~Capítulo I~
.
.
.
Preludio
En el hospital, Kakashi-sensei estaba a punto de revelar en qué consistía el entrenamiento al cual Naruto iba a ser sometido cuando Lee y Gai entraron de sopetón a la habitación; al parecer aún no se habían enterado de la muerte de Asuma. Tsunade había decidido que era mejor no anunciarla, por el momento.
—¡Sakura—chan!— vociferó Lee—, ¿puedes venir con nosotros unos minutos?
Todos en la sala se dieron la vuelta por el estruendoso grito.
—¿Qué quieres con Sakura-chan, cejotas?— inquirió Naruto, molesto por la interrupción y sobre todo porque la llamaba sólo a ella.
—¡Calla, Naruto!— le ordenó ella—. Claro, Lee.
Naruto frunció el ceño, pero no dijo nada más.
Sakura los siguió con ciertas ganas de regresar, pues quería escuchar lo que su sensei iba a comunicar. Salieron del edificio y se encontraron con el tranquilo y soleado jardín del hospital. De pronto maestro y alumno se pusieron serios como nunca antes se los había visto. Eran un duo realmente admirable.
—Sakura— habló Gai—, queremos proponerte una cosa— ella asintió curiosa por saber de qué se trataba—. Consideramos que eres la ninja más adecuada para esto, tienes astucia e inteligencia y además posees una gran fuerza de voluntad— la joven sonrió a modo de agradecimiento por los elogios.
Al notar que no seguían hablando, no pudo evitar preguntar:
—¿De qué se trata, Gai—sensei?— comenzó a impacientarse.
—Verás, Lee y yo tenemos la misión de escoger al ninja más apto para llevar al bijuu de dos colas.
¿El bijuu de dos colas? No estaba segura de haber escuchado bien.
—Perdona, ¿qué?
—Que tú eres la elegida para llevarlo— Gai sonrió como siempre lo hacía, Lee lo imitó.
Los destellos de sus dientes la cegaron. O quizás había sido la noticia.
''¡Claro que dirás que si!— le gritó su Inner dando pequeños saltos—¿Has visto lo poderoso que es Naruto? Ahora tú tienes la oportunidad para serlo y así recuperaremos a Sasuke—kun''.
Su inner lo deseaba. Pero a la vez, no sabía en lo que se estaba metiendo. Lo haría por la aldea, se necesitaba un contenedor. Aunque sabía que la reacción de Naruto probablemente no iba a ser la mejor.
—Acepto.
La voz le salió más temblorosa que lo normal.
—¿Estas segura, Sakura? Ya lo has visto a Naruto, es difícil controlar a estas bestias, muchos te verán como un demonio— le explicó el menor—, Akatsuki te buscará hasta extraer el bijuu y…en el caso de que te atrapen... morirías— eso último lo dijo en voz más baja y mirando hacia el suelo de una manera que a los ojos de ella resultó realmente tierna.
—Lee— lo llamó con dulzura—, ustedes mismos han dicho que sería buena como jinchuriki, además estoy ayudando a Konoha, no creo que haya muchos ninjas dispuestos a llevar el demonio— esbozó una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora.
—Bien en ese caso, ¡vamos con Tsunade para sellarlo!— exclamó Gai con su incomparable sonrisa.
Sakura alzó una ceja.
—¿Tan pronto?— preguntó.
—Si, no queremos que Nibi reviva con su verdadera forma, en este momento está muerto por así decirlo, pero renacerá en pocos días, seguramente te lo sellarán hoy.
''Eso es muy pronto… ¿Y si luego me arrepiento? Decídete rápido, Sakura'' se ordenó.
—De acuerdo.
Tenía miedo. Pero, ¿quién más iba a aceptar? Además, por primera vez, su Inner decía algo inteligente. Muy. Era su oportunidad para no terminar detrás ni de Sasuke ni de Naruto.
Los tres ninjas se encaminaron hacia la torre Hokage. Una vez allí entraron a la oficina.
—¡Tsunade-sama!— saludó Gai—. ¡Hemos hecho la mejor elección, Sakura—chan!
Por un segundo, el rostro de la Hokage reflejó profundo asombro. Si bien no le sorprendía que Sakura hubiese aceptado, no se esperaba que la escogiesen a ella.
—¿Sakura? Bien, buena elección— les dijo a los dos shinobis—. Por favor, retírense.
Los dos hicieron una reverencia después de agradecer y salieron de allí. Antes de salir, Lee alzó el pulgar en dirección a Sakura, para infundirle ánimos.
—¿Estas segura de lo que estás haciendo?— inquirió la Hokage.
—Si, Tsunade-sama.
—Bien— cruzó los las manos en su habitual pose—, este es el Nini, el demonio que tendrás dentro— tomó un frasquito en donde se veía una niebla azul y se lo mostró.
—¿Ese?— preguntó Sakura con confusión, pues no parecía ser muy letal.
—De momento está muerto, probablemente revivirá en unos días, por eso es preciso que lo sellemos pronto, ¿comprendes? En lo posible entre hoy y mañana— Sakura asintió—. Existen tres técnicas de sellado que podemos utilizar, tú elige la que más te apetezca— volvió a asentir—. La primera técnica es la del sellado de la vida. Se debe vaciar el chakra del bijuu, lo cual es muy difícil y el jinchuriki está obligado a perder un órgano o extremidad.
Estaba claro que con ''una extremidad'' no se refería a un simple dedo.
—Vaya… ¿La segunda?
—La segunda la conoces, es la que lleva Naruto, el sello de los cinco elementos. Con esta técnica no se necesita agotar al bijuu, pero debe morir la persona que lo sella.
Sakura inspiró profundo. No quería perder ninguna parte de su cuerpo, pero tampoco quería que se produjera una muerte innecesaria sólo porque no le apetecía perder alguna parte de su cuerpo. Sobre la tercera técnica reposaban todas sus esperanzas.
—¿La tercera?— quiso saber.
Era su última esperanza. Pero estaba segura de que también tendría un costo. Cruzó los dedos.
—El sello del alma. Es el más poderoso de todos. Te lo puedes hacer tú misma y además controlarás al bijuu a la perfección. Sin mencionar que no se necesita ningún sacrificio ni se debe agotar al bijuu.
—Pero, imagino que eso tiene un precio— con aquellas ventajas, debía de ser enorme.
—Perderás todas tus habilidades y jutsus— le informó la Godaime.
¿Perder una parte del cuerpo? ¿Dejar morir a alguien? ¿O perder sus habilidades y sus jutsus? Definitivamente la última opción era la mejor.
—Elijo la tercera opción.
—¿Estás segura de lo que estás haciendo?— volvió a formular la misma pregunta—. Perderás tu fuerza, tu ninjutsu medico, tu habilidad con el genjutsu, tu taijutsu, todo. Piénsalo bien.
Sakura asintió con ganas.
—No permitiría que alguien muera, ni tampoco me gustaría perder alguna parte de mi cuerpo. Elijo la tercera opción— repitió.
—De acuerdo— se masajeó las sienes—, pero luego te irás a entrenar y no pararás hasta alcanzar tu anterior nivel, ¿entendido? Bien. Lo haremos ahora mismo, no hay tiempo que perder. ¡Shizune!— llamó a los gritos.
La morocha entró a trompicones en la oficina. Llevaba a el cerdito en brazos.
—Cubre mi puesto mientras no esté— le ordenó.
Con el frasquito que contenía a Nibi, Tsunade se dirigió a su sala personal. Sakura la siguió y entró a la ya conocida habitación donde tanto tiempo pasó estudiando, esforzándose, practicando…
''Y pensar que ahora lo perderé todo… Pero por una buena causa''. Y sonrió para sí, orgullosa de su decisión.
Observó la sala ya muy conocida, con todo sus libros y el polvo.
—Escúchame bien— le exigió con su fuerte tono de voz—. Te explicaré cómo debes hacer el jutsu. Sólo tendrás una oportunidad, así que presta atención.
—Debes morderte el dedo como si fueras a hacer el kuchiyose no jutsu, pero harás otros sellos— le entregó un papel.
Sakura lo leyó con ávidez. Era muy largo, pero al menos disponía del tiempo que no tenía cuando se enfrentaba a enemigos.
—¿Por qué tantos tigres?
—El tigre es el sello que simboliza al fuego, el Nibi maneja ese elemento. En el momento en que termines, empujarás la niebla sobre tu vientre y si lo has hecho correctamente, éste lo absorberá. Luego, para que no escape, debes firmar con tu sangre, la cual obtienes de la herida realizada al principio. Practica.
Tsunade se retiró de la habitación y la dejó sola.
Sakura se recostó en el suelo y comenzó a practicar. Al cabo de una media hora, volvió a donde la Hokage y le informó que ya había finalizado. Para su sorpresa, en la oficina Hokage se encuentra su amiga-enemiga Ino Yamanaka. El asombro en su rostro debió ser muy evidente ya que Tsunade le dijo:
—Ino está aquí porque copiará tus habilidades con un jutsu mental, y luego te los insertará cuando despiertes. No será lo mismo, no tendrás la práctica, pero si la teoría, con lo cual aprenderás mucho más rápido.
Sakura asintió comprendiendo la presencia de la Yamanaka. Con una sonrisa le agradeció su ayuda. Las tres mujeres se encaminaron a la sala. La joven le enseñó los sellos a su maestra y ésta la dio por aprobada.
—Estás lista. El justu— la Godaime apremió a Ino.
Con sus manos, la rubia formó un círculo el cual apuntaba hacia Sakura y cerró un ojo. Miró a través de él y copió en su mente las técnicas de la kunoichi.
—Bien— Sakura se acostó, pues vio que su maestra comenzaba a abrir el frasco—, tómalo— le tendió la niebla azul.
Sakura no alcanzó a entender cómo Tsunade podía mantenerla concentrada en su mano sin que se deshaciera hasta que la aprisionó en su mano. Era una sensación sumamente extraña; sentía la densidad propia de la niebla, pero esta no se dispersaba como cualquier otra niebla ordinaria lo haría, si no que podía sentir en su mano un ardiente núcleo que la mantenía concentrada y que casi le quemaba.
Se levantó su blusa para dejar libre su vientre; llevó su dedo izquierdo a la boca y sintió el pinchazo propio de las mordeduras; realizó cada unos de los sellos a la perfección; empujó el bijuu dentro suyo; firmó sobre su abdomen.
Y se vio invadida por la oscuridad. De súbito un gato enorme con ojos dispares emergió de las sombras.
Fuera, Tsunade e Ino la tomaron con fuerza entre sus brazos con fin de aminorar las convulsiones que sacudían el cuerpo de la kunoichi. También le ladearon el rostro, de esa manera evitaban que se ahogase con su propia lengua. Esperaron unos momentos y la epilepsia desapareció.
Sakura abrió los ojos.
Se sentía tan extraño. Por un momento, creyó perderse a sí misma. Ino volvió a señalarla con el circulo de sus manos, devolviéndole todos los recuerdos de sus técnicas.
—Mueve tus dedos— pidió Tsunade.
Ella obedeció. La Godaime le hizo varios chequeos médicos generales. Todo estaba en órden. Pero la cabeza le daba vueltas. Finalmente, salió de la oficina con la advertencia de ir inmediatamente a descansar.
Caminó sin rumbo dándose cuenta de que poco a poco recuperaba la consciencia. Sus pasos la habían llevado hasta la residencia de los Hyuga. Contempló la gran casa. Bueno, por algo era una de las familias más grandes y poderosas de Konoha. Caminó unos metros más y vio una construcción de cemento considerablemente alta. Tenía forma de cilindro.
Sintió deseos de subir a ella de modo que se preparó para ascender con sus pies. Y recordó que había olvidado todo lo relacionado a los jutsus y al chakra. Optó por un modo más civilizado y subió por la escalera que se encontraba en la parte posterior.
Llegó hasta arriba. Calculó que aproximadamente se encontraba a unos treinta metros. Se preguntó cuál era la finalidad de la construcción, no parecía muy últil en ningún sentido. Podía ver el patio de los Hyuga desde allí. Los cabellos de Hinata y Hanabi se mecían en el aire mientras estaban en combate. Movían las muñecas casi a la velocidad de la luz, trantándo de golpearse mutuamente con sus dedos en lo que Sakura supuso que era una de las técnicas de puño gentil.
A decir verdad, el jardín era muy hermoso teñido de un verde muy vivo e infinidad de flores. Era una lástima que no pudiese ser visto desde el frente. Desde aquel cilindro de cemento, se veía también los rostros de los Kages mucho más de cerca.
Una vez arriba, dejó que el viento acariciase sus mejillas. Sus cabellos se alborotaron y pudo verlos bailando frente suyo. Se sintió en paz. Era un buen lugar para estar y reflexionar. Pensó en el Nibi dentro de su interior. Seguí sin saber si había hecho bien. Pero ya estaba hecho.
Por alguna razón, deseaba encontrarse con Naruto. Algo la atraía a ese deseo. Vio como las luces del atardecer menguaban. Algo en ella había cambiado.
[...]
El ninja de cabellos plateados miró a lo lejos. Se preguntó qué traía a la Hokage y a Sakura su entrenamiento con Naruto. Las dos figuras se hacían cada vez más visibles. Pudo ver a Sakura caminar más insegura de lo normal.
—Kakashi, Sakura lleva ahora al bijuu de dos colas— informó Tsunade sin preámbulos una vez que había llegado; Naruto abrió los ojos como platos al escucharlo—. Durante el sellado, olvidó sus habilidades, mas no lo teórico. Tienen tres días para que vuelva a ser la misma; prioriza este trabajo.
Dicho aquello, la princesa de las babosas se retiró del campo de entrenamiento. El ninja copia le sonrió a su alumna con su ojito feliz; no era una noticia para él, Gai ya se lo había contado. No era el caso del rubio, quien la miraba casi sin habla.
—Sakura-chan— pausa y suspiro—, ¿tu eres como yo? Quiero decir… —una mezcla de tristeza y molestia teñía la voz de Naruto; no quería que su compañera sufriera lo que él.
Definitivamente, Sakura no sabía en lo que se había metido. Naruto experimentó varios sentimientos a la vez. El verde césped crujió bajo sus zapatos.
—Konoha necesitaba un contenedor— explicó ella, un poco agobiada.
Naruto no podía concebir como alguien era capaz de elegir vivir con tal carga. La chica que amaba había arruinado su vida por decición propia sin siquiera saberlo. No obstante, algo en su vientre, justo en su sello, le cosquilleaba y lo empujaba hacia ella. No era amor y no tenía idea de porqué lo sentía. El problema radicaba en que no sabía si era algo bueno o malo.
Ante los rostros confundidos de sus ahora nuevamente alumnos, Kakashi resolvió intervenir:
—Sakura, le estaba a punto de explicar a Naruto las ventajas de entrenar con clones.
—Y, ¿cuál es, Kakashi-sensei?— preguntó Naruto, intentando volver a su anterior entusiasmo y disipar la tensión; sin mucho éxito.
—Haz un bunshin— ordenó el jounin—. Tú también, Sakura.
Naruto realizó los sellos correspondientes y el clon apareció a su lado. Ella lo imitó, pero en vez del clon, apareció en el suelo una masa gris y sin vida ni forma aparente.
Al ver el jutsu fallido al estilo de sus primeros días en la academia, el rubio estalló en una sonora carcajada que hizo enojar a su amiga. Lista para dar un buen golpe, llevó chakra a su puño; sin embargo, al golpear a su objetivo, éste no se movió ni un ápice. Tampoco dio señales de dolor alguno, lo cual sólo la enfureció aún más. Y también aumentó las risas.
Kakashi los observaba sin articular palabra.
—¡Sakura-chan ya no puede golpearme!— exclamó alegre, festejando—. Oye, ¿quieres salir conmigo luego del entrenamiento?— aprovechó su oportunidad.
—¡Shanaroo!
Un nuevo y poderoso puñetazo mandó a volar al joven, que cayó unos a unos cuantos metros hacia atrás. Naruto quedó tendido en el suelo rodeando con sus brazos donde la chica le había golpeado. El imperturbable Kakashi y la iracunda Sakura se acercaron a él, pues habían atisbado fuego en su ropa. Efectivamente, las llamas consumían su chaqueta. Rápidamente, Kakashi realizó una técnica de agua y condujo un poco de ella para apagar a Naruto.
—Sa-kura-chan— articuló con dificultad—, ese fue el peor golpe que me has dado en la vida.
La Haruno se miró las manos extrañada.
—¿Katon?— se preguntó a sí misma—. Ya veo, es el elemento del Nibi.
—Debemos perfeccionar tus habilidades con urgencia. Hoy haremos taijutsu, mañana genjutsu y por último ninjutsu— estableció Kakashi.
Naruto se incorporó palmeando los restos de ceniza en su ropa.
—Joder, Sakura-chan— continuó quejándose.
—Como verás, aún puedo golpearte— dijo con orgullo.
Sakura le tendió una mano y le ayudó a pararse. El Uzumaki quería recordarle que aún no había contestado a su pregunta, pero se lo pensó mejor y se calló la boca.
—Bien, comencemos. Naruto, tú me ayudarás con Sakura.
Y se pusieron a trabajar. A lo largo de la jornada, la joven fue recuperando sus habilidades en el combate cuerpo a cuerpo, incluyendo a las armas. Durante el entrenamiento, Sakura sintió que cada movimiento que realizaba era el primero que había en su vida.
—Mañana comenzamos con el genjutsu —le dijo a su alumna—. Como ya sabes, requiere control de chakra. Si aún te quedan fuerzas, practica ahora en el árbol. Buenas noches— el adulto se despidió y se fue a descansar.
En ese momento, las estrellas ya brillaban desde el cielo. Había sido un día extenuante. Y aunque un día no era suficiente al haber olvidado años de práctica en batalla, Sakura sentía que había mejorado.
Pero lo que más le preocupaba era esa misteriosa atracción hacia Naruto. La firma en su panza le picaba y la arrastraba a él, como imanes. Resolvió olvidar aquello.
Se decidió a hacerlo. Caminó hasta el árbol más cercano. Los recuerdos de los inicios del equipo siete la asaltaron. Recordaba con nostalgia y alegría a la vez cuando miraba a sus dos compañeros desde la cima del àrbo, jactanciosa por haber subido primera. Reía ya que ellos no eran capaces de realizar una tarea tan sencilla como subir hasta la cima. Y porque por fin sentía que los superaba en algo.
Claro que todo eso había quedado atrás.
Tocó la áspera corteza, algunos trozos marrón oscuro se desprendieron de ella. Ahora ella era la incapaz, como de costumbre. Miró hacia arriba y contempló las estrellas por unos momentos. Kakashi y Naruto ya se habían acostado probablemente. Suspiró aliviada, no verían sus vergonzosas caídas.
La joven concentró energía en sus pies, tal y como le había indicado a Naruto ya hace mucho tiempo. Sintió que era la primera vez que hacía eso. Detestaba profundamente tener que volver a empezar desde cero. Aunque todavía no había probado el poder de su bijuu. Era una gran bestia de chakra, en algo la ayudaría, ¿no? A Naruto le daba poderes únicos.
Sakura apoyó un pie en el árbol y sintió como este se adhería al tronco. Sonrió. Con un poco más de confianza, subió medio metro. Pero resbaló.
—¡Mierda!— soltó cuando su espalda chocó con la fría tierra.
Se quedó allí por unos segundos, boca arriba mirando las estrellas y la luna que la iluminaban tenuemente. Debía levantarse, ¡debía levantarse!
—Sakura-chan— al parecer Naruto no se había acostado aún—. ¿Qué haces?— la miró en el suelo y lo supo.
Rió, tratando de ocultarlo para no recibir un nuevo puñetazo.
La chica cerró los ojos con algo de rabia. Ella, que, en ese ejercicio, había sido mejor que Naruto y Sasuke antes, ahora hacía el ridículo frente a su compañero. El rubio le tendía una mano desde lo alto. Su orgullo le suplicaba no tomarla. Pero consideró que él sólo estaba siendo amable, así que lo hizo.
Al estar ambos a la misma altura, Naruto le regaló una media sonrisa y ensortijó sus dedos con los de ella. Sakura se sintió algo incómoda cuando él unió sus manos.
—Yo te ayudaré— se señaló a sí mismo.
La Haruno aceptó de mala gana. Ambos se pararon frente al árbol.
—Sólo tienes que hacer lo que me dijiste tú aquella vez— explicó—. Lleva el chakra a tus pies.
—¡Lo sé, Naruto!
La de pelo rosa sintió que la trataba de estúpida. Aunque sabía que él solamente quería ayudarla. Sacudió la cabeza levemente.
Juntos, dieron un paso hacia adelante y subieron unos centímetros en el árbol. De esta manera, estaban paralelos al suelo. Continuaron subiendo. A cada movimiento, Sakura se recordaba dónde debía concentrar su chakra.
Estuvo a punto de caerse varias veces, pero la mano de Naruto estuvo allí para impedirlo. Las ramas comenzaron a aparecer y junto al follaje formaron algunos pequeños obstáculos. De a poco, llegaron a la cima.
Se maravillaron con la vista. Los frondosos árboles formaban un manto verde oscuro en la noche. Las estrellas, más vistosas que nunca, los miraban desde arriba. Los invadió una calma relajante. Respiraron, hondo, el aire fresco.
—Gracias, Naruto— mencionó ella.
Él, que estaba absorto contemplando el cielo estrellado, no entendió.
—¿Por qué?
—¡Por ayudarme, baka!
Vio el puño de la chica a sólo un centímetro de su mentón.
—Bueno, bueno— articuló nervioso—, un golpe no es una buena forma de agradecer, ¿no crees?
Sakura sonrió imperceptiblemente.
—No, claro que no— batió sus pestañas.
Al bajar, Sakura le pidió que no la tomara de la mano para probar hacerlo sola. Llegó al suelo sana y salva. Le dio las buenas noches a Naruto y se embutió en su bolsa de dormir. Recordó, no sin algo de temor, lo que Tsunade le había dicho: mañana informarían a sus padres que, oficialmente, era una jinchuriki. Y estaba segura de que ellos no se lo tomarían bien; pues no habían estado contentos con que Naruto estuviera en su equipo.
A pesar de estar nerviosa, se durmió rápidamente.
Naruto abrió su bolsa de dormir y se cubrió hasta el tope. Ni su gorro para dormir podía quitarle el frío. Sentía que el frescor del césped traspasaba a su improvisada cama. Movió y flexionó sus piernas repetidas veces en un intento de calentarlas. Luego se encogió.
Después de unos minutos, comprobó que se había caldeado. Sacó su cabeza por encima de las telas. Y lo primero que vio fue el rostro de Sakura, quien dormía plácidamente. Su rostro estaba relajado y parecía como si nada la perturbara. Se veía muy bien así. Se ve bien siempre, pensó él. Durante todo el tiempo experimentaba esa atracción. Debía de estar obsesionado, dedujo. Pero no era así.
Suspiró y se acostó boca arriba. Tenía que hacer volver a Sasuke. Era una obligación. Por ella. Pero también por él.
[...]
Al día siguiente ocurrió algo que Sakura no esperaba. O al menos no tan pronto.
—¿Has practicado en el árbol?— le preguntó Kakashi.
Ella asintió.
No habían desayunado y ya debían seguir trabajando. El sol ni siquiera había salido del todo.
—¿No decías que el desayuno era la comida más importante del día? ¿Dónde está?— se quejó Naruto.
El rubio, aún con lagañas en los ojos le hizo acordar lo que Kakashi les había dicho el primer día que lo enfrentaron. Recordó que Sasuke había podido rozar los cascabeles que debían atrapar. Siempre había sido así. Siempre un paso adelante de él. Hasta con Sakura era así. De cualquier manera, nunca perdería las esperanzas.
—Bien. Practicarán genjutsu— anunció el ninja copia ignorándolo; Naruto bufó—. Esto te vendrá muy bien, Naruto, no es especialmente tu punto fuerte, ¿cierto?— dijo burlón, como una venganza por el reproche del desayuno.
¡Claro que no! Además no le gustaba que Kakashi le señale sus debilidades y menos frente a Sakura. Pero a decir verdad, aquello lo motivaba a mejorar. Vaya, qué bien que lo conocía.
—Los engañaré con el más fácil y luego seguiré aumentando la dificultad. Deben intentar salir de él.
Cuando Kakashi dijo eso, sus dos alumnos sabían que no iban a comer hasta el almuerzo.
El maestro hizo unos pocos sellos y el jutsu comenzó a hacer efecto. Tanto Naruto como Sakura experimentaron la misma sensación que cuando Ororchimaru invadió konoha. El Uzumaki venció el engaño fácilmente.
Vamos, yo lo conozco, sólo debo actuar a tiempo, se dijo Sakura. Intentó cortar el flujo del chakra invasor. Pero pronto se sintió aletargada, pues se trataba del genjutsu adormecedor.
Sin embargo, pronto se vio ante unos grandes barrotes que se mantenían juntos gracias a un papel con su firma. Del otro lado, un par de ojos de color dispar la miraban desde la oscuridad.
.
.
.
¡Domo! ¡Ahora nuestra Saku hablará con Matatabi! :3
Olvidé decir, en el capi pasado, que creo que Naruto ya está enamorado, así que son los sentimientos de Sakura los que hay que trabajar más.
Me despido y, ¡gracias por leer y dejar review!
11/09/2014
