CAPITULO 13
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El hueco que poco a poco invadía todo mi interior no me abandono en el camino a casa. Había sido un día maravilloso. Hinata había hecho de mi día uno realmente bueno y yo tenía tantas… no sé.
Había pensado que nos besaríamos… yo… yo estaba muy seguro de que lo haríamos. Estaba más que dispuesto a cerrar el espacio que había entre nuestros labios. Pero ella evito el contacto antes de que sucediera y… nada… simplemente no pasó nada más.
No quise presionarla, sabía que estaba pasando por algo duro, era evidente, pero… Siento tanta necesidad de estar con ella como de respirar. Lo días son más azules desde que la vi en la cafetería de Gaara, sus ojitos brillantes no se alejan de mi mente ni en sueños.
Tengo que hacer que regrese otra vez…
El destello de un cabello rojo y el sonido de un manotazo en el costado de la combi me hicieron regresar a la realidad, llevaba algo de tiempo parado frente a la casa y ni siquiera lo había notado. Esa conexión con Hinata, la desesperación de estar con ella y el dolor de mi resistencia de regresar por ella, me tenían en el límite.
—¡Demonios Naruto! —Grito mi hermana.
Respire hondo antes de mirarla.
—¿Dónde carajos estuviste? —Grito una vez más. Podía ver el brillo de rabia y preocupación peleándose por predominar.
Seguí sin responder, pero la mire atento. Estaba furiosa.
—¿Dónde estabas? —Pregunto otra vez, con los labios apretados. —¿Tomaste los medicamentos verdad?
Suspire. No quería discutir, no tenía cabeza para eso. ¡Obvio había tomado las malditas pastillas! ¡Demonios!
—¡Te estoy hablando!
—Solo, salí un rato en kayak. —Pronuncie las palabras en voz baja esperando que ella se calmara un poco.
Me miro, intentando pulverizarme con los ojos. —Ah… —Soltó una expresión con condescendencia. —Solo eso… —Sus ojos chispeantes, me hicieron responder otra más de sus preguntas.
—Claro que tome los medicamentos. —El tono calmado estaba por abandonarme, la irritación estaba llegando a niveles superiores. ¿No podía hacer nada de mi vida sin solicitar el permiso de mi hermana?
Respiro pesadamente y miro a un costado limpiándose discretamente una lágrima que amenazaba con escurrir por su mejilla.
—Te deje una nota. —Me excuse, verla llorar siempre me derribaba. —No quise preocuparte.
Me miro una vez más con mucha rabia. —¿Vuelvo en un rato? —Abrió los ojos con fuerza. —¿Vuelvo en un rato? —Volvió a preguntar.
—Kar… creo que estas exagerando. —Me atreví a decirle.
Respiro una vez más, fuerte, intentaba calmarse, era obvio. —¿Ya comiste?
Negué. Porque los brawnies no contaban como comida. Era una regla.
—Entonces vamos, —dijo más serena, aunque yo sabía que solo era una actuación, se estaba esforzando por no sacarme los ojos. —Ve a ducharte, te espero en la cocina.
Se alejó de la combi y yo pude bajar de ella.
En ese momento me di cuenta de que, tal vez si me había pasado un poco… Camine hasta mi habitación y entre directamente al baño, me observe en el espejo un rato, la piel bronceada era un factor común, sin embargo me note diferente, más fuerte… Reí ante esa idea… ¿Más fuerte?... Me libere de la ropa y fue visible para mí la cicatriz enorme que marcaría mi pecho para la eternidad, al igual que mi piel pálida… jamás me quitaba la camiseta para estar en el agua, en realidad, no me la quitaba jamás a menos de que tuviera que bañarme, como ahora.
Me mire un poco más en el espejo y me sonreí involuntariamente. Aunque el sentimiento que tenía era agridulce. Las cosas vividas a lado de Hinata hoy no habían tenido comparación con nada más. Me sentía más vivo que nunca. Sentía ahora más que ninguna otra vez, que mi vida tenía un propósito. Ni siquiera quería entrar a la regadera, no deseaba quitarme la sensación del agua, o… la huella de las manos de Hinata tocándome mientras jugábamos en el mar.
Sin embargo lo hice cuando escuche el grito de Karin diciendo que me diera prisa.
Baje a cenar. El silencio de Karin termino cuando le di las gracias y me excuse para retirarme.
—Mañana tienes que abrir el local tú.
Asentí.
Ella no dijo nada más y yo me retire a mi habitación. Me acosté sobre mi espalda y observe el techo un buen rato antes de quedar dormido. Lo único en mi mente era el beso que pudo ser…
…
