Los experimentos de OFIXD
Disclaimer: Total Drama Island y sus personajes son propiedad de sus creadores. Yo escribo por diversión y sin animo de lucro.
Resumen: Esto va a ser un conjunto one-shots y drabbles sobre TD. Parejas varias, no parejas en otros, romance en unos y drama en otros... un batiburrillo de ideas. Opinad en cada una y podéis sugerir parejas o retos.
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Clasificación: M
Protagonista: Justin
Géneros: Angst, Drama, Spiritual y Romance
Tipo: One-shot
Reto: Una experiencia espiritual en un personaje muy poco emocional
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—¡Todos al bus! —ordenó Chris con una sonrisa.
Los alumnos subieron al autobús escolar de color amarillo con entusiasmo porque se iban de viaje de final de curso ¡Por fin! Después de haber hecho tantas ferias, de tantas papeletas y galletas vendidas y de muchas broncas para decidir a dónde iban el viaje había llegado.
—¡Duncan, imbécil, suelta mi bocadillo! —exigió Harold.
—Ven a buscarlo, nerd —dijo Duncan huyendo hacia el final del autobús.
—Chris, Duncan está haciendo el gilipollas —se chivó Courtney.
—No llevamos ni cinco minutos aquí y ya estáis discutiendo —protestó Chris, el profesor, mirando a Chef que iba en el puesto de conductor del autobús—. Tienen mucha suerte de que no nos dejen abandonar alumnos en la gasolinera —y tras decir esto se fue a un asiento libre en la zona central del bus, en la fila de asientos junto a la que ocupaban Beth y Lindsay.
Emprendieron la marcha y había que reconocer que era un día precioso: el sol brillaba y hacía calor, lo cual era muy conveniente para el viaje a la playa que tenían planeado. Los bungalows eran preciosos según habían visto por internet y el agua era como de postal de isla paradisíaca.
—Qué coñazo de viaje.
Aunque claro, no todos podían estar de buen humor.
—Sí, Eva —dijo Noah—. ¿Pero podrías callarte? No me dejas leer.
Eva gruñó como respuesta.
Heather parecía muy disgustada por tener que ir junto a Harold.
—No, Harold —contestó a otra de las preguntas del chico muy molesta—. No tengo una opinión sobre la Saga de Star Wars ¡Y cierra ya la puta boca!
—¡Sólo intentaba sacar un tema de conversación! —y rodó los ojos—. ¡Diosss!
—Pues no lo hagas —respondió la asiática—. Me aburres y me das asco.
—¡Pssss, Harold, Heather! —les llamó alguien desde el asiento de atrás, y también captó la atención de Justin que estaba en los asientos justo opuestos a dónde estaban Heather y Harold sentado junto a Gwen.
—¿Qué pasa, DJ? —preguntó Harold a quién los había llamado.
—Beth dice que os demos esto —contestó Geoff tendiéndoles dos pulseras con sus nombres.
Entonces fue cuando Justin se dio cuenta de que todos llevaban pulseras del mismo estilo (incluso el Chef) y se giró para comentárselo a Gwen que estaba dibujando dios sabe qué sólo para notar la pulsera con cuentas de color azul oscuro y su nombre en la muñeca.
—¿Quién te ha dado esa pulsera? —preguntó.
—¿Qué? —preguntó Gwen al ser sacada de su atmósfera de inspiración repentinamente.
—Que quién te ha dado la pulsera.
—Ah, pues Beth antes de subir al autobús. Les está dando pulseras de la amistad a todos —contestó la gótica—. ¿Por qué? ¿No te ha dado una a ti?
—Pues no —contestó el modelo. Le entristeció pensar que Beth no le consideraba un amigo, pero no lo aceptó—. ¡Beth! —la llamó mirando hacia atrás, a la fila central del bus. Pronto vio las cabezas de Beth y Lindsay asomar por entre los asientos—. ¿Por qué les has dado pulseras de la amistad a todos excepto a mi? ¿No somos amigos?
—Vale, vosotros tenéis que hablar —dijo Lindsay. En menos de dos segundos fue junto a Justin—. Te cambio el asiento y así vas y hablas con Beth de la pulsera ¿No te importa, verdad Gwenie?
—Nah —contestó Gwen.
Enseguida Justin se desabrochó el cinturón de seguridad y se levantó para cederle el asiento a Lindsay, quién se sentó y puso el cinturón de inmediato. Justin en cambio se quedo allí mirando aún a ambas chicas.
—¿Pasa algo, Justin? —preguntó la rubia.
—¿Qué pasa con las pulseras? —quiso saber.
—Eso tendrás que preguntárselo a Beth —dijo Linds con una sonrisa traviesa.
Justin juraría que vio cómo Gwen y Lindsay cruzaban miraditas antes de girarse e ir al asiento junto a Beth, la cuál le esperaba con las mejillas más sonrojadas que había visto en su vida... justo entonces un coche perdió el control e invadió el carril, Chef hizo una maniobra brusca para tratar de esquivarlo, pero sólo consiguió que el autobús se estrellase y volcase con todos ellos dentro.
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Cuando Justin abrió sus ojos pudo sentir miles de pinchazos por su cuerpo, como cristales penetrando en su piel y por ello se puso en pie de inmediato y miró sus manos y brazos: no había ni un solo rasguño, sólo una sensación molesta que se fue en cuanto retiró un pedazo de cristal de entre los mechones de su pelo, entonces recordó. Autobús ¿no iba en el autobús? ¿no iban todos en el autobús? Confundido miró a su alrededor y vio la carretera rodeada a ambos lados de arena y a unos metros unos árboles que parecían el acceso a un frondoso bosque que él se negó a analizar más. Aparte de aquello no había nada excepto un autobús volcado con un enorme agujero en la luna delantera, entonces corrió hacia él y se percató de que ese bus era su bus, el bus en el que iba con todos sus amigos. Desesperado corrió y se asomó por el boquete de la luna delantera y escuchó gritos en el interior, a la vez que veía brazos colgando, y supo que tenía que sacarles de allí.
—¡Chicos! —los llamó—. ¡CHICOS VOY A SACAROS!
—¿Cómo se supone que vas a sacarlos? —preguntó una voz femenina tras él.
Cuando se giró vio a una mujer rubia con un vestido rojo y a un hombre de cabello grisáceo trajeado.
—Será mejor que llamemos a emergencias —sugirió el hombre—. Pero nuestros móviles no aparecen.
—¿A emergencias? ¿Por qué? —preguntó Justin sin entender nada.
—Vaya, debes haberte dado un buen golpe en la cabeza —comentó la mujer—. Hemos tenido un accidente de tráfico.
Fue entonces cuando Justin se percató de que había un coche también estrellado.
—¡Por vuestra culpa mis amigos están atrapados y en peligro!
—No tenemos tiempo para esto, tenemos que sacarles de ahí —dijo el hombre—. ¿Tú tienes tu móvil, chico?
Justin toqueteó sus bolsillos y descubrió que su móvil había desaparecido.
—No está... ¡¿QUÉ SE SUPONE QUE VAMOS A HACER AHORA?! —preguntó, histérico.
—Calma —dijo entonces la mujer rubia—. Josh y yo iremos al otro lado del bosque a ver si hay algún pueblo o algo para pedir ayuda.
—¿Estás segura, Blaineley?
—Sí, no podemos quedarnos aquí esperando.
Entonces ambos emprendieron el camino hacia el bosque.
—¡Esperad! Voy con vosotros —dijo Justin haciendo el ademán de seguirles.
—No, tú espéranos aquí, chico —dijo el hombre llamado Josh. Justin no era un chico muy dado a obedecer a alguien que no fuese un adulto de su familia o uno de sus profesores, pero en esta ocasión acató la orden sin rechistar.
El hombre y la mujer desaparecieron en aquel bosque sin ni siquiera volverse para mirar atrás...
—¡Oh, dios mío! —escuchó. Y reconoció la voz.
—¿Heather? —preguntó—. ¡¿Heather dónde estás?! —y la buscó como loco para encontrarla sollozando junto al cuerpo sin vida de Harold. Aunque lo curioso era que no los había visto allí antes.
—Le dije... le dije que me daba asco... él sólo quería charlar... —relató Heather con lágrimas en los ojos—. ¡Perdóname, Harold! —y se abrazó al cuerpo llorando desesperadamente.
—¡Harold despierta! —suplicó arrodillándose junto a él. Su cara estaba cubierta de sangre y sus gafas estaban destrozadas a unos metros de ellos—. ¡Harold tienes que vivir!
Entre los dos lo zarandearon sin conseguir que despertase, pero a diferencia de Heather que se quedó sollozando junto al cuerpo del pelirrojo Justin buscó una forma de sacar al resto porque si Heather había conseguido salir y sacar al otro chico tal vez él podía salvar al resto.
—¡Han ido a buscar ayuda, Heather! —gritó rodeando el autobús, pero cuando volvió a dónde los había dejado descubrió que no estaban—. ¡Heather! —pero nadie contestó.
Aún más confundido que antes agarró una enorme piedra y empezó a golpear furiosamente la salida de emergencia del techo del autobús, abriéndola por fin. Los gritos habían disminuido y se temió lo peor.
—¡Voy a sacaros! —dijo antes de tirar del primer brazo que vio, era un brazo regordete y de manitas pequeñas. Al estirar del brazo consiguió sacar a la persona—. ¿Beth? —dijo al identificarla, pero ella no respondió y pronto notó que no respiraba—. ¡BETH! ¡BETH, DESPIERTA!
Lo intentó todo, todo y Beth no despertó. Él lloró desesperado y todos los demás dejaron de importarle. El puño cerrado de la chica se abrió dejando ver una pulsera con cuentas rojas que el modelo pronto estrechó contra su pecho, y cuando la miró de cerca descubrió que era la suya... pero que, además, junto a su nombre había un corazón. Beth le amaba.
Entonces una luz cegadora le consumió.
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—Justin, estás en la parra —le dijo su madre.
¿Había sido todo un sueño?
—Perdona, mamá —contestó él aún algo aturdido.
—¿Tendrás cuidado durante el viaje?
—Claro, mamá.
—Mi pequeño Justin —dijo mientras le daba un abrazo de despedida—. Ya eres todo un hombre.
Después de despedirse de su madre cogió su mochila y caminó hasta dónde estaban sus compañeros poniéndose de acuerdo sobre dónde iba a sentarse cada uno en el bus.
—¿Dónde quieres sentarte tú, Justin? —le preguntó Trent al verle llegar.
—Delante —respondió automáticamente.
—Entonces irás con Gwen —dijo el músico. Justin asintió.
Entonces el bus llegó y las puertas se abrieron para que Chris se bajase a recibirles.
—¡Todos al bus! —ordenó Chris con una sonrisa.
Los alumnos subieron al autobús escolar de color amarillo con entusiasmo porque se iban de viaje de final de curso ¡Por fin! Después de haber hecho tantas ferias, de tantas papeletas y galletas vendidas y de muchas broncas para decidir a dónde iban el viaje había llegado... entonces Justin se dio cuenta de que estaba pasando todo como en su sueño, lo cual significaba que iban a tener un accidente y que Beth moriría.
—¡Beth! —exclamó agarrándola de la mochila para impedir que subiese. Del susto Beth dejó caer las pulseras de cuentas de sus manos.
—¡Mis pulseras! —exclamó la chica. Rápidamente fue a recogerlas.
—¡Beth, tenemos que irnos! —dijo Justin. Beth lo miró con cierto fastidio.
—Encima que se me han caído por tu culpa ¿quieres que vaya rápido? —le reprochó la chica.
Justin se agachó para ayudarla y sin querer cogieron a la vez una pulsera con cuentas rojas que Beth le arrebató antes de que pudiese mirarla detenidamente. Era al suya.
—Beth, tenemos que irnos de aquí.
—¿Irnos a dónde?
—A casa.
—Pero Justin... ¿y la excursión?
—No importa, ven conmigo.
—No, ven tú. No seas tonto Justin —y con una sonrisa se subió al bus.
—¡BETH, NO!
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Volvió a abrir los ojos y se dio cuenta de que estaba en la entrada del bosque, lejos del autobús. Todo era tan raro que tenía que tratarse de una compleja pesadilla. Miró al cielo y asumió que nadie iba a ayudarle.
—Quiero despertarme...
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Cuando despertó se vio rodeado de gente y quiso moverse y preguntar muchas cosas, pero no podía hacer ninguna de la dos cosas. Pasó mucho rato siendo atendido por personal sanitario antes de ver a su madre junto a la camilla, entonces supo que el peligro había pasado. La mujer lloró y le acarició el pelo.
—Mi bebé... no me creo que haya estado a punto de perderte.
¿De verdad había habido un accidente? De ser así ¿por qué estaba él en una camilla si había salido ileso de aquello? La medicina no le dejó darse cuenta de que, teniendo en cuenta lo aparatoso del accidente, era imposible que alguien hubiese salido ileso.
Sin pensar en nada más se sumió en un sueño profundo y muy necesario a pesar de haber estado una semana en coma.
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—¿Entonces... nadie ha muerto? —preguntó con voz suave. Una semana sin usar sus cuerdas vocales había bastado para que les costase hacer su trabajo.
—No, ninguno de tus compañeros —respondió la doctora—. Las dos personas que iban en el vehículo que provocó el accidente murieron de camino al hospital —dijo la doctora antes de abandonar la habitación.
Justin recordó al hombre del pelo grisáceo y a la mujer rubia, pero no se lo comentó nunca a nadie.
—También estuvo muy grave una compañera tuya —le dijo su madre—. Heather Wilson.
Muchas coincidencias definitivamente. Heather había sido la única que había encontrado allí junto con el matrimonio que habían resultado estar muertos.
—¿Beth...? ¿Está bien Beth?
—Sí, ya la he avisado. Tuvieron que sedarla después del accidente porque se volvió loca buscándote entre la gente y los equipos de emergencias pero por lo demás bien salvo por alguna secuela.
—¿Está aquí...?
—No, sus padres la llevaron a casa de sus abuelos. Pero llama tres veces al día para ver cómo estás.
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En cuanto Beth descubrió que Justin había despertado exigió que la llevasen al hospital y entró como un huracán sin dejar títere con cabeza por el camino. Estaba impaciente por ver a su querido súper modelo. Cuando llegó allí la madre de Justin les dejó solos para que pudiesen hablar.
—He pasado tanto miedo —dijo Beth acariciándole lentamente la mano.
—Yo también... creía que no volvería a verte.
—No digas eso —dijo Beth con lágrimas en los ojos.
—Pero es la verdad. Tenía miedo de no volver a verte ni a ti ni tu preciosa sonrisa.
Beth se sonrojó y sonrió tímidamente.
—Estuviste muy cerca de morir —dijo ella.
—No te preocupes, Beth —dijo él—. Estoy aquí y... siempre estaré contigo.
Cuando dijo esto Beth le miró y se encaramó a la camilla para darle un beso en los labios.
—¿Sabes? —dijo ella cuando se separaron—. Tengo algo para ti.
Beth rebuscó en su bolsillo y sacó algo, cuando Justin miro qué era se dio cuenta de que era la pulsera de cuentas rojas...
Eso no había sido un sueño.
FIN
Notas de la autora: Esto... ¿Qué os ha parecido? Sé que ha sido medio raro pero lo tenía que sacar de mi cabeza pero ya XD
Reviews:
uberbomb: Gracias por los reviews ^.^
SweetHotcakes: Me alegro de que te haya gustado.
ScaleneCandy: Pues esto habrá sido la leche para ti XD
Nos leemos muy muy muy muy pronto
OFIXD
