Hubo un tiempo en que Zack creía que Dios existía. Un tiempo en que su madre rezaba a ese tal Dios, rogando que su vida mejore.

Ese tipo llamado Dios.

No hizo nada.

Lo dejo arder y le hizo vivir un infierno.

¡Quemaba! ¡Quemaba! ¡Quemaba!

Las flamas reflejándose en sus ojos mientras incineraba su piel. El fuego a su alrededor dejándolo completamente inmovilizado por el pavor.

Acurrucado suplicaba a Dios, pero él jamás hizo nada.

¿Cuánto tiempo dejaras que arda? ¿Dejaras que todo se consuma?

Su piel quemaba y sus lágrimas también...

¿Dios?

Nunca escuchó su voz. Solo el crepitar de las llamas.

¿¡Dios!?

Ese tipo era... ¡Puras mentiras! Había dejado que todo se consuma... ¡Le había hecho vivir un infierno en ese orfanato!

¿Es tu mundo una promesa rota?

Si, lo supo cuando, aun si rogaban por ayuda, los niños no eran salvados y sobre todo, no castigaba a los que se lo merecía.

¿Acaso arderemos todo como el fuego? ¿Aun estas ahí?

¡Dímelo ahora!

No dijo nada, únicamente se oía, el cuchillo apuñalar.

No existía.

No, si lo dejo matar a los suyos como si nada.

¡Sangre! ¡Sangre! ¡Sangre!

El líquido rojizo empapaba sus vendas. Los cuerpos inertes enfrente de él.

¿Lo estás viendo, Dios? ¡Ha! ¡Ha! ¡Ha!

Pero... Dios no existe

Ya no cree en en él, porque Dios no ha hecho nada para ayudarle en toda su puta vida. Él tuvo que hacerlo todo por su cuenta.

¿Cómo podía existir?

Cuando lo dejo solo en el mundo.

¡Ha!

Y si Dios acaso existiera le importa mierda lo que le suceda a los demás.

Porque...

¿Dónde estaba cuando su corazón sangraba? ¿Dónde estaba cuando todo se derrumbó?

Nunca pensó que lo engañaría. Pero, lo hizo.

¿Dónde estás ahora?

¡Ha! ¡No estaba! ¡Porque nunca existió!

El odiaba las mentiras y por lo tanto, odiaba a ese tal Dios.