Hola de nuevo a todos y a los lectores nuevos bienvenidos una vez más, gracias por pasar y leer mi historia, pero antes que nada una enorme disculpa por ausentarme durante tanto tiempo, primero mi compu peto y siendo yo tan adinerada (soy pobre ToT) apenas pude comprar otra y la segunda fue en si el estreno de la segunda parte de Descendientes, aunque es verdad que mi historia es muy distinta a la original, la aparición de nuevos personajes me hizo replantearme mi historia para darles un espacio en la historia y sobre todo salió al mismo tiempo el tercer libro dela saga de libros escritos por Melissa de la Cruz (se los recomiendo son un buen condimento a las películas) así que aunque me tomo tiempo reescribir la historia ahora estoy lista para continuar dado que amo esta historia y siendo una gran fan de Disney planeo terminarla y por ultimo pero no menos importante un gran agradecimiento a: Marlu Collins, Anonkmo y LISTILLA.11 por sus comentarios e infinita paciencia, ¡ muchas gracias por sus comentarios! pero basta de tanto charla comencemos, derechos reservados por Disney.
Mal:
Un bosque, estaba en lo más profundo de un bosque que no conocía, el viento soplo con fuerza agitando las ramas con un crujido seco, el frio me hizo estremecerme, mire el bosque detenidamente era de noche, la luna en el cielo hacia que las ramas de los arboles parecieran dedos ansiosos por jalar, tomar lo que fuera que se moviera o diera calor, del cielo caían lo que parecían ser pequeños pétalos blancos pero al tocar la tierra se volvían uno con la nieve que decoraba el suelo tan blanco y puro.
Invierno, ¡era invierno, pero si estábamos en plena primavera!
El viento volvió a soplar con fuerza y frialdad y no pude evitar temblar, el frio mordió mis mejillas, al mismo tiempo que me empujaba, las ramas crujieron y entre ese sonido escuche una voz tan clara, tan familiar.
Sangre y magia…
¿Madre? Al escuchar su voz me sentí pequeña, mire hacia el oscuro bosque lleno de ramas y sombras, comencé a temblar pero no por el frio, tenía miedo, algo no estaba bien.
Sangre y magia…
Volví a escuchar y no pude más mis piernas se movieron solas y corrí, entre las ramas que ahora envés de parecerme cálidas y llenas de vida ahora eran frías y estaban muertas, me jalaban, me arañaban como si quisieran detenerme, querían atraparme, sentí que alguien me seguía.
Sangre y magia…
Su voz resonó en mi cabeza, mire a mis espaldas sin dejar de correr, pude ver su sombra alargada y sus cuernos curvos, era ella, mi madre pero justo cuando voltee para mirar el camino sentí que algo aún más frio que la nieve atravesaba mi pecho, algo afilado, algo que me quemaba y causaba un dolor insoportable, un recuerdo vino a mí, este dolor sabía lo que era, antes lo había sentido me detuve y mire mi pecho donde una espada negra y brillante estaba clavada en mi pecho, solté un jadeo, mi aliento formo una tenue nube, quise volver a respirar pero no pude, la espada me lo impedía, mis piernas me fallaron y caí, mientras lentamente cerraba mis ojos entre el dolor y el frio escuche esa voz, antes de que todo fuera cubierto por la oscuridad.
Estamos unidas por sangre y magia.
Abrí mis ojos, de inmediato me levante y toque mi pecho no tenía una espada clavada en mí, no sentía dolor, tome una bocanada de aire cálido, este entro por mi cuerpo, llenándolo y con el saboreé el olor a flores, vida, era primavera.
-Es primavera-susurre, mire a mí alrededor, a nuestro cuarto, era lo suficiente amplio para que vivieran dos personas con comodidad, una ventana enorme daba una hermosa vista del bosque separado de Auradon por una muralla gris, al verlo se me escogió el corazón ¿cómo podían vivir separados de la naturaleza? Yo apenas llevaba un día y ya extrañaba los sonidos, el aroma y la sensación de libertad del bosque, en fin.
Me levante de mi cama acolchonada con sabanas de un delicado tono rosa, al igual que la colcha, alfombras, paredes y el dorcel de mi cama, todo aquí era tan rosa, no es que el color me molestara pero había más colores además del rosa, ¿no?, me levante y mis cuernos se enredaron en el dorcel de la cama.
-¡Oh fantástico! ¡Lo que me faltaba como si no hubiera tenido suficiente anoche!-susurre enojada, mientras intentaba desenredarme y recordé la noche anterior, yo tenía un pequeño problema para dormir o mejor dicho un requisito, mi cama no debía tener una cabecera debido a que mis afilados cuernos podían incrustarse o dejar rasguños en la madera y fue exactamente lo que había pasado.
-Duerme del otro lado Mal así no tendrás problemas-sugirió Evie así que eso fue lo que hice, una vez que me desenrede me levante y tome de la pequeña mesa que estaba al lado de mi cama el collar y me lo puse.
-Vaya día-dije y comencé a vestirme con el uniforme que Auradon nos había dado, pero al igual que todo parecía no haber sido echo para alguien como yo, era un sencillo vestido de color violeta con un broche en el pecho dorado con el escudo de Auradon, pero había un problema tenia cuello así que Evie esa misma noche arreglo el vestido para que pudiera usarlo.
-Es una suerte que trajera mi costurero-dijo alegremente mientras cosía, el resultado fue un vestido con un corte en v que nacía desde los hombros hasta el broche, al terminar de vestirme, el vestido me quedaba bien, era mejor que aquel otro vestido con corsé que me impedía moverme con libertad o mejor dicho que no me dejaba moverme o respirar.
-¡Buenos días Mal!- escuche una muy voz melodiosa y feliz saliendo del baño, una Evie recién bañada con su bata azul cielo salió y me dio un fuerte abrazo.
-Buenos días Evie- respondí.
-Oh Mal te queda perfecto, un uniforme digno de una estudiante de magia- dijo mientras me observaba, vi el brillo de sus ojos y le sonreí asintiendo solo para complacerla, al llegar eso también me había sorprendido tanto el mi uniforme como el de Evie era distinto en color, mientras que el mío era violeta representando a un estudiante de magia, el de Evie era verde para un estudiante en pociones y el ultimo era rosa en caso de las mujeres para aquellas con dones para las artes y música mientras que los hombres llevaban un traje solo adornado en las orillas de las mangas de su correspondiente color.
Suspire, mire por la ventada mientras Evie se vestía y hablaba sobre su horario, en eso también estábamos separadas, en pocas palabras no vería a Evie más que en el desayuno, comida y cena, sin contar con la hora de dormir.
-Y nuestra última clase será en el salón de baile esa la tomaremos juntas, ¿no estas emocionada?- dijo alegremente de inmediato voltee esa clase no la había leído en mi horario.
-¿En el salón de baile?-dije mi voz salió algo aguda y temblorosa.
-Si ¿no lo viste? estaba al otro lado de la hoja tendremos clases de baile- respondió mientras se cepillaba su cabello azul, sentí que mi corazón se cayó hasta mis pies, baile, nadie me dijo que bailara la única cosa en la que era un total desastre, era en el baile, el mundo se tambaleo y lo peor aún es que seguramente ella estaría ahí, haría el ridículo frente a todo el alumnado.
-Mal ¿estas bien? te ves más pálida de lo usual- Evie se acercó a mí y me tomo de la mano, asentí solo para evitar preocuparla ella levanto una ceja, eso no la engañaría.
-Ya dímelo Mal sabes que se te da mal mentirme- suspire, ella me guio hasta el tocador donde me senté el en la pequeña silla, tomo un cepillo y comenzó a cepillar mi pelo.
-Evie, yo…tu sabes que no se bailar hare el ridículo frente a todos- en especial frente a Audrey no podía dejar que ella me viera así, no después de nuestra discreta declaración de guerra.
-Pero Mal, tú si sabes bailar, bailas divino, como una ninfa del bosque-dijo trenzando mi cabello.
-Si, como si la ninfa estuviera siendo picada por una colmena de abejas rabiosas- respondí ella soltó una pequeña risa.
-Vamos Mal no bailas así, no te preocupes estaré ahí no dejare que nada malo pase- dijo mientras me peinaba con unas cintas del mismo color que mi vestido, una vez termino de peinarme, admiro su obra, había recogido todo mi cabello como la última vez solo que esta vez un par de cintas colgaba y se movían con cada movimiento que hacía.
-Perfecto-susurro, tome una bocanada de aire y me levante, me puse mis zapatos y de inmediato quise quitármelos, Evie ya me esperaba en la puerta.
-Vamos Mal, llegaremos tarde para tomar el desayuno- asentí y camine hacia ella en nuestro primer día de clases.
Mas tarde…
Estaba en mi primera clase de magia básica impartida por el mago Merlín, estaba sentada una de las largas mesas justo en medio de la clase por supuesto nadie estaba sentado a mi lado por lo menos dos lugares me separaban del próximo estudiante, bueno en el desayuno no había sido diferente, Evie y yo habíamos tenido prácticamente una mesa para nosotras solas, pero sobre todo fue extraño, estaba acostumbrada en hacer todo por mí misma o por magia por lo que alguien me sirviera y se hiciera cargo de los cubiertos y platos era raro, sentía una rara sensación de vergüenza por darle trabajo a alguien en lo que yo misma podía hacer, pero esa sensación se fue al ver a Evie tan feliz, al parecer eso le recordó a su infancia en el castillo con su madre.
-Muy bien tomen asiento-dijo Merlín al entrar y ponerse a lado del escritorio al frente de la clase, todos tomaron asiento y pude ver como tres hadas volaba hasta las primeras filas, sus vestidos eran diferentes a los nuestros, una tenía un vestido amarillo, otra naranja y la última violeta, no tuve que pensar mucha para saber quiénes eran las aprendices de las tres hadas.
Suspiré, genial tenía que estar con ellas, desde el desayuno ellas no habían dejado de mirarme y susurrar entre ellas, solté un pequeño bufido, al verlas pude medir su poder supe que su magia no era algo que debía preocuparme solo dominaban la magia básica no eran una amenaza directa.
Al igual que sus maestras, con su débil e inútil magia.
La voz de mi madre resonó en mi cabeza, sorprendida y asustada no pude evitar recordar mi sueño, un escalofrío subió por mi espalda, no, este no era el momento.
Calma solo fue un sueño.
-Muy bien estudiantes ahora una pregunta rápida ¿alguien sabe de dónde viene la magia?-pregunto Merlín y por su supuesto una de las hadas para ser más concreta, el hada amarilla levanto la mano.
-De nosotros mismos señor-respondió seriamente.
Error, la magia venia de nuestro entorno de cada ser vivo natural, era una fuerza de la naturaleza pero al contrario que esta era más manipulable, pero no por completo no todo podía ser controlado, estudiarla podía tomar años en sacar cada punto o grieta que te ayudara a controlarla mejor, por lo tanto tener cuidado al momento de hacer magia era algo crucial, un pequeño error podía ser catastrófico.
-Es cierto hasta cierto punto Amarilis- contesto Merlín, sonreí en mis adentros, ¿acaso las hadas no le habían enseñado lo básico?
-Entonces clase comencemos con algo simple, primero lo primero, la magia no es algo fácil de aprender y si quieren llegara a ser grandes hechiceros, hechiceras y hadas primero deben aprender lo básico- agito su bastón y una manzana junto con una varita aparecieron en su escritorio.
-Esta es una varita de entrenamiento es compatible con cualquier portador y ahora les enseñare un hechizo de levitación quiero que cada uno de ustedes utilice su magia para darme la manzana, ¿Listos?- dijo dándonos una sonrisa, oh no.
Esto era malo, vi como las hadas fueron las primeras las tres levitaron la manzana a la perfección a excepción del hada violeta que su manzana tambaleo un poco, así todos los alumnos siguieron, esto era malo, muy malo no esperaba hacer magia el primer día, no es que no pudiera hacer que la manzana levitara, si yo quisiera incluso podía hacer que apareciera la manzana directamente a su mano, el problema era que yo no necesitaba una varita para hacer eso. Yo tenía un gran control sobre mi magia, algunos lo llamaban como una habilidad sumamente rara, pero para mí era un don.
Y era un don sumamente raro, todos los que practicaran magia utilizaban varitas o báculos como medio para poder controlar mejor la magia, incluso mi madre tenía su cetro, pero yo al hacer magia por primera vez, fue por mi propia voluntad que pude controlarla la magia sin necesidad de canalizarla por medio de algo, al ver eso mi madre decidió que yo nunca volvería a tocar una varita, así aprendí a hacer magia al tan punto que una varita fuera obsoleta para mí, ahora solo podía manejar la magia en su estado más puro con un control perfecto sobre ella.
-Ahora tu turno Mal-de inmediato levante mi mirada, escuche susurros y sentí las miradas penetrantes de las tres hadas, oh no, quisiera desaparecer o hacerme invisible, lo cual también podía hacer.
-Yo, no… es decir-comencé a balbucear si quería pasar desapercibida, este don era algo que no podía mostrar, tuve que controlar mis deseos de trasportarme a mi cabaña donde podía hacer magia como yo quisiera sin ser juzgada.
-Tranquila, todos estamos aprendiendo, así adelante haz tu mejor esfuerzo-la varita y la manzana aprecio frente a mí, era la primera vez que la visión de una manzana me causo terror.
Ahora sabía lo que debía sentir la reina Blanca nieves, tome la varita no debía de ser difícil, agite la varita concentrando la magia en la manzana y escuche un chasquido seco, al mirar el origen del ruido baje la mirada a mi mano donde el mango de la varita esta estaba agrietado.
-¡Rompió la varita!- grito aterrada el hada amarilla apuntándome como si fuera una niña acusando me por haber roto su juguete favorito.
De inmediato deje la varita en la mesa asustada y baje mis manos entrelazadas poniéndolas sobre mi regazo, sabía que esto era una mala idea, tome una bocanada de aire tratando de mantener la calma mientras todos me miraban asustados, sin dejar de susurrar entre todas las miradas sentí la del mago Merlín vi como tomo la varita y la observaba para luego abrir sus ojos con un brillo de sorpresa en ellos, me miro y luego a la varita.
-¿Acaso, será verdad?….- susurro tan bajo que solo yo alcance a escuchar o eso creía, vi como sacudió su cabeza y desapareció la varita junto con la manzana.
-Silencio todos y vuelvan a sus asientos-dijo y todos guardaron silencio, me miro y entre su larga barba blanca divise una sonrisa.
-No te preocupes Mal la varita ya estaba vieja era de esperarse que esto tarde o temprano pasaría-dijo y asentí algo confundida.
Para mi gran alivio no insistió en que volviera a intentarlo en su lugar se dio media vuelta y fue directo a su escritorio, solté el aire que no sabía estaba conteniendo, bien pudo ser peor.
-Ahora clase saquen sus plumas y hojas, les enseñare los tipos de magia y apunten bien, esto vendrá en el examen- dijo dando unos golpecitos con su bastón al escritorio.
Genial, otra cosa más que sabía.
Pero eso no me impidió sacar las hojas de papel, en lugar de tomar apuntes como todos los demás, moje mi pluma en el tintero y comencé a dibujar. La tinta negra formo largos y delgados arboles con sus ramas torcidas y afiladas, con cuidado dibuje cada detalle de mi sueño, había sido tan extraño, tan real, al terminar los arboles dibuje una figura negra en medio del bosque.
El fantasma oscuro de mi madre en medio de un bosque invernal, estaba dibujando uno de sus cuernos cuando una voz me saco de mi trance.
-Mal ¿Podrías decirnos los tipos de magia?- pregunto el mago Merlín alce mi vista sin soltar la pluma y respondí sin vacilar.
-Existen tres tipos de magia: la primera es la magia blanca o de luz la cual se usa para hacer curaciones, bendiciones en hacer básicamente el bien, es una magia que no sirve para el ataque, la segunda es la magia natural la cual se utiliza en pociones tomando elementos de la naturaleza, como plantas, animales o minerales y por último la magia oscura o magia negra sirve exclusivamente para el ataque, maleficios o maldiciones básicamente es la magia más poderosa que existe- dije sin vacilar tal y como mi madre me lo había enseñado hace ya tanto tiempo.
-Muy bien Mal-dijo el mago Merlín y asentí aceptando el cumplido.
Volví a mi dibujo y mire la silueta de mi madre… de algún modo agradecí todo lo que me había enseñado.
-Gracias, madre-susurre, termine de dibujar sus cuernos, cuando acabe admire mi trabajo y para finalizar en la esquina derecha escribí solo dos palabras que aun hacían eco en mi mente, pero fue suficiente para darme escalofríos por toda mi espalda.
Sangre y magia.
Más tarde cuando la clase termino, todos recogieron sus apuntes y yo mis dibujos, estaba por dirigirme hacia la salida cuando alguien me detuvo.
-¿Mal podría hablar contigo un momento?-la voz del mago Merlín me detuvo, voltee a verlo mire dudosa la salida y luego a él, no tenía otra opción y asentí.
Espere a que todos los alumnos se fueran, las ultimas en salir fueron las hadas al pasaron volando por mi lado y me rodearon como si tuviera la plaga, no me molesto pero me pareció algo tonto e infantil de su parte, al final cuando estuvimos solos, cerró la puerta y se sentó en su escritorio.
-Mal te pedí que te quedaras porque quiero corroborar algo, será pequeño y enseguida podrás irte-dijo, no tarde en saber que era y asentí, la manzana aprecio frente a mí solo que esta vez sin la varita.
-¿Mal podrías darme la manzana?-suspire, levante mi mano y concentre mi magia, apareció un aura verde alrededor de la manzana, la levante y la puse frente a él delicadamente, una vez hecho esto el aura desapareció y baje la mano, el miro la manzana, luego a mí y suspiro.
-Tal y como lo supuse, no creí volver a ver esto desde la reina oscura, tu puedes usar magia en un estado puro-dijo y asentí.
-Así es, mi madre se encargó personalmente de desarrollar mi habilidad-respondí y el volvió a asentir.
-Era de esperarse que la varita se rompiera, no pudo contener la magia que estas acostumbrada a usar, estas llena de sorpresas Mal… pero, sin embargo esto te pone aún más en peligro debido a que no necesitas una varita o algún catalizador para usar magia además de tener una cantidad enorme de esta a tu disposición y podrás utilizarla cuando quieras y en donde quieras y sobre todo sabes usar la magia negra-dijo enlistando todo aquellos que me convertía a su juicio en más y más problemas por ocultar.
Como si eso no lo supiera ya, pero aun así asentí dándole la razón ya que el solo sabía una parte de la verdad.
-Así es, pero no se preocupe, se las consecuencias si actuó imprudentemente y creo que sería mejor si yo no hiciera magia en clase-dije y el asintió.
-Estaba pensando lo mismo, no te preocupes por eso Mal mantendremos esto oculto a los ojos de otros estudiantes-respondió y asentí.
En mi mente la cara sonriente de Evie apareció como un recordatorio de mi promesa, ocúltate y estaremos bien, revélate y será la ruina, bien solo debía estar tranquila y no pasaría nada o amenos eso esperaba.
Horas más tarde…
La clase había terminado y era hora de comer, con un poco de prisa camine hasta el gran comedor no fue porque tuviera hambre si no porque quería ver a Evie quería cerciorarme que estuviera bien que nadie la había lastimado o en el mejor de los casos solo se apartaron de ella.
Entre al comedor y fui recibida por el susurro constante de conversaciones combinados con el agradable olor de comida recién echa como respuesta mi estómago rugió de alegría pero lo ignore mi primera tarea era encontrar a…
-¡Mal por aquí!- escuche una voz familiar y de inmediato la localice, sonreí y me dirigí hacia ella en los mismos lugares donde habíamos desayunado esta mañana.
Al llegar solo me basto con ver la cara sonriente de Evie para que toda mi tensión acumulada se diluyera de mi cuerpo sentí alivio, ella está bien.
-Hola Evie-respondí devolviéndole la sonrisa, estaba tan contenta de verla la había extrañado.
-Bienvenida Mal, no sabes cuánto te extrañe-dijo sin dejar de sonreír parecía que había visto atreves de mí, asentí mientras tomaba asiento junto a ella.
-Yo también te eche de menos-respondí tal vez sonaba tonto haberla extrañado tanto pero nunca habíamos estado tanto tiempo separadas, era verdad que en las tardes Evie se marchaba al pueblo a vender pero solo era una tarde y ella regresaba a veces antes o después sin embargo aquí solo nos vimos por pequeño ratos pasaría más de la mitad del día sin verla.
-Oh, Mal tengo tanto que contarte-dijo cortando mis pensamientos y asentí dándole la palabra, vi como sus ojos brillaron , tomo mi mano apretándola ligeramente, no pude evitar la ola de felicidad que me contagio es decir ¿quién podía no sentirse feliz al verla tan brillante de alegría?
Escuche como su voz dulce y suave impregnada con una alegría contenida en cada palabra me contaba sobre su primera clase, me conto sobre sus lecciones y aunque dijo que era algo que su madre ya le había enseñado, no había sido malo repasarlo, le había parecido ameno volver a verlo con otras personas a su alrededor en lugar de hacerlo sola.
-Fue muy bonito pude ayudar a quienes no entendieron y todos han sido tan amables- no pude evitar sorprenderme vaya al parecer no había nadie capaz de odiar a Evie, pero como un reflejo di un rápido vistazo a la mesa frente a nosotras donde estaban las hadas y la princesa Audrey charlando casi en susurros.
-¿Enserio?-dije recelosa esperando su respuesta y lista para captar cualquier mentira.
Evie asintió enérgicamente mientras sonriera aún más mostrando sus dientes, esa reacción fue suficiente para calmarme y bajar la guardia, ella lo estaba haciendo mejor de lo que esperaba, se veía tan feliz casi parecía que brillaba y no parecería raro que eso pasara.
-¿Y cómo te fue a ti Mal?- me pregunto Evie ahora concentrando su atención en mí, la sonrisa se congelo en mi rostro y entre en pánico, no supe que decirle o mejor dicho que no debía decirle, no quería verla triste o preocupada después de verla así.
-Yo…-comencé a decir deseando no arruinarlo.
En ese momento sonó una campanilla, para mi gran alivio, ese sonido solo significaba una cosa…
-Es hora de la comida-dije evitando sonar aliviada, vi como de una puerta situada cerca de la esquina del gran salón salían mujeres cargando con platos, cubiertos y servilletas que con perfecto orden se dispersaron por las mesas poniendo los cubiertos, en la mañana esto me había parecido sumamente extraño, no esperaba esto, que alguien me sirviera y atendiera me hacía sentir incomoda, quería decirles que no se molestara que yo podía hacerlo pero como Evie me había dicho era su trabajo y seria grosero quitárselos, aunque no estaba muy convencida por eso termine aceptándolo, así que solo me limite a ver cómo nos ponían a mesa.
Una vez acabaron, más mujeres salieron acompañadas por grandes recipientes de sopa, pan recién horneado, jarras de jugo, teteras llenas de té, carne tierna recién asada y puré de papas, los deliciosos aromas llenaron el salón, todo se veía delicioso.
-Vaya-susurre impresionada, me pregunte si podía pedirle al cocinero si podía enseñarme a hacerlos, ya que yo al ser la única que había aprendido a cocinar algo sin quemarlo, mi conocimiento era limitado, solo sabía hacer comidas básicas.
Escuche que Evie soltó una pequeña risa alegre por un momento sonó como el sonar de una campana de cristal, la mire y ella sonrió.
-Sabes Evie por alguna razón esto me recordó a la vez que aprendimos a cocinar ¿te acuerdas?- le pregunte y ella soltó otra risa asintiendo.
Evie:
No pude evitar reírme al recordarlo, mi mente viajo años atrás, fue cuando recién aprendíamos a vivir en la cabaña, no teníamos ni idea de cómo vivir en medio de un bosque, pero sobre todo apenas nos estábamos conociendo y había una cierta aura de tensión, por mi parte habiendo sido criada en un castillo con todas las comodidades y atenciones no tenía idea de nada y por su lado Mal habiendo vivido en un sótano con solo libros y sin conocer el mundo exterior estaba un poco peor que yo, en verdad ambas estábamos totalmente perdidas y sobre todo temerosas.
-Si lo recuerdo- respondí y Mal sonrió.
-Recuerdo también la primera vez que corte leña, me astille y llore mucho -dije ahora divertida y con un poco de vergüenza por el recuerdo, aunque en aquel entonces había estado tan asustada y enojada, me había sentido sobre todo tan inútil.
Sentí algo de vergüenza por mi exagerada reacción pero ahora me sentía como toda una experta en seleccionar y cortar leña, seguía sin gustarme, pero ahora una astilla yo no me detenía.
-Si lo recuerdo, por un momento pensé que te habías cortado un brazo por el grito que diste- dijo Mal sin dejar de reír.
Ambas reímos por el recuerdo mientras la comida era puesta en las mesas y nos dispusimos a servirnos, Mal opto por servirse primero la sopa mientras que yo me abalance sobre la carne y el puré de papas, mientras me servía observe a Mal de reojo, su postura era firme y elegante, tomo los cubiertos correctos para una sopa mientras comía tranquilamente, aunque la sopa seguía humeando recordé que para Mal las cosas muy calientes no le lastimaban o molestaban en absoluto, una ola de orgullo lleno mi pecho las clases había funcionado de maravilla, ella se veía como toda una joven noble.
Sonreí mientras comía, al primer bocado no pude evitar elogiar a los cocineros esto estaba delicioso, la carne estaba cocida a su punto, era tierna y jugosa tanto que se resbalaba del hueso sin problema y el puré, era cremoso condimentado a la perfección, cerré mis ojos deleitándome con el sabor.
-¿Te gusto Evie?- la voz de Mal me saco de mi ensoñación, asentí mientras me pasaba el bocado.
-Si esta delicioso- respondí y ella asintió.
-Sabes creo que al ver esto me dieron ganas de aprender nuevas recetas, para variar un poco cuando regresemos- dijo con un tono nostálgico mientras su mirada se perdía en una esquina, no tarde en saber que pensaba en el bosque que tanto amaba y en nuestro hogar, donde ella podía ser ella misma, donde ella podía hacer magia.
Mire el collar que descansaba en su cuello.
Sentí una punzada de culpa, un alfiler que penetraba mi corazón, el precio por estar disfrutando esta comida, por tener clases y estar en este maravilloso lugar era privar a Mal de una parte de sí misma.
Mire mi comida, estaba delicioso, pero no pude evitar recordar lo mucho que Mal se había esforzado en aprender a cocinar y cuando supo que me encantaba el pay de manzana, en seguida quiso aprender a hacerlo, ella había sido la primera en querer ser mi amiga, en formar esta amistad, si no hubiera sido por ese acto tan amable de ella las cosas hubieran sido difíciles, nunca nadie había hecho eso por mí y cuando di el primer bocado nunca pensé que un pay de manzana podría ser tan dulce.
-Sabes Mal ¿cuál sería un postre perfecto para esta comida?- dije con un nudo en mi garganta, enterré mi remordimiento en la mas profundo y sonreí, no quería que ella me viera así, ella me miro volviendo y levanto su ceja.
-Mmmm… no se ¿qué sería mejor?- pregunto volviendo su atención a la sopa.
-Sería perfecto tu pay de manzana, después de todo tus pays son los mejores que eh probado- respondí y ella me sonrió cálidamente, sus ojos se volvieron un par de esmeraldas brillantes.
-Bien, entonces cuando tenga tiempo te hare un pay- respondió y asentí aliviada de verla contenta, volvimos nuestra atención a la comida.
Al terminar de comer ambas tuvimos que volver a nuestras clases y en el camino con cierta sorpresa y pesar recordé que no supe como la había pasado Mal en su primera clase.
-Espero que hayan sido buenos con ella-susurre angustiada, solo había que ver como todos la veían al pasar, miedo, asombro, todos se sentían intimidados al verla, por un momento dese con todo mi corazón que le dieran una oportunidad a Mal, que vieran lo mismo que yo veía en ella, una chica experta con la magia con un gran corazón y además una talentosa repostera de pays.
Mal:
-Tranquila, solo relájate…solo será unas horas y todo terminara- susurre mientras caminaba hacia el salón de baile, donde se supone que recibiría clases de baile, que como había escuchado era una actividad recreativa con el fin de fomentar la unión, eso sonaba bien… ¡Pero no cuando todo mundo al verme casi moría de un susto!
Suspire, debía de tranquilizarme, tal vez no tenía el carisma natural de Evie para agradar a la gente… ni una actitud amistosa, pero si llevaba tranquilo el asunto podía con un poco de suerte comenzar a ser aceptada por los demás, llegue a mi destino, las grandes puertas de madera me parecieron imponentes y algo amenazadoras, como si estas me dijeran: abre estas puertas y no habrá vuelta atrás.
Tome valor y entre el lugar era amplio debía de reconocer eso, mire el gran salón iluminado por múltiples candelabros que colgaban del techo proporcionándole una luz cálida a pesar de no tener una sola ventada se sentía espacioso, el piso de mármol blanco con grabados dorados brillaba alegremente, mientras que las paredes azules tenían pintados delicados diseños florales dándole un aire antiguo pero bello, al entrar mis pasos hicieron eco sobre el piso mientras que en el fondo escuche las conversaciones alegres, mientras más entraba en el salón conforme avanzaba las conversaciones morían y cuando consideraban que estaba lo suficiente lejos volvían a charlar pero esta vez en susurros.
Saben puedo escucharlas.
Suspire dándome algo de valentía, vamos puedo hacerlo, si sobreviviste a los combates mágicos simulados de madre, podrás sobrevivir a una clase de baile.
En especial porque en esta clase no trataran de matarme.
Oh, eso espero.
-¡Mal por aquí!- la inconfundible voz de Evie me saco de mi angustia y voltee hay en una esquina estaba Evie sonriéndome, rápidamente camine hasta ella sonriente.
-Hola Evie perdón por la tardanza- respondí y ella negó con la cabeza agitando levemente su cabello azul.
-Tranquila sé que esta clase te tiene nerviosa, no tienes nada por que disculparte-respondí y asentí suspirando alejando mi angustia estando Evie aquí me sentía más aliviada.
-¡Bien, Alumnos por favor reúnanse!- escuche una voz que grito llamando nuestra atención mientras aplaudía, todos volteamos a ver a las tres hadas, Flora, Fauna y Primavera, las mire sorprendidas no sabía que ellas darían la clase, una vez que todos guardaron silencio, ella continuo.
-Bien, ahora que tengo su atención debo darles la bienvenida a estas clases de baile-dijo Flora alegremente.
-Con el fin de conocer a nuevas personas y fomentar la unión-continuo Fauna.
-Además nos divertiremos, pero primero la princesa Audrey y el príncipe Chad nos darán una demostración porque el baile no solo es seguir los pasos si no una unión con su compañero, una charla silenciosa, pero sé que suena extraño pero en lugar de eso les mostraremos- siguió Primavera.
-Sus altezas- el hada Flora dio la señal de una esquina Audrey Y Chad salieron a la luz tomados de la mano delicadamente, con un giro de su varita Primavera hechizo los instrumentos que descansaban en el fondo del salón, estos de inmediato comenzaron a entonar una canción tranquila, de inmediato los demás abrieron un espacio para que ellos bailaran, ellos se posicionaron en medio, dieron una reverencia y comenzaron a bailar.
Sentí que alguien me tomo de la mano, mire a Evie.
-Vamos quiero ver mejor- dijo y antes de que protestara ella me jalo hasta quedar enfrente del espectáculo.
A decir verdad la música estaba aburriéndome pero no podía evitar estar impresionada, ellos eran el perfecto ejemplo de gracia, elegancia y belleza, era cono un cuento de hadas en un baile, la princesa y el príncipe bailando, sus ojos nunca abandonaron lo del otro era como si estuvieran charlando con el cuerpo, se sentía una aura de intimidad como un capullo que los exiliaba del mundo y me pregunte: ¿Cómo se sentiría bailar con alguien así?
-Oh es hermoso- escuche como susurraba Evie y suspiraba junto con otras chicas, levante mi ceja confundida, pero guarde silencio viendo, sus movimientos eran fluidos y suaves, debía admitirlo estaba impresionada, cuando la canción termino todos aplaudieron.
-Muchas gracias sus majestades un ejemplo esplendido- dijo Fauna y ellos asintieron.
-Ahora todos ya que vieron un ejemplo formen parejas, no sean tímidos- exclamo Primavera y todos comenzaron tímidamente a tomar parejas por mi parte cruce mis brazos, sabía que nadie me invitaría.
Y nos los culpaba, desde mi llegaba estaba más claro que el agua que tenía a todo el alumnado aterrado así que ya me había resignado a no poner una pie en la pista de baile después de todo…
No hay un hombre lo suficiente valiente como para invitarme a bailar.
Pensé con algo de cansancio en irme a una esquina y mirar a Evie bailar y divertirse, hasta que sentí un tirón de mi manga, voltee y sorprendida vi que Evie me sonreía tendiéndome su mano.
-¿Me concederías esta pieza Mal?- dijo alegre.
-¿Estas segura? ¿No quieres bailar con alguien más?-pregunte y ella negó mientras tomaba mi mano y me guiaba hasta el centro del salón.
-Estoy segura, además te prometí cuidarte, apoyarte y… ¿quién mejor que yo para enseñarte a bailar?- dijo y no pude evitar sonreír y asentí, siempre que estaba en problemas Evie venía a rescatarme, no pude evitar pensar que si Evie fuera un príncipe más de una chica ya hubiera perdido su corazón por él.
-Bien Mal tranquila, tomare el papel del hombre, así que pon tu mano en mi hombro y toma mi mano- dijo ahora usando su tono de maestra y asentí procediendo a hacer lo que ella me dijera.
-Muy bien, pero sabes Mal, espero que el chico que te invite a bailar se más alto que tu o tendrán problemas- dijo Evie y no pude evitar soltar una risita, bueno mi estatura no sería el problema ya que ningún hombre cuerdo me invitaría a bailar, pero no dije eso y solo me encogí los hombros.
-Bueno será un problema para otro día- respondí y ella sonrió asintiendo.
-¿Muy bien estas todos listos?- escuche a Flora y todos asentimos, con un movimiento de su varita, los instrumentos cobraron vida y mire a Evie nerviosa.
-¿Lista Mal?-me pregunto Evie, tome una bocanada de aire.
-¡Lista!-dije decidida.
Evie:
-Bien, Mal ahora, uno-dos-tres, uno-dos-tres, lo haces bien - dije felicitándola aunque ella aun miraba abajo asegurándose de que sus pies no pisaran los míos era solo cuestión de tiempo para que tomara confianza.
-¿Lo hago bien Evie?- me pregunto ella mirándome por un momento antes de volver a mirar sus pies, reí asintiendo.
-Tranquila Mal lo estás haciendo de maravilla a este ritmo antes de que termina la clase ya serás toda una experta- dije animándola, ella me miro sonriente mientras levantaba su ceja que sin esa sonrisa hubiera sido intimidante.
-Oh vamos Evie pasaran años antes de llegar a ser tan buena como tú- respondió en broma y reí.
-Bueno tengo la ventaja de años de práctica tu sabes justo cuando aprendí a caminar mi madre me mando a tomar clases de baile, durante horas y horas-respondí sin poder evitar recordar lo mucho que terminaba doliéndome mis pies y mi cuerpo, porque si a ella no le gustaba como bailaba me hacia repetirlo una y otra vez hasta que me sangraban los pies, no pude evitar suspirar de tristeza.
-Vaya eso debió de ser duro- respondió haciendo una mueca de dolor de tan solo imaginarlo, asentí quitándome el sentimiento, y sonreí.
-¿Bueno creo que tú no la tuviste mejor que yo verdad?- respondí y ella miro al techo asintiendo pesadamente, después de todo Mal me había contado que después de su primera vez haciendo magia su madre de inmediato la obligo a batirse con ella en duelos mágicos, según me había explicado, su madre quería que ella no sintiera ningún miedo en batirse con alguien a muerte en un combate, ella me dijo que más de una vez tuvo heridas de muerte y si no fuera por su magia ella hubiera muerto, sentir un escalofrió, siendo su madre la gran Maléfica no podía evitar imaginarme a una pequeña Mal tratando de defenderse y atacar a su propia madre con un miedo constante de perder la vida.
-¿Estas bien Evie?- me pregunto Mal y asentí, la mire después que ella me contara eso entendí porque ella era tan buena usando magia había aprendido a pensar rápido, a atacar, defenderse y tener siempre la guardia en alto aunque con un costo, ella no confiaba en nadie más que en mí y evitaba mostrar sus emociones a alguien más, para evitar salir lastimada.
-Mal yo…- comencé a decirle que no se preocupara, que ya no tuviera miedo de que alguien la atacara, porque yo estaba aquí y no permitiría que nadie la lastimara, hasta que alguien nos interrumpió.
-Muy bien ustedes lo hacen excelente- el hada Flora nos felicitó y le sonreí asintiendo.
-Gracias, Mal tiene talento para el baile- dije y ella levanto su ceja mirándome confundida.
-¡Oh maravilloso! ahora entonces están lista para el segundo baile- respondió ella y salió volando en dirección a las demás hadas.
-¿Segundo baile?-pregunto Mal confundida robándome las palabras de la boca.
-Bien entonces todos paren, gracias, hasta ahora todos lo hicieron excelente y no se preocupes si aún aprenden, recuerden: la práctica hace al maestro y ahora para aplicar lo aprendido cambiaran de parejas-
Oh no, mire a Mal a mi lado se veía seria pero vi de reojo que su mano tembló ligeramente, ella aún no estaba lista para esto.
Rápidamente tome su mano para calmarla mientras buscaba a las hadas debía explicarles que Mal aún no estaba preparada, si algo salía mal no podría culparla si su magia se saliera de control revelando la falsedad del collar, si eso pasaba el miedo se propagaría como fuego y alguien podría lastimarse, porque dudaba que alguien pudiera lastimar Mal, por lo menos físicamente.
Vi como el hada Fauna se acercaba con el príncipe Chad siguiéndola y mi corazón se congelo, oh no, por todas las manzanas envenenadas que me pida a mí ser su pareja, que me pida a mí ser su pareja, a mi lado Mal parecía haberse convertido en una estatua.
-Muy bien Mal, Chad será tu pareja, Evie puedes tomar al chico a lado tuyo- dijo el hada Fauna presentándose y Mal solo levanto sus cejas sorprendía.
-¿Está segura?, porque Evie sería mejor pareja y…- antes de que Mal pudiera terminar la música comenzó.
-Oh no te preocupes querida, ¡pero vamos que el baile ya comenzó!- y con su varita le dio un pequeño empuje a Mal para acercarse a Chad, ella me miro y le di una sonrisa de ánimo aunque en el fondo suplicaba que todo fuera bien, le sonreí a mi compañero y el me devolvió la sonrisa aunque un poco nervioso eh de decir, el chico como todos los demás apenas estaba aprendiendo y sus movimientos y pasos eran rígidos y algo torpes más de una vez estuvo a punto de pisarme a lo que él se disculpaba y yo solo asentí sonriéndole para darle animo aunque toda mi atención estaba en Mal y Chad, pude ver que ambos estaban evidentemente incomodos, al lado de unos hermosos jarrones llenos de flores, ellos bailaban, Mal por su parte miraba ligeramente al suelo asegurándose de hacer los pasos correctos y lo estaba haciendo.
Bien hecho Mal, sigue así, lo estás haciendo maravilloso.
Una ola de creciente orgullo lleno mi corazón a pesar de todo Mal lo estaba haciendo bien, suspire algo aliviada, pero fue justo cuando creí que todo estaba bien que todo se volvió un desastre…
-Ahora chicos, den un giro-
Y justo cuando mi vista perdió a Mal escuche un golpe, un fuerte golpe y algo que se rompía cuando volví a verla la vista que me dio me partió el corazón.
Mal:
Tranquila, solo tranquila, solo sigue los pasos que Evie te enseño, a pesar de que Chad y yo teníamos la misma estatura mis cuernos decían lo contrario y era incomodo tener su cara frente a la mía pero no me estremecí, con mi cuerpo firme a pesar de mi temor siguió los pasos correctamente, la música me hacía larga y eterna, cuando levante la vista pude ver a Audrey y las aprendices de las hadas viéndonos desde una esquina y ellas sonreían, pero no había felicidad en ellas, era una mirada que reconocí al instante una sonrisa malvada, todos mis sentidos se alertaron.
-Ahora chicos, den un giro-
Me sentí acorralada la único que quería era quitarme a Chad de encima y justo cuando dimos un giro vi de reojo que el hada amarilla saco su varita, agitándola, sentí que la magia que se pegó a mi cuerpo como una babosa, era magia blanca.
No tuve tiempo de activar un contra hechizo.
Había bajado la guardia.
¡NO!
Mi cuerpo ya no me respondió, tropecé y caí Chad solo me soltó por reflejo o porque sabía lo que pasaría, mi trasero golpeo fuerte contra suelo y mi espalda golpeo contra un pilar sentía que algo caería encima de mí, instintivamente estuve a punto de crear un escudo mágico cuando un pensamiento fugaz me detuvo.
No puedo usar magia…
Yo no puedo...
Nunca me había sentido tan vulnerable, tan impotente, así que solo cubrí mi cabeza cerrando mis ojos esperando el impacto, sentí que algo golpeo contra uno de mis cuernos, rompiéndose, los pedazos cayeron sobre mí y algo me empapo, agua fría y algo más, la música se detuvo, escuche jadeos, baje mis brazos poniéndolos a mis costados, sentí que el agua chorreaba por mi cara y el olor a flores me lleno mi mente por primera vez el olor a flores me puso enferma, abrí mis ojos y levemente levante mi cabeza, todos estaban el silencio viéndome y justo en la orilla vi a Audrey y las aprendices de hadas apretando sus labios, intentando no reír, vi como la misma hada amarilla guardo su varita.
¡Esa estúpida hada me lanzo un hechizo!
El fuego de la ira inundo mi pecho, sentí que la magia me suplicaba liberarla, que las atacara y lo mejor de todo era que ellas no podrían defenderse contra mí, sabía que su magia era tan débil y patética, ellas habían despertado a un dragón y sentirían la el fuego de uno calcinando sus cuerpos.
Pagan por lo que han hecho, les hare desear nunca haber apuntado su varita contra mí.
Mis sentidos estaban listos, mi cuerpo estaba preparado para luchar, un solo ataque y ellas sabrían con quien se había metido y ya había escogido el ataque perfecto, estuve a punto de levantar mi mano cuando una voz me detuvo.
-¡Mal!- una voz dulce hizo que el incendio que ardía en mi pecho se volviera una simple flama, Evie.
Voltee justo para ver como ella se abría paso entre las personas, justo sentí a mi otro lado que alguien se acercaba.
-¡Oh cariño! ¿Estás bien?, ¿estas herida?- escuche la voz de un hada en ese momento no supe cual, rápidamente levante las manos evitando que alguien me tocara, justo ahora estaba tratando de controlar mi magia y no quería hacer daño a nadie, por más que quisiera.
-Estoy bien-dije secamente.
Me levante lo más dignamente que pude, los pedazos de la cosa que había roto, junto con una lluvia de flores cayeron rebotaron en el suelo húmedo, había roto uno de los jarrones, suspire ahora que la ira había sido solo contenida sentía decepción, suspire hondamente.
-¡Mal! ¿Estas herida? ¿Te duele algo? ¿Oh dulce belladona estas empapada?- dijo Evie llegando a mi alterada, asustada y preocupada, en sus ojos castaños puede ver una pizca de culpa.
-¿Estas segura Mal no quieres ir al médico?-pregunto el Hada Fauna, negué con la cabeza.
-No, pero ahora tengo que irme, yo lamento haber roto el jarrón-respondí a ambas ya comenzando a caminar a la salida.
Necesitaba salir de aquí lo más rápido posible, vi a Audrey con una falsa cara de preocupación, mientras que las aprendices solo me miraron serias, sentí otra vez que el fuego de mi pecho se volvía a descontrolar.
-No te preocupes es solo un jarrón, lo importante es que estas bien- escuche que respondía una de las hadas y asentí saliendo por las grandes puertas sin voltear atrás, cerré la puerta, mire a los pasillos no había nadie, bien, pensé en nuestra habitación y mi magia hizo el resto, con una orden el fuego vede me envolvió la familiar sensación de liberación, lo último que vi fue a Evie saliendo del gran salón antes de desaparecer.
Al abrir mis ojos suspire derrotada, estaba en nuestro cuarto, ahora ya no había nada que me detuviera, la ira volvió a mi pecho, mi magia ahora burbujeaba en mis manos, apreté los dientes acumulándola, el fuego verde cubrió mis brazos, ardiente, vivo, listo para cualquier orden que le diera.
Tome el collar, que estaba en mi cuello era un recordatorio que para ellas yo no era nada más que una patética hada sin magia, lo quiete de un tirón y lo lance contra la ventana.
-¡Yo cuando lo hubiera imaginado!, ¡Yo siendo la burla de esa patética princesa y sus imbéciles aprendices de hadas! –grite soltando todo lo que tenía en el pecho, caminando a un lado a otro de la habitación.
-¡Oh si puede haber engañado a todo mundo pero no a mí! , ¡Si! ahora comprendo el precio por no haberme inclinado, molestarme hasta que explote, ¿enserio ese es su plan su alteza? ¡Ja! Si es así es más estúpida de lo que pensé- seguí gritando pero me detuve.
Ese era su plan, molestarme hasta que explotara revelando al monstruo que según ella era, claro y lo mejor de todo era que no podía hacerle daño ya que ella al igual que todos aquí creían en la mentira del dichoso collar, que sellaba mi magia, vaya sí que eres patética princesa, tu no conoces la maldad, no conoces el sufrimiento, no conoces el poder de la oscuridad, porque claro, ella que podría saber, ella siendo mimada, protegida y amada pero yo que había experimentado de primera mano todo eso en su estado más puro, para comprenderlo y usarlo a mi favor.
Comencé a reírme primero como un suave susurro hasta una carcajada, enserio era gracioso, si con eso pensaba quebrarme, estaba lejos de hacerlo, pero claro no pensaba dejar esto así como así, no me consideraba una persona vengativa como mi madre pero aun así…no, no dejes que tu mente vaya por ese camino.
Tú no eres como ella, no seré como mi madre.
Obsesionada con la venganza más que en otra cosa.
Tome aire calmándome ahora un poco más tranquila después de desahogarme, poco a poco el fuego de mis manos comenzó a apagarse, hasta desparecer, mire el collar y me acerque para tomarlo, este emitió un brillo.
Lo deje encima de mi cama, abrí la ventana permitiéndome oler el aire de primavera, el dulce olor de la vida, la tranquilidad del bosque, mire el paisaje sentándome en un pequeño sillón que estaba unido a la ventana, me recargue en el marco de la ventana mirando todo en silencio, deje que las dulces cantos de los pájaros y el viento se llevaran todo lo que me molestaba, justo cuando volví a estar en calma escuche que la puerta se abría.
-Hola Mal-escuche a Evie pero no voltee a verla, no podía, no cuando la idea de la venganza había pasado por mi mente, traicionando todo por lo que Evie había luchado y seguía luchando por borrar.
-Hola Evie- respondí, escuche como ella se acercó a mí, sentí como toco delicadamente mi cuerno más específico el que había roto el jarrón, luego con la misma delicadeza deshizo el peinado que me había hecho en la mañana, cuando mi cabello callo sobre mi espalda mojado, suspire aliviada.
-Mal lamento lo sucedido…yo…yo debí de haberte protegido- comenzó a decir ella al borde del llanto, rápidamente voltee olvidando mi vergüenza, no era culpa de ella, la culpa la tenían ese grupo de idiotas.
Sentí que la ira volvía a tomar fuerza pero la pague al ver a Evie tan triste.
-No Evie no fue tu culpa, simplemente fue un mal paso- respondí evitando decirle toda la verdad, ella no tenía que saberlo, no quería preocuparla aún más.
Esta es mi batalla, no la de ella.
-Pero Mal si yo no hubiera…-
-¡No Evie! fue culpa mía, además estoy bien solo dejémoslo pasar ¿está bien?-dije dándole un abrazo el cual ella respondió, ambas nos quedamos así, hasta que nos separamos.
-Vaya estas empapada, será mejor que te quites el vestido, iré por un té caliente y un par de toallas- dijo ahora dándome una pequeña sonrisa y asentí.
-Y Mal, recuerda que no estás sola, yo enserio aprecio el sacrificio que estás haciendo al no revelar tu magia- me miro seria tomándome con ambas manos mi mano, le sonreí dejando que sus dulces palabras limpiaran mi corazón calcinado por el fuego, y asentí ella asintió y dio me soltó la mano.
Cuando abrí mi mano vi que había una pequeña flor blanca, cuando levante la mirada ella ya se había ido con un click de la puerta cerrándose, suspire mirando la flor, estaba rota y le faltaba pétalos y su tallo parecía haber sido perforado por algo afilado, seguramente una de las flores que habían muerto por mi culpa.
En momentos como este tenía demasiadas cosas en mi pecho que simplemente quería sacar, Evie es mi mejor amiga si, pero… había cosas que no podía decirle a ella, todos estos sentimientos oscuros que tenía, a veces desearía tener a alguien con quien más hablar, quería que alguien me escuchara sin juzgarme y comprendiera lo que sentía.
Si tan solo alguien así existiera.
Escuche un aleteo y vi como un pajarito regordete y con hermosas plumas azules me miraba, le sonreí y le tendí la flor, el me miro, salto a mi mano y la tomo con su pequeño pico amarillo, me miro esperando mi respuesta, le sonreí dulcemente.
-Adelante es toda tuya- respondí el asintió y salió volando junto con el cálido viento de primavera.
En otro lugar…
Una ventana abierta permitía que el viento entrara en ese día caluroso de primavera, las cortinas blancas de movían perezosamente con el viento, dentro del gran cuarto había estantes llenos de libros, acomodados pulcramente, el dueño de esa habitación leía sentado frente a la ventana dejando que el aire fresco lo relajara después de todo ¿que era mejor para leer que un buen viento de primavera?
Mientras leía el piar de un ave lo distrajo volviendo su vista al inesperado invitado, el pájaro traía en su pico una flor blanca algo maltratada, la dejo en la ventana y salió volando como si solo hubiera venido para traerle este regalo, curioso tomo la flor con cuidado de no romperla más de lo que ya estaba, sonrió por el inesperado regalo dejando la flor como separador en uno de sus libros una vez satisfecho con su trabajo miro por la ventana mientras sus dulces ojos castaños brillaron con alegría.
¿Ya adivinaron quien aparecerá en el siguiente capítulo? ;) Se los dejo de tarea, hasta la próxima.
