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Capítulo Cuarenta y Siete

Eto es malo.

Esto es malo.

Esto es malo.

Esa palabra se repetía en la mente de Suigetsu Hozuki, mientras trataba de ayudar a Karin, la pelirroja que una vez fue su amante y que amó, dadas las graves heridas de Karin, el peliceleste supuso que algo terrible le había pasado a la chica pelirroja. El aspecto de Karin estaba completamente horrendo, su ropa arrugada, su piel estaba maltratada y sucia, contrario a cómo solía verse, sin ninguna cicatriz, sin que nada arruinara su piel y belleza. Tenía heridas sangrando. Todo estaba mal en ella.

Karin se notaba agotada, completamente herida.

-Demonios…-Murmuró Karin, tratando de acomodarse en el sofá de Suigetsu. Su pierna sangraba y dolía con demasiada fuerza.

-¿Qué te pasó?-Preguntó, por fin, el piceleste.

-Unos idiotas me asaltaron…-Mintió Karin, de ninguna manera le diría a Suigetsu la verdad. Suigetsu no le creyó a la pelirroja, a sí que sólo hizo como si le creyera.-Uuumg… Esta porquería duele.-

Suigetsu se acercó a la pelirroja para revisar la herida de su rodilla y se percató que tenía una bala. Suigetsu palpó con sumo cuidado la rodilla herida de Karin y ésta al sentir el contacto del peliceleste, lanzó cientos de maldiciones, Suigetsu se dirigió a su cuarto de baño, tomó unas toallas y luego regresó a donde estaba Karin, con una de las toallas ató la rodilla de Karin, haciendo presión para que dejara de sangrar y con la otra limpiaba la sangre que se esparcía por todo el pie de Karin.

-Tenemos que ir al hospital, ahí te atenderán y sacarán la bala.-Dijo Suigetsu.

-¡No!-Gritó Karin.-No iremos a ningún lado.-

-¿Por qué no? Allá podrán curarte.-

-No puedo ir porque, porque…-Karin se mordió el labio inferior y después dijo:-La prensa se enterará de lo que me pasó y no me dejarán en paz.-

-Pero…-

-Tu lo harás.-Dijo Karin, mirando a Suigetsu.-Tu me sacarás esa mierda.-

-Pero yo no sé nada de primeros auxilios…-Comenzó a decir Suigetsu.-Ni siquiera se curar un simple rasguño.-Suigetsu no sabía que hacer ahora. El peliceleste sabía que si él trataba de jugar a ser doctor empeoraría el estado de Karin y él no quería ser involucrado en lo que sea que ella estuviera metida. De ninguna manera quería ser involucrado por Karin, ya no quería saber sobre ella y sus relaciones amorosas, ya la había superado.

-Bu-Buscarás en internet a-alguna página donde enseñen c-como sacar una bala…-Entre quejidos dijo Karin, el dolor en su rodilla era tan intenso que no lo soportaba.

-O-Ok…-Murmuró Suigetsu.-Te ayudaré.-Karin suspiró al oír la respuesta del peliceleste. Rápidamente, Suigetsu buscó en internet lo que tenía que hacer para curar heridas de bala, buscó en el botiquín de su baño gasas, vendas, alcohol y algunas cosas más como analgésicos y aguja e hilo para coser la herida de Karin.

Con ayuda de la misma Karin, Suigetsu le quitó su short de mezclilla a la pelirroja y al ver la gran abertura en la pierna sintió horror, era la herida más horripilante que hallase visto en toda su vida y la cantidad de sangre lo empeoraba todo, Suigetsu sintió que el alma se le iba al ver tal escena, sintió deseos de abandonar a Karin en su departamento, pero el quejido de esta lo hizo cambiar de planes, Karin sufría por el dolor. A pesar de que ya no la amaba, Suigetsu no podía ser una bestia y dejarla sufriendo. Lo que calmaba a Suigetsu era que la bala no estaba en la rodilla y no había tocado ningún hueso.

Suigetsu inhaló y exhaló para darse fuerzas y sobretodo valentía para atender a Karin. Primero limpió toda la zona a tratar y con ayuda de una navaja multiusos, que momentos antes había esterilizado, trataba de sacar la bala, Karin se quejaba, no soportaba el dolor, Suigetsu solo se disculpaba pues lo que hacía para quitarle esa cosa de la pierna la mataba con dolor. Las manos del peliceleste estaban llenas de sangre, su ropa no se quedaba atrás y ni hablar del sofá donde estaba la pelirroja.

Con sumo cuidado sacó lo que torturaba a Karin, Suigetsu revisó la herida aun abierta de la pelirroja, cerciorándose de que todo estuviera bien, luego comenzó a limpiar con las gasas y todo lo que encontró en su botiquín y luego cosió la gran abertura de Karin. Después, Suigetsu le dio unas pastillas a Karin para calmar el dolor.

Pasó una hora y el juego de ser doctor había terminado, la tortura de ver esa gran abertura tan grotesca había terminado, Suigetsu suspiró, al fin ya no tenía que ver la carne abierta de Karin, el peliceleste vivió a suspirar para por fin preguntar a Karin lo que le había pasado.

-¿Me dirás lo que te pasó?-

-Ya te lo dije, intentaron asaltarme…-

-No soy estúpido, Karin, te conozco bien y sé que eres capaz de juntarte con gente de mala reputación…-Suigetsu miró con seriedad a la pelirroja.-O alguna mujer te mando a dar un aviso por meterte con su esposo.-

-No fue nada de eso…-Susurró Karin.-Pero aun así no te diré….-Karin miró al peliceleste y luego se mordió el labio inferior, lo que le iba a pedir a Suigetsu estaba segura que él no lo haría.-Suigetsu… ¿P-Podrías darme asilo?-

-¿Por qué haría eso?-Dijo Suigetsu. El chico sentía que ya había ayudado mucho a Karin y solo quería que se marchara para no ser cómplice de ella o estar ligado a lo que la pelirroja haya hecho. Parecía un cobarde, pero Suigetsu ya no quería ser parte de Karin, había pasado un gran tiempo sin saber de ella, lo cual le hizo que su vida cambiara, en su trabajo le iba excelente, su estado de ánimo era mejor y había conocido a una chica que de verdad lo amaba. Se negaba a perder lo que había obtenido si ayudaba de más a Karin.

-¡Por favor, Suigetsu!-Imploró Karin.-No tengo a donde ir y solo tu puedes ayudarme.-Karin comenzó a sollozar, si Suigetsu no aceptaba a ayudarla, estaba perdida.-Por el amor que alguna vez me tuviste, ayúdame.-

¡Demonios! Lo que dijo Karin lo hizo sentir que estaba acorralado. ¿Por qué tenía que decir que alguna vez la amó? Eso era chantaje o como sea que se diga. Pero aun así…

-Por favor…-Susurró Karin.

Suigetsu suspiró, la ayudaría, pero esta sería la única y última vez que lo haría.

-Sólo te quedarás hasta que te recuperes.-Respondió Suigetsu.

Karin sonrió, había logrado que Suigetsu la ayudara.

-Gracias, Suigetsu…-Murmuró Karin, luego de que Suigtesu se fuera hacia donde estaba su cocina.

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Un grupo de paramédicos, policías y demás autoridades de ocupación criminal, estaban llenando un edificio abandonado, un par de oficiales acordonaban el área, mientras los paramédicos atendían a los hombres que habían estado en combate con el grupo de Uchiha Sasuke. Los criminales sobrevivientes eran esposados y atendidos, ha algunos los subían a las camillas, los que perdieron la vida eran envueltos.

Maito Guy, compañero de Hatake Kakashi se encontraba en la escena donde había sido el enfrentamiento, el hombre miraba el lugar, las paredes que habían sido víctimas de los impactos de bala estaban en peor estado, había sangre regada en el suelo y manchas del mismo color rojo en las paredes.

-Que horror…-Murmuró Guy, pues la imagen que tenía ante él era horripilante.

-Nunca antes había visto una escena como esta, Guy-sensei.-Dijo un chico del mismo aspecto que el mayor.

-Así es este trabajo, Rock Lee…-Dijo el mayor.-Nosotros a cada hora estamos destinados a ver escenas como éstas, algunas pueden ser muy crudas, algunas no, pero por eso hay que estar preparado para enfrentar lo que veremos día a día.-Maito miró a su discípulo con una sonrisa y el joven aprendiz se maravilló de la sabiduría de su superior. Rock Lee admiraba a Maito Guy y aspiraba a ser igual o mejor que su maestro. Y cuando lograra superarlo; esperaba que su sensei se enorgulleciera al ver que había logrado sus metas.

-¿Aun no hay respuesta de Kakashi?-Preguntó Guy.

-No, señor, aun no hemos recibido mensaje de él…-Respondió un joven, perteneciente al equipo de policías de Kakashi.

-Tendremos que esperar a que él llegue con los amigos de Sasuke Uchiha.-Murmuró Guy y Lee asintió, mientras tanto seguían asegurando el perímetro y reunían los cartuchos y todo aquello para hacer los exámenes de rigor. No tardó mucho para que alguien anunciara que Kakashi regresaba con los sobrevivientes.

-¡A un lado!-Se escuchaban los gritos de los paramédicos, tratando de llegar lo más pronto posible a las ambulancias y subir a los heridos.

Los secuaces de Orochimaru eran atendidos y arrestados, Orochimaru estaba en un estado deplorable, su cara toda amoratada, sangre esparcida en cada parte de su cuerpo, parecía que no sobreviviría. Y Kabuto Yakushi; el perro más leal a Orochimaru, estaba sin vida. Había caído en combate, ahora no era más que el cadáver de un criminal.

Y Sasuke. Él también estaba en un estado crítico, después de vencer a Orochimaru, el imbécil de Kabuto lo había atacado por la espalda, sus heridas eran graves, pero más la que tenía cerca de su pecho. Su respirar era lento, su visión era borrosa, oía los gritos de todos los presentes y las palabras de Naruto diciendo que estaría bien, que tenía que resistir para regresar con Sakura y Sarada.

-S-Sarada…-Murmuraba el Uchiha.-¿Dond…?-Su estado no lo dejaba hablar con claridad. Poco a poco y con ayuda de las primeras medicinas que recibió, Sasuke iba serrando los ojos para caer en un profundo sueño.

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Con el corazón martillándole, Sakura Haruno dejaba su residencia junto con su hermano, cuñada y la familia de su prometido, en las afueras de la residencia Haruno había un mar de cámaras y reporteros, la noticia de que la hija del importante Sasuke Uchiha había sido secuestrada había llegado a los oídos de la prensa. Todos los medios estaban afuera en espera de que algo sucediera. En cuanto la chica salió fue bombardeada por los reporteros.

-¿Srita. Haruno, sabe si ya encontraron a su hija? ¿tiene idea de quien fue el responsable del secuestro de su hija?.-

-¿Cree usted que Sasuke Uchiha halla muerto? ¿Qué hará usted si él murió?-

Sakura solo ignoraba las preguntas, tenía ganas de gritar que se callaran la boca, Sasuke no estaba muerto. Se negaba a pensar en eso. Con dificultad por causa de los reporteros subió al auto que tomó marcha hacia el hospital general de Konoha. Habían recibido noticias de que Sasuke y su hija estaban ahí. El camino hacia el hospital se le hizo eterno, quería llegar pronto. Quería ver con sus propios ojos que su hija y el hombre de su vida estaban bien. Quería abrazarlos, besarlos y decirles que los amaba, su hija y futuro esposo eran su vida. Ellos hacían que su corazón brillara de felicidad; por ellos daría su vida.

No quería perderlos, no ahora que su corazón comenzaba a ser feliz.

Tan rápido como llegaron al hospital, Sakura salió del auto, dejando atrás a los demás, en el hospital era todo un caos; los medios habían seguido a Sakura hasta ahí, los oficiales del hospital y guardias de las familias Uchiha, Haruno y Hyuga hacían que los reporteros retrocedieran. Sakura se dirigió al área de recepción y preguntó por Sasuke Uchiha, le informaron que estaba en el quirófano siendo operado.

Sakura y los demás se dirigieron al área donde le indicaron que estaba Sasuke, en la sala se encontró con Naruto y los amigos de Sasuke y el rubio.

-¿Cómo está? ¿Dónde tienen a Sarada?-Fueron las preguntas de la pelirrosa al acercarse a su amigo rubio.

-Sarada fue llevaba a revisión para cerciorarse de que no fue herida y no he sabido nada de Sasuke.-Respondió Naruto.

-Dios mío…-Murmuró Sakura, dejándose caer en una de las sillas de la sala de espera. La chica oraba internamente para que Sarada y Sasuke estuvieran bien, ellos debían de estar bien. Su cuerpo comenzó a temblar, producto de sus sollozos, todo los sentimientos acumulados comenzaron a fluir. Su mirada empañada de lagrimas se posó en Mikoto, la matriarca Uchiha estaba llorando en los brazos de su esposo Fugaku, entendía el dolor de Mikoto; pues ella era la madre de su amado Sasuke y abuela de su hija.

-Todo estará bien, Sakura-chan...-Dijo Itachi Uchiha a la pelirrosa.-Ellos estarán bien.-

-Gracias, Itachi-san…-Respondió Sakura al pelinegro.

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En ese mismo hospital, se encontraba en el quirófano Toneri Otsutsuki, los cirujanos trataban de salvar su vida, cuando habían llegado al hospital, Toneri fue enviado a cirugía para tratar de salvar su vida. El Otsutsuki estaba demasiado mal, tenía unas costillas rotas, unas heridas producto de balas y un arma punzocortante y había perdido demasiada sangre. Los doctores trataban de arreglar sus males, pero parecía que no lo podían salvar, así que decidieron sacarlo de la cirugía.

Ya nada podían hacer por él.

Hinata Hyuga estaba en espera de información sobre Toneri, quería saber sobre él. Quería verlo… Ver que estaba bien. Caminaba de un lado a otro por la desesperación.

-Hinata, debes de estar tranquila.-Dijo Tayuya quien estaba haciéndole compañía a la Hyuga.

-No puedo…-Respondió Hinata.—Simplemente no puedo…-

-¡Hinata!-La chica dirigió su mirada y vio que se trataba de su padre, su hermana y primo.

-¡Papá!-Gritó Hinata al ver a su padre. El patriarca Hyuga se acercó a su hija y la abrazó con fuerza, pero sin lastimarla.

-Estaba tan preocupado…-Dijo Hiashi.-¿Te lastimaron? ¿Te duele algo?-

-Estoy bien, papá…-Respondió Hinata.-Solo es el brazo.-Hinata mostró su brazo vendado y sujeto con una férula, tenía algunos raspones y moretones en la cara, pero eso no le importaba, lo que le importaba ahora era el estado de Toneri. Sabía que no debía interesarse en él, pero el chico la había salvado. Y además, no sabía porqué pero tenía un pequeño sentimiento por Toneri Otsutsuki.

Será ¿Amor? ¿Compasión? O ¿sólo eran sentimientos producidos por todo el calvario que había pasado? No lo sabía.

-¿Familiares de Toneri Otsutsuki?-Preguntó el cirujano encargado de Toneri.

-Soy yo…-Respondió Hinata.

-¿Es usted familiar del joven?-

-No pero el joven fue encargado por su madre para que nosotros lo protegiéramos.-Respondió el padre de Hinata.

-¿Cómo está?-Preguntó Hinata.

-Lamento decirles que el joven no soportó las operaciones que le hicimos para reacomodar algunos de sus huesos y órganos, también perdió demasiada sangre. Si le hacemos otra operación más, lo más probable es que sufra de un paro…-El cirujano suspiró.-Me temo que morirá dentro de muy poco debido a su estado crítico.-

-No…-Susurró Hinata.-¿Puedo pasar a verlo?-

-Por supuesto.-Dijo el médico y acompañó a Hinata a la habitación donde estaba Toneri. El doctor la dejó a solas.

Hinata se acercó a Toneri. Estaba dormido, su respirar era lento, su cara y brazos estaban heridos y amoratados. Su piel se veía más pálida de lo normal; se veía realmente mal. Hinata comenzó a sollozar, Toneri no iba a sobrevivir.

-Hinata…-Murmuró Toneri al ver a la ojos perla.

-Toneri-kun…-Dijo Hinata.

-¿D-Dónde estamos?-

-En el hospital…-Respondió Hinata.-Los doctores dicen que estarás bien…-

Toneri negó, sus lágrimas surgieron.

-Voy a morir…-Murmuró.-Estoy tan débil… Ya no puedo más.-Hinata lloró más al oír lo que Toneri decía.-M-Me lo… Merezco… Fui un miserable contigo, sólo pensé en mi y no en tus sentimientos. No vi que te hacía daño…-

-No digas eso, t-te pondrás bien, cuando salgamos de aquí, po-podremos salir c-como amigos y tal vez tu y yo…-

-No…-Interrumpió Toneri.-Moriré…-Sollozó. Toneri miró a Hinata, la vio llorar, era su culpa que llorara, el Otsutsuki tomó la pequeña mano de Hinata y dijo:-Me gustaría que te quedaras conmigo hasta que de mi último suspiro… Me gustaría que por lo menos finjas que me amas durante las pocas horas que me queden…-

-¡Sí!-Dijo Hinata.

Y así lo hizo. Hinata acompañó a Toneri, charlaba con él y como pidió Toneri, Hinata fingía amarlo, lo besaba, le decía cuanto lo amaba y este le respondía igual. Hinata lo arropaba para que no sintiera frío y le sonreía a Toneri. Toneri se sentía feliz por las palabras de amor que Hinata le decía, aunque sabía que era amor fingido, estaba feliz de recibirlo. Recibir ese amor falso de Hinata.

-Te amo, Toneri-kun.-Dijo Hinata.-De verdad te amo.-El corazón de Hinata retumbaba al darse cuenta de que en el fondo sí amaba a ese chico.-Quédate conmigo…-

-No puedo…-Toneri miró a Hinata, sabía que lo que Hinata le había dicho era verdad. Pero por desgracia no podría estar con ella para que ese pequeño amor viviera.-¿Qué hora es?-

-Pronto será media noche.-Respondió Hinata.

-¿Me darías un beso? El último por favor.-Pidió Toneri. Hinata se acercó a Toneri y lo besó, lo besó con ternura, transmitiendo el sentimiento que sentía por él. Lentamente, Toneri serró sus ojos, Hinata no se separó de él hasta ver que sus ojos se serraban para siempre.

-Adiós, Toneri-kun.-Sollozó Hinata.

El reloj marcaba la media noche. Y con ella Toneri dio su último suspiro.

Ahora descansaría en paz.

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;-; lloré, sé que algunas dirán que Toneri merecía morir pero su muerte me hizo llorar como Magdalena ;-;

Ok, el siguiente capítulo es el último.