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Era un día brillante y soleado en el pueblo de Halure; el árbol que representaba la villa estaba imponente como siempre, con sus interminables pétalos de un suave color rosa que adornaban las tranquilas calles del pueblo. Estelle estaba sentada debajo del árbol escribiendo un nuevo cuento para los niños del lugar, inspirada por las aventuras de la semana pasada en la Isla Nam Cobanda y la obra en la que participaron ella y sus amigos, en donde una mujer era la protagonista y luchaba por rescatar a su mejor amiga de las garras de un malvado monstruo que deseaba conquistar el mundo.

Estelle sonrió para sus adentros; sus amigos de Brave Vesperia llegarían más tarde a visitarla, y podría ver a Yuri nuevamente tras una larga semana sin su presencia.

Estaba ansiosa por volver a entrelazar su mano con la de Yuri.

Después de unos momentos, la joven princesa cerró suavemente el cuaderno donde estaba escribiendo su historia y se puso de pie mientras se sacudía el vestido. Posteriormente, la joven decidió ir a dar un paseo por el poblado mientras llegaban los demás, dispuesta a admirar a su alrededor. Estaba cruzando el puente principal cuando sintió a alguien detrás de ella:
—Así que aquí estás. –Una profunda y masculina voz susurró a su oído, haciendo que ella alzara la cabeza mientras su corazón daba un vuelco. Se giró para ver a la persona, aunque sabía quién era perfectamente.
— ¡Yuri! –exclamó ella, entre aliviada y asombrada de verlo ahí tan pronto con Repede. Sin pensarlo dos veces, la princesa rodeó con sus brazos el cuello del espadachín y lo atrajo hacia ella para abrazarlo con singular alegría. Yuri dejó escapar una pequeña risita, disfrutando del momento.
—Yo también estoy feliz de verte, Estelle. –mencionó el hombre entre risas mientras correspondía al acto, llevando sus brazos alrededor de la pequeña cintura de la princesa. Al sentir los brazos del espadachín alrededor de su cintura, Estelle gimió, alarmando a Yuri.
— ¿Pasa algo? –preguntó él, ligeramente preocupado. Estelle lo soltó para mirarlo a los ojos y negó con la cabeza.
—No, no, es solo que… no estoy acostumbrada a tu contacto, Yuri. –explicó ella, ligeramente nerviosa.
— ¿No te gusta? Si es así, lo evitaré. –mencionó él, desviando la mirada. Estelle sacudió rápidamente la cabeza
—¡No es eso! Al contrario, se siente muy…bien… —murmuró ella, con las mejillas teñidas de color rosa—. Es solo que… esto es algo nuevo para mí.
Yuri la observó con una mirada llena de curiosidad, y ella lo dejó ser.

Segundos después, una maliciosa sonrisa se dibujó en los labios del espadachín.

—Bueno, entonces espero que te vayas acostumbrando, Estelle. –y tras esas palabras, Yuri acercó su rostro al de la princesa lentamente, tal y como la primera vez durante la obra en la isla Nam Cobanda. Estelle volvió a quedarse inmóvil, y segundos después, volvió a sentir el aliento de Yuri muy cerca de sus labios…
…Y en un abrir y cerrar de ojos, los labios de Yuri encontraron los delgados y puros labios de Estelle, sellándolos en un suave y dulce beso. Estelle abrió ampliamente sus ojos, asombrada por la nueva y maravillosa sensación, pero llevada por un impulso, los volvió a cerrar al instante, sintiendo que la sangre comenzaba a recorrer su rostro con mayor velocidad.

Su primer beso.

Estelle no podía estar más feliz en ese momento.

Desde hace no mucho, la joven se preguntaba cómo se sentiría un beso; ella anhelaba que ese momento llegara, pero se dijo a sí misma que tenía que ser paciente. Después de todo, Estelle quería que Yuri fuera el primero en intentar un beso…

…Y la espera había valido la pena.

Estelle se aferró más al cuello del joven, atrayéndolo más a ella, y asombrado, Yuri profundizó el beso al sentir las manos de la chica comenzar a juguetear con la larga cabellera del espadachín.

Era un beso torpe, pero dulce; lento, pero agradable.

Estelle podía sentir la calidez del cuerpo de Yuri, sus grandes manos recorriendo su cintura. Sus labios danzaban juntos lentamente mientras disfrutaban del sabor. La joven inhaló el aroma de Yuri: Olía a hierba, a plantas, olía a bosque; seguro cruzó el Bosque Quoi, pensó ella. Estaba disfrutando bastante del momento, pero comenzaba a necesitar aire.

Instantes después, que a Estelle le parecieron eternamente bellos, Yuri rompió el contacto lentamente. Estelle abrió sus perlas verdes despacio, y Yuri sonrió, divertido, al observar las mejillas rojas de la joven.
—Yuri… —susurró ella, como si despertara de un sueño. El rostro del espadachín aún estaba muy cerca al de ella, y sus manos seguían posadas sobre su cintura. La princesa colocó sus manos lentamente en el casi desnudo y tonificado pecho del joven, sintiendo su piel debajo de sus guantes y haciendo estremecer a Yuri con su contacto.
—Hacía mucho que quería hacer eso. –sonrió el espadachín, triunfante, y Estelle lo imitó.
—Creo que el malvado villano por fin obtuvo su beso. –comentó la princesa, y Yuri, extrañado, encarnó una ceja.
— ¿Villano? –instantes después, Yuri sonrió—. Ah, te refieres a la obra. Sí, por fin obtuvo el beso de la heroína. Y vaya que ella también lo deseaba.
Estelle se sonrojó ante el último comentario al dejar al descubierto su desesperación por besarlo, y Yuri solo rio suavemente mientras liberaba sus brazos de la cintura de la princesa, para la decepción de ésta última.
—Vayamos al árbol de Halure; seguro que los demás no tardarán en llegar. –y tras esas palabras, Yuri le ofreció su mano a Estelle, y ésta entrelazó la suya con la del espadachín alegremente.
— ¡Vamos!

Instantes después, mientras caminaban en silencio tomados de la mano hacia el imponente árbol del pueblo junto a Repede, Estelle retomó el habla:
—Yuri, ¿cómo le explicaremos a Flynn nuestra relación? –preguntó ella, ligeramente nerviosa; era una pregunta que le rondaba la cabeza a la chica desde que el Comandante los había visto casi besarse el día de la obra. Flynn era muy protector con Estelle, y no podía imaginarse qué clase de reacción tendría el Comandante al enterarse de que su princesa había comenzado una relación romántica con su mejor amigo de la infancia. Estelle observó a Yuri fruncir el ceño en reflexión, y tras unos momentos, el hombre contestó:
—Le diré yo personalmente. Quizá no lo tome de la mejor manera al principio, pero tendrá que acostumbrarse. –dijo Yuri, esbozando una media sonrisa y apretando la mano de su novia de manera tranquilizadora.
— ¿No sería mejor si le dijéramos ambos?
Yuri creía que eso era algo que prefería discutir únicamente con Flynn; después de todo, el espadachín tenía una corazonada de lo que el rubio podría decirle… y Yuri quería dejarle claro lo que Estelle era para él una vez por todas.
—Nah… primero hablaré yo con él, y después podemos decirle los dos juntos, ¿vale?
—Oh, vale… lo entiendo. Gracias, Yuri. –ella no quería dejarle todo el trabajo al joven, pero él se veía muy dispuesto a hacerlo así, por lo que Estelle decidió dejarlo ser; era su turno de confiar en su amante–. Gracias Yuri.
— ¿Huh? ¿Por qué?
—Por estar dispuesto a arriesgarte en esta relación conmigo. –sonrió ella dulcemente, y Yuri desvió la mirada, ligeramente nervioso. Yuri le había dado muchas vueltas a la relación en sus momentos de soledad; ¿sería lo mejor para Estelle? Claramente, eran dos seres completamente diferentes. Y sin embargo, la princesa parecía estar totalmente dispuesta a iniciarse en esa relación.

¿Lo estaba él?

Yuri no era bueno lidiando con sus sentimientos, pero en esta ocasión, estaba completamente seguro de lo que deseaba.

Por supuesto que estaba dispuesto, y más que nunca.

Flynn tendría que acostumbrarse.

— ¿…Y Brave Vesperia? –Preguntó Estelle de repente, sacando a Yuri de sus reflexiones—. ¿Cuándo les diremos a nuestros amigos?
—Mmm… ahora mismo, si quieres. –Estelle llevó su mano libre a su boca mientras jadeaba, asombrada.
— ¡¿A-ahora mismo?!
—No veo por qué no. –Se encogió de hombros el hombre.
Estelle se detuvo, y Yuri liberó la mano de la joven para mirarla bien. Repede se alejó de ellos en ese momento para olfatear un arbusto cercano.
— ¿Qué sucede? –preguntó él.
—Sí… —murmuró ella, y alzó su vista para mirar a Yuri con unos ojos llenos de amor—: Ahora mismo le diremos a nuestros amigos… y por fin sabrán… ¡lo profundamente enamorada que estoy de ti, Yuri!
Yuri parpadeó, asombrado de escuchar esas palabras de Estelle nuevamente con tanta fuerza.

Eso, de cierta manera, se le hizo tierno.

— ¡¿QUÉ DIJISTE?! –exclamó una tercera voz de repente, y los enamorados se giraron, perplejos, para encontrarse con una enojada Rita enrojecida y con el ceño fruncido.
— ¿R—Rita? –preguntó Estelle. Yuri suspiró.
—Oh, diablos. –murmuró el espadachín.
—Uuuuy, miren esto, parece que tenemos una princesa enamorada aquí. –mencionó Raven mientras se acercaba también, juguetón.
—Estelle, esas palabras estaban llenas de pasión. Qué envidia que puedas sentir algo así por alguien. –dijo ahora Judith, sonriente, mientras se incluía al grupo también.
— ¿Raven? ¿Judith? –preguntó Estelle, aún más nerviosa.
—Oww, Judith querida, sabes que me encantaría que sintieras eso por mí. –añadió Raven.
—No, no pasará. –contestó la krytian, aún sonriente, y se centró en los enamorados una vez más—. ¿Deduzco que son una pareja ya?
—Wow, Yuri, ¡por fin admitiste tus sentimientos por Estelle! –exclamó Karol, que salió detrás del arbusto que Repede estaba olfateando y se acercó a ellos corriendo. Yuri encarnó una ceja.
—Algo me dice que todos ustedes ya lo sospechaban… —murmuró el espadachín.
—En absoluto. –refutó Judith sin quitar la sonrisa de su rostro.
—…Como sea. ¿De dónde diablos han salido? –preguntó Yuri mientras se cruzaba de brazos.
—Hemos venido a la reunión, tal y como lo habíamos acordado. –explicó, despreocupado, Raven.
—Hay algo sospechoso aquí… —susurró Estelle.
—Eso explicaría por qué Repede salió corriendo de repente hace unos momentos. Seguramente el arbusto se movió solo, ¿verdad, amigo? –dijo Yuri mientras miraba a su can amigo que se acercaba, y el perro ladró, de acuerdo.
—Ajaja… sobre el arbusto… bueno… verás… —sonrió Karol tímidamente mientras se rascaba la cabeza. Yuri suspiró.
— ¿Qué tanto escucharon? –preguntó el espadachín seriamente.
—Desde la parte en que se ponían de acuerdo en cómo decirle a Flynn lo de su actual relación. –sonrió Judith mientras se llevaba sus manos detrás de su espalda.
— ¡¿Desde ahí?! Oh, Dios mío… —suspiró Estelle, nerviosa.
— ¿Por qué el nerviosismo? ¿Acaso hubo algo más? Ya saben, cercanía y esas cositas… –preguntó Raven, juguetón, mientras alzaba las cejas continuamente. Estelle se sonrojó.
—Déjalo ya, viejo. –Intervino Yuri, defensivo—. Bueno, al menos nos ahorraron la parte de la explicación.
—Era de esperarse. –añadió Judith. Yuri la miró, curioso—. Creí que jamás se darían cuenta de lo que sentían el uno al otro.
— ¿Qué? –exclamó Yuri.
—Lo siento hombre, pero era tan claro como el agua, principalmente por la princesa. –sonrió Raven mientras miraba a Estelle de reojo.
—No sabía a quién elegirías, Estelle, si a Yuri o a Flynn, pero debo admitir que esperaba que terminaras con Yuri. –añadió Karol.
— ¿Pero qué...? –exclamó Yuri, y después dejó escapar un suspiro, vencido—. Ya, no importa.
— ¿Estelle, por qué? –preguntó Rita de repente, tras escuchar en silencio la conversación. Todos los presentes la observaron—. ¿Por qué… él? Entre todos los hombres que hay en el planeta, tenías que enamorarte de ese cretino…
—Gracias Rita, también te aprecio. –dijo Yuri con un suspiro.
—Rita… —murmuró Estelle.
— ¡TE HARÉ PEDAZOS, YURI LOWELL! –exclamó Rita mientras alzaba sus puños y sacaba su rollo de papel, dispuesta a golpear al espadachín.
— ¡Whoa, tranquila! –exclamó Yuri, pero Estelle se interpuso entre ambos.
— ¡Rita, no! ¡Detente por favor! –rogó la princesa mientras alzaba sus brazos de manera protectora—. Yo… yo estoy enamorada de Yuri, Rita. Lo amo tal como es, porque es el hombre que me ha enseñado muchas cosas y me ha ayudado a ser mejor. Amo este sentimiento dentro de mí… y lo amo a él. Por favor, no te preocupes: Yo sé que él estará ahí para mí… como yo lo estaré para él. No te pido que lo aceptes, pero… quiero que sepas que quiero estar con Yuri.
Rita parpadeó, asombrada ante las palabras de su amiga. Después, guardó su rollo de papel y se dio media vuelta.
—¿Rita? –susurró la joven princesa.
—…De acuerdo. –se limitó a decir la chica, y después salió corriendo de ahí. Estelle estaba dispuesta a seguirla, pero Yuri la detuvo por el brazo.
—Déjala, necesitará estar sola un rato para procesar la idea. –murmuró Yuri.
—Pero…
—Rita también lo sabía desde antes. –Dijo Judith de repente, y todos la miraron—. Es solo que se rehusaba a aceptarlo; una parte de ella es sobreprotectora con Estelle, y cree que ella se merece algo "mejor". Sin embargo, ella sabe perfectamente cuánto quieres a Yuri, Estelle; lo ha sabido desde hace tiempo. Solo hay que darle su espacio para que lo acepte ahora que ya comenzaron a hacerlo público. –la mujer krytian sonrió de manera maternal.
—Rita… —murmuró Estelle mientras observaba el camino por el que se había ido su amiga.
Raven se llevó los brazos detrás de la nuca.
—Bueeeno, ¿les parece si vamos al árbol a preparar nuestro picnic? Muero de hambre. –dijo Raven—. Nuestra asombrosa maga es muy fuerte, no hay necesidad de preocuparse por ella.
Karol asintió.
—Raven tiene razón. Además, ya empieza a dar hambre…
—Entonces, vamos a prepararlo. Así, una vez que Rita regrese, encontrará todo listo. –sonrió Judith, y los tres se dirigieron al árbol.
—Ya escuchaste a Judith, Estelle, así que esperemos a Rita junto al árbol. –mencionó Yuri, y Estelle asintió mientras volvía a entrelazar su mano con la del espadachín.
—Vamos. –dijo la princesa antes de mirar por última vez el camino por el que su joven amiga se había ido, y acto seguido, la pareja siguió a los demás en compañía de Repede.

...

Estelle, Repede y Karol prepararon el lugar para el picnic mientras que Raven rebuscaba bebidas alcohólicas entre las canastas sin éxito alguno. Yuri y Judith, por otro lado, preparaban los sándwiches con singular entusiasmo. Cuando todo estuvo listo, Judith los llamó a todos para que se sentaran alrededor de la manta. A pesar de que todo estaba ya listo, decidieron a que Rita apareciera; y dicho y hecho, la joven maga se acercó a ellos con paso lento instantes después. Los ojos de Estelle se iluminaron ante la presencia de su amiga.
— ¡Rita, volviste! –exclamó ésta, emocionada. La joven maga desvió la mirada, sonrojada.
—Sí, solo necesitaba aclarar la mente… –tras esas palabras, la joven se sentó junto a Estelle.
— ¿Cómo te sientes ahora? –le preguntó Judith maternalmente. La maga se cruzó de brazos.
—M-mejor...
—Rita…yo… —comenzó a Estelle, pero Rita la detuvo colocando su mano enfrente de ella.
—No digas nada, Estelle, yo soy la que está mal aquí. –comenzó ella, y bajó la mirada, nerviosa—. Sé lo mucho que disfrutas de la compañía de ese tonto, y he visto cómo lo mirabas en el Coliseo… he sido una tonta al tratar de fingir que nada pasaba. Pero si esto es lo que ustedes quieren, Estelle, y ambos son felices así… entonces… yo también soy feliz.

Después de esas palabras, la joven maga tosió; ¿de verdad había dicho esas cursis palabras?

A pesar de eso, Estelle sonrió, aliviada. Rita tragó saliva, aún más nerviosa.
— ¡P—pero que quede claro, Yuri, que si le haces algo a Estelle que YO no apruebe, me encargaré de castigarte personalmente! –exclamó Rita. Yuri esbozó una media sonrisa.
—Esa es la Rita que conozco. –dijo el espadachín. En eso, Estelle abrazó fuertemente a Rita, y del asombro, el rostro de la maga se enrojeció totalmente.
—Gracias. –susurró la joven princesa suavemente, y Rita abrió más los ojos.
—Bueno, les deseo total felicidad a la nueva pareja. –sonrió Judith entonces.
— ¡Sí! ¡Se ven geniales juntos, chicos! –añadió Karol con emoción.
—S-sí… Estelle… disfruten esto… -Rita tartamudeó, su cara aún bastante roja.
—¡Ah, amor de juventud! ¡Que las Diosas bendigan su relación! –mencionó Raven con un ligero tono de mofa, y después miró a Judith que se sentaba a un lado de él–: Judith, querida, ¡es nuestro turno!
—No lo creo. Ahora, disfrutemos todos de la comida. –dijo Judith, rompiendo el corazón de Raven otra vez. Rita se levantó y le dio un puñetazo en la mejilla al arquero.
— ¡Gracias a todos! –Exclamó felizmente Estelle.
—Sí. –Asintió Yuri–. Ahora, ¡a comer!
Todos los demás asintieron y disfrutaron del picnic con una sonrisa en sus rostros: estaban muy felices por la relación que florecía, y disfrutaron de una cálida tarde debajo de los pétalos del imponente árbol de Halure.

...