Bienvenidos a este pequeño proyecto. Hace mucho que ya lo habia subido, pero fue en otra cuenta. Nunca lo termine (me odio por eso) y ahora que lo encontre por casualidad decidi que era momento de terminarlo, pero no sin antes mejorarlo un poco. Practicamente volvi a escribir todo el capitulo y asi lo hare con los proximos, esta vez si habra un final.
La cuenta en la que solia publicarlos era: khrfan7980. Esa cuenta ya esta mas que olvidada XD, pero todos los proyectos que estan en la misma los volvere a escribir, publicar y, por supuesto, terminarlos. Claro que esto me va a tomar bastante tiempo, pero lo lograre; todo sea por ustedes.
Antes de que comiencen solo tengo algo que decir.
Disclaimer: Ningun personaje de Hetalia me pertenece, lo cual es una pena :c.
Ahora si, sean felices y disfruten :)
Capitulo 1.
Mi deseo.
Acerco sus manos a su boca y soltó un poco de aire para intentar calentarlas. En esta época el clima era bastante frio en Alemania, totalmente distinto a lo que Feliciano estaba acostumbrado. El país de Feliciano no era tan caluroso, pero claramente las temperaturas no llegaban a ser tan bajas y mucho menos por las tardes. No le incomodaba, siempre y cuando pudiese acercarse lo suficiente a Ludwig para calentarse... en buenos términos.
Feliciano se encontraba justo afuera de la oficina de Ludwig. Últimamente el rubio se la había pasado encerrado ahí, solo salía para comer, para ir a dormir o para cumplir su típica rutina de ejercicio. No es que Feliciano lo hubiese estado espiando.
Solo una puerta separaba a Feliciano de Ludwig, abrirla era fácil, pero en estos momentos los nervios lo estaban consumiendo a más no poder. Tengo que decírselo ahora, pensó, mientras acariciaba el picaporte de la puerta. Trago un poco de saliva y abrió la puerta. Se podía ver una habitación bastante espaciosa, había un par de estantes a los lados, todos llenos de libros; había un escritorio y una enorme pila de papeles sobre este. Ludwig apenas era visible, la gran cantidad de papeles lo tapaban por lo que no pudo ver quien había entrado. Ludwig se levantó de su asiento para ver al invitado que había entrado sin permiso a su oficina.
-Ah, Feliciano, solo eres tu.- Dijo. Su expresión reflejaba que ya estaba demasiado cansado, por lo menos lo suficiente como para dormir un día entero. Las ojeras ya estaban más pronunciadas que hace una semana, se notaba que casi no dormía.- Por favor, vuelve en otro momento, estoy demasiado ocupado.
-Te... Tengo que decirte algo.- Las palabras salían en intervalos de tiempo irregulares, se encontraba tartamudeando, ¿Pero quién no lo haría frente a alguien tan imponente como Ludwig Beilschmidt?
-Estoy algo ocupado.- Ludwig ni siquiera volteo a mirar a Feliciano.- ¿No puedes esperar?
-No...No puede esperar.- Feliciano estaba realmente asustado, no sabía cómo reaccionaría Ludwig ante lo que el castaño estaba a punto de decirle, aun así no se detendría, él ya lo había decidido.
-Pues tendrá que.- Feliciano nada más podía ver como Ludwig leía algunos papeles para después tomar otros y volver a hacerlo mismo. Últimamente su trabajo le consumía todo el tiempo; había pasado más de una semana desde que Feliciano convivio con Ludwig.
-¡Ludwig!- Feliciano no sabía de donde había sacado el valor necesario como para atreverse a gritarle de esa manera a Ludwig, pero no era el momento de preguntarse esas trivialidades.
-¡Ya te dije que tendrá que esperar!- El tono de Ludwig incremento drásticamente.- Estoy demasiado ocupado.
-Tu siempre estas ocupado.-
-Tú también deberías.- Espetó. Feliciano ya había acabado con la poca paciencia que le quedaba a Ludwig, el rubio ya estaba enojado.- Ah cierto. Olvidaba que tu no hace nada más que dormir, comer y convertir en tu niñera a cualquier persona.
-Lud...- ¿De verdad es lo que Ludwig piensa de Feliciano? Feliciano trago un poco de saliva, no quería demostrarlo, pero lo que le acaba de decir el rubio le dolió bastante. Sus ojos comenzaron a ponerse cristalinos, un par de lágrimas se formaron y estaban listas para partir, pero Feliciano no lo permitiría. Comenzó a parpadear rápidamente y a cerrar los ojos por largos periodos de tiempo para evitar que las lágrimas abandonaran sus ojos.
-Ahora, por favor vete.- Feliciano no apartaba la mirada del piso, ¿Que podía decir él? Tal vez este ya no era el momento adecuado para hablar con el rubio, pero Feliciano no se rendiría tan fácil.
-¡No!- Ludwig lo miro y soltó un enorme suspiro.- Quiero que me prestes atención ahora, después sigues con tu trabajo.-
-Por última vez, no puedo.- Ludwig regreso la mirada hacia los documentos que tenía en mano, comenzó a leerlos. Feliciano se enojó, se acercó lo suficientemente al escritorio y deslizo su brazo sobre este. Todos los documentos que se encontraban en el escritorio ahora estaban en el piso, completamente desordenados.- Quiero decirte que...
Las palabras del castaño fueron silenciadas y sustituidas por el sonido de una bofetada que le propino Ludwig. Era la primera vez que ocurría esto, ¡Ludwig acaba de golpear a Feliciano!
-Ya no discutas y vete.- La mirada de Ludwig se encontraba dirigida al piso, probablemente se sentía mal por lo que acaba de hacer.
Feliciano acaricio la mejilla donde Ludwig le dio la bofetada. El dolor que sentía no era tanto por la bofetada, era por quien lo había hecho. El jamás creyó que Ludwig sería capaz de golpearlo. Salió corriendo de la habitación, ya no había nada que hacer en esa habitación.
-¿Que le hiciste?- Pregunto una voz familiar. Ludwig volteo la mirada hacia la puerta de la habitación. Era Gilbert Beilschmidt.- Feliciano salió corriendo y parecía que estaba llorando.-
-No es de tu incumbencia.- Gilbert observo toda la habitación para tratar de averiguar qué es lo había sucedido apenas hace unos minutos.
-Oficina desordenada, él estaba llorando...- Comenzó a caminar por toda la habitación mientras Ludwig recogía el desastre que Feliciano le había dejado.- Así que lo hicieron, eso no lo esperaba.-
-¡Gilbert!- Ludwig se sonrojo a mas no poder, a lo que se refería su hermano había quedado más que claro con las sonrisa que se formó en el rostro del mismo.- No digas tonterías.
-Tienes razón, tú jamás harías eso.-
El transcurso de la tarde fue normal, Feliciano ya no se había aparecido por la oficina de Ludwig y el rubio dudaba que lo fuera a hacer, al menos no por el resto del día. El pequeño asunto que había pasado no dejaba de dar vueltas en la cabeza de Ludwig y no le había permitido concentrarse bien en su trabajo, ¿Pero a quien sí?
Supongo que debo de disculparme, pensó. En efecto, el debía disculparse. Feliciano si había sido demasiado terco, pero realmente no hizo nada como para merecer la bofetada. La necesidad de disculparse lo estaba molestando demasiado, pero no podía distraerse de su trabajo, ya había perdido demasiado tiempo ordenando todos los documentos. Sin embargo, al final opto por ir a buscar a Feliciano y disculparse por lo que le había hecho. Salió de su oficina y se encamino hacia la habitación de Feliciano. En el camino se encontró con su hermano.
-¿Ya te disculpaste con Feli?- Pregunto. Ludwig no respondió solo quedo mirando fijamente a Gilbert... Ya sé, ya se; no es de mi incumbencia. De cualquier modo yo ya me iba. No me esperen a cenar.
Gilbert siguió su camino y de igual manera Ludwig lo hizo. El cuarto que le habían dado a Feliciano para su estancia en casa de los Beilschmidt era el que había pertenecido a Ludwig cuando era un niño. El cuarto tenía la mejor vista de toda la casa, por la ventana se podía observar un campo de flores muy bellas. Fue el cuarto que Ludwig sugirió que se le diera, ayudaría al trabajo de Feliciano. La única desventaja de esa habitación era que se encontraba más lejos de la entrada principal que cualquier otra.
No fue hasta que estuvo frente a la habitación del castaño que se cuestionó que era lo que diría. Es decir, sabía que tenía que decir "Perdón. No volverá a suceder.", pero ¿Cómo sacaría el tema? Ludwig se sentía avergonzado por lo que había hecho por lo que le daba pena tratar de hablar de ello. Aun así, él tenía que disculparse y lo sabía muy bien. Supongo que improvisare, pensó.
-Feliciano.- Dio unos ligeros golpes a la puerta. Espero unos segundos pero nadie respondió, supuso que Feliciano estaba enojado y no quería hablar con él, pero Ludwig debía disculparse, así que, toco de nuevo. Nuevamente no hubo respuesta alguna por parte de Feliciano. Ludwig soltó un enorme suspiro y coloco su mano en el picaporte.- Feliciano, voy a entrar.
El cuarto estaba totalmente oscuro, apenas y se alcanzaban a distinguir algunas cosas gracias a la pequeña luz que aportaba la luna. Ludwig comenzó a buscar el interruptor para encender la luz de la habitación y mientras lo hacía rogaba que Feliciano no lo sacara de la habitación. Una vez que encendió las luces de la habitación se percató de que no había nadie ahí. Había un desastre en la habitación, ropa por todas partes, algunos platos que probablemente tenían pasta o gelato; la habitación era un completo desorden, ¿Cómo era posible que Feliciano pasase las noches ahí? Probablemente Feliciano se estaba escondiendo en el closet, debajo de la cama o probablemente en alguno de los montones de ropa que se encontraban en el suelo. Reviso cada rincón de la habitación, pero no obtuvo éxito alguno. Antes de salir de la habitación notó que hacía más frio que en su oficina, se percató que la ventana estaba abierta y la cerró. ¿Cómo puedes dormir así Feliciano?, se preguntó el rubio.
Probablemente esté en la cocina preparándose algo para cenar, pensó. Se dirigió a la cocina a paso rápido, quería disculparse y terminar de una vez por todas con ese asunto que lo aquejaba. Nuevamente ocurrió lo mismo, la cocina se encontraba desierta, no había indicios de que alguien hubiese estado ahí. Decidió probar en todas las habitación, forzosamente tenía que estar en alguna habitación de la casa. Al poco rato de comenzar su búsqueda en todas las habitaciones, comenzó a preocuparse por Feliciano, ¿Dónde podría estar y que estaría haciendo?
-Feliciano.- Los gritos se escuchaban por todos los pasillos de la casa, pero no había respuesta alguna que indicara donde estaba Feliciano.
Por fin había terminado de dar su tour por su propia casa y aun seguía sin saber dónde se había metido Feliciano Vargas. La preocupación ya lo había dominado por completo, preguntas como "¿Qué tal si huyo?" o "¿Qué tal si le sucedió algo?" rondaban su mente, pero inmediatamente sacudía su cabeza para borrarlas, no podía pensar eso, Feliciano estaba bien. Ya no tenía otra opción, usaría su último recurso.
-Feliciano, si sales podrás comer todo el gelato que quieras.- Ludwig sabía perfectamente que Feliciano no podía resistirse a ese tipo de ofertas, era su mejor arma contra él. Sin embargo, no consiguió respuesta alguna. El último recurso, el arma mortal de Ludwig Beilschmidt había fallado. Estaba a punto de resignarse cuando recordó lo que su hermano le había dicho antes de marcharse. Probablemente Gilbert se lo llevo a algún bar, pensó. Una sensación de alivio recorrió su pecho, solo tenía que llamar a Gilbert para comprobar que su teoría era verdad. Regreso a su oficina y tomo el teléfono que se encontraba en la mesita a un lado de uno de los libreros. Comenzó a teclear el teléfono de Gilbert, pero algo lo detuvo. Había algo muy importante que Gilbert le había dicho.
-No me esperen a cenar.-
Gilbert lo dijo en plural. Solo había tres personas que pasaban las noches ahí, dos eran los hermanos Beilschmidt y el tercero era Feliciano; por lo cual, Gilbert no se pudo haber llevado a Feliciano de fiesta. La preocupación lo invadió de nuevo, ¡¿Dónde rayos podría estar Feliciano Vargas?!
En lo alto de la casa de los Beilschmidt se podía apreciar una figura que apenas era iluminada por la luna. Era Feliciano Vargas. En cuanto salió corriendo de la oficina de Ludwig se dirigió a su habitación, inmediatamente llego se recostó y abrazo con todas sus fuerzas la almohada. Aun podía sentir un pequeño dolor punzante en su mejilla por la bofetada de hace unos minutos. Las lágrimas caían libremente de sus ojos, pero eran atrapadas rápidamente por la almohada. En la habitación se escuchaban algunos sollozos por parte de Feliciano. Si su hermano lo viera así probablemente trataría de matar a Ludwig, y más aún por el hecho de que golpeo al pobre Feliciano.
Paso alrededor de una hora para que Feliciano se quedara profundamente dormido de tanto llorar. No fue hasta que escucho unos golpes en la puerta cuando se despertó.
-Feliciano.- Se escuchó del otro lado de la puerta. Era Ludwig, probablemente estaría ahí para disculparse, pero Feliciano no quería verlo, por lo menos no ahora. La única manera de abandonar la habitación era a través de la puerta de la misma, no había escapatoria alguna o eso pensaba Feliciano. Fue entonces cuando se le ocurrió la gran idea de salir por la ventana. Nuevamente se escucharon unos golpes en la puerta. Abrió la ventana y salió a través de ella. Sus pies quedaron en una pequeña bardita la cual su función, era recargar los brazos para poder apreciar el paisaje en una posición más cómoda. A un lado de él se encontraba un tuvo que iba hasta la azotea de la casa y de igual manera descendía hasta tierra firme.
Feliciano tenía dos opciones, bajar y buscar algún escondite dentro de la casa o subir, si subía probablemente Ludwig no lo encontraría. Se sostuvo con todas sus fuerzas del tuvo y comenzó a escalarlo para llegar a la azotea. Lo último que logro escuchar fue:
-Feliciano, voy a entrar.-
Y el sonido de la puerta abriéndose.
Una vez que se encontró en la azotea subió al punto más alto de la misma. La noche era aún más fría que la tarde. Su cuerpo comenzó a temblar ligeramente, debió de haber tomado algún abrigo, pero él no tenía idea de que terminaría en la azotea. Resignado se sentó. El suelo estaba algo frio, pero al cabo de unos segundos el calor corporal de Feliciano hizo que su asiento fuera más cómodo. No era un costoso sillón que se podía reclinar, pero al menos ahí Ludwig no lo encontraría.
Acerco sus manos a su boca y soltó un poco de aire para calentarlas, curioso, le recordó a cierta situación que sucedió hace algunas horas. Aun se sentía algo adormilado, pero el frio evitaba que se quedara dormido en la azotea. Alzo su mirada al cielo, era la primera vez que lo observaba desde que llego a Alemania. Aquel cielo que se encontraba despejado de cualquier nube y repleto de maravillosas estrellas le traía recuerdos de cuando conoció a Ludwig.
Eso fue hace 3 años. Ludwig se encontraba de viaje de negocios en Italia. Como a Ludwig siempre le había interesado la historia se dio un poco de tiempo para recorrer la mayor parte de Italia. Su Italiano no era bueno, ni siquiera se acercaba a decente, por lo que, le costó demasiado trabajo comunicarse con los nativos. Fue todo un caos tratar de explorar Italia por sí solo. Cuando llego a la ciudad de Venecia ya eran altas horas de la noche y aun así había bastante gente por las calles. Al principio comenzó a recorrer sin rumbo alguno, tal vez así encontraría donde poder pasar la noche, pero no tuvo mucho éxito en ello. Por suerte, logro llegar a la plaza San Marcos, un lugar bastante lleno de historia y cultura de los nativos. Al menos ya sé cómo llegar, pensó.
-¡Buona notte!- Escuchó una voz bastante animada que provenía detrás de él.
-Ah. Buena noche.- No trato de hablar en italiano, era pésimo haciéndolo, sin mencionar que se ponía demasiado nervioso y comenzaba a tartamudear; tal vez de esta manera aquel joven se marcharía.
-¡Oh! ¿De dónde viene?- Ludwig estaba un poco confundido, ni siquiera conocía a aquel joven y él ya estaba hablándole sin problema alguno.
-Alemania.-
-No hablo alemán.- Ludwig no lograba comprender muy bien lo que estaba sucediendo, pero era la primera vez que lograba encontrarse con alguien que hablara otro idioma que no fuera Italiano y no perdería la oportunidad para preguntar sobre algún lugar para hospedarse.
-Está bien. ¿Conoces algún lugar donde pueda pasar la noche?-
-Si.- Aquel joven tenía su mirada perdida en el cielo, probablemente no había escuchado lo que Ludwig pregunto y solo respondió como reflejo.
-¿Podrías darme las indicaciones?- Pregunto. Ludwig ya estaba cansado y quería dormir, mañana necesitaba recorrer la ciudad para después volver a su trabajo.
-Yo te llevo.- Dijo, pero no parecía que lo estuviese diciendo en serio. Su mirada seguía perdida, ¿Que sucedía con este joven?- Lo siento, es solo que me gusta observar el cielo desde este punto. A estas horas la plaza está bastante tranquila y me permite pensar. Vamos. Ah, cierto, ¿Cómo te llamas?
-Ludwig, Ludwig Beilschmidt.-
-Soy Feliciano, Feliciano Vargas.-
Feliciano tomo a Ludwig de la mano y comenzó a guiarlo a través de la ciudad. El rubio estaba un poco apenado por como lo estaba guiando Feliciano, pero era más importante ir a dormir. Recorrieron varias calles, pero Ludwig no perdió la pista de como volver a la plaza.
-Aquí es.- Feliciano soltó la mano de Ludwig.
-Gracias.- Ludwig trato de formar una sonrisa en su rostro, pero ese no era su fuerte, más bien parecía una mueca de desagrado. Feliciano no logro comprender que era lo que Ludwig intentaba hacer por lo que lo ignoro.
-Vamos.- Feliciano volvió a tomar de la mano a Ludwig.
-Ah, yo puedo encargarme.-
-Pero esta es mi casa, vamos.-
¿Que acababa de decir? Es su casa, llevo a Ludwig, un completo desconocido para Feliciano a su casa para pasar la noche; ¿Que sucede con este chico?
-Vamos, estoy seguro de que a Lovino no le importara.-
Esa fue la primera vez que vio a Ludwig, a partir de ese momento se formó una gran amistad entre ellos. Y tal vez sentimientos el uno por el otro, solo tal vez. El frio ya le estaba molestando demasiado, por lo que decidió bajar de nuevo, probablemente Ludwig ya esté preocupado, sus gritos se escuchaban por la salida de humo de la chimenea, además, Ludwig prometió pasta para cenar si el salía. Se levantó y alzo por última vez la mirada al cielo, en ese instante vio como una estrella fugaz paso. Inmediatamente cerró los ojos y pidió un deseo, es lo que había escuchado que se debía de hacer, que las estrellas fugaces cumplen cualquier deseo sin importar cuan difícil sea.
Se acercó a la orilla del techo y comenzó a bajar sus pies para después sujetar el tubo por donde subió. Todo parecía perfecto, si ya había subido por ahí, ¿Que tan difícil seria bajar? En efecto, todo iba bien hasta que noto que el tubo comenzó a zafarse de la pared. Todo paso tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar. Feliciano termino inconsciente en el piso.
Ludwig se sorprendió al escuchar un fuerte ruido que provenía de fuera de la casa. Salió inmediatamente corriendo, podía haber sido Feliciano, era una probabilidad que Ludwig no quería aceptar. Se dirigió a la parte trasera de la casa, hace mucho que no había contemplado aquel bello campo de flores, aun seguía tan hermoso como lo recordaba. Giro su vista y fue cuando se dio cuenta de lo que había sucedido. Uno de los viejos tubos que evitaban que le techo se inundara se había desprendido y cayó al suelo, y con él había caído Feliciano. Se maldijo a si mismo creyendo que, el solo hecho de haber imaginado que algo malo le había sucedido al castaño, fue lo que lo provoco. Corrió lo más rápido que pudo hacia donde yacía Feliciano.
-Feliciano, ¡Feliciano!- Gritaba.- Vamos, no me hagas esto.-
Se acercó un poco a su rostro y fue ahí cuando noto que si estaba respirando, sintió una ligera sensación de alivio en su pecho. Ludwig se culparía así mismo por siempre si ese era el fin de Feliciano. Lo levanto del suelo y lo llevo a su espalda para poder meterlo a la casa.
Una vez que estuvieron dentro se dirigió a la sala de estar. Recostó a Feliciano en uno de los sillones y fue corriendo a su oficina. Tomo el teléfono para llamar a un médico, tal vez Feliciano estaba inconsciente, pero Ludwig quería asegurarse de que nada le hubiese pasado por la caída.
La llamada termino más rápido de lo que creía, solo les dijo lo que había sucedido, o lo que el creía que había sucedido, su dirección y fue todo. Le dijeron que no tardarían mucho en llegar, que estuviera pendiente de Feliciano en todo momento. Regreso a la sala de estar. Feliciano aún seguía inconsciente y no parecía que fuera a despertar, al menos no por ahora. Ludwig se sentó en el suelo justo aun lado de Feliciano, recargo su cabeza contra el cuerpo del castaño. Y en un susurro que casi no se logró escuchar dijo:
-Feliciano, perdóname.-
¿Que tal? ¿Que les parecio? ¿Les agrado?
Pueden responder a eso en los reviews, cualquier tipo de review sera bien recibido sin importar que sean quejas o amenazas de muerte por no haber hecho esto antes (Yo lo comprendere T.T). Tambien, pueden dejarme alguna sugerencia o lo que sea su voluntad
Ya estoy realizando el capitulo dos, terminare muy pronto y lo subire inmediatemente.
¡Nos vemos en el proximo capitulo!
P.D: No me odien, con lo que yo me odio tengo suficiente, gracias 3.
