NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

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Capitulo 86

En el Este los ancianos se reunían en una cabaña alejada del palacio. El viejo Kitsune y los terratenientes que estaban aferrados a las antiguas creencias y prácticas se sentían amenazados con los cambios que se veían en el Oeste a partir de Sesshomaru haber tomado una hembra humana y Miko, como pareja y luego desposarla según rituales humanos, y la evidente voluntad de desarticulación del concejo fundado por Inu No Taisho siglos atrás.

El muy maldito les había contado los planes de Sesshomaru acerca de desarticular el concejo y de comenzar a modificar el código regente hasta el momento sobre todos los asuntos inherentes a los derechos de las hembras, los hanyou, los hijos ilegítimos y la igualdad entre razas, para comenzar, y luego todas las atrocidades cometidas o por cometer a lo que ellos eran predispuestos.

La culpa…La tenía la hembra del Lord del Oeste. La Shikkon No Miko ni más ni menos. Olvidados de su poder y de ser la destructora de Náraku, escupían su veneno lanzando maldiciones e improperios en su contra

Ella aseguraba venir del futuro y había envenenado la voluntad de los Taisho en contra del concejo que tan sabiamente había gobernado la Nación Youkai durante siglos… Ese era su pensamiento.

Ellos sentían que el poderío masculino se vendría abajo, perdiendo así autoridad sobre sus hembras y la posibilidad de hacer y deshacer cualquier cosa a su antojo.

Ya habían recibido varias notificaciones del Oeste exhortándolos a concurrir, llamados por el mismísimo Inu No Taisho, quien había creado el concejo siglos atrás…

Pero…

Ellos se habían negado a responder.

Mal aconsejados por Kokàtsuna se habían resistido a responder a su creador. Sabían que estaban cometiendo un error atroz, pero estaban cegados de poder y no querían dejarlo.

El nuevo conjunto de leyes afectaría todo lo que ellos habían "logrado".

Ahora se encontraban reunidos porque un rollo había llegado enviado al Lord del Este Hiroki, pero por supuesto Kokàtsuna lo había "tomado prestado" del despacho de su hijo y lo desenrollaba para exponerlo al concejo y a los fieles a su causa.

Lo que el viejo kitsune no imaginaba era que ese rollo que yacía en sus manos, a causa del miedo, se convertiría un arma de doble filo

La noticia del nacimiento del segundo heredero del Oeste había llegado a sus manos.

Esperando leer el nombre del padre del pequeño, salteando renglones balbuceando blah, blah, blah…Hasta que pronunció el nombre del flamante padre.

Los presentes quedaron boquiabiertos. Los labios del Kitsune no pronunciaron Sesshomaru si no, Inuyasha.

Leído en voz alta en su refugio de las montañas Orientales, los youkai traidores se asombraban del "milagro" un hijo de un hanyou…Increíble…

Pero también muy atemorizante. No había registro del nacimiento de un cachorro de Daiyoukai y de Miko anteriores al heredero del Oeste, pero Yashamaru había marcado precedente, tampoco del nacimiento de un hijo de hanyou pero el Oeste anunciaba a Taisho Inumaru.

Los más cobardes en sus mentes comenzaban a evaluar los pro y los contra de traicionar al Oeste.

Milagros como esos pequeños… Serían milagros realmente o sería que la sangre de Inu No Taisho era demasiado fuerte?

Algunos de ellos secretamente comenzaban a considerar abandonar voluntariamente sus malignas urdiembres en contra de los Taisho y la poderosa manada del Oeste.

Kokàtsuna terminando de leer el rollo mantenía su voz lo más firme que podía, pero el temblor de sus manos lo delataban. Estaba enfurecido y aterrado.

Esto cambiaba y bastante sus planes de desprestigio hacia los Taisho…

Fuera de la cabaña rodeada de guardias se encontraba específicamente uno que no era tal. Haciendo uso de sus artes mágicas personificando a un guardia el mismísimo Señor del Este Hiroki había escuchado absolutamente TODO lo tratado en esa y todas las reuniones anteriores. Partiría hacia el Palacio de La Luna de inmediato a presentar sus respetos al nuevo cachorro de la casa Cardinal de Occidente y a reunirse con su poderoso tío, Taisho Sesshomaru.

En el Sur, la alegría se respiraba en el aire. Su Señor Lord Kleinez Hyô se emparejaría con la princesa del Este Krisstal de la familia Kitsune. Preciosa y femenina, la princesa era youkai humano, sin embargo el youki Kitsune corría en su aura.

Vestida hermosamente con un kimono verde con motivos dorados, marrones y rojos, lucía su peinado hermosamente recogido con peinetas de jade y flores de sakura. La mirada de los felinos estaba clavada en ella. Estaban hipnotizados con su calidez y belleza.

Las feromonas se alzaban al paso de la futura Señora del Sur mientras la mirada seria del macho leopardo se mantenía fija en ella. La ceremonia sería rápida.

Los cortes en las palmas…La sangre mezclada en la copa…la bebida ritual…

Bruscamente el enorme leopardo tomó del cabello a su hembra exhibiendo su garganta al pueblo.

Considerado el acto más romántico y erótico entre los felinos, lamiendo su cuello con su áspera lengua hasta hacerlo sangrar.

El rugir extasiado del clan Neko anunciaba la aprobación de la hembra en cuestión, olfateando en el aire la pureza de su sangre deliciosa.

Girando a la hembra hasta que quedaran viéndose de frente, la sonrisa de la joven y los ardientes ojos azulados de su amado, susurrando sensualmente

-"Voy a marcarte, Krisstal sama…"

Para con sus garras asir la cabeza femenina y acercarla a su pecho exponiendo la nuca para luego morder hasta que sus colmillos casi tocaran los huesos

La mirada fija hacia su pueblo que contemplaba los rojos e intensos ojos de la bestia que se deleitaba con la sangre de su presa, deliciosa presa, que ahora era su pareja para siempre.

La ovación del clan de los felinos se hacía oír hasta el rincón más oculto de las tierras del Sur.

Para Krisstal y Kleinez era su amor, su felicidad, su futuro. Para los Neko era su esperanza, su nueva vida, la promesa de un renacimiento para un pueblo tan sufrido y diezmado, sobrevivientes de la devastación perpetrada por Náraku. Casi tres años en que ni un solo cachorro nacía del vientre de una pareja felino o mixta. Una maldición seguramente dejada como obsequio por parte del maligno hanyou.

Sangre del Este y el poder de la manada del Oeste llegaban a iluminar las tierras Australes, todo era regocijo, todo era ilusión. La nueva Señora del Sur la traía con ella. Brillante y cristalina, transparente y seductora como su nombre lo marcaba Krisstal, iluminaría al Sur como la estrella de la mañana…

En el Oeste la llegada del Lord sonriente ameritaba una reunión de emergencia.

Nuevamente el despacho del Daiyoukai tenía las velas encendidas, y las estatuas de piedra luna descubiertas.

Sesshomaru mantenía su rostro inexpresivo apoyado en sus manos entrelazadas sobre su boca. Los codos sobre el escritorio, sus ojos y su nariz era todo lo que se veía de esa preciosa cara, mortífera cara.

En su mente mirai y él se debatían entre avanzar hacia el Este y arrasar con todo para asegurarse de destruir a los ancianos y a Kokàtsuna o esperar y atraerlos hasta él.

Si perpetraba lo primero, muchos inocentes perecerían y en el acto, lastimaría profundamente a Krisstal, Hiroki, Shippou y sobre todo a Kagome.

Si lo segundo era llevado a cabo, sufrirían Él y Kagome.

Cuánto deseaba que el dolor solo fuese para él. Pero no podía evitarse.

Suspirando pasó su mano por la cabeza levando sus cabellos hacia atrás

-"He tomado una decisión"

Los machos lo veían muy atentamente, Inuyasha se apartaba de la pared esperando la decisión.

Estaba dispuesto a todo como siempre solo que ahora era padre, lucharía con todas sus fuerzas y más.

-"El Señor del Sur ya habrá reclamado su pareja para estas horas, será cuestión de días para su regreso y realizaremos la ceremonia protocolar aquí, como lo habíamos planificado…Quédese tranquilo Lord Hiroki, el Este no sufrirá daño alguno. Al menos no por parte de este Sesshomaru o su manada"

El joven Lord sonrió una vez más, solo que su sonrisa estaba teñida de tristeza

-"Ojalá hubiese un mejor camino…me hiere profundamente saber que Lady Kagome sufrirá una vez más a manos del concejo de ancianos"

Todos asentían, a nadie le gustaba la idea de exponer a Kagome a ellos una vez más. Jóvenes e inexpertos comparados a los ancianos verdaderamente ancianos que ella había enfrentado en su futuro, pero la maldad era la misma, innata, escondida en el rincón más oscuro de sus almas.

-"Danaka Sama, envíe tres mensajeros al Norte. Convoque al clan ookami a asistir a la celebración protocolar de emparejamiento de Krisstal Kitsune y Kleinez Sama de inmediato"

-"Sí, mi Lord!"

-"Los demás, intentemos descansar, mañana comenzaremos a prepararnos para la celebración y la llegada de los ancianos"

Inu No Taisho se acercaba a Sesshomaru

-"Lamento tanto todo esto Sesshomaru"

-"Padre"

-"Jamás imaginé que sería el causante de tanta desgracia"

-"No podías saberlo"

-"Ese… No es consuelo para mí, hijo"

Inuyasha se acercaba y ponía una mano en el hombro de Touga

-"Vamos viejo, cómo ibas a saberlo? Pensaste en lo mejor para todos no es así?"

-"En ese momento la guerra con el clan Ryu era feroz…Sesshomaru era demasiado joven…No podía abandonar al que en ese entonces era mi único hijo a gobernar solo, sin su madre a su lado y si algo me sucedía durante la guerra, como finalmente aconteció…Pensé que los viejos youkai amigos de siempre con su sabiduría lo protegerían, y ayudarían a prosperar…Sin embargo la ayuda provino del sitio menos esperado…Un general del clan Neko"

En eso Danaka regresaba

-"Mi Lord, tres emisarios salieron hacia el Norte"

Los machos lo miraban fijamente, el tora no comprendía qué era todo eso

Sesshomaru se levantaba y ponía su mano en el otro hombro del General Perro y tratando de romper el hielo con un extraño toque de humor

-"Hablando de Neko…Es tiempo de emparejar al General Tora, no crees otosan? Akira sama, Tú qué piensas?"

Muy sonrojado el pálido tigre carraspeaba y buscaba la salida

Inuyasha se burlaba

-"Kagome contó que en el futuro el otro Danaka se unió a su madre. La madre de Kagome era muy bella, también se llamaba Noriko y se parecen bastante… Esta Noriko, también es una bella mujer…No debe ser fácil resistir el impulso de saltar sobre ella…"

Más rojo aún y temblando de vergüenza el tigre blanco se comenzaba a alejar.

En dos lunas sería el equinoccio de Otoño…Las hojas caen y vuelven el paisaje muy romántico.

Los felinos blancos como Danaka y Kleinez eran de tierras frías, sus romances florecían cuando el invierno se acercaba.

Los Inu conociendo sus gustos le tomaban el pelo y reían

-"A mi particularmente no me agrada el Otoño, me recuerda a Náraku"

-"A qué te refieres Inuyasha"

-"Piensa Miroku, en esta época Náraku no obligaba a buscar refugio en cuevas para escapar del frío… A comer ramen instantáneo que Kagome traía de su casa del futuro, la leña nunca era suficiente y Kagome solía enfermar y resfriarse a menudo"

Ahora la curiosidad se apoderaba del grupo. Touga estaba muy interesado en saber, Sesshomaru aunque no lo demostraba, sentía el aguijón de los celos molestarlo internamente.

-"Vaya aventuras y desventuras que han vivido juntos con todo el Inutachi"

-"Keh! Tantas que un mes no me alcanzaría para contarlas"

El monje reía

-"Si, cuando Lady Kagome se resfriaba Inuyasha le preparaba un brebaje que su madre le daba de pequeño hecho con hígado de pescado crudo y otros ingredientes… Jajaja Kagome vomitaba pero se curaba enseguida"

-"Brebaje?"

-"Mi madre me lo daba cuando enfermaba…Era muy efectivo solo que su sabor…"

-"Mmm. Izayoi debe haber aprendido eso lejos de palacio…"

-"No teníamos nada…Aprendió de todo lo que pudo de una Miko que habitaba la aldea. Recogíamos el alimento del bosque, los árboles y los arroyos"

Sesshomaru comenzó a sentirse culpable

Touga estaba incómodo con los amargos recuerdos de Inuyasha

-"Hijo…Yo…"

-"Fuimos muy felices allí, ella y yo. No necesitamos nada más"

El incómodo silencio fue roto con la llegada de Jaken

-"Sesshomaru Sama…La cena se servirá con la primera estrella "

-"Hn."

En el Sur…

Krisstal ingresaba a un sector de palacio que se asemejaba a una selva helada. Acompañada por un séquito de funcionarios felinos hasta la entrada, la dejaban ingresar sola a ese extraño lugar. Una capa de piel blanca de visón la cubría a modo de abrigo. La capucha sobre su cabeza la protegía del helado aire del lugar.

Los pinos, y árboles se veían cubiertos de nieve y hielo un inmenso bosque estepario y helado se abría ante sus ojos

-"Kleinez!"

-"…"

-"Kleinez Sama!"

Ninguna respuesta

La piel se le comenzaba a erizar ante el embiste de energía que le llovía desde las alturas.

Levantando la mirada solo un par de brillantes ojos azulados la veían con hambre depredador

-"Ahí estás…Mi amor"

Las dulces palabras de la mujer calmaban a la bestia que exigía su rendición

Krisstal caminó unos pasos más hasta la entrada de una especie de cavidad a modo de refugio al parecer que se adentraba en una pared de piedra.

El frío le calaba los huesos.

Dentro encontraba un enorme futón cubierto de pieles, una chimenea con fuego ardiendo y en un rincón una pequeña mesa con alimento y bebidas dispuestos a modo de banquete.

Mientras quitaba su capa de piel blanca para acercarse al fuego poderosas garras la sujetaron suavemente de los brazos y la respiración caliente soplaba moviendo los cabellos de su nuca.

-"A dónde vas…Mujer?"

Los enormes colmillos pastando por la columna del cuello

-"Me acercaba al fuego…Tengo frío…"

Le evidente piel de gallina demostraba la veracidad de las palabras de la hembra.

La bestia felina estaba encantada con el aroma y la dulce calma de la mujer…

Ya frente al fuego Kleinez y su bestia procuraban tranquilidad y suavidad a la hora de acercarse a su pareja, aunque ésta no fuera humana, deseaba que este primer encuentro de los dos fuese memorable y hermoso. La capa de piel cayendo a suelo…

Con sus manos recorriendo la cintura de la joven los largos dedos desataban el enorme moño en la espalda del kimono, capa por capa retiraba el hermoso atuendo parado detrás de ella mientras depositaba ardientes besos y lamidas en los hombros expuestos de la mujer.

-"Eres preciosa…"

Completamente desnuda y a merced del leopardo la hermosa joven sentía su corazón latir en su garganta. Las garras afiladas del leopardo rozaban la piel de los brazos provocándole a la extasiada joven la reacción inmediata de los folículos pilosos. Erizada hasta la punta de los pies el aire comenzaba a ser poco para oxigenar su corazón.

Girándola para besarla y tomarle los cabellos para profundizar el beso, la empujó a caer sentada en las mullidas pieles

-"Es mi turno…Sanadora"

Y así muy masculinamente se deshacía de la ropa sin quitar los ojos de los de su pareja.

Muy sonrojada y nerviosa de a momentos Krisstal apartaba la mirada para enseguida volverlo a mirar

Era perfecto y todo suyo para disfrutar

-"Te agrada lo que ves?"

Apenas sonriendo asentía al macho que seriamente la miraba y se acercaba

Sus musculosos brazos la llevaban a recostarse y su boca se comenzaba a deleitar con la piel expuesta de la joven youkai.

Advertida por la sacerdotisa ancestro de Kagome acerca de algunas costumbres felinas, (gracias a Danaka) La sanadora se dejó fluir.

Asaltando al joven leopardo para quedar montada sobre él, acercando su rostro al suyo y lamiendo su barbilla.

Lejos de alejarla, el felino se dejó adorar por la boca femenina, disfrutó de sus atenciones hasta no poder contener a su bestia más…

El romance y la pasión tomaron cuentas de la joven y flamante pareja de amantes.

Fuera de la cueva ceremonial, las numerosas hogueras estaban atestadas de felinos, otros youkai y algunos humanos, que las rodeaban buscando calor, esperando.

Esperando las buenas nuevas de la preñez de la Dama de la Nieve, hasta que eso sucediera, no saldrían de la cueva y ellos no se alejarían de las hogueras.

Los habitantes del Sur envejecían y ningún bebé nacía desde la maldición de Náraku.

Tal vez…Sólo tal vez, La princesa del Este traería sangre nueva, sangre limpia, sangre no maldita para iluminar la Casa del hielo.

Mientras los gritos y los rugidos pasionales dentro de la cueva llenaban la noche, afuera, lejos de avergonzarse o reír, brindaban por su buena fortuna deseando que esta vez sucediera y la luz de la vida los iluminara de nuevo. Una a una las parejas apareadas se retiraban para intentarlo ellos también una vez más.

En el Oeste en el salón de banquetes

Cenaba la manada del Oeste sumidos en mucha preocupación. Hiroki muy interesado acerca del paradero de su hermana y lamentándose no haber podido acompañarla hasta su nuevo hogar en las tierras del Sur y presenciar su emparejamiento.

Mientras todo transcurría las miradas de los machos pasaban por los rostros de Kagome y Sesshomaru.

Ellos sabiendo la preocupación de todos, se alimentaban y se tomaban las manos de a ratos bajo la mesa.

-Flash Back-

Luego de la reunión con los machos en su despacho y de acomodar al Lord del Este en sus aposentos, Sesshomaru se dirigió al dormitorio de Inuyasha a ver a Kagome y hablar con ella.

Al ingresar se encontró con el panorama más tierno e irrisorio que pudo imaginar en su vida

Kikyo dormida, a su lado semi sentada en el futón Irasue con Inumaru en sus brazos y Yashamaru recostado muy convenientemente y protector casi sobre ellos, durmiendo también, mientras las demás mujeres susurraban bebiendo té cerca de ellos.

-"Madre?"

-"Shhhh, los cachorros duermen"

Ahora era el turno de Sesshomaru de reír incrédulo, su madre sosteniendo al hijo de Inuyasha sobre su pecho y a su cachorro dormido en sus piernas? Perdiendo toda su finura sentada muy incómoda inmóvil y silenciosa.

-"La cena se servirá con la primera estrella"

Las mujeres reverenciaron y cada una fue lentamente retirándose a sus respectivos aposentos para preparase apara la cena.

-"Ve, con Kagome Sama, yo me quedaré unos momentos más, hasta que llegue Inuyasha Kun, y traiga alguna sanadora para que ayude a la Miko"

-"Yashamaru…"

-"Déjalo, yo lo llevo más tarde"

La mirada cómplice de Irasue, sabiendo que temas de extrema importancia debían ser tratados entre ellos una vez más.

Asintiéndole a su madre, el Lord y la Señora del Oeste se retraban a su dormitorio

En el onsen mientras Sesshomaru enjabonaba la espalda de Kagome le relataba lo que Hiroki les había dicho acerca de los ancianos y de la traición del viejo zorro. Kagome mantenía su mirada fija en las escaleras de la poza.

-"Mi instinto me insta a arrasar el Este ahora y a todos los que se encuentren en él"

Ella se limitaba a escuchar

-"Pero Lord Hiroki… Hay miles de inocentes…No puedo castigar al Este por un ato de malnacidos. Tú serás la que esté expuesta a su asqueroso escrutinio… No puedo evitarte este sufrimiento otra vez, saiai…Y eso me rompe el corazón si es que tengo uno"

Kagome se giraba para verlo, ponía una mano de cada lado de la cara de su esposo Daiyoukai

-"Aunque pudieses evitarlo, Sesshomaru, soy yo y solo yo quien tiene que hacer esto"

-"Pero puedo mandarlos a arrestar, mantenerlos en los calabozos hasta que se pudran y no quede ni una sola mota de sus cenizas"

-"Mi amor…Mi eterno amor… Ellos son solo la punta del carretel, detrás vendrán otros iguales o peores que ellos… Encarcelarlos, esconderlos no es la manera de terminar con su amenaza."

Soltando la esponja y rodeando a Kagome con sus brazos, Sesshomaru se confesaba muy íntimamente

-"No quiero exponerte, no deseo perderte! No podré resistirlo esta vez! Antes tenía la opción de enviarte al pasado, traerte aquí, arrojarte a mí, que es lo que mirai hizo y le doy tantas gracias, pero ahora, no hay donde enviarte, no hay donde escapar y perderte me aterra…Nada ni nadie en mi larga vida me aterró jamás, ni siquiera tuve un poco de eso que llaman miedo, hasta que llegaste a mi vida y Yashamaru contigo"

Kagome lo abrazaba y besaba

-"Por eso es que debo enfrentarlos para detenerlos, debes confiar en mí, promételo"

Sesshomaru besaba sus manos

-"Promételo, Sesshomaru"

-"Hn."

-Fin Flash Back-

En el Sur, la vida blanca y helada, comenzaba a pintarse con los colores de la pasión de la mano de los flamantes Señores Australes, más lejos hacia donde el sol se pone, el Oeste se preparaba para la próxima batalla … Acaso esta sería la batalla final?...