CAPITULO UNO

Cada uno saldo sus cuentas, siguiendo con sus caminos, algunos pusieron mares entre ellos, otros dejaron que el tiempo hiciera su trabajo. Pero la vida da muchas vueltas haciendo que cada uno de sus habitantes giren con ella, y a veces todo vuelve a empezar.

- Saúl? Saúl! hijooo dónde estás?

Volvió a latir su corazón, cuando le vio de pie contemplando una mariposa junto a una pequeña pelinegra de tez clara.

- Aquí estas, pequeño travieso - pasaba su mano por su mejilla, mirándole fijamente- te he dicho que no te alejes de mi, sin decirme.

- Lo siento - respondió el pequeño mirándole con las esmeraldas de sus ojos - mami, te quiero.

- y yo a ti, mi amor - sus bracitos no tan largos aun por su corta edad, se estiraron hacia ella, hasta rodear su cintura apoyando su cabeza en su vientre- veo que has hecho una amiguita, y tú quién eres?

- Yo soy Gracia! - Respondió la niña con prontitud, un poco más pequeña en edad que su hijo pero por su mirada color azabache, podía ver el mismo espíritu guerrero de su pequeño - tengo 5 años.

- Ya veo que eres una niña grande, y hablas muy bien español.

- Soy Mexicana - Se apresuró a decir la pequeña con mucho orgullo- Nací en los Estados unidos, pero mi papa es mexicano y eso me hace Mexicana.

- claro que si, y por lo que veo hablaras dos idiomas también, eso es muy bueno.

- No, Sra, hablo tres - nuevamente le corrigió sin timidez y con mucha fluidez - mi abuela es de Francia.

- Tu abuela? y donde esta ella? te está acompañado?

La niña hizo una pequeña declinación con la cabeza y señalo en la dirección opuesta a un hombre que de espalda observaba las flores más azules del jardín de Keukehnof. Fue Indescriptible lo que sintió, una ambrosia de recuerdos que le invadieron tan extrañamente con solo verle. Su pequeño se retiró finalmente de su cuerpo para contemplar las flores con su amiga justo en el momento en que aquel hombre le volteo a ver. Altagracia trago en seco, mientras Saúl le miraba fijamente.

Ocho largos años habían pasado desde aquella despedida, y allí, en aquel lugar remoto de Holanda, estaban frente a frente. Inexplicable eran los sentimientos de ambos. Saúl, a quien la respiración se le agitaba nuevamente solo con verle en la distancia, recordando en sus memorias el olor de su cabello, de su piel, la belleza de su cuerpo que no le había dejado a pesar de los años. Recorriendo con su mirada el vestido color marfil solo de hombros de descubiertos y hasta cuatro dedos por encima de sus rodillas, pudo reparar en su pequeña cintura, en las caderas que tantas veces le sedujeron y las largas piernas que le encantaba recorrer con besos. Tal parece que Altagracia hacia lo mismo, su mirada fue desde la piel del cuello descubierta por la chaqueta pasando por su pecho hasta el inicio de su cinturón, donde Se detuvo y busco su mirada.

El tiempo se detuvo para los dos y sus cuerpos se atrajeron como imanes buscando chocar, hasta dejarlos a dos centímetros de distancia, sintiendo sus respiraciones, el roce de su piel por la cercanía, el latir de dos corazones separados por lo que pareció una eternidad. Saúl no pudo resistirse a recorrer su cuello expuesto con sus labios, ni a pasar sus manos por su cintura. Altagracia le correspondió acercándole su cuerpo sin dejar espacio entre los dos, hundiendo las manos en sus cabellos con cada roce de los labios de el en su cuello.

- Mmm...Saull.. Saaul..

De repente con un golpe a su pecho, se separó de el con la respiración aun agitada y los ojos quemándole la mirada. Volteo a ver su hija quien concentradamente observaba junto a un jovencito, un par de mariposas volar por sobre las flores. Tomo al pequeño por una mano y lo separo de su hija.

- Mama.. que hace? - le vio en sus ojos, un hijo. Su hijo. El que tantas veces deseo pedirle cuando hablaban de la familia. Estaba allí con su mirada frente a la de el- no me quiero ir...tu lo prometiste.

Gracia se volvió a él, Salto a sus brazos y le abrazo del cuello, mientras Altagracia le explicaba a su hijo que había promesas que no siempre se podían cumplir, aunque se deseara profundamente. Entonces se marcho. Saúl les vio alejarse mientras el corazón se le encogía y su mente le formulaba muchas preguntas.

- papiii ¿ ya no veremos más a Saúl? ¿ ni a la señora bonita?

- como has dicho mija?

- que si ya no podre ver a mi amiguito Saúl, nunca más.

Todas sus preguntas hicieron conexión en una respuesta. El niño que indiscutiblemente le recordaba a si mismo, a las fotos que su mama tanto atesoraba en los stand de su apartamento. sería posible?

-No, Gracia, La amistad es muy importante Gracia, por eso no hay que perderla cuando se encuentra.