CAPITULO V: Friends, then?/Amigos, ¿entonces?
Caroline bajo hasta la planta baja del apartamento con Klaus detrás de ella. Todavía estaba algo dudosa en si había sido correcto aceptar su invitación o no, pero esta seria con fines de trabajo solamente. Sostuvo algunas palabras con los trabajadores dándoles algunas indicaciones y avisándoles que volvería en un rato para supervisar. Klaus la observaba desde la puerta esperando por ella. Pensándolo en lo hermosa que era y en lo exquisito que se miraba su cuerpo.
—¿No vamos? – Pregunto ella sacándolo de sus pensamientos. El asintió y abrió la puerta permitiéndole salir a ella primero. Caminaron juntos hasta el elevador, y una vez dentro la tensión entre ambos era demasiada. Al punto en que Caroline se sintió algo abrumada. En cuanto las puertas se abrieron ella tomo una gran bocada de aire. Marcel estaba en la recepción del edificio platicando con el joven de seguridad. Al verla se despidió y camino hasta ella rápidamente- Marcel, voy a ir almorzar con el Señor Mikaelson. ¿Puedes esperarme aquí? – El dudo por un momento, Damon le había pedido estrictamente que no la dejara ir a ningún lugar sola – No voy a tardar demasiado, solo es un almuerzo. – El asintió aún muy no convencido, pero ella era de cierta manera también era su jefa y no podía llevarle la contraria.
—Si me necesita, solo llámeme Señorita – Murmuro el mirando de reojo a Klaus. Para este fue obvio que su novio la mantenía muy bien cuidada, y no lo culparía. Si Caroline fuera su pareja también seria así de protector. Se reprendió mentalmente al darse cuenta por dónde iban sus pensamientos. Estaba fantaseando con ella como su pareja ¿Pero qué demonios estaba pensando?. El solo quería acostarse con ella, como hacía con cada chica hermosa que conocía ¿no es así?. Alejando esas cosas de su mente camino a paso firme junto a ella hasta el estacionamiento.
Abrió la puerta de su auto para ella, la vio sonrojarse un poco. Rodeo el auto y subió al asiento del conductor. Se puso el cinturón de seguridad y arranco el auto.
—¿Ya has pensando en un lugar, amor? – Pregunto mientras salían del estacionamiento incorporándose a la avenida.
-—Hay un pequeño restaurante llamado Perriot a unas cuantas cuadras de aquí. La comida es deliciosa.
—Espero que así sea, cariño. – Dijo el sin mirarla. Ella se removió inquieta en el asiento de piel.
No les tomo mucho llegar al lugar, ya que como Caroline había dicho solo estaba a unas cuadras del edificio. Klaus abrió la puerta para ella ofreciéndole su mano para ayudarla a salir. Ella no la tomo, salió por su propia cuenta del auto pasando a su lado en dirección hasta el restaurante. Esta mujer era difícil, pensó el mientras la observaba por detrás. Lo volvió loco la manera en que ella movía sus caderas de un lado al otro al caminar.
Se apresuró a llegar a su lado, Caroline tomo asiento en una de las mesas de afuera del lugar. El observo el pintoresco restaurante por un momento mientras se acomodaba en la silla frente a ella.
—Bienvenidos – Dijo el mesero entregándoles el menú. – Regresare en un momento para tomar su orden.
—Gracias – Respondieron ambos al unísono. Caroline escaneo el menú tratando de ignorar la fija mirada que Klaus tenia ella. La ponía realmente incomoda que el la observara todo el tiempo. Unos momento después el mesero regreso para anotar su orden. Ella pidió una ensalada Waldorf con pollo y de tomar una limonada. El ordeno salmón a la plancha con verduras y opto por una limonada igual que ella.
—Y bien, ¿Qué colores te gustarían para las demás habitaciones de tu apartamento? –Preguntó ella rompiendo el silencio.
—Tranquila, amor. Tenemos suficiente tiempo para discutir ese tema. Conozcámonos un poco.
—Lo siento Klaus- Comenzó a decir ella – Pero si no estamos aquí para hablar de mi trabajo, entonces prefiero retirarme – Tomó su bolso de diseñador y prosiguió a levantarse de la silla. Él se levantó rápidamente posicionándose justo enfrente de ella.
—No te enfades, amor– Susurró a unos cuantos metros de ella. Lo ignoro tratando de pasar a su lado para irse. Pero él fue más rápido y la tomo por su brazo derecho. Ella se detuvo en seco en cuando sus dedos rozaron su piel- Caroline, por favor.
—Suéltame, Klaus.
—Oh vamos, arriésgate Caroline.- Se volteó hacia el con una mueca en sus labios – Habla conmigo, vamos, llega a conocerme. Te reto – Dijo con una sonrisa coqueta en su rostro. Ella lo miro aguantando una sonrisa formándose en la comisura de sus labios. Suspiro por un momento reconsiderando si debía quedarse o no. Pero era un pequeño reto que ella no quería dejar de pasar. Una gran parte de ella deseaba saber acerca de ese guapo y misterioso hombre que acababa de conocer pero otra parte le decía que eso no era una buena idea.
—Bien – susurró volviendo a sentarse en la mesa. Él sonrió victorioso y se acomodó de nuevo frente a ella. Se miraron por unos segundos hasta que ella rompió el silencio – Entonces…. ¿De qué quieres hablar?
—Quiero hablar de ti. De tus esperanzas, de tus sueños. De todo lo que quieres en la vida – Ella soltó una risita por lo bajo meneando la cabeza.
—Solo para ser clara…. – comenzó a decir ella mientras él la observaba fijamente – Soy demasiado inteligente para dejarme seducir por ti.
—Bueno, por eso me gustas – Mencionó el con una amplia sonrisa sin perder el contacto visual con ella. Caroline se tensó y parpadeo rápidamente volteando a mirar hacia otro lado. Un pequeño silencio se extendió entre ellos hasta que el mesero apareció con sus platillos. Caroline mordió su labio inferior antes de comenzar a probar su ensalada. – No me has respondido, amor.
—Te responderé, pero primero háblame de ti. – Klaus enarcó una ceja formando una sonrisa pícara en sus labios.
—Está bien. ¿Por dónde empiezo?
—¿Qué tal por el principio? – Sugirió ella mientras le da un sorbo a su limonada.
—Nací en Londres, Inglaterra. Tengo 2 hermanos y una hermana.
—Disculpa que te interrumpa. Pero, ¿Qué haces en los Estados Unidos, si eres de Londres?
—Bueno, soy el Presidente de la empresa familiar, y estoy aquí por negocios.
—¿O sea, que tu estancia aquí es breve? – Pregunto ella con algo de desilusión en su voz.
—No, en realidad será muy larga. – El respondió percatándose que se formaba una apenas notable sonrisa sobre sus labios. -Mi empresa se dedica a la construcción de inmuebles y planeo extenderme por los Estados Unidos comenzando aquí. – Caroline asintió comprendiendo, mientras lo observaba llevarse un bocado a su boca. Su mirada se quedó fija en el movimiento de sus labios, pensando en lo carnosos y sexys que eran. – Ya te he hablado de mi – murmuro sacándola de sus pensamientos – Es tu turno, cariño.
—Bueno, soy hija única. – Comenzó a decir ella – No tengo hermanos, pero crecí con mis dos primas. Mis padres se hicieron cargo de ellas, cuando sus padres murieron en un terrible accidente.
—Oh, cuanto lo siento.
—Está bien, es fue hace mucho tiempo. –Hizo una pausa y prosiguió - Obtuve una beca para estudiar en The New York School of Interior Design. Y estuve viviendo allá por aproximadamente tres años – él la miraba muy atento escuchando cada una de sus palabras.
—¿Por qué no te quedaste en Nueva York? Por lo que he escuchado es una de las mejores ciudades de los Estados Unidos- Ella se removió incomoda en su asiento.
—Por mi novio… No me gustaba la idea de estar lejos de él – Respondió sinceramente. La mandíbula de Klaus se tensó al escuchar lo último. Apretó sus puños por debajo de la mesa trato de guardar la compostura. Pero no pudo evitar hacer la siguiente pregunta:
—Y... ¿Cuánto tiempo tienes con tu novio?
—Tres años- Ella respondió un tanto tímida. Él respiro hondo intentando sosegar esa extraña sensación que lo golpeó justo en el pecho, que era en realidad, muy molesta. Al parecer conquistarla sería más complicado de lo que pensó… Pero bueno no se rendiría sin si quiera intentarlo. La chica era hermosa, valía la pena intentarlo. Él se dedicó a obsérvala por un buen rato, examinando las delicadas facciones de su bello rostro. Sus carnosos labios rosados. Su precioso cabello rubio que cae en ondas por sus hombros. La chica es hermosa en toda extensión de la palabra. – ¿Que tanto me miras?
—Estoy admirando tu belleza, Caroline.– Ella lo miró con los ojos muy abiertos, sus mejillas se tiñeron de un color rosado – Eres muy hermosa.
—Gra- gracias
—Me gustaría que fuéramos amigos… Eres una mujer muy agradable, cariño- Ella no respondió solo mantuvo su mirada fija en la de él. Se quedaron así por un par de segundos hasta que el teléfono de ella comenzó a sonar.
—Discúlpame, tengo que contestar- Klaus asintió. Ella se levantó de la silla y se alejó unos cuantos metros- ¿Si? – Murmuro respondiendo la llamada. Se trataba de su prima Elena.
—Hey, Care. ¿Estas ocupada?
—No, Lena. ¿Qué necesitas? – Preguntó ella.
—Llamaba para invitarlos a cenar… a ti y Damon. Esta noche.
—Oh muchas gracias, por supuesto que iremos – Respondió aceptando la invitación de su prima.
—Estupendo, nos vemos en mi casa las 8 ¿está bien? – Klaus la observaba hablar por el teléfono, estaba de espaldas a él lo que le otorgaba una muy buena vista de su bonito trasero. Él estaba encantando admirándola deteniéndose en sus curvas. Ella se volteó e instantáneamente se percató de como él la miraba. Se pasó las manos por el cabello algo nerviosa.
—Claro, nos vemos en la noche. Te quiero – Se despidió acercándose a la mesa. El alcanzo a escuchar la última palabra que ella murmuro. Inmediatamente se imaginó que con la persona que ella estaba hablando era con novio. Se removió molesto en la silla. En cuanto ella tomo su asiento de nuevo frente a él. Noto que la expresión de su rostro había cambiado. Como si algo lo hubiera enfadado. - ¿Qué ocurre? – Pregunto.
-Nada, creo que es hora de irnos. – Sin más le hizo una seña al mesero pidiendo la cuenta. Unos minutos después de pagar caminaban juntos al auto. El abrió la puerta para ella y una vez que ella estuvo dentro rodeo el auto subiendo a su asiento. Arranco incorporándose a la avenida para regresar al edificio.
En todo el camino él no la miro, ni tampoco trato de hacerle platica. Lo cual la desconcertó. Él estaba muy hablador y agradable en el restaurant. ¿Qué podría a ver pasado para que su humor cambiase tan rápido?. Mientras observaba por la ventana recuerdo que él ha mencionado querer ser su amigo y ella no le había respondido nada. Pero que era tonta, tal vez eso fue lo que le molesto. Él se había comportado tan bien con ella, muy caballeroso, simpático y hasta algo coqueto. Pero fue muy agradable pasar el rato con él. Tuvo que admitir que la pasó demasiado bien en su compañía.
Al llegar al edificio el aparco su auto en el lugar que le correspondía. Caroline abrió la puerta para bajar. Al poner un pie en el exterior, no se fijó bien en donde piso, sin poder sostenerse, termino trastabillando justo al salir del vehículo. Klaus la tomo por la cintura sosteniéndola firmemente. Ella lentamente levanto la vista encontrándose con la suya a solo unos cuantos centímetros. Una corriente eléctrica golpeo los cuerpos de ambos. El tiempo se detuvo en ese preciso instante permitiéndoles que disfrutaran de dicha sensación. El rechinido de unas llantas entrando al estacionamiento trajo a Caroline de vuelta a la realidad. Pero las manos no aflojaron su agarre sobre ella.
—¿Estas bien? –Pregunto él.
—S- Si, gra- gracias- Balbuceó parpadeando varias veces por su cercanía - ¿Puedes soltarme?
—Lo siento. – Él se apartó a regañadientes, irritado por la falta de ella bajo sus manos. El incómodo silencio se extendió entre ellos. Caroline miraba sus manos evitando contacto visual –Tengo que regresar a trabajar. Gracias por aceptar almorzar conmigo, Caroline.
—Gracias a ti por invitarme – Respondió ella.
—Supongo que nos vemos después….
—Supongo – murmuró ella viéndolo rodear su auto para irse. —Klaus… – Lo llamo ella. Él se volvió – Acerca de lo que dijiste en el restaurante…. – hizo una pausa acomodando un mechón de su pelo detrás de su oreja con nerviosismo y prosiguió – Me encantaría que fuéramos amigos- Él alzo sus cejas algo impresionado por sus palabras.
—Me alegra oír eso, amor – Ella soltó un suspiro, y le sonrió abiertamente. Él le devolvió la sonrisa – ¿Amigos, entonces?
—Amigos – Respondió.
(…)
Damon junto con Caroline llegaron a casa de su hermano, para la cena a la que fueron invitados. Su cuñada los recibió con una sonrisa cordial en el rostro. Abrazo a su prima y después a su cuñado. Los condujo hasta la bonita sala de estar. Era un espacio abierto, con muebles de tela gris clara y algunos cojines azules. Perfectamente acomodados alrededor de una mesa de centro de cristal con un precioso arreglo de flores, y bajo todo aquello, losas que combinaban con la decoración. Ventanales cubrían las paredes, que dejaban ver el frondoso exterior y el aire libre agradable. Stefan apareció unos segundos después, saludo a la novia de su hermano, estrecho su mano con la de su hermano mayor y tomo asiento junto a su esposa.
La conversación fluyo entre los cuatro, hablaban de todo un poco, incluso bromearon unos con otros. Después de un rato la señora del servicio apareció en el umbral de la habitación avisando que la cena estaba lista. Las parejas hicieron su camino hasta el comedor, la vajilla carísima de porcelana estaba puesta ya sobre la mesa. Stefan corrió la silla para su esposa y tomo asiento sobre la cabecera del comedor. Damon como todo un caballero también corrió la silla para su novia y después se sentó junto a ella posando una de sus manos sobre su muslo. El personal del servicio entro para servir la cena, que consta de Lomo de cerdo a la ciruela acompañado con tallarines a la crema y ensalada de hojas verdes con perlas de queso. Luego se retiraron deseando buen provecho con amabilidad.
Caroline se dedicó a comer saboreando las delicias en su plato, mientras Stefan, su esposa y Damon parlotean sobre el sexo del bebé. Ella roda los ojos escuchando a las demás personas en la habitación. Stefan observaba divertido a su esposa y su hermano discutir por el hecho de que ella quería una niña y Damon estaba aferrado a que sería un mini Stefan. Su mirada se posó en Caroline soltando una risita al verla comer tan apresurada.
—Vaya, alguien sí que tenía hambre… - Todos los ojos se posaron en ella. Se encogió de hombros y sonrío tímidamente.
—Lo siento, no he comido nada desde el mediodía. Estuve supervisando el trabajo del nuevo apartamento que comenzare a remodelar.
—No me gusta para nada eso, nena. Debes de hacer tus tiempos para comer, no todo es trabajo.
—Mira quien habla – comento Elena burlona. Refiriéndose al hecho de que él y por supuesto su marido se la viven sumergidos en la empresa. Damon fingió no escucharla y su mirada se clavó en su novia quien estaba llevándose un fideo a la boca. Hizo una nota mental de ordenarle a Marcel que se encargara de que ella coma a sus horas y como es debido. Volvió su atención a su plato y continúo comiendo.
Platicaron por una hora más mientras degustaron del rico mousse de chocolate blanco con cajeta que Elena preparo. La castaña admitió haberlo preparado por los antojos del embarazo. Stefan rio mientras observaba a su esposa empezar con su segundo tazón de postre.
Caroline y Damon, se retiraron de la casa aproximadamente como a las once y media de la noche. Esta vez ambos pasarían la noche en el apartamento de ella. Luego de despojarse de sus ropas se acomodaron bajo las sabanas de la cama matrimonial. Damon envolvió sus brazos alrededor de su novia atrayéndola contra su bien formado pecho. La mano de Caroline acaricio los pectorales de su novio en movimientos circulares con su dedo índice.
—¿Sabes algo? – Inquirió Damon acariciando su espalda sobre la tela de su transparente camisón azul cielo.
—¿Qué?
—Me gustaría que viviéramos juntos – Soltó de repente. La primera reacción de Caroline fue tensarse y sus caricias pararon. Él se incorporó en la cama tomando una posición sentada sobre la cama – Es decir, la mayoría de las noches las pasamos juntos. Ya sea en tu apartamento o en el mío. Y he pensado que tal vez sería buena idea mudarnos juntos – Caroline alzó la mirada encontrándose con sus preciosos ojos azules – Pero entiendo si todavía no estas lista, nena. – Mencionó con un poco de decepción en su voz .El volvió acostarse y nuevamente la atrajo a su cuerpo. Ella no respondió, porque ella no estaba muy segura que podría responder. Abrió la boca para tratar de decir algo, pero la cerro de nuevo porque ninguna palabra salió de ella. Se recostó de nuevo en la cama apoyando la cabeza sobre el pecho de él. Se sintió mal, por no haberle respondido nada, el era su novio, el hombre que amaba y estaba dudando de ir a vivirse con él. Vaya que si era una tonta, obviamente era una proposición que no podía rechazar. Era vivir junto a este gran hombre que la amaba con locura.
—Si quiero – susurró levantando su cara justo a unos cuantos centímetros de la de su novio – Quiero vivir contigo, es lo que más deseo bebé.
—¿E-estás segura? – Preguntó con un destello de emoción en sus ojos.
—Por supuesto que lo estoy – Sin más, él tomo sus mejillas entre sus manos y junto sus labios en un dulce pero apasionado beso.
—No sabes lo feliz que me hace esto, nena. – Ella le sonrió para luego volver a besarlo - ¿Dónde te gustaría que viviéramos? ¿Tu apartamento, el mío? O… Podríamos buscar alguno a tu gusto.
—¿Qué tal el tuyo? – Él lo pensó por un momento – Es más grande que este… y sobre todo no quiero que gastes tu dinero, si ya tenemos dos lugares para escoger.
—Nena, sabes que el dinero no es problema. Yo solo quiero que sea un lugar a tu gusto, que se sienta como nuestro hogar.
—Me siento así en tu apartamento. ¿Y sabes por qué?
—¿Por qué? – Pregunto él.
—Porque huele a ti. Y de cierta manera tu olor me hace sentir así, en casa. Tú eres mi hogar – El corazón de Damon comenzó a latir desbocadamente casi sintió que se salía de su pecho.
—¿Qué habré hecho bien para merecerte, Caroline Forbes? – Susurro él cerca de sus labios. Ella sonrió dulcemente y lo beso suave y con fervor.
—Es lo mismo que yo me pregunto, Damon. ¿Qué he hecho yo para merecerte, hombre? – Una sonrisa se formó en la comisura de sus labios y envolvió su mano en su rubio pelo atrayendo sus labios a los suyos. – Te amo – susurro ella con sinceridad.
—Yo más, Caroline. Yo más – Ella negó con la cabeza haciendo una mueca fingiendo molestia- ¿Te parece si empezamos con la mudanza después de la fiesta de mis padres?
—Perfecto. Así tengo tiempo para organizar todo.
—Sí, mi bella capitana– Ambos soltaron una carcajada mientras volvían acostarse abrazados.
Los siguientes días pasaron llenos de trabajado para todos. Los Salvatore con los Mikaelson trabajando en la empresa. Y Caroline por supuesto con la remodelación del apartamento de Klaus. Pero a pesar de todo el trabajo que tenía, el guapo ingles no pudo evitar darse unas cuantas escapadas para encontrarse con ella. En aquellos pequeños ratos que pasaron juntos llegaron a conocerse un poco más.
El viernes al mediodía, después de dejar a Kol quejándose sobre la carga de trabajo que le había encargado salió en dirección a su apartamento, moría de ganas por volver a verla, de platicar con ella, de conocerla más. Porque cada día que pasaba ella se volvía más fascinante para él. En su camino al edificio se le ocurrió que tal vez sería una buena idea llevar algo para poder almorzar con ella. Aparco el auto afuera de una cafetería, pero antes de salir se detuvo a pensar que rayos estaba haciendo. Él nunca se había tomado la molestia de hacer algo como eso por una mujer. Esta conquista con fines de llevarse a la cama a la bella Caroline, ¿se estaba convirtiendo el algo más?. No, por supuesto que no. Solo lo estaba haciendo para ganar más puntos con ella. Y que su plan tuviera más rápido el resultado que tanto deseaba. Pero, sin pensárselo mucho, sólo con la idea de que era un paso más en su plan directo al objetivo, se decidió por llevarle algo de comer como sólo dos... amigos.
Klaus salió del ascensor tomando su camino hasta su apartamento que estaba siendo remodelado. Giro el pomo de la puerta y entro buscando con la mirada a cierta rubia. Logro divisarla del otro lado del lugar hablando con unos de los trabajadores que se estaba dedicando a pintar el área de la cocina. La escaneo de arriba abajo admirando sus curvas bien pronunciadas por su elegante atuendo que constaba de una blusa que cubría hasta su cintura, manga larga y de cuello ovalado, en el mismo tono vino tinto de la falda de tubo a juego que llegaba justo por encima de sus rodillas, con un bolso de mano negro y tacones de aguja beige. Lucia espectacular, como siempre. La mujer derrochaba elegancia, cosa que lo volvía loco. Era muy difícil encontrar mujeres así en la actualidad. Sin duda, era una mujer especial. Se giró al sentir la intensa mirada sobre ella. Lo vio ahí, parado sobre el lumbral del apartamento. Se percató de la forma en que él la estaba mirando y rápidamente se ruborizo. Él tenía ese efecto en ella, y aumentó cuando comenzaron a llevarse más. Lo observó caminar hasta ella con la bolsa de comida en su mano derecha.
—Hola, amor – Dijo él actuando muy natural.
—Hola, Klaus. ¿Qué te trae por aquí?
—Bueno, he pensado en venir a ver cómo iban – Mencionó señalando el área de la cocina que recién comenzaban a pintar – Y… me he tomado el atrevimiento de traer algo para almorzar... – Caroline abrió los ojos con asombro – Juntos
—Oh… – Exclamó al escuchar la última palabra – Gracias.
—He traído tortitas italianas – Le hizo saber mientras acomodaba la bolsa sobre la isla de la cocina – Espero te gusten, son mis favoritas.
—De hecho, son mis favoritas también. – Klaus le sonrío complacido. – Me encanta la comida italiana.
—Entonces comamos, cariño. – Caroline tomo asiento a su lado en uno de los viejos banquillos de acero inoxidable que aún permanecían en el apartamento. Comenzaron a comer mirándose el uno al otro. Ella se percató que él había venido todos los días de la semana. Y se preguntó si lo hacía porque verdaderamente viniera a ver cómo iba el trabajo. No es que su presencia le molestara en absoluto, le gustaba compartir tiempo con él. Conocerlo más, al fin y al cabo habían acordado ser amigos. Pero era extraño para ella, ya que ninguno de sus demás clientes había hecho algo como eso antes.
—¿Y qué tal tu mañana? – Preguntó ella.
—Ajetreada, llena de trabajo… ¿Y la tuya, amor?
—Algo parecido. – Ella mordió una de sus tortitas con nerviosismo puesto que él la observaba fijamente. Tomó un sorbo de su café clavando su mirada en los trabajadores. Klaus siguió observándola.
—¿Tienes planes para esta semana? – Habló él acabando con el incómodo silencio.
—No, aun no. ¿Y tú?
—Tampoco – Respondió el. De nuevo el incómodo silencio se extendió entre los dos. El celular de Klaus comenzó a sonar. Había recibido un mensaje.
"¿Dónde coños estás? Necesito revisar unos documentos contigo."
Damon Salvatore
08/04/2015 12:15 pm
Tecleo rápidamente una respuesta y la envió.
"Llego en 20 minutos"
Klaus Mikaelson
08/04/2015 12:17 pm
—Tengo que regresar al trabajo – Murmuro levantándose del banquillo – Te veo luego, amor – Besó la mejilla de Caroline y salió del apartamento después de que ella musitara un apenas audible "Hasta luego" . El calor de sus labios permaneció en su mejilla por un buen rato. Ella soltó un ligero suspiro y continúo comiendo.
Damon estaba sentado sobre la silla ejecutiva en la oficina de Klaus esperando por él. Stefan junto con Kol habían salido para revisar uno de los terrenos que les interesaba para comenzar con la construcción de los inmuebles. Su amigo no tardó mucho en aparecer por la puerta algo agitado.
—¿Que te ocurre, acabas de follar o qué? – Pregunto burlón
—Ya quisiera… - Refunfuñó recordando el hecho que tenía aproximadamente tres semanas sin buen sexo - ¿Para qué me necesitabas?
—Para que revises esto – Damon tiró los papeles sobre la mesa. Eran los documentos del pedido de materiales que se abastecerían para la construcción. Klaus tomó asiento frente a él capturando los papeles entre sus manos.
—Por cierto… ¿Dónde está mi hermano?
—Salió con Stefan, a revisar un terreno. ¿Dónde estabas tú? – Klaus fingió no haberlo escuchado y mantuvo su vista sobre los papeles. – Es la cuarta vez que desapareces en la semana, sin decir a donde y cuando le pregunto a Kol tampoco sabe de tu paradero.
—Tengo asuntos que atender – Respondió no pudiendo ocultar la sonrisa que se formó en sus labios.
—Esos asuntos implican a una chica, ¿cierto?
—Me conoces tan bien, compañero. – Damon sonrió con aquella sonrisa matadora que lo caracterizaba.
—Usen protección – Aconseja burlón mientras se levantaba de la silla abrochando los botones de su saco de lino color azul marino antes hacer su camino hasta la puerta– Regreso luego, tengo que llamar a mi novia.
—Mandilón – Ambos soltaron una carcajada.
—Lo acepto – Respondió antes de cerrar la puerta detrás de él.
