2. Caos
Serena y Hikari iban tomadas de la mano, dirigiéndose de vuelta al Palacio después de haber pasado una divertida tarde jugando y merendando en el jardín. Las estrellas ya habían comenzado a titilar cuando ambas cruzaron la puerta y fueron abordadas por Diamante.
- ¿Cómo se la pasaron mis dos hermosos resplandores de luna? – preguntó el hombre al tiempo que cargaba a la pequeñita.
- ¡Me la pasé muy bien papi! Ojalá mami pudiera salir más seguido.
- Seguramente así será – dijo el platinado mientras abrazaba a su hija y miraba fijamente a su mujer.
- Bueno, ya es hora de dormir. Iré a arropar a Hikari – dijo la rubia, extendiendo los brazos para tomar a la pequeña.
El platinado Rey cedió a la niña con su madre, quien rápidamente le acurrucó la cabecita sobre el hombre, dando la vuelta para dirigirse a la habitación de la platinada.
Antes que diera un paso, Diamante tomó a la rubia por un brazo, haciéndola girar,
- Serena, quiero que duermas conmigo esta noche.
- En cuanto acueste a la niña, iré a tu habitación.
Diamante pasó una mano por el rostro de la reina, desapareciendo así las cadenas que, aunque invisibles a los ojos de la niña y los demás, la reina aun portaba.
Serena miró fijamente a su esposo, para, acto seguido, perderse mansamente a lo largo del pasillo en dirección a los aposentos de su hija.
Moonlight Destiny
Serena estaba sentada frente a un amplio tocador, cepillando su largo cabello rubio; llevaba puesto un ligero camisón blanco de seda.
A través del espejo, miró a Diamante, quien se encontraba de espaldas a ella, desvistiéndose.
Dejó el cepillo sobre el tocador y se levantó para dirigirse hacia donde se encontraba su esposo.
Cuando estuvo cerca, pasó las manos por los hombros y los firmes músculos de la espalda, deleitándose con el trabajado cuerpo mientras el hombre soltaba un ligero gemido al contacto de las finas manos.
Si bien no lo amaba, lo quería lo suficiente como para, después de diez años, disfrutar su intimidad con él, además, tenía que reconocer que aquél hombre platinado era muy apuesto.
- ¿Qué te tiene tan tenso? – preguntó ella suavemente mientras masajeaba ligeramente los hombros de su esposo.
- Nada, no te preocupes – respondió él, girándose para quedar frente a ella y apresarla entre sus brazos – te amo tanto Serena.
- Diamante…
El hombre la envolvió con sus brazos y la atrajo contra su cuerpo lo más que pudo mientras la besaba apasionadamente, robándole el aliento.
- Vamos a dormir – le dijo, con la respiración entre cortada.
La pareja se dirigió al amplio lecho. Serena fue a su lado de la cama y destendió la sábana, dispuesta a acomodarse cuando el platinado la jaló bruscamente y se colocó sobre ella.
- Pensé que íbamos a dormir – dijo ella sorprendida, sintiendo el peso de Diamante sobre su cuerpo.
- Si lo haremos – respondió él, mientras besaba su cuello - después de que hagamos el amor.
Moonlight Destiny
Serena dormía apaciblemente en los fuertes brazos de Diamante cuando un ligero temblor cimbró la habitación, provocando que se despertara.
Intentando no despertar al platinado, se zafó de sus brazos y se incorporó, expectante, tratando de descubrir qué era lo que sucedía. Pronto, un temblor más fuerte cimbró de nuevo la habitación.
- Diamante – decía ella mientras lo movía – despierta
- ¿Qué sucede? – preguntó el hombre somnoliento
- Algo está pasando. La habitación se cimbró.
La mujer no bien acababa de decir aquello cuando un nuevo movimiento, mucho más fuerte que el anterior se dejó sentir, provocando que las paredes comenzaran a resquebrajarse.
El platinado se incorporó de golpe y la abrazó, esperando a que pasara todo aquello.
- Diamante ¿qué sucede? – sollozó la rubia, quien estaba abrazada fuertemente al rey.
- No lo sé pero ve por Hikari y ponla a salvo, ¡rápido!
A la orden de su esposo, Serena saltó de la cama, colocándose una bata y saliendo de la habitación en dirección a los aposentos de su hija, mientras Diamante se vestía rápidamente y salía hacia el pasillo.
Afuera, todo era caos; los temblores cada vez se hacían más fuertes y la gente en Palacio estaba nerviosa, yendo de aquí para allá y de allá para acá. Diamante fue interceptado por Zafiro.
- ¿Qué demonios está pasando? – preguntó el platinado a su hermano
- Lo que ya te había advertido. Ha llegado y está comenzando a destruir todo.
Diamante soltó un gruñido
- Reúne al ejército y salgamos a luchar, ¡ahora!
Moonlight Destiny
Serena llegó a la habitación de Hikari, quien estaba sentada en la cama espantada. Cuando vio que su madre llegó, corrió rápidamente hacia ella.
- ¡Mamá! ¿qué está pasando?
- No lo sé hijita – decía Serena, mientras abrazaba y acariciaba a la niña – pero tu padre me ha pedido que te ponga a salvo.
- Mamá. ¿papá va a estar bien?
- Si mi amor, pero ahora es mejor que salgamos de aquí y veamos la manera de resguardarnos.
Moonlight Destiny
Todo el planeta estaba siendo atacado por un implacable ejército de esqueletos, quienes avanzaban matando todo a su paso, y abriendo camino para su líder, una figura antropomorfa cubierta con un largo sudario negro y encapuchada.
Llegó volando con sus inmensas alas color negro, situándose en medio del patio central del palacio.
Con ojos malévolos, escudriñaba todo a su alrededor.
- ¡Destruyan todo lo que encuentren a su paso! – les ordenó - ¡y no quiero prisioneros!
A la orden de la espectral forma humanoide, los esqueletos emitieron un horrendo sonido gutural proveniente de sus descarnadas gargantas mientras corrían para invadir el palacio.
Sin embargo, su paso se vio frenado por un ejército de nemesianos, encabezados por el Rey Diamante y el Príncipe Zafiro, quienes luchaban valientemente contra aquellos seres.
El diabólico ser, al ver aquello, soltó un desgarrador grito y voló hacia donde se encontraban los nemesianos, con las descarnadas manos al frente, cayendo sobre Zafiro.
- ¡Hermano! – gritó Diamante sin poder acercarse al pelinegro, pues estaba librando su propia batalla contra los esqueletos.
- ¡Suéltame! – espetó el pelinegro
- ¡Qué hermoso eres! – le dijo aquella figura, un tanto embelesada con la belleza del joven príncipe.
- ¿Eh? – Zafiro había dejado de moverse para poder encarar al ente.
La figura se alzó en toda su portentosa estatura, quitándose la capucha para mostrar el hermoso rostro femenino que miraba con sumo interés al pelinegro.
Su piel era tan blanca como el mármol, sus facciones eran finas y delicadas, dándole un aire benevolente. El largo cabello ondulado caía decorosamente sobre el cuerpo del ser.
Una ráfaga de viento hizo que se levantara el sudario, revelando el cuerpo de cadenciosas curvas envuelto en una vieja túnica griega hecha girones.
Si ese era el rostro de la muerte, ¡bendito era aquel que cayera en el sueño eterno!
Zafiro estaba anonadado; tenía que reconocer que era realmente hermosa, con sus hermosos ojos almendrados y su nariz recta, le mostraba un rostro apacible de carnosos labios rosáceos.
El Ángel de la muerte lo miraba, curioso. Nunca en su larga existencia se había topado con un ser tan bello como el que ahora se encontraba a sus pies.
Por un instante, sintió que el tiempo se detuvo; olvidó a lo que iba, olvidó el objetivo de volverse poderosa. ¿A caso podría enamorarse de un simple mortal? Ella, que nunca había sabido lo que era el amor, pues su misión era otra, ¿podía probar aquel sentimiento que todos los seres vivos pregonaban?
Y tal vez, y solo tal vez si ese joven príncipe se enamoraba de ella, podía perdonar las injurias sufridas y olvidarse de aquella loca idea de volverse el ser más poderoso de la galaxia.
El príncipe sintió su corazón acelerado, no sabía si era por estar cara a cara con el Ángel de la Muerte o por la belleza sobrecogedora de aquella misteriosa mujer que lo miraba interesada. Sin embargo, todos aquellos sentimientos de confusión desaparecieron cuando el joven notó las descarnadas manos sobre él.
- ¡Aléjate engendro! – el pelinegro pateó al ser lejos de él.
- ¿Qué? – la mujer lo miró sin entender, un tanto confundida y dolida
- ¡Voy a luchar contra ti y a vencerte!
El Ángel soltó una estrepitosa y horrenda carcajada y entornó los ojos con malicia, deformando el rostro que momentos antes se mostraba apacible.
No, el amor y la muerte no se llevaban, y de pronto, volvió a enfocarse en su objetivo inicial.
- ¿Crees que tu y tu estúpido hermano podrán vencerme? ¿A caso no saben quién soy yo?
- ¡Por supuesto que lo sabemos! – Zafiro se incorporó, enfrentándolo – y eso no nos va a impedir acabar contigo.
- Eres fuerte de carácter príncipe y eso me gusta – la mujer ladeó la cabeza – únete a mí y te ofrezco vida eterna, ven conmigo y permanece a mi lado como el Señor de la Muerte – el ángel extendió su descarnada mano hacia Zafiro, dejándolo perplejo.
- Jamás – respondió entre dientes
- Entonces, muere.
Y abalanzándose sobre él, el Ángel de la Muerte tomó con sus huesudas manos el hermoso rostro del Príncipe Zafiro para unir sus labios a los de él en un beso que le robaba el aliento, y con ello, la vida.
Del otro lado del patio, el ejército de Némesis luchaba contra los esqueletos, comandado por el Rey quien en una oportunidad, giró el rostro solo para constatar como su hermano perdía la batalla.
- ¡Zafiro! – gritó Diamante al ver de lejos la escena, mientras el príncipe se iba desvaneciendo poco a poco en los brazos de la mujer, quedándose dormido para siempre.
El rey montó en cólera y se dirigió hasta donde estaba en ángel, lanzándole rayos negros tratando de acabar con él.
De un manotazo, el ser de obscuridad lanzó una gran ventisca que mandó a Diamante volando lejos de ahí, haciendo que se golpeara la espalda.
- Así que tú eres el Príncipe Diamante de Némesis – dijo en un siseo la mujer, volando hasta dónde el platinado había caído y plantándose en jarras frente a él.
- ¡Soy el Rey, el Rey Diamante! – la corrigió furioso.
El Ángel de la Muerte soltó una sonora carcajada
- ¿Rey? Sabes perfectamente que eso no puede ser, porque el destino que estás viviendo no tenía que existir.
Diamante crispó los puños; ella tenía razón, ese destino no era más que una falacia.
- Y como es algo que está contra natura – continuó el Ángel - yo pondré orden en todo este lio que provocaste, además de adueñarme de tu energía, de tu planeta y volverme muy poderosa.
La mujer levantó sus manos y en ese instante apareció una gigantesca hoz con la cual acabaría con la vida del platinado hombre cuando un grito de horror la distrajo.
- ¡Noooooo!
Rápidamente, Diamante y el ente miraron en dirección a dónde provenía aquel grito.
Serena se encontraba parada en lo que aún quedaba de entrada del castillo, mirando con horror como su esposo estaba a punto de morir.
- ¡Serena! – dijo él alarmado
- La Princesa de la Luna Llena – agregó pasmado el ángel al ver a aquella mujer rubia que había comenzado a brillar, mostrando el Cristal de Plata – creí que solo era un mito, que no existías.
- No soy la Princesa de la Luna Llena, soy la Reina de Némesis – dijo con convicción la rubia, mientras una pequeña niña platinada observaba todo aquello escondida entre algunas derrumbadas columnatas.
El Rey Diamante no pudo evitar sonreír ante las palabras de su esposa, pues eso significaba que tal vez, ya comenzaba a amarlo.
- Tú no perteneces aquí princesa, y no eres ninguna reina, porque tú, al igual que éste parásito, están viviendo un destino que no les corresponde – dijo con bastante excitación la mujer.
- ¡Éste es mi destino ahora, es el destino que yo elegí! Y no voy a permitir que destruyas este planeta – el Cristal de Plata brillaba con mayor intensidad.
- ¡Qué hermoso resplandor tiene! Tal vez, sea mejor que me apodere del mítico Cristal de Plata – le dijo burlonamente la mujer al platinado.
- Ella nunca te lo dará – le respondió el hombre.
- No, si no se lo quitaré por la buenas, sino por la malas – y dicho esto, la mujer voló a gran velocidad hacia donde se encontraba Serena.
El rey juntó todas las fuerzas que pudo para incorporarse y atacar al Ángel de la Muerte, tratando de proteger a su esposa e hija.
- ¡Serena huye y ponte a salvo junto con la niña!
Al escuchar a Diamante, la rubia retrocedió, tomó a su hija en brazos y salió corriendo de vuelta al castillo, el cual para ese momento, ya comenzaba a estar en ruinas mientras la alada mujer se detenía en seco al escuchar lo que el rey había dicho.
- ¿La niña? – preguntó rabiosa - ¡Vaya! Así que ustedes dos desafiaron a la vida por completo, ¡par de insolentes!
La mujer volvió en sus pasos para regresar de nuevo al lado de Diamante, quien ya la esperaba para atacarla, sin embargo, ella era mucho más fuerte.
- ¿Crees que me vas a vencer a mí? ¡A mí, el Ángel de la Muerte! – el ser abofeteó al platinado, rompiéndole la boca.
- No, no creo poder vencerte – respondió un agitado Diamante, quien tenía su ropa ensangrentada – pero ella sí lo hará. Llegado el momento, Sailor Moon te vencerá.
- ¡Sailor Moon es un maldito mito que tú te encargaste de expandir! Y la frágil de tu princesita ya no tiene el poder que poseía gracias a ti – lo volvió a golpear – Si te sirve de consuelo, Príncipe Diamante, la dejaré vivir por ahora, pero a ti no.
La mujer hizo aparecer su gigantesca hoz, alzándola lo más alto que pudo.
- Algún día la voy a encontrar y me apoderaré del Cristal de Plata, y en tu conciencia quedará el hecho de que Sailor Moon no podrá hacer nada por salvar al universo – y dicho esto, descargó con toda la furia que pudo su instrumento contra el pecho del Rey Diamante.
Moonlight Destiny
Serena corrió con Hikari en brazos lo más que pudo, internándose en el castillo; se sentía tan inútil al no poder ayudar en la batalla, pero desde que se había convertido en la esposa de Diamante, sus poderes la habían abandonado.
Tal parecía que el Cristal de Plata solo servía para iluminar sus intensas y numerosas noches llenas de pasión con el platinado hombre, pero para nada más.
Tenía miedo por todo el horror que había visto, pero confiaba en que su esposo pudiera derrotar a aquél terrible ángel y todo volviera a la normalidad.
De repente, un terrible terremoto se apoderó de todo Némesis, como si esa fuera la señal de la muerte de aquél planeta.
Serena abrazó a la pequeña y la cubrió contra su cuerpo ante el inminente derrumbe del que era presa aquél palacio. ¡Qué trágico final recibiría la familia de la Luna Eclipse y la que una vez fuera la Princesa de la Luna Llena y ahora era la Reina de Némesis!
Hola!
Disculpenme Black Ladies por matar al Príncipe Diamante y a Zafiro, pero era necesario! Serena necesitaba quedar libre para poder regresar a la Tierra y entonces empiece la nueva historia y lleguen los Three Lights y asi... pero no se me pongan tristes que la pequeña platinada es fruto de... el secuestro? de Serena por parte de Diamante.
Invitado misterioso: Sabía que había una canción con este título! Pero no lo recordaba bien :p Diamante es una persona que en el fondo solo necesitaba amor u.u Me da gusto que te guste el peinado de Hikari! La verdad no sabía como peinarla jaja xD en cuanto a Darien, si, él ya tiene su vida hecha y Seiya, pues él aun tarda un poco para aparecer. Gracias por leer!
Bombones me despido. Lenta como tortuga pero ahi la llevo con las actualizaciones. Nos leemos pronto y no se olviden pasar por mi página en FB, me encuentran como Gabiusa Kou! Besos estelares! :*
