros al Daiyoukai.
Lejos de enojarse, Sesshomaru comprendió su actitud.
-"Cuando esto pase mi Lord…Espero que podamos entrenar en el dojo…"
Sesshomaru supo que era un reto. Un padre enojado exigiendo un encuentro a manos limpias, el tigre estaba en su derecho.
Asintiendo a su general que se giró para retirarse sin decir una palabra más.
Sesshomaru miró de nuevo a Kagome. Su cuerpo estaba irradiando energía demoníaca y la luz del reiki de las sacerdotisas y el monje luchaban contra ella para purificarla.
Caminó hasta sentarse junto a Kagome. Pero las Miko lo detuvieron o eso intentaron
-"Estamos purificándola, Mi Lord…Podrías salir lastimado"
El tono utilizado por Noriko denotaba la rabia contenida de la mujer hacia él.
-"Este Sesshomaru es más fuerte que eso…No me apartaré de mi esposa"
De reojo las mujeres lo vieron un instante, pero continuaron purificándola.
Las chispas de reiki chocando con el youki salpicaban al Lord que se mantenía firme junto a Kagome.
Luego de casi una hora…
-"Krisstal Sama, intente acercarse y tocar a Lady Kagome"
Kikyo y Noriko se retiraban hacia atrás para tomar asiento, estaban agotadas. El enorme vientre de Kikyo le drenaba las fuerzas y la purificación del tremendo youki aún más.
Inuyasha colocaba sus manos sobre el vientre y le infundía youki a su cachorro para que se recuperara rápido y permitiera a Kikyo recuperarse también. Miroku secaba el sudor de su rostro con un pañuelo mientras Sango mecía al cachorro apoyado sobre su gran vientre. El monje acariciaba a su esposa muy embarazada de gemelos. Yashamaru estaba más tranquilo y se dormía en brazos de Sango.
El reiki de Kagome estaba en calma al fin. Krisstal pudo comenzar a sanar a la joven.
Todos se retiraban para darles privacidad.
Inuyasha llevaba de la mano a Kikyo y se acercó a Kagome. Tomando su mano más cercana la besó. Sesshomaru acariciaba la cabeza de la Miko que comenzaba a sonreír levemente mientras veía a su querido amigo y a su esposa.
Inuyasha mientras hablaba le sonreía
-"Bakajarò…Demuéstrale a este hijo de putas que eres más fuerte que él"
Kikyo sonreía
-"Te pondrás bien, Kagome. Además, mi hijo necesita una madrina muy fuerte"
Las palabras cariñosas le sonaban a música en sus oídos, sentía su cuerpo agotado, pero su alma lloraba profundamente.
Miasma…Youki venenoso…Como Náraku…Tan parecido a Náraku…
