CAPITULO IV: Embarrassing Situation/ Situación Embarazosa
Caroline se despertó por la sensación de la falta de la presencia de su novio a su lado. Se incorporó en la cama observando el lado vacío donde se suponía que él se encontraría. Miró el reloj sobre el pequeño buro de madera, marcaba las 7:15 a.m. Se levantó enredada en las sabanas y entro al baño para darse una ducha. Enjabono su cabello con el champú olor a coconut, le encantaba el olor que este desprendía. Desde que su novio le compro ese kit de diseñador con Champú, loción y crema; nunca más dejo de usarlo. O más bien, antes de que se le acabara él siempre llegaba con uno nuevo para ella.
Cuando salió del baño ahora envuelta en una toalla, Damon estaba sentado sobre el borde de la cama abrochando los botones de la manga de su camisa Armani de lino. Levanto la vista hasta ella dedicándole una sonrisa.
—Buenos días, nena
—Buenos días – Respondió ella acercándose hasta él. Alzo su barbilla con su dedo índice y deposito un beso en sus labios.
—El desayuno está listo
—Gracias bebé, voy a cambiarme, ¿me esperas? – él asintió con una media sonrisa observándola caminar por el pasillo que daba el closet de la habitación.
Caroline se trasladó hasta la sección del armario de su novio donde se encontraba algo de su ropa y zapatos perfectamente acomodados y limpios. Cuando Damon compró este apartamento hace un año, hizo un espacio en su guardarropa para ella. Buscó entre la gran cantidad de ropa hasta que se decidió por un vestido casual color negro con un escote discreto, con mangas que llegaban justo por encima de sus codos y era sostenido en la cintura por un delgado cinturón marrón, dejando así que la falda cayera libremente a mitad de sus delgadas piernas. Agregó unas bonitas zapatillas cerradas negras de charol.
—Te ves muy bonita, nena – Dijo Damon adulándola mientras tomaba su mano y le daba una pequeña vuelta para admirarla.
—Gracias, tú también te ves muy guapo.
Salieron de la habitación tomados de la mano hasta el pequeño desayunador cerca de la cocina, el aroma de la comida ya había impregnado el lugar. Damon corrió la silla para ella y después tomó asiento a su lado.
—Buenos días, Señorita Caroline. ¿Café o Jugo? – Pidió saber el ama de llaves.
—Buenos días, Carol. Jugo por favor.
—¿Señor Salvatore?
—Café, Carol – La señora sirvió las bebidas para ambos y regreso a la cocina por el desayuno.
Caroline gemía entre bocados por la delicia de panqueques con tocino que Carol había preparado. Damon la miraba divertido mientras bebía de su café negro y le daba lectura al periódico. En cuanto terminaron el desayuno cada uno tomo sus cosas para salir hacia el trabajo y caminaron hasta el ascensor. Caroline se percató que había un hombre de tez morena y algo corpulento junto a este. Lo miró extrañada, pensando en quien podría ser y que hacia ahí. El hombre llevaba un traje negro completamente impecable. Saludó a Damon estrechando sus manos y le entrego un folder.
—Caroline, es el Marcel Gerard. Tu chofer. – Anunció su novio presentándole al hombre.
—Mucho gusto, Señora Salvatore. – Caroline le sonrió amablemente.
—Oh, no, no... Aún no soy señora —Explico, acentuando el ''aún''. Damon la miro esbozando una sonrisa y meneo la cabeza.
—Lo siento, Señorita – Dijo encogiéndose de hombros.
—No lo sientas, Marcel. Más pronto de lo que se imagina será Señora – comentó Damon mirando de reojo a su novia para ver su reacción. Caroline tragó saliva nerviosa y fingió no haber escuchado nada.
—¿Nos vamos? – Preguntó apretando el botón del ascensor.
(…)
Klaus salió de la ducha y procedió a cambiarse con su camisa blanca y el traje gris oxford que se encontraba acomodado y perfectamente planchado sobre su cama. Prendió el televisor mientras se vestía, para mirar un poco las noticias. Después de unos minutos Kol apareció en su habitación, llevaba puesto al igual que su hermano un traje de diseñador pero este de color azul marino con unas apenas notables franjas negras.
—Han traído el desayuno – Anunció
Apagó el televisor y caminó detrás de su hermano hasta el comedor de cristal templado a un lado de la cocina. Tomó un plato de porcelana con algo de fruta de la bandeja y se sentó a comer. Informó a su hermano sobre la oficina que iban a compartir en la empresa de los Salvatore y le pidió que se comporte como el hombre adulto responsable que se supone que era. Kol soltó una carcajada mientras asentía ante la orden de su hermano.
—Bien, ahora que ha quedado todo claro. Toma esto – Le entregó las llaves de un auto y Kol lo miró confuso – Son las llaves de tu auto, se encuentra en el estacionamiento del hotel.
—¿Que auto es?
—BMW M3 – Respondió Klaus bebiendo lo último de su café.
—¿Y el tuyo?
—Audi R8 Spyder - Dijo sonriendo - Bien me voy a la empresa, ¿vienes?
Ambos salieron en sus diferentes carros hasta la empresa, Kol trató de jugar carreritas con Klaus en cuanto quedaron lado a lado en unos de los semáforos de la avenida Michigan. El rugido del motor del más joven de los Mikaelson causó a Klaus girar la cabeza en su dirección. Su hermano sonrió mientras le hacía señas retándolo. Klaus meneo la cabeza serio, intentando ignorarlo. No le cabía la menor duda que nunca va a madurar. Al momento en que el semáforo cambio a verde, Klaus, pisó el acelerador del auto hasta el fondo dejando detrás a un Kol que ni siquiera se dio cuenta que el semáforo había cambiado ya de color. Soltó una maldición y aceleró tratando de alcanzar a su hermano quien le lleva ventaja aproximadamente por tres cuadras. Klaus río mirando por el retrovisor como su hermano trataba de llegar hasta él. Fijó su vista de nuevo en la avenida y sonrío victorioso al notar el gran letrero "SALVATORE INDUSTRIES" a unos cuantos metros.
Entró rápidamente en el estacionamiento y aparcó el auto en uno de los lugares cerca del ascensor. Bajó del auto y escuchó un rechinido de llantas proveniente de la entrada, era Kol. Aparcó su auto a un lado del suyo y bajó con una cara de derrota.
—¡Maldito! – Gritó apuntándolo con su dedo índice. Klaus le sonrió burlón y entró al ascensor.
—Deberías estar más atento la próxima vez – Murmuró en cuanto comenzaron a subir.
Las puertas se abrieron, Stefan hablaba con su secretaria dándole algunas instrucciones. La chica escuchaba atentamente lo que decía su jefe. Una vez que se dio cuenta de su presencia dio una última orden y se dirigió hasta ellos.
—Nik, Kol; Buenos días, los estábamos esperando – Saludó el menor de los Salvatore estrechando su mano con ambos.
—Stefan, buenos días compañero
—Hey Stefan, ¿cómo estás? – Preguntó Kol amablemente.
—Bien, gracias. Su oficina esta lista – informó mientras buscó a alguna de las secretarias con la mirada – Bonnie, ¿podrías llevar a los señores Mikaelson a su oficina por favor?
—Por supuesto – contestó la morena caminando hasta ellos con un andar muy recto. – Acompáñenme por favor.
Los Mikaelson siguen a la chica por el pasillo. Kol le dio un codazo a su hermano mientras arqueaba sus cejas hacia Bonnie. Klaus meneo la cabeza por como tercera vez en lo que va de la mañana. La chica abrió la puerta de cristal templado para ambos indicándoles educadamente con la mano que entraran. Tal como lo menciono Stefan hacia un momento, la oficina estaba lista. Tenía dos grandes escritorios de caoba brillante, bien pulida. Con un computador y todo lo que ambos necesitarían. Había una pequeña sala de terciopelo color café oscuro, con una mesa de centro con un arreglo de flores en varios tonos. Un pequeño frigo bar bien surtido. Y obviamente su respectivo baño privado.
—Todavía no hay secretaria asignada señores, pero si necesitan algo solo marquen el número tres en el intercomunicador.
—Créeme que lo haré, querida – Dijo Kol coqueto. Bonnie movió sus hombros incomoda.
—Bueno, si no necesitan nada por el momento, me retiro. – Klaus asintió con la cabeza de manera cortés. La chica salió rápidamente de la oficina soltando un suspiro liberándose de la tensión.
—Ya que estas muy activo esta mañana hermano, ¿Por qué no te pones a buscar terrenos?. Quiero un informe con cotizaciones en dos horas.
—¡¿Qué?! ¿Por qué? – Replicó. Klaus lo miro seriamente frunciendo el ceño.
—Porque yo lo ordeno. Soy tu jefe, recuérdalo. Ahora ponte a trabajar, iré a buscar a Damon.
Antes de que dijera algo más Klaus salió de la oficina en dirección a buscar a su amigo. Preguntó a su secretaria por él. Y Bonnie le indicó que tenía aproximadamente cinco minutos que bajó junto con Stefan al departamento de desarrollo. Regresó de nuevo a su oficina y se encontró a su hermano trabajando como le había ordenado. Al parecer, Kol si podía ser responsable de vez en cuando. Decidió ponerse en contacto con su hermano Elijah, quien se quedó a cargo de la empresa en Inglaterra.
Elijah puso a Klaus al corriente de cómo estaba todo en la empresa, escuchar a su hermano contarle solo buenas cosas lo dejo muy tranquilo. Él le informó todos los detalles de la nueva sociedad con la empresa de los Salvatore. Elijah quedó completamente satisfecho con la información. Y después de hablar diferentes temas por unos veinte minutos más, terminaron la llamada. No sin antes Klaus enviarle saludos a sus padres y Elijah a Kol.
Prendió el computador para revisar su correo electrónico, notando que tenía unos cuantos nuevos. El primero era proveniente de Jackson Kenner, el director ejecutivo de Mikaelson Enterprises en Preston, Inglaterra; este correo contenía el informe trimestral con el estado financiero de la sede. Reviso detalladamente el documento llegando a la conclusión que todo estaba de maravilla. En cuanto terminó quedando bastante satisfecho escribió una respuesta felicitando a Jackson y procedió a leer los otros correos que tenía pendientes.
Su teléfono comenzó a sonar en la bolsa interior de su saco, miro con confusión la pantalla al no reconocer el número, pero decidió contestar.
—Buenos días, Señor Mikaelson – Escuchó una voz femenina del otro lado de la línea – Llamo de parte de la Señorita Caroline Forbes, de Forbes Designs
—¿Si dígame?
—Solo para informarle que ya se ha comenzado a trabajar en su apartamento. – Informó la chica con amabilidad.
—Perfecto, muchas gracias. – A su mente vino la preciosa señorita Forbes y una sonrisa se asomó en su rostro.
—Bueno Señor Mikaelson que tenga un buena día, hasta luego.
—Espere – murmuró antes de que la chica colgara – ¿La Señorita Forbes se encuentra en él apartamento? – Preguntó en voz baja.
—Por el momento no señor, solo están algunos de nuestros trabajadores –Klaus frunció el ceño molesto, estaba pensando en darse una vuelta para poder ver a la chica. – Pero ella ira a supervisar al medio día. – Le dio un vistazo a su reloj en su muñeca izquierda marcaba las 10:45.
—Bien, muchas gracias por la información
—Hasta luego, señor Mikaelson- terminó la llamada y volvió a guardar el celular en su saco.
Continúo revisando su correo electrónico, leyendo y contestando la mayoría de ellos. Un rato después volvió a mirar su reloj impaciente. No había pasado mucho tiempo, apenas el accesorio marcaba las 11:15. Se recargó contra la cómoda silla empresarial, pensando en una forma o manera para que esta vez Caroline aceptara salir con él. Luego de un rato de darle vueltas a la cuestión, una brillante idea llego a su mente, se levantó de la silla y se acercó a su hermano quien tenía toda su atención en lo que está trabajando. Se inclinó para revisar un poco el documento en la computadora.
—Vas muy bien, querido hermano.
—Yo siempre realizo bien mi trabajo, Niklaus– Respondió con una sonrisa de autosuficiencia.
—Voy a salir – Manifestó – Vuelvo más tarde.
—¿Y yo que demonios hago? ¿Me quedo como idiota trabajando todo el día? – Klaus rodó los ojos y caminó hasta la puerta para salir – ¡Hey! Te estoy hablando. – Él se dio la vuelta en su dirección
—Ve almorzar, pasea por la empresa, coquetea con las secretarias, no sé lo que se te ocurra. Pero eso si cuando regrese quiero terminado lo que te he pedido – Y sin más salió por la puerta cerrándola detrás de él.
Kol se levantó de su escritorio para estirarse un poco y aprovecho para echarle un vistazo a la ciudad en lo que pensaba que hacer. La respuesta llego cuando su estómago gruño por la falta de alimento. Se inclinó en el computador para guardar el documento y caminó en dirección a la salida. Miró para ambos lados en cuanto salió, la gente caminaba de lado a lado ocupándose de su trabajo. Caminó por el pasillo hasta la recepción dedicándoles sonrisas coquetas a las chicas que se topaba en el trayecto. Se detuvo en seco en cuanto divisó un rostro familiar entre toda la gente se encontraba en los pasillos. Se trataba Katherine, su corazón comenzó a latir esperanzado. Fue a buscarla la tarde del sábado y domingo a su apartamento, gracias a que ella dejó olvidada su cartera en la suite del hotel. Era la excusa perfecta para volver a verla pero lamentablemente nunca la encontró. Esa chica lo había dejado completamente fascinado, era una fiera en la cama por no dejar de lado lo preciosa y divertida. Rápidamente fue en su dirección, la encontró platicando con Bonnie, la secretaria de Damon en la recepción. ¿Qué estaba haciendo ella aquí?, se preguntó. La observó con detenimiento notando que se veía algo diferente llevaba el pelo lacio en una coleta y estaba muy pocamente maquillada, no parecía la Katherine que él conoció en aquel bar. Pero eso era lo de menos, ella estaba aquí a unos cuantos metros de él. La castaña se despidió de Bonnie y comenzó a caminar al ascensor. Kol corrió tras ella.
—¡Katherine! – Gritó, pero ella no volteó. Sus pasos se hicieron más rápidos y antes de que ella tocara el botón para llamar el ascensor alcanzó a tomarla por su brazo izquierdo. – Katherine –Ella se giró hacia él con la mirada confusa. Le sonrió con dulzura pero ella no le regresó la sonrisa. El comenzó a examinarla y entonces fue cuando Kol se percató del pequeño bulto que se asomaba en su vientre. Sus ojos se abrieron como platos y su cuerpo comenzó a temblar.
—¡Demonios! ¿¡Dime que yo no te hice eso!? – Exclamó en voz alta sin soltarla – ¡Dios! E- eso no pudo haberte crecido en dos días – Ella lo miró confundida, como si de un loco se tratase.
—¿Disculpa? ¿De qué hablas? – Pidió saber ella ya que no entendía lo que estaba ocurriendo. De pronto las puertas del ascensor se abrieron. Stefan junto a Damon aparecieron con una cara de confusión en el rostro al ver la escena frente a ellos.
—¿Qué está pasando? – Preguntó Stefan, su mirada se clavó en la mano de Kol aferrada al brazo de su esposa – Kol ¿por qué tu mano está sobre el brazo de mi esposa? – Gruñó con disgusto. El chico tragó en seco en cuanto escucho las palabras. Maldijo por lo bajo y lentamente soltó su agarre de la chica. Se giró para darle frente a Stefan.
—Creo…. Que dormí con tu esposa – susurró temeroso a que lo golpeara. Los ojos de Damon se abrieron con asombro ante la confesión del menor de los Mikaelson.
—¿¡Pero que estupidez estás diciendo!? – Dijo Stefan molesto. Ella se sintió desfallecer, su cabeza le daba vueltas y su respiración se estaba tornando irregular. Damon la sostuvo al darse cuenta. Ya que Stefan estaba encarando a Kol.
—Yo… yo… yo – Balbuceó – Yo la conocí en un bar el sábado. Se veía distinta tenía el pelo rizado y no tenía el bulto en el vientre – Damon soltó una carcajada seguido de Stefan, al escuchar la revelación de Kol dándose cuenta de quien hablaba.
—Eres un idiota pequeño Mikaelson. Esa era Katherine, la hermana gemela de Elena – Explicó Damon entre carcajadas
—¿¡Qué dices!? ¿O- Ósea que tú no eres Katherine? – Elena negó con la cabeza esta vez más tranquila, mientras se aguantaba la risa. – ¡Trágame tierra! – Exclamó tapando su rostro apenado con sus dos manos – Lo siento tanto, discúlpenme por favor.
—Tranquilo, no te preocupes. Entiendo estas cosas nos pasan a menudo. Bueno, no que me acusen de acostarme con otro frente a mi marido, pero si me confunden mucho con mi hermana.
(…)
Caroline entró al departamento de señor Mikaelson, donde ya algunos de sus trabajadores se encontraban trabajando. Recorrió el lugar con la mirada en busca de él, suspiro tranquila al percatarse que no se encontraba aquí. No sabía cómo verlo a los ojos después de lo ocurrido el viernes. Ella lo había rechazado, y a pesar de que el hombre trató de disimularlo fue más que obvio que no le agrado para nada. Pero de ninguna manera ella podría haber aceptado su invitación, ella tenía un novio al que le debía respeto. Se sintió una completa tonta en cuanto recordó que primero se había debatido en aceptar o no. Ella no tenía por qué haber dudado, pero era algo difícil porque el hombre era guapísimo. Se reprendió a si misma por estar teniendo de nuevo esos pensamientos sobre él.
Sacudiendo esos no buenos pensamientos acercándose hasta los chicos que raspaban la pintura vieja del lugar para después pintarlo con nueva. Inspeccionó todas las instalaciones imaginando como podría ir acomodando cada sección. Después de recorrer la primera planta, subió a la segunda para revisar como estaban distribuidas las habitaciones.
—Oh, aquí estas – Dijo aquella voz con ese acento británico tan caliente – He estado buscándote – La piel se le puso de gallina en cuanto escuchó los firmes pasos acercarse hasta ella.
—Señor Mikaelson – murmuró ella girándose para verlo de frente. El hizo una mueca por la forma en que se refirió a él.
—Pensé que había quedado claro que quería que me llamaras por mi nombre- Sus ojos verdes se clavaron en los de ella impidiendo que pensara con claridad.
—Discúlpeme – logró decir – Es solo que no estoy acostumbrada a llamar a mis clientes por su nombre.
—No me veas como uno – pidió esbozando una sonrisa.
—Eso es imposible, porque es mi cliente. Usted me contrato, trabajo para usted.
—Ciertamente, Caroline. Por lo tanto como trabajas para mí… - hizo una pausa mientras la rodeaba aprovechando para contemplar lo preciosa que se veía hoy. Caroline se puso nerviosa, cerró los ojos un momento y trato de tranquilizarse. Por una extraña razón que no lograba comprender este hombre que apenas conocía la ponía muy nerviosa. – Puedo darte ciertas órdenes, ¿no es así? – Ella asintió – Bueno, entonces te ordeno que te refieras a mí por mi nombre.
—Señor… yo – Klaus se detuvo frente a ella levantando un dedo en el aire indicándole que guardara silencio.
—No voy a repetirlo, Caroline. He dicho que es una orden – Declaró mirándola fijamente. Caroline se mordió el labio inferior con nerviosismo, lo cual provocó una reacción en los pantalones de Klaus. Tragó en seco guardando la compostura y se giró caminando lejos de ella – He visto que están raspando la pintura vieja – Comentó cambiando de tema - ¿De qué color has decido pintar?
—Pensé en azul marino para la sala y todavía estoy pensando en el color para las demás habitaciones.
—¿Has almorzado ya? – Preguntó él acomodando sus manos detrás de su espalda. Ella lo miró con desconcierto, pero él ni siquiera se inmuto permaneció ahí frente a ella esperando por su respuesta.
—No
—Yo tampoco. ¿Almorzarías conmigo?
—Yo… - Ella comenzó a decir pero no la dejo terminar.
—Podríamos discutir los colores de pintura que me gustarían para las demás habitaciones del apartamento –Propuso con una sonrisa que Caroline definió algo coqueta. Ella dudo por unos segundos, pensando en si era correcto o no aceptar. Pero él no estaba invitándola a salir, bueno si, a comer pero solo para hablar sobre su trabajo.
—Está bien.
—Perfecto, tú escoge el lugar. Vámonos – Enunció sonriendo satisfecho - Mi carro está en el estacionamiento - Su plan de cierto modo había funcionado, supuso que ella aceptaría comer algo con él sí tenía que ver con su trabajo y acertó. Estaba más allá que satisfecho. La primera fase de su plan estaba funcionando.
