CAPITULO 32

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—¿Cómo te sientes hoy?

Me encontraba en mi tercer día de hospital. O sea, tres días sin saber de Hinata.

Hice un intento de encogimiento de hombros, Karin suspiro y se sentó a lado de mí con una sonrisa vacilante, sabia lo que estaba pasando. Y por eso no decía nada más.

—Necesito verla. —Dije con un tono significativo.

Karin se mordió el labio inferior, como reprimiendo todo lo malo que pasaba por su cabeza.

—Olvida lo que te dije ¿sí? —Añadí con suplica. —Mira, tengo que hablar con ella, necesito que me escuche, quiero que me vea. Sea lo que sea que la condujo a mí…

«Olvida que me conociste»

—No fue furia la que solté ese día. Fue dolor.

Karin hizo una mueca, como diciendo "¡Claro!... maldita bruja".

—Me busco, —enumere. —Me encontró…

Karin asintió sentenciosa. —No tenía derecho a hacer ninguna de esas cosas.

—Me enamore de ella.

Karin me miro con tristeza.

—Arruine cualquier posibilidad de que tuviéramos algo real. — Estar en un hospital, inmóvil y débil de verdad que ayudaba a poner en perspectiva las cosas.

Lo único en lo que podía pensar era en buscarla.

Intentaba imaginar que regresamos en el tiempo; vernos juntos en el agua, o en esa ensenada con la cascada, o mirando la puesta de sol desde la playa. Pero no podía hacerlo. Todo lo que lograba ver era su rostro suplicante mientras le gritaba «¡olvida que me conociste!».

A pesar de que esa escena no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, no lograba reconocer mi voz. Mi tiempo en el hospital era incierto y buscarla por mi propio pie, estaba muy lejos para mí futuro próximo.

—Quiero que sepa que… no puedo ni pensar en que ya no sea parte de mi vida. Necesito decirle lo que siento, que todo lo que vivimos juntos no lo cambiaria, aunque pudiera.

Karin suspiro con tristeza y ternura a la vez. El brillo de sus ajos me reflejó perfectamente la agonía que pasó. La preocupación, el terror, la furia. No estaba convencido al cien por cien, pero incluso en su mirada brilló la culpa. De cualquier modo, todo eso quedaba opacado gracias al gran brillo de su amor por mí.

—Se equivoco al hacer lo que hizo. —Dijo intolerante, después de una pausa.

Llenó de aire sus pulmones una vez más. —Pero, ¿honestamente? —Sonrió y yo asentí. —Desde que la conociste has estado mejor que nunca.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, y mirándola fijamente supe todo lo que no me decía, acerca de mí y de cómo estar enfermo había finiquitado mi vida. De cómo me había cambiado…

—No estaba segura de que alguna vez tendríamos al viejo Naruto de regreso. —Sonrió, aun con lágrimas en los ojos. — Pero entonces, llego esa chica rara y, fue como si recuperaras la vida. No sé si alguna vez te he visto más feliz que cuando estabas con ella. Así que, si de algo hay que culparla, es de eso.

Se acercó y me abrazó con ternura. —Ella va a volver. —Dijo, mirándome con decisión, con una mirada que me mostró todo lo que es Karin: una persona que se preocupa por mí, ferozmente protectora, de buen corazón. Que haría cualquier cosa por mí, incluso… perdonar a Hinata.

—¿Me ayudaras a buscarla? —Pregunte cuando el nudo de mi garganta me lo permitió.

Asintió con un puchero lastimero, limpiando las lágrimas que cubrían su rostro.

—¿Kar? —Le llame de nuevo.

—Mh… —hizo un ruidito de contestación.

—¿Crees… podría pedirte otro favor?

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