Este es un fic que hago a medias con la autora Lica. Me surgió la idea de una serie que vi de bandas y la invité a ella para que escribiéramos juntas. Ella la publicará en portugués y yo en español. Desde ya, les agradecemos que nos lean y os recuerdo que Rurouni Kenshin no nos pertenece. Si fuera el caso, las chicas no existirían porque ellos serían nuestros. jajajajaja Tampoco ganamos nada escribiendo, o seriamos ricas. XD La trama si es nuestra. ;)

Y… aquí estamos con un nuevo capítulo.

Antes de nada, agradecimientos por los Follows, los Favs y los Reviews y por supuesto, nuestra contestación a todas aquellas que os habéis molestado en darnos vuestra siempre agradable, bienvenida y querida opinión:

Pajaritoazul: Nada más a agregar de lo que ya te dije en PM… Y si… Esa su primera frase fue la mejor. Es muy tranquilizante que aunque haga todo eso, Kenshin no te mienta. Jajajajaaj Besos. By. Lica

Como no… totalmente de acuerdo con tu primera frase xD. En cuanto a lo demás… Aoshi, Misao y Saito van a dar mucho de qué hablar jajaja. No, no es una estrategia de Hiko. Prueba de nuevo. Muchas gracias por comentar. (Kaorumar)

Rositaalvarenga: No diria que Hiko estuvo implicado. Poque Hiko odia ese mundo tanto cuanto los demás, pero es un barrio conocido por todos los delincuentes. u.u Y si… Creo que tu espera se acabó. :D besos By. Lica

Bueno, Lica ya contestó a tu respuesta. Tendrás que seguir intentándolo. En cuanto a tu espera… este capítulo te quitará esas ganas. Muchas gracias por comentar. (Kaorumar)

Taishou: Si… Es el grande momento de la verdad. :D Y siii… Espero que te guste lo que va pasar con la comadreja acá. Jajajajaja Esa chica es loca. :D Engañamos a todos con MiSaito. Tan divertido. XD besos. By. Lica

Ya vas a ver a Misao jugar a varias bandas xD. Espero que te guste este capítulo. Gracias por comentar. (Kaorumar)

Pjean: Gracias linda… Su opinión es muy importante. :D Interesante su visión. Pero no acerto el reto. Lo siento. Aunque gracias… Me gusta ver sus ideas. *u*. Besos. By Lica

NO! Hiko separar a Kaoru y Kenshin? No… pero pronto sabrás quién fue. Muchas gracias por tu opinion y por tu comentario! (Kaorumar)

Rogue85: Es Yumi, si. Es que en Wiki ella esta como ojos café por eso la puse así. :D Felicitaciones… Acertó el de Misao entonces… Escoja su regalo, por favor. jejejejeje. Y sobre lo demás… Continúe a pensar. Y estoy de acuerdo contigo señora Bracho, KenKao fueron fuertemente engañados, y ahora es el momento de la verdad. Creo que Kenshin debe un agradecimiento a Aoshi. u.u Sobre Hiko… Pero si, luego sabrá, aunque no en ese capítulo. ;) Sobre MisAoshi, lo siento. Serán pareja. Jijijijijiji PERO, te prometo algunos MiSaitos… Ya que como ya lo viste, ellos tienen algo muuuy apasionado. Jejejejejeje Espero de corazón que te siga gustando, porque tenemos planeado mucho lío por adelante. O como decimos acá en Brasil: Muita treta. Jajajaja By Lica

Bueno… como ya te dije por Facebook… Por lo demás, tendrás MiSaito para dar y regalar en este fic y creo que te divertirás con ellos tanto como nos estamos divirtiendo nosotras planeandolo. Muchas gracias por comentar. (Kaorumar)

.

.

.

04. UNA NOCHE INOLVIDABLE

Cerró la puerta y posó su frente en la madera. Necesitaba fuerza, mucha fuerza. Tener a Kenshin de nuevo en su vida ya le había alterado el sueño, ahora, tenerlo dentro de su casa, de su refugio… Temía por si acababa con su cordura. Respiró hondo y se llenó de valor para dar media vuelta y mostrarle la cara. Ya era la hora de sepultar sus pesadillas.

Kenshin estaba de espaldas a ella, miraba con atención cada rincón de la sala: era limpia, bien arreglada, no tenía muebles muy costosos, pero había buen gusto y armonía en cómo todo había sido montado. A su lado derecho había una ventana con ligeras cortinas cerradas, de color claro. A su izquierda quedaba una escalera que lo llevaba a segunda planta, de frente dos sofás, uno frente al otro, separados por una mesa central y tras ellos, un mueble con un jarrón de flores, teléfono y una puerta que posiblemente llevaría a la cocina y no sabía a qué más. Un sólo cuadro adornaba la pared frente a él.

— ¿Esta casa es nueva? - Preguntó a la par que se volvía a mirarla, encontrándose con su mirada azul, intensa.

— No exactamente. La compré hace poco, pero ya no es tan nueva. - Habló sin ánimo.

— No fue lo que pregunté. - Sonrió de lado, arrogante.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres saber? - Aquella no era una pregunta sencilla, había un significado mayor tras ella y él lo supo.

Bajó la cabeza, por alguna razón se sintió avergonzado, pero no iba rendirse. Tenía que recuperarse y descubrir toda la verdad.

— Vine porque tenemos que hablar.

— No sé a qué te refieres. Creo que ya me dijiste todo la última vez. - Y no se refería a la última charla en su despacho, sino a la última vez que se vieron, años atrás, cuando terminaron en malos términos.

— Kaoru…

Fue callado por la pelinegra, que elevó una mano y lo paró en medio de lo que iba decir. Sus ojos estaban humedecidos y el pelirrojo pudo ver perfectamente el dolor mal contenido en su interior. Kaoru aun le guardaba rencor y tenía razones para ello. Si sus sospechas eran ciertas, habían sido engañados, y si así era, más tenía él que disculparse que ella.

— ¿Por qué? - le preguntó ella con la voz encogida. - ¿Por qué ahora? Después de tanto tiempo… - Habló entre dientes.

Kenshin bajó la cabeza y miró la foto que llevaba en las manos. Si… ¿Por qué? ¿Por qué después de tantos años? Porque aunque su vida hubiera cambiado, se hubiera casado y seguido adelante, nunca, ningún día de su vida, había podido olvidarla y lo que más deseaba era volver a verla y tenerla en sus brazos. Irguió la cabeza y la encaró, seguro.

— El tiempo que pasó no importa. Lo que importa es que tengo que saber la verdad. - se sinceró.

Ella rió con desdén. Miró al lado, incrédula y luego lo encaró con el ceño ligeramente fruncido. Mordió su labio inferior, acto seguido, fijó su vista en los ojos del hombre y decidió hablar.

— ¿Ahora? ¿Ahora quieres saber la verdad? - sentía rabia. - Cuando yo te grité que jamás te había traicionado, que te amaba y seguía siendo fiel a ti, ¿qué hiciste? - él tragó duro, sabiendo lo que venía. - Me escupiste a la cara que yo era una zorra, una cualquiera que sólo estaba contigo por tu dinero y me humillaste delante de todos aquellos que nos conocían. Tuve que aguantar insultos de personas que ni conocía en las calles y hasta prendieron fuego a mi coche en la noche. - dejó escapar el aire con fuerza, intentando guardar la calma, controlando la voz. - Tú. - lo señaló. - No te preocupaste en aclarar nada en ese tiempo. Sólo te deshiciste de mí como si no fuera nada. - silencio. - Entonces… Explicame algo. ¿Por qué ahora?

— Porque… - ella no dijo nada, sólo se quedó mirándolo, mientras él intentaba encontrar algo que decir. Si se paraba a pensar, realmente era ridículo. - Porque yo quiero saber la verdad, esas fotos son falsas, yo jamas te engañe…

El sonido de la cachetada que ella le dió en la cara, no sólo lo calló, también llenó todo el espacio que los rodeaba. Más que doler, lo desconcertó. Con los ojos muy abiertos por la sorpresa y el rostro ladeado, Kenshin aguantó todo el arranque de rabia de la pelinegra. Sentía de verdad que lo merecía. Respiró hondo y bajó la mirada, antes de volverla hacia ella. Los ojos azul vidriosos por las lágrimas no derramadas no abandonaban el rostro varonil.

— Es justo. - después de largos segundos, Kenshin volvió a hablar. - Lo merezco después de lo que te hice… Debería haber creído en ti,debería haberte escuchado. - la boca de la pelinegra tembló ligeramente y se mordió el labio inferior, conteniendose. - Yo me volví total y completamente ciego por los celos y no hay disculpa para lo que te hice. Pero… - resolló. - Tu siempre fuiste mi punto débil...

— ¡Callate! - gritó. - ¿Cómo te atreves a echarme la culpa? - una lágrima resbaló por su mejilla. - Tu eras mi mundo. Aunque no estuviera de acuerdo con tu trabajo, como solías decir, te aceptaba tal y como eras con tal de estar a tu lado. Porque te amaba. Y tú… ¡Tú! - recalcó. - Creíste de primeras en todas esas mentiras. Y pensar que cuando yo recibí la carta, donde habian esa y muchas otras fotos, con muchos mensajes y todo lo demás, dudé… Dudé de las pruebas, porque creía en tu sinceridad. - Ya estaba llorando y no podía retener las lágrimas por más tiempo.

Kenshin cerró los ojos y suspiró. No había nada que decir, ella tenía razón. Tuvo su oportunidad para creerla, pero dejó que sus celos lo controlasen. Siempre había estado loco por ella, Kaoru constantemente acababa con su cordura, admitía que sus celos por ella siempre bordearon la enfermedad y por más que intentaba controlarse, tenerla cerca de otro hombre lo dejaba desquiciado. Por más absurdo que pudiera parecer, sólo con verla ahora, estaba seguro que no estaba ni cerca de haberse curado.

Era y para toda la vida sería la mujer que él amaba.

— Perdóname.

Decir que ella se quedó sorprendida con la respuesta sería poco. Kaoru se quedó boquiabierta y pestañeó varias veces antes de empezar a entender lo que él había dicho. Escuchó pero no oyó. Sí, parecía tonto, pero fue lo que le pasó. Estaba anonada.

— Nada es más ridículo que lo que te hice pero… Yo creí… - se frotó las manos por la cara con desesperación. - Todo parecía tan real, tan verdadero… - sin saber si podría o no, salió por primera vez del lugar donde estuvo desde que entró y ocupó uno de los sofás, donde simultáneamente se llevó las manos a la cara para ocultarla. - Aún recuerdo cuando recibí esas falsas pruebas… - Se calló.

Kaoru lo siguió con los ojos y en seguida ocupó el sofá frente a él, apoyó los antebrazos sobre los muslos, uniendo las manos una contra la otra, dejó el cuerpo recto pero ligeramente hacia el frente y esperó. Con el llanto ya controlado, pero los ojos mojados y rojos.

— Intenté decírtelo miles de veces ese día. Yo no te traicione. - Exclamó sucinta.

— Lo sé… - razonó Kenshin. - Creo que ahora lo sé.- Susurró melancólico.

— ¿Crees? - Los ojos de la mujer eran duros para él y su cara mostraba un deje irónico.

— No. Estoy seguro de que me equivoqué. Así como yo no te traicione, tu tampoco lo hiciste. Alguien nos vio cara de tontos y…

— Habla sólo por ti, porque yo no creí en nada de eso. - aseveró. Recostó el cuerpo hacia el respaldo del sofá y cruzó los brazos bajo el pecho. Cabezota.

Asintió derrotado. Había sido el mayor estúpido del mundo. Pensó en como Hiko solía llamarlo desde hacía algunos años, estúpido discípulo, tal vez su padrastro tuviera razón después de todo.

— Yo… - hizo una pausa . - ¿Podrías perdonarme? - La miró lleno de esperanza.

Kaoru suspiró derrotada, desvió la mirada de un lado a otro, pensativa. Luego, volvió a mirarlo y al pelirrojo no le tomó ni un segundo saber que ella no se lo pondría tan fácil. La morocha sonrió, altanera y estrechó los ojos hacia él.

— ¿Sabes?… Ahora que me pongo a pensar… Para quien afirma con tanta seguridad que no me engañó, se casó muy fácil y rápido con la tipa de las fotos.

Y eso fue como si todo se aclarara en la mente de Kenshin. Volvió a mirar la foto y se asombró por no haberse parado a pensar antes en ese detalle. Abrió la boca para hablar, pero fue interrumpido por la de ojos zarcos.

— No es tan sencillo. - ponderó. - Perdí mi vida, mi honor, todo lo que tenía aquí, cuando tu me atacaste en público. No creo que unas cuantas palabras de perdón cambien algo. Tendrás que ser más creativo. - Espetó.

El pelirrojo trago saliva y respiró hondo. Iba a encontrar una manera de conseguir su perdón. Quiso decir algo más, pero ella se le adelantó una vez más.

— Y aunque te perdone… Dudo que algo vuelva a ser como antes. Nuestras vidas siguieron rumbos distintos, yo cambie, tu cambiaste, ahora estas casado y tienes una familia. Creo que sólo podríamos intentar llevarnos bien. Es todo. Pero eso… Si logras hacer que te perdone.

Kenshin se puso de pie bruscamente. Decidido, mirándole con avidez y pasión contenida.

— Haré que me perdones, Kaoru. - oír su nombre salir de aquella boca, de esa manera tan decidida, la hizo jadear. - Y de alguna manera voy a recuperar todos estos años. - ella arqueó una ceja. - Voy a descubrir quien nos preparó la trampa y voy a hundirlo. - aseguró el pelirrojo.

— ¿Por qué? - presentó una vez más la pregunta que estaba haciendo durante todo el tiempo, mientras se levantaba y ponía las manos en su cintura. - Ya pasaron tantos años… El tiempo no se recupera, Kenshin.

Oír su nombre en los labios rosados de la mujer hizo que a Kenshin se le erizara la piel. Sin ser nada consciente de lo que hacía, acortó el espacio que los separaba y posó su mano derecha en la mejilla de la mujer, quien dió un brinco por la impresión, sin embargo, no se apartó.

— Porque aunque hayan pasado siglos, mis sentimientos siguen igual y haré todo lo que esté a mi alcance para tenerte de nuevo, no sólo en mi vida, también a mi lado y en mi cama, dentro de mis brazos. - Susurró, depositando un casto beso que casi pareció un sencillo roce, en sus labios. Fue tan rápido que Kaoru ni llegó a cerrar los ojos.

Después se apartó y con un movimiento de manos, se despidió, sin volver a mirarla y se fue, cerrando la puerta a su paso, dejando a la abogada totalmente ensimismada, mirando por donde él había desaparecido. Unos segundos más tarde, dejó a su cuerpo desplomarse sobre el asiento, a la par que llevaba la manos hasta sus labios, recordando aquella sensación abrumadora que la colmó, trayendo de vuelta todos aquellos sentimientos que había ocultado para protegerse.

Sus sentimientos también seguían intactos.

Kenshin en contrapartida salió desbocado, sintiendo como si su corazón fuera a perforar su pecho o a escapar por su boca de tan fuerte que latía. La amaba. Tuvo que obligarse a huir antes de tomarla en brazos y hacerle el amor, aunque fuera en contra de su voluntad, porque la deseaba como un loco, todos sus instintos gritaban desesperados por poseerla. Pero no podía, tendría que ganarse nuevamente su confianza, conquistarla de nuevo y arreglar su situación con Tomoe. No era un mal nacido, se oponía a traiciones y por lo tanto quería hacer las cosas bien.

Subió a su moto, mientras recordaba lo que Kaoru le dijo sobre no tardar nada en casarse justamente con la mujer que estaba en las pruebas de su falsa infidelidad. No importaba cómo, iba averiguar, quién lo separó de Kaoru y haría que esa persona pagara con sangre. Deseaba de verdad que su esposa no tuviera nada que ver en todo eso, porque si así era, no importaba lo bien que le hubiera servido todos estos años. Sufriría igual que cualquier otro.

Por segunda vez aquella noche, salió a toda velocidad, derrapando con la rueda trasera de su moto.

oOoOoOooOoOoOooOoOoOooOoOoOooOoOoOooOoOoOooOoOo

Misao observaba la enorme, pero triste y desolada casa de Shinomori mientras este se quitaba de forma mecánica la chaqueta de cachemira que llevaba y que, estaba segura, costaba más que lo que ella cobraba en dos meses.

No era justo. Ella era una buena persona, una ciudadana modelo. Ayudaba a los demás, se dejaba la piel y se jugaba la vida día a día por la sociedad y a cambio cobraba un mísero sueldo que no le permitía ni comprarse un coche decente. En cambio, Shinomori, que era un delincuente, y una lacra para la sociedad, estaba forrado y vivía como un rey.

Dió un respingo cuando las grandes manos del hombre la acercaron a él desde atrás, agarrando sus pechos de forma brusca. ¡No, no, no y no! Que se hiciera pasar por puta no significaba que fuera a hacer el papel hasta el final. Se giró rápido hacia él y rió de forma nerviosa.

— ¿No tomamos algo primero? Podríamos tomar algo antes… así, como para entrar en calor.

Dio un paso atrás, casi a punto de sacar las veinte kunais que llevaba escondidas, cuando el hombre casi se abalanzó sobre ella de nuevo.

Aoshi frunció el ceño. ¿Era nueva en ese mundillo o qué? Dejando escapar el aire de forma controlada, le dió la espalda y fue a la cocina a preparar té… para tomar algo.

Misao lo siguió, observando ante ella como el trasero prieto y bien puesto de Shinomori se movía ágil y resuelto en la cocina y no fue hasta que escuchó el silbido de la tetera que se dio cuenta que él estaba preparando té. ¡Té! Ese no era el plan…

— Cuando me refería a tomar algo, quería decir unas copas… ya sabes, algo que sea no apto para menores. ¿Tal vez vodka? O no… tu tienes más pinta de que te guste el sake… ¿y el whisky?

Aoshi giró lentamente la cabeza y la observó casi sin hacer ni un gesto en su cara. Tranquilamente, volvió a su tarea de preparar té, mientras vertía el contenido en un par de cuencos de cerámica.

— No bebo vodka, ni sake. Tampoco whisky.

La boca de Misao casi tocó el suelo de la impresión.

— ¿Ginebra? - preguntó esperanzada, pero la lenta negativa del pelinegro hizo que empezara a ponerse realmente nerviosa. - ¿Bebes algo de de alcohol?

Shinomori negó mientras le pasaba el cuenco de té y la observaba a la par que daba un sorbo al suyo.

Misao se congeló en el acto. Ella había esperado emborracharlo y hacerle creer que habían tenido relaciones pero ¡resultaba que el tipo no bebía! ¿Qué clase de tío del siglo veintiuno no bebía? Eso no le podía estar pasando a ella.

Se tomó el té sin ganas, intentando pensar a toda velocidad un modo de salir de ese atolladero pero antes de que pudiera idear nada, las grandes y fuertes manos de Aoshi la agarraron del trasero, haciendo que el cuenco de té cayera al suelo haciéndose añicos. La aplastó contra la columna que separaba la cocina de la sala y tuvo que contener un grito cuando sintió la boca del hombre devorando su cuello y bajando hacia su escote.

Había entrado en la guarida del diablo y ahora tenía que asumir las consecuencias…

Se mordió el labio cuando él tiró con una sola mano de su corpiño, bajándoselo y haciendo que sus pechos escaparan rebeldes de él. Si antes había contenido un grito, esta vez no pudo, ya que la boca de él se había posado en uno de sus pechos y lo devoraba y maltrataba de forma placentera con sus labios y dientes al punto de hacerle olvidar quién era y porqué estaban ahí.

Notó como la pared a su espalda la abandonaba y observó los ojos de Aoshi mientras la llevaba a la sala y la tiraba sin miramientos sobre el sofá. Tragó saliva cuando el hombre empezó a despojarse de su ropa ante ella sin vergüenza alguna y casi se atragantó al verlo completamente desnudo. Si todos los diablos tenían un cuerpo tan bien esculpido como el que tenía delante podía hacerse adicta a esas misiones…

Notó que Shinomori la miraba y entonces se dió cuenta de que tenía que moverse, tenía que hacer algo. Se suponía que era una prostituta hábil en el sexo. Ocultó la vergüenza y el decoro en el rincón más oscuro de su alma y, tal y como había hecho él, pero sin levantarse del sofá, se quitó su ropa, con movimientos sensuales y calculados.

Aoshi respiró hondo cuando ella empezó a quitarse de forma insinuante su ropa y agarró su miembro, duro, con su mano. Se tocó y ella correspondió haciendo lo mismo. Durante un buen rato, el juego consistió en tocarse cada uno con sus propias manos mientras no apartaban la vista del otro. Era excitante y tenía que admitir que la chica desnuda estaba muchísimo mejor que vestida.

Misao no podía creer lo que estaba haciendo. Estaba siguiéndole el juego a ese bandido y pese a que no debería, estaba disfrutandolo. Nunca se había sentido tan desinhibida como en esos momentos. Observó como Aoshi se acariciaba ese gran miembro que poseía y se dio cuenta, con pesar, de que se le estaba haciendo la boca agua.

Aprovechando su papel de prostituta, le indicó al hombre con la mano que se acercara y éste no dudó en hacerlo. Cuando se posó sobre ella, contuvo un gemido. Su piel estaba caliente, ardiendo y todo su cuerpo era duro al tacto. El hombre era impresionante, había que admitirlo.

Gritó, cuando él le abrió la piernas de forma brusca y se introdujo en ella de una sola embestida. Era enorme y estaba tan duro que sentía una mezcla entre dolor y placer.

Aoshi aguantó un gruñido cuando se introdujo en ella. Estaba muy prieta… demasiado, lo que confirmaba sus sospechas de que no llevaba mucho tiempo en el negocio. La agarró de las manos y empezó a embestirla con fuerza.

Misao no supo cuánto tiempo duró esa agradable tortura. Lo único que podía hacer era entregarse a las sensaciones mientras dejaba que su delincuente le diera placer. Apretó las piernas en la cintura del hombre cuando el orgasmo la sorprendió, haciendo que gritara.

Notó vagamente como él se hundía una última vez más fuerte en ella y se derramaba en su interior, pero estaba demasiado conmocionada para darle importancia a ese hecho. Todo lo que deseaba era besar a ese hombre por lo que acababa de pasar pero cuando lo fue a hacer, este se retiró.

— Yo no beso en la boca. Nunca. Y tú tampoco deberías hacerlo a menos que quieras que se enamoren de ti.

Y con esa simple aclaración, se retiró de ella, dejándola completamente aturdida.

Avergonzada, cogió su ropa para empezar a vestirse y paseó sus ojos por el pecho sudado del pelinegro, que en esos momentos se ponía los pantalones, dejándolos abiertos y se acercaba a ella. Y ahí estaba de nuevo, embobada mirándolo.

— Madre mía, y yo que pensaba que era un cubo de hielo… - susurró.

Aoshi se sacó un abundante fajo de billetes del bolsillo y frunció el ceño al escuchar a la chica farfullar algo por lo bajo.

— ¿Decias?

Misao sacudió la cabeza.

— Que ahora es la mía… para cobrar, digo.

Aoshi se encogió de hombros, no muy convencido con la respuesta y le dió unos cuantos y suculentos billetes. Al ver que ella se los quedaba mirando con extrañeza, preguntó.

— ¿No es suficiente?

¿Que no era suficiente? Misao tenía que hacer un esfuerzo por respirar. Ahí había más dinero de lo que ella cobraba en un mes…

— No… - Aoshi alzó una ceja - digo, ¡sí! Es… es demasiado.

Con una sonrisa pícara, que pocas veces solía esbozar, el pelinegro le robó de la mano un par de billetes.

— Es verdad, es demasiado. Te resto estos por el cuenco que me has roto.

Misao abrió la boca de par en par. ¡Ella no había roto nada!

oOoOoOooOoOoOooOoOoOooOoOoOooOoOoOooOoOoOooOoOo

Saito observaba desde la lejanía la casa de Aoshi Shinomori. Aunque su apariencia era la de alguien sumamente tranquilo, por dentro, los demonios lo corroían. Tiró el cigarro que tenía en la mano ya consumido y se encendió otro, al que le dió una fuerte calada.

— Disculpe, ¿puedo ayudarlo en algo?

Alzó una ceja hacia el pequeño guardia de seguridad que vigilaba la urbanización y le enseñó con desdén su placa de policía. El hombre, calvo y sin gracia, murmuró una disculpa antes de salir corriendo.

Era curioso… un delincuente viviendo en una zona vigilada para evitar que otros delincuentes le robaran. Observó el estilo de las casas de alrededor, todas parecían viviendas de gente adinerada y honrada.

— El dinero hace al ciudadano…

Susurró y dio un respingo en el asiento del coche cuando vió salir a Misao del gran portón de hierro de la casa de Aoshi. Ahí estaba… después de muchas horas. Esperaba que tuviera buenas noticias para él.

Misao salió de la casa frotándose los brazos para mantener el calor, empezó a caminar por la calle mientras observaba todo alrededor, un sencillo detalle podría ser importante. Llegando a la esquina frunció el ceño al ver el coche de Saito aparcado. ¿Qué hacía allí? Sin hacerle esperar, se acercó al lobo y se montó en el lado del copiloto, colocándose bien el corpiño que había quedado mal puesto después del escarceo con Shinomori.

— ¿Y bien? ¿Qué le has sonsacado a ese desgraciado?

Misao enrojeció pensando en lo que le había "sonsacado" y negó con la cabeza, indicando a su jefe y amante que no tenía nada que valiera la pena contar.

Saito apretó tanto el cigarrillo en su mano que lo rompió y puteó al caer la colilla en su pierna y quemar su pantalón. Mientras se sacudía, increpó a la de ojos aguamarina.

— ¿Y qué se supone que has estado haciendo dos horas en esa casa?

Misao enrojeció más aún, recordando lo que había estado haciendo. Tenía que admitir que en un principio se había sentido violenta y avergonzada con la situación pero en esos momentos sentía una agradable sensación, en especial entre las piernas. Shinomori había resultado ser hasta bromista y antes de despedirse le había pedido su número para llamarla de nuevo el próximo día que necesitara desahogarse. No podía negar que la misión no había sido del todo un fracaso, aunque hubiera tenido que recurrir a métodos a los que jamás pensó llegar. Sonrió casi sin darse cuenta.

Saito apretó el puño en el volante. ¿Qué significaba esa risilla? La conocía lo suficiente para saber que no era nada que a él le fuera a gustar.

— Me ha pedido el número de teléfono para el próximo día. Estoy dentro.

Y antes de que Saito pudiera preguntarle cómo, salió del coche y se llevó con ella la chaqueta de Saito.

— Y esto me lo llevo, que tengo frío con esta ropa de puta.

A Saito se le cayó de nuevo el cigarro de la boca. ¡Pero bueno! Dos horas con Shinomori y se había vuelto ladrona también…

CONTINUARÁ

Y aquí el final de un nuevo capítulo.

Del reto anterior, tan solo hay un ganador que ya sabe quién es. Y este capítulo el reto es...

Nuevo reto:

"¿Qué creéis que hará Kenshin?"

Y para animaros a pensar hemos decidido que daremos a elegir entre varios premios al ganador o ganadores:

1 - Colaboración en algún fic.

2 - Oneshot con las parejas y el tema que se desee.

3 - Dibujo personalizado de los personajes que se deseen.

4 - Fondo de pantalla para PC con los personajes que se deseen.

5 - Fondo de pantalla para móvil con los personajes que se deseen.

6 - Portada para tu fic.

¡Vamos que lo regalamos! A ver quién acierta.