Había pasado una semana y media desde que Estelle le confesó sus sentimientos a Yuri, y sus responsabilidades en el castillo con el emperador Ioder estaban llegando a su fin; así, la joven podría regresar a Halure y enfocarse en sus cuentos. Si el emperador volvía a requerir su ayuda, ella volvería a Zaphias gustosamente a otorgársela.
Aquella bella tarde, la princesa recordó que el día anterior había recibido la noticia de que todos sus amigos irían a visitarla ese día, incluyendo Yuri, y ella estaba tan feliz por la novedad que había decidido prepararles un banquete de bienvenida en ese soleado y lindo día en Zaphias.
—Señorita Estellise, por favor, deje la cocina a los chefs… ellos se encargarán de esto para que usted pueda enfocarse en preparativos más importantes… —trataba de convencerla Flynn—. Además, dentro de poco regresará a Halure, y tiene que alistar sus cosas, ¿no es así?
— ¡Pero Flynn, vendrán todos nuestros amigos al castillo y me gustaría recibirlos con un gran banquete! –explicó la joven, y Flynn se frotó la cabeza.
—Bueno, puede recibirlos con un gran banquete, pero insisto en que debería dejar la cocina a los chefs…
— ¿Por qué? –preguntó la princesa, ligeramente triste. Flynn se acarició la parte trasera de su cuello, no muy seguro de cómo explicarle a la joven que si quería evitar que uno de sus amigos se intoxicara con su comida, no intentara cocinar por esta ocasión.
—Eh… porque… porque... en realidad, me gustaría que me acompañara al barrio público a comprar unas cuantas cosas, señorita Estellise. ¿Me haría el favor? –se le ocurrió al rubio de último momento, y los ojos de Estelle brillaron con curiosidad.
— ¿Al barrio público? ¡Por supuesto! –sonrió ella—. Ya regreso, iré a cambiarme de vestido.
Y dicho eso, la joven salió de la cocina corriendo, emocionada. Una vez solo, Flynn suspiró, aliviado, por haber conseguido alejar a la princesa de la cocina. Llamó a unos cuantos cocineros reales para que se encargaran de preparar el banquete, y posteriormente, salió a esperar a la princesa en la puerta del castillo.
— ¿Y a dónde pienso llevarla…? –pensaba el rubio en voz alta mientras esperaba a que la joven llegara. Momentos después, Estelle se acercó a él corriendo.
— ¡Estoy lista! Vamos, Flynn. –mencionó ella. El Comandante asintió, y acto seguido, ambos se dirigieron al barrio público de Zaphias.
...
El mercado estaba rebosante de gente. Flynn aprovechó la distracción para comprar un poco de su pan preferido, aquél que solía comer seguido durante su niñez. Estelle, por otro lado, no paraba de moverse, cambiando de puesto cada minuto, algunas veces maravillada por los libros, otras por alimentos.
—Flynn, quisiera hacerle un pastel de chocolate a Yuri. –comentó la princesa de repente, mientras el rubio iba a su lado llevando una bolsa de cartón.
— ¿Huh? Oh, es cierto, a Yuri le fascinan las cosas dulces. –mencionó él.
—Pero no sé cómo hacer un pastel… —murmuró ella, ligeramente apenada. Flynn se quedó callado por unos instantes, pensativo. Momentos después, sonrió.
—La señora de la posada del barrio bajo solía hacernos un pastel de chocolate a Yuri y a mí cuando éramos pequeños, y a Yuri le encantaba. Si quieres, podemos ir con ella para pedirle la receta. –opinó Flynn, y Estelle se giró para verlo con una sonrisa de emoción.
— ¡Eso sería estupendo!
—Entonces, vamos allá. –sonrió él, feliz de ver a la princesa contenta.
...
Cuando ambos llegaron al barrio bajo y entraron a la taberna, Flynn le pidió a la princesa que esperara por él en la puerta. Ella accedió sin preguntar por qué, y el Comandante siguió adelante. De repente, toda la gente que estaba dentro se puso de pie para saludar gustosamente a Flynn; el rubio ya casi no tenía tiempo para ir al barrio bajo gracias a su título de Comandante, y verlo por ahí de vez en cuando traía sonrisas y alegría a todos los civiles del barrio bajo. Tras saludar rápidamente a los presentes, Flynn se alejó de las mesas respetuosamente, pues no tenían mucho tiempo para charlar. Después de eso, se dirigió a la recepción donde estaba la señora de la posada; ella se giró y reconoció al rubio inmediatamente, suprimiendo un jadeo de asombro al verlo ahí:
— ¡Flynn, qué gusto verte por aquí! –exclamó la mujer, sus ojos embellecidos por un brillo de felicidad—. Ha pasado mucho tiempo… No puedo creerlo, los jóvenes crecen tan rápido…
Flynn asintió con la cabeza.
—Sí, lo sé. Es un honor verlos a todos de nuevo, pero me temo que estoy solo de paso. –Él se excusó, bajando ligeramente la mirada. La mujer lo miró con una sonrisa; era de esperarse.
—Está bien. ¿En qué podría ayudarte, Comandante? –preguntó la señora con una mirada maternal. Flynn se asombró de lo bien que ella lo conocía a pesar del tiempo que había pasado.
—Bueno, si no es mucha molestia, ¿podrías compartirme la receta de aquél pastel de chocolate que solías hacernos a mí y a Yuri cuando éramos pequeños, por favor? Y sigo siendo Flynn. –sonrió el chico amablemente. La mujer asintió inmediatamente.
—¡Por supuesto! –respondió la mujer, y después, fue a conseguir una pequeña hoja en blanco y una pluma–. Hace años que no hago ese pastel…
Una vez que terminó de escribir la receta en el papelito, la mujer se lo ofreció al comandante, y éste lo tomó.
—Muchas gracias. –Agradeció el joven—. Vendré a visitarlos pronto, y cuando venga, pasaré la noche aquí para poder disfrutar como en los viejos tiempos.
La recepcionista asintió, la sonrisa aún en su rostro.
—Te estaremos esperando. Ya sabes que tú y Yuri siempre serán bienvenidos aquí, y que en el barrio bajo siempre los recibiremos con los brazos abiertos.
—Estoy muy agradecido con todos ustedes. Sin más, he de partir. Con permiso. –Flynn sonrió, contento de escuchar esas palabras, e hizo una pequeña reverencia en señal de agradecimiento.
— ¡Muchas gracias! –agregó Estelle mientras Flynn se acercaba a ella, e hizo una pequeña reverencia por igual. Las personas de la taberna los despidieron con gusto, y posteriormente, ambos salieron del lugar.
—Bueno, aquí tiene, señorita Estelle. –dijo el rubio mientras le tendía el papel con la receta a la princesa, y ésta lo tomó.
—Gracias Flynn. Todas esas personas fueron muy amables con nosotros, claramente te adoran. –sonrió ella.
—Sí bueno, ellos son nuestra familia… y siempre lo serán. –Murmuró para sí, y Estelle sonrió dulcemente ante esto; ella sabía perfectamente que cuando su amigo decía "nuestra", se refería a él y a Yuri. Ante la mirada de la princesa, Flynn se frotó la cabeza, ligeramente avergonzado.
—Bueno… regresemos al castillo, señorita Estellise.
— ¡Sí! Vamos allá.
A Flynn no le quedaba de otra más que permitir que la princesa preparara el pastel por sí misma; después de todo, sería un regalo para Yuri, y por lo tanto, la joven no permitiría que nadie interviniera.
...
Unas horas más tarde, en el interior del castillo de Zaphias, Flynn se dirigía a la cocina real para ver cómo iban los preparativos… y asegurarse de que Estelle no hubiera quemado su pastel. El banquete estaba casi listo, solo le hacían falta unos cuantos detalles más; satisfecho con esto, el rubio se acercó a la princesa, la cual estaba sentada a un lado del horno, pensativa, y le preguntó:
— ¿Sucede algo, señorita Estellise? –Ella negó con la cabeza.
—No, es solo que… la espera me pone nerviosa… —murmuró ella. Flynn parpadeó y observó el horno; estaba encendido, lo cual significaba que el pastel ya estaba dentro horneándose. El rubio suspiró, y deseó que no hubiera llegado demasiado tarde.
— ¿Probó el pastel, señorita Estellise? –preguntó el joven, y la chica abrió más los ojos.
—No… lo olvidé… —Flynn hizo una discreta mueca.
—Bueno, no se preocupe señorita, solo queda esperar. No pierda la paciencia, ¿vale? Si necesita algo, estaré en el pasillo principal.
—V-vale… gracias. —contestó la princesa, y Flynn se despidió de ella para después salir de la cocina.
...
Cuando el joven Comandante iba pasando por el pasillo principal, escuchó unas voces familiares cerca de él, y miró la puerta principal para encontrarse con Judith, Karol y Raven charlando cerca de ella. El rubio sonrió discretamente y se acercó a ellos para saludarlos.
—Oh, chicos, ya están aquí. –saludó Flynn. Los tres invitados lo miraron.
—Hola Flynn. ¿Hemos llegado demasiado pronto? –preguntó la hermosa mujer krytian, y Flynn sacudió la cabeza.
—No del todo, la comida está casi lista. Por favor, pónganse cómodos.
— ¡Geniaaal! Muero de hambre… Raven no me quiso dar ningún gel en el camino… —dijo Karol mientras miraba de reojo al viejo. Éste se limitó a entrelazar sus manos detrás de su nuca.
—Fue por tu propio bien: si te hubiera dado un gel, ya no tendrías apetito para la comida que nuestra princesa nos va a ofrecer. Me agradecerás más tarde, chaval. –mencionó Raven, divertido. Karol abrió más los ojos.
— ¿Estelle está cocinando…? –preguntó despacio, como quién teme hacer una pregunta. Flynn frotó su cuello con nerviosismo.
—No, no te preocupes… —murmuró Flynn con una pequeña punzada de culpabilidad, recordando la excusa que utilizó para impedir que la princesa se pusiera a cocinar. Karol suspiró, aliviado.
—Eso es bueno… por un momento creí que tendríamos que comer comida quemada como en los viejos tiempos.
—A mi parecer, la comida de Estelle no es mala. –Añadió Judith de repente, y los otros la observaron sin dar crédito a lo que escuchaban—. Claro, hablo de las veces en las que no se le quema.
—Bueno, hoy se puso a preparar un pastel. –mencionó Flynn.
— ¿Pastel? –preguntó Karol, extrañado. El rubio asintió.
—Para Yuri.
Judith sonrió, divertida.
—Eso suena muy bien. –dijo ella, y Raven se le unió.
— ¿Alguna razón en especial? –preguntó el ex capitán.
—No de la que yo esté informado. –contestó Flynn, y después frunció el ceño lentamente—. ¿Por qué?
Raven se encogió de hombros.
—Yo también quería pastel para mí. –suspiró el viejo, y Karol lo miró.
—Pero Raven, tú odias las cosas dul… —pero antes de que el líder de Brave Vesperia pudiera terminar de formular su oración, Raven le cubrió la boca con su gran mano.
—La gente puede cambiar, chaval, y las cosas dulces ya no me parecen tan malas como antes. Peeero parece que ese delicioooso pastel será exclusivo para Yuri… —suspiró el hombre—. Ah, qué vida tan cruel.
Flynn encarnó una ceja.
—Estoy seguro de que habrá otras cosas dulces en el banquete, capitán Scha… es decir, Raven. Puede tomar algo de ahí si así lo desea. –dijo el comandante, pero Raven agitó su mano libre en el aire.
—Pero nada como la dulce cocina de la dulce princesa…
—Calla, anciano. –dijo una conocida voz de repente, y todos se giraron para ver al dueño de esas duras palabras; era Rita Mordio, que en ese momento entraba al castillo y se acercaba a sus amigos. Karol se quitó la mano de Raven de su boca y exclamó:
— ¡Rita!
—Oh, pero si es nuestra pequeña maga genio. Llegas un poco tarde, ¿eh? –sonrió Raven maliciosamente.
Rita miró al viejo unos segundos, y después lo ignoró. Posteriormente, dirigió su atención al comandante que ahora estaba delante de ella.
—Dijiste que Estelle está preparando un pastel, ¿cierto? –preguntó la maga, y el rubio asintió—. ¿Está en la cocina ahorita?
Flynn volvió a asentir.
—Bien, iré a verla. Pueden seguir con sus chismes. –mencionó Rita mientras se dirigía a la cocina del castillo. El resto la observó partir.
— ¡Gracias por decir hola, Rita! –exclamó un ofendido Karol.
—Seguro ella también viene hambrienta. –sonrió Judith. Flynn suspiró.
Brave Vesperia era un gremio extraño, pensó él, pero todos eran buenas personas, sin duda alguna.
—Vaya, ¿acaso comeremos en el pasillo? –preguntó una voz desde la gran puerta de entrada, y todos los presentes, nuevamente, se giraron para observar a la persona que llegaba, sus rostros iluminándose al reconocer a su espadachín preferido: Yuri Lowell había llegado junto a Repede.
— ¡Yuri! –gritó Karol, alegre, mientras corría a recibirlos. Raven se acarició la barbilla con una mano.
—Vaya vaya, el alma de la fiesta ha llegado. –dijo el arquero, divertido, y posteriormente, Flynn, Judith y él se acercaron al espadachín.
—Es bueno verte de nuevo, Yuri. –sonrió el rubio.
—Yuri, Repede ¿están cansados por el viaje? –preguntó Judith.
—Nah, estamos bien, pero tenemos tanta hambre que podríamos comer un caballo ahora mismo… —suspiró Yuri mientras ponía una mano sobre su barriga.
—¡Woof! –Repede agregó, y Judith rio levemente.
—En ese caso, pasen todos al comedor por favor, la señorita Estellise y Rita Mordio deberían estar ahí. –añadió Flynn, y todos asintieron para después dirigirse al comedor, pero Flynn se quedó ahí, de pie. Yuri se detuvo y se giró para ver a su amigo de toda la vida.
— ¿No vienes? –preguntó Lowell, y Flynn frunció el ceño.
—Gracias por decirme, Yuri. —murmuró el comandante, y el espadachín encarnó una ceja, extrañado. "Maldición, ¿Estelle le habrá dicho algo ya?" pensó.
— ¿Decirte qué?
—La última vez que estuviste aquí, viniste a la fiesta del emperador y viste a la princesa Estellise, pero no viste a nadie más. No me dijiste que habías estado aquí.
Yuri suspiró, ligeramente aliviado.
Tendría que buscar el momento adecuado para decirle a su amigo lo de su nueva relación con la princesa.
—Fue una visita rápida. Además, te dije que no me gustaban ese tipo de cosas. –explicó Yuri, y pensó que, en cuanto el rubio supiera el resto de la historia, éste le metería un buen golpe en la cara. Flynn se quedó en silencio por unos segundos, y después comenzó a caminar.
—Ya veo. Vayamos a comer, Yuri. –dijo el rubio, ligeramente serio, y su amigo lo observó:
¿Estaba Flynn… ofendido porque no se despidió de él?
—Bueno, vaya reina del drama. –El espadachín se encogió de hombros y lo siguió con una sonrisa juguetona.
...
Cuando ambos amigos llegaron al comedor, se encontraron con sus amigos ya sentados en la larga mesa principal, ligeramente desesperados.
— ¡Yuri, Flynn! ¿Qué están esperando? a este paso, ¡la comida se enfriará! –mencionó Karol desde su asiento frente a Raven.
— ¡Apresúrense y pongan sus traseros en las sillas, que queremos COMER! –añadió Rita desde su lugar frente a Judith, enojada.
— ¡Woof! –contribuyó Repede al regaño.
—Ya voy, ya voy. –Suspiró Yuri—. Recuérdenme no acercarme a ustedes cuando tengan hambre.
— ¡Yuri! –Gritó una familiar voz femenina a la derecha del espadachín de repente, y éste se giró para ser sorprendido por un fuerte abrazo de parte de la princesa.
— ¡Woah, Estelle! –exclamó él mientras observaba a la princesa aferrarse a su cintura fuertemente—. Enserio, ¿desde cuándo eres tan fuerte?
Estelle llevaba su típico vestido de viaje rosa con blanco. La joven rio suavemente y lo miró a los ojos con sus grandes y brillantes orbes verdes sin soltarlo.
—Estoy tan feliz de verte. –susurró ella, y Yuri no pudo evitar sonreír, complacido por sus palabras. Sin embargo, antes de que él pudiera decir algo, alguien tosió a su lado.
—Ejem. –Dijo el comandante—. Hay un banquete esperando.
Yuri y Estelle lo miraron, e inmediatamente, la princesa asintió y liberó al espadachín. Recobró su compostura y miró a Yuri de reojo, ligeramente decepcionada por tener que separarse de él.
—L-lo siento… por favor, empiecen a comer. –murmuró ella mientras se sentaba en un lugar. Flynn observó a Yuri atentamente mientras éste se sentaba frente a ella, desinteresado. Después, los imitó y se sentó por igual. Finalmente, dieron inicio a la comida.
Comieron y charlaron un buen rato todos juntos, agradecidos de poder compartir esos momentos de tranquilidad juntos gracias a la amabilidad de la princesa.
Después de un rato, todos terminaron de comer y el grupo de invitados agradeció la comida. Estaban dispuestos a levantarse de sus asientos cuando Karol tomó el habla:
— ¡Chicos! Tengo algo importante que decirles. –exclamó el joven líder.
— ¿Qué, Nan ya es tu novia? –preguntó, juguetón, Raven. Karol abrió los ojos como platos, nervioso, y se puso completamente rojo.
— ¡¿Q—QUÉ?! No, ¡p—por supuesto que no! –contestó el chico. Después, inhaló y exhaló profundamente para poder continuar con su anuncio—. Bueno, c-como estaba diciendo... seguro recordarán al chico del teatro de la Isla de Nam Cobanda, ¿cierto…?
—Por supuesto, la obra en la que participaron estuvo muy interesante. –sonrió Judith, evocando recuerdos. Karol asintió.
—Así es, y ya que tuvo mucho éxito, el gremio de actores ha pedido nuestro apoyo una vez más.
— ¡¿Q-qué?! –casi escupe Yuri mientras tomaba un sorbo de su bebida.
— ¡Geeenial! ¿Volverán a actuar? Eso será digno de verse… ¿cuándo será? —sonrió Raven maliciosamente.
— ¡Mañana será la obra! ¡Prepárense, chicos! —respondió Karol con una sonrisa.
— ¿Volveré a interpretar a la valiente heroína que salva a la princesa de las garras del malvado Yuri? –preguntó Estelle, emocionada—. ¡Maravilloso!
— ¡Oh, claro que no! No pienso volver a participar en esa cosa con ese estúpido traje, ¡¿me oyes?! –intervino Rita mientras se cruzaba de brazos.
—Oh, vamos Rita, ¡te veías muy bien en él! –dijo la princesa, y Rita la observó de reojo para después sonrojarse levemente.
—N—no… ya he perdido suficiente dignidad.
Karol sonrió malvadamente mientras se frotaba la nariz.
—Rita, ¿tienes miedo de actuar otra vez? –la tentó el chico, y la joven genio lo observó con las cejas fruncidas.
—En absoluto, y menos si podré rostizarte una vez más. –dijo la maga, y Karol tragó saliva.
—Vale vale, tú ganas, no hay necesidad de quemar mi trasero.
—Será muy divertido, Rita. –dijo Judith.
— Rita, ¿Por favor…? –agregó Estelle. La maga las miró a ambas, y con un pesado suspiro y aún más roja que antes, la joven asintió levemente con la cabeza.
—De acuerdo, lo haré… —murmuró entre dientes. Estelle aplaudió.
— ¡Yey, gracias Rita! Será grandioso volver a salvarte. ¡Tengo que ensayar mi papel muy bien para que salga aún mejor que la última vez! Yuri, ¡esta vez te venceré! –mencionó una alegre Estelle. El espadachín suspiró.
—Supongo que no tengo elección. –dijo él, y Raven rio levemente.
—Si no les importa, a mí también me gustaría ir a verlos actuar. –añadió Flynn, sonriente, y Yuri lo miró, estupefacto.
—Tienes que estar bromeando… –Yuri susurró para sí mismo.
— ¡Está decidido, entonces! Brave Vesperia, a escena mañana! –exclamó Karol, alzando su mano, y Repede ladró, emocionado también.
...
Después del banquete, Brave Vesperia decidió ir a una habitación con sofás y mesitas especialmente preparada para ellos y disfrutar del resto de su tiempo libre en Zaphias. Estelle aprovechó el momento para ir a terminar de decorar su pastel con la excusa de que iría a ver cómo les iba a las criadas con la limpieza. Judith, Karol, Rita y Raven estaban muy emocionados jugando cartas mientras Flynn, Repede y Yuri los observaban sentados. Rato después, Yuri se levantó, y Flynn lo miró.
— ¿A dónde vas? –preguntó el rubio inmediatamente, temiendo que la sorpresa de la princesa se pudiera arruinar. Yuri, sin molestarse en girarse, contestó:
—Olvidé mi espada en el comedor, iré por ella.
—De acuerdo, pero no te recomiendo entrar en la cocina, es un caos en estos momentos. –mencionó Flynn con seriedad para mantenerlo lejos de la cocina en esos momentos; sabía que Yuri era muy perspectivo, así que cuidó las palabras utilizadas.
—Seh. –El espadachín sacudió su mano con poco interés y salió de la habitación.
...
Yuri caminaba por los pasillos mirando a su alrededor. "¿Cómo es que no se pierden en este lugar?" pensó el hombre, ligeramente irritado porque todos los pasillos eran idénticos a su parecer. Cuando por fin llegó al comedor, buscó con la mirada su espada, pero no la vio en ninguna parte. Extrañado, Yuri se acercó a la puerta que daba a la cocina; quizá una de las criadas la había recogido. Haciendo caso omiso a las palabras de su amigo, el espadachín abrió la puerta y lo primero que vio fue a Estelle frente a una cómoda decorando con betún un pastel de chocolate que se veía bastante apetitoso. La princesa, sorprendida de verlo ahí, trató de esconder el betún detrás de su espalda, pero fue inútil.
— ¡¿Y—Yuri?! ¿Qué haces aquí? –preguntó ella, nerviosa. Yuri encarnó una ceja y colocó una mano sobre la cintura.
—Vine a buscar mi espada, la dejé en el comedor. ¿No la has visto?
— ¿T—Tú espada…? Ah, ¿te refieres a 'Second Star'? No, lo siento… —dijo ella, desviando su mirada.
— ¿Estelle…? ¿Qué estás haciendo con ese pastel? –preguntó Yuri, curioso, y Estelle miró el postre de chocolate que tenía a su lado, casi terminado: Solo le hacía falta un poco de betún en un lado.
—Yo… esto… —la chica suspiró, rendida, mientras dejaba el betún junto al pastel; Yuri la había descubierto—. Era una sorpresa, Yuri. Este pastel… bueno… lo hice para ti.
El espadachín alzó levemente las cejas, no esperando esa respuesta.
— ¿Tú lo has preparado? –preguntó él, y la princesa asintió con la cabeza, triste porque su sorpresa se había arruinado; no se esperaba que el espadachín llegara a la cocina de la nada buscando su espada.
—Lo siento… sé cuánto te gustan las cosas dulces y quería sorprenderte, pero quizá no sea muy buena cocinado, y… —comenzó Estelle, pero calló cuando Yuri caminó hacia ella y observó el pastel, curioso.
— ¿Puedo tomar un trozo? –preguntó él de repente. Estelle parpadeó.
— ¿Huh? S—sí, ¡claro! Es tuyo. –dijo ella, y después, tomó un pequeño plato, un tenedor y un cuchillo. Procedió a partir un trozo de pastel con betún y lo colocó en el plato. Acto seguido, se lo entregó al hombre junto a ella. Él tomó el plato y tomó un pedacito con el tenedor para después abrir la boca ampliamente y probarlo. Estelle lo observaba fijamente masticar su creación, esperando una reacción de su parte. Yuri masticaba lentamente, saboreándolo… y de repente, abrió los ojos como platos y dejó de masticar.
— ¿Y—Yuri? –preguntó Estelle, nerviosa, pero la mirada del espadachín parecía transportarse a otro lugar, a un evento muy lejano y nostálgico...
...Y de repente, el espadachín se vio de niño, jugando con Flynn a las espadas de madera, para después ser llamados por la señora de la posada del barrio bajo que los esperaba con una gran rebanada de su pastel de chocolate.
El sabor del pastel de Estelle… era el mismo que el que solía hacer la señora de la posada.
Delicioso pastel que, con cada mordisco, traía de vuelta escenas y recuerdos que Yuri ya había olvidado.
— ¿Yuri…? –volvió a preguntar la princesa, ya más tranquila al ver que el joven se había pasado su trozo.
—Perdón Estelle, ¿dijiste algo? –dijo él tras regresar a la realidad, mirándola a los ojos. La joven negó con la cabeza.
—Uhm… ¿te gustó el pastel?
Yuri la observó unos segundos, y después esbozó una media sonrisa y asintió.
—Sí, tengo que admitir que está delicioso. –la mirada de la princesa se iluminó—. Y sabe idéntico a un pastel que solía hacernos la señora de la posada a Flynn y a mí, ¿por qué?
Estelle inclinó su cabeza hacia un lado con una tierna sonrisa, haciendo sonrojar levemente al espadachín.
—Es la misma receta. Flynn me ayudó a conseguirla: fuimos con la señora de la taberna del barrio bajo, fue muy amable y nos la compartió. Es el mismo pastel que solías comer cuando eras niño, Yuri. –explicó la joven, y Yuri no pudo evitar reír suavemente.
¿Así que Flynn también había ayudado, eh? Eso explicaría por qué no quería que entrara a la cocina.
Yuri colocó su mano sobre la cabeza de Estelle suavemente, y la acarició con ternura. La joven se sonrojó ante su inesperada muestra de afecto.
—Gracias, Estelle. Has despertado en mí una ligera nostalgia. Desde que era un niño no probaba este delicioso y casero sabor. –agradeció el espadachín. Estelle sonrió, orgullosa del éxito obtenido.
—Me alegra que te haya gustado, Yuri. –dijo ella, y después tomó el betún para terminar de decorar la parte restante. Yuri se terminó su trozo de pastel al lado de ella, satisfecho, y después le preguntó a la joven:
— ¿Tú lo probaste?
Estelle negó con la cabeza, ligeramente apenada.
—No, no todavía.
Y entonces, Yuri le tendió su plato, ofreciéndolo para que ella se sirviera un trozo.
—Pruébalo. Está muy bueno.
Estelle parpadeó y lo miró. Después, asintió alegremente y tomó el plato para servirse un trozo. La princesa tomó un pedazo de pastel con su tenedor, y cuando estaba a punto de llevarse el trozo del pastel a su boca, Yuri interfirió y se comió ese mismo trozo, dejando boquiabierta a la princesa y con un ligero rubor en sus mejillas.
— ¡Y—Yuri! –exclamó ella, entre nerviosa y asombrada. Yuri solo la observó mientras masticaba, indiferente.
— ¿Mmh? –murmuró él, obviamente tomándole el pelo. Estelle suspiró y tomó otro trozo. Esta vez, nada ni nadie impidió que ese pedazo llegara a su boca; la joven lo saboreó, lo masticó con suavidad para deleitarse con el sabor del chocolate…
Y asombrada, descubrió que Yuri tenía razón: El pastel estaba muy bueno, y tenía un toque de chocolate casero que le mejoraba el sabor todavía más. No evocaba ningún recuerdo en ella, pero el simple hecho de pensar que ese mismo postre había crecido con Yuri, hacía que su corazón latiera más rápido.
— ¿Y bien? –preguntó Yuri con una sonrisa tras observarla comer.
—Tenías razón, está delicioso. –dijo ella, y después tomó otro pedazo de pastel del plato con su tenedor y lo colocó frente a los labios del espadachín.
—Yuri… abre tu boca, por favor. –ordenó ella, ligeramente nerviosa. Yuri parpadeó, perplejo, y encarnó una ceja.
— ¿Me vas a alimentar? –preguntó él. Estelle asintió, y un ligero color rojo apareció en sus mejillas. Yuri desvió la mirada, poniéndose ligeramente nervioso de repente—. De acuerdo…
Y tras esas palabras, cerró sus ojos y abrió la boca; no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas románticas, pero tampoco le importó.
El amor era un sentimiento bastante extraño, pensó.
Estelle llevó el tenedor hasta la boca del espadachín, y éste se comió el trozo de pastel que estaba sobre el cubierto, masticándolo aún con los ojos cerrados. Estelle sonrió tímidamente.
—B-bueno… el pastel es todo tuyo, Yuri. –le recordó Estelle, y cuando el joven terminó de masticar el trozo, mencionó:
—Supongo que no estaría mal compartirlo con los demás; tienen que saber que has mejorado en tus habilidades gastronómicas. –Yuri esbozó una media sonrisa, satisfecho, y Estelle asintió. De repente, la puerta de la cocina se abrió, y la pareja se encontró con los ojos de impresión de Flynn, que llevaba la espada de Yuri, 'Second Star', en una mano.
— ¿Flynn? –preguntó Estelle, girándose completamente para verlo y quedando de espaldas a Yuri.
—Ah… señorita Estellise… —mencionó él, no muy seguro de qué decir. Yuri le compartió una mirada de indiferencia.
— ¿Por qué está mi espada contigo, Flynn? –preguntó el espadachín mientras se cruzaba de brazos.
—Venía a decirte que Karol vio que la olvidaste en el comedor y se la llevó con él a la habitación, pero olvidó decírtelo…
—Bueno, gracias Comandante. –sonrió Yuri, burlesco. Flynn frunció el ceño. Después, observó a la princesa.
—Supongo que ya le dio la sorpresa a mi cínico amigo, señorita Estellise. –comentó el rubio mientras dirigía su atención al pastel partido. La princesa asintió.
—La sorpresa no salió como esperaba, pero Yuri disfrutó mucho de pastel, y eso es lo que realmente importa. –explicó la chica.
—Vaya Flynn, ¿querías recordarme cómo comíamos pastel después de las peleas que teníamos, en las cuales me derrotabas la mayoría de las veces? –sonrió Yuri sarcásticamente—. Eres malvado.
El rubio respiró, tratando de mantener la compostura.
—Solo creí que sería una buena oportunidad para que recordaras viejos momentos y sabores. Además, la señorita Estellise no sabía qué tipo de pastel prepararte. –se defendió Flynn.
—Sí, Flynn me ayudó mucho. —Añadió Estelle—. Eso me recuerda, deberías probar un poco, Flynn. Después de todo, solías comerlo cuando eras niño también, ¿no es así?
—Eh, yo… pero el pastel…
—No te preocupes por eso, lo pienso compartir con todos los demás de todas maneras. –intervino Yuri. El rubio se frotó el cuello tímidamente.
—De acuerdo… entonces, sólo un trozo, por favor. –murmuró el comandante.
Después de un rato, los tres amigos regresaron a la habitación donde estaban los demás, y todos juntos comieron del pastel de chocolate preparado por Estelle para Yuri, asombrados por el buen sabor que tenía. Tras golpear un par de veces a Raven por sus bromas relativas al pastel dedicado a Yuri (golpes cortesía de Rita Mordio), Brave Vesperia decidió pasar la noche en el castillo para partir todos juntos al día siguiente hacia la Isla Nam Cobanda y así ser parte de otra obra como en los viejos tiempos.
...
