CAPITULO VI. Unexpected Night
Caroline entró al pequeño pero elegante restaurante ubicado en el centro de chicago. Se encontraría ahí para almorzar con sus primas, su madre y la madre de su novio. En cuanto estuvo dentro del lugar visualizó a las cuatro mujeres. Se encontraban sentadas en una de las mesas con una sofisticada decoración y unas preciosas flores en el centro. Todas ella sacudieron su mano para ella en un saludo. Caroline sonrió y caminó hasta ellas.
—Caroline, hija que bueno que ya estás aquí – Murmuró su madre levantándose para saludarla. Caroline besó su mejilla y le dio un corto pero cariñoso abrazo. Después realizó la misma acción para saludar a la madre de su novio, y a sus primas. Elena y Katherine.
—Kath, es un milagro. Tenía mucho que no te veía
—Lo siento, primita. He estado muy ocupada – Respondió con una sonrisa muy propia de ella. - ¿Cómo están tú y tu príncipe encantador?
—Muy bien gracias. ¿Y tú cómo has estado? Te he extrañado mujer, antes me frecuentabas
—El trabajo me absorbe – Katherine era psicóloga, tenía su propio consultorio en una buena zona de la ciudad. Caroline asintió comprendiéndola. Ella pasaba muchas veces por lo mismo, su trabajo la absorbía. – Pero vayamos a tomar una copa juntas esta semana, ¿qué te parece?
—Suena genial
Las mujeres comenzaron a ponerse al corriente sobre lo que había ocurrido en sus vidas el poco tiempo que no se habían visto. Elena, por su parte estuvo feliz de mostrarles algunas imágenes de como quería decorar el cuarto del bebé. Tenía muchas opciones para niña tanto como para niño. Las futuras abuelas estaban encantadas, irradiaban felicidad. Caroline por supuesto se proclamó como la decoradora oficial de su sobrino o sobrina. Siguieron platicando, de vez en cuando reían haciendo que los demás clientes voltearan a verlas. Las cinco mujeres eran una bomba juntas, era más que obvio que disfrutaban de la compañía de cada una. Más que nada porque eran una familia.
Cuando llegó la hora del postre, la madre de Damon comenzó a hablar sobre la próxima festividad. La fiesta de aniversario de ella y su marido de este fin de semana. Faltaban exactamente cinco días y gracias a Caroline tenía casi todo cubierto. Lo único que faltaba eran los vestidos. Así que decidieron acudir juntas a la elegante tienda donde siempre compraban. Mientras Katherine y Elena contaban aquel gracioso malentendido que había ocurrido con un chico llamado Kol, quien las había confundido y eso casi causo un colapso en Stefan, Caroline estaba concentrada en otra cosa, así que no prestaba atención a ninguna de sus palabras. Un mensaje había llegado a su celular y ella lo estaba releyendo por tercera vez, sin percatarse que una sonrisa se había formado en su rostro..
"Hey amor, ¿Dónde estás? He venido al departamento y no te encuentro por ningún lado ¿A caso, se tomó el día libre Señorita Forbes?"
Klaus Mikaelson
11/04/2015 12:20 PM
Una vez que formuló una respuesta procedió a devolverle el texto.
"En un desayuno familiar. Yo no me tomo días libres entre semana, soy una mujer responsable Señor Mikaelson"
Caroline Forbes
11/04/2015 12:24 PM
Siguió sonriendo contra la pantalla de su teléfono hasta que escucho un carraspeo. Esa había sido Katherine.
—¿Por qué le sonríes como tonta al teléfono? – Todas las miradas de la mesa se posaron en ella, causando que se pusiera nerviosa. – Oh ya se, seguro te mensajeas con tu príncipe encantador – Katherine dijo rodeando los ojos. Las demás mujeres en la mesa solo rieron, y Caroline se unió poco después.
—Por cierto Caroline, Damon me ha dicho que aceptaste su propuesta de mudarse juntos. Estoy tan contenta por ustedes dos. Este es el primer paso y después de eso espero la boda, ¿verdad Liz?
—Oh por supuesto, nada me encantaría más que ambos se casaran.
—¿Es cierto, Care? ¿Van a mudarse juntos? – Preguntó Elena.
—Sí, viviremos juntos – contestó guardando su celular mientras sonreía.
—¡Eso es genial! ¡Felicidades!
—Gracias – Murmuró Caroline con una media sonrisa. No es que no estuviera completamente feliz por la idea de mudarse con su novio, de verdad quería vivir con él y mucho. Pero a veces se sentía algo presionada sobre su relación por ambas familias. Supuso que Damon también se sentía así a veces, pero bueno ambos podrían lidiar con eso. Su celular volvió a vibrar en su bolsillo.
"Siento haber interrumpido tu almuerzo familiar. Tal vez vuelva más tarde."
Klaus Mikaelson
11/04/2015 12:40 PM
Al leerlo Caroline pudo notar la respuesta diferente, como si él estuviera algo distanciado. Esta vez no hubo esas palabras algo coquetas que solía usar. El hecho le extraño, pero decidió no darle importancia.
"Está bien, yo pasare a supervisar por la tarde"
Caroline Forbes
11/04/2015 12:43 PM
(…)
Ya por la tarde tal como lo había dicho Caroline pasó a supervisar el trabajo en el apartamento de Klaus, los chicos habían terminado de pintar ya la cocina y gran parte de la sala. Todo andaba perfecto. Hizo algunas anotaciones sobre pequeñas ideas que vinieron a su mente y después de despedirse de los trabajadores se retiró.
En cuanto el elevador se abrió, Klaus apareció detrás de este. El no pudo evitar sonreír al verla, se deleitó admirándola. Era difícil no pensarlo pero cada vez que la veía lucia más hermosa aun. La rubia tenía estilo, sus atuendos siempre lograban impactarlo y este no fue la excepción. El traje de la chica era una falda de cintura estampada con rayas amarillas y negras, de puntos también, sobre una blusa gris de cuello ovalado y mallas negras bajo botines color crema, y por sobretodo el atuendo una chaqueta gris con algunos detalles en negro. Lucia como una preciosa modelo, mejor dicho más preciosa que esas mujeres insufribles.
Ella tampoco pudo evitar echarle un vistazo al hombre frente a ella. Se veía muy guapo, aun mas con esos bonitos hoyuelos que se formaban en la comisura de sus labios. El traje de vestir de él, era uno típico en negro con una camiseta de lino azul y corbata gris oscura. Se veía muy elegante y sin duda todo un empresario.
—Caroline – Pronunció su nombre con ese acento tan caliente que poseía. Salió del elevador parándose justo frente a ella a unos cuantos metros.
—Klaus.
—Por lo que veo ya te ibas ¿no, amor?
—Si – respondió ella sin dejar de observarlo. Dios casi podía jurar que estaba babeando por el hombre. – Ya he supervisado todo y vamos perfectamente. Pero si quieres darle un vistazo al avance, los chicos siguen ahí.
—No es necesario, confió en ti – Respondió.
—Bien, entonces me retiro. – Pulsó el botón del ascensor.
—Caroline – Susurró, ella se volvió a mirarlo – Yo… Yo quería saber si me acompañabas para la cena? – Ella se quedó boquiabierta. Abrió los labios para responder pero el sonido de su celular la interrumpió. Contestó enseguida sin fijarse de quien se trataba.
—¿Nena? – Escuchó del otro lado de la línea, era su novio, su cuerpo se tensó y evito rápidamente la mirada de Klaus.
—Hola – logró decir tragándose un nudo en su garganta.
—Quería avisarte que estaré trabajando por un buen rato más con Stefan, tenemos un asunto importante que atender. ¿Me esperas en mi apartamento o prefieres irte a dormir esta noche al tuyo?
—Yo… te espero en el tuyo – Contestó.
—Está bien, nena. Te veo más tarde, cuídate mucho.
—Tú también, saludos a Stef. – Cortó la llamada y se encontró con los ojos verdes de Klaus observándola fijamente. Se quedaron así un momento, mirándose el uno al otro. Se perdieron por un largo instante mientras cierta tensión sexual se hacía presente a su alrededor. Y bien era cierto que esta no era la primera vez que ocurría algo así, ambos la habían sentido ya antes, solo que no se habían percatado. El timbrado del ascensor los trajo de vuelta a la realidad, rompiendo esa burbuja personal. Caroline se encogió de hombros, pero el solo sonrió mostrando su perfecta y blanca dentadura.
—Entonces ¿Qué dices amor? ¿Cenamos juntos? – Pregunto él. Ella dudo, ¿cenar con un hombre guapo que no era su novio?. Se debatió un momento, recordó que Damon había dicho que no llegaría temprano esta noche, así que si no aceptaba cenar con Klaus, lo haría sola y no le agradaba mucho la idea. Aparte era una cena de amigos, porque eso era lo que él era para ella, su nuevo amigo. Un amigo del que su novio no tenía ni idea.
—Yo no lo sé, Klaus. He venido con mi chofer y tengo que volver a casa.
—Puedes decirle que nos siga hasta el restaurant que por supuesto tú elijas. Vamos, amor. Es solo una cena. No quiero cenar solo esta noche, me encantaría hacerlo acompañado por ti. – Caroline se sonrojo un poco, él siempre tenía las palabras exactas para decir y convencerla.
—Está bien.
—Grandioso – Dijo Klaus haciéndose a un lado para dejarla entrar al ascensor. Sonrió victorioso a sus espaldas, ella estaba cediendo a el poco a poco. Tal vez más pronto de lo que pensaba ella estaría en su cama, gimiendo su nombre bajo su cuerpo. Dios solo la idea lo excitaba, la deseaba tanto. Nunca se había sentido así por una mujer, parecía un adolescente precoz. Esperaba que todas estas sensaciones raras que se formaban dentro de él desaparecieran una vez que consiguiera acostarse con ella.
Klaus abrió la puerta del restaurant que Caroline había elegido, llamado Henri. Ambos entraron juntos y pidieron una mesa. El mesero apareció enseguida, saludando y dándoles la bienvenida cortésmente. Lo primero que Klaus ordenó fue una botella del mejor vino tinto que tuvieran mientras aprovechaban para echarle un vistazo al menú. El chico lo trajo, sirvió sus copas y una vez con su orden se retiró inclinando la cabeza amablemente. Caroline miro nerviosa alrededor del lugar tratando de ignorar la mirada de él, que se encontraba fija en ella. Este hombre tenía un gran efecto en ella, la ponía muy nerviosa. Tenía que admitir que él, la atraía. Y como no, si el tipo era un adonis.
Se reprendió a si misma permitirse volver a pensar de esa manera sobre él. Se había encontrado a si misma pensando varias veces en él desde que lo conoció. Recordó la primera vez que aceptó una de sus invitaciones, cuando fueron almorzar juntos disque para hablar sobre los tonos de la pintura, él la reto a conocerlo, y no se arrepentía de haber aceptado, lo conocía un poco más ahora y sinceramente le caía de maravilla. Pero ella quería conocerlo aún más, tenía demasiado interés en él, más de lo que le gustaría. Recordar aquello, trajo aquellas palabras en las que no había pensado. "Es eso por eso que me gustas". Dios pero que tonta, era más que obvio. Porque no se había percatado antes. El gustaba de ella, diablos, pensó. Esto era un error, ella no debería haber aceptado sus invitaciones, ni siquiera su amistad. Pero no tenía ganas de retractarse, y bueno él sabía que ella tenía un novio. No creyó que tratara de intentar nada. Tal vez si, le gustaba, pero él dejo muy claro que quería ser su amigo. Y ¿Por qué no habrían de poder ser amigos?.
Caroline estaba segura que amaba a Damon con todo su corazón, nada podría cambiar eso. Mucho menos un hombre que apenas estaba conociendo, si le parecía guapo, muy guapo. Pero solo eso, muchos hombres le han parecido guapos antes. Pero eso nunca influyó en sus sentimientos por Damon.
—Quiero proponer un brindis – Dijo Klaus levantando su copa. – Por ti, por mí, por nosotros – Ese nosotros, obviamente para él tenía un significado diferente que para ella. Caroline sonrió chocando su copa con la de él.- Salud, amor.
—Salud, Klaus.
El mesero llegó con sus platillos, deseo buen provecho y desapareció entre las demás mesas del elegante restaurant. Caroline acomodó la servilleta de tela sobre su regazo y comenzó a probar de su comida. El costoso platillo consistía en salmón a la plancha, con pasta a la crema acompañado con verduras a la mantequilla.
Mientras ambos comían permanecieron en silencio. Ella estaba hambrienta así que mantuvo su concentración en su deliciosa cena, y él si estaba hambriento pero de cenar algo más, o mejor dicho alguien más. No podía quitar su vista de ella, esta mujer lo tenía fascinado a un nivel que nunca creyó posible. Se sentía raro, no se sentía el mismo cuando estaba con ella.
A pesar de que la conocía poco, ella sacaba otro lado de él. Un lado que no había ocupado nunca para tratar de llevarse a una mujer a la cama. Siempre iba directo a lo que quería, la cama. Si acaso les invitaba a tomar un trago, y solamente eso. Nunca se molestó en invitarlas a cenar, llevarles de almorzar o algo por el estilo. Pero bueno, tenía que admitir que Caroline no era como aquellas chicas, que solo querían acostarse con él por su dinero, pensando en que así lograrían retenerlo, tener algo más que sexo con él. Ella era especial.
—¿Cómo conseguiste el apartamento? – Preguntó Caroline.
—Se lo he comprado a un tío – Respondió el bebiendo de su copa – Se mudó a Alemania hace unos años con su familia.
—¿Toda tu familia vive fuera de los Estados Unidos?
—Si – Respondió el.
—O sea ¿Qué es tu primera vez en este país? – Klaus se removió incomodo, él había estado aquí hace un par de años. Pero recordarlo le causaba una opresión en el pecho, tenía mucho tiempo que no pensaba en eso, que ni siquiera pasaba por su mente. O más bien, él se obligaba a no pensar en ello.
—No, ya he estado aquí antes – Contestó jugando su comida con el tenedor. Caroline lo notó raro ¿Había ella dicho algo malo? - No es nada interesante, pero prefiero centrarme en algo mejor, ¿qué tal tu familia, Amor? ¿Todos son de aquí?
—Sí, mis abuelos son de un pueblo en Virginia llamado Mystic Falls. Nos mudamos a Chicago cuando tenía 4 años.
—¿Has salido alguna vez del país? – Pregunto. Ella asintió
—Pase unas vacaciones con mis primas en Canadá. Y visite a una de ellas en Rumania un verano.
Continuaron platicando un buen rato, conociéndose cada vez más. Pasaron una bonita y agradable velada entre risas y charlas, anécdotas sobre la vida de ambos o sus gustos por igual. Caroline observo la hora en su celular asombrada, había pasado dos horas aquí sentada disfrutando de la compañía de Klaus y ni siquiera se había percatado. A pesar de que en el fondo tenía presente que Damon llegaría pronto, una parte de ella exclamaba permanecer junto a Klaus sin importar las consecuencias de ello. Pero su parte racional reacciono y entendió que era mejor retirarse ya.
—Es tarde, tengo que irme – En su pecho se formó cierta incomodidad ante el anuncio de su partida, pero no le quedo más que aceptar que ella tenía que irse. El pidió la cuenta haciéndole una seña con la mano al mesero. Una vez que pagó, ambos salieron juntos, hombro a hombro, del restaurant.
—Gracias por acompañarme, amor. Eres una maravillosa compañía.
—No, es nada me encanto acompañarte. – Klaus le sonrió. —Gracias por la cena. La pase muy bien. – Sus mejillas se tiñeron de un ligero rosado que apenas se notaba por la oscuridad de la noche. – Adiós, Klaus.
Se giró para caminar hacia su auto donde Marcel esperaba ya con la puerta entreabierta. Pero algo en él, se sentía como si esta no era la forma en que quería despedirse de ella. Entonces actuó sin pensarlo, por impulso y tomó su mano causando que ella se volviera quedando justo frente a frente. Los ojos de ella se abrieron asombrados. Y sin más, el depositó un beso en su mejilla. Un choque electrizante sacudió todo su cuerpo, al sentir la calidez de sus labios contra su mejilla, sintió como todo en su cuerpo se revolvía, dejándola incapaz de moverse, o pronunciar algo coherente.
—Buenas noches, Caroline – Dijo el antes de darse la vuelta y caminar hasta su auto. Ella se quedó ahí petrificada con el corazón acelerado, viendo como el desaparecía de su vista en su auto deportivo.
Una vez que llegó al apartamento de su novio y en el cual pronto ella también viviría definitivamente, su mente aun vagaba en aquel acto tan repentino de Klaus. Se recostó sobre el cómodo colchón cubierto con las suaves sabanas negras de satén. Se llevó la mano derecha hasta su mejilla donde podía jurar aun sentía los carnosos labios del británico. Soltó un suspiro colocando la cara contra la almohada tratando de sacar aquellos pensamientos de su mente. Entonces el familiar y delicioso olor la golpeo. El aroma de su novio se encontraba impregnado en aquella almohada, y la culpabilidad arrasó en su mente. ¿Qué hacia ella pensando en aquel guapo inglés? Cuando lo único que debía de ocupar su mente era su magnífico novio, el cual recordó no tardaría mucho en llegar. Sacudió la cabeza repetidas veces y finalmente con Klaus fuera de ella, se levantó hacia el amplio closet para buscar algo de ropa para dormir.
Las puertas del ascensor se abrieron, Damon cruzó el lumbral con el maletín de trabajo en su mano derecha, para después dejarlo sobre la mesita a un costado. Su mirada vagó por todo el apartamento en busca de su novia. Deseaba poder encontrarla aun despierta, tenía tantas ganas de besarla, abrazarla y con suerte hacer el amor con ella. Si, lo habían hecho esta mañana antes de despedirse, pero él nunca tendría suficiente de ella. El la deseaba a cada hora del día, incluso aunque ella no estuviera presente, lo tenía vuelto loco.
Escuchó un ruido en la cocina, y se asomó enseguida para averiguar de quien se trataba. Una sonrisa se formó en su rosto al percatarse de que novia estaba parada justo frente al refrigerador con una prenda algo sexy. Era un simple camisón cereza con escote en V discreto, con un pequeño lazo en medio y bordados alrededor, y una bata en el mismo tono un poco más larga y que fácilmente podía apartarse y el conjunto, no perdería su encanto.
Se quitó el saco dejándolo sobre el taburete de la cocina, se acercó sigiloso hasta ella. La vio cerrar la puerta del electrodoméstico. Y enseguida tomándola desprevenida la acorralo contra el frio acero inoxidable mientras sus manos la tomaban por las caderas. Caroline soltó un jadeo y la manzana que sostenía en su mano izquierda cayó al suelo.
—Me encanta encontrar una belleza como tu deambulando por mi casa. – Susurro Damon cerca de sus labios con picardía. Ella sonrió de la misma manera y no tardando ambos estamparos sus labios uniéndose en un beso lleno de deseo del uno por el otro. Caroline envolvió sus manos alrededor de su cuello enredando los dedos en su suave cabello negro. Ambos se deleitaban de sus exquisitos sabores mezclados. Las manos de Damon subieron hasta sus pechos, acunándolos, tocando la seda de su bata para dormir. Caroline tiro de su cabello ante la sensación. Movió a un lado los rizos rubios de su novia respirando cálidamente contra su cuello, su aroma a vainilla inundo sus fosas nasales excitándolo más. Sus labios se movieron sobre ella y sus dedos deshicieron el nudo de la bata causando que esta se deslizase por sus hombros. Sus dedos deseosos por el contacto de su piel, se sumergieron entre el camisón desde sus muslos hasta su vientre plano. El contacto la hizo temblar, un lento y delicioso estremecer. Se presionó contra él mientras su lengua se burlaba de su piel, sus labios moviéndose sobre su hombro. Se sentía tan duro sobre ella que hacía que se revolvieran sus entrañas.
—Damon – Jadeo
—¿Qué?
—Te deseo – Al decir esto las manos de ella viajaron hasta los botones de su camisa, pero la desesperación que sentía por tocarlo era demasiado fuerte, así que no le dio más vueltas al asunto, tiro de la camisa haciendo que todos los botones salieran disparados aterrizando en el suelo. El gruño de excitación, al solo percatarse de todo el deseo que ella sentía por él. La levanto en brazos llevándola hasta el mostrador de mármol que se encontraba detrás de ellos. Por inercia ella envolvió sus piernas alrededor de su cadera llevando las manos hasta su pecho desnudo. Se inclinó hasta el besando su clavícula, su cuello y su pecho. Ya no podía resistirlo más, ella necesitaba sentirlo, lo deseaba con fervor. Nunca desearía nada tanto como a él. El volvió a unir sus labios besándola con fuerza, deslizando su lengua contra la de ella. Emitió un sonidito necesitado y ladeo la cabeza hacia atrás dándole un mejor ángulo, dándole exactamente lo que quería, estaban conectados. Damon deslizo los tirantes de la bata por sus hombros, sus redondos y perfectos pechos aparecieron frente a sus ojos.
—Eres hermosa, Caroline. Tan caliente. – Formo un camino hasta su cuello y luego a sus pechos. Sus labios se posaron sobre ellos, besando y chupando, sintiendo como su pezón se apretaba debajo de su lengua.
—Damon… - Caroline agarró su cabello y arqueo la espalda. Alzo la mirada encontrándose con la de ella. Sus ojos estaban desenfocados e intensos llenos de deseo. Verla de esa manera lo hizo quererla más. Ella era como fuego bajo su tacto, sensible y suave. Caroline bajo sus manos hasta el borde del pantalón con la única intensión de liberar aquello por lo que aclamaba sentir.
Damon deslizó una de sus manos hasta el borde de sus bragas de encaje bajándolas para tocar el cálido centro de su cuerpo. Ella no podía pensar más, solo sentir. El roce de sus dedos sobre ella, todo era perfecto, exquisitamente perfecto.
—Joder —gimió acariciando sus pliegues – Te sientes tan bien, jodidamente bien. – Introdujo un dedo dentro de ella. Y enseguida el calor se precipito a través de cada parte de su cuerpo. La deliciosa sensación del bombeo la hizo perder la cabeza. La atravesaba una olea tras otra, fuertes y abrumadoras. Su cuerpo no podía dejar de moverse contra sus dedos. La liberación la alcanzo unos cuantos segundos después, su respiración ralentizó mientras sentía como salía de ella.
Lo vio chuparse los dedos con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Lo besó, lo besó por lo que sintió como horas, pero nunca habría tiempo para suficiente para saborearlo por completo. Escuchó el apenas audible sonido de sus pantalones caer hasta sus pies. Caroline se apresuró a tomar el elástico de su bóxer de diseñador, pero él fue más rápido y en un movimiento y sin lastimarla la recostó sobre el mostrador. Subió también y una vez encima de ella, la penetró. Se presionó poco a poco dentro de ella. Sus cuerpos se encontraron entre sí. Se movieron juntos, perdiendo la noción, en ese momento solo existía la unión de sus cuerpos, ese ritmo perfecto. El saliendo y entrando, proporcionándole tanto placer.
Caroline lo rodeó con sus brazos, acercándolo más a ella. Rozándose uno con el otro. Las embestidas se intensificaron, el ritmo incremento. Damon hundió la cabeza entre su cuello mordisqueándolo mientras ella enterraba sus uñas en su espalda, arañando su piel.
—Caroline…
—Damon…. – Gimieron sus nombres al tiempo que sus caderas chocaban entre sí, entonces todo exploto. Ambos se aproximaron a la cima de su encuentro. Los temblores de él la hicieron temblar, y los gemidos de ella lo hicieron gemir. Él se puso rígido, y sus brazos inmovilizaron el cuerpo de ella. Se estremecieron profundamente. Poco a poco dejaron de moverse y su respiración comenzó a calmarse. Los latidos de sus corazones eran frenéticos. – Te amo – Susurró ella llevando su mano hasta su rostro.
—Te amo, nena.
(…)
Dos días después de aquella osadía que Klaus aun no terminaba de entender cómo es que había sido capaz de actuar de esa manera, se encontraba camino hacia "Forbes Designs". No había visto a Caroline desde aquella noche, y ya no podía aguantar las ganas más. Así que se armó de valor y en lugar de regresar a la oficina después de pasar todo el día en una negociación de terrenos, fue directo a buscarla a ella.
Estacionó el auto y se dispuso a bajar las piernas le temblaban y las manos le sudaban. ¿Pero qué coños?, pensó. Parecía un maldito adolescente. Soltó un suspiro y cruzo por las puertas de cristal templado. Las risas de las chicas que se encontraban ahí cesaron en cuanto lo vieron.
—Buenas tardes – Saludó encaminándose hasta el mostrador.
—Buenas tardes, ¿tiene cita con la Señorita Forbes? – El dudo en responder. No había pensando en una excusa por la cual aparecerse ahí. Ni modo no le quedo más que mentir.
—Sí
—¿A nombre de?
—Klaus Mikaelson — La chica frunció el ceño y reviso la agenda, su nombre no aparecía agendado. — ¿Algún problema?
—No, por supuesto que no Señor Mikaelson – contestó la chica con una media sonrisa – Es solo que su nombre no aparece en la agenda. – El comenzó a ponerse nervioso – Tal vez la Señorita Forbes olvido avisarme.
—Tal vez – Susurró el – ¿Entonces no podrá recibirme?
—Bueno, no sabría decirle Señor Mikaelson. – Respondió haciendo una mueca – Lo que pasa es que la Señorita Forbes salió a atender un asunto personal. Pero no creo que tarde mucho en regresar, si gusta esperarla. – Lo pensó por un instante, no tenía nada por lo que volver a la empresa. Kol se estaba encargando de todo muy bien. Y si algo ocurriera él se lo comunicaría, así que no había prisa. Asintió a la chica en respuesta, ella amablemente le indico que tomara asiento en uno de los bonitos sillones de terciopelo.
Paso un buen rato, escuchando el teclear de la chica mientras trabajaba, lo cual lo volvía más loco de nervios. No podía entender porque se sentía así, porque tenía tanta necesidad de verla. Incluso quería tocarla, volver a rozar sus labios en su mejilla. ¡Diablos! El deseo por ella lo estaba matando, tenía que terminar con esa maldita agonía. ¿Pero cómo? ¿Cómo haría para conseguir meterla en su cama, de una?. El parloteo de unas chicas lo trajo de vuelta a la realidad en cuanto escucho el nombre de Caroline ser pronunciado.
—Caroline, hizo la reservación en "Spybar" para las 10 de la noche. – Escuchó, se removió en el asiento. Y rápidamente se puso atento a la conversación. – Iremos para festejar el cumpleaños de Jenna.
—¿Enserio Caroline va acompañarnos?
—Sí, su novio salió de viaje de negocios. Así que será una noche de chicas. – Una sonrisa se formó en la comisura de los labios de Klaus, ahí estaba la oportunidad perfecta. Más suerte no podía tener. Un plan maquiavélico comenzó a formarse en su cabeza y sin más se levantó del sillón para salir del lugar.
—Señor Mikaelson – Escuchó la voz de la recepcionista detrás de el – ¿Ya no esperara a la señorita Forbes?
—No, tengo un asunto que atender.
—¿Quiere que le diga algo a la Señorita Forbes?.
—No, nada – Se giró para irse pero se volvió de repente. Se inclinó sobre el mostrador muy cerca de la chica, ella se tensó nerviosa. – ¿Cuál es tu nombre?
—Vi- Vicky – Balbuceó.
—Vicky, lindo nombre – Ella parpadeo varias veces – Buen Vicky ¿Podrías guardarme un secreto, amor? – La chica asintió anonada por la cercanía. – Por favor no le digas a la Señorita Forbes que estuve aquí, ¿está bien, Cariño?
—S- Si Se- Señor Mi-Mikaelson – Balbuceó de nuevo anonadada por aquel guapo hombre. Él le guiñó un ojo coqueto y retomo su camino a la salida con solo una cosa rondando su mente.
