CAPITULO 27
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Condujimos con las ventanas abiertas y el viento arremolinándose con fuerza alrededor de nosotros, llenando el espacio de nuestro silencio con aire salado y frio. Mi cuerpo continuaba en estado de tensión. Incluso mover la palanca, para ejecutar un cabio era doloroso.
No preste atención a eso ni a la manera en la que las perlitas de Hinata me miraban, intentando ser discretas. Continúe con el recorrido, tratando de bloquear el ruido de mis pensamientos con el sonido del viento.
Cuando por fin estuve lejos de ese pueblo donde todo mundo sabía de mi condición, sentí como el dolor en los hombros disminuía y como la presión en el volante iba cediendo de parte de mis dedos. La carretera costera nos mostraba dos carriles. Yo, nos dirigí al norte, en dirección a las colinas onduladas.
—¿Alguna vez has ido al Big Sur? —Después de tanto silencio, mis palabras casi se quedan atascadas en mi garganta. Tal vez no estaba listo para entablar una conversación amena. Sin embargo dije que olvidaría lo que había sucedido durante el día y ese era el camino para lograr mi cometido.
—Naruto… —Titubeó mirándome de reojo.
Su tono y la manera en la que me miraba eran un claro indicio de que no dejaría morir el tema que yo intentaba matar.
—Hay un lugar llamado Valle del Fin. Probablemente sea mi lugar favorito, pero no he estado allí desde hace mucho tiempo. Tiene el agua más clara que hayas visto. Algunos días puedes ver a siete metros, hasta el fondo. Y hay una cascada que surge del acantilado, directo a la arena. He tenido muchas ganas de llevarte allí. —Hable rápido y alegre, prácticamente como siempre.
No iba a permitirnos retomar ese tema, regresar lo avanzado. Claro que no. —Podemos comprar algo de comida en el camino, comer en las cascadas, salir en kayak, tener un día perfecto…
—Naruto. —Volvió a llamarme, ahora en un tono más firme. Diciendo claramente que no iba a ignorar lo que había escuchado en el local.
Suspire con fuerza, intentando llenar mis pulmones, que a pesar de tener su tamaño normal ahora, amenazaban con cerrarse de nuevo, dejándome expuesto.
—Solo quiero irme de aquí un momento. —Dije con la vista fija en el camino, moviéndome incomodo en mi asiento y tamborileando los dedos en el volante. —Eso, lo de mi hermana…
—Está bien —dijo, rápidamente, casi cortándome. Como si de pronto hubiese cambiado de opinión. —No tienes que explicármelo. La mía se porta igual cuando está preocupada, y de todos modos es entre ustedes, y…
—Así que oíste todo… —Dije, más para mí que para ella. Era obvio que así había sido, pero la pequeña esperanza aún estaba ahí, a flote, esperando que tal vez solo hubiera oído… nada.
Antes de su respuesta, miro por la ventana a las montañas cubiertas de hierba dorada. —Si. Pero no es asunto mío. Yo…
—Está bien. —Interrumpí. Parecía que era el momento de la verdad, o al menos de soltar parte de ella. —No trataba de mantenerlo en secreto. —La mire deprisa, para casi inmediatamente desviar la mirada a la carretera, alternando ambas vistas. ¿Realmente no quería mantenerlo en secreto? —En realidad no. —Dije.
Ella bajo aún más la ventana de su lado sin mirarme.
—De todos modos, no hay mucho que decir. —De pronto la combi, me parecía muy pequeña. —Me enferme gravemente hace unos años… Una infección viral ataco mi corazón y lo daño tanto que necesite uno nuevo. Me pusieron en la lista de trasplantes, pase mucho tiempo esperando, entrando y saliendo del hospital, hasta que el año pasado finalmente tuve un nuevo corazón.
La inhalación profunda de Hinata me detuvo, justo antes de… ¿A quién quiero engañar? Evidentemente dejaría fuera las cosas que había gritado a Karin. A cerca del dueño de este corazón y la carta… O las cosas acerca de mi vida durante ese tiempo, viviendo detrás del vidrio del hospital o de mi casa, sin poder hacer llegar el aire del océano a mis pulmones, sin sentir el sol y el agua en mi piel. Rodeado de barcos que jamás dejarían el mi puerto carcelario.
Aunque con la esperanza, las ganas y el deseo de poder terminar con todo eso de una vez. Regresar a mi vida y hacer todo lo que amo. Sin saber que cuando todos mis deseos se cumplieran seria debido a que todos los de alguien más se habían destruido.
Cuando mire a Hinata me sentí fatal. Algunas lágrimas empezaban a asomar por las comisuras de sus ojos, y aunque podían fácilmente ser disimuladas con la fuerte corriente de aire que entraba por la ventanilla, sabía la verdad detrás de ellas. Se sentía culpable. Podía verlo. La culpa destilando por sus poros, por hacerme hablar, por orillarme a decir algo que había estado ocultando todo este tiempo. Por no haber sido sincero con ella.
—No importa. —Dije sonriendo, tratando de aligerar el tono y su culpa. —Estoy bien ahora. —Con mi puño derecho toque mi pecho. — Fuerte. Y tarde o temprano iba a saberse. —Seguí con un encogimiento de hombros, —Supongo que tan solo me gustaba que me conocieras sin todo eso.
—¿Por qué? —Su voz sonó un poco más fuerte que un suspiro.
Abrí la boca para responder, pero solo logre boquear un par de veces. Sopese la respuesta. No porque no supiera cual era, sino para elegir correctamente las palabras que diría al respecto.
Hinata miro el paisaje que nos rodeaba mientras yo me debatía entre lo que debía decir y lo que debía contener un poco más, dándome espacio.
Di vuelta al volante en una curva cerrada, desde mi posición podía ver el filo del acantilado y algunas olas rompiendo en el inferior. El panorama me hizo pensar en todo lo que había hecho en el verano, desde que Hinata apareció en mi vida; la primera vez que la vi, en la cafetería de Gaara, en su casa, conmigo siendo un auténtico acosador, nuestra incursión en la cueva, remando sobre la superficie marina, ella haciendo surf y el cielo explotando sobre nosotros mientras otro tipo de explosiones hacían eco en mi interior. Todo eso me hizo ver que tenía razón. Que nada más importaba, solo el momento.
Con esa idea en mente y con un gran suspiro solté mi respuesta. —Porque no pienso en nada de eso cuando estoy contigo, y eso es… —Sonreí para no llorar. —Esa fue una época muy oscura de mi vida, y tú…
No pude retrasarlo más. Desvié mi vista de la carretera y la mire directamente a los ojos. —Tú eres como la luz después de todo eso.
Fue impresionante verla después de escuchar mis palabras. Fue, como si poco a poco sus ojos se derritieran, como si mis palabras los hubieran destruido y regenerado a la vez. Con lágrimas corriendo por sus mejillas, tomo mi mano con la suya, como si me estuviera viendo por primera vez. Cómo si este fuera en verdad el inicio de nosotros.
Espere perdido en sus bonitos ojos que dijera algo, a pesar de que no era necesario, pues esas enormes lunas blancas, ya me decían más de lo que necesitaba. Al llegar de nuevo a una curva cerrada, quite mis ojos de ella, y también mi mano de entre la suya.
El resto del camino permanecimos en silencio.
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…
¡Hola!
Feliz No Navidad y (muy) Próximo Año Nuevo.
Qué bonito que están aquí, en verdad me da muchísimo gusto.
Yo, lo lamento, con el fin de cuatri estuve muy agobiada y apenas pude completar estos capis que, supongo acaban de leer. Casi casi termine el que sigue, pero ya debo salir de casa y no me alcanza el tiempo para continuar. Pero espero poder subirlo cuanto antes.
A mi queridísima amiga Maaaarce ;), dije que lo terminaría de regalo de cumple jeje, emm o sea que aun no es tu regalo, pero prometo que en la próxima semana estará listo. vale. Falta poquito.
Saluditos a todos, espero que terminen el año muy bien. Un abrazo fuerte.
