¡Hola!

Wow ahora sí que me parece que estuve más ausente que la sombra en la oscuridad.

Tengo que pedirles PERDÓN, en serio espero que me perdonen por esta demora, creo que ha sido el mayor tiempo que he tardado en actualizar en toda mi vida. La verdad es que no me había dado cuenta de lo mucho que había tardado, hasta que me di cuenta que ya estábamos en febrero. Pero les contaré lo que pasa.

Como algunos ya saben, estudio medicina, y esa carrera es un poco... digámosle matada. Resulta que ya estoy cursando mi 5o año de la carrera (son 6 en total) y este año se llama Internado, el infiernado...ejem... internado, es estar cada tres días en el hospital desde las 7am de un día y salir a las 4pm del día siguiente, así que esto me ha mantenido muy ocupada quiera o no. Si esto le sumamos cansancio extremo (pues a veces no da tiempo de dormir), falta de inspiración y ausencia de tiempo, pues tenemos como resultado *redoble de tambores* ...no poder actualizar :( Creanme que he hecho hasta lo imposible por hacer que me salga el capitulo y he tardado mucho en lograrlo, por lo que espero que les haya gustado.

Ahora sí, el capítulo, ¿Qué les pareció? ¿Les gustó? ¿Quedó alguna duda de lo que pasó? Bueno, pues les diré que el próximo capitulo va a estar bastante bueno, van a pasar muchísimas cosas que ni se imaginan ;D

De nuevo les digo que lamento la demora. La verdad no se cuanto tarde en actualizar esta vez. mantendré la esperanza de que sea muy pronto, pero sólo les pido paciencia, no olviden que NUNCA planeo dejarlos abandonados ¡Antes muerta que hacer eso!

Los veo en los comentarios y/o en el próximo capítulo.

Saludos,

Love-Dreamer-HP

Capítulo 5

Amiga mía. Parte I

Quiero que cuando muera…

No vas a morir, deja de exagerar las cosas por favor, Ron.

Hermione, en serio me siento morir. No voy a aguantar mucho tiempo más —decía dramáticamente con la frente perlada en sudor que Hermione limpió con un pañuelo desechable—. Debes hacerle saber a todo el mundo que siempre te he amado —continuaba diciendo—, y que me alegra pasar mis últimos momentos a tu lado —lo último hizo reír a la castaña.

Sólo es fiebre… relájate, sobrevivirás.

Hermione colocó esta vez un paño frío en la frente de su amigo y fue a la cocina por tercera vez. Tenía que reconocer que este era uno de los peores resfriados que había tenido su amigo, pero estaba segura que no era como para que él estuviera exagerando tanto las cosas.

Es hombre se repetía constantemente para tranquilizarse.

La chica quitó la tetera de la lumbre y sirvió un poco de agua en una taza para preparar un buen té. Con suerte eso le ayudaba más a su amigo. Una vez que preparó todo, llevó la pequeña tacita al cuarto de Ron quien parecía que comenzaba a quedarse dormido.

Ten, esto te hará sentir mejor —le dijo ofreciendo la tacita.

Ron abrió los ojos y se incorporó para recibir lo que su amiga le ofrecía. No tardó mucho en terminar aquella bebida y, siempre siendo supervisada por Hermione, la entregó y volvió a recostarse. A él le gustaba que ella lo consintiera, pero debía reconocer que en ese momento no se sentía nada bien como para disfrutar todo lo que Hermione hacía. Pensó un poco las cosas y se extrañó que no fuera su novia quien estuviera a su cuidado. La idea de que estaba ocupada invadió su mente y decidió aceptarla. En ese momento fue consciente de cómo su amiga lo cobijaba, haciendo que el sueño empezara a ganar batalla.

Hermione miró cómo su amigo comenzaba a dormirse. Estaba tranquilo y quieto. No estaba acostumbrada a verlo de esa manera. Regularmente Ron era molesto hasta en el momento de dormir y en ese preciso instante a ella le preocupaba que no mejorara… de alguna manera extrañaba la singular forma de ser del pelirrojo.

Gracias, Hermione —dijo Ron un poco perdido en sus sueños.

De nada, para eso estamos los amigos —le respondió ella besando delicadamente su frente.

El timbre de la casa sonó de repente y la chica se apresuró a abrir antes de que alguien lograra romper la paz con la que Ron ya dormía.

Al abrir la puerta se encontró de inmediato con la figura femenina de la novia de Ron.

Hola, Hermione —la saludó entrando a la casa y besando sonoramente la mejilla de la castaña.

Hola, Lavender.

Ron me dijo hace unos días que estaba enfermo. ¿Cómo sigue? —preguntó dirigiéndose a la sala y sentándose en uno de los sillones como si de su casa se tratara.

Aún está mal. Hoy ha tenido mucha fiebre —el rostro de Lavender mostró una real incomodidad. Se levantó de golpe y se dirigió a la puerta—. ¿Pasa algo? —preguntó Hermione al ver su acción.

Acabo de recordar que debo hacer algo importante… y… bueno, creo que me tengo que ir —dijo abriendo la puerta con rapidez—. Dile que vine a verlo y que no me parece correcto acercarme… podría contagiarme y eso… —se excusó—. Nos vemos, Hermione —se despidió esta vez con la mano y salió prácticamente huyendo.

La castaña miró la puerta con desconcierto. ¿En serio Lavender se había ido sin siquiera preguntar si su novio estaba bien? Definitivamente esa mujer no le gustaba ni un poquito para su amigo.

Encogiendo los hombros y soltando un suspiro, se dirigió a la sala de la casa y se sentó en silencio.

Pasó un buen rato en el que Hermione se encargó de leer un libro aprovechando el silencio de la casa, pero casi una hora después comenzaba a sentirse extraña en él. Sin duda le hacía falta la presencia de la persona que siempre solía romper su paz.

Caminó con tranquilidad a la habitación y entró sin hacer ruido. Dentro aún dormía plácidamente el pelirrojo. Su rostro ya no se veía tan rojo como una hora atrás, así que Hermione tocó la frente para comprobar que la fiebre había desaparecido. Pero por más sigilosa que trató de ser, logró despertar a Ron.

Hola —le saludó con voz ronca.

Hola, ¿te sientes mejor? —preguntó Hermione sentándose en la orilla de la cama y sonriéndole cariñosamente.

Con una enfermera como tú, es imposible no hacerlo —sonrió de vuelta él.

Me alegra que estés mejor.

A mí también —dijo Ron—. ¿Tuve una alucinación o Lav vino?

Sí, vino —confirmó su amiga—. Pero me dijo que no quería despertarte, así que se fue un rato después —mintió. No quería hacer sentir mal a Ron en ese momento.

Oh… está bien. La llamaré después.

Ron, sin embargo, sabía que lo que Hermione había dicho era mentira, pues había escuchado la corta conversación que las dos habían tenido. Sólo quería estar seguro de que no era sólo un juego de su mente antes de quedarse dormido.

En ese momento él comenzó a dudar de aquella relación.

OoOoO

Hermione caminaba presurosa de la sala de estar al comedor de la casa que tenía a su cargo ese día. La decoración iba de maravilla… hasta que uno de los adornos no combinaba con el azul de las paredes. Al entrar a la cocina miró alrededor tratando de encontrar el lugar en el que pudiese quedar bien aquel artefacto. Soltó un suspiro resignado y decidió deshacerse de él. Sencillamente no combinaba ni un poco con todo el lugar, ya le encontraría un buen sitio en otra casa.

Al terminar con ello volvió a la sala y el azul que vio le hizo sonreír. Ese era el tono de azul más perfecto de todos.

Sin saber cómo, ya se hallaba sentada recordando aquél beso que había compartido con su amigo. Esa sensación era única. Rozó sus labios con las yemas de los dedos y entonces comenzó a agitar la cabeza de un lado a otro, tenía que quitar ese recuerdo de su mente a la voz de ya, justo como lo había prometido.

— ¿Qué demonios me está pasando? —preguntó cerrando los ojos.

Lo cierto era que ella no había podido olvidarse de eso como habían acordado ella y Ron desde el instante que eso había ocurrido. Pero debía hacerlo antes de que su mente comenzara a creer cosas que simplemente no eran.

Le hubiera encantado hablar con alguien del asunto, pero resultaba ser que no podía hacerlo con nadie puesto que su confidente era parte del problema, su mejor amiga era la hermana del problema, su segunda mejor amiga odiaba al problema y su mejor amigo era imposible de ver sin el problema. Solo quedaba Neville y él…

¿Cómo te das cuenta que estás enamorado de tu mejor amiga? —preguntó ella acomodando un arreglo floral que Neville había llevado.

Neville detuvo el paso y volteó hacia Hermione con una ceja levantada.

¿Es en serio Hermione? —la aludida se sonrojó al creer que había sido demasiado directa como para ser descubierta con aquella pregunta. No era como que creyera que eso era lo que le pasaba, pero no encontró otra manera más rápida de sacar la duda que le carcomía—. ¿De verdad planeas tocar ese tema conmigo? ¡Por favor! No tengo ganas de discutir sobre Luna otra vez —dijo el castaño con molestia volviendo a sus labores.

Hermione suspiró aliviada de no haber sido cachada y al mismo tiempo, triste de saber que sus amigos continuaban sin hablarse. Por más que ella se había esforzado en hacerlos reconciliarse, era sencillamente imposible.

Bien… lo siento —se disculpó no sabiendo exactamente de qué y dejó el tema de lado. Ya encontraría a alguien con quien hablar de eso.

—Tal vez necesito más amigos —dijo Hermione levantándose y saliendo de la casa que ya estaba lista para ser otra extraordinaria venta.

OoOoO

Ginny se encargaba de diseñar el nuevo catálogo de juguetes de la tienda de sus hermanos. No era su fuerte, pero parecía ser que ella era mucho mejor en ello que cualquiera de sus tres hermanos, y para Ginny aquel trabajo era muy entretenido.

Movía la figura de la foto de un lado a otro para encontrar la mejor posición y lugar en el que quedara bien, cuando su trabajo fue interrumpido por la puerta abriéndose con fuerza y casi siendo cerrada de la misma manera. Frente a ella, con una furiosa mirada, estaba un azabache.

— ¿Están tus hermanos? —preguntó con fuerza y sin siquiera saludar.

—Hola —saludó con sarcasmo la pelirroja—. No, no están. Ninguno —aseguró antes de que Harry preguntara.

— ¿Ni siquiera Ron? —el tono que usaba no le estaba gustando ni un poco a Ginny.

—Cuando digo ninguno me refiero a NINGUNO —contestó molesta.

Harry gruñó y Ginny rodó los ojos.

—Si quieres puedes dejarme lo que quiera que vayas a dejarles —dijo ella mirándolo con seriedad.

El pelinegro se miró a los ojos a Ginny y por un momento se sintió más molesto que cuando había llegado, pero decidió calmarse. Al final de cuentas ella no era la responsable directa de lo que había pasado antes de llegar al lugar, las peleas con Cho ya eran parte de su vida diaria, así que no tenía porque culpar a la hermana de Ron.

—Bien —contestó pasando una mano por su cabello para terminar de encontrar la tranquilidad que necesitaba—. Aquí tienes —entregó el folder de papeles que daba sin falta una vez por semana.

— ¿Quieres sentarte? —preguntó Ginny más calmada. Si algo sabía era que Harry estaba estresado y cuando una persona está estresada lo que otra debe hacer es encontrar la manera de distraerlo un poco para que se sienta mejor y su humor se vea beneficiado.

Harry no respondió, pero se sentó en la silla frente a la de Ginny, mientras ella servía un poco de café en dos vasos desechables que estaban en la mesita del lugar. Preparó las bebidas y entregó una a él sin preguntar nada. Tomó la otra y se sentó en el lugar en el que estaba.

Harry bebió el café sintiendo el delicioso sabor en el paladar, ese sabor no lo lograba nadie más que Ginny, solo ella sabía a la perfección cómo era que le gustaba el café. El calor y el sabor lograron tranquilizarlo de inmediato.

—Calmamos a la fiera, ¿cierto? —murmuró Ginny probando también su café.

Harry sonrió y la miró.

—Gracias.

—Te daré un consejo de amigos —dijo Ginny. El azabache la miró un poco sorprendido con la última palabra, no esperaba que ella se considerara su amiga después de la indiferencia con la que él la había tratado después del primer encuentro que tuvieran—. Si estás enojado por algo o con alguien, háblalo. No te conviene mantener el enojo porque sencillamente no sirve de nada y después puedes cometer errores de los que de verdad te arrepentirás.

El hombre miró asombrado a la pelirroja, lo que menos se esperaba eran palabras como esas. No sabía si debía interpretarlas como cualquier persona o si se las estaba diciendo así para comunicarle algo más.

—Lo tomaré en cuenta —fue lo único que respondió.

—De acuerdo.

Pasaron un largo minuto de silencio en el que sólo se miraban ocasionalmente y bebían el café.

— ¿Y qué tal ha sido tu estancia aquí? —rompió ese silencio Harry.

—Bastante bien —se apresuró a contestar ella—. Trabajar aquí es fantástico. No creí que me gustara tanto, especialmente sabiendo la diferente vida que tengo.

— ¿Y has planeado quedarte aquí más tiempo? —él sabía que ella sólo se quedaba un año, pero aún así sentía la necesidad de preguntar.

—No, no planeo hacerlo. Debo regresar, hay muchas personas que me esperan.

Asombrado con aquellas palabras, Harry no pudo evitar preguntar:

— ¿Ah sí? ¿Quién?

—Mi mejor amiga y compañera de departamento… las… eh… las personas con las que trabajo… y mi mascota compartida… tú sabes —contestó Ginny no muy convencida.

— ¿Tienes una mascota?

—Sí, un perro. Es algo travieso, pero aún así lo quiero.

—Bueno, quizá puedas considerar regresar en algún momento, ¿no?

—No lo sé —se encogió de hombros—, mi vida en Estados Unidos está prácticamente hecha. Sólo vine de visita… y no creo volver.

—Que bien… es fantástico —dijo Harry notablemente más apagado—. Debo irme, aún tengo trabajo que hacer.

Ginny se levantó al mismo tiempo que lo hizo Harry y ofreció su mano como despedida. Él la aceptó sin esperar y después se retiró.

OoOoO

Conducía con lentitud hacia su destino y ni siquiera ponía atención a su camino, sus brazos y piernas trabajaban en automático. Su mente estaba en ella, en sus labios, en la manera tan arrebatada en la que lo había besado. Sabía perfectamente que había prometido olvidar aquel beso, que no hablaría más de él ni con ella ni con nadie, pero simplemente no podía. Había imaginado por muchos años el sabor de esos labios, había aguantado mucho tiempo el besarla y confesar sus sentimientos, había callado y ahora estaba más confundido que cualquier otro día.

Sin saber cómo, llegó a la juguetería, estacionó el auto en el lugar acostumbrado y caminó a su pequeña oficina. Se sentó y soltó un gran suspiro. ¿Cómo iba a concentrarse si no había podido hacerlo en los dos días que habían pasado? ¿Cómo iba a lograr terminar su trabajo si ni siquiera podía pensar en otra cosa que no fuera su mejor amiga? Él simplemente no lo sabía. Estaba seguro, sin embargo, que encontraría la manera de cumplir con lo dicho y olvidar lo pasado.

Concéntrate Ron se dijo para intentar comenzar.

Su día no sería para nada sencillo.

Había pasado una hora apenas, cuando su hermana interrumpió sus pensamientos.

—Vaya, hermanito, pensé que no llegarías el día de hoy —fueron sus primeras palabras—. Buenas noches.

—No me siento de humor para esto, Ginny —contestó Ron, fastidiado.

—Oh, parece que estás un poco enojado.

—Estoy bien —contestó—. Solo me duele un poco la cabeza.

—Claro, solo eso —dijo la pelirroja sentándose en la silla frente a su hermano—. ¿Pasa algo? ¿Estás bien? No te veo el fin de semana y parece que alguien te pone de un humor de perros.

—Ya te dije que estoy bien, Ginny. No hay de qué preocuparse —Ron a esas alturas ya estaba enojado. No tenía ganas de hablar del tema, ni siquiera con su hermana, puesto que le parecía que ella sería capaz de decirle lo que le pasaba a Hermione.

—Ron…

—Ginny, en serio no tengo ganas de hablar del tema, ¿sí?

—Entonces sí hay una razón.

Su hermano la miró con seriedad indicándole que no debía hablar más si no quería tener problemas. Ginny entendió de inmediato, por lo que se levantó y salió de la oficina murmurando por lo bajo un simple "Me lo contaras en algún momento".

Ron se quedó ahí, sentado y volviendo a perder la poca concentración que había conseguido ya. Barajó la idea de contarle a su hermana lo que le pasaba, aunque en realidad no estaba seguro si sería bueno hacerlo. Pero es que sencillamente se sentía atrapado por sus propios sentimientos.

Por la noche, cuando se encargaba de terminar lo poco que había logrado avanzar de su trabajo, su hermana acomodaba todo para cerrar la juguetería y sus hermanos desalojaban el lugar, se le ocurrió que solo si Ginny se lo pedía le hablaría un poco de lo que le pasaba, sin nombres, para que ella no sospechara nada.

Y así pasó.

Cuando ambos abordaron el vehículo del pelirrojo, su hermanita no perdió ni un segundo para preguntarle lo que le pasaba. La curiosidad la había estado matando y esperar tanto le iba a servir para sacarle al menos un poco de información. Ron dudó unos segundos antes de aceptar hablar. Al final de cuentas (y de mucha insistencia por parte de la Weasley), el hombre le contó que no se sentía del todo bien, pues había cometido el peor error de su vida… o al menos esto intentó.

—Si estoy entendiendo bien, tu amigo no sabe exactamente cómo reaccionar ante lo que pasó, ¿cierto? —preguntó Ginny, con una ceja levantada.

—Sí, eso.

La pelirroja rio para sus adentros, era obvio que su hermano no quería que ella se enterara que el del problema era él, y Ron era bastante malo para mentir. De igual manera, lo dejo así, al menos estaba haciendo que hablara, y fingir que ella estaba más que interesada en la situación que en averiguar de quién se trataba, le daba la certeza de saberlo todo.

—Pero si tu amigo nunca le dice a esta chica lo que siente, entonces jamás va a enterarse de lo que ella siente por él.

— ¿Y si las cosas no funcionan? ¿Y si ella no quiere hablar más con él? Ella es su mejor amiga y por algo así no podría terminar su amistad, ¿no te parece?

Miedo, eso era todo. No se trataba de alguna otra cosa, era solo miedo.

Pero lo que para Ginny no era más que un simple miedo a superar, para Ron el miedo era el reflejo de lo que no quería que ocurriera nunca en toda su vida. Porque Ron no se podía imaginar la vida sin Hermione, porque el hecho de tenerla a su lado durante tantos años le había enseñado a quererla, y ahora era cuando menos podía permitirse el perderla, no por cosas que quizá no valieran la pena.

—A mí me parece que valdría la pena arriesgarse y si no hay nada, supongo que estos amigos se tienen la confianza suficiente para superar las cosas en caso de que la situación no sea favorecedora para él —dijo Ginny—. Yo siempre he dicho que el que no arriesga, no gana, así que ojalá que tu amigo se arriesgue.

El que no arriesga, no gana.

Esa frase le había estado taladrando la cabeza por una semana entera, en la que por supuesto, él no había sido capaz de pensar y concentrarse en lo que debía y esto mismo había sido ya detectado por sus hermanos, quienes no dejaban de molestarlo con que él tenía un secreto que no quería contar a nadie.

El sábado por la mañana, Ron se despertó con una decisión tomada. Sabía que podía significar un problema, pero lo que su hermana le había dicho le había hecho entender que era en ese momento o nunca. Así que se levantó con entusiasmo, saludó a su hermanita y a Hermione quienes estaban listas para llevar a la primera a casa de sus padres, en donde pasaría un par de meses.

Hermione los acompañó, para después ir a un pequeño trabajo que debía terminar en ese mismo fin de semana. Ron sabía de eso, y aprovechó por completo aquello para así llevar a cabo su plan. Así que después de dejar a su amiga en el lugar que debía, él se dirigió a centro comercial para comprar todo lo que necesitaba para una cena, con vino incluido.

Nadie nunca se hubiera imaginado que Ronald Weasley sabía moverse en la cocina de manera tan espectacular como se estaba demostrando a sí mismo. De la misma manera que nadie podía creer que después de la asquerosa semana que había pasado, estaría tan feliz.

El problema vino después, cuando la cena estaba casi lista y el timbre sonó.

Esto debe ser una broma. Pensó mirando su reloj, quien le anunciaba que aún le quedaba una hora según sus cálculos.

— ¿Olvidaste las llaves otra vez? —preguntó, limpiando sus manos con una toalla desechable y preparado para abrir la puerta.

Esto sí que debe ser una broma. Volvió a decirse cuando una mujer rubia lo miró con los ojos llenos de lágrimas.

—Hola —articuló él en un tono que apenas se pudo escuchar.

—Hola, Ron. ¿Puedo? —preguntó ella.

—Claro —respondió Ron de inmediato pero no muy seguro de que aquello fuera una buena idea, el tiempo corría y ella en su casa no era la mejor idea del mundo—. ¿Pasa algo? ¿Estás bien?

—No, Ro-Ro, no estoy bien —dijo Lavender, entrando a la casa, tomando asiento en la sala, con un pañuelo en la mano y llorando dramáticamente.

Ron no sabía qué hacer exactamente, quería que ella se fuera para poder terminar con lo que debía y su presencia no era nada deseada. Sin embargo, sólo por parecer un poco interesado y con la esperanza de que se fuera rápido, se sentó a su lado y la miró con atención.

—Te extraño, Ro —Ron se quedó mudo —. Te he extrañado demasiado y… y… quiero que regresemos.

El pelirrojo oscureció su mirada y continuó callado.

—Ron, mi vida no es lo mismo sin ti y todo este tiempo me ha servido para darme cuenta que es contigo con quien quiero estar —decía acercándose a él sin dejar de derramar lágrimas.

—Hey, hey, espera —retrocedió cuando la sintió demasiado cerca—. No estoy seguro de lo que esto es…

—Es obvio lo que es, Ro-Ro. Es un reencuentro.

—Perdóname, Lavender, pero sinceramente me parece que no puede ser.

La mujer se levantó de golpe del sillón, tomó una de las copas que ya estaban en la mesa y sirvió un poco de agua en ella.

—No puedo creer lo que dices, Ron —dijo mientras bebía—. Tú y yo estamos hechos el uno para el otro —gritó.

Ron echó la cabeza hacia atrás con desesperación. Se levantó y tomó a Lavender del codo.

—Perdóname por no pensar igual, pero me parece que es hora de que te va… —no pudo terminar su frase, pues los labios de ella se unieron a los de él, a quien su instinto le hizo responder al beso sin rechistar ni un poco.

OoOoO

La mañana era tranquila, el día estaba resplandeciente, la gente apenas comenzaba a salir a las calles. Ron acababa de abrir las cortinas y el sol entró de lleno a su habitación. Se acercó de nuevo a la cama y se recostó con cuidado para no despertar a la mujer que dormía a su lado. En silencio, recargó su cabeza en su mano y miró a la chica con una ligera sonrisa.

Sus rizos brillaban con los rayos, su piel parecía de porcelana y ansiaba que sus ojos lo miraran al menos por un momento. Miles de pensamientos pasaron por su mente, empezando por cómo había comenzado el día, todo lo que había pasado y el final que había tenido. Tal vez no era lo que se esperaba, pero al menos la tenía a su lado, aunque fuera solo por un momento…