N/A: ¡Hola a todos!, tanto tiempo verdad?...Vaya que he tardado con estos capitulos, pero me he hallado escasa de tiempo y disposición últimamente, pero ciertamente que esto al tener estructura es más sencillo escribir sus capitulos, aunque a veces quisiera fueran más largos. Gracias por la buena acogida que le dieron al primer capitulo espero que les guste este, como dije antes esta historia quiero que se desarrolle lentamente asi que me disculparan si no sucede mucho :C Pero digamos que quiero contextualizar más de una situación previa.
Aquella tarde Kurita realmente se preguntó si era lógico seguir con los entrenamientos, es decir, ellos ya habían perdido la temporada, y ya apenas quedaba un mes para el campeonato de Navidad de ese año. Por lo que tampoco contaban con más jugadores extras que quisieran jugar y seguir entrenando en el equipo hasta la temporada próxima.
Las cosas empezaron a ponerse complicadas, en el momento que Musashi tuvo que abandonar el campo por el accidente de su padre…Sin embargo, no era su culpa.
Pobre Musashi, seguro que él también debía sentirse muy triste.
El viento helado mecía los arboles desnudos que apuntaban a un cielo gris brillante, al hombre de línea se le antojo un paisaje algo nostálgico, como la tarde en que por primera vez entrenaron como los Deimon Devil Bats. Suspiró, y se cruzó de brazos, su desánimo no serviría de nada y probablemente irritaría a Hiruma (que ya andaba bastante más difícil de lo habitual).
Debía ser optimista, pensó.
Después de todo, quedaba el otro año aún, junto a sus dos torneos, para clasificar al Xmas Bowl, todavía quedaban oportunidades. Además seguro que Musashi volvería pronto, muy pronto.
Llegó al cabo de diez minutos a la pequeña bodega del club perdida en una de las esquinas del enorme patio del instituto. Recordando el difícil humor de su capitán, intentó abrir la puerta con el cuidado de no hacer más ruido del necesario, usando la mayor delicadeza que su enorme y torpe cuerpo podía brindarle. No obstante, la pieza de madera apenas chirrió un poco al deslizarse, para su alivio.
Al ingresar se encontró con el rubio sentado de espaldas a la puerta, junto a la mesa de estrategias, bebiendo una taza de humeante café entretanto observaba distraídamente las tres figuritas que poseían rostro dentro del campo, a diferencia de las otras nueve que no tenían (debido a que, esas eran de jugadores adicionales que iban y venían, según el libro de extorsiones de Hiruma y cuanto se pudiera aprovechar de estos). Estas tres evidentemente eran ellos. Hiruma, Kurita, y Musashi. El quarterback balanceaba la última entre sus delgados dedos, distraídamente.
Tal figurita caricaturizaba muy bien al moreno, con sus grandes cejas oscuras, mirada desinteresada y pómulos salientes.
Por alguna razón se sintió incómodo al encontrarle allí, como si irrumpiese algo sumamente personal… Aunque, pensándolo bien, la partida de su compañero era algo que los afectaba a él y a Hiruma. Compartían ese sentimiento (a pesar que el capitán jamás admitiría que también lo extrañaba a su manera)
El extraño momento no duró demasiado, ya que por accidente el monumental chico pateó una de las cajas que almacenaban las cosas del equipo, sobresaltando a la torre de control, que tuvo el descuido de no notarlo hasta ese instante. Se giró fijando en él sus afilados ojos verdes con cierta suspicacia, Kurita no se atrevió a decir palabra alguna y se limitó a arreglar el lío que había ocasionado.
Aprovechando que ya no le prestaba atención, tomó la figura de Musashi, guardándola en uno de los cajones. Ya no la usarían, al menos por un largo tiempo-pensó.
-Hasta que al fin llegas gordo.-Musitó con voz seca sobresaltando al Ryoukan quien tiró unas fichas que estaba recogiendo del piso, haciendo reír al demonio.
-Vaya, creo que te hice esperar más de lo usual…L-lo siento, he estado un poco distraído últimamente.-Se excusó algo avergonzado, el quarterback hizo un ademán de regañarlo de la forma violenta en que siempre expresaba su ira, mas como si recordase algo de pronto, relajó su rostro y con voz apagada inquirió:
-¿Sigues preocupado por ese jodido viejo, verdad?-El más alto pudo sentir cierta ironía en la pregunta entristeciéndose en su interior. El entendía lo difícil que era para él aceptar todo esto, sin embargo el que se mantuviera en esa fría actitud de rechazo, solo hacía la situación peor.
-Sí…-Admitió luego de un rato, vencido- Después de todo, somos amigos y me preocupa.-Al decirlo, Hiruma frunció los labios y tensó su pálida frente.
-Musashi debe sentirse terrible, deberíamos ir a verle.-Propuso al fin, después de un silencio que comenzaba a ser incómodo. Sonrió, esperando animarle un poco…Sin éxito alguno.
- No, no nos incumbe.-Declaró gélidamente- Ya vámonos a entrenar Gordo, se hace tarde y sin él tenemos que trabajar aún más para sobrellevar su ausencia.-Siseó cortante y severo, tratando de rehuir al tema mientras tomaba un par de cosas para el entrenamiento.
Hoy solamente serían él y Kurita.
El defensa le siguió algo frustrado, mientras frotaba sus regordetas manos de forma ansiosa, y pensó un par de segundos en que decirle al rubio que ya salía resueltamente por la puerta.
-¡Pero H-hiruma!…Tu y yo somos amigos de Musashi, tenemos que apoyar-
-Ve tú si quieres.-Interrumpió inmediatamente alterado, dando a entender que no cedería. El otro chico le miró con añoranza rogando en silencio, mientras el rubio seguía su camino dando el tema por cerrado.
-Iré.-Acotó decidido, miró seriamente al demonio que le daba la espalda.-Si te arrepientes puedes ir conmigo, seguro que eso pondría muy feliz a Musashi.-
-Ya dije que no gordo.-Volteó mostrándole por primera vez en ese día una emoción real, aunque Kurita no pudo precisar cual era exactamente.- Además, no creo que quiera que lo veamos en este momento, ya sabes como es, cuando se trata de este tipo de cosas.-
El número setenta y siete asintió ya más convencido, comprendiendo escasamente.
-Joven Takekura, veo que hoy a llegado más temprano-Saludó sonriente una de las enfermeras jóvenes que cuidaba de su padre, se encogió de hombros impasible, con sus ojos cerrados.
-Supongo…-
La chica le vio con tristeza inclinando su cabeza hacia delante como si se tratara de un animalito abatido, apretó la mandíbula, él odiaba esas expresiones en la gente.
-Lo lamento mucho su situación sabe… Además en este momento acabamos de administrarle un sedante, ya sabe, parte de los procedimientos de turno. Yo solo espero que no sea un inconveniente.-Se excusó la señorita, de forma engorrosa.
-No, no lo es…-Respondió secamente mirándola impasible, a lo que ella musitó algo como un tímido "entiendo…" no muy convencida. Pasó de la joven y se dirigió directamente a la habitación en que descansaba su padre.
Sus pasos resonaban solitarios por el largo pasillo de las habitaciones del hospital que yacían en un silencio parecido a la muerte. Al cabo de unos minutos llegó a la habitación del número 623.
Al entrar, se encontró con la blanca e inmaculada habitación a la que ya estaba acostumbrado, al final de ella en la última cama a la izquierda se encontraba el hombre que buscaba, envuelto en las sábanas casi por completo. Era moreno, poseía un oscuro cabello negro con algunas canas entre medio además de unas marcadas arrugas alrededor de su rostro que insinuaban su carácter duro e intransigente. Lucía pálido, sudado, ojeroso, y muy delgado, la intravenosa a su lado se conectaba a su muñeca, brindándole un sustancia incolora que identificó como suero, junto a una pantalla negra que marcaba los apacibles y débiles latidos de su corazón, en una línea verde oscura, emitiendo un sonido constante que llenaba el lugar.
Musashi se acercó a la cama y le contempló estoicamente como siempre hacia con todo, aunque en su interior el sentimiento era de profunda preocupación e impotencia. Funcionaba así.
Debido a que: siendo él, todas las emociones que experimentaba siempre eran violentas, y lo desequilibraban, así que solía evitarlas, habitualmente por medio del desinterés.
A un par de metros se hallaba una silla negra, plegable, que usaba al acompañar a su padre durante las horas. En ocasiones leía el periódico o veía televisión. Ya que rara vez conversaba con él, y cuando sucedía era mayoritariamente para discutir…Lo cierto era que su relación, se encontraba lejos de ser buena.
Su padre se removió entre las mantas sudoroso, el corazón del chico dio un salto angustiado. Se inclinó sobre el viéndole con aprehensión, listo para llamar a quién sea.
-¿Sucede algo malo hijo?- Preguntó una voz conocida oportunamente desde la puerta entreabierta, sacándolo de sus terribles conjeturas. Su dueño, un hombre mediano que llevaba una bata blanca sobre sus hombros ,abierta en medio dejando ver un sweater negro, de escasa cabellera gris y unos lentes redondos cobrizos, alojados sobre el puente de su nariz quebrada y larga. Le sonreía educadamente, caminando hacia él con aquel gesto del saludo formal.
Gen nunca parecía acordarse de su nombre, el galeno sabía, pero no le importaba. Era un buen tipo. Ciertamente lo que sí recordaba, él era el médico de cabecera de su padre y un buen profesional que se preocupaba por la salud de sus pacientes. Le respetaba.
-Buenas tardes.-Saludó con ese tono formal que suelen usar los médicos, mientras extendía su mano con cortesía, Gen le devolvió el gesto casi con automatismo. Musashi le dedicó una mirada expectante y con voz algo ronca y atropellada inquirió:
-¿Como han salido los exámenes?-
El vivaz semblante del profesional de la salud pareció opacarse un instante, incomodo bajo la vista ante la el gesto de consternación del joven frente a él. Removió sus dedos haciéndolos resonar sobre la tabla de diagnostico como si estuviese evaluando algo, levantó sus ojos grises enfrentándole, se aclaró la garganta y dijo:
-Takekura-kun, Tenemos que hablar sobre el estado de su padre.-Al decir esto un gélido escalofrío se deslizó por sus espaldas. Gen tuvo la seguridad en ese momento de que las cosas ya no podían empeorar más. El médico le indico en silencio que le siguiera hacia la salida. Metió las manos en sus bolsillos y simplemente siguió al hombre hacia a fuera de la habitación, en el pasillo.
Un sudor tibio se descendía por su pálida frente pegándole sus teñidos mechones rubios, que yacían húmedos. Su respiración pesada inundó el vestidor al momento en que entró seguido por un mucho más transpirado Kurita a sus espaldas quién prácticamente tenía adherido el uniforme a su cuerpo. Sonrió complacido, mostrando su blanca hilera de afilados dientes, agradecido interiormente por la dedicación de su compañero.
-Buen entrenamiento Gordo.-
Su voz pasó del otro, quién sorprendido asintió parpadeando confuso. Hiruma meneó su cabeza de un lado hacia otro, su amigo siempre sería un idiota.
El linebacker demoró un lapsus en comprender que el rubio agradecía su compañía y atolondradamente también rio. Viendo que su capitán ya se encontraba de mejor humor que de temprano quiso aventurar su suerte con una pequeña pregunta.
-Hiruma no quisiera molestarte pero…Hoy día iré a comprar unos bollos a Ochiai*, y me preguntaba si quisieras acompañarme-
El chico se quedo observándolo incrédulamente ante tan extraña petición de parte de su compañero.
-Sabes que odio los pasteles.-
Kurita bajo su cabeza derrotado y gesticulando nervioso con las manos insistió.
-No digo que comas conmigo…-
-¿Eh?-Nuevamente le miró con esa expresión de "me-estás-jodiendo".- ¿Entonces porqué demonios quieres que vaya?-
El chico suspiró, y deseo que su plan funcionara.
-Es una especie de encargo, y bueno creo que necesito tu ayuda.-Dijo finalmente tratando de parecer convencido.
-¿Mi ayuda? Para escoger un estúpido pastel…-
-Bueno sí.-
-Que no el gordo aquí eres tú.-Unas cascaditas de lagrimas aparecieron en los ojos del Ryoukan.-Hiruma que cruel eres…-Lloriqueó con dramatismo.
El demonio liberó aquella risita burlesca e irónica tan característica en él, y con brusquedad sacó su metralleta de su espalda lanzando una estrepitosa ráfaga de tiros al aire, sobresaltando de muerte al otro adolescente.
-Apúrate jodido gordo, no tengo todo el día.-Declaró con severidad, cruzando sus brazos orgullosamente, Kurita junto sus manos emocionado.
-¿¡Irás!-
Hiruma se encogió de hombros y no respondió nada mientras caminaba hacia su locker.
Notas finales:¿Bueno y que tal? Espero que les haya gustado, espero seguir actualizando prontamente. Todas sus sugerencias, comentarios y tomatazos constructivos son bien recibidos :)
