NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

GRACIAS A TODOS POR LOS COMENTARIOS, SON ESPECTACULARES!

ABRAZO ENORME.

Capitulo 82

La semana transcurrió sin novedades importantes. Solo la ausencia de los ancianos en el Oeste a pesar de haber sido convocados.

Sesshomaru estaba indignado. Seguramente tenía que ver con el imbécil de Kokatsuna.

El muy maldito debió haber concurrido al concejo y haberles advertido acerca de sus planes, tendría que cambiar de estrategia si quería atraparlos desprevenidos, sólo que decirlo era más sencillo que hacerlo…

Mandaría llamar a Touga y a su madre para comentarles acerca del problema.

Los últimos siete días se los había pasado en su despacho o en la arena de entrenamiento. Esperaba por el tora, pero Danaka no lo buscaba para "Entrenar".

Inuyasha, Miroku y Kleinez acudían todos los días muy temprano en la mañana para entrenar con él.

Enfrentarse a Sesshomaru no era una cosa que siempre se pudiera hacer y los tres querían aprovechar para batirse con el Daiyoukai más poderoso.

Inuyasha arrastraba rabia interna por lo que se desquitaba de todo lo que guardaba consigo. Golpe a golpe, zarpazo a zarpazo, mordida a mordida, patada a patada, cada día durante la última semana se enfrentaban los medio-hermanos a combatir.

Sesshomaru sintiéndose un poco más aliviado por el apoyo y comprensión de Kagome, luchaba justamente y se defendía. Ya no se inmolaba para ser castigado, sin embrago no sería igual cuando se enfrente a su mentor Danaka Akira tora.

Él como padre de su esposa tenía todo el derecho de molerlo a palos, a pesar de ello, el tigre no aparecía por la arena del dojo.

Sango y Kikyo estaban molestas por los pesados vientres y los movimientos de los pequeños ansiosos por nacer.

Inuyasha pasaba casi todo el día pendiente de la antigua sacerdotisa de Shikkon. Miroku estaba bastante alterado de los nervios, la exterminadora le daba noches difíciles ya que ella no podía dormir, por lo que él tampoco. Acomodaba cojines, masajeaba pies, baja espalda, vientre, traía helados y postres o encurtidos a altas horas de la madrugada.

Inuyasha por su parte sufría algunos ataques de reiki youki dependiendo la luna del mes, tampoco dormía por las noches así que él y el monje se cruzaban por los pasillos en busca de los tan deseados bocadillos.

La Ushi de la cocina dejaba todo listo para las parturientas del Oeste. Se deleitaba cocinando y preparando tentempiés de medianoche para ellas. Añoraba al igual que todos los integrantes del palacio la llegada de los pequeños, si bien adoraban a Yashamaru, el maravilloso cachorro crecía a pasos agigantados, en una semana ya había aprendido a comer solo y caminaba sin problemas por donde quería. Solo algunas palabras podía pronunciar pero todos estaban seguros que se debía a que quería hablar bien antes de soltarse a balbucear. A su corta edad manifestaba un carácter bastante más decidido y fuerte que el de su padre.

-"Si es como su padre, seguramente no querrá pasar vergüenza equivocándose en alguna palabra"

Irasue había dicho una vez en la cena.

El orgullo al parecer era una característica muy marcada en los Taisho.

Ya estaba creciendo tanto. En palacio se admiraban de su poder. Hacía tantos siglos que los reales no tenían cachorros que mientras más hubiese más felices serían todos. Con extrema alegría los sirvientes y el personal observaban a las hembras gruesas debatirse en sus tareas cotidianas limitadas por sus enormes tamaños. Para lo que siempre estaban atentos y dispuestos a ayudar.

Algunas hembras del plantel de personal de palacio también se habían animado a "encargar". La paz reinante y la seguridad que el Oeste respiraba gracias a la potencia de sus gobernantes, propiciaba la llegada de nuevos habitantes, ya que sus padres tenían la seguridad ahora de que sus hijos estarían protegidos y vivirían en plenitud en las tierras del Oeste bajo la protección de los Taisho.

Kagome estaba bastante preocupada, no sólo su hijo crecía descomunalmente para lo esperado en un bebé, si no que su esposo pasaba sus días alejado de ella en su estudio o si ella lo buscaba allí, según Jaken "recién se retiraba", jamás lo encontraba, no importaba dónde lo buscara.

Ella sabía por qué, sabía que le rehuía, pero ya no tenía sentido continuar lamentándose sobre la leche derramada, además él le había dicho que actuaría conforme a lo que ella deseara, pero si no lo veía nunca, cómo iba a saber lo que ella deseaba?. Estaba ofuscada, ofendida y esa situación tenía que terminar y la terminaría hoy.

Muy decidida caminaba por los pasillos y de a poco iba perdiendo impulso.

Tal vez Sesshomaru necesite más tiempo… Tal vez verdaderamente necesite estar solo… Ella también se sentía extraña. El futuro pasado la alcanzaba otra vez a través de esos viejos malnacidos. Ella se prepararía, junto a su clan de sagrados y Miroku se prepararían entrenarían sus energías sagradas hasta que se convirtieran en letales. Eso haría, ya no los atraparían desprevenidos.

Pero primero entrenaría su cuerpo y el manejo de armas. Sus habilidades con el arco y las flechas no debían descuidarse a pesar de la reinante paz, Kagome estaba incómoda acerca de los próximos acontecimientos. Se enfrentaría a los ancianos cara a cara una vez más. Se sentía sola, nerviosa, cada día que pasaba necesitaba a Sesshomaru más y más.

Así lo decidió y todos los días de madrugada, Krisstal se llevaba al cachorro mientras ella iba a entrenar en el jardín boscoso. Enorme y vasto, pleno de árboles y buenos sitios donde colocar un blanco. Deseaba hacer esto sola, aunque extrañaba horrores al Daiyoukai, sin embargo cada madrugada se escabullía al bosque y entrenaba hasta el mediodía casi hasta desfallecer. Quería demostrarse a sí misma que podía lograr esto y más por sí sola.

Las llagas y ampollas que se evidenciaban en sus manos la obligaban a ocultarlas en finos guantes de seda. A todos llamaba la atención de la extraña nueva costumbre de la Señora del Oeste de combinar sus atuendos con guantes de seda. Pero bueno, le lucían verdaderamente bien.

Ayudada por la sanadora y ungüentos curativos, continuaba con su entrenamiento sin miramientos.

Muchas veces vociferaba y se enojaba mientras arrojaba sus flechas a los diversos blancos fijos y móviles.

Una mañana igual a todas mientras cargaba sus flechas en el arco y las estaba por disparar, las comenzó a impregnar en reiki, disparaba a los blancos, enemigos imaginarios, y musitaba enojada

-"El muy condenado se esconde…"

SShhhhhwiiiiizzzzzz! Plaffff!

Blanco

-"Se comporta como un cobarde"

Sssshhhhhhhzzzzziiiik! Plaffff!

Otro blanco perfecto

-"Después de cómo se comportó huye de mi"

-"Quién huye de ti?"

La voz sensual y muy baja la sorprendió y su flecha se disparó hacia el sonido de la voz.

Rozando casi su rostro, Sesshomaru apenas alcanzó a esquivarla. Siguiéndola con la mirada la flecha dio en el tercer blanco justo en el centro.

El calor del reiki rozando su cuerpo le enrojeció la piel. Sesshomaru abría los ojos admirado. Kagome se había fortalecido mucho en la última semana.

-"Tú, huyes de mí, y yo ya terminé mi entrenamiento por hoy"

Caminando para pasarlo de largo el Lord la detuvo del brazo

-"Hablemos"

-"Eso intenté hacer toda la semana, yendo a buscarte para encontrar tu asiento caliente y a Jaken cubriéndote la espalada, no gracias, ya tuve suficiente"

-"Kagome…vamos a un lugar más tranquilo"

-"No."

-"Saiai…No sé si aún tengo el derecho de llamarte así, pero este Sesshomaru te ama demasiado"

La joven detuvo su insistencia de liberar su brazo.

Sesshomaru no era ni cerca un macho débil y mucho menos sentimental, sin embargo se notaba que no estaba del todo bien. Aún le molestaba lo ocurrido.

La mirada dorada herida de su esposo le hizo temblar las piernas.

-"Es la hora del almuerzo, no veo a Yashamaru desde la madrugada, comeremos algo y luego hablaremos"

El Daiyoukai le marcó el camino y que él la seguiría, Kagome le tomó la mano repentinamente y lo llevó suavemente caminando a su lado.

-"Nadie nos ve ahora, podemos caminar juntos"

Sesshomaru levantaba las manos unidas y miraba la pequeña mano de la joven.

-"No me importaría si alguien nos viera, Yo soy el Señor del Oeste y yo hago mi parecer"

-"Y cuál es tu parecer?"

-"Tener a la Señora del Oeste a mi lado"

-"Delante de todos?"

-"Hn"

-"Inclusive de los ancianos?"

-"Sobre todo frente a ellos"

Kagome detuvo su andar, Sesshomaru se giró y quedaron frente a frente

-"Te arriesgas a parecer débil frente a la nación youkai"

-"Este Sesshomaru no es débil"

-"Yo lo sé, tú lo sabes, el Oeste y casi todo el mundo lo sabe pero los malditos viejos de mierda se pueden agarrar de eso para hacerte parecer débil frente al pueblo youkai y eso es lo último que necesitamos"

Sesshomaru veía ahora los dedos entrelazados de sus manos y llevaba la mano de Kagome a sus labios para besarla

-"Saiai, a ninguno de los dos no agrada tratarnos según el protocolo youkai, siempre terminamos agrediéndonos, tú lo sufres aún más que este Sesshomaru, que ya está acostumbrado, pero el aroma de tu tristeza altera mis sentidos y me afecta tanto como a ti"

Los esposos enamorados se observaban fijamente a los ojos. La pasión comenzaba a arder entre sus auras y el vínculo los tiraba para arrastrarlos a entregarse y calmar el fuego que amenazaba con consumirlos. Sesshomaru apartó la mirada primero. Kagome suspiró derrotada

-"Sesshomaru…Los ancianos ya te hicieron ver débil en aquél tiempo, débil por mi culpa. Débil por tu amor hacia mi… Por supuesto que detesto cuando me llamas Miko esto, Miko lo otro, Cállate Miko, Miko, Miko…Te purificaría el culo de un solo golpe…Pero…"

Ante ese extraño exabrupto Sesshomaru levantó una ceja divertido y esbozó una sonrisa apenas exhibiendo sus colmillos. Se veía precioso. Kagome no pudo decir una palabra más.

-"Purificarme el…"

Kagome avergonzada agachaba la cabeza

-"Qué vocabulario más interesante…"

-"Bueno, me da rabia…Tú sabes…O No?"

Sesshomaru sonriendo volvió a besar sus nudillos mientras retomaban su camino hacia el palacio.

-"Hn."

Al ingresar al gran salón encontraron a los sirvientes recogiendo la mesa y quitando los platos. Kagome suspiró

-"Mejor tomaré un baño y luego iré a la cocina"

-"La Ushi nos preparará algo"

-"No, déjala, ya debe estar cansada, después de todo fue mi culpa no presentarme a tiempo para el almuerzo"

Caminaron juntos hasta la recámara, una vez dentro, Kagome tomó unas toallas y una yukata de seda y el Lord apenas ella se dirigió al baño termal, le dijo que se retiraría al estudio para terminar con sus deberes de la semana.

-"Está bien…Te acercaré algo para comer"

El repentino aroma de hojas secas acre y avinagrado, golpeó las fosas nasales del Lord. Kagome estaba triste.

Sesshomaru imaginaba el por qué, sin embargo se negaba a sí mismo el placer de compartir el baño con ella.

Estaba decepcionado de sí mismo, aunque ella se comportara con naturalidad a su lado, él no había vuelto a tocarla, ni a sugerirlo siquiera, temía hasta imaginarlo…

Lo había prometido, a ella y a sí mismo.

A pesar de saber su carácter y su naturaleza youkai, él no se perdonaba.

Kagome tampoco había siquiera sugerido el tema. Tal vez estaba recelosa de intimar nuevamente con él.

Dolía pensarlo siquiera, pero él no daría el primer paso, ni el segundo, ni el tercero, estaba tan dolido por lo sucedido que no pensaba en otra cosa que ver a Kagome sonreír todo el día, todos los días y si mantenerse alejado de ella la mantenía sonriendo haría su máximo esfuerzo para ni siquiera observarla de manera sugestiva.

Cerrando la puerta detrás de él suspiró y emprendió su camino hacia el despacho.

Kagome sentía la tristeza de Sesshomaru a través del vínculo. Tenía tantos deseos de acercarse a él, de intentar aclarar sus sentimientos, pero Sesshomaru se alejaba, se empeñaba en mantenerse a una distancia al parecer segura para él.

Recordaba los sucesos del futuro cuando tuvo que acercarse también, lo amaba tanto, lo necesitaba tanto…Los ancianos no podían verlos o intuirlos distanciados tampoco o serían alimento para sus asquerosas y corruptas existencias.

Tenía que llevarle de comer a Sesshomaru…

Decidida a "matar o morir" en el intento, Kagome se secó y se comenzó a vestir con su yukata de seda y nada más.

Luego acicaló su cabello dejándolo suelto y se deslizó por sus getas (Sandalias de madera) sacó fuerzas y valor de donde no tenía, para emprender la tarea que expresamente había decidió cumplir.

Apenas abriendo la puertas de su dormitorio vio a los guardias que de inmediato se encuadraron ante su presencia.

De todos modos, salió, cerró las puertas y ante la mirada incrédula pero sin atisbo de nada de los guardias emprendió su camino hacia su destino trazado.

Mientras caminaba sentía los ojos de los machos que cuidaban sus aposentos puestos en ella. No se voltearía, no le importaba que la vieran vestida así, después de todo, ya habían visto su uniforme escolar y el largo de la falda no era muy distinto al de esta yukata.

Doblando una esquina los portales de una habitación se abrieron dejando ver a un Inuyasha que quedó con la boca abierta ante la incredulidad de lo que sus ojos le mostraban.

-"Ka…Go…me…Pero qué?"

Ella colocó un mechón de su cabello detrás de la oreja y mantuvo la mirada baja

-"Sesshomaru…Está en su despacho aún?"

Inuyasha no tenía idea. Había notado el comportamiento de su hermano durante esos días y supuso que aún no lograba manejar de lo que había hecho.

De inmediato supo a lo que su amiga se refería. La semana transcurrida había visto a Sesshomaru huir prácticamente de su estudio y minutos después Kagome se asomaba en su busca. Cada vez lo mismo. Se recordaba maldiciendo su falta de valor para enfrentar a su esposa.

Aunque no lo culpaba, él seguramente hubiera hecho lo mismo.

Elevando un poco su youki localizó el enorme aura de su hermano efectivamente en el despacho.

-"Si, Sesshomaru aún está allí"

Casi en un susurro

-"Gracias Inuyasha"

Inuyasha intentó responder, pero no pudo.

Qué decirle? Suerte, Éxitos, Ve Por Él?

Imaginar "COSAS" que podían hacer en el despacho, al verla dirigirse a su destino vestida de esa manera, con sus largas y musculosas piernas a la vista, ¿Qué otra cosa podrían hacer? "ESO"… Lo pensaba y se avergonzaba espantosamente. Sus mejillas masculinas se teñían de rojo intenso.

Simplemente la vio alejarse en su curioso, casi inexistente, sensual, erótico y delicioso atuendo y suspiró

-"Maldito bastardo con suerte"

Kikyo por un costado espiaba a Kagome que se retiraba y al escuchar a Inuyasha suspirar le enterró las uñas en el costado.

-"Quién es el maldito bastardo que tiene suerte?"

Muy avergonzado y muerto de risa ante las espantosas cosquillas que le causaba su esposa Inuyasha intentó defenderse a duras penas

-"Yo!, Yo soy el bastardo con suerte!"

Mientras caía al suelo y la sacerdotisa embarazada se colocaba a horcajadas sobre él

-"Si, verdad? Tienes suerte de tener una esposa tan hermosa como yo ya que nos parecemos con Kagome"

Riendo Kikyo, no pudo enojarse con él, después de todo había aprendido a querer mucho a Kagome, teniendo historia juntos y al ser ambas tan parecidas era obvio que el mestizo encontrara atractiva a la otra joven. A pesar de ello, confiaba absolutamente en Inuyasha.

-"Tú eres más bella! Jajajaja duele!"

-"Pagarás por eso Inuyasha!"

Las uñas de ambas manos clavadas en las costillas del pobre hanyou que lloraba de risa y dolor

Aprovechando un lapso de quietud de Kikyo, Inuyasha se incorporó y luchando un poco la llevó a la cama.

-"Sabes a qué iba Kagome vestida así?"

-"No tengo idea"

Ya sobre ella Inuyasha, los dorados ojos se hundían en los marrones avellana de la hermosa Miko

-"Yo te daré una"

Y sus labios devoraron los de Kikyo, mientras sus manos levantaban la tela del kimono de maternidad que vestía la sacerdotisa, para llevarla lentamente y poco a poco a visitar el mundo de eros.

Por otro rincón Miroku espiaba por una rendija de la puerta mientras Sango preguntaba.

-"Houshi? ¿Qué es?"

Miroku cerraba la puerta con la cara desencajada

-"Kagome Sama en yukata estaba frente a la puerta de Inuyasha y Kikyo Sama los veía desde atrás…Te juro que no comprendo nada"

Sango se tomaba el vientre cariñosamente pero estaba preocupada

-"Kagome en yukata? Kikyo?"

-"Sip, Kikyo"

-"Eso sí es extraño…"

-"Y que lo digas…"

Ahora los dos se asomaban al pasillo para encontrarse con que la joven Miko no estaba por ningún lado.

Sin comprender nada regresaron de la mano a recostarse en la cama y dedicarse a su adorable siesta compartida. Sus mentes intentaban dilucidar los motivos del extraño despliegue pero de nuevo, si no habían gritos, gruñidos o golpes de youki o reiki, todo estaba bien.

En el estudio, Sesshomaru intentaba leer un rollo, pero no lo lograba.

Lo tomaba y leía cuatro palabras y enseguida lo bajaba para mirar por la ventana.

Luego lo levantaba una vez más para bajarlo cuatro palabras después.

Al tercer intento de retomar la lectura, leves golpes en las puertas le llamaron la atención

-"Con mil demonios!"

Sintió de pronto el aura trémula que lo esperaba afuera… No podía creerlo…¿Sería ella? De pronto recordó que la joven Miko le traería algo para comer.

Dejando definitivamente el pergamino de lado se acomodó hacia atrás en su sillón intentando aparentar tranquilidad

-"Adelante"

Ni bien se deslizaron los portales, Sesshomaru fue agraciado con la vista más maravillosa de toda su vida.

Kagome en yukata de seda rosa, muy sensual y su cabello suelto aún mojado.

Mirándola de arriba hacia abajo y vuelta a subir sintió que su sangre comenzaba a hervir. La boca se le hacía agua.

Aún así permanecía sentado en su sillón observando.

-"Kagome…"

-"Te traje de comer…"

El Daiyoukai buscaba en sus manos pero ella no traía nada.

Apenas caminó hasta quedar de pie frente a él entre el escritorio y su persona.

Lo único que sostenían sus manos eran las puntas del obi que mantenía la yukata cerrada en su lugar.

Sesshomaru tragaba duro y fijaba los ojos en ella.

-"Saiai…?"

Kagome lentamente tiraba de los extremos del obi hasta desatarlo y dejarlo caer.

La yukata se deslizaba naturalmente hasta quedarle en los codos, su vientre y sus pechos quedaban a la vista, su medio torso desnudo frente a él.

Su corazón latía furioso, el sonrojo de sus mejillas y un poco de miedo adornaban su aura sagrada de manera casi hipnótica.

El Lord sentía el sudor frío correr por su espalda, y sus manos. No se atrevía a mover un músculo. Se había prometido no dar el primer paso, ni el segundo…Etc., etc.

Se había puesto la meta de nunca jamás lastimar a Kagome de ninguna manera, aunque siempre sucedía algo que le complicaba cumplir con su promesa, lo intentaba, luchaba con todas sus fuerzas y ahora luchaba con esas mismas fuerzas para no abalanzarse sobre ella y devorarla hasta que el placer la premie con la inconsciencia.

El hambre carnal le drenaba la cordura, pero Sesshomaru aún resistía.

Las bestias se arrastraban y apoyaban sus cabezas en el suelo buscando la caricia de su amada, tampoco avanzarían. Mirai se relajaba, confiaba ciegamente en Kagome, transmitía calma apasionada desde su mente. Calma acerca de que ella no hacía nada contra su voluntad y si ahora estaba allí, era porque amaba profundamente y confiaba aún más.

Kagome achicó la distancia entre ellos y el Daiyoukai volvió a tragar fuerte y fue apoyando su espalda contra el sillón.

Ella se acercó hasta quedar de pie entre las piernas del Lord. Delicadamente tomó el rostro del macho entre sus manos y lentamente y casi como el roce de una pluma besó los labios de su esposo que temblaba resistiendo la urgencia de tomarla desesperadamente. Alejándose un poco con sus manos sugestivamente juntaba las piernas de Sesshomaru un poco.

Mientras ella movía suavemente sus labios hacia un lado y hacia el otro provocando que Sesshomaru separara sus labios y abriera tímidamente su boca, profundizaba el beso invadiendo la deliciosa cavidad repleta de mortales y afilados dientes. Con movimientos lentos y cautelosos acomodaba una rodilla a un lado de la pierna derecha de Sesshomaru mientras presionaba sus besos cada vez más. El Inu Daiyoukai se sentía en la gloria, su hakama lo estaba castigando dolorosamente presionando su carne más íntima y sus garras se enterraban en los posa brazos del sillón.

La otra pierna de la mujer se colocaba junto a la izquierda del Lord y sensualmente se enderezaba para ofrecer los deliciosos manjares de sus pechos llenos al macho hambriento que permanecía inmóvil en su sitio. Kagome eróticamente tomó el rostro de su amor y besándolo hambrientamente y apartándose luego, fue guiando al Daiyoukai hacia los montes que ansiaban el roce y las atenciones del macho Inu.

Sesshomaru no apartaba los ojos de su hermosa pareja.

Sus dorados soles estaban rodeados de humedad, de anhelo, de disculpas, de amor y de pasión. Una pasión desbordante que ya no podía sujetar dentro de los límites de su propio cuerpo. Su pesado youki se escapaba para provocar el reiki de la sacerdotisa. Kagome comenzaba a buscar la respuesta masculina sabiendo que Sesshomaru estaba asustado de sus propias reacciones. Tenía que recuperar la confianza de su amado compañero de vida.

La joven mujer se movía rozando con su calor el hakama enardecido, el macho siseaba y hacía su cabeza hacia atrás.

Su voz se escuchaba como un susurro disfrazado de lamento.

-"Sacerdotisa…Qué pretendes hacer..."

Sesshomaru apretaba sus dientes de manera impresionante, los músculos de sus mejillas se marcaban en su hermoso rostro excitado. Sus garras tímidamente se posaban en las caderas de Kagome. La joven sacerdotisa besaba sus mejillas, su mandíbula, su cuello… La respiración del macho se dificultaba en sus intentos de contenerse. Ante la urgencia de responderle a su pareja, seductoramente dejaba un rastro de besos en la columna del musculoso cuello pálido del Lord…

Había formulado una pregunta…

Ella sin dejar de besarlo se acercó a su oído

-"Voy a alimentarte youkai…"