Capítulo 13

Quédate

Había pasado una semana desde que había regresado de su extraordinario viaje a Escocia. Hannah no le había llamado y eso lo tenía molesto.

Neville decidió que no debía causarle problema todo aquello. Aunque no podía evitar recordar lo que había sucedido. Y es que ¿cómo olvidar la sonrisa que le daba Hannah en cada paseo y cada mirada que le dedicaba a todos los paisajes que se podían visualizar?

Su viaje había sido estupendo... hasta que Gary había aparecido.

Gary era un chico escocés que habían conocido en uno de los bares en los que habían pasado una noche. El chico había sido muy amable y agradable al principio, pero después sus intenciones de seducir a Hannah habían sido obvias. A Neville le había molestado mucho eso. Él estaba ahí para disfrutar con su amiga, no para sentir de nuevo que alguien le estaba quitando la oportunidad de ser feliz. Se había negado sentimientos hacia la chica, pero no podía evitarlo, cuando Hannah estaba cerca de Gary, quien se les había pegado como sanguijuela durante lo que restó de su viaje, podía sentir unos celos inmensos que no lograba controlar.

Pero en un segundo algo cambió su manera de ver las cosas.

La última noche, mientras bebían un poco en el mismo bar que habían conocido a Gary, Hannah había hablado seriamente con él.

—Tengo algo importante que decirte —le dijo, mirándolo a los ojos.

—Adelante —la alentó el castaño, no sabiendo qué esperar con su frase inicial.

Hannah soltó un suspiro.

—Ya me cansé de todo esto —comenzó, desconcertando a Neville—. Estoy enamorada de ti y no quiero callarlo más.

Neville la miró intensamente, sin saber qué decir a continuación. Pero justo cuando quería responder, Gary había aparecido y se la había llevado a la pista de baile, muy lejos de él.

Ellos no pudieron hablar más después de ello, ni siquiera en el aeropuerto o durante el viaje de vuelta, pues Gary había decidido ir a Londres con ellos y acompañarlos hasta el final.

Ahora el castaño no podía pensar con claridad, Hannah le había dicho que estaba enamorada de él y él quería decirle que también sentía algo muy fuerte por ella. Sin embargo, ella no había llamado ni enviado un mensaje y eso lo desconcertaba enormemente, haciendo a su mente jugar con él y presentándole la idea de que ella se había ido con Gary y lo olvidaría para siempre.

Una vez más se había refugiado en su amado invernadero y no planeaba salir de ahí.

Cuando estaba arreglando unos papeles para una entrega importante que haría la semana siguiente, alguien tocó la puerta.

—Hola —lo saludó Hannah con cautela.

—Hola —respondió Neville, algo frío.

—¿Mucho trabajo hoy? —preguntó, notando la molestia en la voz de Neville.

—Un poco, ¿necesitas algo?

—Pasaba para ver si necesitabas algo —dijo, encogiendo los hombros.

Hannah lo había estado ayudando con el trabajo por voluntad propia desde varias semanas atrás y era por eso que pasaban juntos la mayor parte del tiempo.

—No, gracias.

Un silencio los invadió.

—Quería preguntarte algo —dijo Hannah un minuto después, cuando notó que Neville no le dirigía la mirada y no parecía importarle que ella estaba frente a él.

Neville la miró por un segundo.

—Gary me dijo que planea hacer un viaje a Irlanda la próxima semana —la sola mención del chico molestó aún más al castaño—. Quería saber si quieres acompañarme.

—¿Solo los tres? No, gracias.

—No, él tiene unos amigos aquí, en Londres, y me dijo que ellos irán también. Yo solo quería saber si te gustaría acompañarme.

—Si quieres puedes ir con ellos, Hannah, no tienes por qué sentirte obligada a pedirme ir.

La rubia se molestó con la actitud de su amigo. Neville nunca le había hablado de esa manera y siempre tenía una sonrisa para ella. Ahora parecía que todo era una molestia. Quizá haberle dicho que sentía algo por él lo había hecho cambiar su actitud para hacerle saber que no sentía nada por ella, aunque al menos esperaba que fuera lo suficientemente hombre como para decírselo en su cara.

Lo dejó pasar y solo salió del invernadero sin despedirse. No quería seguir peleando con un hombre tan testarudo como él.

Los días siguieron pasando y una semana más se unió a la anterior.

Neville trabajaba en el cuidado de una pequeña flor que un cliente le había solicitado, cuando escuchó algo de ruido en uno de los extremos del lugar.

Cuando se asomó, pudo contemplar a Hannah regando los arbolitos que ella siempre amaba cuidar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

Ella no contestó y siguió con su labor.

—¿Hannah?

—Trabajo —respondió, con dureza.

—Nadie te pidió que trabajaras.

La mujer se levantó y lo miró con firmeza.

—¿Sabes, Neville? Estoy harta de todo esto —comenzó—. Si te sientes incómodo porque te dije que estaba enamorada de ti, está bien, solo hay que comportarnos como adultos y dejar de ser tan inmaduros como demuestras ser justo ahora. Sí, me gustas, pero si no sientes nada por mí al menos ten la decencia de decírmelo y no solo te alejes. Creí que éramos amigos. Al menos que eso sea lo que permita seguir la vida como antes, ¿no? —lo desafió.

Él se quedó estático, jamás había conocido una mujer que le hablara de ese modo y de alguna forma eso le gustó. Demonios, ¿cómo era que no le había dicho nada aún?

—Creí que estarías con Gary.

—Eres un tonto, Neville Longbottom —suspiró y sonrió ligeramente—. Te dije que quería ir contigo y con nadie más. Si te dije que estaba enamorada de ti es porque así es, no hay nadie más.

Se miraron.

Neville debía admitir que había pensado que ella no se fijaría en él y después de su fallido intento con Luna, temía sentir algo por alguien más. Pero ahí estaba ella, desafiándolo, haciéndolo sentir vulnerable. Él quería amar a alguien y ese alguien estaba ahí.

No lo pensó, dio un paso al frente, decidido y se acercó a ella.

Ella, en cambio, fue más rápida, pues lo tomó del cuello y lo besó con intensidad. Él correspondió de inmediato, sintiendo que su pulso aumentaba.

Esta vez le tocaba ser feliz a él.

OoOoO

Acababa de confesarle a Luna lo que sentía por Ron.

No era que quisiera, pero cuando Luna le había dicho que amaba a Rolf, las cosas habían sido claras. Ella estaba enamorada de su mejor amigo.

Había apresurado el paso y terminado el trabajo de ese día en tiempo récord, dándose un breve momento para asegurarse de que lo que estaba a punto de hacer fuera lo correcto. Pero no había dudas, planeaba llegar y decirle lo que sentía. Ese día Hermione iba a decirle a Ron que quería intentar algo más.

Cuando estaba en el edificio en el que vivían, Hermione había dudado en subir por el elevador y tomó rápidamente la decisión de tomar las escaleras, pero cuando dio el primer paso, el elevador llegó y de él salió la antigua novia de su amigo.

Lavender... —susurró Hermione, algo sorprendida al verla salir.

Oh. Hola, Hermione.

La miró. Tenía el maquillaje corrido, el cabello despeinado y estaba muy agitada.

¿Qué te trae por aquí?

Nada... —sonrió ligeramente y la miró con rencor—. Bueno, en realidad Ro-Ro me llamó. Parecía algo ansioso por verme. Ya sabes cómo son los hombres.

El corazón de la castaña se aceleró, temiendo lo que ella diría a continuación.

Tuvimos una tarde muy agitada así que te recomiendo que esperes un poco antes de subir —fingió acomodarse el cabello—. Lamento que hayamos puesto tu casa patas arriba, pero no pudimos evitar hacerlo en todos lados. Hace mucho que no nos veíamos, tú sabes.

Sí...

Se quedaron en silencio por unos segundos en los que Lavender la miraba de arriba abajo y sonreía hipócritamente. Hermione solo trataba de procesar todo lo que la rubia acababa de decir.

Bueno, debo irme. Cuídate, querida —se despidió con un beso en la mejilla y desapareció.

Hermione esperó el elevador, ya no estaba segura de querer llegar con la misma rapidez que tenía minutos antes. Ahora algo en su pecho dolía.

Decidió subir por las escaleras, pero apenas llegando al primer piso, le costaba respirar. Ron había vuelto con Lavender y no podía hacer nada ahora.

Se esforzó por no llorar, pero el nudo que se formaba en su garganta ya casi era imposible de evitar. Un minuto después su celular comenzó a sonar.

Cuando Hermione vio la pantalla no podía creer que el destino se portara de esa manera con ella. Cormac había estado llamándola durante las últimas dos semanas, pero ella le había dejado claro que no quería hablar con él nunca más. Sin embargo, él seguía insistente.

Hola.

Hermione, que bueno escucharte. Creí que no responderías otra vez.

La aludida miró al frente y pensó que si Ron había vuelto con Lavender, ella podía salir con Cormac de nuevo.

He estado ocupada —dijo—. Pero creo que sería bueno vernos. ¿Te parece bien en aquel restaurante en el que tuvimos nuestra primera cita?

Claro, me alegra que quieras verme.

Y así fue.

Se reunieron en aquel lugar y platicaron un par de horas, aunque lo más correcto sería decir que Cormac la pasó hablando de él durante todo el rato, hasta que llegó a un punto importante que parecía no querer evitar.

He estado pensando mucho en nosotros —le dijo, tomando su mano.

¿Ah sí? —en ese momento ya no parecía tan correcto estar ahí.

Escucha, Hermione —la miró a los ojos—. Durante este tiempo en el que hemos estado alejados, te he extrañado mucho. Extraño todo de ti y creo que fue una estupidez el habernos separado solo porque debo viajar constantemente.

Fuiste tú quien lo dijo así, yo nunca estuve de acuerdo con ello —respondió Hermione, con algo de molestia.

Lo sé. Pero quiero estar contigo.

Entonces él comenzó a buscar algo en su pantalón.

La única solución que encontré para nosotros es que estemos siempre juntos.

El corazón de Hermione se aceleró cuando él le presentó un pequeño anillo con una piedra adornándolo.

Cásate conmigo.

Al fin. La gran pregunta que ella había esperado por más de un año había llegado. Al fin Cormac le estaba pidiendo que se casara con él. Pero no se sentía bien, no se sentía como creyó que se sentiría cuando se lo pidiera.

Sí —respondió un segundo después, con una ligera sonrisa.

No sabía por qué le respondía aquello, su corazón estaba gritando que eso no era lo correcto, que no lo amaba a él tanto como a amaba a su amigo. Pero ella no escuchó. Solo decidió lo que creyó mejor en ese momento de debilidad.

Una hora después estaba recostada en la cama junto a Cormac, quien dormía plácidamente. Habían hecho el amor, o eso se suponía, pues ella a pesar de intentarlo, no había llegado a sentir aunque sea un poco de lo que Ron le hizo sentir en ese beso alocado cuando habían perdido el control en la sala de su casa.

Esa era la razón por la cual había salido de la habitación sin despedirse de su prometido y había llorado al llegar a casa. Había aceptado casarse con alguien que no amaba solo porque sabía que no podía ser feliz con la persona que amaba. Porque simplemente esa persona era feliz con su pareja y ella no podía permitirse arruinarle aquello a su amigo. Por eso había dormido con Ron esa noche, por eso le había pedido que se quedara con ella abrazándola. Lo amaba y quería sentirlo suyo por un momento, aunque fuera solo en sus sueños.

¿Qué se siente regresar con tu novia? —preguntó Hermione la mañana siguiente, durante el desayuno.

¿Qué?

Bueno, ya sé que yo hice lo mismo, pero supe que ayer estuvo Lavender aquí.

Ron la miró con el ceño fruncido.

Ah, eso —comprendió a lo que se refería. Se preguntó cómo es que lo sabía pero nunca pudo resolver aquella duda—. Vino, sí. Quería que regresáramos, pero no acepté.

La castaña se sintió como una idiota por todo lo que había pasado después. Era obvio que Lavender le había mentido, pero ella entonces decidió no contar toda la verdad para así no quedar como la verdadera tonta que sabía que era.

Tomé tu consejo muy en serio, Hermione —volvió a hablar Ron—. Quiero estar disponible cuando aparezca la persona correcta. Quiero que sepa que estoy aquí, esperando. Estoy esperando por ti —dijo, mirándola intensamente a los ojos—. Porque tú me lo aconsejaste.

Su pulso se aceleró. Por un momento quiso olvidar todo y besarlo.

Su teléfono sonó y la atmósfera se rompió.

OoOoO

La casa estaba sumergida en un profundo silencio. No había una sola luz encendida y la noche, que comenzaba a aparecer, la estaba dejando en la completa oscuridad.

Hermione se encontraba sentada en uno de los sillones frente a la televisión, ella lo miraba, pero éste estaba apagado. Llevaba apagado mucho más tiempo del que alguien podría pensar, pero a ella no le importaba.

Estaba cubierta con una pequeña frazada, su mano sostenía una taza de café ahora frío y ella solo podía pensar en Ron.

No había hecho algo más que eso. Su mente no podía dejar de pensar en su amigo durante el largo mes que ya había pasado desde el desastroso día en que había terminado con Cormac.

—Cormac —dijo, con voz burlona y soltando una ligera risa nasal.

Ese día se suponía que sería el día de su boda, aquel día que sería el más feliz de su vida. Pero ella no estaba feliz, ni casándose, ni nada. Ese día ella había decidido quedarse en casa para descansar, descubriendo en el intento que iba a ser imposible.

Había llenado su cabeza de trabajo el último mes para no pensar en Ron, así que cuando decidió tomar un descanso, todos los recuerdos de él la atormentaban de la peor manera posible y mucho más fuerte que en cualquier día desde que todo había ocurrido.

Primero que nada, la televisión le había recordado que ese preciso día que ella había decidido tomar de descanso era el día en el cual se celebraría su boda con Cormac. Después, el mundo había conspirado para que justo cuando ella había tomado la decisión de leer una revista, cosa que no solía hacer, ésta le mostrara una pequeña nota en la que había una entrevista con Cormac, en la cual él anunciaba una boda con una chica que había conocido en Texas casi medio año atrás y con la que, según el artículo, salía desde hacía cuatro meses, comprobando así que Cormac la había estado engañando. Posteriormente, su mente no dejaba de atormentarla con miles de recuerdos que iban desde la hermosa relación de amistad que tenía con Ron, hasta el cómo habían terminado por arruinar todo.

Y es que Hermione no había podido dejar de recordar el cómo había aconsejado a Ron para que sentara cabeza, que le había dicho a Harry que decidiera según lo que su corazón dictara, el día que había entendido que estaba enamorada de Ron cuando Luna le habló de todo lo que sentía al estar con Rolf, y la reflexión de Ginny cuando habló de que la decisión equivocada la te hace sufrir.

También había recordado aquel día en el que el mundo parecía haber ido en su contra para evitar que ella le dijera a Ron lo que sentía y había recordado cómo se había sentido después de todo eso, incluyendo lo estúpida que se sintió cuando supo que su amigo no había vuelto con su exnovia y ella no canceló ninguno de sus planes.

Ahora resultaba que se había quedado sin nada. Sin novio y sin amigo. Y lo que más extrañaba era a su amigo.

¡Demonios, lo extrañaba tanto!

Ese corazón que latía para ella, causando un efecto relajante era lo que más extrañaba. Extrañaba recostarse en el pecho de su amigo mientras veían televisión, sentir su piel cálida, su respiración tranquila y su aroma varonil. Extrañaba su labios sobre los suyos, acariciando su piel. Recordaba aquella noche en la que habían entregado todo con el simple pretexto de una apuesta. Y luego recordaba sus palabras, frías e irritadas, diciendo que todo había sido un error que no debía repetirse y que había sido causa del alcohol y las circunstancias.

¿Por qué tenía que terminar así? ¿Por qué tenía que terminar tan mal?

A eso le temía, a que todo se saliera de control y su amistad saliera perjudicada.

Soltó un suspiro.

Detestaba haberse alejado de él.

De pronto el sonido de la puerta a punto de abrirse y unas risas la sacaron de sus pensamientos. Luna y Rolf acababan de entrar a la casa.

La luz se encendió y Hermione fue consciente entonces que se encontraba en la total oscuridad.

Las voces de la pareja callaron cuando la vieron.

—Hola, Hermione —saludó Luna, con una ligera sonrisa—. Pensamos que no había nadie en casa.

La aludida la miró e intentó devolver la sonrisa, fallando olímpicamente.

—Hola —dijo—. Lamento estar aquí, tal vez ustedes...

—No, no te preocupes Hermione —intervino Rolf—. Nosotros solo venimos por unas cosas para Luna y nos iremos.

La rubia le pidió a su marido que buscara lo que necesitaban y entonces se sentó junto a su amiga.

—¿Cómo estás? —preguntó, al notar que no se movía y mantenía la vista fija en un punto. Hermione se estaba perdiendo en sus recuerdos de nuevo.

—Bien —mintió.

Luna la miró con seriedad.

—¿Sabes qué día es hoy? —preguntó la castaña.

—Sí.

—Se suponía que yo no iba a estar sola este día, pero lo olvidé por completo —comenzó Hermione—. Encendí la televisión y aquella película que fui a ver con Ron al cine hace unos años apareció, entonces recordé que iban a estrenarla en ese canal el día de mi boda con Cormac.

—Hermione...

—Hace siglos que no voy al cine con Ron —mencionó, aturdiendo a Luna.

—¿Qué?

—Esa película me hizo recordar que hace mucho no voy al cine con Ron —la mujer soltó un suspiro—. Lo extraño, Luna. Lo extraño mucho. Yo no perdí un amor ese día —analizó—, yo perdí a mi mejor amigo... y lo extraño.

Luna no sabía qué decir. Sabía una cosa y esa era que odiaba a Ron desde que lo había conocido, nunca habían congeniado del todo, aunque se soportaban. Pero ver a su amiga así de mal cada que hablaba con ella, la ponía preocupada y con ganas de golpear al pelirrojo.

—Tal vez deberías hablar con él —propuso un minuto más tarde.

—No hay nada de qué hablar.

—Podrían recuperar su amistad.

Hermione negó con la cabeza.

—Solo necesitamos tiempo.

—Ha pasado un mes, ¿cuánto más necesitas?

Era verdad. Hacía un mes que no hablaba con él ni por error. Vivía en casa de Luna ahora que ella estaba viviendo con Rolf, y no había puesto un solo pie en el departamento... al menos no mientras estaba Ron en él.

—Quizá deberías buscar a alguien más que quiera rentar esta casa —dijo Hermione, desviando la mirada, claramente queriendo evadir el tema anterior.

—¿Por qué? —preguntó Luna, con el ceño fruncido.

—Me dieron un trabajo y me iré.

—¿Y por qué abandonar esta casa?

—Es en Ibiza.

La rubia abrió los ojos como platos.

—¿Qué? ¿Cuánto tiempo?

—Por ahora, solo tres meses.

El ánimo de Luna cayó visiblemente.

—¿Y qué hay del mejor equipo del mundo? —le preguntó, con voz triste.

—Neville y tu pueden seguir siendo un gran equipo sin mí —respondió Hermione tratando de esbozar una sonrisa.

—¿Y es inevitable que te vayas?

—Estuvieron ofreciéndome ese trabajo desde hace unos meses. Como iba a casarme con Cormac, no estaba segura si debía tomarlo. Ahora no hay nada que me detenga.

Luna la analizó rápidamente. Sabía que su amiga necesitaba eso y que nadie podría hacer otra cosa más que aceptar su decisión.

—Listo, cariño —dijo Rolf, cuando apareció en la sala con una maleta llena de cosas—. ¿Nos vamos?

—Claro, amor. Te alcanzo en un momento —respondió su esposa—. ¿Cuándo te vas? —se dirigió a su amiga esta vez.

—En dos semanas.

La mujer asintió con la cabeza y se levantó de su asiento.

—Bien —dijo—. Te haré una fiesta de despedida —anunció.

—Solo me voy por tres meses.

Luna la calló con una mano.

—No me interesa que te vayas tres meses o tres años, estás destruyendo a mi mejor equipo del mundo, así que asistirás sin decir ni una palabra, ¿entendiste?

Hermione rio y asintió.

OoOoO

La oficina parecía demasiado grande, sus pensamientos estaban dispersos en ella. El trabajo estaba aguardando y él ya tenía mucho atrasado, pero simplemente era imposible seguir. A cada momento que intentaba continuar, ella aparecía en su mente.

Tenía cinco semanas sin saber nada. Ni un mensaje, ni una llamada, ni un saludo. Nada. Ron había permanecido así, sin una sola noticia de la mujer que solía ser su amiga y eso le estaba abrumando de una forma inimaginable.

Recordaba constantemente aquel día y cómo se había sentido al ver a Hermione besando a Cormac. Se le había roto el corazón. La mejor manera siempre pareció fingir que nada importaba, cuando era más que claro que era una de las cosas que más le importaban. Ya casi superaba eso, lo que no podía superar era el imaginar a su amiga cometiendo el peor error de su vida. Que se casara con Cormac.

Ginny había ido una semana después de la boda de Fred, lo había llamado idiota, le había dicho que Hermione no se había ido con Cormac y él se había sentido el ser más estúpido del mundo. Sin embargo una parte de él no quería creer que las palabras de su hermana eran verdad. Se rehusaba y la imagen de su amiga con el rubio le invadía y volvía a molestarse. Si ella no estaba con el odioso de su novio, ¿por qué no había ido con él?

Ese pensamiento le había hecho mantenerse en pie. Ella no lo había elegido a él. Ni a Cormac ni a él.

Pero dos días después, cuando volvió del trabajo, su corazón volvió a sentirse herido. Él sabía que Hermione había estado en casa. A pesar de que todo en el departamento parecía intacto, había un toque especial que hacía obvio que su amiga había estado ahí. Recorrió la casa con cautela, esperando ver a la castaña en su habitación, sonriéndole cuando lo viera. No había sido así. Ella simplemente se había llevado todas sus cosas esa tarde, mientras él trabajaba, y había dejado sus llaves en la mesita de noche. En ese momento Ron supo que su amiga no volvería, que esta vez la había perdido para siempre.

Había dejado que pasara una semana más y no pudo soportarlo más. Le llamó, le envió mensajes, pero nunca recibió respuesta.

Supo lo que pasaba. Ella necesitaba tiempo. Aunque cinco semanas ya parecía una eternidad.

Se dio cuenta que no funcionaría otra vez. Estar en la oficina no tenía caso, pues no se concentraba. Tendría que volver al día siguiente para continuar con el trabajo e intentar avanzar un poco.

Ron fue a casa y la melancolía de estar solo lo abrumó. Ya no podía estar en casa sin sentir que le hacía falta su mejor amiga. La cena la preparaba y la comía solo, no había con quien hablar ni con quien bailar. Ni siquiera escuchar música era divertido. Todo le recordaba a ella, y su soledad era aún mayor ahora que su hermana estaba viviendo con Harry y no con él o sus padres.

Encendió el televisor para hacer algo de ruido y no estar acompañado por el molesto silencio. Una alarma sonó en su teléfono. Él lo tomó con rapidez esperando que se tratara de un mensaje de su amiga, pero solo encontró decepción al notar era un simple recordatorio.

Nueva temporada el jueves.

Suspiró.

Su serie favorita tendría una nueva temporada que iniciaba en dos días más. Había puesto el recordatorio muchos meses antes. Hermione siempre le decía que lo pusiera con dos días de antelación y cada día después de ese para que no lo olvidaran. Nunca se perdían un solo capítulo de esa serie. La habían visto desde el primer capítulo de la primera temporada. Jamás de se habían perdido un capítulo y siempre lo habían visto juntos... hasta ahora.

Se sentó en el sillón y se cubrió la cara con sus manos.

Ya no podía más. La soledad lo estaba matando y esa sensación de necesitarla con él no desaparecía y crecía cada día. La quería ahí.

¡Demonios, la extrañaba tanto!

Así pasaron más días. El viernes llegó y él planeó pasarla en casa, recostado y tratando de no pensar en nada, aunque sabía que eso sería imposible.

El timbre sonó a medio día. Ron no planeaba levantarse, más el timbre sonaba insistente.

El pelirrojo acudió al llamado. Al abrir la puerta, se llevó una enorme sorpresa al ver una melena rubia esperando pasar.

—Hola —saludó la rubia—. ¿Me vas a dejar pasar o te quedarás ahí parado todo el día? —preguntó, con molestia.

—Claro, pasa —respondió Ron, algo confundido—. ¿Qué te trae por aquí, Luna? Creí que sabías que Hermione ya no vive aquí.

Luna se sentó en el amplio sillón y miró al hombre esperando que él hiciera lo mismo.

—Lo sé —dijo, con tranquilidad—. En realidad vengo a hablar contigo.

Ron abrió los ojos como platos. Ellos no se llevaban bien, nunca habían tenido una conversación de más de cinco minutos y, según lo que sabía, él no era del agrado de la mujer.

—¿Conmigo? ¿De qué exactamente?

—De Hermione, ¿de quién más?

—Ya te dije que ella no vive aquí, se mudó hace más de un mes y no sé nada de ella.

Luna rodó los ojos.

—Ya te dije que ya lo sé, ¿crees que perdería contacto con mi mejor amiga? No seas tonto Ron.

—Entonces no vengas a regañarme. No necesito que vuelvan a darme un sermón. Y tu menos que nadie.

La rubia suspiró sonoramente.

—Bien —volvió a suspirar—. Sólo déjame decirte que eres un idiota y que no debiste comportarte como lo hiciste.

Ron gruñó.

—Yo sé dónde está Hermione —dijo, captando toda la atención del pelirrojo—. No te lo diré... de hecho no sé por qué vine a hablar contigo si se supone que no eres de mi agrado, pero ya no quiero ver a Hermione triste —Ron se sorprendió mucho al escuchar eso—. Escucha, ella es mi mejor amiga y sé que tú eres su mejor amigo. Detesto verla triste —Luna hizo una pausa. No sabía si era correcto hablar, pero ya estaba ahí—. Ella te extraña. Te extraña mucho.

—Y si lo hace, ¿Por qué no ha respondido mis llamadas y mis mensajes?

—Está molesta.

—Iba a irse con Cormac. ¡Lo eligió a él!

—¡No! ¡Ella te eligió a ti! Pero fuiste lo suficientemente estúpido para creer que lo había escogido a él que arruinaste todo cuando hablaste con ella en el establo.

—¿Cómo sabes eso?

—Hermione me lo contó cientos de veces, es obvio.

—¡Pero aun así se fue con él después de la reunión con mi familia!

—Tú la habías rechazado, Ron. Y Hermione no iba a quedarse con Cormac solo porque quien ella amaba no quería estar a su lado.

Ron la miró furioso.

Luna entonces abrió su bolso, sacó una revista de él y la entregó a Ron en el artículo que su amiga le había enseñado una semana antes.

El pelirrojo leyó la nota rápidamente.

—Hijo de... —miró a Luna—. ¿Hermione lo sabe?

—Ella me lo enseñó —informó la mujer—. Después de todo fue bueno que se separara de él.

—¿Y cómo está?

Luna se acomodó en el asiento.

—Creí que estaría devastada —dijo con tranquilidad—, y lo está, aunque no por Cormac, sino por ti.

Ron la miró y sintió que su corazón se aceleraba. Sus palabras le dieron esperanza.

—Te extraña. Extraña a su mejor amigo —dijo—. Y yo sé que tú la extrañas a ella. Así que vine a pedirte que hables con Hermione, arregla las cosas. Salva su amistad y no dejes que algo así arruine tantos años de compañerismo, lealtad y amor de amigos.

—Ella no quiere hablarme. Eso va a ser difícil. Necesita tiempo.

La rubia rodó los ojos y se debatió entre hablar y no hacerlo.

—Va a irse del país —dijo al final.

—¿Qué?

—Se irá a Ibiza la próxima semana.

Ron no podía creer lo que acababa de escuchar, si Hermione se iba, su amistad jamás tendría reparación.

—No debería decir esto, pero voy a hacerle una fiesta de despedida —informó—. Si quieres hablar con ella, lo mejor sería que asistieras.

Luna sabía que eso estaba mal, Hermione le había dicho claramente que no quería ver a Ron ahí. De hecho no quería que se enterara que se iría de país.

—Yo no te garantizo que ella quiera tener una relación contigo, Ron. Solo quiero que hagan las pases y recuperen su amistad. Al menos haz eso, recupera a tu amiga.

—Bien, eso haré —respondió Ron, asintiendo con la cabeza.

La mujer le entregó una nota con la dirección, el día y la hora del evento y se retiró de la casa de Ron, esperando que de verdad aquellos amigos pudieran reconciliarse y ser felices.

OoOoO

La música sonaba por toda la casa algunas personas platicaban en algún rincón de la casa, otras en la cocina, algunas bailaban. Eran pocas. Hermione no solía tener muchos amigos, pero los que estaban ahí ya se habían encargado de felicitarla por su nuevo empleo y le habían dicho que la extrañarían. Ahora ella estaba sola. Rodeada de gente, pero sola en el sillón, solo observando a todos estar en su propio mundo, al igual que ella.

No había dejado de pensar en un solo momento en Ron como ya parecía costumbre, por alguna razón le había pedido a Luna que no le dijera a su antiguo amigo que se iría o que harían una fiesta con tal motivo. Ahora estaba arrepentida. Desde el primer momento en el que supo que se iría pensó en contarle a Ron, porque siempre le contaba todo a Ron, él era su mejor amigo y siempre sabía cada detalle de su vida, aunque ahora mismo no supiera mucho de ella.

Tomó su celular, puso los mensajes y dudó en enviar uno. El cursor parpadeaba esperando que las palabras comenzaran a escribirse, pero nada pasaba, así que Hermione decidió dejar el celular a un lado y concentrarse en hablar con los invitados a su tranquila fiesta.

El timbre sonó.

Hermione, quien ya estaba planeando levantarse, pensó que sería buena idea abrir la puerta y darle la bienvenida al nuevo invitado y pasar un rato hablando con él, aunque cuando abrió la puerta apenas pudo creer que la persona que estaba frente a ella era Ron.

—Hola —susurró Hermione, sin dejar de mirar al hombre y sintiendo que su pulso aumentaba.

—Hola —respondió Ron. Por alguna razón su corazón había empezado a latir con rapidez.

Se quedaron un rato así, en el marco de la puerta, sólo mirándose intensamente.

—¿Puedo pasar? —preguntó Ron, después de un par de minutos.

Pareció que la castaña salió de un trance con esa frase, pues de inmediato sacudió la cabeza y dejó pasar a Ron.

—Claro, pasa —dijo de inmediato—. ¿Quieres algo de tomar? —preguntó, cuando ya estaban en la sala en la que estaba Hermione minutos antes.

El pelirrojo negó con la cabeza. No podía hablar más. No sabía cómo reaccionar. Desde que había iniciado su amistad, jamás habían estado sin hablar por más de dos días, así que no verla ni hablarle por más de un mes era muy extraño.

—Te traeré un vaso de cerveza, ¿de acuerdo?

Ron volvió a mover la cabeza, esta vez afirmativamente.

Mientras Hermione preparaba la bebida de su amigo, Luna entró a la cocina, ignorante de la llegada del hombre.

—Creí que te había dicho que no quería que le dijeras a Ron sobre esto —habló Hermione, sin perder su atención a su labor.

Luna miró a Hermione algo asombrada, no creyó que Ron sí se presentara después de todo.

—Lo olvidé —respondió, encogiendo los hombros—. Además creo que deberías hablar con él.

—Ya te dije que no hay nada de qué hablar.

—Escucha, sé que no quieres hablar con él de nada relacionado con amor, pero, por favor, arregla las cosas. Ustedes son mejores amigos desde hace más tiempo del que yo podría imaginar. No dejen que algo como lo que pasó arruine su amistad.

—¿Desde cuándo lo defiendes tanto?

—Desde que sé que él y tú tienen una amistad que no debería dejarse vencer —Luna miró fijamente a Hermione—. Además, detesto verte triste —la castaña sonrió ligeramente—. Ahora vete. Tienes mucho que hacer.

Hermione respiró profundamente y caminó de vuelta a donde estaba Ron.

—Aquí tienes —dijo la castaña, entregando el vaso de cerveza.

—Gracias.

Se produjo un silencio incómodo en el que ninguno de los dos sabía qué hacer, sólo dejaban que la música sonara.

—Así que te vas —afirmó Ron, tratando de romper la tensión.

—Sí. A Ibiza a un trabajo importante.

—Me da gusto —Ron intentó sonreír—. Siempre buscaste un ascenso, quizá esta es tu oportunidad. Felicidades.

—Gracias —Hermione devolvió la sonrisa. Quería seguir hablando con él pero esta vez no parecía tan sencillo como era siempre, así que sacó el único tema que sabía que funcionaría—. ¿Viste el estreno de la temporada?

—Sí, fue genial —Ron agradeció que ella quisiera continuar hablando con él—. No me esperaba el final.

—Lo sé, todo el capítulo estuvo lleno de emoción, no quería que terminara.

Y así ambos lograron sumergirse en una plática basada en cosas triviales, sin tocar nunca el tema que tanto les preocupaba, aunque ambos sabían que sería inevitable abordarlo en algún momento.

Pasaron casi una hora hablando, hasta que Ron le pidió que salieran un momento para respirar un poco de aire fresco, aunque ese fue el pretexto para tocar el delicado tema que no quería dejar pasar.

Miraron el cielo. La casa en la que habían hecho aquella fiesta estaba a las afueras de la ciudad, muy cerca de la casa de Luna, por lo que la vista ahí permitía ver unas cuantas estrellas y la luna.

—El cielo así es relajante —dijo Hermione, mirando hacia arriba.

Ron la miró. Aún sentía muchas cosas por ella, pero entendía que debía respetar los deseos de su amiga, cualesquiera que estos fueran.

—Hermione —la aludida volteó la mirada hacia él—. Creo que debo pedirte una disculpa por lo que sucedió en la boda de Fred y todo eso.

El corazón de Hermione se aceleró. No quería hablar de eso, aunque fuera inevitable.

—Ron...

—Me porté como un idiota y arruiné todo —él no dejaba de mirarla ni un momento—. Pero no puedo con esto. Te extraño, te extraño más de lo que jamás pensé extrañar a alguien.

Hermione lo analizó con la mirada.

—No voy a discutir sobre cómo me sentí con todo esto, Ron —ella no quitaba su mirada de la de él—. Me hiciste daño, mucho daño.

—Lo sé y lo lamento.

—Pero por más que he intentado vivir sin ti, es imposible. Eres una constante en mi vida, Ronald Weasley —Hermione respiró profundamente—. Lo cierto es que yo también te extraño. Y aunque intenté negarme ese sentimiento, sé que no puedo —sonrió—. Eres mi mejor amigo y nadie va a arrebatarte ese título.

Ron sonrió.

—Tú también eres mi mejor amiga y nadie va a arrebatarte ese título jamás.

—Eres un idiota.

—Lo sé.

Se acercaron y se abrazaron con fuerza. Parecía que sería algo más difícil de tatar, pero las palabras sobraban, ambos lo sabían.

—Nuestra amistad será muy distinta después de esto —mencionó Ron sin terminar con el abrazo.

—¿Por qué?

—Tuvimos sexo y estoy seguro que ninguno va a olvidarlo —intentó aligerar el ambiente.

Terminaron con el abrazo y sonrieron.

—Espero que aprendamos a vivir con ello.

—¿Volverás a casa? —preguntó Ron, esperanzado.

Hermione suspiró.

—Me voy en dos días.

—Oh... ¿y después de eso?

Su amiga lo miró y sonrió ligeramente.

OoOoO

—Promete hablar conmigo cada semana para comentar la serie.

—Lo prometo.

—Promete mantenerte en contacto.

—Lo prometo.

—Vuelve pronto, ¿sí?

—Sí.

Estaban en el aeropuerto, Harry, Ginny y Ron la habían acompañado durante el viaje hacia el lugar, pero la pareja los había dejado solos para que pudieran despedirse. Ron no dejaba de pedirle que estuviera en contacto con él.

—Solo son tres meses, Ron.

—Lo sé, es solo que voy a extrañarte.

Su amiga sonrió melancólicamente.

—Yo también voy a extrañarte, pero verás que tres meses pasarán volando —trató de animarlo y animarse a sí misma.

—Toma —dijo Ron entregándole uno de sus chocolates favoritos—. A veces hace falta algo de esto para aguantar en las alturas.

Hermione tomó el dulce, sujetó ambas manos de él y lo miró a los ojos. Su corazón aún se aceleraba cuando lo veía. Tal vez no se lo había dicho porque pensaba que era lo mejor para su amistad, pero no había dejado de creer que seguía locamente enamorada de él.

Sin pensarlo más se lanzó a su cuello y lo rodeó con sus brazos. Tenía que sentir un último abrazo antes de alejarse de él por tanto tiempo.

Ron correspondió el abrazo de inmediato. Se aferró a su pequeña cintura y la apretó con cariño. Tenerla cerca era todo lo que necesitaba.

—Quédate —suplicó sin soltarla.

Ella lo apretó más a él.

—No puedo. Pero prometo estar en contacto.

Se quedaron así, abrazados por lo que pareció una milésima de segundo que en realidad fueron más de dos minutos. Tenían que terminar el abrazo aunque fuera imposible. Se separaron muy poco y sintieron sus alientos en sus rostros. Ambos permanecían con los ojos cerrados. Hermione tomó el cuello de él y se acercó indecisa. Quería besarlo. Quería sentir sus labios antes de irse. Sus narices chocaron y sus pulsos se aceleraron. Ron también estaba dudando sobre actuar o no. Él también quería besarla y hacerla quedarse a su lado con ese simple acto de amor.

Dudaron nuevamente y sus narices chocaron de nuevo, sus labios casi se rozaron, pero ninguno de los dos iba más allá. Hermione soltó un suspiro y apretó los ojos. Se separó delicadamente y trató de mirar a Ron. Él abrió los ojos y trató de sonreír. Se miraron unos segundos. Temblaban, perder el control de nuevo no era una buena idea y ambos habían luchado mucho para que eso no ocurriera otra vez.

—Te veré en tres meses —dijo Hermione, en un susurro.

—Te estaré esperando.

La castaña tomó su maleta y comenzó a caminar hacia el pasillo en el que su amigo no podía pasar.

—Te voy a extrañar —dijo mientras andaba en reversa.

—Y yo a ti— respondió Ron.

Ambos dudaron. Querían correr, abrazarse y besarse.

Ninguno lo hizo.

Se limitaron a despedirse con la mano hasta que Hermione se perdió de vista.

¡Hola a todos!

Bien, pues, como ya parece mi costumbre, debo pedir perdón por tardar tanto en actualizar. Recientemente pude "regresar" de manera oficial y este era el tercer fic de la lista para las actualizaciones.

En fin. Espero que les haya gustado este capítulo, pues si mis cálculos no fallan, ya es el penúltimo.

Muchas gracias por ser tan pacientes y seguir aquí.

Muchos saludos y besos a todos.

Nos leemos en los comentarios y/o en el próximo capítulo.

LoveDreamer

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