CAPITULO 2 – No es magia, ¡Es tecnología!

- ¿Dónde demonios estoy? - se preguntó confundido Linco, un erizo violeta de ojos amarillos y púas onduladas - pareciese que hace solo un momento estaba... – continuó mientras bajaba la mirada y observaba su atuendo. Estaba ataviado con una armadura plateada de cuerpo completo - pero también se siente como si hubieran sido siglos - Observó el espadón gigante que cargaba en su hombro derecho, un espadón algo deforme hecho completamente de diamante salvo por su empuñadura que era de roca obsidiana - conservo mi arma, eso es algo - sus ojos pasaron del arma que cargaba a la niña inconsciente que llevaba alzada en brazos - ¿quién es esta cachorra y por qué está tan maltratada? que les habrá hecho a esos dos para que... - apretó con fuerza los dientes sin terminar la frase - no es momento para preguntarme estas cosas, tengo que llevarla con un curandero rápido, está perdiendo sangre, pero... ¿dónde demonios voy a encontrar un curandero? - el caballero estaba en un verdadero dilema. No sabía con seguridad en qué lugar se encontraba. Lo último que recordaba era la cueva de cristal y a la hechicera. Salió de la caverna atravesando unas puertas gigantes de oro y se encontró engullido rápidamente por la oscuridad del lugar.

-¿cómo se supone que voy a encontrar mi camino si no puedo ver nada? - gruñó Linco para sí mismo.

Volvió sobre sus pasos a la habitación con el suelo de piedra negra parándose cerca del gato que había dejado inconsciente – si estos tipos llegaron hasta aquí quiere decir que saben cómo salir – pensó Linco – pero no creo que cooperen conmigo, así que supongo que voy a tener que buscar alguna alternativa...

El erizo se concentró en el gato quién despertó repentinamente y sobresaltado miró en derredor -¿Eh? ¿Qué? ¿Dónde...? - balbuceó Nimble algo aturdido. Sus ojos recorrieron la cueva pasando por donde estaban el caballero y la niña y por donde yacía su compañero pero aparentemente estos eran invisibles para él– ¡mierda! Colt me dejó acá tirado, ¡qué hijo de puta! - dijo con rabia mientras se levantaba – Además, ¿de dónde carajo salió el erizo ese? Se llevó el espadón de diamante por lo que veo… – Linco notó un leve dejo de ira en la voz del criminal.

Sin agregar nada más Nimble se encaminó en dirección de la puerta con el caballero pisándole los talones. Mientras caminaban en la oscuridad podía sentir que un hilo de sangre caía desde la niña y corría por el brazo con el que la estaba sosteniendo pero no dejó que esto lo desconcentrase. Si el gato se llegaba a dar cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo iba a tardar más en salir de aquel lugar y eso solo empeoraría la situación. Después de un rato de caminar en la oscuridad llegaron hasta una escalera en espiral que ascendía hasta un hueco en el techo por el cual se filtraba algo de luz.

- Ese hijo de puta va a tener que escucharme un par de cosas, forro de mierda... - refunfuñaba el malandra mientras subía la escalera seguido de cerca por el erizo. Una vez arriba se encontraron en una especie de estructura de piedra algo maltratada por el tiempo, como un templo pero muy pequeño para considerarse tal. Nimble siguió caminando sin prestarle atención al lugar y salió por la puerta al final del corredor. Linco por su parte se demoró un poco más deteniéndose para observar su entorno.

-¡Hey! ¿Pero qué carajo? –se escuchó que decía la voz del criminal desde afuera del pequeño templo – ¡Alto! ¡No te muevas! – exclamó una voz extraña acompañada por varios pares de pisadas. El caballero se acercó a la puerta y vio que la entrada del templo estaba rodeada por gatos ataviados con ropas de apariencia indígena y armados con lanzas. El más grande de ellos era aparentemente su líder. Apenas el erizo se asomó por la puerta con la niña en brazos el líder del grupo cambió su foco de atención en este.

- ¡qué ninguno de ustedes se mueva! –grito un poco alarmado mirando el enorme espadón que cargaba Linco.

- a quien carajo le están… -El gato enmudeció a mitad de la frase al ver al caballero parado en la entrada con Ayun en brazos – ¿cómo…? ¿En qué momento…? ¿Qué…? – estaba extremadamente confundido. Linco le lanzó una mirada llena de asco y de un momento a otro el malandra cayó inconsciente. El semicírculo de gatos se agitó un poco sobresaltados por el estrepito del cuerpo al golpear el piso.

-Perdí la concentración, pero a esta altura creo que ya no me va a hacer falta ese tipo – pensó para sus adentros mientras observaba detenidamente el circulo de hostiles.

- ¿Cuál es tu asunto aquí? – preguntó con autoridad el líder de los gatos mientras sus ojos pasaban del arma del erizo a la niña que traía en brazos

- Estoy buscando un curandero para esta niña –respondió Linco con voz firme – fue herida por el tipo que yace en el suelo frente a ustedes y su compañero.

El gato se rió mirando a sus compañeros quienes lo acompañaron en la burla – eso no nos interesa en lo más mínimo. Lo que yo quiero saber es que están haciendo en uno de nuestros lugares sagrados – se colocó delante de sus compañeros amenazándolo con la punta de la lanza.

El caballero solo se quedó parado mirando a los ojos a su interlocutor sin saber que responder. Él ni si quiera sabía dónde estaba parado, nunca había escuchado que existiera una tribu con las características de los gatos en ninguno de los 12 reinos de Pelagus – No quiero pelear, necesito ayuda para esta niña. Soy amigo no enemigo – se concentró en el líder mientras decía estas palabras. La expresión del gato comenzó a cambiar un poco. Al principio pareció confundido. Tardó en responder, pero cuando lo hizo su expresión estaba llena de confianza.

- Aún no sé quién eres, pero hay sinceridad en tus palabras extraño – todos los integrantes del semicírculo se miraron entre ellos asombrados por el cambio de actitud repentino en su líder – dime quién eres y que hacías allí y yo decidiré si te ayudo o no– bajo la lanza y la apoyó en el piso esperando la respuesta. Linco esperaba un poco más de cooperación, pero aparentemente eso era lo mejor que podía conseguir.

-Para serles sincero nada de esto me es familiar. Hace unos momentos me desperté en el fondo de esta caverna y lo primero que vislumbre fue a esta chica herida en el suelo y a este gato y su compañero tratando de robar mi espadón – Linco no dejaba de mirar al líder a los ojos fijamente, concentrado en mantener el control sobre los sentimientos de este.

Justo cuando el gato estaba por responder, una figura salió de entre los árboles. Era alguien alto, cubierto de una armadura que a Linco se le hizo muy extraña. Pero le era aún más extraño el yelmo, completamente cerrado y con dos finas hendiduras que emitían un débil resplandor verde. Aparentemente este no se había dado cuenta de la presencia de Linco y los gatos aún -Están cada día más persistentes estos boludos. Dentro de poco voy a tener que empezar a tomármelos en serio – se dijo a sí mismo la figura aun mirando hacía el bosque – pero por ahora ya me deshice de ellos así que ni drama – terminó mientras se volteaba para emprender camino pero se encontró frente a frente con el filo de una lanza – ¡Wow! ¿Qué mierda? Para loco, ¡le podes sacar un ojo a alguien con eso! A mí no claro, ya que este casco está bien blindado pero si fuera otra persona yo…

-¡Silencio! – Vociferó el gato que sostenía la lanza – tus parloteos me están empezando a causar dolor de cabeza…

-bueno, está bien, calmémonos todos – dijo el extraño –estamos hablando como gente civilizada. Bueno, por lo menos yo soy civilizado. Ustedes parecen sacados de la tribu de alguna película de Indiana jones y aquel erizo parece que se lo trajeron del Señor de los Anillos…

Linco solo se limitaba a observar sin entender una palabra de lo que decía el intruso. Había perdido la concentración gracias a la interrupción del mismo, pero el líder de los gatos ahora estaba demasiado concentrado en este como para darse cuenta de ello. Sin mediar otra palabra el jefe tomo su lanza y con paso decidido le atesto un golpe en el pecho al parlanchín intruso, sin embargo, lejos de hacerle algún daño, la punta se partió en pedazos.

-Bueno, eso fue completamente innecesario – dijo este- pero viendo el nivel de evolución de ustedes creería que voy a estar más seguro si me tomo el palo–acto seguido dio media vuelta y hecho a correr seguido de cerca por todos los felinos dejando a Linco muy confundido.

-¡Mierda! ¡Ese imbécil apareció justo cuando estaba por conseguir que ese gato coopere! –Se lamentó Linco – ahora tendré que buscar otra forma de ayudar a esta niña - Dio un rápido vistazo a los alrededores con la esperanza de ver alguna señal que le indicara un camino, por leve que fuera, pero solo se avistaban árboles y las viejas ruinas de las que acababan de salir. Al final decidió probar suerte e internarse en la espesura. Divago entre los árboles, arbustos y troncos caídos por un buen rato. Poco a poco la desesperación empezaba a ganarle terreno, si no conseguía pronto ayuda la niña no iba a lograrlo. Justo en esos momentos escuchó pasos metálicos que se acercaban. Linco se paró firme y tuvo preparado su espadón para contra atacar en caso de que fuese necesario, sin embargo los pasos cesaron a los pocos metros y una voz ligeramente familiar sonó desde atrás de unos arbustos – ¡no me ataques! Solo vengo a hablar – La figura del extraño que los había interrumpido unos momentos antes volvió a aparecer detrás de un matorral. Linco lo miró con desconfianza - ¿Quién eres? ¿Qué buscas?

-¿Quién soy? Bueno… - repentinamente el yelmo de su armadura se desarmo en trozos los cuales se juntaron detrás de la cabeza de su interlocutor y se hundieron juntos en su armadura dejando a la vista el rostro de un joven jirafa con pelaje amarillo verdoso claro y largos cabellos y barba castaños oscuro.

-¡Magia! – rugió Linco y adoptó una posición ofensiva, listo para atestarle un golpe al extraño caballero.

- ¡no no no! – Se atajó el joven – No es magia, ¡es tecnología! Aunque mirándote bien probablemente para vos sea lo mismo… - agrego en voz baja como para sí mismo

-¡Si no eres un hechicero entonces como explicas lo que acabo de ver! – lo increpó violentamente el caballero, la magia siempre le había inspirado repulsión después de todo.

- Mira, con la facha de Lancelot que tenés vos es al pedo que trate de explicártelo, así que para hacértelo fácil solo te voy a decir que a este traj… digo, a esta armadura la robé y ya funcionaba de ese modo en aquel momento.

- ¿La robaste? ¿Entonces eres un ladrón?

-Era una situación desesperada. La necesitaba – respondió el extraño mientras se encogía de hombros – Por cierto, mi nombre es Krajil – agregó extendiéndole la mano. Linco dudo unos momentos, pero al final decidió estrecharle la mano.

- Mi nombre es Linco Waikilef, caballero plateado de Ruten y fiel servidor del Rey.

- ¿Ruten? Mhh… nunca lo había sentido… voy a tener que ponerme a leer bien el guión me parece… -comentó Krajil para sus adentros como si Linco no lo escuchase. Al erizo esta actitud le pareció algo extraña pero tenía cosas más importantes de las que ocuparse

- Krajil, ¿no conocerás la ubicación de algún curandero por estos lares? Esta niña necesita ayuda con urgencia – Preguntó el caballero mientras le indicaba el lugar donde cargaba a la cachorra con un gesto de la cabeza.

-Mhh… la re cagaron a trompadas che ¿fuiste vos?

- ¡¿Yo?! ¡Cómo te atreves a si quiera insinuarlo!

-¡wow! ¡Baja un cambio chabón! Fue solo una pregunta… - se defendió Krajil – pensé que quizás había hecho magia o algo así y por eso la atacaste, pero ya veo que nada que ver…

- Tienes una manera muy extraña de hablar – Apuntó Linco – fueron un gato blanco con parches marrones y una comadreja de color café que usaba un extraño sombrero.

- ¿Un gato y una comadreja? ¿Por casualidad no sabes si se llamaban Colt y Nimble? – Inquirió él joven jirafa

- Sé que uno se llamaba Colt, supongo que el gato era Nimble – Linco levantó una ceja algo desconfiado – ¿Los conocías?

- Más o menos, digamos que no nos llevamos muy bien no más – La voz de Krajil sonaba algo divertida mientras hablaba – pero bueno, volviendo al tema de tu amiga. La verdad que no soy de la zona, sin embargo, si conozco a 3 individuos que de seguro estarán encantados de ayudarte.

- ¿Lo que dices es cierto? ¿Dónde puedo encontrarlos? – exclamó Linco con alivio

- De hecho ellos te van a encontrar a vos, lo único que tenés que hacer es quedarte acá un ratito… mmh… digamos unos 10 minutos más o menos

- ¿Solo eso? – El caballero tenia serias dudas y al parecer se reflejaron en su rostro ya que Krajil le hizo un gesto con la mano indicándole que no se preocupara.

- Esos 3 me vienen siguiendo desde hace 2 días, pero estoy seguro que después de ver el estado en el que se encuentra Ayun van a abandonar la búsqueda para ayudarte.

- ¿Ayun? ¿Así se llama esta niña?

- ¿Ah? ¡Ah! No sé, ni idea ¿si no sabés vos que venís con ella como puedo saberlo yo? – Krajil se miraba las uñas mientras hablaba como si estuviera distraído cosa que molestó al erizo, pero trató de disimularlo por el momento.

- bien, entonces… ¿por qué te están persiguiendo esas personas? Y sobre todo ¿Por qué piensas que van a estar dispuestos a ayudarnos?

- porque son oficiales de la ley y es su trabajo – miró en derredor mientras decía esto – y temo que ya me tengo que ir, no quiero estar acá cuando lleguen – acto seguido se lanzó como una flecha atravesando unos matorrales dándose a la fuga

- ¡Hey! ¡Espera! – Gritó Linco con la mirada fija donde Krajil acababa de desaparecer, pero fue en vano – Que tipo tan extraño… - luego miró a la niña que llevaba en brazos. Esa extraña jirafa no le inspiraba confianza, pero era la única opción que tenía que no incluía seguir divagando por los bosques– Supongo que tendré que confiar en él – suspiro mirando a la jovencita – resiste un poco más…

Sin embargo no tuvo que esperar mucho ya que a los pocos minutos Linco escuchó voces en las cercanías. Dudó unos instantes, pero decidió tomar el riesgo y dirigirse hacia la fuente de las mismas. Entre los arboles atisbó a una leona de pelaje violeta grisáceo y un extraño cabello que parecía estar hecho de gusanos de pelo seguida de cerca por una cierva de pelaje gris azulado y cabello naranja fuerte. Un poco más rezagado también las seguía un león de color verde grisáceo y cabello entrelargo. Todos ellos iba ataviados con ropas extrañas, varios cintos cruzados y cargaban unos trozos de metal macizo como si fueran una especie de ballesta. El trio no tardó en notar la presencia de Linco quien resaltaba con la armadura y el espadón.

- ¡Alto! ¿Quién vive? – Preguntó con voz fuerte y altiva la leona mientras levantaba el trozo de metal en dirección del erizo. Sus compañeros la imitaron mientras comenzaban a rodearlo.

¿Que debía decir ahora? Probablemente no era buena idea nombrar a Krajil ya que según las palabras del mismo lo venían persiguiendo – Mi nombre es Linco Waikilef – respondió con voz clara y firme sin despegar la vista de la leona – soy un caballero plateado de la nación de Ruten y busco auxilio para la niña que llevo en brazos – La leona intercambió miradas con sus compañeros algo confundidos

-¿Ruten dijiste? ¿Dónde queda ubicado eso? – lo increpó esta.

- ¡Eso no importa ahora! – Exclamó con impaciencia – llevo demasiado tiempo buscando ayuda, ¡ella esta grave!

- ¡Soltá tu arma entonces! – Esta vez fue el león el que habló. Linco dejó caer el espadón en la hierba haciendo un ruido sordo y levantando una pequeña nube de polvo. La cierva le hizo un gesto a su compañero y se acercó al erizo mientras se colgaba la extraña ballesta en la espalda.

- Cualquier movimiento en falso y mis compañeros no van a dudar en abrir fuego – lo amenazó esta mientras observaba a la niña con ojo crítico – necesitamos una extracción urgente Kárin, esta niña esta grave – gritó con una nota de preocupación en la voz. La leona sin perder ni un segundo tomó un extraño artilugio negro que llevaba colgando y le habló al mismo

- Kárin a central, ¿me reciben? – Linco viendo este comportamiento por un momento pensó que quizás estaban locos como Krajil, pero a los segundos surgió una voz del objeto

- Aquí central, te recibimos fuerte y claro, ¿Cuál es la situación?

- Necesitamos una extracción urgente. Tenemos un herido, Civil, menor de edad – miró a la cierva quien tomó el propio objeto que ella llevaba y agrego – múltiples hematomas y posiblemente algunos huesos rotos. Está en compañía de un erizo ataviado con una armadura de metal.

- ¿Armadura de metal dijiste? – la voz del artilugio sonó confundida

- Ya va a haber tiempo para preguntas más tarde – le espetó con impaciencia la cierva

- Muy bien, ya enviamos una unidad médica a sus coordenadas. Arribará en unos minutos.

Durante todo el proceso Linco miró atónito al trio. Al principio pensó que se trataba de magia nuevamente. Sin embargo las palabras de la extraña jirafa volvieron a su mente "no es magia ¡Es tecnología!". Decidió ignorar sus instintos en pos del bienestar de la niña y reprimió la ira repentina que lo había invadido.

- Necesito que bajes a la niña y la acuestes en el suelo para estabilizarla – El león verde también se había acercado bajando su trozo de metal. La que se llamaba Kárin sin embargo no se inmuto y siguió apuntándole. Linco miró con algo de desconfianza a su interlocutor mientras depositaba a la cachorra con cuidado en el suelo. Acto seguido él tomo una bolsa cuadrada que llevaba colgada en su espalda y con ayuda de la cierva comenzaron a limpiar las heridas de la niña usando algunos líquidos extraños y a aplicar curiosos vendajes con tiras de tela que se adherían a la piel como si estuvieran recubiertas de una sustancia pegajosa. Linco miraba de reojo a la leona que no bajaba la guardia de a intervalos pero sin mediar palabra. Una vez que terminaron con el extraño ritual, el león colocó el bolso a modo de almohada bajo la cabeza de la niña y el y su compañera se incorporaron mirando fijamente al erizo.

- Bien, tu… amiga ya está estabilizada – anunció el León – ahora vas a darnos algunas respuestas mientras esperamos el transporte… - Linco solo lo miro seriamente sin decir nada, cosa que el trio no supo cómo interpretar – bien, necesito que seas más cooperativo si esperas conservar tu libertad – le espetó. Linco le sostuvo la mirada unos segundos, pero al final respondió:

- Muy bien, voy a responder sus preguntas

- Eso está mejor – el león le dio una rápida mirada a la niña y luego volvió a posar la vista en el caballero – ¿Qué le ocurrió a la niña?

- No estoy seguro como pasó, pero sé que fue atacada por un gato blanco con parches marrones y una comadreja color café que usaba un extraño sombrero

Los tres se miraron entre ellos.

- Suenan como Colt y Nimble – Razonó la cierva

- Eso es lo mismo que dijo la jirafa – Casi al instante supo que había cometido un error al decir eso. Los 3 habían virado bruscamente la cabeza nuevamente hacia Linco y lo miraban con desconfianza.

- ¿La jirafa? ¿Una jirafa masculina con una armadura de alta tecnología por casualidad? – preguntó de manera inquisidora Kárin.

- Me encontré con él hace unos momentos – explicó Linco – Él fue el que me sugirió acudir a ustedes para ayudar a la niña.

- ¿Te dijo como se llamaba?

- Krajil, se llamaba Krajil

La cierva hizo un gesto exagerado con los brazos mientras daba una vuelta en su lugar con frustración – Claro que te lo propuso… ¡sabe que no podemos evitar ayudar civiles! ¡Maldita rata inmunda y traicionera! – exclamó con ira

- Ese Krajil… ¿es un criminal? – inquirió Linco con curiosidad.

- Si, y uno muy escurridizo… hace más de dos años que le estamos siguiendo la pista, siempre que nos logramos acercar a él, logra escapar de alguna forma estúpida y dejándonos en ridículo – explicó el León contrariado – ¡Ya estoy harto de las burlas del Dark Team cada vez que eso pasa! – agregó con rabia

- ¿Olvidémonos de Krajil por el momento quieren? Tenemos otras cosas de que ocuparnos – Kárin luego miró al cielo unos momentos como buscando algo – Vos dijiste que te llamabas Linco ¿Verdad? – Volvió a posar la vista en Linco quien asintió con la cabeza – Mi nombre es Kárin, la cierva se llama Kavya y el otro León Kirt, somos miembros de la división especial de operaciones de GUN. Decime Linco, ¿de dónde sacaste esa armadura y ese…? - apunto con un gesto de la cabeza al espadón que yacía en el piso a su lado.

- La armadura fue forjada por uno de los mejores herreros de Ruten – comenzó a narrar Linco – cuando se me asignó el mando de los caballeros plateados del Rey durante los conflictos contra los Avígenos… - mientras hablaba Linco no dejaba de ver como Kárin, Kavya y Kirt intercambiaban miradas cómplices entre ellos como si no le creyeran del todo, sin embargo no se detuvo – Y la espada la conseguí mucho tiempo después, luego del combate que sostuvimos en los picos de Krébec contra los dragones. La bestia más grande derretía la piedra con su aliento por donde fuese que pasaba y cuando acabamos con todos ellos lo encontré entre los trozos de roca obsidiana y cristal.

- Bueno… - dijo no muy convencido Kirt, pero en ese momento se escuchó un silbido potente y las copas de los árboles se empezaron a agitar con violencia. Linco escudriñó el cielo para ubicar la fuente de ese silbido y lo primero que pensó es que se trataba de un pájaro de metal de importante tamaño, sin embargo en un segundo vistazo vio que se trataba de una especie de carreta voladora de metal y que de su interior bajaban personas usando cuerdas mientras el mismo se queda flotando por arriba de la arboleda.

- ¡Ya era hora! – Exclamó Kárin con reproche a uno de los individuos que acababa de bajar de la enorme carreta.

- Vinimos lo más rápido que pudimos, ustedes no están precisamente a la vuelta de la esquina – le recriminó este mientras varios tipos vestidos con ropas similares a la de Kavya y los demás, pero de color blanco se acercaban a la cachorra y la examinaban.

- ¿Cómo se llama? – le preguntó uno de los hombres en blanco

- Yo no... – Titubeo el erizo – Ayun, creo que se llama Ayun

- Muy bien, vamos a llevar a Ayun a la base, usted va a tener que acompañarnos – informó el individuo. Acto seguido el pájaro de metal se colocó por encima de ellos y poco a poco una camilla descendió colgando de una serie de cuerdas. Cuando llego al suelo al lado de la niña los hombres la levantaron con cuidado y la colocaron en la misma, luego la aseguraron con unas cuerdas. Otro de los hombres tomo otro de esos artilugios parlantes – Listo, ya pueden subirla – volteó a mirar a Linco quien estaba recogiendo su espadón del suelo nuevamente pero sin intenciones de utilizarlo. El hombre lo miró de arriba abajo y agregó – vamos a necesitar un arnés y una soga bastante resistente para poder subir al compañero de la chica – Linco se cargó el espadón al hombro mientras veía como otra serie de cuerdas descendían del extraño carruaje hasta tocar el suelo.

Continuará…