Capítulo 10

La única

La habitación estaba otra vez en silencio, sólo podía escucharse el sonido del agua de la regadera del baño, él estaba tomando una ducha antes de irse como lo hacía siempre. Ginny miró a su alrededor, odiaba esa sensación de que todo el cuento se había terminado y tenía que volver a la realidad. Siempre terminaba igual. Él se daba una ducha, se vestía y esperaba a que ella hiciera lo mismo y entonces salían del hotel como dos personas normales que no sentían nada el uno por el otro y solo la habitación era testigo del amor que se profesaban.

Ginny miró al techo. Su cabeza era un completo lío que tenía que arreglar a como diera lugar y lo más pronto posible. Tenía que hablar con Harry de toda la situación, ponerle un alto y hacerlo elegir. La simple idea de que al final él le dijera que se quedaba con su esposa le aterraba, pero estaba totalmente segura de que ya no quería seguir viviendo en esa dolorosa situación.

Dio un giro en la cama y abrazó la almohada que ahora poseía el olor de él. Lo amaba tanto que había aceptado demasiado, ir demasiado lejos, y aquello era algo que no podía permitirse… ya no.

Cuando Harry salió del baño, ella lo miró con seriedad, buscó las palabras exactas con las cuales comenzar el discurso que había ensayado cientos y cientos de veces. Pero por más que intentó, fracasó, igual que siempre, y se limitó a sonreírle y darse una ducha.

—¿Vas a ir a la boda de Fred? —le preguntó, cuando estaban en el auto camino a casa.

—Sí, me dio la invitación hace una semana.

Ginny lo miró detenidamente por unos segundos. Su hermano le había comentado que dentro de la lista de invitados estaba no solo Harry, sino que también estaba Cho, su mujer.

—Oh… sí, yo también tengo la mía —comentó—. ¿Irás solo? —preguntó rápidamente.

Harry fijó la mirada en el camino.

—¿Harry?

—No lo sé… supongo que sí —respondió, notablemente incómodo.

La mujer soltó un suspiro y miró al frente.

Agradeció que el resto del camino no hablaran más.

OoOoO

—¿Idea de tu hermano, dijiste?

—Una muy buena a decir verdad— respondió Ron mientras terminaba de acomodar sus cosas en el armario.

Habían llegado una hora antes a la dirección que marcaba la invitación. No era ni un poco cerca a la casa de campo de los Weasley, cosa que extrañó a todos, pero era un lugar completamente cómodo y rodeado de naturaleza, tanto que se sentía como La Madriguera.

El lugar era un campo abierto con un edificio de cinco pisos al centro, la parte trasera tenia lo que funcionaba como jardín para fiestas con bar y alberca incluida, mientras que la parte delantera estaba completamente ocupada por pequeñas cabañas. Una de aquellas pintorescas cabañas le pertenecía a Ron y Hermione. La idea de Fred era tener a toda su familia nuclear en las cabañas y al resto de familiares lejanos y amigos en el edificio.

—A mí jamás se me hubiera ocurrido buscar un lugar como este —dijo el pelirrojo cuando se sentó en la cama contigua a la de su amiga, quien se encontraba recostada en la suya jugueteando los pies en la pared.

—Todo el tiempo la has pasado diciendo que tu hermano hizo todo lo que tú querrías hacer cuando te cases —respondió Hermione, sonriendo.

—Porque es la verdad. ¡Se libró de tantas cosas!

—Exagerado —susurró Hermione, cerrando los ojos.

—¡Hey! ¿Vas a dormirte?

La mujer suspiró.

—Estoy cansada. El viaje me dejó exhausta —dijo—. Estos días de descanso me caerán de maravilla.

—Espero que tengas razón —Ron se levantó de la cama y se dirigió al baño—. Descansar no es mala idea después de todo… mañana nos espera un largo día— agregó antes de cerrar la puerta.

—Sí, es lo que amo de la tradición Weasley —sonrió la castaña antes de girar en la cama y perderse en el sueño.

OoOoO

Una hora más tarde, la noche se había hecho presente junto con la oscuridad más profunda.

En el lugar, una cabaña central funcionaba como cocina y comedor, por lo que ese sería el punto en el que los Weasley se reunirían para desayunar, comer y cenar durante su estancia. Aunque esa noche era la excepción, pues al ser la primera toda la familia se había dirigido a su respectiva cabaña para descansar. Sabiendo eso, Ron decidió que no sería una mala idea hurgar en la cocina para distraer su mente y encontrar algo que lo ayudara a conciliar el sueño. Sin embargo, cuando entró ahí se encontró con que no había sido el único que había tenido esa idea.

—Hola, pequeña pelirroja —saludó, llamándola como lo hacía cuando eran niños.

Ginny se giró y lo miró asustada.

—Hola, pequeño gran Weasley —respondió ella del mismo modo.

—Vaya, hace siglos que nadie me llamaba así.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí?

—Yo pregunté primero.

—No puedo dormir. ¿Tú?

—No puedo dormir— imitó a su hermano.

—¿Demasiados pensamientos? —preguntó acercándose al refrigerador, preparándose para asaltarlo.

Ginny caminó hacia la pequeña mesa que había junto a la estufa y se sentó en una de las sillas con una enorme taza de té que se había preparado justo antes de que su hermano apareciera.

—Quizá —se limitó a contestar.

Ron cerró la puerta del refrigerador y tomó un vaso de la alacena. Se sentó frente a su hermana y sirvió un poco de leche en el vaso.

—Nos pondremos ebrios con leche, ¿qué te parece? —propuso, divertido.

—Solo nos ganaremos dolor de estómago e indigestión.

—Dolerá más que lo que quiera que nos duela ahora, ¿no es perfecto?

Ginny soltó una carcajada.

—¡Suena perfecto para mi situación!

—¿Qué pasa, pequeña pelirroja? —preguntó más serio esta vez.

Ron y Ginny habían tenido una excelente relación como hermanos. Sabían que contaban el uno con el otro desde pequeños, pues al ser los últimos en la familia, solo podían charlar y jugar entre ellos, pues sus hermanos mayores siempre encontraban cosas más interesantes que hacer. Confiaban en ellos, y aunque el tiempo les había distanciado, todo permanecía intacto.

Ginny miró a su hermano, hizo un amago de sonrisa y bajó la mirada.

—Harry —soltó en un suspiro—… otra vez Harry.

No era la primera vez que hablaban de Harry en ese mes. Había sido Ron quien le dijera que hablara con él, quien le había explicado todo lo que un hombre era capaz. Y había sido Ginny quien le pidiera que no asesinara, golpeara o reclamara al pelinegro por todo, pues habían prometido no decirle a nadie sobre la relación que ahora mantenían ella y Harry.

—¿Puedo golpearlo ahora?

—No he hablado con él…

—Te dije que hablaras con él —dijo Ron, molesto.

—Lo sé —dijo Ginny cansinamente—. Es solo que no he podido… no he tenido el valor de hacerlo. Quiero decir, ¿y si no me elige?

Ron miró a su hermana comprendiendo el temor al que se enfrentaba, él mismo pasaba por la misma situación y el mismo miedo le había atormentado… especialmente cuando Hermione no lo había elegido a él.

—Si no te elige es porque es un idiota —respondió—. Hay algo que sé y de lo que estoy completamente seguro: Harry no ama a su mujer, está con ella por el compromiso del tiempo que tiene a su lado, por todo lo que le ayudó mientras tu no estabas, y sería muy estúpido si la elige a ella sabiendo que te ama a ti.

—¿Tú crees que me ama? —el rostro de la pelirroja se iluminó.

—No —dijo su hermano, divertido al ver el drástico cambio en el rostro de su hermana al escucharlo—, estoy completamente seguro de ello.

Y su hermana entonces sonrió ampliamente.

—¿Y tú? —preguntó la pelirroja, tratando de indagar ahora en lo que había llevado a la cocina a su hermano aquella noche.

—Yo solo quería leche.

Ginny lo miró.

—¿Tu amigo arregló su problema con su amiga? —preguntó como quien no quiere la cosa.

—No lo sé —respondió él después de terminar de un trago todo el contenido del vaso—. No lo he visto más desde entonces.

—Es una lástima, me hubiera gustado saber si se arriesgó.

—¿Sabes, Ginny? A veces arriesgarse sale mal.

La mujer colocó su cara sobre sus manos y fijó la mirada en su hermano.

—¿De verdad no piensas luchar por ella?

—¿Qué?

—Tal vez yo no puedo darte la certeza de que ella te ama —comenzó—, pero hay algo que puedo decirte… no te des por vencido, Ron. Lucha por ella, la batalla no está perdida aún, no mientras no esté casada. Cualquier cosa que hagas ahora es completamente legal… después será tarde y puedes arrepentirte. Demuéstrale que vales más que cualquier otro, hazle entender que el mejor partido eres tú. Dalo todo por ella. Todo.

OoOoO

La mañana era tranquila, los árboles se movían al ritmo del viento que soplaba con fuerza. Toda la familia Weasley estaba reunida en el comedor tomando el desayuno y preparándose para comenzar el primero de tres días de celebración, una de las cosas que Fred había decidido conservar de toda la tradición que se llevaba a cabo en cada boda.

Todos hablaban animados cada uno en su propio tema de conversación. Un grupo hablaba de deportes, algunos del viaje, otros más dedicaban su tiempo a contar experiencias acerca de los hermanos Weasley cuando eran más pequeños y lo mucho que habían crecido.

La primera actividad se llevaría a cabo en la cancha de futbol que el hotel poseía, pues la primera tradición Weasley era jugar un divertido juego de soccer que no terminaba hasta que el equipo ganador fuese en el que estaba el próximo a formar su propia familia. Y normalmente, para que todo terminara pronto, elegían el peor equipo para el novio, así al final todos iban a ducharse, cambiarse y reunirse para la cena preboda.

Y así fue.

El primer equipo lo conformaba solo Fred y todas las mujeres de la familia, y aunque debía reconocer que su hermana era una perfecta ayuda pues no jugaba nada mal, no fue suficiente para evitar la derrota humillante de 10 contra 1. Pero poco a poco mejoraban el equipo del pelirrojo, de tal modo que al final había logrado ganar 2 a 1, aunque debía reconocer que la acción había sido demasiado complicada y sospechaba que su hermano Charlie, portero del equipo contrario, lo había ayudado a ganar dejando entrar la pelota.

OoOoO

—Se supone que son las amigas las que hacen esto.

—Eres mi amigo.

—Dije amigas. Soy tu amigo, pero yo no debería estar haciendo estas cosas —dijo Ron al tiempo que cepillaba el cabello de Hermione.

—Te encanta hacerlo, admítelo —replicó ella sonriéndole a través del espejo.

—Ah sí, me excita demasiado peinar el cabello de una mujer —dijo con su mirada más sensual—. No tienes idea.

—¡Eres un sucio! —reclamó la castaña.

—Oh sí —contestó Ron al tiempo que hacía el cabello de Hermione a un lado sobre su hombro y besaba rápidamente y como si fuera un juego, su cuello.

La mujer sintió que la piel se le erizaba al contacto de sus labios y de inmediato cerró los ojos. Él se quedó quieto, admirando aquella reacción y supuso que sería una buena estrategia hacer que las cosas simples, como los juegos, le hicieran darse cuenta que a quien quería era a él y no al rubio presumido de su prometido.

Hermione abrió los ojos con lentitud al tiempo que giraba la cabeza para mirar a su amigo. Se quedó quieta, seria, mirándolo a los ojos, apenas pudiendo respirar y rogando porque él le robara un beso como aquel que se habían robado en la sala de su casa hace tiempo.

—¿Nos vamos? —preguntó él desinteresadamente.

—Sí —soltó Hermione en un suspiro, corriendo detrás de su amigo que ya estaba en la puerta de la cabaña.

OoOoO

El pequeño salón en donde se encontraban, no se comparaba ni un poco con lo que se tenía planeado utilizar al día siguiente para la verdadera celebración, pues cuando la gran familia de los Weasley apareciera, simplemente no iba a ser suficiente con él. Eso sin contar que la familia de la novia, según se tenía entendido, tampoco era la más pequeña del mundo.

La cena que se celebraba esa noche se consideraba una de las más importantes para todos, pues se suponía que era la última que pasarían los novios como solteros antes de formar su propia familia. Por lo que el padre de la novia y el padre del novio dieron un emotivo discurso cada uno hablando de cómo se sentían en ese momento por saber que ahora sus hijos tendrían la responsabilidad de comenzar una nueva familia. Al final de las palabras dadas por cada uno de ellos, todos aplaudieron y continuaron con la cena que esperaban terminara temprano pues todos estaban exhaustos.

Ginny había estado hablando muy animada con Hermione acerca de cualquier cosa que se les ocurría, contando anécdotas, experiencias y recuerdos que llegaban con nostalgia y en uno que otro momento sus hermanos se hacían presentes e intervenían en su conversación.

Y en una milésima de segundo, el grupo se quedó callado sólo por un par de segundos más.

—Hola, Harry, creí que no vendrías hoy —saludó Fred al otro lado de la mesa cuando ninguna de las tres personas cercanas a él, no se molestaron en decir ni "Hola".

—Pensaba llegar mañana, pero los planes cambiaron —respondió el azabache y se sentó al lado de Ron—. Hola, ¿qué tal va todo?

Ginny lo miró por un momento.

—Todo va perfectamente— respondió, haciendo un amago de sonrisa.

—Y ¿por qué llegaste tan tarde? —preguntó Ron.

—Dificultades técnicas, es todo.

Hermione se había mantenido callada y solo miraba intermitentemente a sus acompañantes con la esperanza de que nadie notara su incomodidad. Sabía que pasaba algo, eso era obvio, Ginny se lo había contado, pero no estaba segura qué tan lejos estaba la situación del término "Bien". Por lo que cuando Ron se levantó y le pidió a Hermione que bailara con ella, aceptó encantada, pues le parecía lo más correcto dejar a la pareja sola para que hablara, aunque la cara de su amiga rogara por que no se fuera.

—Tengo que ir al baño, con permiso —dijo Ginny al tiempo que se levantaba con rapidez.

Harry la tomó del brazo.

—Espera…

—Ni lo intentes, hay demasiada gente aquí como para que comiences con alguna clase de escena —respondió zafando su brazo.

—No soy yo el de las escenas, esa siempre eres tú.

Pero Ginny continuó su camino.

—¿Vas a dejarme así? —llamó Harry cuando Ginny salió del baño.

La pelirroja detuvo el paso y soltó un suspiro, no se esperaba que Harry la hubiese seguido.

—¿Qué pretendes que te diga? —dijo ella, mirándolo retadoramente.

—Primero, ¿por qué estas enojada?

Ella soltó un suspiro mostrando así su inconformidad.

—¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¿Te parece poco lo que está pasando? ¿No lo entiendes? ¿Necesitas que te lo explique con manzanitas?

Harry la miró con desconcierto, en realidad no tenía idea de lo que pasaba y sí, necesitaba que se lo explicaran con manzanitas.

—Me parece que sí, porque no entiendo nada de lo que pasa.

Ginny lo miró molesta, no sabiendo qué responder, se debatía entre habar de inmediato y no hacerlo. Abrió la boca y la cerró un par de veces, ni una palabra salía de sus labios, y sólo hasta que reunió el valor que necesitaba, habló.

—Estoy harta de esta situación —comenzó a decir—. Y creo que las cosas deben cambiar definitivamente. No puedo seguir así… yo… me estoy haciendo daño, me estás haciendo daño.

Harry se quedó quieto, procesando lo que ella decía.

—No puedo seguir con esto, Harry — continuó la pelirroja—. No puedo seguir contigo mientras estés con ella —el hombre seguía sin moverse—. Así que, aunque esto es realmente difícil para mí, tienes que elegir. Te amo, pero no puedo seguir con esto —y dicho esto la pelirroja siguió su camino directo a su cabaña, dejando a Harry estupefacto y sin saber qué hacer.

OoOoO

—Estás realmente mal, ¿cierto? —preguntó Hermione a mitad del pasillo—. En un principio pensé que estabas meditando, pero hace cinco minutos que estás en la misma posición y no te mueves ni un poco… ¿Harry?

El aludido al fin se movió y miró a su amiga.

—¿Qué debo hacer, Hermione?

Hermione comprendió todo al instante, conocía cada parte de la relación de él y Ginny, por parte de ambos, conocía todo lo que pensaba cada uno y lo que estaría por pasar.

—Elige. Eso es lo que tienes que hacer.

—Pero…

—Olvida todo lo que ella ha hecho por ti, todo lo que ayudó en algún momento, olvida todos los rencores e inicia de nuevo, olvida cada parte mala y solo compara las partes buenas si es lo que quieres hacer, pero ante todo escucha a tu corazón, porque eso es lo único que al final cuenta. Y luego… elige.

Harry la miró atentamente y después de un minuto dijo, sonriendo:

—Deberías escucharte a ti misma de vez en cuando.

OoOoO

El día siguiente fue mucho más bello que el día anterior. La mañana era alegre, llena de sol, el viento apenas podía sentirse, los pájaros cantaban y todo era colorido.

Muchas personas se movían de un lado al otro arreglando unas cosas, acomodando otras. La novia estaba resguardada en una cabaña, siendo arreglada para el mejor y el más importante día de su vida. Todas las chicas estaban también apuradas para estar listas y relucientes en el par de horas que les quedaban antes de que toda la ceremonia comenzara. Ginny y Hermione no eran la excepción pues estaban reunidas en la cabaña de la primera, maquillándose y peinándose una a la otra.

—¿Ya no planeas decirle nada? —preguntó Hermione mientras terminaba el maquillaje de su amiga.

—Ya dije todo lo que tenía que decir, la decisión ahora es de él.

—¿Y estás preparada para la respuesta?

Ginny se quedó callada.

—Siéntate, es tu turno —pidió a la castaña.

Comenzó a peinar su cabello con tranquilidad y sin decir palabra alguna, estaba sumida en sus pensamientos, sin saber qué haría en el caso en el que Harry no estuviera más con ella.

—A veces —rompió el silencio—, tengo miedo de que se equivoque —miró a su amiga—. Pero creo que la decisión equivocada te hace sufrir, estar inquieto, creer que deberías intentar algo más y entonces cambias de opinión… espero que si algo así llegara a ocurrir, no ocurra demasiado tarde.

Hermione comprendió el significado de sus palabras, entendiendo a qué se debía ese malestar que tenía constantemente, dándole significado a esa sensación de culpa que le atormentaba todos los días. Quizá ella había tomado la decisión equivocada…

OoOoO

—Creí que no llegarías a tiempo —dijo Ron cuando su amiga entró corriendo al baño de su cabaña.

—Lo sé, es tardísimo —respondió Hermione gritando desde el baño—. Pásame mi vestido, por favor. Tenemos que irnos ya.

Ron puso los ojos en blanco, tomó el vestido, se lo entregó a su amiga, la cual solo tenía una mano afuera para que se lo diera, y se quedó parado junto a la puerta, mirando el reloj y comprobando en él que se hacía más tarde a cada segundo.

Cuando Hermione salió, lo hizo, una vez más con la cremallera sin cerrar, dejando al descubierto su blanca y lisa espalda.

Ron se quedó paralizado, mirándola, sintiendo que sus fuerzas se terminaban y que terminaría simplemente acercándose a ella para tocarla, para besarla, confesarle su amor y hacerla suya al fin.

—Vamos, ayúdame, cierra esto y vámonos —pidió al pelirrojo, que reaccionó de inmediato y mientras sus manos se encargaban de subir aquella cremallera, su mente moría por bajarla. Sus manos temblaban mientras realizaba la acción, luchando contra su mente y su corazón que latía desenfrenado.

Cuando terminó su labor, soltó un suspiro, sorprendido por su increíble fuerza de voluntad.

—Vámonos, se hace tarde —dijo Hermione y ambos fueron directo a la ceremonia que estaba a punto de comenzar.

OoOoO

Se respiraba un ambiente fresco, las rosas blancas adornaban el lugar perfectamente acomodadas en los alrededores, las sillas estaban dispuestas para que cada persona presente pudiera ser testigo de la unión entre los novios.

Ron y Hermione llegaron apenas a tiempo, corriendo y algo agitados por ello, tomaron los asientos disponibles en la ceremonia, la cual no tardó más de cinco minutos en comenzar.

La mente de Hermione viajaba al futuro pensando que en poco tiempo ella sería la que caminaría al altar para para unirse en matrimonio con Cormac. La simple idea le dio un vuelco en el estómago. Miraba a la futura señora Weasley caminar por el pasillo con una sonrisa marcada en el rostro que parecía que nadie podría quitarle. ¿Acaso ella tendría la misma clase de sonrisa cuando se casara con Cormac? ¿Acaso estaría así de feliz?

Todos esos pensamientos pasaban por su mente, cuando la ceremonia comenzó.

El sacerdote pasó toda la ceremonia hablando de las cosas buenas del matrimonio, las cosas malas que se tenían que aprender a superar, todos los obstáculos y dificultades, así como los triunfos y alegrías. Ron no podía dejar de poner atención, cada palabra que escuchaba era un punto a favor y superado por él y su amiga a lo largo de su vida. La miraba de reojo y podía darse cuenta que también estaba atenta a todo. ¿Estaría ella pensando lo mismo que él?

Por un momento fijó su atención en ella, Hermione lo miró y le sonrió, Ron devolvió la sonrisa, tomó su mano, la apretó fuerte y miró nuevamente al frente. Su corazón se aceleró. El de ella también latía con fuerza.

Unas filas más delante de ellos, estaba Ginny, hundida en sus pensamientos, moviendo las manos distraídamente, apretando sus dedos y volviéndolos a soltar. Su mente era un completo caos. Moría por saber la respuesta de Harry después de haber puesto las cartas sobre la mesa. ¿Se arriesgaría? ¿La elegiría a ella? ¿Y si no lo hacía? ¿Sería entonces capaz de volver a Estados Unidos y continuar con la vida que tenía prácticamente hecha tan lejos de casa? No lo sabía, y eso se estaba convirtiendo en un problema.

Harry la miraba a lo lejos, estaba nerviosa, eso le quedaba claro. Él también lo estaba, su mente sabía lo que quería pero tendría que hacer muchas cosas antes de poder correr ante ella e informarle su decisión, pero ¿cómo seguir sin poder hablarle? Su mente estaba revuelta y su voluntad se estaba terminando.

Todos comenzaron a aplaudir. La ceremonia había terminado.

OoOoO

El resto de la recepción había estado de lo más tranquilo, si no se contaba la tensa situación entre Harry y Ginny, quienes estaban sentados en la misma mesa que Hermione, Ron y algunos amigos de la nueva Weasley. Aquel par no se dirigía la palabra y hacían todo lo que estaba en sus manos para ni siquiera mirarse. Todo esto tenía a Ron con los nervios de punta, con ganas de gritarle a su hermana que hablara y a su mejor amigo que dejara de ser un idiota.

Pasaron otra hora tratando de mantenerse hablando civilizadamente, pero era claro que no había ninguna clase de mejoría pues los amigos de la novia ya se habían retirado de la mesa y Hermione y Ron no sabían cómo continuar con aquella situación.

Fue Ron el que decidió que era suficiente, tomó la mano de Hermione y la llevó a la pista de baile, la cual ya comenzaba a llenarse de algunos de los invitados.

—Comienzo a hartarme de ellos— dijo en cuanto estuvieron balanceándose el ritmo de la canción, evidentemente más aliviados al alejarse de sus amigos.

—Es algo complicado para ellos —respondió su amiga mirando por un momento hacia Ginny, quien no miraba ni por error al único hombre que quedaba en la misma mesa que ella.

—No es complicado —replicó Ron—. Sólo tienen que decirse que se aman, eso es todo.

—No —Hermione miró a Ron con seriedad—, no se trata sólo de decirse que se aman —explicó—. Harry tiene que arreglar primero su situación con Cho, porque aunque ambos sabemos que él no la ama tanto como ama a tu hermana, no puede echar por la borda toda la relación que tuvieron. Tiene que arreglar eso antes de poder tomar total decisión con Ginny —concluyó, entendiendo un poco sobre ella misma.

Ron soltó un suspiro.

Siguió bailando con su amiga y un minuto más tarde volteó la mirada hacia la mesa de sus amigos, descubriendo que ninguno de los dos se encontraba en ella.

—Te propongo algo, Hermione —dijo después de notar aquello.

—¿Ahora qué?

—Tú y yo bailaremos toda la noche, hasta que nuestras piernas no puedan sostenernos —propuso—. Y entre cada canción tomaremos un trago.

—¿Qué?

—Tenemos que disfrutar al máximo este día. Y creo que no hay mejor manera de hacerlo que esta—Ron miró a los ojos a su amiga—. ¿Aceptas?

Hermione le devolvió la mirada, pensó detenidamente la situación. No sabía qué era exactamente lo divertido de aquello, pero lo que sí sabía era que Ron quería disfrutar de cada pequeño momento, puesto que, aunque él no lo dijera, temía que cosas como aquella no volvieran a repetirse jamás una vez que estuviera casada con Cormac.

—Acepto.

OoOoO

—¡Hey!

—Déjame sola.

—Si piensas que haré eso, déjame decirte que estás en un completo error.

Ginny se detuvo de golpe, dio media vuelta y miró a Harry con la mejor mirada de odio que tenía reservada.

—Bien, entonces ¡¿Qué quieres?! —gritó, tratando de contener las lágrimas.

Harry se acercó sigilosamente a ella, le dolía el simple hecho de verla tratando de contener el llanto, aún más sabiendo que él era el causante.

—Perdóname —susurró, sin dejar de mirarla.

La mirada de la pelirroja se ablandó en cuanto escuchó sus palabras.

—¿Qué exactamente es lo que quieres que te perdone, Harry? —una lágrima se escapó de sus ojos.

El hombre dio un paso más y la rodeó con sus brazos.

—Todo. Quiero que perdones todo lo que te he hecho. Por favor.

Ginny se quedó quieta, sin saber cómo reaccionar, quería corresponder el abrazo, pero no se quería permitir ser débil de nuevo. Había puesto las cosas en claro y dejarse vencer era lo que menos quería que ocurriera, por más que deseara.

—Te amo, mi amor —le dijo en el oído—. Siempre te he amado a ti y a nadie más —Ginny continuaba estática. Entonces el pelinegro se alejó un poco, le tomó el rostro entre las manos, provocando que un cosquilleo recorriera a la mujer, y la miró directamente—. Sé que he sido un idiota por callar durante todo este tiempo, sé que lo he sido desde hace 10 años, cuando no debí enfadarme porque ibas a cumplir tus metas, que debí escucharte y continuar con la relación que teníamos. Pero hay algo que quiero que sepas: quiero ser parte de tu vida ahora, por completo.

Entonces él terminó con la distancia que tenían y la besó intensamente. Ella correspondió a ese beso de inmediato, a pesar de saber que no quería que las cosas resultaran tan sencillas para él, simplemente no había podido resistirse y había sido débil por milésima ocasión.

OoOoO

Las horas habían pasado y con ellas la fiesta que se celebraba.

Como lo habían prometido, los dos amigos no se habían movido ni un momento de la pista de baile y a esas alturas estaban cansados y dejando que el alcohol comenzara a hacer efecto en sus cuerpos y sus mentes.

La música sonaba y simplemente los estaba haciendo dejarse llevar, justo como la primera vez, justo como aquel día en el que sus labios se habían conocido. Y ellos lo deseaban, estaban completamente entregados a lo que sus cuerpos pedían, que era justamente tenerse cerca, muy cerca. ¿Qué importaba que estuvieran frente a toda la familia del pelirrojo? ¿Qué importaba que el alcohol fuera el responsable de todo? Lo importante era tenerse así, sentir su calor y que, por un momento, eran el uno del otro.

La cercanía era tanta que él moría por besarla, moría por beber de esos labios otra vez, saborearlos y sentirlos suyos; e iba a hacerlo de no ser por el pequeño momento de cordura que le recordó que no estaban solos y que no debía siquiera intentarlo. Lo que él desconocía era que no hubiera existido problema alguno, pues ella estaba más que dispuesta a aceptarlo, porque la agonía y la desesperación por besarlo estaban ganando la batalla con creces y no solo de forma aguda.

—Te mueres por besarme —declaró Ron, acercándose y susurrando al oído de su amiga. No estaba seguro de dónde había sacado esas palabras, esa voz ni siquiera sonaba como la suya. Pero lo había dicho y ahora miraba a la castaña con una boba sonrisa en el rostro.

—Por supuesto que no —mintió Hermione con seriedad.

—No mientas —continuó, mirándola a los ojos. Planeaba continuar el juego como lo había planeado—. Sé que lo quieres.

Hermione entonces rió un poco y continuó bailando como si no hubiera sentido que sus labios rogaban por sentir los de él de nuevo, como si cada palabra y pensamiento posterior no la estuvieran volviendo loca.

Ron no iba a rendirse, no en esta ocasión. Había recordado las palabras de su hermana. Tenía que pelear, demostrarle que él valía la pena, y tenía que hacerlo antes de que las cosas dejaran de ser legales.

—Te mueres por beber —dijo entonces.

—No —respondió ella sonriendo.

—Te apuesto $20 a que no tomas tres tragos seguidos después de esta canción —la retó.

—Te apuesto $50 a que tú no tomas cinco.

Así comenzó el juego de las apuestas, el cual se prolongó por una hora más, tratándose sobre bailes ridículos, tragos imposibles y gritos sin sentido. A esas alturas la mayoría de los invitados se habían retirado a sus habitaciones para descansar un poco puesto que la hora y el cansancio lo demandaban. Los amigos, notando esto, decidieron que también era hora de volver a su cabaña.

Durante el camino iban tambaleándose el uno con el otro, gracias al efecto del alcohol, y de igual manera iban riendo a carcajadas y sin cuidar su tono tan elevado al hacerlo.

Lograr hacer que la llave entrara en la cerradura fue toda una hazaña, al igual que entrar en el lugar, puesto que ambos querían hacerlo al mismo tiempo y no lograban que sus cuerpos pasaran por el marco de la puerta.

Cuando cumplieron su cometido, Hermione se quedó recargada en la puerta, aun riendo a carcajadas, al igual que su amigo, quien estaba de igual manera, recargado en la puerta, chocando su hombro con el de ella.

Una fugaz idea pasó por la mente del pelirrojo, y la llevó a cabo de inmediato. Giró con rapidez, quedando al frente de su amiga y poniendo ambas manos a los costados de la cabeza de ella.

Sonrió como idiota.

Su amiga hizo lo mismo, mirándolo a los ojos.

Sus miradas se conectaron y sus corazones comenzaron a bombear más sangre a sus cuerpos, casi al mismo ritmo.

Ron acortaba lentamente la distancia entre ellos, y a escasos centímetros de sus labios, se desvió hacia su oído.

—Te mueres por besarme —volvió a declarar.

Hermione esta vez no negó, sólo lo miró fijamente esperando la siguiente frase que había escuchado durante la última hora.

—Te apuesto $50 a que no me besas.

No sabía si era la necesidad imperiosa de volver a probar sus labios o el hecho de que su amigo comenzaba a acariciar su rostro, pero sentía que su corazón latía cada vez más rápido y su cuerpo entero estaba rindiéndose.

Cada caricia se sentía como fuego, cada segundo se tornaba doloroso.

Hasta que no pudo más y cedió.

Rodeó su cuello con su brazo derecho, lo atrajo hasta ella y atrapó sus labios, sintiéndose al fin completa. Notó al instante que todo lo que Luna había dicho sobre el amor era cierta y lo sentía sólo con él. Todo lo que había estado buscando estaba en él. Por eso su corazón estaba insatisfecho, por eso las dudas constantes. Con un solo beso había entendido que siempre había sido él y nadie más.

Ron se sentía dichoso. Al fin estaba besándola como en sus más grandes sueños en los últimos meses. Su fuerza de voluntad se había terminado y agradecía infinitamente que hubiera sido ella la primera en ceder. Sin embargo, no se había movido ni un centímetro desde su última frase. Sus brazos seguían quietos, sus piernas no habían dado ni un solo paso.

Era consciente de cada parte de su cuerpo, el alcohol no había logrado aún que perdiera la conciencia de lo que pasaba alrededor, y pedía al cielo que ella estuviera en las mismas condiciones.

Un momento después se separaron y volvieron a mirarse, esta vez fue Hermione quien se acercó a él.

—Te mueres por hacerme el amor.

El hombre no podía negarlo, la deseaba tanto que mentir no era una opción en ese instante.

—Apuesto $50 a que no lo haces.

—Estaremos a mano, entonces —respondió, antes de lanzarse hacia ella y besarla como no lo había hecho nunca, dejando que sus manos y cuerpo hicieran lo que quisieran con el de ella.

Logró al fin bajar la cremallera que por la mañana había tenido que subir, logró tocarla como siempre había querido, logró hacerla suya como en sus más locas fantasías.

Siempre había sido ella.

Ella era la única.