CAPITULO 4 – AYÚN
Ayún se sentía muy cómoda y cálida, aunque esta era una calidez meramente física. Tenía los ojos cerrados y escuchaba sonidos de pasos amortiguados a su alrededor. Poco a poco iba recuperando la noción de su cuerpo y empezaba a notar detalles particulares como el hecho de tener algún tipo de tela que le ajustaba en el pecho y sentir parches de calor en la cara. Aun con los ojos cerrados también pudo discernir una respiración lenta, como de alguien dormido en algún sitio bajo sus pies a la izquierda. Empezó a abrir lentamente los ojos y también noto varias presiones en muchas partes de su cuerpo. Tenía vendajes en su pecho, cara y brazos. Bajo los mismos sentía pequeñas molestias, como dolores dormidos. Dio un rápido vistazo a su alrededor. Estaba en una clínica, acostada en una cama con sábanas blancas y limpias. Todo se veía pulcro y moderno. Había un televisor frente a su cama ubicado en ángulo contra el techo. A su derecha había una ventana con las cortinas corridas y una puerta de las cuales provenían los pasos amortiguados. La niña escudriñó la otra mitad de la habitación en busca de la lenta respiración. Sus ojos se detuvieron en un erizo ataviado con una pesada armadura de metal que dormitaba sentado en una silla recostada contra la esquina de la habitación. De repente la emoción invadió a la cachorra y trato de incorporarse para ver mejor a su salvador pero hizo un movimiento brusco y una fuerte punzada de dolor atravesó su pecho bajo los vendajes. Ayún soltó un gemido de dolor y el erizo se despertó sobresaltado inspirando con fuerza. De pronto se sintió algo avergonzada y en un movimiento instintivo tomo la sabana cubriéndose con ella hasta la nariz y observando al erizo desde el límite de la misma. Este se incorporó en la silla haciendo un ruido de placas metálicas y se quedó observándola con ojo crítico.
- H-hola… - fue todo lo que alcanzó a decir la niña entrecortadamente
- ¿Cómo te sientes? - preguntó el caballero sin cambiar de expresión
- M-me molestan un poco los v-vendajes - contestó - p-pero casi no me duele
- Ya veo… - respondió este
- ¿D-dónde estoy? - Ayún no quitaba los ojos del erizo como si temiera que de un momento a otro este desapareciera
- No estoy seguro, pero por lo que pude escuchar es un lugar llamado GUN - el erizo volteo para mirar a la puerta y continuó - Para serte sincero no entiendo mucho de este lugar…
- ¿Eres real? - dejó escapar de repente la niña mientras asomaba un poco por debajo de la sabana. El erizo la miro desconcertado unos momentos.
- Sí, claro que soy real - afirmó - mi nombre es Linco y soy… - pero este se detuvo en mitad de la frase y miró el piso algo compungido
- ¿Qué ocurre?
- No es nada… solo estoy algo confundido - el erizo volvió a posar la mirada en la niña - dime una cosa, ¿Cuál es tu nombre?
Ayún de repente sintió brotar una sonrisa desde dentro - me llamo Ayún, Ayún Huanel - respondió con energía mientras se sentaba bien y acomodaba la sabana sobre sus piernas. Al oír su nombre por alguna razón el erizo ensombreció ligeramente la mirada.
- Entonces esa jirafa decía la verdad… - comentó en voz baja el caballero
- ¿Qué jirafa? - preguntó algo confundida la niña
- Un criminal llamado Krajil - contestó Linco - él fue quien me dijo a quién acudir para salvarte.
- ¡Entonces todo fue real! - exclamó repentinamente Ayún - La estatua de piedra, la espada gigante, la comadreja y el gato y la estatuilla dorada de mi padre.
- Así parece - aseveró el erizo. Ambos guardaron silencio un momento. Ayún no podía dejar de sonreír. La situación parecía ser sacada de un sueño, ella había estado en peligro y un caballero de brillante armadura había venido en su rescate, era simplemente fantástico.
- Linco, ¿Cómo llegamos hasta aquí? - de repente se sentía llena de confianza y más comunicativa. El erizo le contó como él se había despertado, encontrándola en el suelo, como noqueo a los criminales y luego usó sus poderes en Nimble para que este le indicara la salida, su encuentro con la tribu de gatos y luego el encuentro que tuvo con Krajil que desemboco en el posterior con el equipo de GEOs.
- Yo también tengo poderes - aseguró la cachorra cuando Linco terminó su historia - ¡mira! - acto seguido levantó la mano derecha e hizo aparecer una pequeña esfera resplandeciente en la palma. Era una luz cálida y brillante - lo ves - agregó mirando radiante al caballero. Este miro con recelo el punto de luz.
- ¿Eso es tecnología también? - preguntó este
Ayún se rio ligeramente - No, no es tecnología - explico alegremente - es algo que puedo hacer desde que nací, aunque no me explico cómo es que pasó. Hay aparatos que pueden hacer luz también, pero no de la forma en la que la hago yo - culminó haciendo desaparecer la misma
- Pero no es magia ¿verdad? - el caballero la miraba con desconfianza
- no, no lo es - respondió la niña algo asustada - o por lo menos creo que no - se sentía un poco intimidada por la mirada que le había lanzado su salvador y de repente sintió algo de miedo, no quería que este se enfadase.
- Lo siento entonces - se disculpó - Es que conocí a una labradora quien era una terrible hechicera - apretó con fuerza los dientes mientras clavaba la vista en el piso brevemente como recordando algo que lo enfurecía - Era un engendro del mismísimo infierno que hacia cosas terribles usando magia… un engendro de ojos y cabellos rojos como la sangre misma… - guardo silencio unos momentos
- L-lo siento - de repente Ayún se sintió algo sobrecogida - no quería…
Linco la miro con un poco de sorpresa y por primera vez esbozo una sonrisa - no necesitas disculparte, no has hecho nada malo - la calmó - es solamente el recuerdo de ella el culpable de mi cambio de actitud
- ¿Cómo se llamaba? - la pregunta broto de sus labios casi sin pensarla y apenas la dijo temió haber cometido un error al formularla, sin embargo esta vez el caballero no cambio su expresión.
- Todos la conocían como Ánima - respondió Linco - nadie sabía si ese era realmente su nombre o no, pero creo que eso ya no importa
Justo en el momento en el Ayún iba a preguntar algo más una enfermera irrumpió en la habitación y la cachorra enmudeció. Al ver a la niña despierta esta le hizo una serie de preguntas sobre cómo se sentía, le tomó la temperatura, la presión, le revisó los vendajes y antes de salir le pidió a Linco que la acompañara para que la dejara descansar. Ayún se quejó por ello, pero la enfermera la miró con reproche y le dijo que luego iba a poder hablar con él. Refunfuñando la cachorra se acostó tapándose con las sabanas hasta el cuello. Estuvo un rato dando vueltas en la cama tratando de encontrar una posición que le fuera cómoda, pero entre todos los vendajes y la emoción que aun la invadía no podía conseguirlo. Al final decidió tratar de ver algo de tele, pero no veía el control remoto por ningún lugar cerca de su cama así que se volvió a incorporar con cuidado y se bajó de la misma. Fue hasta un gabinete lleno de cajones que había bajo las ventanas con cortinas y empezó a revisar cada uno. Dentro encontró jeringas, pastillas de varios colores y formas, algunos frascos con líquidos que la chiquilla desconocía y algunos elementos típicos como estetoscopios y tensiómetros pero no había ni rastro del aparato. Luego de cerrar el último cajón volteo para darle un rápido vistazo a la habitación pero no había otros muebles más allá de la mesita de luz que estaba a un lado de su cama. Se asomó a la puerta y la abrió ligeramente mirando el pasillo en busca de alguna enfermera, pero solo había un médico en el fondo revisando muy concentrado un historial clínico. Ayún no quería molestar al hombre así que en silencio salió de su habitación y se dirigió al extremo opuesto del corredor. Cuando estaba por doblar a la izquierda una voz la detuvo.
- ¡Oyé! ¿A dónde crees que vas? - la cachorra dio vuelta demasiado rápido y otra puntada de dolor atravesó su pecho haciendo que se doble un poco por la cintura. A pocos metros por el pasillo de la derecha se encontraba Linco sentado mirándola algo extrañado.
- Y-yo… ehh… estaba solamente… -balbuceó la niña mientras se recuperaba de la puntada - buscaba a una enfermera…
- No deberías deambular por ahí con esas heridas, vuelve a tu habitación y yo la buscaré por ti - le dijo el caballero.
-E-está bien - asintió la labradora mientras volteaba con algo de dificultad por el dolor
- Un momento - la voz del erizo la detuvo a mitad del giro. Ayún lo miró mientras este se ponía de pie y se dirigía hasta donde ella se encontraba. Pudo avistar el enorme espadón que había visto en la cueva apoyado contra la pared al lado de donde estaba sentado Linco. El caballero llego a donde estaba la cachorra y la levantó con cuidado. La llevó alzada hasta su habitación y la depositó suavemente sobre la cama. Justo cuando este estaba por volver a salir ella lo detuvo:
- Oye - exclamó haciendo que Linco se frene justo en el umbral y voltee a verla - ¿puedes quedarte conmigo?
- Pero la mujer dijo que debías descansar…
- Yo no tengo sueño, además… - agregó mientras acomodaba la almohada en ángulo, se acostaba y se tapaba - yo voy a estar acostada mientras hablamos - culminó sonriendo.
Linco titubeo un momento, pero al final cedió. Se dirigió hasta donde estaba la silla que había estado ocupando antes y la acercó un poco a la cama antes de sentarse.
- Bueno entonces, ¿sobre qué hablamos? - pregunto alegremente la chica
- Vos eras las que querías hablar - el caballero levantó ligeramente una ceja mientras respondía - creí que tendrías más preguntas
- Y las tenía - aseguró Ayún - pero ahora solo quiero hablar sobre cualquier otra cosa
- Si tú no tienes ganas de preguntar quizás yo podría hacerte algunas - sugirió el erizo
- ¡Me encantaría! - exclamó emocionada
- Muy bien… - empezó Linco - me gustaría saber qué fue lo que hizo que esos dos tipos te atacaran
- Bueno, fue porque les quité la estatua dorada que ellos me habían robado - respondió la cachorra - Hace unos días esos dos tipos se metieron en mi casa cuando estábamos durmiendo. Nos despertaron y nos encerraron en el baño mientras revisaban la casa - sin darse cuenta su voz se sentía algo resentida - para cuando un vecino se dio cuenta de que algo estaba mal en nuestra casa y nos sacó del baño los ladrones ya se habían ido. Yo estaba realmente asustada en ese momento, la comadreja era muy violenta y los dos estaban armados… cuando llegó la policía y nos pusimos a revisar la casa descubrimos que además de robarse nuestro dinero, también se habían llevado la estatua que mi padre me había dejado antes de morir…
- Siento lo de tu padre - dijo condescendientemente Linco - esos tipos son realmente detestables
- ¡Sí que lo son! - siguió la niña con un dejo de enojo en la voz - esa estatuilla era un recuerdo que me dejo mi padre
- ¿Sabes cómo la había conseguido?
- Bueno, él era arqueólogo - la niña notó que el erizo la miraba algo confundido - así se les llama a las personas que estudian los restos de civilizaciones antiguas y otros objetos viejos - le explicó - según me contó había encontrado esa estatuilla en una investigación que había estado haciendo con un famoso profesor de la universidad de Sega… El me solía llevar al trabajo en ocasiones y allí fue donde la vi por primera vez. Yo siempre había pensado que era solo una antigüedad muy bonita, pero aparentemente no era así ya que el Doctor Robotnik un día decidió que la necesitaba - la chica ensombreció un poco la mirada - Recuerdo que en una ocasión mientras estábamos almorzando él llego al salón y se acercó para hablar. Quería convencerlo de que le diera la estatua para poder estudiarla. Él se negó por supuesto. Nadie en su sano juicio querría tener tratos con ese hombre, pero parece que el Doctor no estaba dispuesto a aceptar un no por respuesta… a los pocos días un escuadrón de robots tomó por asalto el museo para el que estaba trabajando y comenzaron a destruir todo. Mi padre había sospechado que algo como eso podría ocurrir así que había preparado un sitio para que yo me escondiese. Me dio la estatuilla, me dijo que la cuidase y que tratase de hacérsela llegar a su colega y luego me dejo oculta bajo el piso de su oficina… los robots lo encontraron al final en el pasillo de enfrente y… y lo… - la voz de Ayún se quebró con el recuerdo, había sido un momento muy doloroso y recordarlo aún le causaba un nudo en la garganta. Linco la miró algo preocupado, pero la niña sacudió ligeramente la cabeza mientras se limpiaba disimuladamente algunas lágrimas con las sabanas y continuó - Luego de eso llegaron las fuerzas de GUN y ahuyentaron a los robots. Cuando dejé de escuchar ruidos recién me atreví a salir de mi escondite… todo el lugar estaba destrozado, había paredes volteadas, secciones que se incendiaban y muchos cuerpos - su voz aún sonaba algo tomada - pero no llegue a salir de la habitación, los soldados me encontraron antes y me sacaron en una nave - la niña hizo una pausa para enjugarse una vez más las lágrimas con la sabana - desde ese día la había cuidado yo hasta que esos tipos la robaron - culminó el relato con un silencio algo tenso
- lo siento - se disculpó el caballero - siento haberte hecho recordar eso…
- No te preocupes - lo tranquilizó - no podías saberlo. Además, habértelo contado hizo que me duele un poco menos recordarlo ahora… - ambos guardaron silencio un momento más
- Temo que la estatuilla se perdió - dijo Linco rompiendo la tensión - cuando salimos de la cueva ninguno de los sujetos la llevaban y tú no la traías contigo
- La estatua resultó ser una especie de llave - recordó la niña - la use para abrir las enormes puertas donde te encontré… Pero eso ya no importa, lo único que había en esa cueva eran tú y tu enorme espada así que supongo que Robotnik perdió de todos modos
- Este tal Robotnik… - comenzó a formular Linco - ¿quién…? - pero no pudo terminar la pregunta ya que tres figuras irrumpieron en la habitación en ese momento.
- Siento la interrupción - dijo Kavya - pero la enfermera nos avisó que ya habías recuperado el conocimiento y tenemos algunas preguntas que necesitamos hacerte - Ayún se incorporó un poco para ver mejor al trio.
- ¿quiénes son ustedes? ¿Son policías? - preguntó la niña con curiosidad
- Así es - respondió Kárin - nosotros los encontramos y los auxiliamos ayer, aunque estabas inconsciente así que no espero que lo recuerdes.
Ayún miró brevemente a Linco pero este se había puesto de pie y miraba al trio con recelo.
- ¿Vienen a confirmar que no estoy loco acaso? - dijo el caballero de manera algo agresiva
- No sé de qué estás hablando - la cierva lo miró de forma desentendida - nadie te acuso de demencia aún
- Pero lo suponen - respondió mordazmente el erizo - pude escuchar algunas de sus conversaciones así que no simulen que…
- Es verdad - lo interrumpió Kirt - yo creo que vos sos un demente, pero ahora vamos a averiguar quién tiene razón ¿no?
Linco no respondió, solamente se limitó a mirarlo inexpresivo. Kárin aprovechó la pausa para formular la primera pregunta.
- Dime niña, ¿Cuál es tu nombre?
- M-me llamo Ayún - respondió algo insegura. El trio se miró entre sí.
- ¿Conoces de alguna forma a una Jirafa masculina de nombre Krajil? - aportó Kavya
- No, nunca había oído ese nombre - la niña miraba nerviosa al trio. Se sentía muy intimidada por su presencia.
- Supongo que otra vez Krajil exhibe su molesta capacidad de saber más de lo que uno espera que sepa - razonó Kirt - dime Ayún, ¿quién te hizo esas heridas y por qué?
Ayún les dijo que habían sido una comadreja de color café y un gato blanco con parches marrones y relató cómo había seguido a los malandras hasta Crook Hideaway, como les había arrebatado la estatuilla dorada de las manos y escapado a través de los bosques siendo perseguida hasta que cayó al lago subterráneo luego de que la tierra bajo sus pies cediera. También contó lo que había encontrado al salir del agua, como la estatua servía de llave para abrir las enormes puertas que se encontraban en la cavidad y que del otro lado encontró petrificado a Linco pensando que era una estatua en un principio. Terminó narrando como la alcanzaron Colt y Nimble, la golpearon y terminaron despertando al caballero antes de que ella perdiese la conciencia y se despertara en el hospital.
Después de escuchar toda la historia los GEOs guardaron silencio un momento hasta que Kirt volvió a dirigirse a Linco.
- Bien, parece que la historia es coincidente - admitió - felicidades, acabas de demostrar que no estás loco, pero eso solo generó más interrogantes
- Niña, dime una cosa - dijo Kavya repentinamente - ¿tu apellido es Huanel por casualidad?
- Si, así es - respondió la cachorra algo asombrada - ¿cómo lo adivinaste?
- Tu padre era Tylou Huanel ¿verdad? - Ayun miró a Kavya con sorpresa mientras Kirt y Kárin volteaban para ver a su compañera también
- ¿Ella es la hija del arqueólogo? - preguntó Kárin
- Así parece - Kavya miraba atentamente a la niña - Y supongo que la estatua de la que ella hablaba debe ser la reliquia que la división de inteligencia lleva 2 meses buscando
- ¿Ustedes también la estaban buscando?
- Después de que el profesor Tylou murió en el incidente del Museo Nacional de Ciencias Naturales la división de inteligencia se volcó en recuperarla - comentó Kavya - lo divertido es que nadie sabía para que servía, pero todos la querían. Ahora ya sabemos que era una llave y que tiene relación con nuestro medieval amigo aquí presente - terminó la cierva indicando a Linco con el dedo.
- ¿Y nunca se les ocurrió preguntarme antes? - Ayún no entendía porque no se les había ocurrido algo tan obvio
- Nadie pensó que el profesor iba a dejarle algo tan valioso y codiciado a una niña - explicó Kirt - Incluso interrogaron a tu madre en una ocasión, pero ella no sabía nada
- Yo no le conté a mi mamá sobre la estatuilla
- Supongo que Tylou sabía bien lo que hacía porque Eggman tampoco pudo encontrarla gracias a esa decisión - culminó Kirt
- La pregunta que me surge ahora es, ¿Eggman buscaba al erizo o a la espada? - se planteó Kárin - porque claramente la estatuilla por sí misma no parece que sea útil más allá de su función de llave
Ayún y el trio de GEOs voltearon para ver brevemente a Linco - Yo no puedo saberlo - respondió algo molesto el erizo - ni si quiera se quien ese ese tal "Eggman", y hasta donde logré entender este no es mi mundo tampoco
- Quizás este si es tu mundo, pero en otro tiempo - aventuró Ayún
- ¿A qué te referís? - inquirió algo confundido el erizo
- Creo que la niña está bastante acertada - aportó Kirt - quizás vos quedaste petrificado durante mucho tiempo y ahora estas en el futuro, no en otro mundo
- Entonces ninguno de ustedes estudia su historia - replicó el caballero - de otro modo hubieran reconocido los nombres de los lugares de los que provengo
- Ahí tiene razón el erizo - aceptó Kavya - nunca jamás habíamos escuchado hablar sobre un lugar llamado Ruten hasta el día de ayer, ni si quiera en los libros de historia, además, los lugares suelen conservar sus nombres y Pelagus tampoco es un continente en Mobius
- Solo nos queda aceptar la versión del erizo y la niña - razonó Kirt - o pensar que ambos están confabulados en una mentira, que están escondiendo algo.
- ¿qué podríamos estas escondiendo nosotros? - preguntó algo molesta la cachorra
Kirt se limitó a mirar intermitentemente a Linco y luego a Ayún sin responder nada por unos momentos - aparentemente nada - aceptó al final con algo de decepción y luego miró a Kárin quién le devolvió la mirada con reproche.
- Por cierto Ayún - dijo Kavya mirando a la niña - encontramos una denuncia de persona desaparecida con tu descripción. Aparentemente tu madre está buscándote
De repente la niña sintió un vacío en el estómago y un fuerte sentimiento de culpa la invadió - yo… me escapé de mi casa para recuperar la estatuilla… - dijo apenada la cachorra
- Bueno, pues tu madre ha estado moviendo cielo y tierra tratando de encontrarte - informó la cierva - pero no te preocupes, ya notificamos que te encontramos a la seccional de Adela. Apenas estés en condiciones te vamos a trasladar hasta tu casa
Ayún clavó la mirada en sus piernas muy avergonzada. Había preocupado mucho a su madre y esta estaba desesperada buscándola.
- ¿Cuánto tiempo le tomará recuperarse? - preguntó el caballero haciendo que la niña levante la mirada y la pose en él. Linco la miraba de reojo y en su rostro se podía atisbar una ligera preocupación.
- Con dos días es más que suficiente - respondió Kavya - una vez que se recupere necesitaremos que haga unas declaraciones para la división de inteligencia con respecto a la estatuilla y para nuestro archivo con respecto al incidente con Colt y Nimble - luego miró a Linco - también necesitaremos declaraciones tuyas y que nos cuentes con detalle tu encuentro con Krajil - Linco la miró brevemente como siempre y asintió con la cabeza
- Creo que eso era todo lo que necesitábamos de ustedes - se despidió Kirt mientras los tres desfilaban hacia la puerta - los dejaremos en paz por ahora - acto seguido atravesaron el umbral dejando a Linco y a Ayún solos nuevamente.
La niña miro fugazmente a Linco y luego recordando los problemas que le había causado a su madre volvió a mirarse apenada las piernas. Linco volvió a sentarse en la silla al lado de su cama - no te preocupes por tu madre, ya los escuchaste - la tranquilizó el caballero - ya le avisaron que estas a salvo y en unos cuantos días te podrás reunir nuevamente con ella
Ayún dejó que las palabras del erizo la calmaran y volvió a mirarlo - dime Linco, ¿Qué vas a hacer luego de que yo vuelva con mi madre?
- Para serte sincero no lo he pensado - Linco contemplaba el vacío pensativamente mientras hablaba - definitivamente este no es mi mundo y no creo que sea sensato convertirme en un vagabundo ahora que no tengo nada más que mi espadón… - la voz del caballero sonaba algo melancólica mientras hablaba
- Eso no es verdad - lo corrigió la niña. Linco la miró algo confundido - ¡me tienes a mí! - exclamo la cachorra regalándole una enorme sonrisa - ¡podrías quedarte con nosotros en mi casa! Estoy segura que a mi madre no le molestará. Es más, hasta se alegrará de tener algo de ayuda extra - termino mirándolo alegremente
- Bueno…
- ¡oh vamos! - le rogó - por lo menos piénsatelo, a mí me gustaría mucho que te quedaras conmigo
El caballero la miró unos momentos con una expresión sería, hasta que soltando suspiro y mirando hacia el suelo brevemente le respondió - Está bien, lo pensaré
De repente la labradora se sintió esperanzada y no pudo evitar ensanchar un poco más su sonrisa: ¡Su caballero de plateada armadura se iba a quedar con ella!
CONTINUARÁ…
