Capítulo 1
Esdeath estaba totalmente en shock, Akame, su enemiga en esta batalla había logrado hacerle un corte con su Murasame, ya sabía que su vida llegaba a su fin, todo lo que esa hoja cortaba terminaba muriendo, si no era por su veneno era por la maldición que pesaba sobre la Teigu.
Con una sóla idea clara se acercó a lo que, pensaba, era el cadáver de Tatsumi, el hombre al que ella amaba, pero cuál fue su sorpresa cuándo, nada más llegar a su lado y acunar la cabeza del castaño en su regazo, este abrió los ojos y la apuñaló con la Teigu heredada de su compañero caído, haciendo que esta abriese los ojos tanto por la consternación cómo por la sensación del frío acero perforando sus entrañas, esta, en sus últimos momentos le dió una mirada de traición.
- ¿P-por qué? Si y-yo te amaba- dijo con algunas lágrimas escapando de sus ojos en sus últimos momentos.
- Porque eres un monstruo, y te odio- contestó, rompiendo el corazón de la peliceleste, que se congeló a sí misma, sin más ganas de vivir, pronto el hielo se quebró, junto con el cuerpo de la mujer, desapareciendo completamente a la última del clan Partas; así murió la Reina de Hielo.
Pero ese no sería su final, ya que su alma no fue al cielo o al infierno, sino que, sin saber cómo, ella se vió en un gran espacio negro, y sonrió con tristeza, parece que se le negaba hasta el infierno; pero los recuerdos no tardaron en llegar, y por segunda vez en su vida, la Reina de Hielo lloró, se quebró totalmente en llanto por un dolor que ella no había conocido hasta ahora, el de un corazón roto por un amor no correspondido.
- Lamento verte en este estado jovencita- le dijo una voz masculina a su espalda, al girarse vió a un extraño hombre con cuernos y unos ojos morados con patrones circulares, vestido con un kimono blanco y un bastón a su espalda.
- ¿Quién es usted?- preguntó la mujer recomponiéndose, puede que todavía sufriera, pero su orgullo no la dejaba llorar frente a alguien, mucho menos frente a un desconocido.
- Me llamo Hagoromo Otsutsuki, en mis tiempos recibí varios apodos, pero los más conocidos son Rikudou Sennin (Sabio de los Seis Caminos) o Shodaime Kami no Shinobi (Primer Dios de los Shinobi)- se presentó, impresionando levemente a la mujer por sus títulos- He visto tu vida, Reina de Hielo, por eso espero que me disulpes por retrasar tu descanso eterno, pero cómo un padre afligido deseo pedir tu ayuda-.
Eso llamó la atención de la mujer ¿Qué podría querer un hombre considerado un Dios de ella? Era algo sumamente extraño, pero después reparó en la parte del padre afligido, aumentando su curiosidad.
- ¿Que quería pedirme?- cuestionó, ocultando la gran curiosidad que le causaba la situación.
- Es una larga historia familiar- respondió con un suspiro- todo comienza con mi madre; ella llegó a este mundo sola, y se enamoró de un gran rey; pero el reino pronto entró en conflicto con el territorio vecino, al terminar la guerra, el tratado de paz exigió la muerte de mi madre, que estaba embarazada de mí y mi hermano menor Hamura, por lo que ella huyó con el corazón roto y lentamente empozoñándose de odio, hasta encontrar un gran árbol, el Shinju, y comió su fruto, que le otorgó un gran poder, que traspasó sus poderes a ella, la energía conocida cómo chakra- en este punto la mujer lo cortó.
- ¿Qué tiene que ver todo eso con lo que me quieres pedir?- preguntó impacientándose, si bien era una historia interesante, no veía la correlación.
- Pacienca, Esdeath-san, llegaremos a eso- respondió con una sonrisa condescendiente- como iba diciento, ella consiguió el chakra, que nos fue traspasado a mi hermano y a mi, nuestra infancia fue buena, pero poco a poco nuestra madre se corrompía, al punto de que cuándo supo que yo estaba enamorado, arrasó todo el pueblo tratando de encontrar a la mujer; eso fue la gota que colmó el vaso, pues llevaba mucho tiempo oprimiendo a todos los que no poseían chakra, así que, junto a mi hermano planee su derrocamiento; finalmente lo conseguimos y tras muchos problemas la sellamos en la luna de nuestro mundo, siendo mi hermano el encargado de velar su sueño eterno allí arriba- hizo una pausa- tiempo después el Shinju envió una gran bestia, conocida cómo el Juubi para recuperar aquello que mi madre había robado, el chakra; pero afortunadamente pude sellarlo en mi interior; tras eso comencé un viaje por la tierra, convenciendo a la gente y expandiendo los valores de la paz, y también otorgando el uso del chakra a la humanidad, creando el arte del chakra primitivo, el Ninshu; fue entonces cuándo mis hijos nacieron: mi hijo mayor, Indra heredó mi poder espiritual y talento, siendo un genio completo, además de una sub-evolución de mis ojos; mientras mi hijo menor, Ashura, heredó mi cuerpo y mi fuerza vital- contó con leve nostalgia al recordar a sus dos hijos- sin embargo, pese a educarlos por igual sus personalidades eran cómo el día y la noche: Indra era arrogante, y su talento lo hacía creer que podía hacerlo todo solo; mientras que Ashura era amable y de buen corazón, y su fuerza no dependía de él, sino de la gente a su alrededor que lo apoyaba- esa comparación le hizo gracia a Esdeath, ya que era una descripción de ella y Najenda durante su tiempo juntas en la Academia Militar- cuándo llegó el momento de elegir sucesor les hice una pregunta: ¿Cómo lograríais la paz? Indra respondió que con la fuerza, mientras que Ashura se decantó por el amor y el entendimiento; ninguna de las dos era correcta, sin embargo Ashura fue el que más se acercó, así que lo nombré mi sucesor con la esperanza de que Indra ayudase a su hermano, me equivoqué terriblemente- dijo el anciano, confirmando las sospechas de Esdeath, ese tipo de situación no podía acabar bien, se veía a leguas- Indra se alzó contra Ashura, y ambos lucharon hasta la muerte, falleciendo los dos- dijo con algo de tristeza reflejada en su ojos y su voz- pero eso no fue el final, ambos siguieron reencarnando y luchando uno contra otro, sin que ninguno salga claramente cómo ganador- Esdeath ya estaba perdiendo la paciencia con la historia del viejo hombre.
- Bien, ya he tenido suficiente de historia familiar, dime para qué me quieres aquí- exigió ya sin paciencia.
- Esta bien- suspiró antes de mostrar a un pequeño niño rubio, de no más de seis años, llorando en un solitario cuarto- él es Naruto, la reencarnación de Indra- explicó, Esdeath se sorprendió, ese niño llorón no podía ser la misma persona que aquel guerrero orgulloso que había visto antes, mientras, de alguna forma, veía la historia que le contaba el anciano.
- ¿Qué ocurre con él?- preguntó confundida, según la lógica crecería, pelearía con su hermano y reencarnaría de nuevo, siguiendo el ciclo hasta que uno de los dos venciera.
- Verás, está será la última reencarnación de mis hijos- anunció, sorprendiendo a la mujer- mis niños estaban destinados a hacer las paces por fin, pero la boca floja de un viejo amigo provocó la divulgación de una profecía que no debía llegar a oídos mortales, alterando el destino y llevando a esta situación- la imagen cambió y se vió al rubio con una mirada sádica peleando codo con codo con la mujer a la que reconoció cómo la madre de aquel extraño anciano, en contra de un pelirrojo exactamente igual al rubio y una chica rubia que parecía un calco femenino de la reencarnación de Indra.
Súbitamente la imagen cambió a una de Naruto frente a los cadáveres de aquellos dos contra los que peleaba, hasta ser empalado por un hueso negro, que sobresalió de su pecho, mientras él se giraba con sorpresa hacia la culpable, su "abuela" en espíritu.
- ¿P-por qué Obaa-chan? Eras mi única familia, yo te amaba- dijo con tristeza mientras lágrimas caían de sus ojos y su cuerpo se iba deshaciendo.
- Porque te odio igual que a tu padre, hijo de Hagoromo- dijo la mujer, hasta que la imagen desapareció.
El corazón de Esdeath se estremeció ante la imagen, le recordaba demasiado a su propio final, traicionada y asesinada por la única persona a la que amó.
- ¿Y para qué me necesitas?- preguntó ahora con genuina curiosidad, a ella no le importaba que hubieran guerras, incluso le gustaban, pero el fin del mundo era otra cosa.
- Todavía estamos a tiempo de evitarlo, Naruto todavía tiene seis años y se puede evitar que caiga en la senda del odio, a la que esos idiotas humanos lo orillan sin entender las consecuencias- dijo con disgusto el viejo.
- ¿Qué tan mala es su vida para caer en tal oscuridad?- preguntó la peliazul.
El sabio por respuesta le mostró algunos fragmentos de la vida del pequeño: desatención por parte de sus padres a un nivel extremo, tanto que no se habían dado cuenta de que el pequeño se había mudado un año atrás; deprecio de los aldeanos, que lo golpeaban y apaleaban por "fingir" ser hijo del Hokage; desprecio y humillaciones por parte de sus hermanos y el resto de niños; ella estaba completamente asqueada al ver esto, hasta en los peores suburbios de la Capital Imperial se trataba mejor a los niños.
- Entiendo los deseos de venganza y muerte del chico, yo también querría matarlos- asintió la mujer, pero en ese momento vió algo que le llamó la atención, una pequeña sonrisa, que le recordó a la sonrisa del chico que la había enamorado, provocando que algo dentro de ella se estremeciera.
"Mala Esdeath, sólo tiene seis años, tú tienes veinte, está mal hasta para tí" se reprendió a sí misma mentalmente, el sabio parecía divertido mirándola, así que debía imginarse lo que pasaba por su cabeza.
- Entonces ¿me ayudarás?- preguntó el viejo- será tu segunda oportunidad de vivir, y te haré capaz de usar chakra, cómo todos en ese mundo-.
- Mmm...creo que sí, tenemos un trato- dijo con una sonrisa.
- De acuero, cómo último regalo, elige dos Teigus que quieras para Naruto, y podrás llevarlas al nuevo mundo- ofreció, causando que la mujer tomase una pose pensativa.
- Mmmm...ya sé, quiero a Black Marlin y a Shamshir, creo que pueden ser útiles y no destacar excesivamente por lo que he visto- dijo causando una sonrisa del viejo.
- Bien, ahora te enviaré con los objetos que has pedido, y una sorpresa de mi parte...- susurró con algo de diversión antes de que una luz brillante envolviera a la hermosa peliceleste, que después apareció en medio de un callejón.
- Bien, ahora a buscar al Ga...¡¿Pero qué mierda?!-.
