CAPITULO 16

.

.

La mire aun desde dentro. Sus andares nerviosos y su rostro sonrojado. Le sonreí. La vi caminar en dirección al local y me mire los brazos llenos de salvavidas. Di la vuelta como un rayo y acomode todo en tiempo record.

Antes de que alguien pudiera decir "surf" yo ya estaba afuera.

La había esperado todo el día, pero verla ahí, tan hermosa y brillante era demasiado para que mi cerebro atontado lo creyera. La recibí con los brazos abiertos y con una sonrisa tan enorme como me permitía la cara. —¡Viniste! — Le dije rebosante de felicidad. —Así es, otro día y… —Hice una pausa antes de soltarle algo en verdad embarazoso. —Aquí estas.

La brisa levanto varios mechones de su cabello oscuro y brillante e hizo que bailaran en su rostro. Me acerque un paso a ella atontado, pensando que nadie tenía cabello y rostro más hermosos. Quise tocarla, tocar su cabello, pero me detuve justo a tiempo mirando como observaba el movimiento de mis manos.

Al final me tuve que conformar con aplacar un poco las ondas de mi alborotado cabello rubio. —No esperaba que… —Empecé a decir, sin terminar la frase de nuevo. Era cierto, no la esperaba, pero eso no significaba que no deseaba que llegara.

—Ojalá que este bien; yo…

Antes de que pudiera terminar su frase, sentí la presencia de mi hermana a mis espaldas. Salía de la tienda distraía. —Hey, Naruto, ¿puedes…? —Se detuvo justo cuando la vio, me miro a mí, y de regreso a ella su actitud de servicio salió a flote, como muchas otras veces la vi hacerlo.

—Oh, hola. Lo siento. No sabía que hubiera alguien más aquí. ¿Puedo ayudarte en algo? —El tono amigable y atengo que le dirigió me dejo claro que pensaba que era una clienta.

Miré a Hinata, que antes portaba un tono rojo en las mejillas y que al mirar a Kar, adquirió un tono grisáceo nada feo, pero sin duda preocupante. Similar al tono que tenía cuando la conocí. Su semblante asustado y su voz ahogada me hicieron más consciente de lo que se podía de ello.

—En realidad solo pasaba por aquí. —Respondió rápido y atropelladamente.

Sus palabras me alertaron. Se suponía que venía a verme, ¡saldríamos! —Espera. ¿Qué hay acerca de navegar en kayak? —Le pregunte ansioso, pero disimulándolo lo mejor que podía. Mirándola directo a los ojos para entender que estaba sucediendo ahora.

—Yo, hum…, cambie de opinión. —Dijo, mientras daba un paso atrás. —Tal vez otro día. No pretendía molestarte en tu trabajo.

—Espera —aspire profundamente, calmándome. —Tu no… Está bien. Salí de trabajar hace media hora. —Aun, no terminaba de hablar, cuando Karin ya estaba riendo.

—Espera. ¿Pasársela caminando de un lado a otro fue trabajar? —Dijo. No pude evitar lanzarle una mirada asesina. ¡Hermanas!

Mire a Hinata de nuevo, su semblante no había cambiado en lo más mínimo. —Hinata, esta es mi pequeña gran hermana, Karin. Karin, mi amiga Hinata. Tuvo su primera experiencia en kayak ayer y ahora ha regresado por más. Creo que podríamos ir a la cueva de nuevo.

Karin, levantó una de sus perfiladas cejas rojas en mi dirección, acusándome. Aparente no notarlo. Finalmente extendió su mano en dirección a Hinata. —Siempre me da gusto conocer a una amiga de Naruto. —Le dijo, y sonrió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos. Su tono delató la aprensión de la que estaba siendo presa.

Sabía lo que estaba pensando y antes de poder agregar algo más se giró deprisa. —Eso es, asombroso, pero ya estás apartado, Naruto.

—¿Apartado? —Me reí. —No estoy apartado. Ni siquiera tengo permitido…

—Exactamente. —Me interrumpió, perforándome con sus ojos tan rojos como el fuego.

—Vamos. —Le suplique, acercándome a ella, para evitar que Hinata pudiera escuchar nuestra conversación. Algo que a decir verdad era inútil.

Karin, levanto una de sus manos autoritariamente, como si de ese modo pudiera dar por terminada nuestra conversación. —No. Mamá y papá me matarían. Lo sabes.

Suspire exasperado. No podía ser que tuviera que enfrentar esto de nuevo. No en este momento, no con Hinata aquí. A quien mire, aún en su extremo asustada, le sonreí de manera forzada, intentando aparentar que todo estaba bien. Y regrese a la carga con mi hermana. —Papá no está aquí, Kar. Y además ella no es una clienta, es una amiga.

—Naruto, no puedo porque no están aquí. Y él me dejó a cargo. Y si algo pasara…

—Nada va a pasar. No tomaremos un kayak de la tienda. Me llevaré el de papá. Está en la parte de atrás.

Karin me miró con duda, mordisqueando a diestra y siniestra su labio inferior. —Eso no es lo que importa. —Respondió con un suspiro.

—Entonces ¿qué es? —Levante la voz, ya molesto. —Estaré bien. Me siento bien. —Termine con un pequeño golpe en el pecho, justo en el lugar donde esas cicatrices se aún se manifestaban.

—Naruto… —Su voz quebrada me bajo los bríos, como siempre.

—Di que sí. —Le sonreí un poco más tranquilo, sonriéndose con soltura. —Por favor, Hinata quiere navegar en kayak. Ella es principiante, y no sería correcto dejarla sola. Papá se molestaría si lo hiciéramos y si se enterara.

Mi bonita hermana pelirroja me miro detenidamente. Vi como su mirada de renuencia, poco a poco cambiaba a resignación. —Está bien. —Dijo. —Pero debes regresar en unas horas. Tengo un recorrido de cuatro personas a las tres de la tarde, y tú en verdad tienes una cita. —Me miro con advertencia. —No olvides tú…

—Ya entendí. —La corte antes de terminar la frase.

—Y asegúrate de llevar tu teléfono y si algo pasa… —Pase un brazo por sus hombros para cortarla nuevamente con un corto abrazo.

—Estaremos bien, te lo prometo. ¿De acuerdo?

Desvió su mirada de mí a Hinata, y noté la incomodidad en esos ojitos perlas, la preocupación. Pero al mismo tiempo algo similar al deseo de aprobación. El cual, no le dio Karin.

—De acuerdo. —Dijo Hinata vacilante, después de que su suplica no fuera alcanzada por mi hermana.

Aplaudí para alejar la tensión. —Bien. Voy a la parte de atrás a cargar el bote y te encuentro enfrente en un minuto. —Le dije.

Corrí a la parte trasera y me apresuré a tomar y subir lo indispensable a la combi; chalecos, toallas…

Subí a la combi una vez cargada y manejé apresurado hasta su auto. Ella ya estaba ahí sacando sus cosas.

—No te tardaste nada.

—Tenemos que irnos de aquí antes de que ella cambie de opinión. —Le dije sonriendo sinvergüenza por la ventanilla de la camioneta. —Entra. —La apresure.

Ella miro recelosa a mi hermana que nos observaba desde la entrada de la tienda. Después de un ligero titubeo, rodeo su automóvil y subió conmigo.

Arranque…