Haruka:
No puedo creer que haya recibido tantos comentarios en un simple one-shot como éste ._.
Debo admitirlo, al principio no tenía planeado hacer la continuación pero al ver que fue tan aceptado me dije "definitivamente tengo que hacerlo". Aunque me demoré demasiado ya que tenía otras cosas pendientes, y tenía otras prioridades sobre este fic, lamento eso u.u
Muchas gracias a todos por sus comentarios, realmente me daban ganas de contestarlos todos pero no pude ya eran demasiados Dx Sorry por eso, pero gracias a ustedes es que pude darle una continuación a esto. Aunque claro, debo admitir que los reviews que simplemente decían: "continuación por favor" me decepcionaron un poco, pero bueno, supongo que la intención es la que cuenta (?)
Ahora sí, dejo de escribir esta nota y los dejo leer xD
Visitas Nocturnas
¿Cómo las cosas habían cambiado tan radicalmente en cuestión de meses? Desde que Marinette había conocido a Tikki, había tenido que adaptarse, cambiar su rutina diaria y en parte, su personalidad. Cuando por fin creyó que estaba tomando el control de su vida, de nuevo las cosas comenzaron a cambiar.
Todavía recordaba la primera vez que Chat Noir había venido a visitarla aquella noche en la que trabajaba en su vestido para impresionar a su amado Adrien, al principio pensaba en las muchas formas de fingir estar emocionada por su presencia y también en muchas maneras indirectas de echarlo, pero al ver que él seguía ahí sin importarle si estuviera ocupada o no, comenzó a acostumbrarse a su presencia. Al principio no se sentía cómoda con sus coqueteos y bromas estúpidas, pero comenzaron a hablar más y eso cambió la perspectiva que tenía sobre él, por un tiempo, lo vio como ese mejor amigo que siempre te escuchaba y te entendía a pesar de que tuvieran sus diferencias.
Pero esa faceta de mejor amigo se había ido totalmente al carajo en el mismo momento en que la besó.
Claro que desde hace un tiempo se sentía confundida entre Adrien y Chat Noir, pero siempre pensó que sus sentimientos por su compañero de clases eran más fuertes, pero no, aquel beso cambió todo para ella. De cierta manera sabía que debía escoger a Chat Noir, pero su corazón no podía sacar tan fácil el momento en el cual se enamoró de Adrien. Simplemente, no quería abandonar su primer amor así como así. Rayos, de verdad se sentía muy confundida.
Lo peor de todo, es que esto no podía hablarlo con nadie. Ella no era muy buena mentirosa y de seguro no sería capaz de narrar esta complicada historia sin soltar uno que otro detalle que revelara que ella era Ladybug, y tomando en cuenta lo intuitiva que era Alya, de seguro lo descubriría en cuestión de minutos.
De todas formas, aunque ella no dijera nada al respecto, las personas a su alrededor si podían notar un leve cambio en ella.
—Marinette, ¿estás bien? —le preguntó Alya un día cuando iban juntas a casa.
—Eh —esa pregunta la tomó por sorpresa—. S-Sí, estoy perfectamente. ¿Por qué lo dices?
—Has estado más distraída de lo normal, todo el tiempo suspiras y se nota que algo te tiene con la cabeza dando vueltas —respondió la chica señalándola.
—Serán imaginaciones tuyas —replicó con torpeza.
Durante la mayor parte del camino, la morena intentó sacarle algo de información a su querida amiga, pero no pudo obtener algo relevante. Decidió dejar las cosas así y esperar a que Marinette le contara cuando quisiera.
Todo empeoró desde el momento en que Chat Noir dejó de visitarla poco a poco.
Al principio no se preocupó pensando que debía estar ocupado o algo por el estilo, pero luego comenzó a ser más recurrente y eso le confundió de sobremanera ¿cómo pensaba enamorarla si se alejaba de ella? Eso simplemente no tenía sentido. Pero tuvo un pensamiento algo deprimente sobre esto: ¿qué tal si estaba jugando con ella?... No, era imposible, por más tonto que fuera él jamás sería tan cruel como para hacer algo como eso. Pero ¿y si se dio cuenta de que sus sentimientos no eran tan fuertes al conocer su verdadera identidad? No quería creer que Chat fuera capaz de hacer una cosa como esa. Claro, no quería creerlo, pero esas ideas venían cómo si un gran cuchillo de desconfianza apuñalara a su confundido corazón de adolescente.
Este cambio fue notado de igual manera por Adrien, quien no pudo evitar preocuparse al verla con ese aire de melancolía a su alrededor. Ella mantenía una expresión que parecía decepcionada, decaída, como si su príncipe no se hubiera presentado la noche anterior a pesar de que le había prometido que ahí estaría. ¿Acaso era por él? Desde que se había enterado accidentalmente de que ella gustaba de él, su mente se había convertido en un caos. De todas formas, no podía negar que en ese momento, cuando descubrió quien había detrás de la máscara, su mente se desconectó por un momento de la realidad. Le dijo adiós a las inseguridades, a las posibilidades de que las cosas no salieran como él había pensado; simplemente pensó con una gran determinación que su único objetivo ahora era enamorarla de su verdadero yo, ya fuera como Adrien o como Chat Noir.
Los primeros días, intentó acercarse más a ella como Adrien, su compañero de clase. Claro a que a pesar de que su perspectiva sobre ella había cambiado solo un poco, eso no quitaba el hecho de que ella seguía siendo ajena a que él sabía la verdad; de que ella era Ladybug y que estaba enamorada de él. Eso le complicaba mucho las cosas al acercarse a ella, no podía tomar la misma confianza con ella que había ganado siendo Chat Noir y tampoco podía lanzar muchas sospechas de que él era consciente de sus sentimientos; eso haría que sus posibilidades de acercarse a ella siendo Adrien fueran nulas. Sus métodos no funcionaron mucho a decir verdad y más bien parecía que seguía estancado en el mismo punto.
A veces simplemente quería mandar todo al diablo, tomarla de la mano y decirle «me gustas mucho Marinette» y a partir de ese momento revelarle la verdad: de que era Chat Noir. Y posiblemente, luego de eso, vivir una feliz vida de enamorados que sería merecedora de estar plasmada en un libro que permanecería por años. Pero no podía ser tan imprudente, no sabía cómo reaccionaría la pelinegra ante estos hechos.
Ahí es cuando las dudas comenzaban para él. ¿Qué pasó con aquel joven que sin pensarlo dos veces le robó un beso a la chica que amaba? Tal vez sólo había podido llegar a hacerlo debido a la euforia de saber que las dos chicas de las cuales se había enamorado se trataban realmente de la misma persona.
Claro, pensaba dejar de visitarla como Chat Noir para tener más posibilidades como Adrien, pero no conseguiría nada así de todas formas.
Sus visitas fueron disminuyendo mientras buscaba una solución a los problemas que lo aquejaban, todos los días intentaba hablarle como Adrien, pero siempre con resultados algo negativos, podía notar que ella se sentía muy nerviosa con su presencia poniéndolo nervioso también evitando que él pudiera hablar normalmente con ella cómo antes. Además, notaba algo raro en ella, no eran tanto nervios por hablar con el chico que le gustaba, también podía detectar cierta culpabilidad en su mirada.
Pero no sólo se había distanciado de ella para pensar en un buen plan, a pesar de que le costaba admitirlo, también tenía que admitir que temía de su reacción. Ella se había enamorado de Adrien, un chico normal y calmado de su salón, no del hiperactivo Chat Noir que bromeaba con ella. Sería un golpe demasiado duro si ella lo rechazaba después de enterarse de su verdadera identidad. No quería perderla ahora.
Chat Noir saltaba sobre los edificios de su gran ciudad, impulsándose de vez en cuando en su bastón, para poder llegar a su destino más rápido. Un nuevo Akuma había aparecido en la ciudad y era hora de cumplir con su trabajo.
Se encontró a su compañera y su mirada se iluminó, estaba tan preocupado por no haberla visitado que casi olvidaba lo grandiosa que se veía cuando tomaba su rol como superheroína. Rápidamente ella le dio algunas indicaciones, se veía más seria de lo normal lo que lo llevó a pensar que posiblemente se trataba de un akuma bastante fuerte. No tuvo muchas oportunidades de hablar con ella debido a que el akuma los tenía bastante ocupados, pero una vez que se deshicieron con este ─salvando una vez más la ciudad─ él se disponía a hacer el típico saludo que hacían después de una pelea, pero ella se había diciendo que ya se iba a acabar su transformación. Antes de decir que de todas formas conocía su verdadera identidad, ella ya se había ido.
Soltó un bufido algo inconforme, ya no tenía que huir como antes, después de todo él ya sabía su verdadera identidad. Miró a su alrededor y soltó un suspiro, tal vez él ya supiera que Marinette era Ladybug, pero el resto del mundo no y posiblemente la chica quería evitar un escándalo con respecto a ello. Al recordar que Chloé era fan número uno de Ladybug, se preguntó cómo reaccionaría su amiga al darse cuenta de que estaba idolatrando a Marinette de alguna manera.
Volvió a casa con una sonrisa en su rostro, haber visto a Ladybug hoy le dio un poco más de coraje para hacer otro intento mañana.
Al día siguiente, fue a clases con una sonrisa en su rostro, saludó a Nino sentándose a su lado entablando una conversación cualquiera como dos jóvenes normales a esa edad. Mientras hablaba con Nino, miraba de reojo por la puerta con la esperanza de ver a Marinette y poder saludarla. La clase comenzó y todavía no había rastro de ella, pensó que llegaría tarde como era usual en muchas ocasiones, pero cuando ya habían pasado dos horas de clase, se dio cuenta de que ya no iba a venir.
Después de salir de clase, Alya se unió a la conversación que ambos mantenían. Guiado por la curiosidad, Adrien le preguntó a Alya si algo le había pasado a Marinette para que faltara el día de hoy, ella se encogió de hombros diciendo que no tenía idea alguna y que por ello pensaba ir a visitarla de una vez para ver cómo se encontraba.
Luego de volver a casa, pasó el resto de la tarde pensando en cómo estaría Marinette, ¿acaso le había pasado algo? ¿Se enfermaría? O ¿tal vez se trataba de otra cosa? Sin poder soportar más sus dudas, decidió ir a visitarla.
—Plagg —con sólo escuchar su nombre el kwami soltó un sonoro suspiro de aburrimiento.
—Nunca me dejas comer en paz —se quejó antes de que transformara a Adrien en Chat Noir.
Unos minutos después de estar recorriendo por los techos de las casas todo el trayecto hasta la casa de Marinette, pudo sentir como su corazón latía como loco cada segundo que se iba acercando. No podía evitar pensar en las muchas maneras en las que podría saludarla ─la mayoría incluía un mal chiste de por medio─, se preguntaba cómo sería su reacción al verlo, ¿se enojaría o se pondría feliz? Tal vez sería una mezcla de los dos.
Chat Noir llegó al balcón de su casa, sintiendo el corazón en la garganta y con una gran ansiedad que le daban ganas de huir de ahí para poder desaparecer en la oscuridad de la noche, aun así, con algo de valentía pudo tocar la compuerta.
Pasó unos segundos ahí sin escuchar absolutamente nada ¿acaso se había dormido ya? Para estar totalmente seguro, decidió volver a tocar, pero para su grata sorpresa, pudo escuchar el sonido del interruptor seguido de unos ligeros pasos.
—¿Chat? —murmuró con un tono adormilado abriendo levemente la pequeña compuerta.
—El único e irrepetible, my princess o ¿debería seguir llamándola my lady? —cuestionó con una sonrisa divertida agachándose para tener mayor contacto visual.
—No empieces —siseó la chica.
—¿Te sientes bien? —preguntó cambiando su gesto a uno de preocupación, la veía más molesta por alguna razón.
—No es nada, un simple resfriado. Parece que los superhéroes no son inmunes a las enfermedades —soltó un suspiro.
—¡Entonces no deberías salir! —exclamó preocupado empujándola para obligarla a bajar—. No sería agradable que empeoraras —agregó bajando después de ella.
—¿Te vas a quedar aquí?
—Claro ¿quién si no yo podría cuidar de tus sueños? —hizo una leve reverencia como si de un príncipe se tratara.
Marinette no respondió, simplemente se sentó en la cama con la mirada perdida en algún punto de habitación.
—¿Princesa?
—Lo siento, es sólo que estaba pensando… —respondió.
Se quedaron de nuevo unos minutos en silencio. El héroe se extrañó bastante por este ambiente, usualmente ambos estarían hablando animadamente sobre sus vidas, de seguro la chica debía sentirse bastante mal.
El rubio comenzó a hablar de varias cosas, de lo que había hecho hoy ─omitiendo claramente que fue a la escuela y las cosas típicas que solía hacer como Adrien─, recibiendo algunas respuestas y después de un rato, por fin pudo sacarle una dulce sonrisa a la chica. No pudo sentirse más feliz en ese momento al ver que por fin la había animado, por lo menos un poco.
—Bueno, princesa, no sería muy bueno seguir interrumpiendo tu hermoso descanso —dijo levantándose de su lugar dispuesto a irse.
—¿Ya te vas tan pronto? —pudo sentir un eje de decepción en su voz.
—Pensé que estabas algo cansada —comentó mirando hacia otro lado.
—Sí lo estoy, pero debo admitir que a veces es bueno tener compañía, incluso de gatos tan molestos como tú —bromeó ella.
Chat Noir se acercó a ella y se inclinó un poco dejando sus rostros a escasos centímetros.
—De verdad estás enferma, usualmente siempre me echas cuando es muy tarde.
—Tienes razón, pero ahora, ya nos vemos tan poco que es como una buena oportunidad para hablar más contigo —confesó ella mirándolo fijamente.
—Lo siento por haberte dejado abandonada un poco, mi Lady —soltó un leve suspiro.
Ambos se quedaron así, mirándose por un periodo de tiempo que a ambos les pareció eterno pero que a la vez, no les costaría creer que sólo duró un segundo. Ella parecía mirarlo con curiosidad, como si intentara descubrir en ese intercambio de miradas porqué la había dejado de lado por tantos días. Mientras que él, simplemente se deleitaba con sus orbes azules, pensando que eran los ojos más lindos que jamás había visto.
Finalmente, Marinette cedió ante esa pequeña «competencia» de miradas, apartando su vista.
—Chat, el hecho de que te hayas enterado que yo soy Ladybug ¿afectó un poco tus sentimientos hacia mí? —preguntó seriamente, con un aire melancólico como si esperara que calmara sus dudas con su respuesta.
El rubio se quedó unos momentos planeando su respuesta, quería recordar cada detalle de lo que sentía y aun así sabía que le faltarían muchas cosas por agregar, pero intentaría rescatar lo más importante.
—Marinette —tomó sus dos manos y arrodillándose frente a ella para que lo mirara fijamente—. Mis sentimientos hacia ti han cambiado en buen sentido, ahora sólo siento que cada día me enamoro más de ti, ya que puedo conocer tus dos facetas. No me siento en lo absoluto decepcionado, en cambio, creo que cada día me sorprendes más —admitió con una dulce sonrisa.
La chica de cabello negro se quedó totalmente callada, abrió levemente la boca como si fuera a decir algo, pero al final ninguna palabra salió de sus labios.
—Parece que últimamente el «gato te comió la lengua» ¿no? —bromeó el joven como si quisiera acabar con el momento «incómodo».
—Simplemente estoy muy enferma —replicó ella—. Me iré a dormir —avisó soltando sus manos.
—De acuerdo, entonces yo me iré —dijo con una media sonrisa mientras se levantaba de su lugar—. Dulces sueños princesa. Recuerda que este gato siempre protegerá tus sueños —dijo con una sonrisa seductora haciendo un ademán de despedida y marchándose de su habitación.
Cuando Marinette quedó a solas, se levantó de su cama para apagar la luz de su habitación, se tiró en su cama soltando un suspiro cansado y luego se cubrió con las sábanas hasta la cabeza como si no quisiera que nadie, ni siquiera Tikki, vieran el inmenso sonrojo que Chat Noir había provocado en ella.
«Estúpido gato»
Luego de una noche dando vueltas en la cama, Marinette fue el día siguiente al instituto con toda la determinación de no pensar más en Chat Noir, siempre que veía a ese gato, sus pensamientos no la dejaban dormir de noche.
—Marinette ¿segura que estás bien? Te noto algo cansada —dijo su amiga morena algo preocupada.
—Tranquila, estaré bien —intentó tranquilizarla con una torpe sonrisa.
—Mira quien viene —señaló disimuladamente con una sonrisa maliciosa al rubio quien pasaba por la puerta. Adrien saludó a ambas con una gran sonrisa, mientras Alya miraba a su amiga de reojo para poder burlarse de cualquier reacción. Para su gran sorpresa, Marinette saludó al rubio normalmente y no hizo ningún escándalo cuando éste se sentó frente a ella.
—¿Segura que estás bien? —cuestionó.
—Claro, ¿por qué lo dices?
—Usualmente cuando Adrien te saludas estás más emocionada, hablando de lo hermoso que se ve y todas esas cosas típicas de ti —respondió en un susurro.
En ese momento la pelinegra comenzó a sentirse algo nerviosa, sabía que su amiga era muy intuitiva pero maldecía más el hecho de ser tan obvia. No podía decirle que «otra» persona estaba ocupando sus pensamientos en ese momento.
—Ehmm bueno —balbuceó la chica mirando hacia otro lado.
—Acaso ¿conociste a un nuevo chico? —preguntó en un tono más alto llamando la atención de los dos chicos que estaban al frente.
—¿U-un chico nuevo? C-claro que no, como crees —intentó disimular en vano, era obvio que su actitud dejaba mucho que investigar.
—Quien lo diría, y parecías tan enamorada que pensé que jamás podrías enamorarte de otra persona —comentó con una gran sonrisa palmeando su hombro.
Adrien estuvo atento a toda la conversación, no sabía como sentirse con respecto a ella ¿feliz? ¿Preocupado? Era muy difícil de saber ya que no sabía si esto significaba si enamorarle como Chat Noir estaba dando resultados o simplemente había conocido a alguien más, pero ¿a quién? Rayos, no debió haberla dejado sola tanto tiempo, ahora no tenía idea alguna de con quien se estaba juntando últimamente.
—Hey, ¿estás bien? —preguntó Nino llamando su atención.
—Sí, simplemente estaba pensando en algo —contestó con una leve sonrisa.
Luego de un largo día de clases, Adrien y Nino se encontraban hablando mientras salían del instituto, a veces el rubio lamentaba el hecho de no poder irse a casa con él como cualquier estudiante normal, pero sabía que no era bueno pedirle más a su padre, ya había sido un milagro que lo dejara en esa escuela.
—Por cierto, ¿no crees que sería genial salir con Alya y Marinette mañana? —preguntó una vez que llegaron a las escaleras.
—Me parece buena idea, mañana no tengo nada que hacer así que suena perfecto —aceptó él guardándose su emoción típica de una chica que ve a su ídolo. Esta sería su oportunidad para intentar algo como Adrien.
Aquella noche, no la visitó, decepcionando un poco a Marinette.
—De verdad estás rara, se supone que deberías estar muy emocionada ya que vamos a salir con Adrien y Nino hoy —comentó Alya mientras ambas esperaban en el parque a que ambos chicos se presentaran.
—Pero en verdad estoy emocionada —replicó la chica intentando no lanzar más sospechas.
Alya simplemente le lanzó una mirada de sospecha.
—M-mira, ahí vienen —señaló ella con una gran sonrisa y cierto nerviosismo—. Adrien se ve muy bien hoy —agregó con un leve sonrojo.
—Falta más emoción —dijo sin seguir muy convencida.
—¡Hola chicas! —saludó el moreno bastante animado.
Adrien lo imitó.
—H-hola —tartamudeó Marinette intentando no ver tan fijamente al rubio.
—Bueno ¿entonces vamos? —sugirió Alya mientras empujaba un poco a su amiga para que quedara más cerca de Adrien.
—¿Cómo estás Marinette? —preguntó con una dulce sonrisa el rubio.
—Bien, bastante emocionada por pasar tiempo conti…digo, de pasar tiempo con ustedes —se corrigió rápidamente soltando una leve sonrisa algo torpe.
«¡Bien! Todavía sigo nerviosa a su lado, eso significa que sigue gustándome» celebró inútilmente en su cabeza.
Los cuatro jóvenes se dirigieron a ver una película que se estrenaba el mismo día. El plan había sido creado por Alya y Nino para poder juntar a sus dos mejores amigos, ¿qué mejor forma de hacer que dos personas se volvieran más cercanas qué llevándolas a ver una película de terror? De seguro habían muchas mejores opciones, pero eso fue lo primero que se les ocurrió en esa semana.
Para que su plan funcionara, Alya y Nino dejaron a Adrien y a Marinette en puestos contiguos. Una vez empezó la película, ambos esperaban por lo menos un pequeño avance en la relación de ambos después de esto.
Marinette de vez en cuando se asustaba con una escena, pero no llegaba al punto de agarrarse del brazo de Adrien para sentirse más segura. En cambio el rubio, le prestaba más atención a las expresiones de Marinette que a la misma película y por eso de vez en cuando tenía que disimular una leve risa. Cuanto deseaba abrazarla y decirle que todo estaría bien, lástima que no tuviera la confianza suficiente con ella para hacerlo, tal vez con Chat Noir tendría más privilegios, pero no podía depender siempre de su alter ego para hacerse más cercano a ella.
—Marinette ¿estás bien? —susurró inclinándose un poco a su lado, al parecer esto asustó más de lo imaginado a la chica quien casi termina botando las palomitas que tenía.
—S-sí, e-estoy bien, nada de eso es real —más que intentar convencerlo a él parecía que se quería convencer a ella misma.
Cuando Adrien volvió de nuevo su vista a la pantalla, ella se permitió soltar un largo suspiro. Miró de reojo a Adrien y éste también la miró de la misma manera, se quedaron un rato intercambiando miradas sin saber exactamente qué decir, o mejor dicho ¿era necesario decir algo?
Al darse cuenta de que se le había quedado viendo muy fijamente, Marinette apartó rápidamente la vista totalmente avergonzada.
«¡Ahora pensará que soy una especie de acosadora!» se alteró innecesariamente.
El chico de ojos verdes simplemente formó una leve risa y continuó mirando la película. En algunos momentos, el rubio intentaba acercarse a ella por medio de acciones muy sutiles, como el de rozar su mano mientras comían palomitas o cuando ella apoyara su mano al lado de su asiento. Pero al parecer estos trucos no eran suficientes, después de todo ella simplemente pensarían que habían sido un simple accidente y ya. Si tan sólo pudiera ser tan coqueto como Chat Noir en esos momentos las cosas serían muy diferentes.
Una vez que terminó la película, el grupo de amigos salió y Adrien vio la oportunidad perfecta para comenzar a hablarle sobre la película.
—¿Te asustó mucho? —obviamente esto era una pregunta retórica.
—N-no mucho, ya sabes, es sólo ficción —soltó una torpe sonrisa intentando lucir más confiada.
Entablaron una corta conversación referente al tema, Adrien tuvo sumo cuidado en hacer que la chica se sintiera más cómoda, quería verla como cuando tenían sus charlas nocturnas, quería verla sonreír sin problemas, de contarle sus más profundos pensamientos sin temor de que pareciera una tonta. Simplemente quería que ella le mostrara como era en realidad sin temer de nada.
A veces, en sus pensamientos más abismales, él le decía sin ningún problema: «te amo cómo eres, así que no tienes que ocultarte con tu timidez». Pero aquellas palabras le parecían muy osadas y sabía que no todo pasaría como lo había planeado en su mente.
El grupo de amigos decidió ir por unos refrescos, de nuevo Marinette fue con Alya y Adrien con Nino.
—¿Cómo están yendo las cosas? —preguntó con picardía la morena.
—Supongo que ¿bien?
—¿Cómo qué supones? ¿Acaso no estaban hablando hace unos minutos atrás?
—Sabes que no es tan fácil hablar normalmente con él por unos segundos —replicó la chica desanimada—. Mi torpeza se esconde por unos minutos y luego ¡puf! Aparece de nuevo arruinando las cosas —soltó un suspiro resignada.
—No te preocupes, de seguro hiciste más avances de lo que imaginaste —puso una mano en su hombro y le brindó una sonrisa.
—Te veo algo decaído hermano —comentó Nino.
—No es nada —soltó un leve suspiro indicando lo contrario.
—¿Seguro? —insistió.
—Bueno, tal vez sea porque no me he podido acercar mucho a Marinette hoy…
—Oh ¿acaso te estás interesando en ella?
Ahora que lo recordaba, no le había mencionado a Nino sobre su reciente gusto por Marinette.
—Sí, hace poco me di cuenta de ello —afirmó.
—No te preocupes hermano —dijo abrazándolo por los hombros—. Tal vez si ambos se vuelven más cercanos, puede haber entre ustedes —dijo con una leve sonrisa.
Claro que como mejor amigo quería decirle: «También le gustas a ella». Pero le había hecho una promesa a Marinette y Alya y no pensaba romperla a no ser que fuera estrictamente necesario, además, sería interesante ver como Adrien intentaba conquistar a la chica por su cuenta.
—Además, ¡confía más en ti! Eres el más popular entre las chicas. Eres carismático, de seguro podrás conquistarla —recalcó dándole un leve golpe en el hombro.
—Gracias Nino.
El intrépido héroe había reducido totalmente sus visitas nocturnas a su querida compañera de clase de un día para otro, dejando, sin saberlo, aún más confundida a la pobre chica quien se preguntaba por qué venía y volvía como si de un gato callejero se tratara.
—Últimamente estás suspirando más de lo normal —comentó un día cualquiera Alya siendo escuchada por Adrien.
—No es nada…
—Y sigues con lo mismo, si no fuera nada entonces no suspirarías tanto. Ya sabes lo que dicen: «cada suspiro se lleva un poco de tu felicidad» —dijo sabiamente la morena.
—Bueno, es un problema con un gato —relevó ella algo insegura llamando aún más la atención del rubio quien fingía no estar tan pendiente de la conversación.
¿Acaso Marinette le hablaría sobre su amistad con Chat Noir a la «periodista» Alya? No era por ser grosero, pero no creía que fuera lo mejor si lo que menos quería era hacer un gran escándalo.
—¿Un gato?
—S-sí, un gato callejero. Venía todas las noches a mi casa y yo le daba algo de comida o lo dejaba en mi cuarto de vez en cuando —obviamente se notaba algo nerviosa por la mentira que estaba contando—. En fin, últimamente ese gato no se ha aparecido en mi casa y por eso he estado preocupada. Temo que le haya pasado algo —bajó sus hombros soltando otro suspiro.
—Parece que de verdad te encariñaste con ese gatito para deprimirte tanto —comentó con una tierna sonrisa—. No te preocupes, de seguro vendrá de nuevo o ya encontró un hogar —puso una mano en su hombro para darle apoyo.
—Sí, supongo que es eso —más bien parecía que la respuesta no la convenció en lo absoluto.
¿Qué podía concluir Adrien de esta conversación? En primer lugar ─y lo que le causaba más felicidad─ era el hecho de que Marinette sí estaba preocupada por él y parecía que quería volverlo a ver. El problema, era que realmente ella no deseaba verlo realmente a él, bueno sí, pero a la vez no, ella anhelaba ver a Chat Noir no a Adrien. Era increíble, no sabía si sentirse feliz o triste por este hecho ¡era imposible que se sintiera celoso de sí mismo!
Por lo menos eso significaba algo bueno, Chat Noir si se había ganado su cariño de alguna manera, eso sólo lo motivaba más revelar por fin su identidad, pero todavía seguía siendo demasiado pronto.
—Hermano ¿estás bien? —preguntó Nino al ver como su cara había cambiado en un instante.
—Sí, simplemente recordé algo desagradable —mintió mirando hacia otro lado.
—Debe ser por lo que te dijo tu padre ¿no? —el contrario soltó un suspiro—. No te preocupes, encontraremos una forma de ir a ver los fuegos artificiales con todos —apoyó una mano en su hombro alzando su pulgar con la otra.
¿Fuegos artificiales? ¿De qué estaría hablando? Se quedó pensando unos segundos hasta que de repente lo recordó. Pronto se celebraría el Día Nacional de Francia, un evento de gran importancia histórica y como cada año, lanzarían unos hermosos fuegos artificiales que se verían por toda la ciudad. Claro que él no quería verlo solo desde su cuarto, así que algunos de sus amigos se iban a reunir en un lugar para poder verlo mejor y poder disfrutar de ese espectáculo, pero al parecer su padre se negaría de nuevo a que fuera un estudiante normal.
—Espero convencerlo hoy, ya al final de esta semana es el evento —continuó el rubio soltando un suspiro de decepción.
Durante las clases, su mente estaba en otro lugar, específicamente en que haría ese día. Se pregunto si Marinette también iría. Y sí era así ¿podría ser una oportunidad para acercarse más a ella? El único problema que veía era su padre, no podía escaparse o estaría arriesgándose a sufrir un severo castigo. Tal vez tendría que fingir ser un niño bueno y luego escaparse utilizando el poder de Chat Noir para entrar sin que nadie lo notara…
De verdad quería encontrar alguna manera sencilla de poder pasar tiempo con ella. Era el escenario perfecto después de todo, sólo podía imaginar su bello rostro iluminarse ante los hermosos fuegos artificiales, de seguro sonreiría como siempre y sería capaz de apreciar su rostro por unos segundos antes de que él volviera su vista hacia el cielo.
—Adrien, ya es hora de irnos —avisó Nino algo incómodo al verlo tan soñador.
El chico despertó de su ensoñación y preparó su mochila para poder irse a casa. En ese día, sólo podía pensar en lo mucho que deseaba poder pasar ese día con Marinette. Después de un largo debate consigo mismo, finalmente llegó a la conclusión de que debería usar esa oportunidad para revelarle su mayor secreto. Era algo bastante arriesgo y posiblemente podía arruinar todo lo que tenía con ella, pero realmente deseaba decírselo, si no lo hacía ahora, jamás lo haría y al final las cosas terminarían mucho peor.
Así que al día siguiente, con toda la determinación del mundo, justo después de las clases, Adrien esperó a Marinette en la salida. Por suerte había despistado a Chloé así que ella no se interpondría cuando estuviera hablando con la pelinegra. Se sentía nervioso, por no decir ansioso, movía su pie frenéticamente cansado de la espera, a las afueras estaba la limosina que siempre lo estaba esperando cada vez que salía de clases y sabía que faltaba poco antes de que Natalie saliera para ir a buscarlo.
—Marinette —la llamó al verla caminar con Alya hacia la salida. La chica inmediatamente se tensó al escuchar su voz y la morena simplemente le lanzó una mirada cómplice para luego marcharse aprovechando que su amiga se había distraído—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
Ella asintió robóticamente, era obvio que no se esperaba esto.
—¿Quisieras ver los fuegos artificiales conmigo?
—¿Y-yo? —él asintió—. P-pero ¿no se supone que nos reuniríamos con todos? —Adrien se sintió un idiota ante su pregunta, se había olvidado esos planes.
—Entonces ¿podría ir a recogerte en tu casa?
Marinette lo miró totalmente sorprendida por aquellas palabras que sólo aceleraban más el latido de su corazón. ¿Esta no era otra de sus fantasías? ¿Realmente Adrien estaba ofreciéndose a recogerla?
Se quedó sin habla y comenzó a tartamudear cosas sin sentido, posiblemente estaba intentando decir «sí». Alya al ver esto ─porque ella jamás se perdería un evento tan impresionante como este─ decidió ir en su ayuda.
—Ella acepta —dijo mientras abrazaba a su amiga por los hombros—. A las 8 sería una buena hora. Nos vemos luego —se despidió con una gran sonrisa mientras guiaba a su amiga hacia la salida.
Adrien soltó un suspiro al verlas irse, por lo menos ahora había cumplido su primer objetivo. Al ver a Nathalie parado en la salida se asustó un poco, su cara le daba a entender que estaba enojada por su retardo.
¿Cómo se iba a declarar? ¿Qué tipo de palabras le diría? Debatía bastante consigo mismo sobre eso, después de todo, iba a revelarle el secreto que tanto había prometido guardar. Estuvo tan nervioso esos últimos días, que Nino rápidamente infirió que pronto se confesaría o algo por el estilo, al principio Adrien intentó negarlo pero era engañar a su hermano de otra madre.
Finalmente el día llegó y Adrien estaba más que dispuesto a ir a la casa de Marinette temprano. Caminaba de un lado para otro totalmente nervioso, incluso Plagg ya se había cansado de verlo así, por eso simplemente optó por ignorarlo y tomar su merecida siesta. La última media hora fue eterna, sentía que no tenía el tiempo suficiente para hacer otra actividad para distraerse pero era muy temprano para irse. Cuánto odiaba este tipo de situaciones.
—Adrien —Nathalie tocó la puerta—. Tu padre quiere que te arregles, iremos a un evento. Lamento avisarte tan tarde —avisó con su tono tan característico de siempre.
—Espera un momento, él no me avisó nada de esto —replicó él con cierta molestia mientras abría la puerta de su cuarto.
—No tienes nada que hacer ahora, además, dice que debes acostumbrarte a estos eventos —dijo ella empleando su tono frío de siempre.
En ese momento el rubio maldijo todo en su mente, sabiendo que él no podía quejarse de esto, después de todo, él estaba pensando escaparse esa misma noche. No podía arriesgarse a que un estúpido comentario condenara su vida de escapadas nocturnas como Chat Noir.
Se arregló con uno de los mejores trajes que tenía, aunque su expresión era bastante apagada. Con hechos así, a veces recordaba la jaula que le había sido impuesta hace muchos años atrás.
Tenían que ir a uno de esos eventos donde se reunían grandes empresarios para celebrar algo importante. La elegancia y la falsa cortesía eran los papeles principales en este tipo de eventos. Definitivamente odiaba estar aquí y aún más por el hecho de que faltaría a una promesa.
Sacó su celular aprovechando que nadie le estaba hablando en ese momento y le mandó un mensaje a Marinette:
«Lo siento, parece que llegaré más tarde de lo esperado»
Antes de guardar el celular, recibió un mensaje casi al instante.
«No te preocupes. ¿Te demoras mucho?»
«Tal vez»
Esta vez tardó unos minutos más en responder.
«No me importaría esperarte»
Al instante pasó por su mente una tímida Marinette que no sabía si era correcto o no enviar ese mensaje, pero de alguna manera, esto logró que recuperara un poco sus ánimos. La esperanza creció en él, tenía la total determinación de ir a ver con ella los fuegos artificiales, era lo único que deseaba ese día.
.
.
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Marinette miraba con aburrimiento el paisaje de la ciudad. Las calles estaban teñidas con la bandera de Francia, se sentía el espíritu patriótico y la felicidad recorría cada una de sus calles. La torre Eiffel deslumbraba como nunca y a lo lejos podía escuchar el sonido de la música resonar a través de las calles. De seguro sus amigos estaban pasando un gran rato en aquel momento, y ella se encontraba ahí como princesa encerrada en una torre esperando que su príncipe viniera a su rescate.
—Marinette… —murmuró Tikki algo adolorida de verla así.
—No te preocupes, sé que él vendrá —dijo ella soltando un suspiro.
La kwami observó a su usuaria una vez más. Lucía realmente hermosa ese día, tenía un vestido bastante femenino con los colores de la bandera, ella se lo había pasado haciendo desde hace un mes y sabía lo frustrante que debe ser estar encerrada en tu cuarto sin poder mostrarle tu creación a nadie más.
Parecía que las horas pasaban de una manera tan rápida y tan lenta que no sabía si había quedado como una tonta al decir que lo esperaría, ¿qué tal sí él no venía el día de hoy? ¿Sí al final era más importante lo que estuviera haciendo en este momento? Pero al menos él hubiera dicho eso ¿no? Odiaba mortificarse de esa forma, por lo menos las cosas serían mejores si Chat Noir estuviera con ella en ese momento.
Soltó un prolongado suspiro apoyando ambos brazos en el barandal, mirando con cierto aburrimiento el paisaje. Podía ser que la torre Eiffel luciera hermosa en ese momento y posiblemente los fuegos artificiales también lo fueran, pero para ella, no eran tan hermosos cuando se sentía tan sola.
Seguía pensando en qué estaría haciendo Adrien, en por qué Chat Noir no había aparecido en su casa últimamente, y por qué se sentía tan confundida con respecto a los dos chicos. Se sentía como una mala persona al gustarle dos personas, por una parte Adrien era el chico de sus sueños pero aun así, Chat Noir logró conquistarla a su manera.
Cerró los ojos apreciando la suave brisa de ese momento.
—¿Por qué tan sola? Mi Lady.
Marinette abrió los ojos al escuchar esa voz, sin poder articular palabra alguna miró a la persona que estaba a su lado, específicamente se encontraba sentando en el barandal.
—¡Chat Noir! ¿Q-qué haces aquí? —inquirió algo sorprendida, de verdad esperaba verlo hoy pero no creyó que estuvieran tan bien sincronizados.
—El único —dijo bajando del barandal y apoyando su brazo en este haciendo así una pose algo coqueta—. Pensé que estarías celebrando con tu familia o amigos este día tan especial.
—Pasaron ciertas cosas… —comentó algo nerviosa, no sabía si explicarle la situación, Chat Noir se veía tan animado que no quería poner tenso el ambiente con sus problemas.
—Entonces, supongo que debo aprovechar esta oportunidad —dijo él usando su sonrisa gatuna para luego tomar gentilmente su mano—. ¿Le permitirías a este gato callejero ver los fuegos artificiales con una princesa?
—Concedido —respondió con una sonrisa. Anteriormente habría bromeado más al respecto, pero al ser consciente de los sentimientos que tenía por ella y debido a sus recientes debates mentales, esos comentarios además de hacerla feliz, simplemente hacían más difícil su decisión.
Chat Noir comenzó a hablar de una infinidad de cosas como si supiera que ella no tenía nada que decir, de cierta forma, agradeció esto, escuchar sus historias aumentó un poco su ánimo y la hizo reír en algunas ocasiones. Cuánto había extrañado esos momentos donde sentía que ambos podían olvidarse del mundo a su alrededor, de todas las cosas que lo molestaban, sentirse estar en el lugar más cómodo del mundo donde podían sacar cómo realmente eran sabiendo que el otro no los juzgaría. Deseaba que esos momentos jamás terminaran.
—Oh mira, ya casi van a comenzar —indicó Marinette señalando el cielo.
A los pocos minutos, millones de flores de aparecieron en el cielo, tiñendo este de brillantes colores que se vieron reflejados en los ojos de cada uno. La fresca noche de verano se vio iluminada por los colores de la bandera francesa captando la atención de todos. Marinette se vio atrapada en esos hermosos colores, como si fuera un escenario casi surrealista, sus ojos se iluminaron ante la escena y por unos momentos, fue ajena de lo que pasaba en este mundo, excepto del hecho de que Chat Noir se encontraba a su lado, posiblemente igual de hipnotizado por esas hermosas flores incandescentes.
Pero realmente, el rubio dirigió su mirada a su lado y quedó cautivado con el hermoso rostro de la chica siendo iluminado por los fuegos artificiales. Fue una imagen que quedó gradaba en su memoria para siempre.
—Marinette —murmuró imperceptiblemente y por un momento creyó que ella no lo había escuchado, pero a los pocos segundos, sus hermosos ojos azules se dirigieron hacia él. Antes de que ella pudiera preguntarle qué pasaba, el rostro del chico fue acercándose cada vez más al suyo.
Su corazón se detuvo por un momento al sentir la cercanía entre ambos, sus mejillas se tiñeron de un leve rojo, sus pupilas se dilataron debido a la sorpresa, pero no pudo mover su cuerpo y las palabras quedaron en la punta de su lengua. Cuando sus labios por fin se tocaron, ella de nuevo se olvidó de todo, se olvidó del hecho de que Adrien no había ido ese día, de su confusión, de sus problemas, ahora simplemente quería apreciar ese romántico momento que estaba viviendo ahora y deseaba que ese momento no fuera interrumpido.
Fue un dulce toque, casi inocente y no fue tan sorpresivo como el primero. El rubio, puso delicadamente una de sus manos en la mejilla de ella mientras que Marinette apoyó una de sus manos en su hombro.
Luego de que se separaran unos segundos después, Chat Noir arqueó una ceja y rápidamente la vergüenza se vio reflejada en el rostro de la pelinegra.
—Así que ¿esta vez disfrutaste el beso? —inquirió con un tono coqueto.
—No digas nada más, por favor —pidió mientras se separaba rápidamente de él para apoyarse en el barandal y luego voltear hacia otro lado.
—¿Enojada de que el gato te «te comió la lengua»?
—¡Ahg! —gruñó exasperada—. Simplemente me tomaste con la guardia baja… —murmuró.
—Bueno, supongo que preferías que ese tal Adrien te hubiera besado ¿no? —la miró de reojo esperando una reacción.
La chica se crispó en su lugar. ¿Por qué tenía que recordarle a Adrien justo ahora? Eso sólo le recordaba lo confundida que estaba.
—Supongo que no me equivoco… —soltó un leve suspiro.
—Escucha —comenzó a decir Marinette mirándolo fijamente—. No estaba pensando en Adrien en ese momento, ya que… —tuvo que reunir todo su valor para poder decirlo—, de alguna manera, también siento que me estás gustando —confesó firmemente viéndolo a los ojos.
A los pocos segundos bajó la mirada, sin estar muy segura de que decir a continuación.
—Pero tampoco significa que me haya dejado de gustar Adrien —aclaró—. Simplemente…siento que estoy en un dilema con ustedes dos últimamente —soltó un pesado suspiro.
Ya a este punto los fuegos artificiales habían terminado dejando el lugar más tranquilo de lo habitual, pero esto sólo generaba más tensión para el momento; o esto pensaba Marinette.
Chat Noir simplemente se quedó totalmente callado intentando asimilar lo que acababa de oír ¿Marinette le acababa de decir que tenía una oportunidad? ¡No podría creerlo! Aunque a decir verdad, era muy extraño estar celoso de uno mismo.
—Pero supongo que has ganado más puntos el día de hoy, Adrien ni siquiera se presentó el día de hoy… —murmuró ella algo decepcionada.
El héroe pasó de estar celebrando en su mente, a sentirse totalmente culpable. Había optado por presentarse de esa forma ya que de esa forma había logrado huir de la fiesta a la cual su padre lo había obligado a ir y además lo ayudó a llegar más rápido, por un momento había olvidado que ella estaba esperando a una persona totalmente diferente.
Apretó fuertemente su puño sintiéndose frustrado de no poder hacer algo para cambiar ese rostro lleno de tristeza. Bueno, había una opción pero realmente no sabía si llevarla a cabo, tenía mucho miedo de la posible reacción de la chica, de lo que podría pasar más a futuro, pero a la vez, sabía que esta era una oportunidad de una en un millón, si no lo decía ahora, jamás lo haría.
—Marinette, necesito decirte algo —dijo él empleando un tono más serio de lo usual, incluso la chica se mostró sorprendida al oírlo.
—¿Pasa…algo?
—En primer lugar, lamento no habértelo dicho antes.
—¿De qué estás hablando? —insistió ella cada vez más preocupada. Chat Noir simplemente rascó su nuca nervioso para luego verla a los ojos.
—Marinette, nunca te he mentido con el hecho de que me gustas, pero hay algo que te he ocultado por mucho tiempo e incluso ahora, me arrepiento de no habértelo dicho cuando yo supe tu secreto —comenzó a decir—. Creo que ya es hora de que sepas quien es mi verdadero yo… —bajó la mirada por un momento.
Se quitó el anillo para quitar su transformación.
Marinette no podía creer lo que estaba viendo delante de ella, el mismísimo Adrien, su primer amor, se encontraba frente a ella.
¿Cómo se supone que debía sentirse en ese momento? ¿Enojada por qué le ocultó ese gran secreto todo este tiempo? ¿Feliz por qué finalmente supo su gran secreto? ¿Aliviada de saber que los dos chicos que la tenían en un dilema resultaron ser la misma persona? No tenía palabras para describir lo que sentía, pero a la vez, entre todas esas emociones mezcladas, había un poco de decepción en ellas.
—¿Marinette? —la llamó en un tono algo preocupado temiendo que todo se hubiera ido hacia abajo.
—Adrien, yo… —no sabía que decir, ¿qué debería responderle? A pesar de que ganas no le faltaban de tirarse a sus brazos, la duda no se iba de su cabeza, después de todo, él le había mentido todo este tiempo aun sabiendo el secreto de ella. Sus palabras quedaron a la mitad, ni siquiera estaba segura de que pedirle. ¿Qué tendría que hacer en estas situaciones? Por una parte quería echarlo y regañarlo por sus acciones tan egoístas a su parecer, pero a la vez quería correr a abrazarlo y llorar de felicidad.
El rubio vaciló en unos momentos si acercarse o no, temía por un posible rechazo por parte de ella.
—Realmente no sé cómo sentirme al respecto —confesó ella con la mirada gacha—. En primer lugar ¿por qué me ocultaste eso por tanto tiempo? Entiendo que antes no podíamos decir nuestras identidades, pero por lo menos cuando supiste mi secreto me hubieras dicho también tu identidad especialmente cuando eras alguien tan cercano a mí —comenzó a decir ella con cierto dolor—. Y cuándo me dijiste qué querías que me enamorara de «tu verdadero yo» ¿acaso el Adrien que conocía era una mentira? —cuestionó ella. A este punto ya varias lágrimas se estaba acumulando en sus ojos.
Al rubio se le rompió el corazón al verla así dándose cuenta de su gran error, eso era lo que justamente no quería que pasara pero a la vez era su culpa por ocultárselo por tanto tiempo.
—Pero felicidades, al final si me terminé enamorando de Chat Noir —dijo con cierta ironía mientras se limpiaba las lágrimas—. Pero ¿cómo debería reaccionar al saber que mi primer amor posiblemente fue una mentira?
Él tenía que decir algo rápido, tenía que arreglar la situación de alguna forma sino quería alejarse totalmente de ella, pero no llegaba alguna palabra de consuelo en este momento, cualquier idea que aparecía en su mente rápidamente la desechaba ya que pensaba que sólo empeoraría las cosas.
—Marinette, yo… —Adrien dudó unos momentos.
—Olvida lo que dije, sólo que estoy algo confundida ahora mismo —soltó un largo suspiro. Su garganta le dolía un poco ya que estaba intentando controlar el llanto que amenazaba con salir—. Ya cumpliste con tu promesa de ver los fuegos artificiales conmigo, y ya es algo tarde, puedes irte —dijo ella mientras volvía su vista hacia el cielo.
Adrien dudó, su voz tan melancólica y triste le daba la certeza de que no quería estar sola pero no estaba seguro si verdaderamente ella querría su compañía. Era difícil tratar de conocer sus sentimientos sólo por su expresión, era bastante solitaria pero ¿qué tal si sólo la hacía enojar más por quedarse ahí?
Soltó un suspiro algo resignado, lo mejor en esas situaciones era dejarla sola.
Se transformó de nuevo en Chat Noir, para decepción de Marinette quien pensó que por lo menos insistiría un poco más, pero al darse cuenta de sus deseos, se regañó a sí misma, no debía complicar mucho las cosas. Era mejor así.
—Mañana regresaré, y el día siguiente también —comenzó a decir él—. Vendré todas las noches a este lugar hasta que estés dispuesta a hablar conmigo —declaró firmemente para sorpresa de la pelinegra.
Antes de que ella pudiera procesar totalmente lo que acababa de oír, el rubio ya había desaparecido en medio de la noche.
—Marinette ¿estás bien? —preguntó Tikki preocupada saliendo de su escondite.
—No —contestó sinceramente mientras se recostaba contra el barandal cayendo lentamente hasta finalmente estar sentada. Abrazó sus rodillas ocultando su rostro y comenzó a llorar como si de una niña pequeña se tratara.
La Kwami se quedó a su lado sin saber exactamente que palabras decir. Era una situación bastante complicada, después de todo, a pesar de que sus sentimientos fueran correspondidos, no quitaba el hecho de que le habían mentido, habían roto su confianza de una horrible manera y sabía que Adrien no sería perdonado tan fácil.
En su mente, Marinette se quejaba de todo, preguntándose varias cosas y cuestionando las respuestas que ella misma se daba. Se sentía como una tonta, ¿acaso Adrien había disfrutado verla como una tonta? Le había contado todo lo que pensaba sobre él, muchas cosas vergonzosas y él ni siquiera se dignó a decirle algo cuando descubrió que estaba hablando de él. Que quería enamorarla con su verdadero yo era una vil mentira, sólo estaba jugando con sus sentimientos, parecía más bien que sólo la estaba probando. Se sentía tan miserable en ese momento, jamás pensó que el perfecto Adrien tuviera una actitud como esa.
Siempre había pensado que él sería el chico de sus sueños, el hombre perfecto para ello, pero estaba más equivocada que nunca. ¿Cómo podía confiar en alguien que había roto su confianza de esa manera? Una cosa era que ambos hubieran ocultado su identidad, pero cuando ella reveló por accidente la suya ¿no hubiera sido mejor que él se lo hubiera confesado en ese instante? Aunque…posiblemente él tuviera miedo, pero eso no era razón para engañarla de esa manera tan cruel. Había jugado con su pobre corazón, le había contado todos sus secretos, todo lo que pensaba de él y aun así la volvió a enamorar con su otra faceta, la cual pensó que nunca iba a amar.
Se sentía muy confundida y enojada en este momento, por una parte quería justificar lo que hizo e intentar perdonarlo, pero tampoco podía borrar de su mente el hecho de que le había mentido.
Al día siguiente, Marinette no se presentó en la escuela. Esto de cierta forma no lo sorprendió, pero sólo logró que aumentara más su culpabilidad.
¿Por qué le había mentido en primer lugar? ¿De verdad había sido una buena idea confesar su secreto? Realmente no lo sabía, no estaba seguro de nada, era la primera vez que tenía dudas como esas y de alguna manera sentía que iba a enloquecer, pero a la vez, los sentimientos de angustia llenaban su pecho al ver lo afectada que había salido Marinette. Tampoco esperaba que aceptara todo tan fácilmente, pero tampoco pensó ser rechazado de esa manera.
La mayoría de personas a su alrededor notaron este cambio en su ánimo, pero a pesar de las preguntas insistentes por parte de Nino y Chloé, no pudieron sacar ninguna información.
—¿Crees que pasó algo con Marinette? —le preguntó Nino a Alya mientras salían de la escuela.
—Eso podría explicar porque no vino hoy —secundó la morena.
Mientras tanto, en algún lugar de París, un nuevo akuma nació y sólo tardó unos minutos en acción para que apareciera Chat Noir. A pesar de estar llorando por dentro, no podía permitirse mostrarse así en su faceta de héroe. Se quedó entreteniendo unos momentos al villano del día, esperando que pronto llegara su amada Ladybug, sólo esperaba que su estado de ánimo no fuera tan malo como para que no viniera a trabajar hoy; eso sería desastroso para todo París…
—¡Detente ahí villano! —exclamó con valentía la heroína más popular de todo París señalando al villano captando su atención casi al instante.
Mentiría si no admitiera que le sorprendió verla ahí, tan radiante como siempre y con esa confianza de que, al igual que siempre, terminarían bien su trabajo. Por unos momentos, sintió que lo que había pasado ayer había sido un simple sueño.
—¡Chat Noir! No te distraigas —dijo ella, por el tono que había usado con él, pudo entender que seguía enojada.
Aunque las cosas entre ambos estaban sumamente tensas, eso no evitaba que pudieran desempeñar bien en su trabajo. Una vez que terminaron con el akuma, Ladybug rápidamente salió de escena sin dirigirle ni una sola palabra. Al parecer las cosas no serían tan fáciles de arreglar como pensaba.
—Espera, Ladybug —él la siguió, posiblemente era una mala idea pero no iba a retractarse.
Sin embargo, ella lo ignoró y con su yoyo, recorrió un gran trecho para estar lo más lejos de él. Era posible alcanzarla, pero ya con esa acción fue suficiente para que él se detuviera.
Regresó a casa con el ánimo de un gato que acababa de ser abandonado.
De todas formas, no permitió que su ánimo interfiriera en la promesa que había hecho. Cuando al atardece dio paso a la fría noche, nuevamente tomó su faceta como superhéroe y se encaminó a la casa de su gran amor. Se quedó en su terraza/balcón un largo rato, él estaba consciente de que ella sabía que estaba ahí pero que no estaba lista para enfrentarlo y realmente, él tampoco estaba listo para una seria conversación pero aun si se planteaba varias situaciones, jamás estaría totalmente listo. Sólo dejaría que su verdadero yo hablara en ese momento, y si ella lo rechazaba de nuevo, entonces se rendiría; esta sería una forma para enmendar el daño que le había hecho.
—Marinette, regresaré mañana también —avisó acercándose lo máximo a la compuerta que estaba en el piso con la esperanza de que lo escuchara.
Y así pasó una semana, él venía todas las noches, avisándole que había venido y cuando se iba. Posiblemente era algo estúpido de su parte esperar de esta manera, pero le daría el tiempo necesario, no dejaría de ir hasta que ella se lo pidiera personalmente.
Marinette no podía negar que sentía cierta culpabilidad por dejarlo ahí esperando, podía imaginárselo como un gato perdido que ya no podía volver a su hogar y eso sólo le partía el corazón, pero tampoco podía caer tan fácil, esto también se podía considerar como un «castigo» para él.
Nino y Alya notaron como ambos se habían distanciado, parecía que el avance de estos últimos meses se hubieran ido abajo y hubieran iniciado de nuevo en las peores condiciones. Ambos no sabían que hacer, a pesar de todas las preguntas que les hacían estos simplemente no decían nada y sólo los frustraba. Al final pensaron que lo mejor era no acosarlos con preguntes y dejar que vinieran en busca de su ayuda naturalmente; y así fue como pasó.
—Alya —murmuró la pelinegra una vez que estaban en el parque—. Lo siento por no contarte sobre mis problemas últimamente, es sólo que, me he sentido muy confundida y nunca sé cómo comenzar… —confesó algo apenada, no quería que su mejor amiga creyera que no confiaba en ella.
—No te preocupes Marinette, siempre puedes contar conmigo. Entiendo que debiste tomarte tu tiempo —dijo con una gran sonrisa dándole a entender que todo estaba bien.
—Gracias Alya.
Al final Marinette hizo un resumen de lo que había pasado: simplemente Adrien le había mentido en algo muy importante y por eso se había enojado con él.
—Ya veo —ella pareció meditar un momento la situación—. ¿Sabes el motivo por el cual te mintió?
—No realmente, pero esa mentira me pareció algo….cobarde —dijo esto último algo insegura.
—Entonces no escuchaste claramente lo que él tenía que decir —apuntó ella—. Es normal que te lleves una que otra decepción en la vida, cada quien comete sus errores, tal vez estás realmente enojada con él porque lo idealizaste demasiado —agregó ella.
—No creo que sea por eso, yo sé que cada quien comete sus errores.
—Pero esa idea que tenías de él puede afectar tu ánimo —replicó ella—. No sé si deba hablar por él, pero lo he visto realmente desanimado, ni siquiera Nino ha logrado animarlo, ¿no crees que ya lo has castigado lo suficiente? ¿Qué tal si hablas un poco con él, escuchas su versión y luego decides qué hacer? Creo que ya te tomaste un tiempo para pensar las cosas ¿no?
La pelinegra quedó algo sorprendida por esta conversación, ¿cómo no había recurrido antes a su mejor amiga? Se sentía mucho mejor después de haber hablado con ella y definitivamente ya tenía más claras las cosas. Aunque no podía evitar sentir cierta culpabilidad ya que antes parecía estar huyendo del problema.
Adrien se sentía dolido, deseaba con todas sus fuerzas hacer algo para que Marinette lo perdonara o que por lo menos le dirigiera la palabra, pero nada parecía resultar. ¿Acaso esta era la prueba que necesitaba para rendirse? ¿Eso sería lo correcto? Ya ni sabía si sus decisiones le traerían algo bueno.
Su corazón se apretujaba cada vez que ella le mostraba esa tierna sonrisa a alguien más, tenía ganas de llorar cada vez que ella se mostraba indiferente ante él. Al parecer este era su castigo por haberle mentido, y sí se lo merecía, pero no sabía por cuanto tiempo sería capaz de aguantarlo.
El amor era bastante complicado, aun si era correspondido, no podías asegurarte de que todo fuera bien. Tal vez por eso mismo es que era tan interesante enamorarse de alguien.
Aquella noche, él volvió al balcón de Marinette, en todo el camino pensó que posiblemente sería otra noche perdida ya que ella no saldría de su cuarto, pero gran fue su sorpresa al verla ahí, contemplando las estrellas totalmente inmersa en aquel cielo. Se veía tan hermosa bajo la luz de la luna que podría quedarse viéndola todo el tiempo. Pero entró en razón al ver que esta era la oportunidad perfecta para hablar con ella, quería creer que había salido para verlo.
—Marinette… —murmuró su nombre aterrizando a unos pasos alejados de ella.
Ella pareció ignorarlo algunos momentos ya que ni siquiera le dirigió la mirada. Mal comienzo para el héroe gatuno.
—¿Sabes por qué me gusta tanto la noche? —preguntó repentinamente ella sorprendiendo al rubio.
—Nunca me lo dijiste realmente.
—Bueno, eso es porque sólo comenzó a gustarme realmente cuando te conocí —confesó ella—. Siempre me recordaba a las charlas que teníamos todo el tiempo —formó una leve sonrisa.
—Para mí esta eran los momentos más especiales en el día.
Ambos se mantuvieron callados y eventualmente, Chat Noir comenzó a ver también el cielo.
—Chat Noir, es decir, Adrien…¡Agh! Es bastante complicado no saber cómo llamarte —dijo algo frustrada dirigiendo su mirada hacia él.
—No te preocupes, cualquiera se confundiría —soltó una sonrisa algo nerviosa y luego se quitó su anillo para deshacer su transformación—. Así será más fácil ¿no?
—C-creo que sí, aunque es raro, estoy más acostumbrada a verte como Chat Noir —sonrió ligeramente.
¿Qué había pasado con el ambiente? ¿Acaso estaba en un sueño? Dudaba mucho que el enojo de Marinette se fuera de un momento para otro. Simplemente posponer la importante conversación lograba que sólo se pusiera más nervioso, aunque tampoco sabía cómo sacar a flote ese tema…
—Adrien ¿puedo preguntarte algo? —al ver que había asentido prosiguió—. ¿No estás confundido? Es decir, Ladybug es decidida y fuerte, en cambio, Marinette es una chica torpe que no puede hablar correctamente frente al chico que le gusta…
El rubio se sorprendió un poco ante esta pregunta, realmente nunca había pensado en compararlas ya que para él, Marinette seguiría siendo Marinette, ya fuera que se volviera Ladybug.
—¿Por qué estarlo? Siguen siendo la misma persona, sólo te pasa lo mismo que a mí: siendo un superhéroe, sientes más libertad para actuar de cierta manera —contestó sinceramente brindándole una dulce sonrisa.
De nuevo el silencio llegó, pero en vez de ser uno incómodo, más bien fue uno de reflexión.
La fría brisa movía sus cabellos, no había casi ruido en aquel lugar y lo único que parecía activo era la torre Eiffel y la gran luna que se asomaba. Pero Adrien simplemente se fijaba en aquella persona a su lado, como si ella fuera la única estrella en un cielo oscuro. Es verdad, ella había sido su luz cuando pensó que no tendría escapatoria, lo había deslumbrado desde el primer momento en que la vio y no pudo quitarle la vista de encima más. Por eso, él no quería perderla, aún si jamás podía alcanzarla, jamás le quitaría su vista de encima.
—Supongo que ahora quieres estar sola ¿no? Todavía no sé si me has perdonado del todo pero de seguro necesitas pensarlo un poco más —dijo con cierto nerviosismo, esto podía considerarse como huir pero realmente él solo estaba pensando en cómo se sentiría más cómoda ella. No quería presionarla.
Estaba dispuesto a irse pero un sorpresivo tirón de su mano lo hizo detenerse.
—¿Qué tal si iniciamos de nuevo? —preguntó mirándolo fijamente a los ojos. Los labios de la chica temblaban ligeramente como si no supiera si esto fuera lo correcto, de seguro estaba igual de asustada que él ante la idea de distanciarse aún más—. Olvidemos todo el drama de nuestras identidades secretas, ya no quiero más secretos, no quiero estar más confundida y tampoco quiero alejarme de ti —declaró firmemente—. Sólo comencemos de nuevo, como amigos, compartiendo como cuando venías como Chat Noir y luego irnos enamorándonos cada vez más uno del otro sin necesidad de tener miedo de mostrar nuestro verdadero ser.
Adrien se quedó callado unos momentos, no sabía cómo sentirse en ese momento o mejor dicho, no sabía cuál respuesta darle, así que simplemente tomó firmemente la mano que sostenía la suya y volvió a sonreírle como siempre lo hacía.
—Esperaré el tiempo necesario hasta que vuelva a ganarme tu confianza, princesa.
A los pocos días, parecía que el problema que ambos habían tenido sólo hubiera sido un mal sueño, ya que todos notaron como se estaban llevando mucho mejor que antes. Marinette ya no tartamudeaba tanto como antes, y para sorpresa de muchos, habían escuchado una que otra frase coqueta por parte del rubio. ¿Qué había pasado en ese tiempo? Nadie sabía, ni siquiera sus mejores amigos estaban seguros de como habían resuelto las cosas.
Obviamente la más disgustada de todo esto había sido la propia Chlóe, que al parecer se había vuelto muchísimo más odiosa con Marinette ocasionando más peleas entre ambas. Por suerte, Adrien defendió varias veces a la pelinegra callando así a su amiga de la infancia.
Muchos pensaron que ellos dos habían comenzado una relación debido a lo unidos que se habían vuelto, pero cada vez que les preguntaban sobre esto, ellos sólo negaban pero formando una sonrisa misteriosa que ocultara un gran secreto. Al final, el salón decidió hacer una apuesta para ver cuando esos dos tendrían algo oficial.
—Marinette, creo que deberíamos ir a una cita —comentó de repente Adrien. Ambos se encontraban en el parque, él comiendo unos panecillos hechos por el padre de la chica mientras que ella dibujaba un poco.
—¿Esto no cuenta cómo una? —bromeó ella.
—Hablo en serio —insistió él mientras se recostaba en su hombro—. Pienso que ya deberíamos dar otro paso en nuestra relación —hizo un puchero como si de un niño pequeño se tratase.
—Vaya, pensé que jamás lo dirías —soltó una leve risa provocando que él se separara de ella viéndola algo sorprendido.
—¿Eso significa...?
—Ya deberías saberlo, gatito —soltó otra sonrisa burlona y se levantó de la banca.
Posiblemente las cosas no cambiarían mucho si ambos tenían una relación, pero ¿qué más daba? Eran felices de esta forma. Después de haber pasado por varias cosas, tantos problemas y sentimientos confusos, por fin podían decir que estaban totalmente tranquilos.
Incluso en problemas amorosos, una pequeña idea podía dar una gran solución.
Y aquí llegó este fic, me siento satisfecha de haberlo terminado :'D
De alguna manera siento que no me gusto o mejor dicho, siento que voy a decepcionar a más de uno con esto y me hace sentir mal tener que darles este coso feo después de tanto tiempo de espera, espero que sólo sean delirios míos (?)
Peeero~ eso no quita el hecho de que me gustó escribir este fic y ya me siento algo libre c:
Si les gustó por favor dejen un review~
Haruka-sama se despide~
Pd: Visiten mi página por si quieren noticias (?)
