12. Oscuridad
Serena estaba en su habitación. El viento había empeorado y Seiya aún no regresaba. Sentada en la cama, miraba fijamente hacia la ventana mientras las ramas de los árboles danzaban al compás del aire, formando curiosas sombras que se proyectaban en las paredes de la recamara.
Fue entonces cuando sintió la presencia, en el fondo del cuarto. La oscuridad recortaba sus cadenciosas formas y los ojos violetas estaban fijos en ella, demostrando una súplica.
La rubia se puso de pie, como invitándola a acercarse, y fue entonces cuando la mujer salió de entre las sombras. Un precioso vestido vaporoso de seda roja la envolvía, mostrándola como la princesa que era. Iba descalza y llevaba un lazo rojo atado al cuello.
- Rei, ¿qué haces aquí? ¿Cómo…?
- Nuestros poderes no son los mismos – dijo la pelinegra – cuando Darien alcanzó el máximo poder del Cristal Dorado, nos otorgó nuevos "dones", por así llamarlo. Esto que vez, no es mi cuerpo físico, sino el astral.
- Oh – respondió simplemente la rubia, no sabiendo qué más decir.
- Perdona que venga a molestarte, pero, necesito tu ayuda.
- ¿Qué ocurre?
- Es… Darien – los ojos de la guardiana de marte se cristalizaron – Serena, sé que no debería molestarte con esto, después de todo lo ocurrido, pero estoy segura que algo sucede. Lleva días que lo noto mal, como absorto, demacrado… ¡ayúdalo por favor! – le suplicó
Al oír aquello, Serena abrió mucho los ojos. Si bien era cierto que las diferencias entre ellas se habían arreglado, Rei siempre se mantuvo al margen con ella, sin embargo, ahora, la mujer se encontraba ahí, pidiendo su ayuda.
- Perdóname por lo ocurrido – Rei gimoteó – yo no sabía que regresarías. Si lo hubiera sabido, jamás me hubiera casado con él.
- Rei, no tengo nada que perdonarte. Era lógico que siguieran con su vida, con su destino, porque yo había renunciado al mío – la rubia se acercó a la pelinegra, tomándole cariñosamente el rostro – no estoy enojada, y ya no duele.
La pelinegra se llevó las manos al pecho, mirando el rostro apacible de Serena, quien la observaba con benevolencia.
- Princesa, por favor… ayúdalo.
- Me encantaría, pero sabes que no puedo. El Cristal de Plata no responde y yo no sé qué voy a hacer – Serena la soltó, dirigiéndose a la ventana y abrazándose a sí misma – El Ángel de la Muerte no tarda en aparecer; la barrera que hicieron Saturn, Uranus, Neptune y Plut está debilitada, cada vez aparecen más esqueletos y de un momento a otro tendremos que librar la última batalla. El tiempo se acaba y yo aún no despierto como Sailor.
- Serena…
- Aunque quisiera, no podría ayudarte – la mujer se volvió hacia Rei, con una triste sonrisa en sus labios.
El pecho de Rei subía y bajaba, agitado, mientras miraba a la rubia. Comprendió entonces la gravedad del asunto sobre la situación del Cristal de Plata y se preguntó si tal vez sería culpa suya que la piedra aun no respondiera. Pensó que no le había otorgado el poder suficiente a Serena para que ésta pudiera transformarse de nuevo.
Ante la mirada atónita de la mujer, la pelinegra se postró a sus pies, haciendo una reverencia.
- Rei, ¿qué haces? – preguntó Serena, sorprendida.
- Lo que debí haber hecho hace mucho tiempo – la mujer alzó la cabeza para mirarla – aunque seré la Consorte del Rey Endymion, jamás dejaré de ser una sailor, y por lo tanto, nunca seré reina, pero tú, Princesa Serenity, tu siempre serás la verdadera Reina del Milenio de Plata, casada o no con Endymion. Te juro lealtad, Majestad, como debió haber sido siempre.
- Pero Rei, ¡eres la esposa del futuro Rey! No puedes hacerlo – replicó la rubia.
- Yo, Sailor Mars, Princesa de Marte, Consorte del Rey, te juro lealtad, Princesa Serenity, futura Reina del Milenio de Plata, y con esto, te brindo el poder del fuego sagrado que ayudará a tu despertar como Sailor Scout – recitó fervientemente la pelinegra.
Moonlight Destiny
Los días habían estado tensos para todas las Sailors; los esqueletos se dejaban ver más seguido, los entrenamientos se hacían cada vez más arduos, las juntas se extendían hasta la madrugada… Serena y Hikari eran protegidas por las Outers y los Three Lights, pues ambas seguían sin despertar, cosa que comenzaba a ser preocupante.
Sin embargo, Serena ya no era más aquella niña llorona; si bien no había despertado como sailor y seguía sin poder transformarse, se había vuelto muy buena en el combate cuerpo a cuerpo, conociendo tácticas de ataque que muy amablemente Haruka le había enseñado.
Pero aquello no era suficiente y todos sabían que el tiempo se les estaba acabando.
Aquél día en particular había estado cargado de una extraña energía, por lo que habían decidido reunirse en la mansión que ocuparan las Outers, a las afueras de la ciudad.
La noche había caído y con ella, negros nubarrones que dejaban sentir los truenos y relámpagos, como presagio de que algo malo estaba por ocurrir.
Haruka y Michiru se encontraban junto al ventanal, observando, mientras Amy trabajaba habilidosamente en la computadora junto a Setsuna. Darien estaba sentado al otro lado de la pieza, pensativo, observando el fuego de la chimenea mientras Rei permanecía a su lado.
Mina y Lita estaban en la mesa sentadas y Serena estaba en la pequeña sala de estar con Hotaru, los Three Lights y Hikari. La niña se mantenía lo más cerca de Seiya y su madre y lo más lejos que podía de Darien.
- Esto no me gusta nada – dijo al fin Haruka.
- Esa tormenta no es normal – agregó Lita
- Solo es cuestión de tiempo para que la barrera se rompa – comentó Michiru.
Darien escuchaba todo, en silencio. Realmente, esa barrera se rompería cuando él lo decidiera. Él tenía el poder para hacerlo y dejarla pasar, ¿cuándo? Esa había sido su pregunta, a lo que ella le había contestado que solo él sabría el momento en que el Nuevo Orden debía ser liberado.
Alzó la mirada, posándola al otro lado de la habitación.
Ahí estaba el amor de su vida con el traidor de su amigo, su ahora odiado rival. Le molestó verlo tan solícito, cerca de ella, apoyándola, y la mujer, como si su historia jamás hubiera ocurrido, correspondiéndole todas las atenciones, no teniendo ojos para nadie más mas que para ese hombre que se trasformaba en Sailor y que, en otro tiempo, había sido su gran amigo, su aliado, su todo…
El moreno sintió como desde el fondo de su alma bullía una ira incontenible, la cual se acrecentó cuando posó su mirada en la pequeña platinada que jugaba con Hotaru y que era custodiada celosamente por los otros dos hombres.
Fue entonces cuando entre sus dedos apareció un hilo dorado. Hecho de su cristal, aquel delgado hilo era el pilar de la barrera que las Outers habían puesto sobre la Tierra. Si se reventaba, en automático aquél campo de energía desaparecería, dejándola expuesta a cualquier peligro.
Pero eso a él ya no le importaba. Lo único que quería era que las cosas fueran como antes.
"Hazlo ahora, príncipe, y te prometo que todo regresará a la normalidad" escuchó en su cabeza.
Incitado por el ángel, el hombre enredo el hijo entre sus dedos y lo rompió de un tirón.
Un violento viento comenzó a soplar y el cielo obscuro adquirió tonalidades escarlatas mientras la realidad comenzó a distorsionarse.
Rapidamente, todos los habitantes de aquella casona se pusieron alerta, corriendo a cerrar las puertas y ventanas que se habían abierto con violencia.
- ¡Se ha roto! ¡La barrera se ha roto! – gritó exaltada Mina
- La muerte alada nos ha cubierto con su manto. La luz de Eternal nos llevará a la salvación. El juicio final es algo de lo que no podremos huir – recitó Hotaru en una especie de transe.
- ¡Mizuno, Setsuna! – Demandó Taiki
- Hemos captado su energía y efectivamente, se encuentra en el planeta. Sin embargo, ella no está aquí – dijo la peliazul
- En estos momentos, ella se encuentra en la Linea Internacional del Cambio del Tiempo – agregó Setsuna.
- ¿La Línea Internacional del Cambio del Tiempo? ¿Eso qué es? – preguntó Yaten.
- Es un espacio que se encuentra bajo mi jurisdicción aquí en la Tierra. Se ubica en el meridiano 180° sobre el Océano Pacífico. Al atravesarlo, dependiendo en qué dirección vengas, puedes ganar o perder un día completo. Sin embargo, al situarse exactamente en la línea no tienes tiempo, es decir, te encuentras en un limbo y funciona como un vórtice que conduce al túnel de la Puerta del Tiempo. – informó Setsuna – ahí no hay tiempo, no hay horas, no hay nada, porque me pertenece, y parece que el Ángel de la Muerte ha elegido ese lugar cero para que la enfrentemos.
- Si es ahí donde debemos enfrentarla, hagámoslo – agregó Darien, poniéndose de pie.
Al escuchar a su futuro rey, todas las sailors asintieron, incluyendo Three Lights. Serena se puso tensa, cosa que no pasó inadvertida por Seiya.
- Bombón, ¿qué ocurre?
- No puedo ir, Seiya. Solo les estorbaría.
- Debes hacerlo, debemos luchar.
- Pero no he despertado, y tengo miedo de no hacerlo en ese momento – le dijo angustiada.
- Tranquila – el pelinegro posó una mano sobre sus hombros – pase lo que pase, yo te protegeré.
A la orden de Darien, todos se transformaron en Sailor Scouts. Serena estaba de pie, sosteniendo con una mano su broche transformación y con la otra, tomaba a Hikari fuertemente.
Los presentes la observaron, como esperando que decidiera transformarse, pero no lo hizo.
- Lo haré en el campo de batalla, no aquí – dijo con firmeza.
Todos los presentes asintieron y Sailor Plut alzó el cetro de Granate, abriendo un portal que les permitiera ir a la Línea Internacional del Cambio de Tiempo.
Moonlight Destiny
Llegaron a un islote en medio del océano; el lugar que se supone debía estar en calma ahora estaba inmerso en una gran agitación. El mar lo golpeaba con su violento oleaje y el cielo estaba ennegrecido con manchones rojo escarlata.
Hikari estaba aterrorizada. Todo aquello le hacía recordar sus últimos momentos en Némesis.
Miraron hacia lo alto y fue donde la encontraron. Enseñoreada de aquél lugar, el Ángel de la Muerte estaba suspendido en el aire, agitando sus inmensas alas mientras era flanqueado por un grupo de esqueletos.
- Nos volvemos a encontrar, Sailor Scouts – dijo con potente voz la espectral mujer.
Todas las guardianas se pusieron en guardia, y las Starlights se adelantaron a proteger a Serena y su hija.
- ¡Este no es tu sitio! – gritó Sailor Uranus - ¡Lárgate de aquí!
- ¡Me iré hasta que consiga lo que he venido a busca! – sus ojos llameaban – quiero el Cristal de Plata. ¡Ataquen!
A la orden del ente, los esqueletos profirieron un espectral rugido que salía de sus descarnadas gargantas y se precipitaron contra las scouts quienes enseguida comenzaron a repeler el ataque.
El Ángel de la Muerte empuñó las manos al ver como sus secuaces iban sucumbiendo, sin embargo, las sailors también comenzaron a sufrir bajas.
Ramas con filosas espinas comenzaron a brotar de la tierra, apresándolas, desgarrándoles los trajes y enterrándose en sus carnes hasta hacerlas sangrar, dejándolas inmóviles. Lo mismo fue con Tuxedo Mask que para ese momento, ya había acabado con la mayoría de los esqueletos.
Sailor Plut nada podía hacer. Aunque aquél vórtice estaba bajo su protección, el Ángel de la Muerte lo tenía completamente dominado, debilitándola cada vez más.
Serena observaba todo aquello, protegiendo a su hija en todo momento. Fue cuando decidió actuar. Confiaba que con el amor de Seiya, pudiera al fin transformarse en Eternal.
- ¡Eternal Sailor Moon, transformación! – gritó
Aquél grito llamó la atención de la enloquecida mujer, quien al ver que la rubia no podía transformarse, una macabra sonrisa se dibujó en su rostro.
- ¡Qué patética eres, Princesa de la Luna! – dijo mientras volaba a toda velocidad hacia Serena.
La mujer abrió mucho los ojos, mirando como las descarnadas manos se dirigían hacia ella y abrazó a su hija, protegiéndola con su propio cuerpo, pero Sailor Star Fighter repelió el ataque.
- Vaya, vaya, ¿pero qué tenemos aquí? – el Ángel dijo sarcástico – pero si se trata de la estrella fugaz que se enamoró del resplandor de la luna.
Fighter la miraba con el ceño fruncido.
- ¡Tu eres otra que no está viviendo su destino!
- ¡Tú tampoco lo estás haciendo! – replicó la pelinegra - ¡estas desafiando tu misión!
- ¡Estoy haciendo lo que estoy haciendo porque todo se ha salido de control y alguien debe poner orden! – rebatió el ángel – No entiendo como Destino permitió esto – dijo con desagrado.
- Ese no es tu deber – dijo Serena
Colérico, el ángel la fulminó con la mirada
- Ahora lo es, porque nadie, ni Destino, ni Vida, ni Sabiduría, ni siquiera el Creador se han preocupado por poner las cosas en orden. Por eso yo lo estoy haciendo, porque merezco algo más digno que simplemente hacer que las cosas se extingan. ¡Soy la Muerte y ni siquiera fui tomada en cuenta para ser guardiana del imperio de Selene! – gritó con odio – pero es va a terminar muy pronto, cuando obtenga el Cristal de Plata.
- No voy a permitir que le hagas daño – sentenció Fighter, plantándose frente a Serena y la niña.
La mujer soltó una sonora carcajada.
- ¿Qué dirías si te dijera que en un destino alterno, tampoco estas con ella? – ladeó la cabeza – tal parece que siempre serás rechazada por la persona que amas, porque en esa vida alterna, ella prefirió al Príncipe, como debieron de ser las cosas.
Al oír aquello, Tuxedo Mask dio un respingo. Ahora más que nunca deseaba que las cosas volvieran a ser iguales.
Fighter la miraba con el ceño fruncido. Le dolía lo que le había dicho, pero sabía que en esa vida que en la que estaban, era correspondida.
Las demás scouts luchaban en vano para liberarse de las ramas que las encarcelaban, pero solo gastaban la poca energía que les quedaba.
- ¡Tu lugar es junto a tu princesa, llorando por tu amor no correspondido! – espetó el ente
- ¡Cállate! ¡Láser de estrella fugaz!
El ángel esquivo a la perfección el ataque y con sus grandes alas, logró levantar una gran ventisca que azotó violentamente a Fighter muy lejos de Serena, haciendo que cayera en una enramada de espinas filosas.
- ¡Fighter! – chilló la rubia.
La mujer aprovechó la distracción de Serena para hacer que de la tierra surgieran más esqueletos que le arrebataron a Hikari, alejándola de ella.
La platinada soltó un desgarrador grito, pidiendo el auxilio de su madre, pero cuando la mujer intentó y por su hija, grandes ramas salieron de la tierra, inmovilizándola.
- Ahora sí, princesa, por última vez, entrégame el Cristal de Plata.
- Nunca
- En ese caso – el espectro se sentó en el aire, cruzando una pierna y chasqueando los dedos – Príncipe Endymion.
Para asombro de todas, las ramas que aprisionaban a Tuxedo Mask desaparecieron, dejándolo libre y completamente ileso. El moreno caminó con paso firme hacia donde se encontraba el ente.
- Ya sabes qué hacer si es que quieres recuperar tu destino.
El hombre desenfundó de su bastón un afilado estilete de plata, girando en dirección hacia donde se encontraba Hikari.
Serena abrió mucho los ojos cuando se dio cuenta de las intenciones del hombre. Las scouts trataron de liberarse y evitar aquello, pero no lo lograron. Fighter estaba aprisionada por otros esqueletos.
La niña soltó un grito de terror, pataleando e intentado liberarse, pero todo era inútil. La mirada de Darien llameaba, clamando venganza.
- ¡Mamá! – gritó Hikari, presa del terror que ahora recorría su cuerpecito al darse cuenta lo que pasaría.
- ¡No! ¡Hikari! – gritó la rubia al momento que Tuxedo Mask hundía el estilete de plata en el pecho de la pequeña.
Hola!
Ya los tenía bastante olvidados Bombones, mil disculpas pero me ocupé en muchas cosas!
Llegamos al penúltimo capítulo de ésta historia! Ay! Hikari apuñalada por Darien y con un estilete de plata! Serena sin poderes, las Sailors bajo el poder de Muerte, Setsuna sin poder hacer nada... ¿Creen que en el último minuto se pueda salvar el universo? Muerte se saldrá con la suya? Por qué el amor de Seiya no ha sido suficiente para liberar a Eternal si ella le corresponde?
Coni: Como siempre, el eslabón más debil es Darien y el Ángel lo está manipulando muy bien. Serena y Seiya se quieren, y eso le hace bien a la niña, pero, ya vimos que Tuxedo la ha dañado y que ese amor no ha sido suficiente para el despertar. Gracias por leerme!
Liz Vara: Muchas gracias Bombón! :*
Bueno me despido, esta vez espero no tardar tanto con el capítulo final de ésta historia. No se olviden pasar por FB, me encuentran como Gabiusa Kou! :D
Besos estelares!
