¡Hola a todos!
Lo sé, ha sido una eternidad sin aparecerme por estos lugares, la razón: trabajo.
Pero me han dado vacaciones (muy cortas vacaciones), no he podido escribir todo lo que quería, pero al menos pude escribir este capítulo, que, aunque no me crean, me costó casi una semana terminar… y eso que no es tan largo.
En fin, espero que les guste mucho.
Muchas gracias por los comentarios que dejan, una disculpa por no contestarlos, es solo que por razones místicas (sospecho de los Nargles) no he tenido tiempo de contestar.
Disfruten del capítulo y gracias por seguir aquí.
Love-Dreamer-HP
Capítulo 9
Viaje
Su piel blanca, cubierta con cientos de pecas en su superficie, pequeñas, grandes, casi imperceptibles a la distancia. Él podía contarlas estando tan cerca, pero decidió que una mejor idea era besarlas, una a una. Comenzó a acariciarlas con delicadeza para después reemplazar sus dedos por sus labios. El cuerpo de su mujer comenzó a despertar y removerse por las cosquillas que él le provocaba.
—Buenos días —le saludó sonriente cuando abrió los ojos.
Ginny devolvió aquella sonrisa.
—Buenos días —respondió fijando su mirada en la verde de él.
Después de la intensa sesión nocturna que habían pasado, era muy extraño pensar que se encontraban en una cama, como cualquier otra pareja que se daba los buenos días.
Hacía casi tres meses que salían juntos. Después de la primera vez que hicieron el amor en sortilegios Weasley, habían decidido que eso no tenía que ocurrir de nuevo, porque Ginny tenía una vida y Harry tenía una ¿esposa? Pero las cosas no habían salido como ellos querían, pues apenas habían puesto un pie en el auto del azabache cuando estaban besándose intensamente de nuevo.
Ya no podían negárselo, ya no podían ocultarlo, estaban completamente enamorados como lo habían estado diez años atrás, incluso podrían asegurar que nunca dejaron de amarse, que todo lo que había pasado entre ellos había sido una locura completamente idiota e inmadura como lo eran ellos cuando se separaron.
Pero a pesar de encontrarse besándose nuevamente en el cuarto de un hotel, sabían que estaba mal lo que hacían y Ginny lo había pensado cuando Harry se había quedado dormido a su lado, incluso se había planteado la posibilidad de salir del lugar, pero no era capaz, no había sido capaz en todo ese tiempo. Le había dicho que lo amaba y que lo había extrañado, esa era la verdad y Harry había respondido con las mismas palabras. Se lo decían día a día, noche a noche, pero cuando ella se encontraba sola en su cama, no podía dejar de pensar que Harry aún no había sido capaz de decirle a Cho su situación, y eso era algo que no la mantenía nada tranquila. Pero estar con Harry siempre había sido un problema, pues siempre caía rendida ante él.
—Tenemos que ir a trabajar —susurró Ginny entre besos.
—No quiero trabajar, quiero quedarme contigo todo el día —respondió el hombre sin dejar de besarla.
—Pero tenemos que irnos —trataba de convencerse a sí misma de sus palabras, porque sinceramente ella tampoco quería irse.
Harry comenzaba a hacer estragos en su cuello.
—No.
—De acuerdo, quedémonos aquí.
Sabía que no había escapatoria y quizá pronto tuvieran que regresar a su realidad por lo que decidió aprovechar todo lo posible el estar a su lado.
OoOoO
—Lo que no me puedo creer es que tu madre no se hubiera enterado antes.
—Mi hermano supo guardarlo bastante bien. Él sabía lo que mi madre es capaz de hacer y yo también haría lo que fuera con tal de evitarlo.
Ron salió del probador en el que se encontraba, segundos después, Hermione hacía lo mismo. La chica se acercó a su amigo y comenzó a arreglar la camisa y la corbata de él.
—Eres un poco exagerado, ¿no lo crees? —dijo Hermione riendo.
—¿Exagerado? ¿Ya olvidaste la boda de Charlie? —recordó el pelirrojo—. ¿O qué tal la de Percy?
—Listo —mencionó Hermione en cuanto terminó de arreglar a su amigo—. Sí, las recuerdo —retomó el tema—, pero no creo que estuviera exagerando.
—Quisiera verte decir lo mismo si ella organizara tu boda —replicó.
Hermione se quedó en silencio por un momento, en el que pensó que quizá le agradaría la idea.
Ella soltó un suspiro.
—¿Qué tal se ve así? —preguntó modelando frente al espejo.
Ron la miró atentamente, analizándola. Le gustaba la manera en la que la verde falda caía en sus piernas, sin duda resaltaban lo mejor de ellas, pero el color y el cuello que tenían no le gustaba ni un poco.
Negó con la cabeza.
—Mejor pruebo con el siguiente, tú deberías hacer lo mismo, no me gusta esa corbata.
Ambos entraron de nuevo a los probadores.
Era frecuente que se acompañarán a todos lados, esa era otra parte que compartían juntos. Si ella necesitaba comprar algo, él siempre estaba dispuesto a acompañarla, y viceversa. En esa ocasión ambos tenían que conseguir un buen atuendo para vestir en la inminente boda de uno de los hermanos de Ron, quien había anunciado el evento a la familia apenas una semana atrás, sólo con la presentación de la formal invitación para su asistencia.
—Cuando yo me case evitaré a toda costa a mi madre, igual que Fred.
—Cuando tú te cases tendrás tanta pereza de encargarte de organizar tu boda que dejarás que tu madre lo haga.
Ron soltó una risita.
—No lo creo —susurró cuando salía del probador, esta vez con un traje color marino que al ver al espejo le pareció una buena opción.
Se quedó esperando un momento sin saber qué más hacer frente al espejo, ya se había asegurado de estar bien arreglado y estaba seguro que ese sería el traje que compraría, pero tenía que esperar a que su amiga saliera y siguiera mostrándole todos y cada uno de los vestidos que había decidido llevar a probar.
Cuando la castaña salió, sus ojos no pudieron pensar en otra cosa que lo hermosa que lucía, todo el vestido parecía perfecto para ella.
—¿Y bien? —preguntó de inmediato al salir, dando una vuelta a modo de modelaje ante Ron.
—Wow —fue lo primero que el pelirrojo pudo decir—. Te ves realmente hermosa, Hermione.
Fue entonces que ella volteó la mirada hacia el espejo y pudo ver su reflejo. Le gustó lo que miraba, el vestido y ella eran una buena combinación. De pronto, junto a ella apareció su amigo, quien se encargó que terminar de subir la cremallera que ella no había podido alcanzar. Miró a Ron hacer la acción con delicadeza, sin quitar la mirada de él, hasta que él la miró a los ojos por medio del espejo. Se quedaron así unos segundos, estáticos, analíticos, parecía que querían decirse algo con la mirada, pero no podían descifrar lo que era. Hermione fue la primera en romper el contacto.
Suspiró sonoramente.
—Debería ser Cormac el que esté aquí —soltó de pronto, haciendo que su amigo se sintiera dolido—, pero no, el señor tiene que estar ocupado. Siempre ocupado para estas cosas —se quejó.
—Hermione, ambos sabemos que siempre ha sido así —dijo Ron cansinamente—. Sabes perfectamente que nunca tiene tiempo para cuestiones que se traten de ti, para él tiene tiempo de sobra, pero si las cosas se tratan de ti, todo cambia. No me extraña que no quiera acompañarte a la boda de mi hermano.
—Lo sé —respondió la castaña—. Es sólo que creí que iba a cambiar un poco las cosas ya que vamos a casarnos.
—¿Qué exactamente es lo que cambiaría si ustedes se casan? —refutó el hombre, mirando seriamente a su amiga.
—Tendríamos que hacer todo juntos —contestó Hermione como si eso fuera lo más obvio del mundo.
—¿Sólo porque estén casados?
La castaña, quien había estado mirando a su amigo, bajó la mirada.
—Eso me gustaría a mí.
Ron miró a la mujer y lentamente se acercó a ella, le tomó de la barbilla y la obligó a mirarlo. Aún se preguntaba qué era lo que lo mantenía ahí, a su lado, a pesar de sentir que moría a cada día que pasaba sabiendo que sería un día menos con ella. La miró detenidamente, estaba tan enamorado de ella que la había dejado tomar las decisiones que ella quisiera, si es que eso la hacía feliz, pero cuánto moría por decirle que su felicidad estaba justo frente a ella…
—No te cases —dijo. Pero más que decirlo, sus palabras habían sonado como una petición, como una súplica que salía del fondo de su corazón, que no había dejado de latir fuertemente desde que sus miradas se habían encontrado en el reflejo del espejo.
Hermione lo miró, se quedó estática ante sus palabras, pero más paralizada la tenía la mirada azul de él, que no hacía más que analizar cada parte de ella, que parecía que quería traspasarla y descubrir sus más profundos secretos. ¿Qué era lo que la había orillado a seguir con sus planes? Ella no lo sabía, solo sabía que su boda estaba a menos de un mes de celebrarse y aún no estaba segura de querer hacerlo, pero no se sentía con el valor para arriesgarse a cancelarla y apostar todo a favor del hombre que tenía enfrente.
—¿Qué tal les ha quedado todo? —interrumpió una voz.
Ron y Hermione voltearon la mirada hacia la mujer que había hablado.
La vendedora les sonrió amistosamente, analizando el atuendo que ambos estaban usando, sin saber el momento que había interrumpido.
—Tengo los zapatos perfectos para ese vestido, enseguida los traigo —anunció antes de ir por ellos.
Ambos se quedaron en sus lugares, callados, incómodos, nunca en todos sus años de amistad, incluyendo los primeros días en los que se habían conocido, se habían sentido tan extraños de estar en el mismo lugar; para su suerte, la vendedora regresó más rápido de lo que ellos pensaron. Entregó los zapatos a Hermione, los cuales efectivamente, eran perfectos para aquel vestido. La chica arregló uno que otro detalle de ambos y después los acompañó hasta las cajas para que pagaran.
Cuando estaban ahí, esperando a que fuera su turno, ella soltó una frase que aturdió un poco a los amigos, pero que sin duda había sonado bien para oídos de ambos.
—Nunca me había encontrado una pareja que hiciera lo que ustedes —comenzó—. Regularmente el novio acompaña a la novia y viceversa, o ella viene con sus amigas. Pero que vengan juntos a hacer las compras es hermoso. Ustedes de verdad hacen una hermosa pareja —les sonrió antes de despedirse de ellos con un simple: —Gracias por su compra.
OoOoO
Verde. Ese era sin lugar a dudas su color favorito. Era el color de la vida, la vida que le proporcionaban todas y cada una de las plantas que adornaban su lugar favorito del mundo. Pero algunos meses atrás había añadido un color más a su lista de favoritos, el marrón. El marrón que había acompañado a ese verde por apenas poco tiempo, pero que le hacía saber que todo era fantástico con el simple hecho de mirarlo. Ese color que adoraba observar.
En ese momento sus dos colores favoritos se habían juntado. Hannah estaba mirando con una ternura increíble cómo un pequeño arbolito, como ella lo llamó, dejaba caer de sus hojas el agua que ella misma le había proporcionado. Él la miraba embelesado, a poca distancia, con los brazos cruzados y una sonrisa en el rostro. Nunca en toda su vida se había encontrado con alguien que le tuviera tanto afecto a las plantas como él.
—Adoro este lugar —dijo Hannah, mirando a su amigo y sonriendo ampliamente—. Es tan tranquilo, tan maravilloso —miró alrededor—. Ahora entiendo por qué te gusta tanto estar aquí —mencionó estacionando su mirada en Neville.
—Es mi lugar favorito en el mundo —contestó el hombre acercándose a ella.
—Me alegra que quieras compartirlo conmigo.
Neville llegó hasta ella, le regaló una sonrisa y se dedicó a acomodar un par de "arbolitos" que estaban junto al que Hannah admiraba.
—¿Sabes? Hay un lugar… en Escocia… que tengo muchas ganas de visitar —Hannah comenzó a hablar con cautela, mirando a cualquier otro lado que no fuera Neville—. Siempre que les digo a los demás que quiero visitarlo, encuentran razones para decirme que no, pero es que no se dan cuenta de lo hermoso que sería ir allá… tú sabes, Escocia es hermosa —Neville la miró atentamente, sabía cuándo Hannah se ponía nerviosa, y le gustaba escucharla hablar rápidamente—. Y, no sé, pensé que… tal vez… a ti te gustaría ir a Escocia conmigo.
—¿Y dejar todo mi trabajo aquí sólo por ir a Escocia?
Hannah asintió encogiendo los hombros y después mirando a otro lado.
—Por supuesto que me gustaría —respondió el castaño con una sonrisa.
Hannah lo miró con alegría y se lanzó a sus brazos.
—Será un viaje que te encantará, te lo aseguro.
Neville solo pudo sentirse feliz.
OoOoO
Cerró el último cierre de la maleta que estaba sobre su cama y la puso junto a la pequeña que ya se encontraba sobre el suelo. Soltó un suspiro y se sentó en la cama sin saber qué más hacer antes de salir. Con cuidado pensó en cada cosa que tenía que estar lista para el viaje y se aseguró de que no olvidara nada, entonces su amigo apareció en la puerta de su habitación.
—¿Lista? —preguntó al entrar.
—Todo listo, podemos irnos —anunció ella, levantándose de su asiento.
Ron, con cuidado, la volvió a sentar y se puso frente ella. Inspeccionó el cuarto dando una mirada rápida, todo parecía estar en su lugar, los cajones estaban perfectamente cerrados, la cama estaba impecable, el suelo estaba limpio y las paredes seguían teniendo las mismas fotografías de él y Hermione adornándolas, el cuadro reparado por él mismo estaba colgado en donde siempre y… también se encontró con la molesta fotografía de Cormac y Hermione en la mesita de noche del lugar. Ignoró lo último y miró a su amiga de nueva cuenta.
—Solo podemos irnos si me haces una promesa —dijo.
Hermione lo miró sorprendida.
—¿Qué clase de promesa?
—Debes prometer que no vas a pensar en ningún momento en él —no era necesario decir nombres, pues era más que obvio a quién se refería.
—¿Cómo se supo…?
—Vamos a ir a una boda, Hermione —la interrumpió—. Pase lo que pase, una boda va a recordarte a él —siguió—. Pero no quiero que estés pensando en todo lo que me dijiste ayer, no quiero que pienses en todo lo que harán o no harán cuando estén casados. Sólo quiero que te diviertas, que pases un buen rato, que sonrías, que seas feliz… al menos por un momento.
Hermione se quedó atónita. ¿Por qué le decía eso? ¿Qué acaso no se notaba su felicidad a cada día? Se supone que una novia comprometida debe verse radiante de felicidad, ¿qué acaso ella no se veía así?
—No entiendo a qué va todo esto —expresó.
—Quiero ver a mi amiga Hermione feliz, al menos por un día… y quedarme con ese recuerdo —la miró directamente a los ojos—, con el recuerdo de que eres feliz, y que ese sea mi último recuerdo de nosotros juntos.
La castaña lo miró a los ojos, sentía que un gran dolor se propagaba en su pecho, cada día que pasaba era un día menos junto a él, pero no se había sentido tan real hasta que Ron lo había mencionado.
—Lo prometo.
—Entonces ahora sí podemos irnos.
Ron tomó las maletas de Hermione y salió de la habitación con ellas, sin más ruido que el que hacían sus pisadas. La mujer lo observó hacer la acción. Se mentalizó lo más que pudo para poder cumplir aquella promesa. Sabía que podía sentirse feliz, pues iba a estar con él, su mejor amigo, y no había mayor felicidad que eso, aunque le aterraba pensar que quizá solo quedaba eso, el último momento con su mejor amigo… y eso, eso le partió el corazón.
